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Las migraciones salvadoreñas en

la construcción del nuevo


nosotros
Miguel Huezo Mixco
Mirando al Sur,
Antigua Guatemala,
diciembre 2008
Agradecimientos
 A la Agencia Española de Cooperación
para el Desarrollo (AECID)
 Al Proyecto Mirando al Sur
 Al Centro Cultural de España en San
Salvador
 A mis colegas del PNUD, donde he tenido
un espacio privilegiado para las
investigaciones culturales
 A Katharine Andrade-Eekhoff
 A Amparo Marroquín Parducci
Índice del diagnóstico
1. Una sociedad transnacional
 Introducción
 El sinuoso proceso de la
construcción de las identidades
a. La identidad federada
b. La identidad mestiza
c. Identidades en colisión
d. Identidades en fuga y retorno
e. Identidades pan étnicas
2. Dinámicas migratorias
a. Fases de la migración internacional
salvadoreña
 Primera etapa (1920-1969)
 Segunda etapa (1970 – 1979)

 Tercera etapa (1980 – 1991)

 Cuarta etapa (1992-2005)

b. Estadísticas inciertas
c. Inmigrantes centroamericanos
3. La economía de los vínculos
a. Transporte aéreo y telecomunicaciones
b. Telecomunicaciones
c. La economía de los vínculos
 Transporte aéreo
 Telecomunicaciones
 Turismo
 Consumo nostálgico

4. Percepciones sobre los migrantes


5. Migraciones y ciudadanía
6. Migraciones y procesos locales
7. Perspectivas políticas de los migrantes en
El Salvador
8. Políticas culturales en torno a la
migración
 Bibliografía
Una sociedad
transnacional
Transnacionales
 Para Levitt y Glick Schiller (2004), La sociedad debe considerarse más
bien como “un conjunto de múltiples redes entrelazadas de relaciones
sociales, a través de las cuales se intercambian de manera desigual, se
organizan y se transforman las ideas, las prácticas y los recursos”.
 La “simultaneidad”: el proceso que hace a las personas vivir una vida que
incorpora las instituciones, las actividades y las rutinas tanto en el país de
destino como transnacionalmente.
 Los negocios, los medios de comunicación, la telefonía, la política y la
religión son parte de una vasta serie de redes que se extienden a lo largo
de múltiples estados, que ponen en contacto a personas con relaciones
transnacionales con otras que carecen de ellas, pero que reciben
influencias de los flujos de ideas, objetos simbólicos y remesas sin
necesidad de haber migrado.
 Las acciones y las identidades de quienes no tienen vínculos, o los tienen
más débiles, con las redes transnacionales no escapan a las dinámicas
producidas dentro del campo social del que participan.
 Las personas están insertas en múltiples instituciones legales y políticas.
 “Cuando la gente sale de su país se
convierte en la caricatura de los que se
quedan”,
Paraiso Travel (2001), de Jorge Franco.

Sin embargo, lo que está ocurriendo en El


Salvador indicaría que el país se está
convirtiendo un poco en la caricatura de
los que se van.
 Los migrantes no solo están re-fundando
–en general-- un nuevo país. Sus
localidades de origen, de las que salieron
tomando todos los riesgos, poco a poco
también comienzan a parecerse, por
ejemplo, a los barrios latinos de Los
Ángeles, California. A su vez, ciertas zonas
de Los Ángeles se parecen mucho a
ciudades salvadoreñas como Soyapango.
Un nuevo Adán
 El migrante vendría a ser una especie de
“nuevo Adán”: un fundador y un paria.
 Un campesino des-territorializado pero re-
territorializado en la diáspora, y un
habitante de las “ciudades globales” de
Norteamérica con una parte de su vida
apegada a El Salvador (Tenorio, 2002).
Remesas y cultura
 Las “remesas” son un resultado y a la vez
un eslabón de una infinidad de decisiones
tomadas por actores sociales (individuos o
familias) en un proceso de negociación
muy complejo que involucra a personas y
grupos a ambos lados del giro de dinero:
Estados Unidos y El Salvador.
 La remesa no es solo un acto económico,
sino también expresión de complejas
relaciones sociales y emocionales.
Explorar las subjetividades
 Todos los aspectos que se toman en
cuenta a la hora de explicar los flujos
migratorios y sus consecuencias suelen
ser aspectos objetivos. Se olvida la
dimensión subjetiva de las dinámicas
migratorias y con ello la posibilidad de
“poner de relieve la individualidad, la
irreducible singularidad de las mujeres y
los hombres que son los protagonistas de
las migraciones” (Mezzadra 2001, citado
en Campione, 2004).
El nuevo nosotros
 La amplitud y el impacto de la migración
en la economía, la política y la cultura
llevó a proponer la necesidad de construir
un “nuevo nosotros” (PNUD, 2005). Con
esa propuesta, eminentemente cultural, se
intenta advertir que los salvadoreños del
siglo XXI estamos viviendo una mutación
que requiere de nuevas formas de
representación colectiva capaces de
delinear la diversidad de identidades que
están emergiendo.
 El Salvador no solo necesita reducir las
brechas económicas y sociales,
responsables en medida importante del
éxodo migratorio. Necesita:
 Hacer efectivo el ejercicio de una
ciudadanía sustantiva, ejercida y
socialmente reconocida;
 Establecer, mejorar y sostener en el
tiempo los vínculos con su población en el
exterior, para que esta tenga posibilidades
formales de incidir en las decisiones que
se tomen sobre el rumbo del país.
País de migrantes
 En términos porcentuales, la población migrante
salvadoreña está por encima de la de México
(9,4%), República Dominicana (9,3%) y Cuba
(8,7%) (CEPAL, 2006).
 La cifra de migrantes de América Latina y el
Caribe, de acuerdo con estimaciones mínimas,
equivalen a un 4% de la población regional
(CEPAL, 2006).
 En El Salvador los cálculos oficiales han venido
estableciendo que 20 de cada 100 salvadoreños
residen fuera de las fronteras territoriales (PNUD,
2005), la inmensa mayoría en Estados Unidos.
Los números enloquecidos
 Las proyecciones del Censo 1992
estimaban que para 2007 la población
salvadoreña rondaría los 7.1 millones
personas.
 No era posible para los demógrafos
anticipar la magnitud de los flujos
migratorios entre 1992 y 2007.
 El Censo estableció en 6.1 millones de
habitantes la población salvadoreña. Esto
puede dar una idea de la magnitud de las
migraciones.
Salvadoreños en el mundo

El Salvador

1 Mundo

0% 25% 50% 75% 100%

Datos
El Salvador 69.47% 6,600,000.00
Mundo 30.53% 2,900,000.00
100.00% 9,500,000.00
¿Cómo empezó todo esto?
 Desde los años ochenta los movimientos furtivos
de migrantes comenzaron a convertir al país en
una sociedad transnacional. Su magnitud no solo
se ha traducido en importantes flujos de dinero
hacia sus familias (un promedio de más de 2 mil
millones de dólares anuales entre 2000-2006),
sino que también está planteando un desafío
para la manera en que se debe entender la
sociedad y, en consecuencia, las formas de
practicar la ciudadanía.
Círculo virtuoso
Círculo virtuoso

ESTABILIDAD
MEJORAN LA CALIDAD MACROECONÓMICA
DE VIDA

ENVÍO DE
REMESAS

COMBATE A LA
POBREZA

DESARROLLAN
HABILIDADES
SENTIDO DE CIUDADANÍA EMPRESARIALES
Círculo vicioso
Círculo vicioso

DESPRECIO DE LA
IDENTIDAD
INDUCEN A MAS
EMIGRACION
GENERAN AVERSIÓN
AL TRABAJO

REMESAS Y
DEPORTADOS

MARAS

DESINTEGRACIÓN
FAMILIAR
PUDREN LA SOCIEDAD Y
AMENAZAN LAS RAICES
CULTURALES
¿Una comunidad im-posible?
 La sociedad salvadoreña, atravesada por
fallas, de larga data, de tipo económico-
social, político y cultural, se está
enfrentado al hecho de que su diáspora,
tan grande y tan relevante, ha vuelto más
compleja la idea y la posibilidad de
construir una “comunidad imaginada”
Papel de la cultura
 ¿Qué papel tiene la cultura en la
construcción de una ciudadanía más
integral que permita estrechar los vínculos
entre los salvadoreños dentro y fuera del
territorio?
Entendemos cultura como…
Las maneras de vivir juntos (Unesco).
No solo como un valor trascendente o una
manifestación de la creatividad popular,
sino como un “recurso” Yúdice (2002)
para: promover una opinión pública de
aceptación de la diversidad; para apoyar
la resolución de conflictos sociales y borrar
todo lo posible los límites de la exclusión,
y para promover lo cohesión social y un
reconocimiento del otro como sujeto de
deberes y derechos.
Dónde actúa la cultura
 Las esferas de lo público y lo social requieren del
desarrollo de fundamentos subjetivos, afectivos y
morales para cohesionar a las sociedades.
 En la producción de un sentido subjetivo de
nosotros, tanto en el ámbito de la vida cotidiana,
familiar, y también en las relaciones laborales y
en la esfera pública, es un aspecto clave del
Desarrollo Humano, particularmente en una
sociedad atravesada por fracturas políticas
económicas, sociales y culturales
 En revelar la diversidad de imaginarios colectivos
y cómo estos no necesariamente se encuentran
articulados o integrados en un “mundo en
común”, lo que genera fragmentación del tejido
social.
 En reconocer la diversidad de la sociedad
salvadoreña, que los migrantes mismos han
venido a convertir en algo más complejo, y que
puede ser una ventana de oportunidades como
de amenazas para un proyecto de país.
 En apoyar su reconocimiento como sujetos de
derecho.
La cultura salvadoreña es una co-
producción transnacional

CONTEXTO GLOBAL

HERENCIA
INDÍ
INDÍGENA IDENTIDADES
AFRICANA REGIONALES,
IMPACTO INFLUENCIA MICRORREGIONALES,
CHICANA EUROPEA
CULTURAL DE LAS MUNICIPALES
MIGRACIONES ÁRABE INFLUENCIA
HERENCIA COLONIAL CHINA CULTURA
SALVADOREÑA
ESPAÑOLA CULTURA CULTURA
EN ESTADOS
MEXICAN ESTADOUNIDENSE UNIDOS
A INTERCULTURALIDAD
IDIOMA ESPAÑ
ESPAÑOL IDIOMA INGLES
“SPANGLISH”

CONTEXTO REGIONAL
 La sociedad salvadoreña se encuentra
ante el reto de incorporar a la migración
como un factor de desarrollo –algo que de
manera importante y espontánea ya lo
hacen los migrantes, a través de las
contribuciones económicas a sus familias
en el interior del país—. Esto pasa por
construir vínculos y formas de ciudadanía.
La nostalgia y otras
formas de aproximación
 La diáspora no es simplemente una réplica
en pequeño de su país de origen. Es, más
bien, otra entidad salvadoreña que se
mezcla con los espacios políticos y
económicos en los cuales radica. Al
interior de estas dinámicas, el arte, los
medios masivos y la cultura en sus
distintas manifestaciones se recrean en
diálogo con sus entornos inmediatos. La
nostalgia es también una de las
principales formas de aproximación a sus
países de origen.
Remesas
 Son el producto más visible de las
migraciones internacionales. El Salvador
está entre el Top Ten de países del mundo
cuyas remesas inciden en el PIB nacional
al menos con un 10%. En 2007 el Banco
Central de Reserva del país les atribuye un
18% del PIB.
 Los migrantes constituyen ahora un nuevo sujeto
social, político y cultural. Son parte, además, de
comunidades con especificidades reconocibles,
tanto en El Salvador como en Estados Unidos, así
como en Canadá, Australia, Suecia e Italia.
 Son poblaciones que experimentan agresiones a
sus derechos fundamentales, que requieren de
un tipo de tutela particularmente complejo por
las condiciones subrepticias de la migración
ilegal, dominante en los flujos de personas.
 La migración salvadoreña está aparejada,
además, al fenómeno más amplio y multiforme
de la migración latinoamericana. En las próximas
cuatro décadas, los latinos llegarán a ser en
EEUU unos 100 millones (el 25% de la
población).
 En la medida que la mayoría ‘no-hispana blanca’
vaya reduciéndose hasta constituir un 50% de la
población estadounidense es previsible que se
producirá una transculturación fuerte entre ‘lo
latino’ y ‘lo estadounidense’” (Yúdice, 2006)
Los diez principales países de origen de la población estadounidense
nacida en el exterior: 2000

País de origen Número Porcentaje


Total de nacidos en el extranjero 31,107,889 100.0
Los diez principales países 18,157,587 58.4
México 9,177,487 29.5
China1 1,518,652 4.9
Filipinas 1,369,070 4.4
India 1,022,552 3.3
Vietnam 988,174 3.2
Cuba2 872,716 2.8
Corea3 864,125 2.8
Canadá4 820,771 2.6
El Salvador 817,336 2.6
Alemania 706,704 2.3
Todos los demás países 12,950,302 41.6
1 Incluye a quienes responden China, Hong Kong, Taiwán y las islas Paracel.
2 La estimación de nacidos en Cuba no difiere estadísticamente de la de Corea.
3 Incluye a quienes responden Corea, Corea del Norte y Corea del Sur.
4 La estimación de nacidos en Canadá no difiere estadísticamente de la de El Salvador.
Fuente: U.S. census Bureau. Census 2000, Summary File 3.
 Desde hace unos veinte años se viene
hablando de ciudades latinas
estadounidenses: Los Ángeles, Miami y
Nueva York, las más mencionadas. Las
comunidades salvadoreñas están
presentes en muchas de esas ciudades
donde, en un futuro mediato, pueden
pasar a jugar un papel político más activo,
algo que, de hecho, ya está ocurriendo.
 Las migraciones internacionales también
abren interrogantes sobre algunos de los
fundamentos de la nación y la relevancia
de la acción del Estado y de las fronteras
que delimitan su organización jurídica.
Existe el riesgo de que se debilite o se
pierda el sentido de pertenencia de una
parte de la comunidad política nacional. Es
como si el Estado salvadoreño se
estuviera vaciando de nación
 Muchos migrantes y sus descendientes
siguen manteniendo lazos con sus países
de origen, o con las redes sociales que
trascienden las fronteras territoriales de
los Estados. Desde la perspectiva
transnacional de la migración, la fuerza y
la influencia de esos vínculos
transfronterizos son una variable
fundamental para entender más
plenamente las migraciones
contemporáneas.
La crisis del Estado nación
 Las migraciones son un agente decisivo
dentro del proceso de reacomodamiento
del Estado nacional.
 Pensar las formas de su participación
ciudadana pasa por mirar y entender al
país ya no solo como un espacio donde
tiene lugar una oposición entre un “aquí” y
un “allá”, sino como parte de un campo
social mucho más complejo en el que
están implicados no solo uno sino diversos
Estados, y no un solo sino varios
territorios
Dieta y nostalgia
 Las familias salvadoreñas (2001) están dispuestas a gastar
hasta US$112 semanales en adquirir productos nostálgicos
(achiote, laurel, ajonjolí, dulces, velas, pupusas, quesos).
Si multiplicamos este dato por los 282 mil 772 hogares
salvadoreños reportados en el Censo de Estados Unidos de
2000, se obtendría que el tamaño del mercado potencial de
productos étnicos solo en ese país superaba ya los US$1
mil 600 millones.
 El mercado se concentra principalmente en cinco estados
de Estados Unidos que albergan la mayor cantidad de
migrantes salvadoreños: California (Los Ángeles y San
Francisco), Washington D.C., Texas y Nueva York.
 Entre 2002 y 2004, las exportaciones de productos étnicos
aumentaron casi en un 70% al pasar de US$24.7 a
US$41.7, y que hay ya 10 productos que han logrado
superar la barrera de exportación de US$1 millón por año
(Ministerio de Economía, 2005).
¿Hasta cuándo?
 La pregunta ¿cuánto tiempo más durarán
las remesas?, se responde con otra
pregunta: ¿por cuánto tiempo pervivirán
los vínculos entre los salvadoreños con
sus parientes que viven y trabajan fuera
de sus fronteras?
 Las remesas podrán prolongarse en la
medida que haya salvadoreños que huyan
del país. Y en dependencia del tipo de
vínculos que se mantengan a uno y otro
lado de la transacción.
 ¿Serán suficientes los vínculos fundados en la
nostalgia, el paisaje, la comida, etc.?
 Fortalecer los vínculos pasa por la construcción
de un imaginario común. La posibilidad de
construir este imaginario pasa por la construcción
de una ciudadanía.
 En El Salvador hace falta reconstruir ese eslabón
fundamental en la cadena de los vínculos.
 Es necesario echar una mirada al proceso de
construcción de la “identidad” salvadoreña como
una comunidad imaginada.
El sinuoso proceso de
construcción de
identidades
 Los salvadoreños tenemos un pobre sentimiento
de pertenencia a una patria y enormes
dificultades para reconocernos como comunidad
nacional.
 Las elites han excluido de la idea de nación a
grandes sectores de la sociedad.
 Este proceso podría verse agravado con la
presencia y acción de los migrantes: viven fuera
del país, tienen diferentes ideas y prácticas de los
derechos y responsabilidades. Sus rituales cívicos
y sus fidelidades tampoco se ajustan a los de una
comunidad salvadoreña convencional: se sienten
parte de otro país.
I
a. La identidad federada
b. La identidad mestiza
c. Identidades en colisión
d. Identidades en fuga y retorno
e. Identidades pan étnicas
Identidad federada
 En las primeras décadas de existencia
independiente, en la imaginación de las elites y la
población salvadoreñas la noción de “patria” era
Centroamérica y, más concretamente, la
federación. Los periódicos, que nacían y se
extinguían en medio de las guerras y las
asonadas, tuvieron como norte a la federación.
La prensa salvadoreña nació en 1824 con el claro
propósito de inscribir a San Salvador en el
presente de la federación, y los periódicos
siguieron siendo federalistas incluso cuando ya
no había federación (Tenorio, 2006).
 Hacia 1860, la
comunidad política
salvadoreña todavía
“era muy débil e
imprecisa” y seguía
“subordinada a la
aspiración de la
reconstrucción de la
federación
centroamericana”
(López Bernal, 1998)

Bandera de El Salvador (1865 y 1912)


Identidad mestiza
 A inicios del siglo XX diversas corrientes de
pensamiento propusieron: una identidad que
despreciaba las etnias no blancas (Guzmán,
2000); los mitos indígenas como soporte a la
identidad criolla (Gavidia, 1976); la reivindicación
de una identidad fundada en el pasado indígena,
(Espino, 1996); y la postulación del pensamiento
indígena como la utopía de unidad entre religión,
vida y poesía (Geoffroy Rivas, 1998).
 En El Salvador se
interiorizó, a lo largo y
ancho de la escala
social, la noción de
que en el país el
problema indígena no
existe simplemente
porque “no hay
indígenas”.
Identidades en colisión
 Alrededor de los años treinta,
algunos intelectuales sostenían que
El Salvador seguía careciendo de una
“cultura propia e integradora”, y que
vertebrar una comunidad
demandaba una reforma política y
social que otorgara ciudadanía a los
sectores marginados del país
(Rivera, 2001).
 Desde los años
sesenta hasta finales
del siglo XX, tomó
fuerza una visión de la
cultura como
extensión de la
política que, en el
marco del conflicto
armado, no hacía
posibles las opciones
conciliatorias.

La matanza de 1932. Instalación de Milton Doño


Identidades en fuga y retorno
 Desde mediados de los años 70 se
comenzó a producir un fenómeno
completamente nuevo: las migraciones
internacionales masivas. Falta de tierras
para cultivar y de empleos, la misma
guerra civil, la inseguridad social, los
terremotos y las expectativas de trabajo
en Estados Unidos, habían propiciado esta
fuga.
 En la década de los
años setenta, la
diáspora se calculaba
en unas 73 mil
personas. Para el año
2008, la cifra podría
ser superior a los dos
millones de personas

Foto: Juan de Dios Davish


 El Salvador de nuestros días es un
laboratorio de transformaciones
económicas y culturales. El modelo
económico adoptado ha vuelto irrelevante
la antigua economía agroexportadora
sustentada principalmente en el café, que
por más de cien años le dio sustento a la
“identidad salvadoreña”.
Una sociedad consumista
 La presencia de remesas ha transformado
la economía de al menos 27 de cada cien
de los hogares salvadoreños.
 Los Indicadores de Desarrollo del Banco
Mundial, El Salvador es el séptimo país
con el consumo privado (como porcentaje
del PIB) más alto en el mundo.
 Según el Banco Central de Reserva, en
2007, el consumo agregado del país fue
equivalente al 106% del PIB.
 El consumo de pan fabricado con trigo (cereal
importado en su totalidad) ya supera con creces
el gasto nacional en el consumo de derivados del
maíz (ENIG, 2006).
 El número de líneas celulares pasó --1997 a
2006-- de 20 mil a más de 6 millones.
 La densidad telefónica (cantidad de líneas
móviles y fijas por cada 100 habitantes) aumentó
en El Salvador de 6.4 en 1997 a 40.3 en 2004,
incrementándose al 125% en 2007 (SIGET,
2007).
 En quince años la cantidad de viajeros
entre ES y EEUU pasó de 123 mil (1990) a
casi un millón y medio de personas
(2004). El idioma inglés se está
integrando cada vez más a la vida
cotidiana, aun en las zonas rurales, al
punto que los programas oficiales de
educación han establecido como
obligatoria la enseñanza del inglés en
todas las escuelas públicas.
 Si consideramos los datos de subempleo y
pobreza, que revelan grandes brechas
económicas y sociales. Esta sociedad de
consumidores está montada sobre una
enorme plataforma de exclusión social.
 Los salvadoreños vivimos la paradoja de
ser consumidores del siglo XXI pero
ciudadanos del siglo XVIII (García
Canclini).
Identidades panétnicas
 La “americanización” de los salvadoreños
suele ocultar la “latinización” de los
salvadoreños. La asignación panétnica
“latino” o “hispano” tiene cada vez más
fuerza, y aún cuando los salvadoreños o
cualquier otro grupo migrante
latinoamericano se resista a aceptarla,
todas las instituciones de la sociedad se la
impondrán.
 La indentidad “hispana” es también
mercadológica. La contribución económica de los
latinos al PIB estadounidense, estimada en más
de $700 mil millones en 2006, alcanzará un
trillón de dólares en menos de cinco años
(Suárez-Orozco, 2006).
 Para 2010, los latinos en Estados Unidos tendrán
un poder de compra acumulado mayor que las
economías de Canadá o México (La Opinión, 04-
09-2007). Esto hace que los latinos sean cada
vez más cortejados como nicho consumidor y
como fuerza política.
 En las elecciones presidenciales del 2000 había
7.5 millones de latinos registrados en el padrón
electoral y de estos, 5.3 millones votaron. En
2004, aumentaron a 9.3 millones los registrados,
de los cuales 7.5 millones acudieron a las urnas.
Mientras en la elección presidencial de 2004 el
voto latino representó el 6 por ciento del total de
sufragios, en los comicios presidenciales de
noviembre de 2008 los hispanos representaron
un 8% del electorado.
 De acuerdo con una investigación del Pew
Hispanic Center, el 64% de los hispanos y
el 69% of de las hispanas apoyaron a
Barak Obama. Los jóvenes hispanos, de
manera coincidente con los jóvenes de
todo el país, apoyaron a Obama por un
amplio margen de 76% versus 19% a
favor de McCain (López, 2008).
 Los salvadoreños en Estados Unidos
trascienden el mundo hispano o latino
hacia otras culturas estadounidenses y
otras minorías no hispanas (afro-
americanos, asiático-americanos), así
como los otros nuevos inmigrantes
(asiáticos y de Europa oriental).
 Estas relaciones bombean su propia
influencia hacia el interior de los lugares
de origen de los migrantes salvadoreños.
 Los migrantes vienen
propiciando un
renacimiento del
apego al país dentro y
fuera de las fronteras
(Marroquín, 2004).
 La herencia de lo salvadoreño está
profundamente cuestionada. Por su
importancia demográfica, por su peso
económico, por su influencia cultural, por
su contradictoria posición en la política
salvadoreña, los migrantes están llamados
a jugar un papel relevante en ese “nuevo
nosotros”.
 La (s) cultura (s) salvadoreña (s) de
nuestros días se ha (n) vuelto más
compleja (s).
 Los veloces cambios que está
experimentando a menudo son difíciles de
explicar.
Agendas de organizaciones de
salvadoreños en el exterior
Década de los 80s Década de los 90s 2000 en adelante
(EE.UU. principalmente) (EE.UU. principalmente) (EE.UU. principalmente
pero con diversificación
hacia otros países)
Organizaciones de servicios Organizaciones de servicios Organizaciones de servicios
legales y sociales para legales y sociales para legales y sociales para
salvadoreños en EE.UU. salvadoreños en EE.UU. salvadoreños en EE.UU.
con agenda ampliada con agenda ampliada
Comités de solidaridad con Asociaciones de oriundos Asociaciones de oriundos y
El Salvador coaliciones
Cámaras de Comercio Cámaras de Comercio
Gremios profesionales Gremios profesionales
Grupos deportivos Grupos deportivos
Grupos artísticos y
culturales
Organizaciones
estudiantiles
Comités de acción política
Partidos políticos
salvadoreños
Nueva coaliciones entre
regiones y nacionalidad y
etnias
Comités de liderazgo en
Canadá, Italia, y otros
 El Salvador necesita poner en marcha la
construcción de un proyecto común que haga
realidad la idea de la nación como una
comunidad posible.
 Un proyecto que ofrezca a los salvadoreños el
sentimiento de un futuro en común y que haga
sentir que sus sacrificios pueden tener su
contrapartida de mayor equidad.
 Se trata de construir una ciudadanía que
contribuya al ejercicio de una “democracia que no
pase por encima de las diferencias sino que se
haga cargo de ellas” (Martín-Barbero, 2007).
 Junto a las estrategias económicas, sociales y políticas, El
Salvador necesita una estrategia cultural cuyo principal
propósito sería contribuir a la construcción de ese nuevo
Nosotros.
 Una política cultural se entiende como un mecanismo
diseñado por el Estado para incidir en la forma de
convivencia y las identidades de esa sociedad.
 Consiste en una estrategia que propicie el encuentro de una
identidad renovada, fundada en la diversidad, abierta a lo
universal, que privilegie el diálogo de conocimientos y
experiencias, y que permita cambiar y cualificar la
convivencia y las actitudes.
 Para usar la muy citada imagen de Anderson (1991), se
trata de concebir una nueva “comunidad imaginada”.
 No habrá desarrollo ni cohesión sin una
cultura que fortalezca las capacidades
individuales y colectivas.
 Una cultura que fortalezca el sujeto
colectivo y una imagen fuerte como un
“nosotros”.
 Generar un imaginario de sociedad como
actor colectivo.
 Desarrollar convivencia cotidiana como
experiencia de sociedad.
¿Qué hacer?
 Diseñar un Programa cultural de largo alcance con
articulaciones en México, Centroamérica y Estados Unidos.
 Articular este Programa con otros similares que se
encuentran en desarrollo, como el Convenio Andrés Bello
(Latinidades).
 Crear un observatorio cultural con sedes regionales
destinado a generar información y diagnósticos culturales
que relacionen a las migraciones con los cambios
culturales, el consumo, el arte emergente.
 Fortalecer las capacidades de la Red nacional de Casas de
la cultura para que se asuman los aspectos culturales
relacionados con las migraciones.

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