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UNIVERSIDAD ALEJANDRO DE HUMBOLDT


FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES
ESCUELA DE COMERCIO INTERNACIONAL

Material de Lectura para


COMERCIO INTERNACIONAL III
Profesor: Pedro J. Rosales

SCHUMACHER: UNA ECONOMÍA HUMANA

“Los seres humanos poseen tanto manos como cerebros y no hay nada que disfruten más
que ser creativos y útilmente productivos, brindar un servicio y actuar en concordancia con
sus impulsos éticos. Lamentablemente, la tecnología moderna frustra en forma creciente la
satisfacción de esas tres necesidades básicas”.
- E. F. Schumacher

Los budistas consideran que el trabajo tiene tres objetivos: proveer un camino para
que la persona utilice y desarrolle sus facultades, ayudarla a trascender su egocentrismo al
unirse a otros en un atarea común y producir bienes y servicios necesarios para la
existencia.

Ernest Friedrich Schumacher un estudiante del budismo, era también un economista


cuya preocupación fundamental fue la calidad de vida humana.

Como estudiante de economía en Rodhes, cuyo consejero económico de la


Comisión Británica del Control de la Alemania de la posguerra, y como principal
economista y jefe de planeamiento del directorio del Carbón de Inglaterra durante veinte
años, Schumacher tenía toda la experiencia y la inteligencia para vérselas con políticas
económicas. Sin embargo, pese a sus abrumadoras credenciales y su refinada educación
científica, Schumacher no temió considerar que el espíritu y la conciencia, los objetivos
éticos y el sentido de la vida son igualmente importantes para la teoría económica.

En febrero de 1974 fue publicado su libro Lo pequeño es hermoso. En él,


Schumacher dijo lo que muchos ya sabíamos pero que aún precisábamos escuchar: que
nuestra felicidad nada tiene que ver con el producto bruto interno. Que preocuparnos sólo
por la producción de bienes materiales y no por la gente es actuar motivados por la codicia.
Y que cuando vivimos en un mundo motivado por la codicia, todos perdemos.

Desde entonces su nombre y sus ideas aparecen en casi todas las propuestas para la
Nueva Era. Fue el primer occidental preocupado seriamente por ese aspecto de la
espiritualidad.

La teoría económica de Schumacher había comenzado a desarrollarse en 1955,


cuando fue invitado a Birmania y otros países en desarrollo para asistir a sus dirigentes a
decidir qué clase de ayuda podía darles Occidente. Schumacher pronto pudo descubrir que,
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en realidad, sólo había un tipo de ayuda, que requería la sustitución de herramientas


primitivas por inmensas maquinarias y tecnologías.

“Pero las naciones en desarrollo no tenían la base industrial que necesitaban para
apoyar tales sistemas tecnológicamente avanzados”, reflexionó, “lo cual significa que esta
'respuesta' que tratamos de forzar a través de sus gargantas no es repuesta. Para que
funcione esta alta tecnología que les damos necesitan realizar una tremenda inversión de
capital –del que carecen- en combustibles, fertilizantes, pesticidas, repuestos, programas de
entrenamiento, una maquinaria complicada, casi inexistente en tales países. Si estos desean
aquellos sistemas y equipos de alta tecnología –nosotros les enseñamos a desearlos- sólo
habrá un lugar del que puedan conseguir tales cosas: de nosotros, a los precios que nosotros
fijemos. Como puede verse, no estamos ofreciendo ninguna solución a las naciones en
desarrollo. Simplemente les mostramos cómo cambiar una forma de esclavitud por otra”.

Schumacher percibió que lo que los países verdaderamente podían utilizar era una
“tecnología intermedia”, que diseñara herramientas, máquinas en pequeña escala, y
métodos de producción, a la medida de los países que la usarían, una tecnología que aun
personas analfabetas pudieran comprender y manejar a nivel de un aldea.

En 1965, Schumacher fundó el Grupo de desarrollo de Tecnología Intermedia


(ITDG) en Londres. Su objetivo fue “facilitar el flujo de información práctica sobre estas
tecnologías, llevar a cabo investigaciones originales sobre nuevos métodos y herramientas
y, en algunos casos, encarar la manufactura de equipos de tecnología intermedia (T.I.)”. Por
ejemplo, uno de los casos que encaró el Grupo fue el de una compañía en Zambia que
quería una máquina que hiciera envases de huevos. Cuando le pidieron a una compañía
europea que se la diseñara, lo único que consiguieron fue una propuesta para construir una
máquina inmensa que confeccionaría millones de envases de huevos por mes. “Ello estaba
mucho más allá de las necesidades o recursos de Zambia” dijo Schumacher, “de modo que
nosotros diseñamos una mini-planta empaquetadora. Que es lo que la compañía de Zambia
realmente necesitaba; y pronto nuestra pequeña planta fue pedida por otros países del tercer
Mundo; y después por España y Canadá y hasta los Estados Unidos. Esta y otras
experiencias similares nos enseñaron que las así llamadas “naciones desarrolladas” precisan
asistencia para reducir la escala de sus tecnologías tanto como los países emergentes
precisan asistencia para aumentar esa escala”.

Mientras vivía en Birmania, Schumacher estudió en una escuela budista. “por


primera vez” dijo, “advertí que uno no encuentra la claridad en la mente, sino en el
corazón. Y el corazón no nos hablará a menos que seamos capaces de silenciarnos y de
liberarnos de amos como la envidia y la codicia. Pero si lograos hacerlo, descubriremos, en
la quietud que sobreviene, ráfagas de sabiduría que no pueden adquirirse de ninguna otra
manera. Comenzaremos a ver las cosas como realmente son. A esto los budistas lo llaman
vipassana. Pues bien: yo no afirmo haber obtenido vipassana, pero volví de Birmania con
una perspectiva diferente. Y al comienzo, al ver mi vida bajo esta nueva luz, me sentí muy
infeliz. Todo lo que había estado haciendo hasta entonces carecía de sentido. Pero luego me
di cuenta de que la vida debe continuar y de que yo de día aplicar mis nuevos
conocimientos a lo que era el trabajo de mi vida. Y luché por esto, dando conferencias y
escribiendo ensayos, que eventualmente fueron compilados en Lo pequeño es hermoso. De
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modo que no me propuse cambiar la teoría económica. Me propuse hallar las respuestas a
las preguntas metafísicas que me perturbaban. Lo pequeño es hermoso fue sólo uno de los
resultados de esa búsqueda personal”.

También fue en Birmania donde Schumacher descubrió que el ingreso per cápita y
las estadísticas pueden ser totalmente engañosas cuando se usan para evaluar la calidad de
vida cotidiana. Birmania tenía un ingreso anual per cápita de $50 dólares en 1955; no
obstante Schumacher halló gente que vivía feliz, que comía y vestía bien, que vivía en
hermosas casas apropiadas para el clima de su país. Sin ningún instrumento para ahorrar
tiempo, esta gente tenía de ocio en abundancia. Las vidas sencillas y elegantes de los
birmanos contrastaban drásticamente con la teoría occidental de que “más es mejor”.
Schumacher advirtió que la vida en los EE.UU. y en Alemania estaba llena de presiones y
agitación, mientras que Inglaterra en ese momento estaría más o menos en el medio, un
poco de subdesarrollada y otro poco sobre desarrollada, y se dio cuanta de que él se sentía
más confortable en Inglaterra. Todo esto le dio la idea de formular una primera Ley de la
Economía: “La cantidad de ocio real de que puede disfrutar una sociedad tiende a estar en
proporción inversa a la cantidad de maquinaria que emplee”.

En Lo pequeño es hermoso, Schumacher señaló también la diferencia entre la


economía moderna y la budista. En la primera, un economista se acostumbra medir el
estándar de vida por la cantidad de consumo anual, con la premisa de que quien más
consume vive mejor que quien consume menos.

Por otro lado, un economista budista consideraría que el consumo es un simple


medio de bienestar, y se propondría el objetivo de maximizar el bienestar mientras se
minimiza el consumo. En tanto el economista moderno considera al trabajo apenas un mal
necesario, el budista consideraría al trabajo un vehículo fundamental para formar el carácter
de las personas, tonel añadido de que el budismo cree que la purificación del carácter es la
esencia de la civilización.

“Marx tenía razón cuando dijo, hace 150 años: 'Tengan cuidado, porque si
construyen demasiadas máquinas útiles, pronto aparecerán demasiadas personas inútiles”,
señaló Schumacher, para referirse a la teoría de que “más en mejor”. Hoy todo se ha vuelto
demasiado complejo y –tal como Marx pudo anticipar- esta complejidad y sofistificación
nos ha vuelto inútiles, nos distrae, nos llena de tensión, empequeñece nuestras mentes, nos
hace tan aburridos y especializados que ya no tenemos siquiera tiempo para ser un poco
más sabios.

De alguna manera hemos “avanzado” hacia el infierno. Tenemos sociedades ricas en


recursos pero pobres en objetivos, y creo que vale la pena cambiar esta situación. Una
tecnología más amable, una tecnología con rostro humano, puede retomar el control del
trabajo que hoy tienen las máquinas y ponerlo de nuevo en las manos del trabajador común.
Se trata sólo de devolver una escala humana a nuestra sociedad, de que la gente de una vez
se ha cargo de su propio destino. Se trata de derrocar la máquina por el bien de la
herramienta. Como dijera Gandhi, no necesitamos producción en masas, sino producción a
cargo de las masas.
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La tecnología intermedia que haría posible esta producción en mano de las masas es
abrumadoramente superior a la tecnología primitiva de los tiempos idos, pero mucho más
sencilla, menos más cara y menos opresiva que la hipertecnología que hoy domina nuestras
sociedades, con una concentración de gente en ciudades sobrepobladas, con su inherente
violencia al ser ecológicamente dañina y embrutecedora para los individuos que deben
hacerla funcionar. En cuanto a la tecnología intermedia, uno puede llamarla una tecnología
de “auto-ayuda”, o “democrática” o “del pueblo”. Yo la llamo la esperanza del Futuro.

E. Fritz Schumacher es un fuerte adepto a las organizaciones pequeñas ya que en


éstas se pueden desarrollar esquemas participativos, relacionar los esfuerzos con las
recompensas, y el propietario desarrolla su rol en forma natural y equitativa. En empresas
medianas muchas estas virtudes comienzan a diluirse y sus aportes no se hacen visibles.
Finalmente en las grandes corporaciones la entidad en sí misma no es más que una ficción
ya que permite a los accionistas vivir como parásitos depredando lo que otros trabajan. No
hay duda que por sobre todo para Schumacher “lo pequeño es realmente hermoso”. Ver
también: G. McRobie “Small es possible”, Harper & Row – 1981.

Schumacher contempla nuestro mundo según su libro, “lo pequeño es hermoso”:

EL MUNDO MODERNO
1. El problema de la producción: Uno de los errores más proféticos de nuestra edad es
la creencia que hemos solucionado el problema de la producción.
2. Nuestro sistema vive del capital irreemplazable que trata como renta.

1. Son:
Combustibles Fósiles.
Los márgenes de la tolerancia de la naturaleza.
Sustancia humana.

2. Paz y permanencia.

Estándares económicos occidentales proponen que:

La prosperidad del Universal es posible.


Su logro es posible en base a “que se enriquecen”.
Este es el camino viable para la paz.

Problemas con esto:


1. Gente rica utiliza mucho más combustible, el cual se está agotando.
2. Una actitud respecto a la vida que busca el cumplimiento en la búsqueda única
abundancia-en la búsqueda mental de riqueza, el materialismo- no cabe en este
mundo porque no contiene dentro de sí mismo ningún principio limitador, mientras
que el ambiente en el cual se pone se limita terminantemente.
3. Mucha gente cree que la “ciencia encontrará una manera de relucir y brillar”- tal
vez. Pero solamente si hay un cambio consciente y fundamentalmente en la
dirección del esfuerzo científico. La ciencia puede traer, a menudo, sin embargo
resultados negativos.
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4. La prosperidad se alcanza con la acaricia que explota lo no renovable.


5. El hombre es demasiado listo para sobrevivir sin la sabiduría. Nadie realmente está
trabajando para la paz a menos que él esté trabajando para la restauración de la
sabiduría.
6. Desde un punto de vista económico, el concepto central de la sabiduría es
permanencia. Debemos estudiar la economía de la permanencia. Nada tiene sentido
económico a menos que su continuación para largo plazo pueda ser proyectada sin
el funcionamiento en absurdidades. Gandhi dijo: “la tierra proporciona suficiente
para satisfacer la necesidad de cada hombre, pero no la avaricia de cada hombre”.
7. Cada aumento de necesidades tiende a aumentar su dependencia del excedente
exterior de las fuerzas que uno no puede tener control y por lo tanto aumenta
miedos existenciales- que serían las primeras causas de la guerra.
8. La sabiduría exige una reorientación de la ciencia y de la tecnología hacia lo
orgánico, el apacible, el no-violento, el elegante y el hermoso.
Debemos buscar una revolución en tecnología para darnos las invenciones y las
máquinas que reinvierten las tendencias destructivas ahora que nos amenazan todos.

De científicos y de tecnólogos necesitamos los métodos y el equipo que son:


• Lo suficientemente barato de forma que sean tan accesibles virtualmente a todos.
• Convenientemente para el uso en reducida escala y;
• Compatible con la necesidad del hombre por la creatividad.

De estos tres viene la no-violencia y una relación del hombre con la naturaleza que
garantiza su permanencia. Si de los 3, alguno se descuida las cosas están destinadas a ir
mal.

A. ¿Cuánto es “bastante” barato? Schumacher cree que los costos de la cantidad media
de inversión de capitales, por lugar de trabajo, deben ser iguales que las ganancias
de un trabajador industrial capaz y ambicioso. Si perceptiblemente es alta, entonces
la sociedad es probable funcionar en serios apuros: concentración indebida de la
abundancia y de la energía entre los pocos privilegiados; un problema de aumento
de esto es que no pueden ser integradas en sociedad y constituyen una amenaza cada
vez mayor; desempleo 'estructura'; mala distribución de la población debido a la
urbanización excesiva; y frustración y enajenación general, con índices de crimen
altísimos, y así sucesivamente.
B. Las operaciones de una escala generalmente más pequeña son menos destructivas
que las más grandes.
C. Quizás el más importante de todos los trabajos es aquel que es humano y bueno para
el cuerpo y el alma. Esto se puede encontrar solamente en sí mismo.”UNA ONZA
DE PRÁCTICA VALE UNA TONELADA DE LA TEORÍA” tal como dice
Schumacher.

D. F. Schumacher murió en 1978. Sus palabras y su obra se vuelven más relevantes


cada día. Como él nos ha dicho, tenemos dos grandes maestros en la vida: la
naturaleza, y la sabiduría de los tiempos encarnada en las grandes enseñanzas
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religiosas del mundo. Poner a un lado la codicia para dar lugar al bien, la verdad y
la belleza es ofrecer a nuestras vidas valores por los que vale la pena luchar y vivir.

Obras de E.F. Schumacher


- Lo pequeño es hermoso (Editorial Blume, de Barcelona) (no se consigue)
- Guía para los perplejos (Editorial Debate – Madrid) (no se consigue)
- El buen trabajo (Editorial Debate – Madrid) (no se consigue)
Varios autores:
- Para Schumacher (H. Blume Ediciones-Madrid) (no se consigue)
SHUMACHER COLLEGE. The Administrator, Dartington Hall, Totnes, Devon
TQ96EL, Inglaterra. “Centro internacional dedicado al estudio y la práctica de valores
espirituales y ecológicos. Desde 1991, y con una mansión medieval como campus,
organizan cursos de dos a cuatro semanas a cargo de destacados personajes, entre otros
Henderson, R. Sheldrake, T. Rozak.

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