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Jueves 05 de febrero del 2009

Pontevedra
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Un casa de muñecas con mucha


historia
4/2/2009
22:54 h
Rescatada de un viejo trastero. Las casitas de muñecas son el sueño de infancia de
sucesivas generaciones. Luisa Puig tiene una con mucha historia, que hoy ocupa un lugar
principal en su salón y brinda la posibilidad de trasladarse a otra época. Perteneció a una
tía de su padre que se llamaba Jesusa y vivía en la calle del Puente, en el casco viejo.
Cuando falleció esta tía abuela suya, entre las reliquias que guardaba en un desván
apareció la casa de muñecas. «Estaba destartalada y, la verdad, era para tirarla, pero a
mí me encantan todas estas cosas y decidí quedármela para restaurarla», explica.
Réplica de la casa familiar. La fachada de la casita de muñecas emula la de la casa matriz
de la finca de Santa Margarita de la familia Puig. Tras ser rescatada de la calle del
Puente, allí fue trasladada y permaneció guardada algún tiempo más, hasta que Luisa se
animó a restaurarla con mucha paciencia. Fue «un trabajo de chinos» que le llevó dos
años. Puso falsos techos para ocultar la instalación eléctrica que da luz a las habitaciones
y redecoró cada dependencia. Casi todo es artesanía, hecho por ella, desde el
empapelado de las salas, los baldosines miniatura del cuarto de baño, la ropa de cama,
colchas, manteles y alfombras de petit point, hasta los vestidos de los muñecos de la
familia que habita la casa. Muchos de los muebles no son los originales de la casita
«porque estaban apolillados», pero el menaje de cocina, loza y algunos otros detalles son
los antiguos.
Limpieza general. Luisa está orgullosa de la restauración que realizó hace más de veinte
años, en un momento en que no había, como hay ahora, tiendas especilizadas en estas
miniaturas. Sus hijas son mayores y ahora son los hijos de sus sobrinas quienes la
disfrutan. De vez en cuando toca limpieza general, que no es poco. Pero la peor pesadilla
es una de las gata que tiene y que se suele meter en la casita por una puerta lateral.
Menos mal que solo puede acceder a la planta baja.

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