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Los otros niños de la guerra (I)

desde muy joven dimos el callo


trabajando en el campo para ayu
dar a la casa alternándola con lo,
José González Parada juegos en las calles y antes un por
venir incierto. Jugábamos sobre
las aceras de las calles empedra
das a las carreras de chapas, a 1a
rayuela, al burro o a las cuatro es
Durante los primeros años de la quinas, corríamos por las calle;
guerra civil española, el gobierno persiguiéndonos unos a los otro;
republicano determinó que mu- y disparando nuestras pistolas ima
chos niños españoles debían de ginarias sobre los "malos" y nos
ser evacuados a otros países, una enfrentábamos a pedradas con
severa medida que los condenó los niños de otros barrios.
al exilio desde la más tierna in- Por las noches, cambiábamos
fancia siendo muchos los niños las señales que ponían las muje-
que se evacuaron -los niños de la res antes el grifo de ía Fuente del
guerra-, a otros países y conti- Piojo para coger el "sitio" para el
nentes como la URSS, América la- día siguiente llenar sus "cacha-
tina y distintas naciones europe- rros' ' de agua y que nos servia para
as. ver enfrentarse las féminas al en-
El fin primordial fue preser- contrar dichas señales fuera del
varlo del riesgo de los bombar- lugar en que las había colocados
deos de los "nacionales" y salvar el día anterior.
de esta manera a una generación. En invierno, hacíamos fogatas
Pero aquí se quedaron los' 'otros" en cualquier lugar con los ele-
niños de la guerra, los que tuvie- mentos que buscábamos por los
ron que soportar en cualquier lu- alrededores, como era cartón o
gar de la "zona nacional" los ata- papeles pasándonos la calada de
ques de la artillería y la agresión algún cigarrillo liado con tabaco
de la aviación, el hambre, la an- leche en polvo y el queso amari- gañosa compartíamos fantasías procedente de varias colillas en-
gustia y el miedo de nuestra larga llo a cambio de implantarse en con viejos compañeros que des contrada por el suelo y donde nos
posguerra en medio de un aisla- Rota donde todavía se encuen- pués se instalaron para siempre contagiábamos los piojos que
miento inhumano y de una sole- tran-, que quedamos olvidados so- en los anaqueles de nuestra me nuestras madres lo arreglaba la-
dad escalofriante. breviviendo bajo el peso de un moria como fueron: las pelotas de vándonos la cabeza con jabón
¿Fueron ellos acaso, los res- agobiante silencio entre las rui- papel o de trapo, los libros de aven "Lagarto" o vinagre caliente.
ponsables del rígido régimen fran- nas de la tragedia que asolaba el turas, los héroes de los cómics, el Buscando en el bar de "La
quista surgido al final del conflic- país, ignorando por entonces que plumier de hojalata, los recorta Goya" entre el aserrín del suelo
to para que tuvieran que pagar sus de un modo u otro aquellos difí- bles de papel o cartulinas y los ál alguna que otra cabeza de pesca-
consecuencias?. ciles años habrían de influir a lo bumes de cromos que comprá do dejada allí por algún agracia-
Entre los "otros" niños de la largo de nuestras vidas. bamos en las imprentas, los caba do que puso pagarla, o com-
guerra me incluyo yo, nacido a Nadie ignora que durante to- llos de cartón. Todos ellos vie prando en el freidor de Rivero pa-
mediado de mayo del año 45 -casi dos esos años "vivimos" bajo la jos camaradas silenciosos, que nos pelones de "mijitas", o en la Car-
tres meses antes de que los ame- sombra amenazante del bloqueo ayudaron a sobrevivir del miedo, nicería de Márquez los dos rea-
ricanos arrojaran sus famosas internacional, el hambre y la re- del olvido y la indiferencia. les de "Atiento de manteca" que
bombas desde el bombardero B- presión, no existía para nosotros Y estos antiguos compañeros, decíamos que nos gustaba tanto,
29 "Enola Gay" sobre Hirochima ni derechos, ni juguetes; solo aún hoy siguen habitando en no- así como esperar los barcos de
el 6 de agosto y el día 9, otro bom- podíamos disfrutar del aire libre sotros como vestigios de una in- pesca en Bajo de Guía para que
bardero, el B-29 Bockscar arroja- de la calle viciado por el aura gris fancia perdida. Ycomo testigos de algún marinero nos diera algún
ra la segunda sobre Nagasaki y diez de la tragedia. unos años que resultaron mági- trozo de pan "mareado", que tam-
años antes de que también los Y nosotros, los "otros", niños de cos por irrepetibles. bién decíamos que era mejor que
americanos nos trajeran aquella la guerra, en medio de la paz en- Nuestra escuela fue la calle, y el de casa, claro, allí no había.

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