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Opinión
• Las cosas son así. No hay ningún Mesías, no hay salvadores. No podemos poner
nuestras vidas en manos de otros. Cada ciudadano tiene el deber de luchar por sus
derechos y no depender de nadie, ni esperar una ayuda que nunca llegará
Es evidente, que en el primer caso existe una intención de engañar, porque el que lo
dice, sabe que es una mentira, no obstante, la vende para que la acepten como una
verdad. Algunos argumentan que no le mienten a la gente sino que se trata del juego
político. ¿Si es así? Entonces la segunda interrogante tiene respuesta, ya que mientras
los políticos se dedican a jugar con sus adversarios tanto dentro como fuera de sus
partidos, se olvidan de la gente. Abandonan a los pobres, los desempleados y todos
aquellos que necesitan ayuda de los servicios públicos. Se traduce en una gestión
ineficaz, servicios públicos insuficientes. Si por cada vez que un político saliera en un
medio, presentara un proyecto viable o adoptara una medida a favor del ciudadano,
viviríamos en una Utopía.
Sin embargo, hasta dentro de la misma clase política, predomina un individualismo, que
parece absurdo para aquellos que no estamos enganchados a lo material. Este hecho, no
debe ser excusa para sus actitudes, porque han sido elegidos, en teoría, por ser "los más
adecuados" para los cargos.
Por otro lado, ¿cuál es nuestra realidad política, económica y social? Un gobierno
autónomo locuaz, que tiene malas relaciones en Madrid y pide palabra de pase a los
Ayuntamientos para abrir el chorro. Una economía local que dicen que va bien, pero los
empresarios entre copa y canapé se sinceran hablando de coger su capital y salir
corriendo. En lo social, no se perciben decisiones que nos reafirmen en nuestros valores
comunitarios, ni la promoción de ideas que propendan al desarrollo de una sociedad
más saludable. En ocasiones, somos testigos de algún comentario "cursi trascendental"
en torno al bien común. No obstante, se queda ahí.
Nuevamente, se acercan las elecciones y pienso que es hora de sacar el bloc e ir
anotando los comentarios célebres de algunos políticos, para que cuando llegue el
momento de la verdad, recordemos cómo han estado pateando nuestra dignidad, las
ilusiones y todos esos sentimientos con los que acostumbran a jugar la panda de cínicos
que guían nuestros destinos.
Desde luego, que un político que vive en primera línea de playa o en un chalet de Tafira
con su sueldo, plus y dietas, no puede saber, lo que sufren los ciudadanos de a pie. No
obstante, en época electoral se ponen los vaqueros, playeras, camiseta y salen a hacer lo
que mejor saben, mentirnos. Salen a unirse a la congoja popular. Algunos, son hasta
expertos en poner a funcionar los lagrimales en directo, en una canallada descamisada y
rústica, a veces insufrible. En ese momento, nos damos cuenta de que estamos ante
saqueadores emocionales, bellacos salteadores cuya cartera siempre tiene hambre, está
seca, porque viven por encima de sus posibilidades mientras el ciudadano común sufre
la estrechez económica. ¿Cómo explican esto? ¡Sencillo! "Mintiendo, que el pueblo es
tonto".
Por otro lado, tampoco la educación ayuda mucho, pues parece existir una frigidez
intelectual y el monstruo del sistema educativo en Canarias es raro y precoz. Hemos
llegado a un punto en donde no se sabe si estamos en un mercado, un matadero o un
burdel. No hay criterios, escala de valores, sino la avasalladora necesidad de figurar
aunque se sacrifiquen especies protegidas.
Las cosas son así. No hay ningún Mesías, no hay salvadores. No podemos poner
nuestras vidas en manos de otros. Cada ciudadano tiene el deber de luchar por sus
derechos y no depender de nadie, ni esperar una ayuda que nunca llegará.
Durante muchos años, creí en la esperanza humana, en la bondad encerrada en cada ser
humano. Lamentablemente, cada vez son menos los bondadosos. Por este motivo, hay
que indignarse, hay que escoger entre el hambre y el engaño.
Mientras muchos ciudadanos sufren los tormentos, estragos el infierno de una economía
débil, algunos políticos se comen el chuletón después de jugar al golf y realizar algunas
concesiones.