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Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (vii) - Los Siervos Justos De Dios Revelados En Los Últimos Días
Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (vii) - Los Siervos Justos De Dios Revelados En Los Últimos Días
Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (vii) - Los Siervos Justos De Dios Revelados En Los Últimos Días
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Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (vii) - Los Siervos Justos De Dios Revelados En Los Últimos Días

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Jesucristo mueve la historia de la humanidad. Nuestro Señor vino a este mundo para salvar a los seres humanos del pecado, y se ha convertido en el pan de nueva vida para los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. De hecho, para darnos esta nueva vida a todos los que estábamos destinados a ir al infierno por nuestros pecados, el Señor vino a buscarnos. La razón por la que nuestro Señor vino a nosotros era que quería darnos vida nueva a todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por este don de gracia hemos sido salvados. Nuestro Señor no vino al mundo por cualquier otro motivo, sino que fue para salvarnos, a los que fuimos creados a imagen de Dios, de los pecados del mundo. De hecho, esta es la única razón por la que el Señor vino al mundo, para darnos una vida nueva a todos los que estábamos corruptos por el pecado y destinados a ser condenados y destruidos para siempre por esos pecados.

LanguageEspañol
PublisherPaul C. Jong
Release dateDec 4, 2013
ISBN9788928217748
Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (vii) - Los Siervos Justos De Dios Revelados En Los Últimos Días

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    Sermones Sobre El Evangelio De Lucas (vii) - Los Siervos Justos De Dios Revelados En Los Últimos Días - Paul C. Jong

    Deseen convertirse en siervos fieles de la justicia

    A través del Evangelio de Lucas hemos entendido hasta ahora cómo el amor de la salvación de Dios nos llegó y como los justos hemos podido vivir una vida recta. Dios ha hecho que nazcamos de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y nos ha llamado a ser Sus siervos, para que vivamos por este verdadero Evangelio. De hecho, no seguimos al Señor por nuestra propia voluntad, sino que el Señor nos ha seguido para salvarnos y nos ha escogido para que seamos Sus siervos. Nos hemos convertido en siervos del Señor no porque estemos cualificados ni porque seamos mejores que los demás.

    Todos somos como el pollino sobre el que el Señor montó cuando entró en Jerusalén para ser crucificado. Cuando el Señor llegó a Betania, una ciudad cerca de Jerusalén, envió a Sus discípulos a la ciudad y les dijo: «Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo.Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita» (Lucas 19, 30-31). De hecho, este pasaje nos muestra que nos hemos vestido de la gloria de servir al Señor, nuestro Dios, precisamente porque nos ha llamado para ser utilizados por Él aunque seamos tercos y codiciosos como el pollino. Por tanto, no podemos evitar darle gracias al Señor por Su gracia al escogernos.

    Debemos considerar un honor glorioso poder convertirnos en obreros de la justicia de Dios. Si no hubiésemos encontrado la gracia de la remisión de los pecados, nos habríamos convertido en esclavos de Satanás, el príncipe del poder del aire, y habríamos vivido siguiendo las cosas de este mundo para acabar en el infierno al final. Sin embargo, Dios nos ha dado Su gracia de salvación primero, y nos ha convertido en siervos de Su justicia en estos tiempos cerca del fin. No es coincidencia que hayamos sido salvados. Todo ocurrió por la providencia de Dios. Por eso la Biblia dice: «Los dones y el llamado de Dios son irrevocables» (Romanos 11, 29). Así que espero y oro para que los que se hayan dado cuenta de esta gracia sean siervos fieles del Señor que calman la sed de Su corazón.

    Estamos viviendo en el fin de los tiempos. Cada vez hay más desastres naturales y más graves. Los científicos dicen que los glaciares del Ártico desaparecerán completamente al final de este siglo, y cuando pase esto, las ciudades de las costas, como Shanghái, quedarán sumergidas. A medida que estos desastres naturales empeoren y surjan conflictos entre naciones, de cada vez más intensidad, la raza humana pasará por muchas tribulaciones y problemas. Estos tiempos de desastres y tribulaciones son inminentes. Por tanto, como los que servimos al Evangelio en estos tiempos, debemos orar a Jesús para ayudarnos a sobrevivir por fe estos desastres que nos esperan. Porque Jesús es el Dios Todopoderoso y debemos prepararnos para el fin de los tiempos confiando en la Palabra de la justicia del Señor y obrará en nuestras vidas para ayudarnos a superar los días de la tribulación por fe. El Señor dijo: «Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo» (Mateo 24, 13). Los que sirven al Evangelio y defienden su fe hasta el final entrarán en el Reino de Dios y brillarán como el sol.

    Esto se debe a que tenemos esperanza en la vida eternal y por eso sufrimos y defendemos nuestra fe entre tanta tribulación. Nuestro Señor venció el poder de la muerte y se levantó de nuevo. Al levantarse de entre los muertos nuestro Señor nos ha dado la esperanza de la resurrección. ¿Esperan el Reino Milenario? ¿Creen que después de esos mil años vivirán con el Señor en el Reino de Dios preparado en el Cielo para disfrutar de la gloria y el honor como hijos de Dios?

    Esperamos vivir en el Cielo para siempre y por eso obedecemos los mandamientos de nuestro Señor Rey. El Señor, el Rey de reyes, ha borrado nuestros pecados, y nos ha llamado para ser Sus siervos de la justicia. Así que les pido que vivan el resto de sus vidas como siervos fieles de la justicia. Cuando vuelva el Señor, nos dirá: «Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades» (Lucas 19, 17). Oro para que todos sean siervos justos de la justicia para escuchar al Señor darles la enhorabuena.

    SERMÓN 1

    Debemos ser fieles al

    Rey de reyes

    < Lucas 19:12-27 >

    «Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí».

    ¿Con qué actitud debemos servir al Señor?

    El Señor vino a este mundo y nos salvó de todos los pecados a los que somos como niños. Entonces, ¿qué significa que hemos sido salvados como niños? Significa que Dios ha salvado a los que creen y siguen lo que el Señor ha dicho sin dudar. Los que creen en Dios de todo corazón no tienen deseos carnales. Como no están atados al mundo, piensan de esta manera: ¿Qué es la vida? ¿Qué soy? ¿De dónde vengo y adónde voy? ¿Por qué estoy viviendo? ¿Vivo para comer? ¿O como para vivir? La vida es como la niebla matutina, como el rocío que desaparece enseguida. La vida parece no tener sentido. Las cosas del mundo no valen para nada. Como dijo el autor de Eclesiastés: «Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad» (Eclesiastés 1, 2).

    Cuando entendemos la vanidad del mundo y nos deshacemos de todos nuestros deseos carnales, podemos tener corazones inocentes como los niños. Somos salvados al creer que Jesús, el Hijo de Dios, vino a este mundo, cargó con nuestros pecados y murió en la Cruz para erradicar todos los pecados del mundo. Resucitó de entre los muertos y ascendió a los Cielos después de cumplir toda la justicia. Ahora el Señor está sentado a la derecha del Padre Celestial y se está preparando para volver como el Rey y el Juez.

    Según el pasaje de las Escrituras de hoy, Dios les ha dado Su obra a los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y cuando vuelva para evaluar nuestro trabajo, algunos serán recompensados y otros no. Veamos qué tiene que decir Dios acerca de esto.

    Lucas 19, 12 y 9, 13 dice: «Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo». El hombre noble que fue a recibir el reino se refiere a nuestro Señor Jesucristo. Cuando Jesús vino a este mundo, vino como un ser humano, no como un rey. Aunque es el Dios Todopoderoso, vino vestido de un ser humano para salvarnos a los seres humanos del pecado. Vino como un siervo, el Salvador y nuestro sacrificio de redención. No vino como Juez desde el principio. El Señor dijo: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10, 45). El Señor hizo exactamente lo que dijo: eliminó los pecados de los seres humanos con el agua y la sangre y se fue al Cielo a recibir el Reino de Dios Padre, y después volvió.

    Cuando se fue les dio a Sus siervos una mina a cada uno y les dijo que hiciesen negocios con ellas. ¿Qué más dice el pasaje de hoy? Entre Su gente, algunos dijeron: No queremos que este hombre reine sobre nosotros. ¿Qué significa esto? No todo el mundo que nacer de nuevo quiere servir a Jesús como su verdadero Rey. En otras palabras, entre los que han recibido la remisión de los pecados algunos quieren seguir y obedecer a Jesús como su Rey y Dios, confiando en la justicia de Jesucristo, pero hay personas que no. Aunque es obvio que Jesucristo es el Rey de los que han recibido la salvación hay personas que no creen en esto. Por eso el Señor nos está diciendo cuál será su destino final; qué pasará con los que sirvieron a Jesucristo como su Rey y con los que sirven a Jesús.

    Cuando mire las flores cortadas que había en esta mesa ayer noche pensé: Mis hermanos santos saben decorar muy bien en cada estación. De la misma manera en que tenemos cuatro estaciones, el cristianismo también tiene estaciones y fiestas. La Navidad, la Cuaresma, Pascua, Pentecostés, Acción de Gracias y otras muchas fiestas que se han celebrado durante todas las estaciones. Yo me centro en predicar a Jesucristo todo el año sin dejar el mensaje de la resurrección para la Pascua y el mensaje de Su advenimiento para la Navidad, así que no sé mucho acerca de estas fiestas. Me parece que el diácono Young-ae Kin sabe muy bien levantar nuestros espíritus con las flores según las estaciones.

    De todas formas, los que hemos recibido la remisión de los pecados debemos considerar a Jesús como nuestro Rey. Es nuestro Dios, mi Dios y nuestro Rey. Creó el universo y a los seres humanos y nos salvó de los pecados completamente. Nos resucitó de la muerte. Por tanto, es digno de ser nuestro Rey. No le falta nada. Así es. Jesús es nuestro Rey. Cuando el Apóstol Pedro le dijo a Jesús: «Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mateo 16, 16), quiso decir: Señor Jesús, eres mi Rey y mi Creador. Él es el Rey de toda la humanidad. Debemos creer en esto de corazón.

    ¿Hay alguien entre ustedes que todavía no quiera que sea nuestro Rey? ¿Hay alguien que no quiera servirle como el Rey? Si son así, arrepiéntanse y sirvan a Jesús como su verdadero Rey. Esto es lo correcto. Si se niegan a reconocer a Jesús como su Rey, el resultado del camino de su vida será obvio.

    El Señor quiere saber si estamos ganando beneficios con el negocio del Evangelio del agua y el Espíritu

    Volviendo al pasaje, podemos ver que el noble volvió siendo rey. Y llamó a los siervos a los que les había dado dinero. Cuando el primer siervo fue al noble dijo: «Maestro, tu mina ha ganado diez minas». Entonces el maestro dijo: «Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades». Cuando vino el segundo siervo dijo: «Maestro, tu mina ha ganado cinco minas». ¿Qué significa esto? Había personas que multiplicaron una mina por diez y otras que la multiplicaron por cinco. Seguramente este fue el resultado de sus talentos. El maestro les dio la recompensa basándose en el trabajo que habían hecho. Les dio a los siervos autoridad para gobernar diez y cinco ciudades respectivamente.

    Entonces, otro siervo fue ante el maestro y dijo: «Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no». Es decir, este hombre le llevó la misma mina que había recibido. Entonces, ¿qué tipo de persona es? Es una de esas personas que no reconocieron a Jesús como a su Rey. No cree que Jesús sea el Rey de reyes, que es misericordioso, santo, lleno de gracia y todopoderoso. Tampoco cree que Jesús sea el Juez y el Salvador que le salvó. Tampoco cree en la autoridad, amor y bendiciones de Dios. Aunque tenga el Evangelio no cree en él de corazón. Así es. No quiere tratar a Jesús como su Rey. Por eso dijo: Eres un hombre austero. Intentas recoger donde no has depositado y cosechar donde no ha sembrado.

    Trató a Jesús, el Rey, como si fuese un ladrón. De hecho, Jesús vino al mundo a salvar al hombre. Recibió el bautismo, cargó con los pecados del mundo, recibió el castigo y la humillación por nosotros, se levantó de entre los muertos y se convirtió en nuestro Salvador. A pesar de esta gracia, le llevó solo la mina que había recibido de Jesucristo. El Señor le dio aire para respirar y el sol. No solo le dio todo lo necesario para la vida, sino que además le dio comida espiritual y física. Todo lo que tenía le pertenecía al Rey. En otras palabras, todo lo que tenía era del Rey. Pero, ¿qué pensó este hombre del Rey? Lo consideraba un hombre duro. Básicamente le dijo a su maestro: ¿Qué me has dado? Quieres algo que nunca me has dado. Eres un ladrón. Y el Rey le dijo enfadado: Te juzgaré por tu propio boca. ¿Pensabas que era un hombre austero que recoge donde no deposita y cosecha lo que no siembra? ¿No te he dado nada?.

    Hermanos y hermanas, lo que tenemos pertenece al Señor. Nuestras mentes deben ser transformadas después de nacer de nuevo. Antes de nacer de nuevo, nuestro sustento venía de nuestros padres, ya hayamos heredado su riqueza o no. Estudiamos y nos esforzamos para obtener lo que necesitamos en este mundo. Así es como pudimos amueblar nuestras casas. Hay gente que tienen casas bien amuebladas, y gente que no. Poco después recibimos la remisión de lo pecados. Después de recibir la remisión de los pecados debemos darnos cuenta de que lo que tenemos es del Señor. Aún así hay personas que piensan que no han recibido nada del Señor y que lo han obtenido todo a través de sus esfuerzos.

    No tienen razón. No está bien pensar: ¿Qué favores me ha dado Dios? ¿De qué tipo de gracia hablas? Todo es fruto de mis esfuerzos, estudio y sufrimiento en este mundo humillante. ¿Qué me ha dado Dios?. Este es el problema más grave que tiene la gente después de haber recibido la remisión de los pecados. Es natural que los que no han nacido de nuevo piensen que lo pueden hacer todo por su cuenta. Sin embargo, cuando nacen de nuevo, sus pensamientos se transforman. Cuando contemplamos cómo eran las cosas antes de nacer de nuevo, todo en el mundo, incluyendo el sol y el aire, existía porque el Señor lo permitió. Para nosotros no hay nada que no nos lo haya dado el Señor. El Señor nos lo dio el Señor. Ya hayamos nacido de nuevo o no, todo es del Señor. Está mal pensar: ¿Qué me ha dado el Señor? Me lo está intentando quitar. Es un hombre muy austero. Está intentando quitarme lo mío sin que me hayas dado nada.

    El hombre con una mina pensaba así

    Por cierto, ¿qué dijo el hombre que tenía diez minas y el que tenía cinco? ¿Qué dijeron y qué creyeron? Cada uno dijo: He ganado diez minas con la mina que me dista y Tu mina me ha dado cinco minas. ¿Qué quisieron decir? Quisieron decir que lo que tenían se lo había dado el Señor. Creyeron que todo lo que tenían le pertenecía al Señor, incluso el entorno, los hermanos, las enseñanzas, el aire, el sol y la comida. Por eso bendecimos la mesa antes de comer. Oramos: Gracias, Padre Celestial por darnos nuestro pan diario. Danos este pan de cada día hasta que vuelva el Señor. Comeremos lo que nos has dado con un corazón agradecido. Como pueden ver la película Quo Vadis, la gente occidental siempre dice oraciones como Que Dios te bendiga incluso antes de comer un trozo de pan. No dicen una oración larga antes de las comidas como yo. Pero un cristiano sincero siempre cierra los ojos y da gracias a Dios por la comida que tiene, piensa: Esto es de Dios y eso también. Esto se debe a que cree que Dios se lo ha dado todo.

    Entonces quiero pedirles una cosa. ¿Creen que todo lo que tienen, incluso la familia, la iglesia, la salud, el dinero, los hijos y el aire y el sol son de Dios? ¿De verdad nos ha dado Dios todos estos árboles y flores? Sí. Sé que tengo que explicarlo más.

    Les estoy diciendo esto para que no haya nadie que viva y piense como el hombre que se guardó la mina en el pañuelo y se la dio al Señor. Debemos meditar sobre esto. ¿Pensamos por alguna causalidad que Dios es un Dios austero? ¿Pensamos que Jesús es duro con nosotros? ¿Consideramos que es demasiado exigente? Debemos examinarnos. Debemos buscar en nuestras mentes para ver si tenemos un concepto equivocado de lo que tenemos: Esto no es del Señor, sino que lo he ganado con mis esfuerzos.

    No debemos cometer el mismo error y pensar que Jesús es austero. Debemos ser como los que ganaron beneficios con la mina que recibieron diciendo: He ganado diez minas con la habilidad (talento) que me has dado. O debemos pensar: Me has dado una mina y la habilidad de hacer negocios, así que he ganado cinco. Oro sin cesar porque todos sean fieles siervos y sean bendecidos con cinco ciudades y más. Espero y oro por que se conviertan en los santos que creen que todo es de Dios y ofrezcan más a Dios y más gloria. En realidad Dios nos ha dado más de lo que podemos imaginar y nunca deja de darnos.

    Si hacemos negocios con lealtad, sacamos beneficios y servimos al Señor con beneficios, Dios nos dará más. Hace esto para que le sirvamos mejor. Quiero que crean a través de este mensaje en que todo lo que tienen, incluyendo sus vidas, pertenecen al Señor. Debemos tener esta fe correcta. ¿Hay alguien que quiera llevarle al Señor la mina de salvación del Señor después de haberla guardado en un pañuelo cuando el Señor venga? No deben ser personas que tengan una fe patética y débil. Otros siervos ganaron diez y cinco

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