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Cuando el símbolo de la memoria es poesía

Marcos Ana: “El mejor legado que podemos dejar a


nuestros hijos es la memoria”
memoria

Por Laura Corvo, Madrid

Pasó más de 23 años encerrado. Es el preso antifranquista que más


tiempo ha estado en la cárcel. Olvidó cómo es un árbol, un pájaro,
el beso de una mujer. Olvidó para poder recordar de nuevo, en
libertad, todas aquellas cosas que son pequeños y grandes trozos
de la historia, de su historia. El poeta y activista político Fernando
Macarro, más conocido como Marcos
Marcos Ana, abre las puertas de su
casa y de su memoria a Radio Nederland.

Marcos por su padre. Ana por su Madre.


Sus memorias “Decidme cómo es un
árbol” son un testimonio de vida, una
historia que es suya pero que también
pudo ser de muchos otros.

Marcos Ana nació en Salamanca en


1920, en el seno de una familia muy
humilde y muy religiosa. Pronto
comenzó a sentir la pasión por la
política, por unos ideales que le harían pagar un precio muy caro. Durante
la Guerra Civil Española (1936-1939)
(1936 militó en el partido Comunista.
Cuando el sueño de la República había muerto definitivamente y Marcos
Ana fue atrapado por las tropas del dictador Francisco Franco (1939-1975),
(1939
la prisión, las torturas y el miedo se convirtieron en el escenario de su
nuevo hogar. Peroero Ana, siempre positivo ante la adversidad, consiguió
convertir la privación de libertad en un nuevo espacio para la poesía, la
política clandestina y la amistad con sus compañeros de celda. Porque sus
poemas traspasaron los muros y sus palabras viajaron por el mundo
entero. Dos veces condenado a muerte, salió de la cárcel en 1961. En ése
momento tuvo que aprender de nuevo a vivir, muchos años en el exilio:
París y América Latina se convirtieron en su lugar de acogida. Desde
entonces, su voz ha sido la de la memoria, el arma que le convierte en
símbolo de la lucha por los derechos humanos.

Hoy, en España, la polémica sobre la Ley de Memoria Histórica, la apertura


de las fosas comunes de los caídos en la Guerra Civil y la dictadura
franquista, vuelven a templar
templar los ánimos de la sociedad. Algunos prefieren
olvidar. Pero otros tienen derecho a recordar.
Decidme cómo es un árbol

Laura Corvo:: En sus memorias "Decidme


cómo es un árbol", usted cuenta que,
privado de la libertad, llegó a olvidar
muchas cosas...
Marcos Ana: Es el comienzo de un verso, de
un poema mío que escribí cuando llevaba ya
muchos años encarcelado y empezaba a
olvidar ya el recuerdo más elemental de las
cosas, los contornos(...)Y en ese instante
escribí este poema :

Decidme como es un árbol.


Decidme el canto de un río cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar.
Habladme del olor ancho del campo,
de las estrellas, del aire.
Recitad un horizonte sin cerraduras y sin llaves,
como la choza de un pobre.
Decidme como es el beso de una mujer.
muj
Dadme el nombre del amor, no lo recuerdo.
Aún las noches se perfuman de enamorados con tiemblos,
de pasión
ón bajo la luna.
¡O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura,
y la canción de mis losas!
22 años. Ya olvido
ido la dimensión de las cosas,
su color, su aroma.
Escribo
ibo a tientas el mar, el campo.
Digo bosque y he perdidodido la geometría de un árbol.
Hablo
ablo por hablar de asuntos,
asun
que los años me borraron.
No puedo seguir,
escucho
cucho los pasos del funcionario.

Desde la prisión

LC:: El libro es un canto a la libertad, contar de esta forma todo lo


que usted sufrió durante aquellos años...

MA: Además yo creo que es la mejor denuncia que se puede hacer de un


régimen como el que tuve yo que sufrir y otros compañeros míos. Es
verdad que los 23 años de cárcel fueron
fueron muy duros, que conocí la tortura,
la pena de muerte durante mucho tiempo, durante 1.000 noches. Yo si
tuviera la pluma de Dostoievski, solamente describiendo los sentimientos
que tenía una noche en una celda, solo, tan pequeña que con los brazos en
cruz
uz tocaba las paredes, tendría muchísimo material para escribir. Porque
es verdad que en situaciones tan límites el
organismo desarrolla cualidades que no
podíamos pensar en ellas. Y el poema refleja
eso, una denuncia ante la situación que puede
llegar un ser humano, que le cueste trabajo
vivir, que ha nacido para vivir, que le cueste
recordar las cosas más elementales de la
vida... Muchas veces la gente me pregunta que
después de tantos años de cárcel qué fue lo
más duro para mí, si fue la pérdida de la
libertad,
ibertad, la separación de la familia, la pena de
muerte, las torturas...y yo les respondía
siempre lo más inesperado y es que lo más
difícil para mí fue realmente la libertad. Porque
en la cárcel yo era como una piedra más de la
prisión que hubiera podido soportar 100 años allí, lo que no estaba
preparado era para vivir. Y nacer a los 42 años era una cosa muy seria.

Los poetas con los poetas

LC:: Usted cuenta que en la cárcel vivió muy buenos momentos


¿Cómo se puede encontrar algo así entre tanto dolor e injusticia?
MA: Cuando hay ideas y convicciones firmes, a pesar de que sufriéramos
mucho, tenías el respaldo de la fe de tu ideología y yo de verdad no
recuerdo la cárcel como una pesadilla sino como una época también feliz
de mi vida. Yo he vivido siempre
siempre feliz porque he sido muy positivo y en la
cárcel yo conocí la fraternidad, una solidaridad que nos salvó, cuando
muchos morían de hambre o ante el pelotón de fusilamiento. Yo aprendí
mucho de la gente y al mismo tiempo fortalecimos nuestras ideas. Luego
transformamos las cárceles en una universidad. Había de todo: cursos
políticos, cursos culturales, de idiomas...y todo en la clandestinidad.
Incluso hacíamos homenajes a Miguel Hernández, a Pablo Neruda, a
Alberti, cosas impensables en el ambiente de una cárcel.
cárcel. El drama era el de
las familias. Podías soportar la pena de muerte, las torturas...pero el talón
de Aquiles del preso político era la familia.

LC:: Este activismo político, incluida su obra, sus poesías, trascendió


más allá de los muros de la cárcel.
cárcel. Sus poemas se publicaban en el
extranjero, sobre todo en América Latina.
MA: Yo nunca negocié con una editorial. Primero porque en la cárcel no
podía hacerlo y luego cuando salí en libertad no era una cosa que me
preocupara. Mis poemas fueron sacados clandestinamente
clandestinamente a través de la
familia y luego fueron publicados por los Comités de Solidaridad que había
y eso me dio una triste autoridad. Por eso cuando salí era una persona y
recorrí el mundo entre los aplausos y el cariño de la gente, como lo estoy
haciendo ahora.
Recordar para el futuro

LC:: Tener esa voz es muy importante. En


el caso de España, ahora mismo nos
enfrentamos a un problema y es que hay
mucha gente que no quiere hablar de este
tema, que prefieren negarlo, frente a
gente como usted que pretende recordarlo
MA: Yo creo que es sobre todo por el temor,
por un miedo inexplicable que todavía pervive
en el fondo de los recuerdos de mucha gente.
Pero además de ese sentimiento, de ese temor
de la gente sencilla, es que hay intereses
políticos en que no se recuerde ese pasado. Y
yo he dicho muchas veces que la venganza no
es un ideal político, ni es un fin revolucionario.
Yo no me sentiría feliz rompiendo la cabeza del que me torturó a mí, sería
una venganza casi miserable, no me interesa, yo no he luchado para eso.
Yo quiero una venganza, pero una venganza grande y la única venganza
que me puede a mi satisfacer es ver un día triunfantes los ideales por los
que yo he luchado y tantas mujeres y hombres perdieron su vida y su
libertad. Y ahora que he estado en América Latina he visto el tesón con el
que defienden la memoria frente al olvido. Y es que el mejor legado que
podemos dejar a nuestros hijos es la memoria.

LC:: ¿Y usted cree que la Ley de Memoria Histórica da respuesta a


las necesidades de los damnificados por la guerra y la dictadura?
MA: Se ha conseguido en situaciones muy difíciles, casi en una lucha
cuerpo a cuerpo con la derecha. La mayor insuficiencia que tiene esa ley es
que no contempla la anulación automática de los juicios y condenas
dictadas por los tribunales franquistas que eran ilegales. Sin embargo, es
positivo porque es la primera vez que una ley a nivel institucional que
condena al régimen de una manera normativa. Lo que hay que hacer es
desarrollarla.

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