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Introducción
Hay varios problemas importantes sin resolver relativos al diseño de un sistema útil
para el estadiaje de la endometriosis. Es confuso si la endometriosis es una sola enfermedad
con manifestaciones patológicas múltiples, es decir, peritoneal, ovárico y profunda
(Brosens, 1994; Brosens et al., 1994a, 1994b) o si estas lesiones son expresiones de diversas
etiologías (Nisolle y Donnez, 1997).
El tratamiento quirúrgico de la endometriosis fue la primera propuesta terapéutica
de la que se tiene constancia escrita, cuando Diesterwerg publicó un caso intervenido en
1883 (2) en una mujer “operada dos veces de quistes en la cara posterior del útero que
contenían sangre e histológicamente estaban recubiertos por un epitelio ciliado”. Entonces
la endometriosis no se conocía como tal y hubo que esperar a los trabajos de Sampson
(3,4) para que fuera reconocida, se propusieran las primeras teorías sobre su etiopatogenia y
se denominara con el nombre que hoy seguimos utilizando.
Si miramos hacia atrás podemos decir que ha habido importantes cambios sobre
todo en lo referente al paso del tratamiento radical al conservador (5). Durante algunos
años pensamos que la cirugía unida o no a tratamientos médicos podría controlar la
enfermedad e incluso curarla y realizamos gestos quirúrgicos repetidos en determinadas
pacientes al observar la recidiva. El costo de esos periodos libres de sintomatología, que
supuestamente se consiguieron con la cirugía, fue alto: reducción de la fertilidad e incluso
fallos ováricos precoces en algunas ocasiones. Esa reducción de la fertilidad, según algunos
autores es la consecuencia de una daño cuantitativo, no cualitativo de la reserva ovárica (6,
7), que se pone de manifiesto fundamentalmente durante los ciclos de fecundación in vitro.
Ahora tenemos claro que la endometriosis es una enfermedad crónica cuya
persistencia está íntimamente vinculada a la función ovárica y por tanto su vida va de la
mano de la vida del ovario aunque en su origen existen otros determinantes. Desde que
empezamos a tener en cuenta este aspecto de cronicidad estamos siendo más cautos en lo
que a indicaciones quirúrgicas se refiere, de manera que actualmente podríamos decir de
una forma un tanto simplista que la sintomatología es la que marca la indicación. Algunos
autores incluso van más allá y argumentando las posibles complicaciones del tratamiento
quirúrgico, proponen que la mujeres con endometriosis sintomática deben ser tratadas con
terapia médica en primera línea e incluso en segunda (8). Para estos autores la laparoscopia
quirúrgica debería quedar reservada para aquellas pacientes en las que la segunda línea de
tratamiento ha fallado o está contraindicada por deseo inmediato de gestación.
Se estima que alrededor del 25-50% de las mujeres estériles son diagnosticadas de
endometriosis y que el 30-50 % de las mujeres con endometriosis son estériles, porcentaje
superior al de la población general, que se estima en un 10%.
El uso de las técnicas de reproducción asistida ha aportado información respecto a
posibles causas de los resultados pobres referidos a tasas de gestación en pacientes con
endometriosis: esteroidogénesis deficiente, peor calidad ovocitaria, reducción de la tasa de
división del cigoto, menor índice de fertilización (22,23). Aunque la mayoría de los autores
comunican una menor tasa de gestación en estadios avanzados, no se evidencia un
incremento de las mismas tras el tratamiento quirúrgico de los endometriomas previo a la
realización de FIV-ICSI, tanto en mujeres sintomáticas como asintomáticas (24,25). Por
ello, previo al abordaje de un posible endometrioma ovárico, especialmente si se trata de
una recurrencia, se debe evaluar la reserva folicular mediante la determinación de FSH y
Estradiol basales que, junto con la edad de la mujer, serán elementos importantes a tener en
cuenta para la toma de decisiones.
Bibliografía