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Las guerras inmigratorias: Forjando una solución americana
Las guerras inmigratorias: Forjando una solución americana
Las guerras inmigratorias: Forjando una solución americana
Ebook228 pages5 hours

Las guerras inmigratorias: Forjando una solución americana

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About this ebook

Del antiguo gobernador republicano de Florida y uno de los litigantes constitucionales principales llega una mirada oportuna y provocativa de uno de los temas más divisivos que enfrenta la nación hoy en día: la inmigración.

Una nueva propuesta de seis puntos para la política inmigratoria que se planta sobre la ley y honra el más grande de los valores estadounidenses: la libertad.

El debate sobre la inmigración ha sido un reto para esta nación desde su fundación. Pero hoy en día, divide a los americanos con más estridencia que nunca, debido a un fracaso crónico de liderazgo a nivel nacional por parte de ambos partidos. Finalmente tenemos una solución alcanzable guiada por dos principios centrales: primero, la inmigración es vital para el futuro de los Estados Unidos; segundo, cualquier solución perdurable se debe adherir a la ley.

En el primer libro que ofrece un enfoque práctico e imparcial, Bush y Bolick proponen una convincente estrategia de seis puntos para revisar nuestras políticas, la cual comienza con borrar todas las estructuras inmigratorias existentes y anticuadas y volver a empezar.

Con Las guerras inmigratorias como rayo de esperanza, los estadounidenses finalmente pueden solidificar una identidad nacional que está basada en un conjunto de ideales enriquecido y revitalizado por los inmigrantes, quienes en su mayoría aceptan fervorosamente nuestros valores fundamentales: la familia, la fe, el trabajo, la educación y el patriotismo.
LanguageEspañol
Release dateApr 22, 2013
ISBN9781476729664
Las guerras inmigratorias: Forjando una solución americana
Author

Jeb Bush

Jeb Bush is a former two-term governor of Florida and currently serves as president of Jeb Bush and Associates, a consulting firm that serves a wide array of businesses. Governor Bush is chairman of the Foundation for Excellence in Education, whose purpose is to promote meaningful K-12 reform in the United States. In addition, he is co-chairman of the Barbara Bush Foundation for Family Literacy and is active in many civic and charitable causes. He resides in Miami with Columba, his wife of thirty-eight years.

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    Las guerras inmigratorias - Jeb Bush

    1

    UNA PROPUESTA PARA LA REFORMA MIGRATORIA

    ESCRIBIMOS ESTE LIBRO PARA AGREGAR nuestras voces al llamado por una reforma migratoria sistémica. Primero y principal, queremos centrar la atención en la urgencia de la necesidad de dicha reforma. Los estadounidenses a menudo ven al debate inmigratorio en términos unidimensionales: ya sea la inmigración como tema de justicia social o la inmigración (en especial la inmigración ilegal) como flagelo. Eso contribuye a la intensa disensión que rodea a la inmigración como tema, lo cual a veces la hace un tercer carril en la política estadounidense. Los políticos de ambos lados de la división partidista se resguardan en vez de enfrentar un tema cuya resolución es vital para el futuro de nuestra nación.

    El tema realmente es urgente. La inmigración es un conductor clave de la economía estadounidense, una respuesta a los tremendos desafíos demográficos y una solución a un sistema educativo inadecuado desde kínder hasta el último año de la secundaria. A su vez, la inmigración que se lleva a cabo fuera de los límites de la ley debilita nuestras instituciones y amenaza a la inmigración legal. Consideramos que la política inmigratoria de nuestra nación es un desastre, pero uno que se puede arreglar exitosamente a través de una combinación de liderazgo político, consenso bipartidista y —como ocurre con la mayoría de los temas difíciles que enfrenta nuestra nación— el recurrir a los valores estadounidenses básicos.

    Cuando la política inmigratoria funciona bien, es como una represa hidroeléctrica: una pared fuerte cuyas válvulas permiten que pasen torrentes de agua, creando cantidades exorbitantes de energía dinámica. El embalse que suministra la potencia está lleno y se repone constantemente. Las válvulas se pueden ajustar contra la pared de agua por fuera, aliviando la presión o conteniéndola según sea necesario, pero siempre permitiendo suficiente circulación para cumplir con las necesidades energéticas de la nación.

    Pero hoy la represa está decrépita y toscamente cementada, con pérdidas constantes que deben ser remendadas. Su circulación ha sido alterada tantas veces que la estructura de la represa ha perdido toda integridad. Sus válvulas están tapadas, su llave rota, su generación de energía es esporádica y poco fiable. El agua pasa por encima de la represa y a través de sus grietas, y todo esfuerzo por contener la corriente crea nuevas fisuras. Lo peor de todo es que el embalse detrás de la represa —del cual depende el suministro de energía de la nación— se está secando, y como la represa provee salidas inadecuadas para lo que queda, otros lo están desviando para uso de la competencia.

    El diagnóstico no puede ser más claro: necesitamos reemplazar la represa.

    Con esa propuesta, la que dice que debemos reparar fundamentalmente nuestra política inmigratoria actual, parecen estar de acuerdo la mayoría de los estadounidenses y sus funcionarios en ambos partidos. Sin embargo, la reforma migratoria integral se ve truncada una y otra vez. Permaneció estancada en 2007 y 2008, aun cuando el presidente George W. Bush y el liderazgo del congreso de ambos partidos hicieron un gran esfuerzo por promulgar una reforma migratoria bipartidista. Nunca llegó a tomar vuelo después de la elección del presidente Barack Obama en 2008, a pesar de tener una mayoría demócrata en ambas cámaras del Congreso y el hecho de que Obama había prometido promulgar una reforma migratoria integral durante su primer año en funciones.

    Aunque la reforma migratoria es uno de los pocos temas importantes en donde claramente existe el potencial para un consenso bipartidista, ese consenso se encuentra constantemente menoscabado, obviamente por la estridente oposición en los extremos de ambos partidos, pero también por la falta de valentía política. A menudo, los funcionarios electos que poseen un capital político amplio para hacer realidad una reforma migratoria integral, se debilitan ante la oposición hostil de los elementos extremos de sus respectivas bases partidistas. Es así más allá de que aquellos que sostienen, por principio, los temas inmigratorios raramente sufren consecuencias políticas considerables por hacerlo. La combinación de rencor ideológico, demagogia y cobardía política es letal, y como resultado permanecemos encasquetados con un régimen migratorio que, casi todo el mundo concuerda, es profundamente disfuncional.

    Ambos lados son responsables por el impasse.

    En la izquierda, algunos pujan por fronteras abiertas como una cuestión de justicia. Justifican a aquellos que vinieron ilegalmente y condenan los esfuerzos para hacer cumplir la ley. Los sindicatos, que durante gran parte del siglo pasado fueron los opositores más vehementes de la inmigración, ahora a veces hablan de la boca para afuera en cuanto a la reforma migratoria, pero, primero y principal, siguen buscando cuidar sus intereses parroquiales. Aunque algunos demócratas han trabajado con el partido opositor para encontrar un consenso bipartidista en la reforma migratoria, otros hacen uso de la inmigración como un tema político polémico, prefiriendo la polarización ante las soluciones. Durante su primer mandato, como se indicó anteriormente, el presidente Obama rompió su promesa de campaña de promulgar una reforma migratoria durante su primer año —lo cual fácilmente podría haber logrado dada la mayoría demócrata en el Congreso— y no hizo nada hasta que la erosión del apoyo hispano amenazó su posibilidad de reelección.

    En la derecha, los opositores de la inmigración ven multitudes de inmigrantes ilegales quitándoles trabajos a los estadounidenses que tan desesperadamente los necesitan y consumiendo servicios sociales que corren por cuenta de los sobrecargados contribuyentes. Ven a los inmigrantes, tanto legales como ilegales, rehusarse a dejar de lado sus culturas o adoptar las costumbres estadounidenses y hablar inglés. Creen que los inmigrantes ilegales contribuyen fuertemente al crimen y agonizan con la inexplicable inhabilidad del Gobierno estadounidense en cuanto al control de nuestras fronteras. Ven a los inmigrantes votando en grandes cantidades por demócratas que constantemente expanden el alcance y el costo del estado subsidiario. Y son profundamente escépticos, dadas las promesas rotas del pasado, de que cualquier mutuo acuerdo sobre la inmigración alguna vez resulte en detener la corriente de inmigrantes ilegales.

    Como resultado, insisten en que las fronteras deben ser controladas antes de que se pueda considerar cualquier otra reforma migratoria. Se oponen todo lo caracterizado como reforma migratoria integral y condenan como amnistía cualquier propuesta que esté por debajo de la deportación de todos los inmigrantes ilegales.

    Es probable que sea imposible satisfacer los extremos de cada punta del espectro ideológico. Pero hay un amplio punto medio sobre la inmigración que se hace acreedor del apoyo de una gran mayoría de estadounidenses. Además, después de las elecciones de 2012, parece haber más determinación que en cualquier otro momento en décadas de alcanzar un acuerdo bipartidista en cuanto a la reforma migratoria.

    Escribimos este libro con la esperanza de que nosotros, como nación, no dejemos pasar este momento.

    Creemos que la reforma migratoria integral debería ser construida sobre dos valores centrales y esenciales: primero, que la inmigración es esencial para nuestra nación, y segundo, que la política inmigratoria debe ser gobernada por la

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