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Víctor llegó a su casa y ahí su esposa le explicó que, como era costumbre, la niña
jugaba en los columpios del parque frente a la casa, mientras ella la observaba por la
ventana. En cuestión de segundos, cuando volteó… ¡La nena ya no estaba!
Creyó que se habría ido a casa de alguno de sus familiares… o de algún vecino, pero
nunca supuso que su hija, su pequeñita, había sido secuestrada.
¿Qué hacer? Repetía la pregunta que muchas veces, cientos o miles quizás, se hizo
en el camino.
Víctor decidió una estrategia: Reforzar su presencia en la radio todos los días, en los
diferentes espacios informativos y todo aquel “hueco” que le dieran, mandando un
mensaje:
-Si notan algo extraño en alguna familia que no tiene niños y, de repente, aparece una
nena con las características que mencioné, avisen al teléfono proporcionado.
No habían pasado más que algunos minutos y comenzó a recibir llamadas. ¡Eso lo
entusiasmó!
-¿Don Víctor?- oyó por el auricular.
-¡Si, Dígame! ¿Sabe algo?- respondió inquieto.
-Yo puedo ayudarle. Tengo la capacidad de leer las cartas y le cobraría poco para
poder ayudarle a encontrar a su hija.
Víctor colgó. La rabia lo invadía. ¿Cómo es posible que haya gente que se aprovecha
de la desgracia de los demás?, Pero siguió recibiendo llamadas de personas que le
ofrecían leerle las cartas, o el café,… o comunicarse con quien sabe quien para que
les dijera donde estaba su hija. Eso, sin duda, lo hacía sufrir mucho más y, quizás,
perder la esperanza.
Los segundos eran largos y las horas eternas. ¡Que decir de los días!
Casi una semana después sonó el teléfono y, con él, su corazón retumbaba. Una voz
del otro lado del teléfono le dijo:
- No le voy a decir mi nombre pero quiero que sepa que en la población que está a
varios kilómetros de aquí, hay una señora que vivía sola. Hace unos días apareció con
una pequeñita como la que describe y dice que su hermana murió y se la dejó
encargada. Eso es extraño, por eso siga el camino que le voy a decir…
Víctor, desesperadamente, pero con ilusión, tomó un papel y anotó las indicaciones
para llegar a la casa de la señora. Inmediatamente se dirigió al ministerio público y
solicitó el apoyo de la seguridad para que lo acompañaran. El corazón latía. La
esperanza regresaba con fuerzas, aunque no descartaba una falsa alarma.
Una señora abrió la puerta y, al hacerlo, dejó entrever a la pequeñita ¡Su hija!, que al
verlo corrió hacia él gritando: ¡Papá!
Hasta aquí la historia de este hecho que se repite muchas veces al año.
Por su parte, dice Cruz, la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos de Tráfico de
Menores y la Policía Cibernética documentó el robo o secuestro de 12 mil infantes en
2006, la mayor parte de ellos fueron sustraídos de sus hogares, para ser vendidos al
mejor postor que los hace víctimas de comercio sexual, adopciones ilegales, tráfico de
órganos y explotación laboral.
Las cifras de niños desaparecidos que se mencionan no incluyen a los niños que por
voluntad propia abandonaron su hogar o son sustraídos por un familiar.
Hoy, 17 años después, la hija de Víctor cursa la Universidad y él forma parte activa de
la FUNDACIÓN NACIONAL DE INVESTIGACIONES DE NIÑOS ROBADOS Y
DESAPARECIDOS, IAP ( www.ninosrobados.org.mx ), quienes requieren de nuestro
apoyo para producir folletos, materiales preventivos y formatos para dar capacitación
en las escuelas y empresas, y estar preparados ante una contingencia dramática
como esta, que puede evitarse, aunque muchos que piensen: ¡A mí, no me va pasar!