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Textos de Voltaire Texto 1. Tratado de la tolerancia, cap. XXV.

La naturaleza dice a todos los hombres: os he hecho nacer a todos dbiles e ignorantes, para vegetar algunos minutos en la tierra y para abonarla con vuestros cadveres. Puesto que sois dbiles, socorreros; puesto que sois ignorantes, ilustraros y soportaros. Cuando seis todos de la misma opinin, lo que en verdad no ocurrir nunca; cuando no haya ms que un hombre de opinin contraria, debis perdonarlo, porque soy yo quien le hace pensar como piensa. Os he dado brazos para cultivar la tierra y un pequeo fulgor de razn para conduciros; he puesto en vuestros corazones un germen de compasin para que os ayudis mutuamente a soportar la vida. No ahoguis ese germen; no lo corrompis; sabed que es divino; y no sustituyis los miserables furores de escuela a la voz de la Naturaleza. Soy yo sola quien os une, a pesar vuestro, por vuestras mutuas necesidades, en medio de vuestras crueles guerras, tan ligeramente emprendidas, teatro eterno de faltas, de azar y de desgracias. Soy yo la que en una nacin detiene las funestas consecuencias de la divisin interminable entre la nobleza y la magistratura, entre esos dos cuerpos y el del clero, entre el mismo burgus y el labrador. Todos ignoran el lmite de sus derechos; pero todos escuchan a larga mi voz que habla a sus corazones. Yo sola conservo la equidad en los tribunales, donde sin m todo estara a merced de la indecisin y de los caprichos, en medio de un confuso montn de leyes hechas a menudo al azar y por una pasajera necesidad; diferentes entre s de una provincia a otra, de una ciudad a otra, y casi siempre contradictorias por su esencia en el mismo lugar. Slo yo puedo inspirar la justicia cuando las leyes inspiran burla; el que me escucha juzga siempre bien, y el que no trata sino de conciliar opiniones que se contradicen, se extrava.

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