La identidad del lugar marca un claro dominio de la vivienda como
“uso” dominante. Con la excepción de algún caso puntual, la vivienda individual es el elemento primario de cuya conjugación se define el “uso del entorno”. Sin embargo la clave del programa es el “conjunto”, no ya vivienda a secas, sino conjunto de viviendas. Esta elemental salvedad nos abre a algunas incógnitas: ¿Cual es la expresión de la unidad en la propuesta? ¿Aquello que se expresa debe dar cuenta de cada una de las viviendas involucradas de forma individual, en tanto el conjunto es lo resultante de la “sumatoria de viviendas”?. O bien, ¿es el conjunto lo que marca la primera expresión de la cual ha de surgir luego la individualidad de los elementos contenidos? ¿Nos basta la reductiva polaridad de espacios públicos – espacios privados como dialéctica capaz de abarcar la diversidad de matices espaciales que la propuesta demanda? ¿No será que esa casi redundante condición de conjunto nos exige una particular atención, de donde el uso, la escala y las cualidades del espacio no son categorías dadas, sino que su real significado es una parte fundamental de la búsqueda?...