historia 4/2/2009 22:54 h Rescatada de un viejo trastero. Las casitas de muñecas son el sueño de infancia de sucesivas generaciones. Luisa Puig tiene una con mucha historia, que hoy ocupa un lugar principal en su salón y brinda la posibilidad de trasladarse a otra época. Perteneció a una tía de su padre que se llamaba Jesusa y vivía en la calle del Puente, en el casco viejo. Cuando falleció esta tía abuela suya, entre las reliquias que guardaba en un desván apareció la casa de muñecas. «Estaba destartalada y, la verdad, era para tirarla, pero a mí me encantan todas estas cosas y decidí quedármela para restaurarla», explica. Réplica de la casa familiar. La fachada de la casita de muñecas emula la de la casa matriz de la finca de Santa Margarita de la familia Puig. Tras ser rescatada de la calle del Puente, allí fue trasladada y permaneció guardada algún tiempo más, hasta que Luisa se animó a restaurarla con mucha paciencia. Fue «un trabajo de chinos» que le llevó dos años. Puso falsos techos para ocultar la instalación eléctrica que da luz a las habitaciones y redecoró cada dependencia. Casi todo es artesanía, hecho por ella, desde el empapelado de las salas, los baldosines miniatura del cuarto de baño, la ropa de cama, colchas, manteles y alfombras de petit point, hasta los vestidos de los muñecos de la familia que habita la casa. Muchos de los muebles no son los originales de la casita «porque estaban apolillados», pero el menaje de cocina, loza y algunos otros detalles son los antiguos. Limpieza general. Luisa está orgullosa de la restauración que realizó hace más de veinte años, en un momento en que no había, como hay ahora, tiendas especilizadas en estas miniaturas. Sus hijas son mayores y ahora son los hijos de sus sobrinas quienes la disfrutan. De vez en cuando toca limpieza general, que no es poco. Pero la peor pesadilla es una de las gata que tiene y que se suele meter en la casita por una puerta lateral. Menos mal que solo puede acceder a la planta baja.