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—A TRAVÉS DEL ESPEJO—

Los otros niños de la guerra (II)


de la mañana para recoger en un das de las patatas una vez lavadas y sas y nunca regresaron. Y muchos
cacharro varios cazos de una pega- bien picadas, servían para una tor- hijos pequeños, también niños de
José González Parada josa mezcla de Lentejas con bichos tilla de patata española; la cebada, la guerra, esperaron con ansiedad
y un trozo de pan por cada miem- tostada y molida se convertía en el la vuelta de sus padres que se los
bro de la familia mientras los niños mejor sucedáneo del café que en- llevaron para dar un "paseo" y no
esperábamos a que las calderas se dulzábamos con un azúcar more- volvieron nunca más.
quedaran vacías para entrar a lim- no o pastilla de sacarosa o, aquel fa- Algunos yacen enterrados en
En las colas interminables de los co- piarla y comernos aquella bazofia moso "pan de pobre", que se fabri- desconocidas fosas comunes y
mercios con las Cartillas de Racio- digna de los campos de concentra- caba de forma manual con higo se- otros, los que jamás lograron "es-
namientos, se veían rostros faméli- ciones alemanes. cos a los que se le añadía castaña, capar" del exilio en el extranjero,
cos, hambrientos y pálidos.-niños Y así fuimos viviendo aquellos bellotas o nueces. se nacionalizaron rusos, mexica-
delgados y endebles de nuestra años y dejando atrás nuestra infan- En las calles se seguían viendo a nos, belgas o franceses, sin que por
edad portando en los rostros la hue- cia caminando hacía la pubertad infinidad de trabajadores del cam- ello fueran más felices o desgra-
lla de la miseria o la enfermedad y sin pensar que habíamos dejado po sin trabajo, mendigos y lisiados ciados que nosotros, los niños que
algunos marcados por la tina con una niñez que no habíamos vividos de la guerra que llegaban a los pue- |vivíamos el drama de nuestros pa-
unas manchas amarillentas que apa- y que ya no la podríamos recupe- blos a pedir limosna de puerta en dres día a día en un país atemori-
recían en el cuero cabelludo de los rar. puerta o en las entradas de las igle- zado y desolado por el viento de la
menores que los médicos trataban A nuestra edad nunca nos veía- sias y conventos. Soldados excom- 'guerra. Cuando se apruebe el ac-
con yodo y nuestras madres con mos saciados de alimentos y crecí- batientes luciendo en el pecho con- tual proyecto de Ley sobre la ME-
una mezcla de aceite y azufre con el amos débiles como plumas. Los ar- decoraciones de latón que disfru- MORIA HISTÓRICA, de un pue-
que hacía una especie de papilla tículos de primera necesidad -ma- taban de una mínima pensión con ,blo martirizado por eternos resen-
que nos la untaba sobres las nipulados por los estraperlistas-, la que podían sobrevivir y mostra- timientos y rivalidades políticas para
postillas en el cuero cabelludo o eran malos, escasos y adulterados, ban en sus cuerpos señales de vie- rescatarla de las negras aguas del
en cualquier lugar o parte del el pan blanco estaba por las nubes jas heridas como trofeos de guerra. abismo, espero que quede reflejadas
cuerpo. y se recurría al elaborado con di- En la España trágica y silenciosa en sus páginas los "otros" niños , de
Nuestros días pasaban esperan- versas mezclas de harinas de ceba- vivíamos tristemente y soportába- esa guerra cruenta que aquí también
do en la cola del comedor de Au- da, centeno o maíz en aquellos años mos con entereza aquellos difíciles quedaron y que al fin y a la pos tre
xilio Social, -donde hoy se en- interminables de hambres, miedo tiempos, durante muchos años con- fueron los que levantaron España
cuentra en la calle San Juan el Cen- y represión. servamos en nuestras retinas las in- en los campos y la industria hasta
tro de la tercera edad-, o en la igle- El trigo se molía de madrugada finidades de casas destruidas don- dejarla en 1.975 a la altura en que se
sia de Santo Domingo con la me- en viejos molinillos de café y la ha- de jugábamos entre sus escombros, la encontraron los políticos
dallita al cuello donde en ambos lu- rina, tras pasar por un cedazo, ser- y de la misma manera se encontra- "exiliados" que no le faltaron pan y
gares nos obligaban a cantar el fa- vía para que nuestras madres nos ban los campo abandonados y sin hogar fuera de nuestro país mientras
moso "Cara al Sol" antes de entrar amasaran el pan o, nos hacía unas sembrar y asolados por los incen- que aquí nos costaba sudor, sangre y
a comer aquellos que nos podían "polea" que nos enfriaba el hambre dios. Con estas escenas, fueron pa- lágrimas llevarlo hacía arriba.
dar. por varias horas. Con el salvado so- sando los años entre hambre y re- De esta manera fueron pasando
El Auxilio Social fue fundado por brante, o sea, la cáscara del grano presión, inquietudes, miedos e im- los años que llevaría a España al de-
doña Mercedes Sanz Bachiller, viu- desmenuzado, unos granos de anís paciencia. Muchos padres aguar- sarrollo de estos años, pero para
da de Onésimo Redondo con el y un poco de azúcar morena, se ha- daron, llorando, el retorno de sus entonces ya habíamos dejado de
nombre de Auxilio de Invierno -co- cían unas tortas que resultaban ex- hijos que un día salieron de sus ca- ser niños.
piado de los alemanes-, instaurán- quisitas para mitigar nuestras ne-
dose el primero en la ciudad de cesidades. Muchísimas tardes, nos Nuestros días pasaban Cuando se apruebe el
Valladolid el 28 de octubre de reuníamos varios chavales y nos de-
1.936, pasando a la historia en el dicábamos a rebuscar por el cam- esperando en la cola del proyecto de Ley sobre la
año 1.976 después de 40 años, po hierbas o plantas comestibles, comedor de Auxilio Memoria histórica (...)
donde ya solamente se utilizaba en frutas en los huertos y moras en las Social (...) donde nos espero que queden
los centros escolares y sanitarios moreras burlando muchas veces a obligaban a cantar Cara reflejadas en sus páginas
que se habían ido creando a partir los Guardas Campos que utilizaban
de los años 50. unas carabinas con "balas de sal". al Sol antes de entrar a los otros niños de esa
En Auxilio Social esperábamos Las blanca flores de las Acacias sa- comer. guerra cruenta.
los días en que se repartía el soco- ciaban nuestra hambre, y las mon-
rro a los padres de familias, gran-
des cola desde las primeras horas

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