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LA FE Y LA SABIDURA

13 Quin es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabidura. 14 Pero si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazn, dejen de presumir y de faltar a la verdad. 15 sa no es la sabidura que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente *humana y diablica. 16 Porque donde hay envidias y rivalidades, tambin hay confusin y toda clase de acciones malvadas. 17 En cambio, la sabidura que desciende del cielo es ante todo pura, y adems pacfica, bondadosa, dcil, llena de compasin y de buenos frutos, imparcial y sincera. 18 En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para[c] los que hacen la paz.

La sabidura terrenal.

La Sabidura celestial.
Las palabras ms comunes para sabidura en el AT son en heb. hakham y formas afines, y en gr. sophia. La sabidura es, en Dios, la comprensin infinita y perfecta de todo lo que es o pudiera ser (Romanos 11:33-36). Dios es la fuente de la sabidura tanto como del poder y por el temor del Seor la sabidura es dada a las personas (Job 28:28; Salmo 111:10). La sabidura es un atributo eminentemente prctico en el hombre, incluyendo habilidad tcnica (xodo 28:3), proeza militar (Isaas 10:13) y astucia para fines cuestionables (1 Reyes 2:6). La sabidura se muestra al obtener los fines deseados por medios efectivos. Las gentes del mundo son a menudo ms sabias en su generacin que los hijos de luz (Lucas 16:8).

La Sabidura celestial.
La sabidura de Salomn era de vastos alcances en su habilidad de estadista (1 Reyes 10:23, 24); en entendimiento de la naturaleza humana (1 Reyes 3:16-25); y en historia natural, literatura y proverbios populares (1 Reyes 4:29-34). La sabidura es personificada (Proverbios 8) en trminos relacionados con el concepto del Verbo en Juan 1:1-18, y lleg a ser uno de los nombres de Dios el Padre y el Hijo, el Espritu Santo siendo el Espritu de Sabidura. La sabidura est ligada con el hacer la voluntad del Seor (Deuteronomio 4:6): rechazar su Palabra es perder la sabidura propia (Jeremas 8:8, 9).

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