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17 de marzo de 2009

Calderón ninguneado
ÁLVARO DELGADO

MÉXICO, D.F., 16 de marzo (apro).- Ocurrió en el despacho del secretario de


Gobernación, Fernando Gómez Mont, en uno de sus más recientes encuentros,
caracterizados -todos- por la clandestinidad y que sólo se filtran por un cálculo
político.

Un grupo de empresarios se reunió con Gómez Mont para charlar sobre el


país, y uno de ellos, Dionisio Garza Medina, presidente y director general del
emblemático Grupo Alfa de Monterrey, Nuevo León, después de hacer un reclamo por
la exclusión del empresariado en los planes de recuperación económica del gobierno
de Felipe Calderón, le hizo un recordatorio al funcionario:

- De no haber sido por nosotros en las elecciones de 2006, usted no estaría hoy
sentado ahí.

"En la mesa se hizo el silencio total. Ninguno de los pares quería dejar la
impresión de que Garza Medina hablaba por ellos, y menos que era su vocero",
describe Joaquín López-Dóriga, quien reveló la reunión en su columna "En Privado",
de Milenio diario, el martes 10.

"El secretario de Gobernación lo miró, pero evitó el choque. Pudo haberle


contestado que sí, como le advirtió, que si López Obrador hubiera ganado la
Presidencia en 2006, efectivamente él, Gómez Mont, no estaría sentado en aquella
mesa, pero ellos tampoco."

Más allá de la justificación que hace López-Dóriga de la falta de gallardía de


Gómez Mont por callarse la boca ante el recordatorio, y a la amenaza de venganza
que el propio columnista sugiere por haber dejado pasar lo que fue visto como una
insolencia - "pero la anotó. ¡Vaya si la anotó!" -, la imagen descrita sólo
ratifica el desdén y hasta el desprecio que concita el gobierno que encabeza
Calderón.

Garza Medina le recordó a Calderón, a través de Gómez Mont, no sólo a quién debe
su imposición en la Presidencia de la República -y su propia condición ilegítima-,
sino el enojo general que existe por la manifiesta incompetencia del gobierno, que
no concita apoyo ni siquiera de todo su partido.

Dentro de México, aun con el respaldo de las dos principales televisoras y el


grueso de los medios -comprado por supuesto con presupuesto público-, el gobierno
federal no goza de confianza y un signo inequívoco es la devaluación de más de 50%
del peso frente al dólar, cuya explicación no es otra que la falta de credibilidad
en un grupo de funcionarios tan ineptos como arrogantes.

Por eso los llamados a la unidad que Calderón ha hecho desde que asumió el cargo
caen en el vacío. Nadie quiere respaldar un gobierno que lleva al país a ninguna
parte.

Pero el menosprecio también se manifiesta en el ámbito internacional,


como se acreditó con la feria de insolencias en que se convirtió la visita de
Estado del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, quien exhibió a Calderón en dos
vías.

En una de ellas, desenmascaró la torpeza de la canciller Patricia


Espinosa y del senador panista Gustavo Enrique Madero de imponerle a Sarkozy
silencio sobre su compatriota Florence Cassez, que para el talante de ese fulano
fue una perla propagandística.

En la otra, mostró el contraste entre la defensa de Sarkozy de su


compatriota, con independencia de su culpabilidad, con la indiferencia y aun
complicidad de Calderón ante el asesinato de cuatro mexicanos por tropas del
ejército de Colombia que invadieron Ecuador y la persecución a la sobreviviente
Lucía Morett, hace un año.

Pero Calderón aún está en un atolladero: No hay modo de que la ilegal


comisión, que concedió a Francia para examinar el traslado de la francesa
sentenciada como secuestradora -que evoca además el estilo del impune secretario
de Seguridad Pública, Genaro García Luna-, actúe en sentido contrario.

Pero si ante Francia el gobierno de Calderón actuó con una torpeza que
sólo mengua el prestigio que México solía tener en el ámbito internacional, ante
Estados Unidos se trata de ocultar con bravuconerías la subordinación y las
maniobras intervencionistas.

Ya se sabe que Estados Unidos no hace nada sin un objetivo preciso, al contrario
del gobierno de Calderón, que sólo da golpes de ciego, en materia de combate al
narcotráfico y, prácticamente, en lo que sea.

El escándalo generado por acciones en Estados Unidos, entre ellas la


inclusión del narcotraficante de la derecha panista, Joaquín Guzmán Loera, como
miembro del elenco de multimillonarios del mundo, es sin duda parte de una
estrategia de ese país para sacar raja de México ante un gobierno al que se
ningunea en todos los ámbitos.

La visita a México de Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de


Estados Unidos, quien se entrevistó con los secretarios de Defensa y Marina de
México para ofrecerles mayor cooperación "contrainsurgente", y las aseveraciones
de Denis Blair, director de Inteligencia Nacional de ese país, en el sentido de
que el Estado ha perdido control territorial, se inscriben en esa estrategia.

Y la instrucción del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, de


instrumentar en México un plan de negociación con los capos del narcotráfico, como
en Colombia, sólo ratifica que ese plan está en marcha con mayor celeridad y
claridad de lo que se puede pensar.

Desde hace tres lustros, con otro demócrata en la Casa Blanca, William
Clinton, el gobierno de Estados Unidos había planteado a través de William Perry,
entonces secretario de Defensa de ese país, que, además del económico y del
político, era preciso establecer con México un tercer vínculo: el militar.

Y este "tercer vínculo" está en marcha con fines obviamente


intervencionistas y ante un gobierno sin agallas para hacerle frente.

Por eso es previsible que ante la próxima visita de Barack Obama y


Hillary Clinton, Calderón asuma una conducta tan falta de gallardía como la que
exhibió Gómez Mont ante Garza Medina y sus otros patrocinadores.

Apuntes

Era previsible: El segundo perdón del Instituto Federal Electoral (IFE) a


Televisa, que anticipa también el que próximamente se dará a Televisión Azteca,
sólo confirma la condición facciosa de los consejeros electorales. Si un mes
antes, el 13 de febrero, cinco de ellos votaron a favor de la argucia legaloide de
sobreseer el proyecto de sanción, a propuesta de Marco Antonio Baños, ahora la
adhesión la concitó Macarita Elizondo por afirmar que no hubo ninguna violación a
la ley. Baños, entre cuyos planes está ser presidente del IFE, ahora fue el único
de los consejeros que no abrió la boca. La misma conducta de omisión asumieron
PAN y PRI, los partidos que controlan a los consejeros que están sometidos al
poder de las televisoras.

Comentarios: delgado@proceso.com.mx

C E N C O A L T

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