Mirbate con toda la luz y la tiniebla que poseo.

Girgos Sefris

NIO AFERRADO fui a la carne oscura de lo incierto, columpindome sobre una lnea de ceniza, desmoronndome en el olor desnudo de tu seno, madre. No soy ms ese nio, veme ahora, naufragando sobre este cuerpo mascullante buscndote en sus adentros, queriendo volver al crculo, a esa huella atvica de la que fuimos desterrados. Recuerdo entonces cuando a solas, bajo los ojos araados del silencio, recorra tu nombre, deletrendolo, dejando que cada slaba se disolviera a cada golpe de mi lengua; recuerdo entonces cuando a solas, enmudecido por las llagas del vaco, dorma mi pequea soledad frente al espejo en el que a diario te vea. No habr padre que me niegue, madre, el incienso de tu pelo en espirales grises soportando mi deseo; no habr padre que me niegue, madre, la simiente amarga de tus huesos ahogados en la cicatriz oscura de mi pecho. * AHORA PUEDES contemplarte: Signo agrietado, informe figura de ceniza. Eterno presente de deseo es ahora esto Huellas del tiempo aterido sobre tu parda memoria Deshilachndose en las lneas de tu carne. En la oquedad de tus ojos aparecen Tensos rostros hendidos por los aos Crislidas impberes de senos temblorosos Bogantes caderas sobre una lvida acuosa pupila. Todas ecos de los das de placer En cuartos de cuerpos que se deshacen Como elipsis de humo hilvanando Formas sobre el vaco. Recurdate as, Revolcndote sudoroso bajo un tmido

Hlito de luces sobre ella. Penetrando Su extensa concavidad ednica, su rostro Sin nombre, su nombre sin rastro: hembra u hombre Quiz scubo o ncubo errabundo, Igual que t, buscando abrazos, besos o abismos. Era el mejor de los tiempos Edades de luces y tinieblas Todo lo tenas y nada Cielo e infierno juntos Y t, plida Venus, efmera Beatriz Del edn subvertido. Y ahora te observas Smbolo interrogante frente al espejo Lejos ya del paraso insolente Del caminar sin prisa y a tientas Solo ruinas de pjaro sin rumbo Certeza recndita de ser maana incierto. Acaso percibiste la certeza de la muerte? Las fisuras de tu rostro grises Surcndolo? No. Slo un tiempo haba: Un intervalo entre el antes y el ahora Imponindose desde dentro Y hacia el vasto litoral de huesos Aventndote. Luego vinieron ellos: Los annimos cuerpos en lucha De amor trabados, impacientes Y amontonados como nubes que se erizan Sobre un retrato de ceniza y olvido Lejos de la memoria, dijiste. II El caf se enfra Y la magdalena an susurra Muslos sobre tu odo.