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El camino del amor

Enseñanzas acerca del auténtico significado del amor,


la esencia de la verdadera espiritualidad

SRÍ SRÍMAD BHAKTIVEDANTA NÁRÁYANA MAHÁRÁJA


CONTENIDO
9 PREFACIO

15 El amor mal encauzado

17 Solo hay una familia

18 Unidad, y diversidad

18 Amar a todas las criaturas

20 El amor tiene forma

21 Sin ese amor

23 La Búsqueda de la felicidad

26 Una pregunta perfecta

27 El sendero de la felicidad

28 El mantra del amor divino


PREFACIO
El propósito de este pequeño libro es difundir las palabras de quienes han
experimentado las verdades reveladas en las antiguas escrituras conocidas como los
Vedas. La palabra Veda significa literalmente "la conclusión final de todos los temas
relacionados con el mundo trascendental y de todos los asuntos vinculados con este
mundo, tanto ordinarios como extraordinarios."
Los Vedas fueron compilados hace miles de años por santos autorrealizados que fueron
bendecidos con la comprensión pura de la Verdad Suprema y el objetivo último de la
vida, y cuyes corazones se derretían de amor por las almas sufrientes de este mundo.
Esos santos poseen una comprensión pura de la Verdad Suprema y del objetivo último
de la vida. Un ejemplo de ellos en la época actual es el autor de El Camino del Amor, el
venerado Srila Bhaktivedanta Náráyana Maharaja, cuya vida está íntegramente dedicada
a transmitir la felicidad suprema a los demás.
Nos gustaría compartir con ustedes en este Prefacio las palabras de un gran santo, Srila
Bhaktivedanta Swami Maharaja, acerca del amor puro:
"El principio básico de la condición de la vida es que tenemos la propensión general a
amar a alguien. Nadie puede vivir sin amar a alguien. Esta propensión está presente en
cada ser viviente. Incluso animales como los tigres tienen esa propensión al menos en
un nivel latente y, por supuesto, está presente en los seres humanos. La cuestión es
dónde depositar nuestro amor para que todos puedan ser felices. En la actualidad la
sociedad humana enseña que se debe amar al país, a la familia o a uno mismo, pero no
hay información acerca de dónde depositar la propensión amorosa de forma que todo el
mundo sea feliz.
"En su primera etapa, el niño ama a sus padres, luego a sus hermanos y hermanas, y, a
medida que crece, comienza a amar a su familia, a la sociedad, a la comunidad, al país o
incluso a toda la humanidad. Pero aunque ame a toda la humanidad, su propensión
amorosa sigue sin estar satisfecha. Nuestra propensión amorosa se expande igual que se
expanden las vibraciones de luz o de aire, pero no sabemos dónde acaba."
Srila Prabhupada continúa diciendo que nuestro problema es que no sabemos cómo
amar, y explica de manera perfecta la ciencia de amar a todos los seres vivos mediante
el proceso de amar al Ser Supremo, conocido en los Vedas como Krsna.
"No hemos sabido crear paz y armonía en la sociedad humana, incluso mediante
esfuerzos tan ambiciosos como las Naciones Unidas, porque no tenemos el método
correcto. Y ese método es muy sencillo.
"Cuando aprendemos a amar a Krsna, resulta muy fácil amar de forma simultánea e
inmediata a todos los seres vivos. Es como regar la raíz de un árbol o llevar comida al
estómago. Como todos nosotros habremos experimentado, el método de regar la raíz del
árbol o de llevar comida al estómago es universalmente científico y práctico. El bien
sabido que cuando ingerimos comida y esta llega al estómago, la energía creada a través
de ese acto es inmediatamente distribuida por todo el cuerpo. Del mismo modo, cuando
regamos la raíz de un árbol la energía creada es inmediatamente distribuida por la
totalidad del árbol cualquiera que sea su altura. No es posible regar el árbol parte por
parte como tampoco se pueden alimentar las diferentes partes del cuerpo de forma
separada."
"La causa de nuestra insatisfacción es que, a pesar de nuestros grandes avances en el
estilo de vida materialista, nuestra aletargada propensión amorosa no está satisfecha.
Estamos regando todas las partes del árbol, pero nos estamos dejando la raíz.
Intentamos mantener el cuerpo sano como sea, pero olvidamos dar alimento al
estómago.
Olvidarnos del Ser Supremo significa olvidar también nuestro propio ser. La
comprensión de nuestro propio ser y la comprensión del Alma Suprema conocida como
el Señor Sri Krsna, el depositario supremamente atractivo del amor, están íntimamente
unidas. Verse a uno mismo por la mañana, por ejemplo, significa percibir también la luz
del sol; sin la luz del sol nadie puede verse a sí mismo. Las relaciones del alma
establecidas con el Alma Suprema son reales. La relación basada en el cuerpo es la
causa del cautiverio material, mientras que la relación del alma es la causa de la
libertad. La relación de un alma con otra alma se puede establecer por medio de la
relación con la Superalma. Ver en la oscuridad no es ver, pero ver por medio cíe la luz
del sol significa ver el sol y todo lo demás que no se veía en la oscuridad."
Al igual que ocurre con toda la literatura védica, este libro está diseñado para
enseñarnos a "dar al interruptor que lo iluminará todo y por doquier". Las historias que
aquí se narran ocurrieron en verdad. Srila Náráyana Maharaja las ha extraído de la
sección de los Vedas conocida como los Puránas y los Upanisads.
Los nombres de las personalidades que aparecen a lo largo del texto son del antiguo
idioma sánscrito. Siguiendo la tradición de nuestros preceptores espirituales, utilizamos
diacríticos para indicar la pronunciación de las palabras sánscritas - la r como ri, la m y
la ñ como ng, la s y la s como sh, y la c como ch.

Syamaram dasi

Editora

Día del advenimiento del Señor Caitanya 6 de marzo de 2004


El camino del amor
El Amor mal encauzado

Hubo una vez un joven y apuesto rey llamado Dhartrihari que estaba lleno de buenas
cualidades y era experto en todas las artes. Al cumplir los veinticinco años, el rey
Dhartrihari se casó con una joven a la que adoraba. Deseoso de complacerla, un día
puso un valiosísimo collar de piedras preciosas alrededor de su cuello, la abrazó y le
dijo: "Querida mía, el valar de este collar es incalculable. Por favor, consérvalo
siempre."
El rey Dhartrihari estaba muy enamorado de su esposa, pero ella no sentía esa misma
atracción por él. La persona hacia quien ella se sentía atraída era el comandante en jefe
de su esposo, que era también muy apuesto. Deseosa de complacer al comandante en
jefe, pocos días después de haber recibido aquel extraordinario collar se lo regaló.
La profunda inclinación de la reina hacia el comandante en jefe no era correspondida,
pues él estaba enamorado de una prostituta. Así, con anhelo de satisfacerla, días después
de haber recibido la joya, se la obsequió. La prostituta, sin embargo, no albergaba esos
mismos sentimientos hacia el comandante en jefe porque ella estaba prendada del rey.
Pensando en que aquello le agradaría, ella entregó un día aquel mismo collar al rey,
pero al verlo, este se sintió muy infeliz. Cuando le preguntó de dónde lo había sacado,
ella tuvo miedo y no se atrevió a responder, pero entonces el rey le dijo furioso:
—Si no me dices la verdad, te cortaré la cabeza.
La atemorizada prostituta contó todo al rey y este fue enseguida a buscar a su
comandante en jefe.
— ¿De dónde sacaste este collar? —Preguntó el rey Dhartrihari al hombre—. Si me
dices la verdad no te haré nada, pero si me la ocultas te cortaré la cabeza.
El comandante le dijo la verdad y entonces el rey comprendió lo que suponía el
depositar el amor en el lugar equivocado. Inmediatamente tomó la decisión de
abandonar todos sus apegos mundanos, y, acto seguido, dejó el palacio, su reino y sus
suntuosas ropas, y se convirtió en un famoso renunciante y espiritualista.
(La tristeza, la ira y el resentimiento del rey Dhartrihari, que se despertaron cuando su
dulce amor se volvió amargo, fueron causados porque no sabía cómo amar a todo el
mundo —amando primero al Amor Supremo. El sufrimiento que padeció por no
comprender al Amor Supremo es frecuente en este mundo. Algunos pensamos que Él
no existe, otros que es impersonal y otros que hay diferentes Divinidades o Dioses para
cada religión.
A continuación se revela el modo de liberarse del dolor que causa el resentimiento, la
envidia y las riñas mediante el conocimiento de esa única Realidad Divina, que es la
depositaría de un afecto permanente y siempre nuevo que todo lo impregna)

Solo hay una familia

Todos nosotros formamos parte de la familia de un solo Dios. No hay un Dios en


Inglaterra, otro en América y otro en la India. Los cristianos, los musulmanes y los
hindúes no adoran a Dioses diferentes. Los nombres Alá, Brahma, Jehová, Krsna y
Yahvé se refieren al mismo Dios, al cual se le conoce con diferentes nombres según las
distintas lenguas y culturas.
Si amamos al mismo Dios, ¿por qué nos peleamos? Nos peleamos porque no sabemos
lo que es el verdadero amor. Si tenemos amor y afecto verdaderos por ese único Señor
Supremo, de forma natural nos amaremos los unos a los otros. Se dice que "Dios es
amor y que el amor es Dios". Y en la cultura védica de la India se dice: "Todos deben
ser felices".
Jesús también enseñó esa filosofía. Él viajó a la India cuando tenía unos dieciséis años
de edad y visitó numerosos lugares de peregrinaje como Vrindavana, Ayodhyá, el Sur
de la India y Jagannátha Purí. En Purí vio a las deidades de Jagannátha, Baladeva y
Subhadrá, y escuchó que al Señor Jagannátha (que quiere decir "Señor del Universo") le
llamaban Krsna. En esa parte de la India el nombre de Krsna se pronuncia Krusna.
Debido a las diferencias en los idiomas griego y hebreo ese nombre se transformó en
Krusta, luego en Krista y ahora finalmente se pronuncia como Cristo. Krsna, Krusna,
Krista y ahora Cristo — son todos lo mismo.
En este universo solo hay un Dios, y Él no es ni ruso, ni inglés, ni alemán ni español. Él
habla todos los idiomas sin dificultad, pero estos no son necesarios. Solo hay un
verdadero idioma en todo el mundo, y ese idioma se llama amor. Los ojos pueden
hablar ese idioma, los oídos y las manos pueden hablarlo y comprenderlo, y un rostro
sonriente puede decirlo todo. Dios es uno y es la personificación del Amor. Krsna es el
nombre original de Dios dado en los antiguos Vedas, y significa "el depositario
supremamente atractivo del placer". Todos los otros nombres — Superalma, Buda, Alá
y Dios — están incluidos dentro de Él.

Unidad y Diversidad

Aunque todos somos partes integrantes del mismo Señor Supremo, hemos dividido esta
Tierra declarando: "Este es mi país" y "ese es tu país."
A pesar de que somos individuos autónomos, todos dependemos del mismo sol y
respiramos el mismo aire. Este es el principio de la unidad dentro de la diversidad. La
unidad se refiere al hecho de que todos somos partes integrantes del mismo Señor
Supremo Krsna, el padre de todos, y diversidad se refiere a nuestras naturalezas
individuales eternas. Ya que esto es la realidad eterna, solamente encontraremos la paz
y la felicidad en esa realidad. La unidad en la diversidad no tendrá significado si la
gente no tiene fe en el Dios Supremo, y amor por Él y por todas las entidades vivientes.

Ama a todas las criaturas

Muchos piensan que los humanos son los únicos miembros de la familia de Dios, pero
no es así. Él crea a todas las criaturas. Todos son hijos Suyos, de modo que ¿por qué no
amarlos a todos? El dicho: "Todos deben ser felices" no se refiere solo a los humanos.
El Señor Supremo ha creado a las vacas que clan leche a todos de forma gratuita e
indiscriminada. En los Vedas se conoce a la vaca como mata, Madre Vaca, porque ella
nos alimenta con su propia leche. En ningún lugar de la Biblia se dice que podamos
matar a las vacas ni a ningún otro animal. En el arameo original cíe la Biblia se ha
utilizado la palabra "brosimus" más de veinte veces. "Brosimus" quiere decir "comida"
y ha sido traducida como "carne". En el inglés antiguo, por ejemplo, la palabra "carne"
no se refería a la carne, sino a "comida", pero el inglés ha cambiado y hoy en día la
mayor parte de la gente cree erróneamente que la Sagrada Biblia ampara el consumo de
carne animal.
En el Antiguo Testamento se dice claramente: "No matarás". Esto significa que no
debemos matar ni a los humanos ni a los animales. El Corán tampoco aprueba la
matanza y el consumo de carne. El Señor Supremo no ha creado a los animales para que
nos los comamos. Para ese propósito Él creó las frutas, las raíces, la leche, la
mantequilla, los granos y las verduras. No se va a sentir feliz si dañamos a cualquiera de
Sus hijos, y mucho menos si matamos a nuestra propia madre.
Los árboles, las enredaderas, los cerdos y los insectos son también hijos de ese único
Señor Supremo. En la cultura védica de la India se dice incluso que no se debe andar
por un campo que ha sido arado y sembrado porque las semillas pueden morir. No
debemos causar daño a ningún ser viviente.
Todos somos hijos del Señor Supremo, que es la personificación de la felicidad suprema
y el depositario de la felicidad suprema para todos, y nosotros somos partes integrantes
de esa felicidad. La única diferencia entre el Señor Supremo y nosotros es que Él es
ilimitado y nosotros somos diminutos. Cualitativamente somos iguales que Él, pero por
desgracia hemos olvidado quiénes somos. Debemos intentar comprender esta verdad.
No debemos luchar con personas de otras creencias religiosas. La única religión
verdadera para todas las almas es el amor, y esa religión es única. Debemos amar a Dios
y también amarnos los unos a los otros, y así la gente podrá vivir feliz en este mundo.

El Amor tiene forma

Los Vedas explican que el Supremo posee una forma y unas cualidades personales
trascendentales, y que realiza unos pasatiempos extraordinarios. Él es supremamente
atractivo y el amo de todas las potencias. Él es único e indivisible, y aunque es uno y lo
es todo, es una persona. Él alimenta y mantiene al universo entero. Los sabios védicos
como Srila Vyásadeva, Nárada Muni y el Señor Brahmá nos han dicho que Él posee una
forma muy hermosa y muchos millones de cualidades trascendentales.
Si un padre tiene forma, su hijo tiene que tener también forma, y si un padre no tiene ni
forma ni cualidades, el hijo no tendrá forma ni cualidades, y ni siquiera podrá existir.
Algunas escrituras parecen describir a Dios como carente de forma, pero se refieren a
que Él no posee una forma, unas cualidades o unos rasgos materiales. Su forma y Sus
rasgos son espirituales. Él es supremamente poderoso y, por lo tanto, tiene el poder de
tener una forma. Si no tuviera forma, cualidades, poder y misericordia, no sería nada; no
podría ayudarnos ni escuchar nuestras oraciones, y mucho menos darnos felicidad
eterna. No creemos en un Dios carente de misericordia, poder y cualidades. Si no
tuviera cualidades trascendentales como la misericordia, ¿para qué íbamos a adorarlo?
Tanto en la Biblia como en el Corán se dice que Dios posee una forma. La Biblia
declara: "Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza". Si Él no poseyera una imagen
o forma, ¿por qué iba a decir la Biblia algo así? Su imagen es trascendental; no es
mortal. Él tiene un cuerpo espiritual a partir del cual creó al hombre. También se dice
que Jesucristo es el Hijo de Dios. Si el hijo tiene forma, el padre también debe tener
forma. De hecho, Él posee una forma supremamente hermosa. Él posee todas las buenas
cualidades y es completo con todas las potencias.
El Corán afirma: "Inallah kalaka mein suratihi — Alá o Kudda tiene forma y ha creado
al hombre a partir de esa forma." La palabra "suratihi" significa "forma" y el nombre de
Alá significa "el más grande". Todos los universos y toda la creación están contenidos
dentro de Él, y no hay nada igual a Alá en grandeza. La concepción védica de Dios
confirma esta comprensión y dice también que el Ser Supremo, el Señor Krsna, es lo
más grande entre todo lo grande y lo más pequeño entre todo lo pequeño.
Las expresiones "carente de forma", "sin cualidades" y "sin rasgos" utilizadas para
describir a Dios proceden de las raíces "forma", "cualidades" y "rasgos". Sin el concepto
de algo poseedor de forma no puede existir el concepto de algo carente cíe forma. Se
deduce, por tanto, que la Entidad Suprema Original posee forma, cualidades y rasgos, y
que una de esas cualidades debe ser la misericordia. Él es tan misericordioso que ha
creado este mundo para satisfacer nuestro deseo de disfrutar separadamente de ÉL

Sin ese Amor

Iba un hombre caminando por un bosque cuando de pronto escuchó el rugido de un


tigre. Presa del pánico, echó a correr mientras buscaba con la mirada un lugar donde
refugiarse, hasta que finalmente encontró un pozo ciego que no había sido utilizado en
mucho tiempo. En la parte de arriba del pozo había hierbas y plantas, y justo a un lado
se encontraba un árbol. Ayudándose de dos ramas de ese árbol, el hombre descendió por
el pozo con la esperanza de quedar lejos del alcance del animal, pero entonces se dio
cuenta de que en el fondo había un gran número de serpientes. Las serpientes levantaron
sus cabezas y sisearon, listas para morderle.
Tal como estaba, colgado de las dos ramas, el hombre comprendió que su situación solo
había empeorado. Al fondo del pozo estaban las serpientes venenosas esperando para
morderle, y arriba se encontraba el feroz tigre dispuesto a devorarlo. Su ansiedad era
enorme.
En ese momento, dos ratas —una negra y otra blanca— comenzaron a roer las dos
ramas de las que estaba colgado. Era cuestión de tiempo el que las ramas se rompieran y
el protagonista de esta historia cayera en aquella trampa de serpientes. Para escapar de
aquel atolladero tenía o bien que salir del pozo y ser devorado por el tigre, o descender
aún más y ser mordido por las serpientes. Hiciera lo que hiciera, su destino era
espantoso.
En medio de aquella peligrosa situación, el hombre advirtió que en una de las ramas del
árbol, y situado muy cerca de su rostro, había un panal y que, con el movimiento del
árbol, del panal caían algunas gotas de miel. Decidido a aprovechar la ocasión, sacó la
lengua y una de las gotas de miel cayó sobre ella. Relamiéndose de gusto, pensó: "¡Qué
dulce! ¡Qué dulce!". Y sintiendo cierta felicidad, olvidó por completo el peligro que le
rodeaba.
Todos los componentes de esta analogía representan nuestra propia condición. El
hombre de la historia ejemplifica a todas las almas que se sienten atraídas a este mundo.
Nos encontramos en una situación peligrosa, ya que podemos morir en cualquier
momento, y no hay modo de que podamos salvarnos mediante nuestros esfuerzos
materiales. Las serpientes representan los numerosos problemas que nos sobrevienen,
uno tras otro, como las olas del océano. Pensamos: "Este es mi último problema. En
cuanto se resuelva, seré feliz." Pero unas veces la siguiente ola es aún mayor y otras
veces nos llegan muchas olas o problemas a la vez —cinco o seis juntos. Arriba del
pozo hay un tigre que representa a la muerte que nos aguarda a cada uno de nosotros en
este mundo.
Las dos ramas representan las reacciones de nuestras actividades fruitivas —buenas y
malas, piadosas e impías. Vivimos la vida experimentando las reacciones de nuestras
actividades piadosas e impías. Esas reacciones juntas integran la duración de nuestra
vida, y esa duración se nos va momento a momento. La rata negra representa la noche y
la rata blanca el día. Nos sentimos felices cuando los días llegan y se van, pero lo cierto
es que ese ir y venir de los días solo significa que nuestro tiempo de vida está siendo
consumido.
En medio de todos los problemas y peligros nos cae una gota de miel en la lengua, y esa
gota es como la felicidad momentánea que experimentamos con los amigos y los
parientes en este mundo.
La Búsqueda de la Felicidad

Todos los seres vivos luchan tenazmente y se esfuerzan por obtener la felicidad
verdadera y eterna. Sin embargo, en los Vedas se explica que las cosas mundanas no
pueden hacernos felices. Sea cual sea la posición que uno tenga, siempre se sentirá
insatisfecho. Aunque alguien sea rico, joven, guapo, educado, famoso o influyente,
seguirá buscando algo más que le haga feliz.
Hasta los presidentes y los primeros ministros de las grandes naciones están
insatisfechos. Y a lo largo de la historia ha quedado demostrado que personas ricas y
poderosas como Napoleón o los reyes y reinas de Inglaterra, Francia o Alemania eran
profundamente infelices a pesar de sus posiciones aparentemente ventajosas. En
tiempos más recientes podemos ver esto en las vidas de la princesa Diana o Bill Clinton,
por citar algunos. La escasa felicidad que nos llega en este mundo es momentánea y está
mezclada con sufrimiento. No es constante ni eterna, y tampoco es completa ni pura.
Tanto en el planeta más inferior como en el más elevado hay innumerables clases de
miserias y no existe la felicidad verdadera y eterna.
Ningún alma que se identifique con el cuerpo material puede ser feliz. Esta vida humana
está diseñada para encontrar la salida a la prisión de este cuerpo destinado a envejecer y
morir. Queremos ser felices dando satisfacción a nuestros cuerpos materiales, pero muy
pronto llega la vejez y nos lamentamos. La felicidad material que percibimos no es
verdadera felicidad, sino sufrimiento condensado. No entendemos que el alma, que es
diferente de nuestro cuerpo y de nuestra mente, es espiritual y eterna, y está llena de
conocimiento y felicidad. Por eso, solo podemos ser realmente dichosos mediante
aquello que también es espiritual y eterno, y está lleno de conocimiento y felicidad: la
Suprema Personalidad de Dios y nuestra relación de amor con Él.
Se han realizado numerosos inventos y descubrimientos en áreas como la medicina, los
transportes y la comunicación: podemos viajar fácilmente de un extremo del mundo al
otro en unas cuantas horas, sentados en nuestra casa podemos ver lo que está ocurriendo
en el otro lado del mundo, podemos presenciar el partido de fútbol que se está jugando
en Australia o en la India, y podemos ver al Presidente de los Estados Unidos hablando
cíesele la Casa Blanca en Washington. Y si alguien tiene algún defecto en los ojos, los
cirujanos lo pueden corregir con partes de ojos extraídas de algún cadáver.
Pero a pesar de todos los avances, la gente sufre más que nunca. No hemos logrado
prevenir la vejez ni la muerte, y no podemos impedir las guerras, el terrorismo o la
propagación de enfermedades. Siguen apareciendo nuevas enfermedades. Los avances
en la ciencia y la tecnología no nos han reportado ninguna felicidad; en lugar de ello nos
hemos vuelto más aprensivos, materialistas y ambiciosos.
¿Por qué está fallando la ciencia moderna? La razón es que en realidad no está muy
desarrollada. Los científicos no pueden ver el alma, que posee una forma trascendental,
y ni siquiera pueden ver la mente, que es material. Pensamos que gozamos de grandes
avances gracias al desarrollo de la tecnología, pero lo único que hemos hecho ha sido
aumentar las necesidades del cuerpo material e ignorar las necesidades del alma. No nos
interesa amar al Señor Supremo, y por lo tanto no tenemos un amor verdadero hacia los
demás.
Confiamos más en nuestros perros y gatos que en nuestras propias familias y amigos.
Los matrimonios no duran mucho y los divorcios están a la orden del día. Los padres
rechazan a sus hijos y los hijos rechazan a sus padres. Casi todo el mundo está
interesado únicamente en dar placer a su cuerpo y a su mente.
Las personas que desean controlar la interminable cadena del nacimiento, la
enfermedad, la vejez y la muerte pueden hacerlo mediante la antigua cultura védica. El
estudio del conocimiento científico moderno no servirá para este propósito. Cuando el
conocimiento científico se desarrolle hasta un nivel más sofisticado, es probable que la
gente tenga la capacidad de controlar finalmente la vejez y la muerte. No obstante, para
llegar a ese punto la sociedad actual tendrá que aprender de nuestra cultura védica.

Una pregunta Perfecta

En los Vedas se cuenta una antigua historia. Hubo una vez un alma autorrealizada de
nombre Yájñavalkya que trabajaba como consejero del famoso y gran rey Janaka.
Profundo conocedor de los Vedas, era plenamente consciente de la presencia del alma y
la Superalma dentro del cuerpo.
Yájñavalkya tenía dos esposas, Maitreyi y Kátyáyaní. Un día, habiendo llegado ya a una
edad avanzada, llamó a sus dos mujeres y les dijo:
—Hemos estado casados durante muchos años. He ganado una considerable fortuna y
poseo numerosas vacas, y también os he dado varios hijos a cada una. Ahora deseo
dividir mis propiedades entre vosotras para que seáis felices el resto de vuestras vidas, y
después os ruego que me permitáis ir al bosque a meditar profundamente en la Suprema
Personalidad de Dios.
Al oír aquello, Kátyáyaní se puso muy contenta y dijo:
—Tu objetivo es meditar en el Señor Supremo, lo cual es maravilloso. Eres mi esposo y
yo te ayudaré en todo.
La respuesta de Maitreyi fue diferente.
—Quisiera hacerte una pregunta —dijo—, y cuando la hayas respondido te podrás ir.
Cuando te vas al bosque es porque no estás satisfecho con el oro y las propiedades que
has acumulado en la vida, y tampoco con tus esposas, tus hijos y tus amigos. ¿Piensas
entonces que esas cosas van a hacernos felices a nosotras?
—Verdaderamente tú eres mi esposa —respondió Yájñavalkya—. Me has
hecho muy feliz con tu pregunta. La respuesta aparece en todos los Vedas. El oro y las
propiedades no pueden dar verdadera felicidad. La posición, la educación, la reputación,
los amigos y la familia no pueden hacer que seamos auténticamente felices. El dinero y
todo lo que se puede comprar con él no puede darnos lo que estamos buscando. Somos
partes integrantes del Señor Supremo y Él es el depositario de toda la felicidad. Por lo
tanto, solo en Él podemos encontrar la felicidad. La verdadera felicidad consiste en
servirlo, mientras que la felicidad que saboreamos en este mundo es insignificante y
pasajera. El Señor Krsna es un océano de gozosas relaciones trascendentales y la
personificación de la felicidad suprema. Solo Él puede satisfacernos; por eso deseo ir al
bosque a alcanzarlo.

El camino hacia la felicidad

Si deseamos ser verdaderamente felices debemos dedicarnos a la práctica del servicio a


Dios. En los Vedas este proceso se denomina bhakti-yoga, o la conexión con el Señor
Supremo a través de Su servicio. Cuando la persona piensa antes en Su felicidad,
automáticamente alcanza, la felicidad y la paz. No daña a ninguna criatura, ya sean
animales o humanos, y como resultado puede vivir pacíficamente con todos.
La devoción por Dios tiene tres niveles de desarrollo: el nivel de la práctica, el nivel del
despertar del éxtasis espiritual y el nivel del éxtasis plenamente florecido conocido
como el amor puro.
Para alcanzar el amor puro debemos empezar por el nivel cíe la práctica. En esta era de
riñas e hipocresía denominada Kali-yuga, la práctica espiritual más potente y el mejor
método para encontrar la felicidad es cantar el nombre del Señor Supremo. Su nombre
no es diferente de Él mismo y contiene todas Sus potencias así como también Sus
dulces formas y pasatiempos. Esto se experimentará plenamente en la etapa del amor
puro. El canto del santo nombre de Dios limpia el corazón de todos los deseos y las
tendencias indeseados y hace que nos sintamos tranquilos y conectados con Él.
El texto védico titulado Kali-santarana Upanisad afirma: "En esta era de riñas e
hipocresía, la única manera de alcanzar la liberación es el canto del santo nombre del
Señor. No hay otra manera. No hay otra manera. No hay otra manera". Se pueden cantar
los nombres del Señor del siguiente modo:

Haré Krsna Haré Krsna


Krsna Krsna Haré Haré
Haré Rama Haré Rama
Rama Rama Haré Haré

El mantra del amor divino

Hoy en día el agua, el aire y prácticamente todo está contaminado. Igual que los
océanos están contaminados por sustancias que envenenan a los peces y a quienes se los
comen, la vibración sonora material también contamina y envenena la atmósfera. La
gente utiliza veneno para matar a los insectos y de esa manera contamina los cereales y
envenena a los consumidores de esos cereales. Del mismo modo, la vibración material
sonora en forma de insultos, críticas, peleas y demás, y de hecho cualquier vibración
material, contamina las mentes, los sentidos y los corazones de todos en el mundo
entero. Nosotros podemos contrarrestar esa contaminación y sufrimiento mediante el
canto del mantra Haré Krsna.
Si tiras una piedra a un gran lago, las olas creadas llegarán a todos los extremos del
mismo. Este universo es como un lago. Cuando alguien canta Haré Krsna Haré Krsna
Krsna Krsna Haré Haré, Haré Rama Haré Rama Rama Rama Haré Haré, produce
muchas olas de vibración espiritual, y esas olas lo tocan todo —hasta el final del
mundo— moviéndose de un lado a otro y purificando al universo entero.
El Señor Krsna es inconcebiblemente poderoso. Él puede crear el universo en un
segundo y destruirlo después, y luego volver a crear infinidad de mundos. Ha investido
toda Su misericordia, Su poder y Su opulencia en Sus nombres, y por tanto ellos
también son ilimitadamente poderosos. Pueden viajar muy rápidamente por todo el
universo como vibraciones sonoras y hacer que la polución desaparezca gradualmente.
Los árboles, las enredaderas, los animales y los insectos no pueden hablar ni entender
nuestro idioma, pero todas las criaturas del universo —no solo los seres humanos—
serán afectadas por el poderoso santo nombre, tanto si son conscientes de ello como si
no lo son. Si alguien, consciente o inconscientemente, pone la mano en el fuego, sentirá
sus efectos. Del mismo modo, estos santos nombres inspirarán y purificarán a todos los
seres vivientes. Los árboles, la hierba y los humanos, todos se vuelven afortunados
cuando oyen hablar de Krsna, e incluso las criaturas de la selva se liberan gradualmente
del sufrimiento.
Cuando cantamos en voz alta, todos nuestros sentidos se purifican y no quedan deseos
de criticar y tampoco ningún recuerdo infeliz. Por medio de los esfuerzos materiales no
podemos controlar los pensamientos desagradables y dañinos que entran en nuestras
mentes, pero estos pueden ser fácilmente conquistados mediante el canto. Por medio del
canto, gradualmente nuestros corazones se limpiarán y entonces experimentaremos que
nuestro verdadero interés es el Alma de todas las almas: el Señor Krsna. Al servirlo nos
beneficiaremos tanto a nosotros como al mundo entero.

"Dios es Amor y el Amor es Dios"


Canta el maha mantra Haré Krsna y sé feliz

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