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Capitulo VIN LA DIMENSION POLITICA DE LA PSICOLOGIA SOCIAL* 1. CIENCIAS SOCIALES Y COMPROMISO POLITICO Todos los profesionales de las ciencias sociales hemos escuchado, 0 lefdo, en algin momento unas llamadas mas 0 menos apasionadas que nos incitaban a asumir explicitamnente un. «compromiso politi- co» desde nuestra propia condicion de estudiosos de los fenémenos sociales, (Martin Baré, 1985). Se nos ha dicho que toda inhibicién en esta cuestion disimulaba en realidad un compromiso éatente con el mantenimiento y la reproduccién del «status-quo» social, es de- cir con la perpetuaci6n de las desigualdades, las injusticias, las ex- plotaciones y las opresiones sociales. No hay alternativa; cualquiera que disponga de los medios para contribuir, poco a mucho, a cam- biar las cosas y no lo haga se torna cémplice de su mantenimiento. La tesis segiin la cual los especialistas en ciencias sociales se encuentran inevitablemente comprometidos debido a la propia na- turaleza de su actividad dispone de la suficiente evidencia a su favor para ser asumida sin la mas minima reserva. Sin embargo, no ocurre Jo mismo con los argumentos que se esgrimen habitualmente para defenderla. Se ha argumentado, por ejemplo, que todo cientifico social est4 atrapado en una inescapable disyuntiva: poner los conocimien- tos de su disciplina al servicio de un cambio social emancipador, o bien dejar que estos conocimicntos sean utilizados exclusivamente por quienes disponen de los recursos materiales y culturales para hacerlo, es decir por quienes estan interesados en evitar un cambio social progresista. Pero, cuando se afirma que Jos conocimientos de las ciencias sociales pueden ser utilizados al servicio de finalidades antagénicas, se esta aceptando implicitamente que dichos conoci- mientos son neutros en si mismos, y que sus eventuales efectos so- ciopoliticos dependen tan solo del uso que de ellos se hace. * — Publicado en: Revista Latincamericana de Psicologia, 1993. Vol 25 No. 1.19-34. 281 Frente al carActer insostenible de los presupuestos episte- molégicos (...y politicos!) implicados en la tesis de la «neutralidad intrinseca» del conocimiento social, se ha recurrido a argumenta- ciones mas sutiles. Se ha dicho, por citar otro ejemplo, que el com- promiso sociopolitico de los especialistas de las ciencias sociales no se reducia a utilizar de mancra progresista el corpus de saberes acumulados por esas ciencias, sino que pasaba por una transforma- cion de esos saberes. Se trataba, por una parte, de «construir» los conocimientos capaces de promover la causa de los mas desfavo- recidos, dirigiendo el csfuerzo de los investigadores hacia el estudio de los fenémenos sociales més adecuados para este fin, en lugar de centrarse sobre los fenémenos que los detentores de los recursos econémicos para la investigaci6n consideran dignos de atenci6n. Por otra parte, se trataba de suscitar y de articular las intervenciones sociales susceptibles de ayudar a cambiar la suerte de los oprimi- dos, en lugar de limitarse a cumplir el rol del cientifico tal y como lo ha dibujado la institucién académica, (investigar, publicar, ense- fiar, asesorar a los organismos ptiblicos o privados...). A través de este tipo de argumentaci6n, la relaci6n entre las ciencias sociales y el compromiso politico de los investigadores se revelaba mas compleja que lo que se habia pensado en un primer momento pero se seguia obviando el cardcter intrinsecamente poli- tico de dichas ciencias, limitando la cuestién politica a: — laeleccion de los problemas a investigar, — al desarrollo de intervenciones sociales pertinentes, — lacritica de las funciones encubiertas desempefiadas por la cien- cia social «oficial». Antes de pasar a exponer un planteamiento que intenta supe- rar las limitaciones a las que he aludido, es preciso analizar mds dete- nidamente la doble cuestién que fue configurandose a medida que progresaba la discusién sobre la incidencia politica de las ciencias so- ciales: — la interrogacién acerca de la funcién instrumental de dichas ciencias en el campo sociopolitico, es decir, en definitiva, la cuestién de la utilidad politica de las ciencias sociales. — lainterrogacién sobre la eventual relacién de determinacion que une entre si el campo politico y el campo del conocimiento social. Para cefirme a los aspectos que conozco mejor, y para sim- plificar la cuestién, me limitaré de ahora cn adelante al caso espe- cifico de la psicologia social en tanto que constituye una de las miltiples disciplinas en las que se ha dividide la ciencia social. 282 2. UTILIDAD DE LA PSICOLOGIA SOCIAL EN EL. CAMPO DE LO POLITICO Nos encontramos aqui ante una pregunta centrada sobre el saber, y otra orientada sobre la accién. En efecto, los psicosocidlogos que se han preocupado por el tema han formulado generalmente una doble interrogacién: — épuede contribuir Ia psicologia social al conocimiento de los fenémenos politicos? éc6mo, y en qué medida? — ése puede actuar desde la psicologia social sobre los proble- mas politicos? éhasta qué punto y con qué eficacia? El propio desarrollo de la psicologia social se ha encargado de aportar las respuestas a ambas preguntas. Basta con repasar la literatura para comprobar que, si bien es cierto que esta disciplina se ha interesado desde sus inicios por el estudio de ciertos fené- menos politicos, ese interés se ha acrecentado considerablemente a partir de los aitos setenta, desembocando en la institucionalizacién de la «psicologia polftica» como disciplina especifica. Hoy, en los co- mienzos de los noventa, la literatura especializada abunda en re- sultados de investigaciones sobre las «conductas electorales», la «socializaci6n politica», la

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