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TRÁNSITO

Por David Roca Basadre

“No caeré. He llegado al centro. Escucho el latido


de un reloj divino a través del delgado tabique carnal
de la vida llena de sangre, de estremecimientos y
de jadeos. Estoy cerca del núcleo misterioso de
las cosas así como en la noche nos hallamos,
en ocasiones, cerca de un corazón.”
Marguerite Yourcenar
(en Fuegos)

“Sol, líbrame de la gravedad. Limpia mi sangre de esos humores


espesos que, desde luego, me protegen del desgaste y
de la imprevisión, pero que destruyen el impulso de mi
juventud y apagan mi alegría de vivir. (...) Haz que
aprenda la ligereza, la aceptación de los dones inmediatos
de este día, sin cálculo, sin gratitud, sin miedo.”
Michel Tournier
(en Viernes o los limbos del Pacífico)

© David Enrique Roca Basadre

1
Título I

EL TIEMPO TRANSCURRIDO
Primera parte

1.
El tiempo ha transcurrido
desde que nos vimos
y el momento para desearnos me hizo su presa favorita
domingo de ramos de flores
marchitas
tenían tus ojos el color absurdo de un encuentro para el olvido
tu mejilla
venía ya besada y repasada por millones
de bocas y trinos
pero
la noche inmunda se hizo larga con el sostén de tu instinto
y ahora distante dice tu nombre que ignoro,
tu sitio que no existe ni aparece,
tu amor de sábanas revueltas entre mi voz
y mi ombligo.

2.
¿Puedo buscarte aún?
Si no apareces más que cuando te olvido
o cuando el viento
solemne
eleva sus preces al dios de la Tierra
o hunde su furia en el filo doble
y antiguo de tu lengua
de hembra fina enloquecida por el nombre que esos vientos
reclaman y sonríe y me habla (parece)
despeinada. Dice: ¡vida!
y se marcha por conjuros, nuevamente
entrometidos.

3.
Tú y Yo y tanto
no volvimos
la estatua no es de sal
sino de sueños confundidos, dije,
te lo dije cuando andaba aún perdido
entre la falda de tu abrigo,
y el olor de los geranios, la garúa
del destino que se llena de desvíos
y mi sino que se oculta
consumiendo de los restos
que dejaron hace tiempo
los amigos, los amigos, los amigos...

2
4.
¡No, no es mi tristeza!,
es la de tantos y tantos y tantos
que el rosario no alcanza ya a dar vueltas
hoy, que es hombría
hoy, que me visto de gente decente y entierro
una vida
rodando pendientes de fúnebres cantos vacíos
que dicen tus carnes
tus dientes y tus huesos y
tus voces
que olían a sangre y saliva quemando
de fiebre del carro de heno.

5.
Y a pesar de eso,
de todo y tanto eso que trajiste contigo
nunca te marchas
nunca te marchas
nunca te marchas
y te quedas contando
migajas de pan
el tiempo que se cae de mi mesa y que devuelve
mi rostro entre tu abrigo.
Vasta como el mar es mi nostalgia
finalmente...

6.
Nací de barro y no recuerdo nada
ni de qué brazos y qué otros brazos me mecieron
con prisa y con sorpresa,
si me querían ver en la cena dispuesto a ser
Yo mismo o a ser cualquiera
piedra y botella y madera
y roca y luna y árbol del bien y del mal, no me acuerdo
tampoco del rostro que miraba y luego partía irremediable
hacia el cansancio
y luego paría un recuerdo desde la punta del cielo
y el infierno que son los otros
los que cuento con las manos
inquietas, absurdas, busconas,
de todos y de nadie, hecho mentira, lágrima,
destierro, otra vez olvido.

7.
No te he visto y sin embargo
sé tanto de ti como saben las nalgas que aquel padre
castigaba
y la risa de los niños que crecieron a su lado

3
y comieron de tazones oxidados por costumbres
niño tú, también incandescente, importante a veces,
hecho algodón de azúcar y domingos de caminos
y de ramos (nuevamente) entrelazados
en tus manos y mis manos y las manos de todos los dominios.
Buscarte es un suplicio, imagino adargas negras
como la incertidumbre y el río de mi villa coronada
de absurdos y contrastes y pesares y sombras azoradas por el tiempo
lista la pelea que la esquina te reserva, tu cara hierve
y así, desapareces. No te he visto.

8.
Cómo entenderte, sombra de mi sombra
caminante que adelanta la postrera seña de la vida
que recoge gusta y traga la semilla que ya no vale nada
porque es su desatino y su vicio y su constancia solitaria.
Hoy he comido ese pan justamente
(con la piel, con los ojos, el olfato, el oído, las papilas encendidas)
la oscura sensación del desencuentro de todos entre todos
en medio de mi sangre y las ajenas noches de máscaras anónimas
mientras iba de la mano de ya nadie y sólo voces
que decían (repetían) que me amaban
ya cansadas, muy cansadas...

9.
He conocido al tiempo transformado
figurado en dioses de dolor y ha sido todo, sólo eso,
el infinito imaginable.
Mi puño al aire en una sinfonía
inolvidable, se rebela por ser vida
otra vez, pues, compás, metrónomo y principio.
El orden reaparece y Yo me burlo sin remedio
por las calles antiguas de los barrios llenos
de miradas vigilantes,
personajes sonrientes dueños de sus leyes
desconocidos avernos con nuevos mandamientos donde
el hombre de negro y con cruz al cuello me manda
me castiga, me somete y me olvida para siempre
y lleva sangre entre los dientes:
¡del Reino de Dios ya me ha expulsado
con rueda de molino que lo arrastra en la huella de su sangre!

10.
¡Ay, dolor de no ser nada
en medio de todo lo que queda aquí en mi alma..!
y que camina por los sitios impregnados de misterios
que sembraron los mayores, los amores para siempre,
los auténticos, los tiempos bienvenidos de nostalgia
y de promesas incumplidas que conservo
persistente, impenitente

4
condenado a cien años de reserva
de miseria de las manos ahora lentas tras el plato de lentejas
tuyo y mío, pobre niño.

11.
¡Nunca lecho tan vacío
luego de partir mi alma y mi cuerpo y mi aroma..!
y supe que vivo sin destino
que no estoy predestinado
quizá tan solo y sólo
para el jabón de la mañana, el sabor a desayuno
esa despedida que se marcha pensando en otra cosa
otra cosa cuando quiero que se quede con mi vida aprisionada
abrazada como entonces, como ha poco
al recuerdo de un mando y de esta sima sometida
en el mundo que no acoge
miserias, miserables ni personas que se llaman por su nombre
levantado el mentón, desafiando las miradas de la vida,
soledades de la arena y el silencio
y sin embargo
sin embargo
sin embargo
hecho nada, lejanía, pequeñez de un solo sí - enternecido -
ante el único bien de mi estatura, la palabra que se esconde,
el deseo que se estrella contra el muro,
una huella, un remolino con el viento de la tarde.
(Cuando te encuentro, pues,
te pierdo siempre).

12.
Dime dónde voy, Yo mismo,
que no sé nada de caminos.
El tiempo se enreda entre mil cavilaciones si lo espero
y el don de la vida, la naturaleza desenvuelta,
otra vez comienza, recomienza
repentina, entusiasmada... ¡entusiasmada!
Perdón si ofendí con tanta serpentina
son las ganas de vivir, de morder, de besar la prisa
lo que me enreda el paso.
Entonces te acojo
con el sabor tenue que se instala en mi regazo
hoy absolutamente hoy
buscándote los piojos como prueba de mi amor intonso
que no se reconoce en el rostro que me muestras
en las muecas con que buscas y que encuentras y que pones
en altares de madera labrada
vuelta dios ya derrepente
bajo los grandes cirios feligreses que proponen
tu lujuria de cartón y plastilina. Sin embargo,
envejeces, tú dormido en el espejo que se mira de reojo

5
Yo mirándome al revés de mi deseo.
Yo mismo, te echo de menos y vuelvo...

13.
Al comienzo era silencio
ya no estaba mi padre ya no estaba mi madre
...después de la algarabía.
El resto de las caricias por mi piel discurrían
comentaban sonreían
del color de mis cabellos y la mierda de la tarde
entre llantos rezos invocaciones rosarios procesiones incienso
comulgaciones, compulsaciones y misas.
Todo era crepúsculo, pues, al principio de la obra de Dios
era extraño y diferente el mundo que aparecía indiferente
al mundo de los cuentos de las sagas de la radio de los libros
escritos por manos santas y manos perversas y manos amigas y
las manos de todo el mundo cuando estaban limpias y cuando
estaban sucias. El mundo era distinto
y se topaba consigo mismo y con el compás de la vida
tan principio al principio,
¡tanta sorpresa y melancolía en sus colores!

14.
Pero el placer aguardaba entre mis dedos, tan tenso,
solo, su rostro mirando y figurando
el oscuro racimo de preguntas silenciosas.
No olvidaba al amor
nos lo esconden, lo entretengo
en ese mismo cobijo de silencios que dolor resume
que en dolor tengo acogido
por el tiempo por el duelo
por el ínfimo cielo que ofrece la vida
en sus entrañas y atrapado entre sus redes.
Allí encogido al comienzo del comienzo, escogido,
sensiblemente distingo la vuelta de la esquina
los fantasmas que vienen y se van
la desmesura y mis dientes ya perdidos antes de nacer
una tormenta y otra y otra y luego el silencio
la ruina la fortuna la entrada la salida la conciencia de Dios, tanta conciencia
la espalda de aquellos que se fueron.
¡Ah, desconsuelo de saber y no saber y digo, me digo
que del odio del amor del deseo de la frígida esperanza
el remolino de tu ardor
obtiene la mañana!

15.
Eran largas las alas del ladrón
mi cabeza se entreteje, entonces, de preguntas
las mismas preguntas sin maestro
huele a rastros de óleo fino y de familias

6
cuando viene y me amenaza,
puño en ristre
que es la hora de marcharme Yo a su lado
Yo en su viento enjalbegado,
Yo en su apuro enjaezado de mudanzas de cuero y trenzas de caminos
con mis años tan a cuestas,
tan pesadamente intensos y roídos,
tan doloso, tan lleno de memorias y de historias y de olvidos,
(finalmente, el sueño vino)
cuando suenan esas alas esas alas
son chasquidos de impaciencia que me importan
con las horas que se vienen en el vuelo hacia
la vera de un bosque de descansos
y geranios y geranios y geranios...
(los ojos son oscuros y son largas las pestañas
mira el cielo y al destino con cándida ternura
largo el cuerpo denso como el cobre sin bruñir
y los rizos negros, negros y los rasgos dibujados con la mano del artista,
y me derrota y me enlaza dulcemente, prisionero).

16.
Me desvisto
de las viejas mentiras hago trizas el recuerdo
porque en tales brazos estoy
camino de la noche que no es noche
sino tiempo burilado
por las mismas hilanderas conocidas
(con cinceles esta vez, sobre piedra esta vez)
tras el velo de una luz que no nos guía
antorcha de la mano del atleta de la nada
mensajero del imperio de los besos y requiebros
nacidos en augusta obscenidad bien de los otros
inexistente, pero pura, pero pura.
¡Oh miseria!
¡oh desvergüenza!
¡oh principio de infinito!
¡oh retorno del principio!
en este vuelo ya no pienso sólo siento sólo canto
mis entrañas se alborotan y me elevo...
donde yace mi añoranza y
se distancia y se confunde y es olvido
nuevamente.
(Cuando te encuentro pues, Yo mismo,
te pierdo siempre).

17.
¿Puedo buscarte aún?
Si apareces sólo cuando
precisamente, obviamente, circunstancialmente
te olvido,

7
Yo mismo, el otro Yo, la misma fuente de inquietudes
en el marco de la puerta haciendo adiós con un pañuelo
en tu desvelo
mientras parto en un pie como las aves
abrevando donde pisan
retornando cada año
caminando luego
volando luego
cuando suenan esas alas esas alas
sus chasquidos de impaciencia que me arrasan
y se instalan en el reino de lo Santo
inasible inaccesible constante
clamando con la carne hecha carroña
y el espíritu en los brazos
fuertes del ladrón
que me derrotan siempre, siempre,
sin clemencia.

18.
El buen ladrón ha ladeado la cabeza
y me dice más aún
sobre su torso desnudo y la mirada fija
que del infierno me aleja y señala
el camino del camino que conoció mi padre
que rehago con las manos movedizas
y los pies suspendidos en el tiempo
tras los sueños y la noche
que humedecen y hacen velo entre mis ojos
esta vez esta vez
que el estar me toca conmovido
que emprendo la huida sin vergüenza
a la eterna promesa que es consuelo esperanzado
de la gris desesperanza.
Alianza de la alianza de los seres animados
pues se encuentran y reencuentran
y creo, entonces,
sinceramente creo porque creo
en el cuenco de la mano del sediento
en el rostro del hambriento
con la fe del carbonero
en el viento que al ladrón arranca una sonrisa
triunfal mientras se eleva
y me mece y me envuelve y me protege.
No, de morir no muero...
es que el ladrón huye conmigo
piel y piel y el olor de sus sentidos
y el dolor de su mentira que me arranca el corazón
cuando el sol ilumina, pierdo el sueño
y la vida me entumece diariamente.

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19.
Me ataca la vejez de verte
tus ojos descansan resignados sobre almohadas de agua triste
y el pasado reaparece tal como era
sin la mínima ilusión de algún recuerdo que me endulce
y entonces
creo en la nostalgia que ya no es lo que era
que aquel pelo no es gris sino del color de las nubes o el incienso
y que el descanso no descansa si no te lleva el remordimiento
hoy que no puedo quererte como quisiera,
fuente intensa pero ausente
vientre lloroso y distante
madre que extraño y se dobló en pedazos
y volviose nada entre mis dedos sorprendidos
madre que retengo y madre que pernocta
en mi propio vientre y me vomita
hacia adentro mientras busco solazado
el color de unos ojos o la voz que reclama
las cosas que hacemos
madre Yo mismo de mí mismo
doblemente desdoblados, encarnados como dioses antiguos
y presentes y futuros
sin milagros a la mano
y sin embargo,
sin embargo...
me ataca, pues, la vejez de verte
rostro, rastro, limen que conozco en el espejo, tantas veces.

20.
La ciudad ya no me invade
he cuidado sus veredas y sus parques
durmiendo como vago como nada como amante
entumecido por la noche y por el día y
por el frío de la muerte que no reconocía.
Me envolverá el regazo traicionero
de aquellos sueños esos sueños
del principio del final y del limbo transparente
donde quedan mis pasos y mis brazos extendidos
al vacío porque acaso
se perdió, me dijeron, el padre con sus alas y el sombrero
ladeado hacia la izquierda
donde queda lo que queda el corazón
ya malherido en la piedra del camino
la traición de la gente de su porte de su genio
el elegido el sueño de una noche invento entre sus brazos
que no fueron y quedaron suspendidos
te conozco y te pienso, te contemplo
consentido corazón en la ribera
que mira cristales esparcidos por la tierra
y un Dios inventado en mis cabellos

9
que era un dios de cabeza para ellos
y era invertido y se estaba del otro lado del espejo.

21.
Pero existe, mi Dios existe Yo lo he visto
caminando desnudo conmoviendo a mis sentidos
encarnado, mostrándome sus dones y abrazando mis deseos
con rostro de hombre, de mujer, de mamífero y anfibio,
de vulgar aristócrata y aristócrata del vulgo
arrastrando multitudes a su paso prisionero
plagado de poderes de ser Dios y no poder dejar de serlo
admirable tormento cruz que alivia el corazón el mío
traspiés que necesito y que me abraza
que ya solo el amar es mi ejercicio
y ya no guardo ganado ni ya tengo otro oficio
cuando miro milagrosa el agua que me endulza
catarata de regalos y virtudes
cielo azul y venturoso
sol y luna día y noche
sin cansancio ni descanso ni el apremio de la hora
ya abolida
lo tomo como viene así conviene
de la mano y en sus manos de sus piernas y en sus brazos.

22.
He de escribir tu nombre, ya lo sé,
no lo haría ni lo conozco ni me abismo
a conocerlo, Yo mismo,
vuelta a recoger la página perdida
y la pluma del ganso y el botón de mi compacto
hecho tierra descendiendo de la vida
tres metros más abajo sin escuchar sus pasos
aunque narre aunque escriba de tu tiempo y vea Yo
perdido el tiempo que se cae de mi mesa y que devuelve
mi rostro entre tu abrigo
he de escribir el largo trazo de tu vida
quizá - y es mejor - cuando termina.

10
Título II

EL MUNDO QUE ME ABRAZA


1.
El trajín de la noche me alcanza
miro al fondo de mis pasos
la vista vuelta
al punto de partida donde sombras se suceden
persiguiendo mis deseos, la carne
del siervo de Dios que en sus manos un rosario gira y gira
salmodiando sin saber ya lo que dice ni pensar
la buena nueva
buscando de pronto la fuga aquel instante
la risa del milagro de un cuerpo diferente
donde cunde el absoluto y el milagro continúa
y el calor abruma y se acoge la miseria y
el oro no abunda pero ciega el aroma igual, indiferente
de los otros de los mismos de la suerte de encontrarte
y saber que existes sin embargo
gracias a la fe que retuve con la mano que agitaba
al contrario de mis cuentas
una enhiesta cerbatana
insolente, apremiante, llena de vivir sin compasión
de sólo verte, Yo mismo adolescente
que careces de zapatos para el viaje, del placer
que pregona la gente y en mi pecho sueñas
amores, ajenos delirios imposibles,
castillos de arena, bruscos saltos a la nada
moradas de verdad, oscuridad luego,
tiempo, brisa insolente
que en el trajín de la noche me alcanza.

2.
Ahora, pues
recomencemos
la eterna comedia del no ser
la frustración y la abstinencia y ya la nada
metafísica absurda como un cuento de hadas que me invoca
que se instala en la puerta del horno y observa
quedamente, invisible a la vida de los otros,
maníaca tristeza perversa que te lleva de la mano hasta ver
imágenes lejanas y sombras de otros tiempos y mundos
en letras sucesivas o sombras engañosas
que cuestan lo mismo que un burdel ya por la calle
o lo mismo que encerrarte en los altos de un comercio
devenido en todo invento posible que me invente
teniendo y no teniendo qué, ni cómo, ni cuánto, ni cuándo,
ni realmente existente el futuro o el pasado
hecho pan y hecho guerra y suplicante

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del amor de cada día y no viviendo sino el cuerpo
evanescente y sucesivo que unas sombras nuevamente
inexistentes se permiten, por favor, se permiten
envolver con las manos, devolver con el secreto
disolver con el delirio, con la triste despedida
de no poder volver a verlo núncamente,
y entonces tropieza aquel camino y suena mi alma
sueña tu alma Yo mismo
hecho mar de turquesas y esmeraldas, lapislázuli y oro,
propiedad de la tarde y de la noche que repiten su comedia
lacrimosa y ya perdida
que se vuelve y me remeda, son
obra suya
estas arrugas sin sentido sin mañana sin contento
obsequio de mí mismo que se quema en brasa ardiendo
y de infortunio, devolviéndome
al principio del principio del principio.

3.
Érase un amor sublime una promesa
que traía un dios de mármol
una esquina fría
que envolvía al mundo en platina y chocolate
domeñando mi credo, tumbando mi espanto, doblando mi prisa
volviendo a verte en un trozo de pañuelo
hecho recuerdo que turbaba mi camino.
Érase ese rostro como el del ángel que me arrastra
su voz y sus palabras patinadas del destino, promesas sin retorno,
una historia inolvidable que quedaba en su promesa
un retorno como tiempo al dominio de la risa
que Yo mismo se entrecorta de vergüenzas y desliza
esa mano temblorosa por el borde de mi silla de tres patas
boca abajo con mi cuerpo y con mi alma
derrumbado ya camino de una tarde y de una noche
donde todo lo sublime, lo impoluto, lo perfecto
llegaría con mis ojos suplicando hacia el reloj
de esa selva deslumbrante y ya tan pobre que así vino
maldito segundero que se tarda y tarda en encontrarse
esperando nuevamente al que es perdido
hecho polvo allá en su río y que contempla
como pasan sus noches como pasan sus horas
para siempre, ya sinmigo ya conmigo.

4.
Yacente el miedo a ras del otro
se hace luz y se hace sombra el ángel mío
cuando cae
y vuelve la mirada desde lejos que me ignora
y nuevamente en mis tardes de imágenes y frío
melancólicamente la abulia y el retiro entre las sábanas

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de nadie y de cualquiera
caminante solitario tras el viento y el olvido y el ocaso
que se busca en el rastrillo mañanero de una madre
la que fuera la que pueda
en la campana del que ignora que existo y que resisto
indiferente al tiempo y a la prisa y a la historia y
a la estampa que saluda afortunada infortunada
el sahumerio de dolores que no entiendo
y me tocan y devuelven al equívoco y al miedo
y al reino infinito del instante
donde cuenta qué decide qué deshaces qué caminas
llevado por el viento y por el cuento y los disfraces
sin monedas que te den una importancia
o una parte en una parte de una parte.
Malos tiempos nos invaden y vomito
de alegría y de tristeza y de presagios camineros.

5.
Al margen de mirarte te contemplo
prendo cirios paganos como siempre que te pienso
y me intereso en devolverme entre tus brazos
pobre mío que no abunda
pobre suelo donde tierna semilla se pervierte y
ya se pierde envuelta entre mis lágrimas ocultas
cuando curva la noche de esa vida
caminante entrometido carne ardiente luz de otros
paso lento
que llevaba en sus ojos mi mortaja mi aliento y ese odio
cansino, retórico, embutido en una toga inalcanzable
de doctor en jaranas o enjambres de hormigas y de abejas
incansables, incontables, incansables
Yo las miro Yo te siento Yo me busco no me encuentro
y padezco de esos ríos y de sueños y de tardes que anochecen
en un pozo de mi mano que se extiende
allá en la esquina.
(Mendigando lo perdido bien te digo, te lo dije
con la llama incandescente de promesas
que me hiciste y ya partieron para siempre:
¿dónde estás?, preguntas y acaso lo ignoro
y acaso nada es nada y por eso no lloro
no llueve y la risa del viento me corteja y me recoge).

6.
No me digas que veinte años se parecen a algún goce
no que son
eterno retorno que son
la algarabía
que mis lágrimas se toman con la vuelta de un plato repetido
y se delatan por llevar la cuchara escondida
y la ceja taciturna y una nube amarillenta que alienta tu pupila

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no me digas que me amas ni que piensas en la brisa y en la historia
de esos vientos
no me digas no me espantes no retornes si no comen ya conmigo
y mi rebato y mi silencio y mi milagro
que la vida me deleita paso a paso mientras calmo
el simple tacto de la tarde que ya viene
y el embuste de los trenes que recorren mi noticia:
vuelta al ángel que me lleva y me recoge
allá en la Historia allá en el sueño que aparece
temeroso de las gentes de los pasos de gigante de la talla
de los dioses, de mi Dios inalcanzable
de la virgen que me arrulla con sonrisas clandestinas
el horror de no tener saber poder hablar buscar decir
sin brújula ni mano ni pie ni acaso una cabeza
tan de vuelta tan instante campo a ciegas
que recorro por la bruma y se deshace
veinte años, digo
no es nada no es no es no es no es
nada.

7.
Días sin pie los días que transitan
días con la calle dura y con el polvo
que acumula al tiempo en todas las esquinas
días sin sueldo donde mendigo el silencio y el amor
se hace trizas
días para verte y para no verte
para que me veas y tampoco me veas
porque no pasa nada y todo me pasa...
¿quieres conocerme, extraño, gustarme, mirarme?
cruza la calle entonces abre esa ventana
mira el cielo gris y la melancolía de todos lo que andan
y tu propia melancolía porque allí
me verás radiantemente incompleto
como aquellos días que disfrazo de alegría
y me oculto detrás de una sonrisa y alguna mentira...
ven, digo, llámame, que no tengo monedas ni caminos ni sueños
ni margen para dormir o despertar de tanta cuenta
que no termina
de tanta risa molesta de tanta tristeza que se cambió de nombre
y se acuesta a diario
allí en el lecho del amor por el que pago la miseria
de una mueca indiferente.

8.
Turbulencia del momento del nocturno del milagro
que no llega. Hablo con mi espejo
él que me mira y se aleja:
“Probablemente, tu agenda se distraiga de tanto andar
y mi nombre

14
discretamente empapelado
no encuentre sitio para aparcar
ser
un lugar de tu corazón
probablemente, tu vista vague
con la corriente del río
y te lleve lejos del cuerpo que porta mi alma
y mi rostro
inadvertidamente se desvanezca entre
bulevares pistas rutas
la brevedad de desencuentros novedosos
probablemente, tu boca
recorra otras noches como las que juntos vimos
que la mañana se llevaba
y entre risas distantes y ajenas
mis sueños
importen menos que algún fugaz requiebro
y esas palabras convocadas
no existan nunca fueron sean
anticipo de la nada
probablemente, probablemente
no seas tú no sea Yo y sean el aire
el agua el fuego la tierra
los ritos de la memoria innecesarios
probablemente inventé un momento
y lo multipliqué por miles
hasta llegar al molde de un sueño
con tu rostro
que sólo deja vivir de a pocos
y entonces te espero porque
probablemente
se trata tan sólo de esperar.”

9.
De pronto un día pronto me desconozco
dirijo el paso y la mirada por la pérfida ventana
el vidrio roto y lastimero y veo
espléndidos los hombres las mujeres avanzan retroceden
se conocen se saludan no se dicen acaso se hablan
prestos lentos tristes de alegría angostos engolados
tan sencillos cual monedas
que discurren en las manos del mendigo
y entonces
vida propia y no la mía Yo mismo ya es olvido
que se abraza de las grandes multitudes desandadas
permitidas en la propia ignorancia que se ignora
como el Dios que no era nadie hasta que vino...
¡Oh mundo que me mira sin deseo,
juego de palabras que me enredan la mirada,
incógnito y absurdo desempleo

15
donde llego donde llego!
Dejo sombrero el abrigo y la camisa
las prendas que sostienen mis sostenes
con el alma y el cuerpo y la morada ya tan lejos
y me abismo ¡mundo, mundo!
entre el mar de tus requiebros las preguntas sin respuesta
y el bullicio que perturba que no piensa que se inventa
ruido de las máquinas del tiempo que pende
y que me inventa como todos
uno y nadie humo y alguien
abandono el soy yo tengo y me hago ya ninguno.

10.
Los ojos no son míos
¿de quién los hube tomado? ¿de quién el color con que me miran?
estos son ojos inventados perversos mal dotados
que contemplan sus propios cuencos
sorprendidos con la sangre y con sus flujos
como largas avenidas como viajes y retornos
donde el alma navega en barca indescifrable
y mar de voces me recoge me aconseja
se propone en papel que amarillea
habla por los rostros iguales que en cajones parpadean
dice ruidos letanías silencios
ensamblados en el aire
y he de creer las verdades diarias
he de quedar suspendido retenido pan nocturno
de las aves que se cuelgan de mi oreja de mi boca
la nariz toda piel que aún resista
esos ojos esos ojos
el sexo vuelto al fin ya mi sustento
el diván donde me siento
la cama que me acoge cuando el cuerpo pide asilo
a las hordas asesinas de máscaras anónimas
que suceden una y otra en mi hospedaje
y me tocan me retocan me trasladan envejecen
como jóvenes sin nombre y apellido
que he de ser no hacer para alcanzar el paraíso el viento alisio
la profunda novedad de siempre el mismo
bárbaro andar de oficio bárbaro
conocer ese amigo tal consorte
triste el trino, uno dulce amargo frío.
Y el tiempo que se enreda si lo espero...

11.
No me conozco ni habré de conocerme
ni podré encontrarte o hacer del calor frío
si el destino no se lee ni se come ni se bebe
y es un preso mi puño el que se yergue
ahora desvalido

16
sin peligro sin peligro
en campo abierto
y es la lánguida figura que camina
en las tierras ya colmadas de deseos y de dueños que se crean
que poseen que disponen que proponen que coronan
que deponen y no existen
sólo ellos y ya somos
una voz un silencio una sonrisa aquella historia
el breve tiempo que circula gota a gota
que se va y ya no regresa
vino o pan ni el sueño evanescente
ni nada entre las manos que acaso se disuelva también nada
allá en la morada de los vientos
que sostienen al ocaso, acaso al mismo instante
y a la luz que camina en la mañana para verla
y olvidarla
para ser hacer volver a comenzar
y terminar sin terminar y recobrar para empezar...

12.
Soy aquí tan solamente aquí
mi sólida muralla
la armonía que se instala entre cabellos desmañados
por la noche y por la almohada
por el no infilial y
la pérfida orfandad de no saberlo
ni entenderlo cuando cruza frente a todos
de pronto
aquel que con sus pintas
y sus trazos de colores similares
ese ajeno vendedor de ajenos climas
de largo olvido suyo que comienza y me convoca
a sesiones de memoria donde estoy
no estoy de absurdas banales ilusiones
hecho hombre y sus galeras
fuego tierra de vasto horizonte sin costumbres
consumido por las leyes que me olvido
que se olvidan forastero
porque quiero.

13.
Finalmente el día ya no ha muerto
pero yace yacente enceguecido
asediado por mi cuerpo y el cuerpo de los otros
escondidos ignorados sin que existan
(son la hierba)
en la brusca oscuridad que allí pernocta
donde soy no soy y siempre vuelvo
y siempre vuelven
y el asedio se hace carne y habita entre nosotros

17
que no nos vimos que acaso llegamos
y crecimos poco a poco desde el fondo de la vida
tocando el paso arrimando las vigas de los ojos
de visita de soslayo de retorno
siempre siempre
de paso hacia la noche que contempla
a las nubes milagrosas
las primicias las aves mañaneras que avecindan
de oraciones y de incienso
ofrendas de rodillas ante el mundo y el desmundo
irrespirable.

14.
El mundo se sonroja se transforma
se apodera de este cuerpo de sentidos encendidos
el mundo se hace mío me domina y me arroja y me retiene
ida y vuelta desde el alma y la voz que me aconseja
por los hilos que se mueven agitados
por las tercas marionetas que de pronto cobran vida
y los cirios encendidos se reencuentran
con la nada del comienzo tan callada
inasible incomprensible tan lejana aunque es de noche
que bien sé Yo la fuente que mana y corre
y me arrojo con la fuerza de mis manos sobre el río
que me lleva que se toma mis idiomas mis principios
los finales los colores los valores el destino
que fuera de mí se ha abierto el tiempo la distancia
ya el espacio ya la puerta
ya el color de los días que me faltan.

15.
Es de pronto el comienzo...
fuera de mí recorro los cuerpos nuevos
fuera de mí absorto todo pasa
¡fuera de mí, voces de la abulia y del reproche!
El tiempo ha transcurrido.

18
Título III

CONSAGRACIÓN
Uno y solamente todo el universo
nos postramos con las manos extendidas
hechas cuencos de alegría
a recibirte
sol de la mañana
viento fresco que me atrapa
flor que es la de siempre
agua que danza y canta y repica
ubres miles que estuvieron para darnos
en el grande esplendor de cada día
parte también
solo y sola
elemental
que se suma que se cuenta
humildemente suyo y majestuoso
al mismo tiempo el mismo tiempo
nos retiene y nos atrapa y nos devuelve
como grano de arena
como múltiplo infinito
caminantes que se miran en el rostro macilento
que es él mismo
espejo del espejo finalmente
es nosotros que canta al unísono
la dicha de volver
¡oh sol, oh viento, o flor, oh agua, oh leche, oh miel!

Veo al mar que me ennoblece


la rutina de las olas el rumor de sus pasajes
libre el aire sin el tiempo ni el recuerdo
brota acaso la huella tan serena
de la inmensa pulcritud de lo que vive
y el reflejo de todo se hace intenso
para amarle y contemplarle
brillo intenso del instante que me abarca
y me hace parte
ínfima gloriosa obviedad del milagro
pasajero nave simple de las manos insinuantes
del comienzo y del final de la obra intensa
de los hombres las mujeres las mujeres y los hombres
que se encuentran nuevamente
nuevamente entrelazados.

Quieto el ser pues todo pasa


regresamos al principio del principio
de la infancia de los tiempos donde todo era preciso
y el deseo cabalgaba acostumbrado

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intenso por el padre la madre el hijo y la hija
y el espíritu que se basta
pero basta el sueño de los sueños luz del tiempo
pan de historia que se escribe y que se lee
caos de añoranzas
que el que ordena desordena
y la razón ya no es de nadie
y nos vamos anudados no hay misterios
no hay preguntas
el silencio del cielo siembra cánticos
de honduras y distancias
donde estamos sensaciones
donde vamos y venimos las pasiones
puramente enamorados
consentidos ya despiertos
sin rendirnos sin morirnos ni olvidarnos.

Santo Santa es y me recibe alborozada alborozado


de poder de andar de ver
yo solamente y con todos
el deseo que no anda y no me invade
la verdad que no es verdad
y no importa ni me importan los neones las imágenes
cubiertas de colores y fantasmas
que me marcan y señalan
interrogan
porque yo ya pertenezco
¿dónde estoy? ¿dónde cabalgo?
¿dónde miro? ¿cuál la señal?
¿qué busco? ¿qué camino?
y no respondo porque ignoro
magnífica ignorancia que se ríe y se devora
y envuelve nuestra hora de señales de presagios
de ventura desventura de ventura.

La tarde se desviste
el letargo es de música
y del único don del aleteo de las aves
recibimos complacidos
ligero el murmullo de las hojas
cuando caen y retornan a encontrarse,
de la carne que se envuelve de misterio
y es ya polvo y es ya cosa
y se evaden por el tiempo y por el viento.
Ni contemplan ni agradecen
¿qué importancia?
ah mundo más grande
altura que abarca lo impensable
dominio del incógnito paraje donde mora
el silencio que se adora y que adoramos

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poesía que existe y que no existe
silencio penetrado impenetrable
lengua de mil fuegos que no quema
hielo que quebranta y que se incendia
promesa que se cumple clamorosa
donde estamos y quedamos uno y nada
y todo y nadie espera
porque somos
tan emocionadamente somos.

El árbol de mil hojas me contempla


la rosa que no es roja me hace sangre
y en la savia de los años que ennoblecen nuestra estancia
cargo lajas de recuerdos que no existen y que vemos
y se enteran y caminan y conversan
de la historia
de las grandes caminatas
que llevamos de la mano con tu mano
y se elevan como incienso como nubes de oraciones
silenciosas inmutables hechas paz en las montañas
consagradas
nos conservan nos observan
al final de nuestras vistas
los milagros cotidianos acontecen
ser, andar, dormir, comer, volver a ser
volver a ser, recomenzar desde la tierra
otra vida aquí en la vida refulgente
de luces novedosas que amanecen y se hacen
para siempre.

De la abundante cosecha
pan de esperanza comimos
y reventamos de optimismo
llenamos ansiosos las manos las mejillas
pobladas de polvo de azúcar y de días
sin freno sin calma
no alcanzaban las risas ni los sueños
no alcanzaban para ver que el viento arrastra
las cometas de colores, las carreras que hicimos
para buscar el agua
que volvía que envolvía lejanos los trigales
rumorosos los maizales la fruta que en el cielo transpira
y vuelve ante los ojos y las narices
y las bocas y las pieles y los tímpanos
silenciosos orantes
ahogando las preguntas las respuestas
en silencios de música imposible
inalcanzable
alta lejana blanca
como los picos de la montaña

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como el aire que la lleva y el eco con que vuelven
los besos que no sentimos pero llegan por encargo
de la madre de todas las madres.

Inclinados nuestros sueños


domeñados los incendios
caminantes los silencios que se anuncian
trizas largas se hacen
las antiguas oraciones
que consumían los hombres
infinito el incienso que transforman los deseos
incienso de nubes de viento de nada
camino tan vasto que ya no se anuncia
y permanece sin embargo
en los brazos extendidos y las manos que se juntan
en la boca que pronuncia y la boca que se calla
en el tiempo que abolimos
y el espacio que retorna y
en el triunfo insospechable del puño del
nosotros...

Tránsito finito
el cuerpo se consagra sin recato
íntegro el mundo me devora consumado
carne y carne hueso y hueso
savia y sangre rama y vuelo
luz y vida tiempo absorto
indiscutido
indiscutible espacio descubierto
paz del niño que descubre y que se embarca
y que recorre la mañana y el ocaso
de las horas que se ignoran
rumores encendidos por el fuego y los colores
que surgitan desde el alma
y ya lo santo nunca es santo
renace lo sagrado
las palabras pobres son
con sus encantos
mudo yo mudo el brote de la vida
silencio que ennoblece y se delata
bruscamente en esa noche cuando alcanza
y hasta el viento se suspende
se suspende...

No hay palabras.

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