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Laura Giordani. La Unidad del universo.

José Garés Crespo

Laura Giordani nació en la ciudad de Córdoba (Argentina) De niña se exilia con


su familia en España, viviendo alternativamente en estos dos países. Realiza estudios de
psicología, bellas artes y filología inglesa. Su obra muestra una gran madurez y un hábil
manejo de los recursos de la lengua, de manera que el lector se desliza suavemente por
sus versos sin apenas percibir que va cayendo en un riquísimo mundo de imágenes leves
y envolventes.
El resultado es una sensación profunda y serena con las suficientes dosis de
rechazo, frente a mucho de lo que nos rodea, para producir un sentimiento agridulce.

El pasado 23 de Septiembre, en una mesa redonda en Teruel, Laura Giordani,


hablando del compromiso de la poesía decía:

“es imposible no comprometerse de algún modo: lo quiera o no, el poeta está


inmerso en una realidad histórico-social, una lengua, un presente con su trepidación y
sufrimiento; aún su silencio ante determinadas injusticias de su tiempo es una manera
de compromiso con lo establecido, con las condiciones que posibilitan ese presente”.

Con esta evidencia cierra la poeta el interminable debate, que en círculo se abre
y se cierra de manera cíclica, sobre el compromiso social del poeta y con el que estamos
de acuerdo. De este modo, podríamos decir que es imposible, ontológicamente
hablando, vivir en este mundo, el único posible, sin estar en él. Otra cosa es cómo, y
sobre todo el cómo, a partir de este compromiso, construye su poesía Laura Giordani.

Es conocido que no siempre el poeta acierta a la hora de autodefinir el contenido


de su poesía, ni tampoco las técnicas utilizadas. Ni falta que hace, añadimos nosotros.
Pero, en tanto que lectores interesados en descubrir por qué la poesía de Giordani nos
emociona, en una primera aproximación, deberíamos delimitar hacia dónde dirigimos
nuestra atención en la lectura, sin abandonar su voluntad de compromiso. Lo cual nos
conduce a plantearnos qué tipo de compromiso, frente a qué, y sobre todo, mediante qué
elementos de la realidad, plural y ambigua como se nos presenta, se fija la actitud
comprometida de la poeta. Este es nuestro intento, aceptando de entrada que es una de
las posibles maneras de aproximarse, ni la única ni previsiblemente la más global.

Nuestra tesis es que la poesía de Giordani tiene un fuerte componente místico-


panteísta. Ambos términos están suficientemente usados con distintas significaciones,
por lo que parece prudente delimitar en que sentido las usamos aquí.

Al hablar de la mística, existe la tendencia a caer en el tópico de considerarla,


tanto en el ámbito de la filosofía y en el de la literatura, como una corriente de
pensamiento desarraigada de este mundo, incapaz de saborear los pequeños placeres de
este valle de lágrimas e incluso de apreciar lo humano si no es mediante la luz divina y
para venerar al creador último de cuanto nos rodea. De hecho, más allá de las
diferencias entre las diferentes escuelas o manifestaciones del misticismo aparecidas en
la cultura occidental y que podríamos situar, entre los dominicos alemanes del siglo
XIV ( Dietrich, Erkhart etc.), y los carmelitas españoles del XVI (Santa Teresa, San
Juan de la Cruz, etc.), todos ellos tienen en común la posibilidad de que el hombre, ser
físico y finito, alcance en determinados instantes de la vida terrenal, la unión espiritual
con Dios, ser inmaterial e infinito. Ese dualismo, dios-hombre lo rompe Giordani
mediante una concepción panteísta de la vida y el mundo, uniendo lo que las religiones
han separado. Todo es uno en lo esencial y la vez distinto en su manifestación:

…compasión de la arena en la que


la piedra disuelve su recuerdo de la altura;

Pero es a partir de los estudios que sobre el misticismo realizan diversos autores
de las escuelas estructuralista y constructivista donde se hace evidente que los grandes
místicos que en la historia han sido, lo fueron fundamentalmente por ser maestros de la
palabra y excelentes poetas. Tal es el caso de la española Santa Teresa, del musulmán
andalusí Ibn Arabí o del judío Maimónides.

Curiosamente, dato importante, los tres místicos-poetas vivieron enfrentados a


las respectivas jerarquías religiosas de su religión y época. En concreto la poesía mística
española, cuyos máximos exponentes son San Juan, Santa Teresa y Fray Luis de León,
sufrieron persecución por parte de la Inquisición y San Juan y Fray Luis, además cárcel.
Eran tiempos de la Contrarreforma y el Concilio de Trento estaba en pleno
furor, a la vez que se iniciaba la decadencia del imperio español, no solo económica y
militar, sino también moral, en clara reacción ultra, frente a los aires progresistas que
dieron origen al renacimiento. Baste recordar y comparar los interesantes estudios que
sobre el Renacimiento hizo Ágnes Héller, bajo la dirección de Luckács, y el que realizó
magistralmente José Antonio Maravall sobre la Cultura del Barroco. Desde esta
perspectiva, los conocidos versos de F. Luis de León:

“Qué descansada vida


la del que huye del mundanal ruido,”

significaron y representan, la repulsa consciente y crítica a la decadencia de la


monarquía y la aristocracia de su tiempo, y también, como señala Iris M. Zabala, el
desengaño frente a la naciente burguesía que se integró en la monarquía y la iglesia,
buscando participar de las estructuras de poder político y económico, en absoluta
contradicción con lo que las burguesías del centro de Europa hacían y para lo que
ondearon el luteranismo como bandera. Retengamos, pues, esta esquemática síntesis de
estos poetas: decepción y repulsa frente al contexto histórico y social, con la
consiguiente búsqueda-huida, mediante la palabra escrita, el poema.

Muchos son los historiadores que han señalado los numerosos comportamientos
y las actitudes que aparecen con significativa semejanza entre los siglos XVI/XVII
europeos y nuestros días. Escribe Laura Giordani en uno de sus poemas:

Vas enhebrando deshechos


descontándoles el asco
para construirte en un arca imposible,
un arca que te lleve lejos del fondo
a orillas sin estrenar todavía.

Aparte del símbolo bíblico del arca como refugio y a la vez, o por lo mismo,
tabla de salvación y camino hacia otro mundo, nos interesa ahora resaltar la actitud
vital, frente a un subyacente mundo des-hecho ( ruinas de un anterior “hecho”) que es
de rebelión, si, pero no en el sentido revolucionario, sino de huida hacia un mundo
virgen.
Giordani, al menos explícitamente en su poesía, no es una mujer religiosa en el
sentido ortodoxo, pero goza y disfruta de un sentimiento re-ligioso en el sentido
originario que tenia en el latín, de donde procede el sintagma. Su religiosidad, pues, es
una relación (re-ligare) con el mundo, con su entorno, místico-panteísta en el sentido
que señalaba S. Pániker “lo místico es la otra cara de la lucidez, la transexperiencia que
nos hace salir de la condición humana y asomarnos a lo real, reconciliarnos con lo real,
más allá de las antinomias de la razón”. Es, pues, una relación de pertenencia y de amor,
única forma de poder sentir usando el sentimiento para conocer. Como decía
Wittgenstein, en su Conferencia sobre la Ética, “la experiencia mística no es una
experiencia cognoscitiva sino un sentimiento:”, es pues, una peculiar forma de
conocimiento y de relacionarse con la totalidad.

Cuando en alguna ocasión, pocas, la rabia contenida de la poeta busca


responsables de situaciones dramáticas, aparece el dios supuestamente creador, pero es
para exigirle que cumpla con sus prerrogativas, según los dones que se le atribuyen.

Un dios extraño que multiplica hambres


ya no pide caminar sobre las aguas
sino sobre piernas que se hunden.

Laura Giordani mantiene en su poesía una actitud, hacia el mundo en el que


vive, de rechazo por lo que ve y de amor por lo que de acuerdo con sus parámetros
culturales podría y debería ser. Su manera de amar, de relacionarse con el mundo,
pudiera asimilarse al de una madre amorosa, pero sin embargo va más allá de ese
sentimiento tan natural en la mayoría de mujeres.

Son numerosos los poemas que tienen como protagonistas a los niños. Sin duda
es uno de los leitmotiv, y aunque en los poemas de Giordani el niño aparece como
sujeto de situaciones, generalmente tristes y como motivo de denuncia, debemos
entenderlo también como un símbolo, el único capaz de, mediante la denuncia de su
situación en la mayor parte del mundo, abrir camino a un mundo más humano y justo.
El niño, pues, simboliza lo no malhecho ni deteriorado todavía, el estado edénico del
hombre antes del pecado original, el estado embrionario de la humanidad, la esperanza,
el futuro.

Niño que vas entre nuestros restos,


los ángeles te hablan
con un lenguaje de moscas.

Pero también el niño simboliza la añoranza del pasado, la huida del mundo
presente con el que se está en desacuerdo y en el que, inevitablemente, se es adulta sin
estar de acuerdo con él, ni en su forma de presentarse, de ser, ni en su manera de
comportarse, es símbolo de infancia, de regresión, de huida hacia atrás, a una época en
la que vivíamos en un mundo, el que conoce el niño, que nos amaba, sintiéndonos
protegidos en el hogar, uno de los elementos claves en la poesía de Laura Giordani.

...niño del riachuelo.


...niño de las encías que se adelgazan
...palabra abriendo sus costados / para alojarte, niño.

Para la denuncia de nuestro tiempo y el anhelo de un mundo todavía no


sobrevenido, pero deseado y humanamente alcanzable, cuyo portaestandarte es el niño,
Giordani acude a la poesía coloquial, busca lo conversacional, lo histórico, lo exterior
que asombra, la reflexión objetiva y serena, la circunstancia vital, el tono narrativo pero
mesurado, siempre testimonial y en numerosos casos familiar. Es decir, usa la
cotidianidad conceptual y asombrosamente consigue un clima poético y entrañable,
digno y elevado. Dentro de este marco, consigue caminar imperceptiblemente, desde la
estricta poesía en el sentido más conceptualista hasta los tonos prosaicos del habla.
Una línea de tratamiento del texto poético que nos recuerda en latinoamérica, a
poetas que desde Vallejo, se prolonga con Mario Benedetti, Ernesto Cardenal, Roque
Dalton o Fernández Retamar, etc, y en España a poetas como J.A. Valente, Gil de
Biedma etc.

Pero Giordani, a caballo de estas brisas poéticas, se entronca perfectamente con


poetas españolas. Su forma de tratar la palabra, el tono, el ritmo, y en numerosos casos
incluso la temática, la relacionan con poetas españolas de su misma edad, tales como
Ángela Giménez, Natalia Menéndez, Esperanza Medina, Pepa Ortiz, Rosario Troncoso,
etc., que no solo comparten un mismo espacio socio-histórico, sino también algunos
presupuestos estéticos, sin que con ello podamos hablar de generación en el sentido más
riguroso de Kart. Mannheim.

Laura Giordani es un claro ejemplo de lo que Derrida llamaba


“descontructivismo”. Encuentra el punto de, sin forzar el verso, romper las categorías
discursivas asociadas a los esquemas patriarcales, revalorizando los conceptos en el
interior de sus poemas desde una perspectiva de mujer-madre, con naturalidad, sin
ruptura aparente.

...la sal sin mesura,


repartida, multiplicada
para resucitar este pan reseco
de palabras, estas espigas
condenadas antes de asomar.

Giordani rompe así, los paradigmas desde una actitud centrípeta, buscando en sí
misma, en su intimidad, una suave ruptura con ese entorno actual de la aldea global, que
pierde los perfiles y se complejiza a la vez que le produce tristeza y rabia, huyendo
hacia sí misma, ahondando en una visión personal de lo pequeño, de lo más
ontológicamente suyo, en el sentido heideggeriano. La palabra es el talismán que
Giordani propone para salvarse, pese a ser aquélla depósito de tantos desmanes. Son las
palabras que:

Hace tiempo perdieron su halo


pero seguimos enhebrándolas
con fervor como talismanes,
como si alguna hubiera salvado
un solo árbol de la quena
o fuera posible repoblar una ciudad
con fotos sustraídas de lápidas.
Giordani, en cada poema juega, como muestra de su sensibilidad, no con el
ritmo, el tono y las pausas que la preceptiva tradicional aconseja, origen de tanta
pseudopoesia en manos inexpertas, sino que atiende a lo que cada poema desde su
propia construcción en tanto que texto poético, sugiere, casi exige, podríamos decir,
consiguiendo así que cada poema sea en sí mismo quien nos da la pauta adecuada,
incluso desde el punto de vista visual. El fruto es un lenguaje articulado en un sistema
comunicativo que aunque pueda parecer basado en improvisaciones tiene una empatía
entre fondo y forma dialécticamente relacionado.

No estaremos para atestiguar la estela,


la voracidad que nos convida a ser harina
en esta molienda extraña.
Ya en tu cuerpo la vida inaugura otros filos
y planta estandartes de cordura
y te enciende ferocidades nuevas;
otros dientes para triturar las espigas
de los días que te aguardan.

Finalmente, el panteísmo en el sentido de la unidad del universo, del que somos


una minúscula parte, y el misticismo, en el sentido que M. Eliade señalaba, como
superación del abismo que las religiones oficiales establecen entre dios y el hombre, se
unen y superan mediante la palabra de la mujer-madre que restaura la unidad primigenia
que el big bang humano que significó la civilización, separó un día.

Quizá seamos sólo eso:


cuenco sin fondo para un agua indigente
que sueña su barro,
mano tendida en la intemperie.

Una poesía, pues, la de Laura Giordani que puede resultar incómoda para el
lector despistado, pero muy gratificante para los díscolos que sepan apreciar el valor de
un trabajoso cuidado con la palabra, despojándola del significado usual y revistiéndola
de nuevos y enriquecedores significados.
Obra de Laura Giordani

· De la Carne y las Estrellas (1999)


· Apurando la Copa (2001)
· Celebración del Brote (2003)
· Cartografía de lo Blando (2005)
· Noche sin Clausura (2006)
· Materia Oscura (2007)
· Sudestada (2008)

Antologías

· Antología de Poesía (Alta Gracia 2002), publicada por ECA (Escritores Cordobeses
Asociados.

· Aldaba (Ediciones internacionales de Valencia, 2003). Antología de poetas


hispanoamericanos. La obra -fruto de la fusión cultural hispanoamericana y las
intenciones de la nueva poética, está prologada por el crítico barcelonés Manuel
Ballester y reúne también poemas de Arturo Borra (Argentina), Víctor Puertodán
(Cuba) y Enrique Sanmol (España).

· Cuadernos Caudales de Poesía (Edición Caudal, España, 2007), antología de poetas


para el Ateneo Jovellanos de Gijón.

- Los centros de la calle (Editorial Germanías, 2008) Antología que reúne poemas de
Enrique Falcón, Antonio Crespo Massieu, David González, Laura Giordani, Antonio
Orihuela, Arturo Borrra, Enrique Cabezón y Matías Escalera Cordero.

-En preparación: Cambio Climático (Editorial Eclipsados, Zaragoza). Antología


de poetas latinoamericanos en España.

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