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DESARROLLO DE COMPETENCIAS
INTERCULTURALES EN EL ALUMNADO
1. INTRODUCCIÓN
2. LAS COMPETENCIAS INTERCULTURALES: HACIA LA EFICACIA
INTERCULTURAL
3. QUÉ SABER: CONOCIMIENTO CONCEPTUAL
3.1. Conociendo la propia cultura
3.2. Conociendo otras culturas
4. PERCEPCIONES, ACTITUDES Y VALORES
4.1. La identidad cultural, la identidad personal
4.2. Estereotipos y prejuicios
4.3. Comprensión de las diferencias y respeto hacia la diversidad
5. SABER HACER, SABER CÓMO: HABILIDADES Y PROCEDIMIENTOS
5.1. Habilidades comunicativas
5.2. Habilidades colaborativas
5.3. Estilos cognitivos y de aprendizaje
5.4. Resolución de conflictos
La orientación educativa desde una perspectiva intercultural
1. INTRODUCCIÓN
Una vez que tengamos medianamente esta primera cuestión, debemos concretar
las diferentes competencias a desarrollar. Con esto, lo que estamos haciendo no es otra
cosa que llegar a plantear y determinar aquellos objetivos educativos que consideramos
convenientes alcanzar desde un enfoque intercultural. Finalmente, se trataría de llegar a
clarificar lo más posible cómo enseñar y evaluar esas diferentes competencias.
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Desarrollo de competencias interculturales en el alumnado
Además de los objetivos que se plantean, es necesario tener en cuenta que los
objetivos educativos que se proponen en el centro educativo, deben ser los mismos para
todos. Es decir, debemos garantizar una igualdad de resultados educativos de los
alumnos. Los logros finales deben ser los mismos para todos.
¿Cuáles son los indicadores que corresponden a cada una de estas competencias?
¿Con qué actividades y recursos podemos abordar el desarrollo de tales competencias?
En los siguientes apartados se pretende dar respuesta a estas preguntas, al menos de
forma introductoria. En ellos se especifican los indicadores que definen cada una de las
competencias identificadas (Harewood-Jones y Foster, 1998) y se proponen actividades
adecuadas a los niveles de enseñanza primaria y secundaria, adaptadas a nuestro
contexto.
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La orientación educativa desde una perspectiva intercultural
esta valoración como algo externo, y generalizado. Es necesario que el propio alumno
llegue a descubrir aquellos aspectos que le agradan y los que no de su propia cultura, y
que sea él o ella quién comience a tomar partido ante aquellas cosas que no le gustan, o
a valorar y darle el lugar que le corresponden a aquellos aspectos que considera
indispensables.
Tampoco debemos caer en el error de considerar que una cultura se reduce a una
serie de elementos enumerables, y mucho menos que estos supuestos elementos sean
compartidos por cada uno de los miembros que componen un determinado grupo (véase
el capítulo 1). Es preciso evitar los estereotipos y las generalizaciones, lo que puede
hacerse fomentando el pensamiento crítico de nuestro alumnado.
a) Mi árbol familiar
Los alumnos disponen del dibujo de un árbol y en sus ramas y hojas sitúan a sus
parientes, señalan sus relaciones y acontecimientos familiares importantes. En casa, con
sus padres, revisan y comentan la historia allí contada. En secundaria una actividad de
interés sería la de compartir con los estudiantes algunas características que se
consideren relevantes desde el punto de vista cultural. Para ello un posible
procedimiento sería:
Pedir a los jóvenes que aporten objetos o enuncien afirmaciones que sean
representativos de su familia, de su propia cultura.
Recurrir a padres, abuelos y otros parientes para obtener esta información.
Comentar en clase las diferencias y semejanzas y el significado de lo
aportado por cada uno de ellos.
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Una de las cosas que nos caracterizan, y no sólo a los niños, es la capacidad y la
necesidad de juego. Se sugiere la realización de diferentes juegos específicos de
diferentes culturas. Resultaría muy apropiado favorecer que los propios alumnos, de
otros países o zonas, nos enseñaran los juegos típicos de su país, región o localidad. Se
resalta de esta manera la importancia del conocimiento, la experiencia y la cultura del
alumno. Podemos encontrar una colección de juegos de otros países en:
Agudo, D., Mínguez, R., Rojas García, C., Ruiz, M., Salvador, R. y Larén, J.
(2002): Juegos de todas las culturas. Juego, danza, música, desde una
perspectiva intercultural. Zaragoza: Inde. Este libro es fruto de un grupo de
trabajo de profesores de educación física. Una alternativa similar se puede
favorecer en su contexto de trabajo, anímese a trabajar con otros compañeros
que comparten intereses similares y a elaborar y desarrollar propuestas
específicas de trabajo.
d) Entrevistas
Con objeto de favorecer un mejor conocimiento de los demás, los alumnos
pueden realizar entrevistas a miembros de la comunidad de diferentes grupos o culturas.
Se trataría de conocer cuáles son sus costumbres, hábitos, tradiciones, formas de vida,
expectativas... Una alternativa podría ser la realización de una entrevista a los alumnos
del centro sobre las características específicas de cada uno de los grupos presentes,
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La orientación educativa desde una perspectiva intercultural
d) Otras actividades
Otras competencias esenciales son las relacionadas con las variables emotivas y
afectivas implicadas en nuestra conducta y pensamiento. Cuando nos relacionamos con
otras personas lo hacemos en gran medida en función de cómo nos sentimos y
percibimos, es por ello necesario favorecer el desarrollo de una identidad positiva, ésta
como veremos se encuentra íntimamente relacionada con otros constructos elaborados
desde la psicología como puede ser la autoestima o el autoconcepto.
Por otro lado, nos centraremos en aquellas actitudes y percepciones que tenemos
sobre los demás. Nos centraremos de esta manera en diferentes actividades que pueden
servirnos para tomar conciencia de los estereotipos y prejuicios que tenemos (véase el
capítulo 2).
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experiencias que podemos tener, nos llevan a mantener cierto tipo de relaciones, a
partir, entre otros aspectos, de nuestras percepciones personales. Esta forma de
percibirnos a nosotros mismos condicionan en gran medida las relaciones que tenemos
con los demás, y las formas de desenvolvernos y relacionarnos en contextos diferentes.
La noción de identidad cultural encierra por tanto la idea de que por pertenecer a
un grupo determinado poseemos una serie de rasgos específicos que nos pueden definir.
Con frecuencia, las generalizaciones sobre las características de un grupo se deben a
reduccionismos excesivos, que con cierta naturalidad tendemos a elaborar para dotar de
cierto orden y regularidad la realidad que nos rodea. Es cierto que pertenecer a un grupo
determinado nos ayuda a conformar nuestra forma de ver las cosas, pero también es
cierto que las experiencias personales que vivimos no se ven condicionadas
exclusivamente por la pertenencia o no a un grupo determinado. Nuestro campo de
actuación se ve ampliado por diferentes contextos específicos y por relaciones con
personas muy diversas. A partir de estas interacciones la configuración de la persona
como tal se va difuminando, no siendo algo tan nítido como lo que podríamos esperar
por poder pertenecer a un grupo u otro.
Por ello, uno de los aspectos que debemos tener presente, como educadores y
orientadores, es el desarrollo y la construcción de una identidad personal adecuada. Es
preciso fomentar una postura flexible que nos haga tomar conciencia de aquellos
aspectos que consideramos positivos de nuestra cultura o culturas. Debemos por tanto
favorecer el conocimiento y la reflexión sobre nuestros propios patrones culturales, pero
promoviendo la interacción y la reflexión compartida, que nos lleve a cuestionar
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muchas de las costumbres que se mantienen sin realizar una reflexión profunda sobre
distintos temas.
El concepto de identidad tiene por tanto mucho que ver con el concepto de
cultura, como sistema de representaciones y percepciones, cambiantes y dinámico. En
este sentido, debemos tener también bastante cuidado con la sensación de desarraigo
que en la escuela podemos generar cuando se minusvaloran las características propias
de un grupo determinado y se realzan las de otros. El discurso y los argumentos dados
en contra de las posturas asimilacionistas tendrían aquí todo su sentido.
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Desarrollo de competencias interculturales en el alumnado
Con esta actividad (Andalucía Acoge y Red Acoge, 2002) se pretende llegar a
tomar conciencia de los diferentes factores que constituyen la identidad. Se trata de
pegar diferentes carteles con los rótulos que a continuación enumeramos (pueden ser
éstos, o pueden ser otros, aquellos que consideres más adecuados para tu grupo):
Me siento ciudadano del mundo, miembro de la comuniad humana, más allá
de las fronteras...
Me siento cristiano, musulmán, libre pensador, laico...
Me siento inmigrante, refugiado, de una generación mestiza, de otro lugar,
extranjero, de ninguna parte ...
Me siento belga, turco, marroquí, italiano ...
Me siento de mi ciudad, de mi región, de mi pueblo ...
Me siento estudiante, profesor, parado... de mi medio profesional
Existen estudios que confirman que desde muy pequeños podemos comenzar a
tomar conciencia de las diferencias (físicas, de color) entre los niños, mostrándose
actitudes y reacciones específicas ante los miembros de diferentes grupos a la edad de 4
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La orientación educativa desde una perspectiva intercultural
años. A partir de los ocho años este tipo de actitudes se suelen consolidar (Sandín,
1999).
Los niños van aprendiendo las etiquetas que los adultos utilizan para designar a
determinados grupos, así como los sentimientos y actitudes que se relacionan con ellas.
Alrededor de los seis años comienzan a diferenciar al propio grupo, sobrevalorándolo, e
infravalorando a los miembros de otros grupos. Este comportamiento no siempre se da,
se ha encontrado que niños de grupos en desventaja desarrollan valoraciones en contra
de la propia identidad, valorando como buenos a los otros grupos (Díaz-Aguado, 2003).
Es esencial fomentar el desarrollo de una concepción adecuada del otro que vaya
más allá de las diferencias externas, y que ayuden a conocer al otro como persona,
evitando prejuicios y actitudes negativas hacia los demás. Un punto de partida
fundamental y previo a la toma de conciencia y reflexión sobre las actitudes que
tenemos hacia los demás es que los propios profesores realicen previamente este
esfuerzo. Es decir, antes de comenzar a trabajar nada sobre prejuicios y estereotipos
debemos ser conscientes de los que tenemos como profesores. Nosotros también los
tenemos, y en gran medida pueden condicionar el tratamiento que le demos a nuestros
alumnos, las estrategias comunicativas que utilicemos, etc.
a) Mi idea
La primera actividad que planteamos se titula “Mi idea” (Gómez Lara, 2003).
Tiene como objetivo ayudar a tomar conciencia de las percepciones que tenemos de los
demás y contrastarla con las percepciones que tienen otros.
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Después de esto, se ponen en común las ideas dadas por todos (se puede decir de
manera hablada, recoger en la pizarra, hacer un mural con las respuestas dadas por cada
uno, etc.). No debemos centrarnos en quién ha dicho cada idea, ni si es positiva o no,
no se trata de juzgar a las personas que hablan sino de valorar la mejor o mayor
adecuación de cada idea, lo racional o irracional de cada idea, y a partir de ahí hacernos
a todos pensar un poco .
Se ofrecen listados de palabras, y los alumnos deben decir aquellas palabras que
les sugieren. De esta manera, se pueden llegar a comprobar cuáles son las asociaciones
más frecuentes que solemos realizar: perro, azul, casa, fuerza, casa, árabe, mujer, negro,
etc. Los listados de palabras se pueden modificar y elegir en función de las necesidades
que consideremos oportunas (Colectivo AMANI, 1994).
Puede ser oportuno que no se centre sólo la atención en las noticias negativas
sino resaltar aquellas positivas. Una variante podría ser la redacción por parte de los
alumnos de la noticia, resaltando u ofreciendo otro enfoque que ellos consideraran más
adecuado (Luque, Molina y Navarro, 2000).
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d) Juegos de rol
Se trata de vivenciar algunas situaciones en las que sabemos por experiencia, por
nuestra propia observación o porque alguien nos lo ha comentado, que se da alguna
discriminación. Los alumnos hacen de discriminados o no, y se comenta posteriormente
que es lo que se siente y piensa en cada uno de los papeles. Algunas situaciones que
pueden dar algo de juego son:
Vemos en la prensa un anuncio de una tienda de informática, en la imagen
aparece una persona negra, probablemente el dependiente, soriente y afable. A
partir de ahí, se puede dramatizar: nos fiamos de la calidad de los componentes
que vende, etc.
Esto me lo contó una amiga, dos personas negras hablando en francés en el
metro, una de pie y otra sentada, el que se encontraba de pie se quejaba (mi
amiga hablaba francés) de que nadie se sentaba en el asiento libre que había al
lado de su compañero. Había gran cantidad de gente de pie y nadie se sentaba.
¿Qué piensa la persona que está de pie?, ¿qué piensan el resto que no se
sientan?, etc.
Persona sudamericana que llama al teléfono de una anuncio para alquilar un
piso, ante la que se encuentra un trato discriminatorio por el acento de voz.
En un accidente de tráfico hay un hombre y una mujer discutiendo y al llegar el
guardia de tráfico considera que la culpable ha sido la mujer.
Cualquier situación que hayas vivido o que los alumnos se inventen puede
servir.
e) Otras actividades
Una actividad adecuada es ejemplificar situaciones en las que se estereotipa y se
prejuzga al otro. Para ello un posible procedimiento es:
Pedir al estudiante que exponga conductas que no le gustan. Inventar historias
sobre personas basadas en aplicarle estas conductas y generalizar (p.e., Luis
copió en el examen/ Luis juega bien al fútbol/ Todos los que juegan bien al
fútbol copian en los exámenes).
Pedir a los alumnos que expliquen por qué este tipo de juicios, de deducciones,
son absurdas e inaceptables.
Analizar cómo este tipo de generalizaciones absurdas están en la base de alguna
de nuestras conductas y tienen como efecto la discriminación.
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Según la edad de los participantes, podremos pedirles que analicen el por qué de
tales diferencias, una explicación a la diversidad y las consecuencias de la misma. Así,
con los estudiantes de enseñanza secundaria se podrá comentar acerca de los diversos
estilos de vida de las personas que conocen (directamente, a través de los medios de
comunicación, de experiencias narradas por familiares o amigos) y analizar las
consecuencias, ventajas y sacrificios que comportan. Un buen recurso en estas edades
son programas y series de televisión, como “Doctor en Alaska”.
Es necesario hacer tomar conciencia de que las diferencias existentes entre las
personas suelen ser mucho más superficiales que los elementos y aspectos que
compartimos (ilusiones, sentimientos, pensamientos, creencias, etc.), carguemos las
tintas sobre las semejanzas. Los alumnos pueden realizar una lista con aquellas cosas
que más valoran y reflexionar posteriormente sobre las semejanzas entre ellos.
Una excusa para favorecer la reflexión puede ser el siguiente cuento de Giani
Rodari (2000:102) (se aconseja la lectura de la obra completa, así como otros trabajos
del autor que pueden ayudar a favorecer la creatividad y la invención de historias,
véanse las referencias bibliográficas):
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Uno y siete
He conocido a un niño que era siete niños.
Vivía en Roma, se llamaba Paolo y su padre era tranviario.
Pero también vivía en París, se llamaba Jean y su padre trabajaba en una fábrica de
automóviles.
Pero también vivía en Berlín, y allá se llamaba Kurt y su padre era profesor de violoncelo.
Pero también vivía en Moscú, se llamaba Yuri, como el astronauta Gagarin, y su padre era
albañil y estudiaba matemáticas.
Pero también vivía en Nueva York, se llamaba Jimmy y su padre tenía una gasolinera.
¿Cuántos he dicho? Cinco. Faltan dos:
Uno se llamaba Chu, vivía en Shangai y su padre era pescador; el último se llamaba Pablo,
vivía en Buenos Aires y su padre era pintor de brocha gorda.
Paola, Jean, Kurt, Yuri, Jimmy, Chu y Pablo eran siete, pero eran a la vez el mismo niño
que tenía ocho años, sabía leer y escribir e iba en bicicleta sin poner las manos en el
manillar.
Paolo era moreno, Jean rubio y Kurt castaño, pero eran el mismo niño. Yuri tenía la piel
blanca y Chu la piel amarilla, pero eran el mismo niño. Pablo iba al cine en español y
Jimmy en inglés, pero eran el mino niño y reían en el mismo idioma.
Ahora los siete son mayores y ya no podrán hacerse la guerra, porque los siete son un solo
hombre.
Rodari, G. (2000): Cuentos por teléfono. Barcelona: Editorial Juventud, pág. 102.
Con esta actividad se pretende que los alumnos realicen un mural, en el que se
planteen ideas para un guión publicitario (Sánchez y Mesa, 2002). Una vez realizado el
mural se expondrá en todo el grupo, intentado explicar que pretendía reflejar y estando
abiertos a las preguntas del resto del grupo. Otra variante puede ser el desarrollo o
elaboración de un eslogan publicitario, de un decálogo de la tolerancia, etc. (Luque,
Molina y Navarro, 2000).
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Desarrollo de competencias interculturales en el alumnado
La empatía es la capacidad que tenemos para ponernos en el lugar del otro, con
objeto de llegar a comprender las concepciones y percepciones que tiene, los motivos y
razones de su comportamiento, sus sentimientos, pensamientos, etc. En la escuela
algunas actividades de dramatización pueden ayudarnos a vivenciar diferentes
situaciones y desde diferentes puntos de vista (Callejón, 2001).
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b) El lenguaje corporal
c) La escucha activa
Actividades como las relativas a las técnicas del rumor (sacar a algún alumno
de la clase y después éste debe explicar algo a los compañeros, e ir viendo cómo se
tergiversa la narración) pueden ser apropiadas. Aprender a escuchar es algo que
debemos enseñar. El modelado o la dramatización pueden ser estrategias adecuadas
para su enseñanza.
d) Modelos lingüísticos
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Desarrollo de competencias interculturales en el alumnado
una lengua puede plantearse de manera transversal a todas las áreas del currículo, todos
los profesores precisan la necesidad de llegar a comunicarse con sus alumnos, y todos
ellos pueden favorecer en alguna medida la comprensión por parte de los alumnos.
De nuevo, las estrategias colaborativas entre los alumnos puede ser una
respuesta bastante adecuada, introduciendo dinámicas con un cierto carácter lúdico que
quiten dramatismo a las situaciones vividas por los alumnos que no dominan la lengua.
Simplemente una idea que le permita ponerse en el lugar del otro: ¿ha viajado a algún
país extranjero en el que no se hable su lengua materna y que no dominara la lengua del
mismo?, ¿cómo se sentía?, ¿qué experiencias vivió?, en cualquier caso es fácilmente
imaginable, y podemos ser conscientes de que debemos favorecer el aprendizaje de una
segunda lengua que permita la integración y adaptación rápida de los alumnos a los
nuevos contextos en los que se están introduciendo.
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a) Confianza
b) Cooperación
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La orientación educativa desde una perspectiva intercultural
dinámicas de las aulas. El tema del conflicto no debemos entenderlo como algo
negativo, como una consecuencia inescrutable a la que debemos enfrentarnos. El
conflicto, y extendiendo los postulados piagetianos del conflicto cognitivo al del de las
relaciones sociales, está en la base de la mejora y armonización de las situaciones.
Podemos postular que tendemos continuamente hacia un reequilibramiento de las
situaciones, y con objeto del mismo, y de manera natural y consustancial a las
relaciones sociales, pueden surgir determinados conflictos que ayuden a normalizar y
equilibrar las relaciones y contextos en los que nos movemos.
Es necesario mantener una actitud equilibrada entre las dos o más posturas en
discordia, de manera que se llegue a un consenso lo más adecuado posible. De nuevo la
flexibilidad de pensamiento debe estar en la base de este tipo de dificultades.
Lleve a la práctica algunas de las actividades propuestas, valórelas, realice los ajustes que
considere oportunos.
Empiece a elaborar un banco de actividades específicas para desarrollar cada una de las
competencias y aspectos que estamos señalando. Puede ir así enriqueciendo su biblioteca
personal, de aula y centro.
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