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18 Unidad, y diversidad
23 La Búsqueda de la felicidad
27 El sendero de la felicidad
Syamaram dasi
Editora
Hubo una vez un joven y apuesto rey llamado Dhartrihari que estaba lleno de buenas
cualidades y era experto en todas las artes. Al cumplir los veinticinco años, el rey
Dhartrihari se casó con una joven a la que adoraba. Deseoso de complacerla, un día
puso un valiosísimo collar de piedras preciosas alrededor de su cuello, la abrazó y le
dijo: "Querida mía, el valar de este collar es incalculable. Por favor, consérvalo
siempre."
El rey Dhartrihari estaba muy enamorado de su esposa, pero ella no sentía esa misma
atracción por él. La persona hacia quien ella se sentía atraída era el comandante en jefe
de su esposo, que era también muy apuesto. Deseosa de complacer al comandante en
jefe, pocos días después de haber recibido aquel extraordinario collar se lo regaló.
La profunda inclinación de la reina hacia el comandante en jefe no era correspondida,
pues él estaba enamorado de una prostituta. Así, con anhelo de satisfacerla, días después
de haber recibido la joya, se la obsequió. La prostituta, sin embargo, no albergaba esos
mismos sentimientos hacia el comandante en jefe porque ella estaba prendada del rey.
Pensando en que aquello le agradaría, ella entregó un día aquel mismo collar al rey,
pero al verlo, este se sintió muy infeliz. Cuando le preguntó de dónde lo había sacado,
ella tuvo miedo y no se atrevió a responder, pero entonces el rey le dijo furioso:
—Si no me dices la verdad, te cortaré la cabeza.
La atemorizada prostituta contó todo al rey y este fue enseguida a buscar a su
comandante en jefe.
— ¿De dónde sacaste este collar? —Preguntó el rey Dhartrihari al hombre—. Si me
dices la verdad no te haré nada, pero si me la ocultas te cortaré la cabeza.
El comandante le dijo la verdad y entonces el rey comprendió lo que suponía el
depositar el amor en el lugar equivocado. Inmediatamente tomó la decisión de
abandonar todos sus apegos mundanos, y, acto seguido, dejó el palacio, su reino y sus
suntuosas ropas, y se convirtió en un famoso renunciante y espiritualista.
(La tristeza, la ira y el resentimiento del rey Dhartrihari, que se despertaron cuando su
dulce amor se volvió amargo, fueron causados porque no sabía cómo amar a todo el
mundo —amando primero al Amor Supremo. El sufrimiento que padeció por no
comprender al Amor Supremo es frecuente en este mundo. Algunos pensamos que Él
no existe, otros que es impersonal y otros que hay diferentes Divinidades o Dioses para
cada religión.
A continuación se revela el modo de liberarse del dolor que causa el resentimiento, la
envidia y las riñas mediante el conocimiento de esa única Realidad Divina, que es la
depositaría de un afecto permanente y siempre nuevo que todo lo impregna)
Unidad y Diversidad
Aunque todos somos partes integrantes del mismo Señor Supremo, hemos dividido esta
Tierra declarando: "Este es mi país" y "ese es tu país."
A pesar de que somos individuos autónomos, todos dependemos del mismo sol y
respiramos el mismo aire. Este es el principio de la unidad dentro de la diversidad. La
unidad se refiere al hecho de que todos somos partes integrantes del mismo Señor
Supremo Krsna, el padre de todos, y diversidad se refiere a nuestras naturalezas
individuales eternas. Ya que esto es la realidad eterna, solamente encontraremos la paz
y la felicidad en esa realidad. La unidad en la diversidad no tendrá significado si la
gente no tiene fe en el Dios Supremo, y amor por Él y por todas las entidades vivientes.
Muchos piensan que los humanos son los únicos miembros de la familia de Dios, pero
no es así. Él crea a todas las criaturas. Todos son hijos Suyos, de modo que ¿por qué no
amarlos a todos? El dicho: "Todos deben ser felices" no se refiere solo a los humanos.
El Señor Supremo ha creado a las vacas que clan leche a todos de forma gratuita e
indiscriminada. En los Vedas se conoce a la vaca como mata, Madre Vaca, porque ella
nos alimenta con su propia leche. En ningún lugar de la Biblia se dice que podamos
matar a las vacas ni a ningún otro animal. En el arameo original cíe la Biblia se ha
utilizado la palabra "brosimus" más de veinte veces. "Brosimus" quiere decir "comida"
y ha sido traducida como "carne". En el inglés antiguo, por ejemplo, la palabra "carne"
no se refería a la carne, sino a "comida", pero el inglés ha cambiado y hoy en día la
mayor parte de la gente cree erróneamente que la Sagrada Biblia ampara el consumo de
carne animal.
En el Antiguo Testamento se dice claramente: "No matarás". Esto significa que no
debemos matar ni a los humanos ni a los animales. El Corán tampoco aprueba la
matanza y el consumo de carne. El Señor Supremo no ha creado a los animales para que
nos los comamos. Para ese propósito Él creó las frutas, las raíces, la leche, la
mantequilla, los granos y las verduras. No se va a sentir feliz si dañamos a cualquiera de
Sus hijos, y mucho menos si matamos a nuestra propia madre.
Los árboles, las enredaderas, los cerdos y los insectos son también hijos de ese único
Señor Supremo. En la cultura védica de la India se dice incluso que no se debe andar
por un campo que ha sido arado y sembrado porque las semillas pueden morir. No
debemos causar daño a ningún ser viviente.
Todos somos hijos del Señor Supremo, que es la personificación de la felicidad suprema
y el depositario de la felicidad suprema para todos, y nosotros somos partes integrantes
de esa felicidad. La única diferencia entre el Señor Supremo y nosotros es que Él es
ilimitado y nosotros somos diminutos. Cualitativamente somos iguales que Él, pero por
desgracia hemos olvidado quiénes somos. Debemos intentar comprender esta verdad.
No debemos luchar con personas de otras creencias religiosas. La única religión
verdadera para todas las almas es el amor, y esa religión es única. Debemos amar a Dios
y también amarnos los unos a los otros, y así la gente podrá vivir feliz en este mundo.
Los Vedas explican que el Supremo posee una forma y unas cualidades personales
trascendentales, y que realiza unos pasatiempos extraordinarios. Él es supremamente
atractivo y el amo de todas las potencias. Él es único e indivisible, y aunque es uno y lo
es todo, es una persona. Él alimenta y mantiene al universo entero. Los sabios védicos
como Srila Vyásadeva, Nárada Muni y el Señor Brahmá nos han dicho que Él posee una
forma muy hermosa y muchos millones de cualidades trascendentales.
Si un padre tiene forma, su hijo tiene que tener también forma, y si un padre no tiene ni
forma ni cualidades, el hijo no tendrá forma ni cualidades, y ni siquiera podrá existir.
Algunas escrituras parecen describir a Dios como carente de forma, pero se refieren a
que Él no posee una forma, unas cualidades o unos rasgos materiales. Su forma y Sus
rasgos son espirituales. Él es supremamente poderoso y, por lo tanto, tiene el poder de
tener una forma. Si no tuviera forma, cualidades, poder y misericordia, no sería nada; no
podría ayudarnos ni escuchar nuestras oraciones, y mucho menos darnos felicidad
eterna. No creemos en un Dios carente de misericordia, poder y cualidades. Si no
tuviera cualidades trascendentales como la misericordia, ¿para qué íbamos a adorarlo?
Tanto en la Biblia como en el Corán se dice que Dios posee una forma. La Biblia
declara: "Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza". Si Él no poseyera una imagen
o forma, ¿por qué iba a decir la Biblia algo así? Su imagen es trascendental; no es
mortal. Él tiene un cuerpo espiritual a partir del cual creó al hombre. También se dice
que Jesucristo es el Hijo de Dios. Si el hijo tiene forma, el padre también debe tener
forma. De hecho, Él posee una forma supremamente hermosa. Él posee todas las buenas
cualidades y es completo con todas las potencias.
El Corán afirma: "Inallah kalaka mein suratihi — Alá o Kudda tiene forma y ha creado
al hombre a partir de esa forma." La palabra "suratihi" significa "forma" y el nombre de
Alá significa "el más grande". Todos los universos y toda la creación están contenidos
dentro de Él, y no hay nada igual a Alá en grandeza. La concepción védica de Dios
confirma esta comprensión y dice también que el Ser Supremo, el Señor Krsna, es lo
más grande entre todo lo grande y lo más pequeño entre todo lo pequeño.
Las expresiones "carente de forma", "sin cualidades" y "sin rasgos" utilizadas para
describir a Dios proceden de las raíces "forma", "cualidades" y "rasgos". Sin el concepto
de algo poseedor de forma no puede existir el concepto de algo carente cíe forma. Se
deduce, por tanto, que la Entidad Suprema Original posee forma, cualidades y rasgos, y
que una de esas cualidades debe ser la misericordia. Él es tan misericordioso que ha
creado este mundo para satisfacer nuestro deseo de disfrutar separadamente de ÉL
Todos los seres vivos luchan tenazmente y se esfuerzan por obtener la felicidad
verdadera y eterna. Sin embargo, en los Vedas se explica que las cosas mundanas no
pueden hacernos felices. Sea cual sea la posición que uno tenga, siempre se sentirá
insatisfecho. Aunque alguien sea rico, joven, guapo, educado, famoso o influyente,
seguirá buscando algo más que le haga feliz.
Hasta los presidentes y los primeros ministros de las grandes naciones están
insatisfechos. Y a lo largo de la historia ha quedado demostrado que personas ricas y
poderosas como Napoleón o los reyes y reinas de Inglaterra, Francia o Alemania eran
profundamente infelices a pesar de sus posiciones aparentemente ventajosas. En
tiempos más recientes podemos ver esto en las vidas de la princesa Diana o Bill Clinton,
por citar algunos. La escasa felicidad que nos llega en este mundo es momentánea y está
mezclada con sufrimiento. No es constante ni eterna, y tampoco es completa ni pura.
Tanto en el planeta más inferior como en el más elevado hay innumerables clases de
miserias y no existe la felicidad verdadera y eterna.
Ningún alma que se identifique con el cuerpo material puede ser feliz. Esta vida humana
está diseñada para encontrar la salida a la prisión de este cuerpo destinado a envejecer y
morir. Queremos ser felices dando satisfacción a nuestros cuerpos materiales, pero muy
pronto llega la vejez y nos lamentamos. La felicidad material que percibimos no es
verdadera felicidad, sino sufrimiento condensado. No entendemos que el alma, que es
diferente de nuestro cuerpo y de nuestra mente, es espiritual y eterna, y está llena de
conocimiento y felicidad. Por eso, solo podemos ser realmente dichosos mediante
aquello que también es espiritual y eterno, y está lleno de conocimiento y felicidad: la
Suprema Personalidad de Dios y nuestra relación de amor con Él.
Se han realizado numerosos inventos y descubrimientos en áreas como la medicina, los
transportes y la comunicación: podemos viajar fácilmente de un extremo del mundo al
otro en unas cuantas horas, sentados en nuestra casa podemos ver lo que está ocurriendo
en el otro lado del mundo, podemos presenciar el partido de fútbol que se está jugando
en Australia o en la India, y podemos ver al Presidente de los Estados Unidos hablando
cíesele la Casa Blanca en Washington. Y si alguien tiene algún defecto en los ojos, los
cirujanos lo pueden corregir con partes de ojos extraídas de algún cadáver.
Pero a pesar de todos los avances, la gente sufre más que nunca. No hemos logrado
prevenir la vejez ni la muerte, y no podemos impedir las guerras, el terrorismo o la
propagación de enfermedades. Siguen apareciendo nuevas enfermedades. Los avances
en la ciencia y la tecnología no nos han reportado ninguna felicidad; en lugar de ello nos
hemos vuelto más aprensivos, materialistas y ambiciosos.
¿Por qué está fallando la ciencia moderna? La razón es que en realidad no está muy
desarrollada. Los científicos no pueden ver el alma, que posee una forma trascendental,
y ni siquiera pueden ver la mente, que es material. Pensamos que gozamos de grandes
avances gracias al desarrollo de la tecnología, pero lo único que hemos hecho ha sido
aumentar las necesidades del cuerpo material e ignorar las necesidades del alma. No nos
interesa amar al Señor Supremo, y por lo tanto no tenemos un amor verdadero hacia los
demás.
Confiamos más en nuestros perros y gatos que en nuestras propias familias y amigos.
Los matrimonios no duran mucho y los divorcios están a la orden del día. Los padres
rechazan a sus hijos y los hijos rechazan a sus padres. Casi todo el mundo está
interesado únicamente en dar placer a su cuerpo y a su mente.
Las personas que desean controlar la interminable cadena del nacimiento, la
enfermedad, la vejez y la muerte pueden hacerlo mediante la antigua cultura védica. El
estudio del conocimiento científico moderno no servirá para este propósito. Cuando el
conocimiento científico se desarrolle hasta un nivel más sofisticado, es probable que la
gente tenga la capacidad de controlar finalmente la vejez y la muerte. No obstante, para
llegar a ese punto la sociedad actual tendrá que aprender de nuestra cultura védica.
En los Vedas se cuenta una antigua historia. Hubo una vez un alma autorrealizada de
nombre Yájñavalkya que trabajaba como consejero del famoso y gran rey Janaka.
Profundo conocedor de los Vedas, era plenamente consciente de la presencia del alma y
la Superalma dentro del cuerpo.
Yájñavalkya tenía dos esposas, Maitreyi y Kátyáyaní. Un día, habiendo llegado ya a una
edad avanzada, llamó a sus dos mujeres y les dijo:
—Hemos estado casados durante muchos años. He ganado una considerable fortuna y
poseo numerosas vacas, y también os he dado varios hijos a cada una. Ahora deseo
dividir mis propiedades entre vosotras para que seáis felices el resto de vuestras vidas, y
después os ruego que me permitáis ir al bosque a meditar profundamente en la Suprema
Personalidad de Dios.
Al oír aquello, Kátyáyaní se puso muy contenta y dijo:
—Tu objetivo es meditar en el Señor Supremo, lo cual es maravilloso. Eres mi esposo y
yo te ayudaré en todo.
La respuesta de Maitreyi fue diferente.
—Quisiera hacerte una pregunta —dijo—, y cuando la hayas respondido te podrás ir.
Cuando te vas al bosque es porque no estás satisfecho con el oro y las propiedades que
has acumulado en la vida, y tampoco con tus esposas, tus hijos y tus amigos. ¿Piensas
entonces que esas cosas van a hacernos felices a nosotras?
—Verdaderamente tú eres mi esposa —respondió Yájñavalkya—. Me has
hecho muy feliz con tu pregunta. La respuesta aparece en todos los Vedas. El oro y las
propiedades no pueden dar verdadera felicidad. La posición, la educación, la reputación,
los amigos y la familia no pueden hacer que seamos auténticamente felices. El dinero y
todo lo que se puede comprar con él no puede darnos lo que estamos buscando. Somos
partes integrantes del Señor Supremo y Él es el depositario de toda la felicidad. Por lo
tanto, solo en Él podemos encontrar la felicidad. La verdadera felicidad consiste en
servirlo, mientras que la felicidad que saboreamos en este mundo es insignificante y
pasajera. El Señor Krsna es un océano de gozosas relaciones trascendentales y la
personificación de la felicidad suprema. Solo Él puede satisfacernos; por eso deseo ir al
bosque a alcanzarlo.
Hoy en día el agua, el aire y prácticamente todo está contaminado. Igual que los
océanos están contaminados por sustancias que envenenan a los peces y a quienes se los
comen, la vibración sonora material también contamina y envenena la atmósfera. La
gente utiliza veneno para matar a los insectos y de esa manera contamina los cereales y
envenena a los consumidores de esos cereales. Del mismo modo, la vibración material
sonora en forma de insultos, críticas, peleas y demás, y de hecho cualquier vibración
material, contamina las mentes, los sentidos y los corazones de todos en el mundo
entero. Nosotros podemos contrarrestar esa contaminación y sufrimiento mediante el
canto del mantra Haré Krsna.
Si tiras una piedra a un gran lago, las olas creadas llegarán a todos los extremos del
mismo. Este universo es como un lago. Cuando alguien canta Haré Krsna Haré Krsna
Krsna Krsna Haré Haré, Haré Rama Haré Rama Rama Rama Haré Haré, produce
muchas olas de vibración espiritual, y esas olas lo tocan todo —hasta el final del
mundo— moviéndose de un lado a otro y purificando al universo entero.
El Señor Krsna es inconcebiblemente poderoso. Él puede crear el universo en un
segundo y destruirlo después, y luego volver a crear infinidad de mundos. Ha investido
toda Su misericordia, Su poder y Su opulencia en Sus nombres, y por tanto ellos
también son ilimitadamente poderosos. Pueden viajar muy rápidamente por todo el
universo como vibraciones sonoras y hacer que la polución desaparezca gradualmente.
Los árboles, las enredaderas, los animales y los insectos no pueden hablar ni entender
nuestro idioma, pero todas las criaturas del universo —no solo los seres humanos—
serán afectadas por el poderoso santo nombre, tanto si son conscientes de ello como si
no lo son. Si alguien, consciente o inconscientemente, pone la mano en el fuego, sentirá
sus efectos. Del mismo modo, estos santos nombres inspirarán y purificarán a todos los
seres vivientes. Los árboles, la hierba y los humanos, todos se vuelven afortunados
cuando oyen hablar de Krsna, e incluso las criaturas de la selva se liberan gradualmente
del sufrimiento.
Cuando cantamos en voz alta, todos nuestros sentidos se purifican y no quedan deseos
de criticar y tampoco ningún recuerdo infeliz. Por medio de los esfuerzos materiales no
podemos controlar los pensamientos desagradables y dañinos que entran en nuestras
mentes, pero estos pueden ser fácilmente conquistados mediante el canto. Por medio del
canto, gradualmente nuestros corazones se limpiarán y entonces experimentaremos que
nuestro verdadero interés es el Alma de todas las almas: el Señor Krsna. Al servirlo nos
beneficiaremos tanto a nosotros como al mundo entero.