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28-04-2009

Epidemia de miedo
Julio Hernández López

Todo de un golpe: mediante un simple decreto, sin siquiera tomar la opinión del
congreso pripánicamente controlado, el ocupante de Los Pinos se otorgó a sí mismo
(a través de su dependiente, el secretario de Salud) facultades discrecionales
para aislar individuos, allanar casas y locales, hacer compras cuantiosas sin
licitación pública y suspender concentraciones públicas (¡Aguas: llegó la SS!).
Además, la crisis provocada por la influenza opacó y desequilibró las campañas
electorales en puerta, incrementó la desesperanza cívica, introdujo el virus de la
desconfianza y elevó el del conservadurismo en la plaza normalmente liberal del
Distrito Federal, colocó en las calles de esta capital del país a soldados en
misiones hoy solamente sanitarias, permitió que por televisión abierta de alcance
nacional (Televisión Azteca) se transmitieran misas católicas y tendió una cortina
de humo viral sobre temas polémicos en curso como las cuentas públicas de Fox, la
propuesta felipista del estado militar de emergencia, las amenazas de represión
neoporfirista en Cananea y el escándalo de la Lotería Nacional en Campeche (donde
Germán alegremente reinstaló como coordinador de la campaña panista a uno de los
acusados por el caso de soborno).

El tapabocas político y social tiene como antecedentes los manejos tramposos que
los mismos dictaminadores de hoy han hecho en temas como el narcotráfico, la
crisis económica y los préstamos recientes (sólo ayer, 205 millones de dólares del
Banco Mundial). La suspicacia colectiva va de los diez mil muertos por asuntos de
drogas al riesgo de fallecimientos por una epidemia tardíamente detectada y mal
manejada; del catarrito de Carstens y la fanfarronería original de Calderón a la
influenza porcina que en otras latitudes no ha provocado el estremecimiento que en
México; de la buena fe y la evidencia mediática de que el problema es real al
temor de que esté siendo utilizado políticamente por los siempre desesperados
ocupantes ilegítimos del poder mexicano, deseosos de trastocar los escenarios
electorales que en estos momentos les auguraban derrotas sonoras en comicios
federales y locales; de la creencia en las intenciones más o menos buenas de los
gobernantes a La doctrina del shock, el libro en que Naomie Klein demuestra que el
capitalismo emplea constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo
y la sociedad. Lejos de ser el camino hacia la libertad, se aprovecha de las
crisis para introducir impopulares medidas de choque económico, a menudo
acompañadas de otras formas de shock no tan metafóricas: el golpe de la porra de
los policías, las torturas con electroshocks o la picana en las celdas de las
cárceles .

Hechos públicos, intenciones privadas (aunque, ¿cuán comprobable es lo que hasta


ahora las autoridades federales y capitalinas han mantenido en el controlado
ámbito de las declaraciones a los medios, sin dar datos específicos de los
muertos, sin permitir que especialistas independientes analicen los reportes
médicos y tengan acceso a evidencias biológicas de la epidemia?). Desgracia
pública, negocios privados. Catástrofe de temporada, apocalipsis de fin de semana,
adiós momentáneo pero augural a la convivencia táctil (no a los saludos de mano y
de beso) y el médico guanajuatense Córdova saliendo al paso, junto con el
trastabillante semisecretario de Educación, Alonso Lujambio, que habría reprobado
un Enlace de primero de primaria por no saber contar ni el número de días que no
habrá clase (tres y pico, dijo el funcionario), y el sargento Javier Lozano, que
para compensar los malos tratos a los obreros se desvivió en amabilidad hacia los
empresarios para ver si les da su regalada gana atender las circunstancias
difíciles del país y no aprovechan la situación para correr o castigar a quienes
falten al trabajo o lleguen tarde.
¿1984 con el Big Brother epidémico o los preparativos para filmar una versión
local del guión de los hermanos Wachowski que acá se llamaría Con D de
Desconfianza o el 666 conmemorativo del segundo año de la legalización del aborto
en el Distrito Federal (regreso a clases, el 6 de mayo; dinero disponible para
enfrentar el problema, 6 mil millones de pesos; número de tapabocas repartidos en
el D.F., 6 millones)? El desamor en los tiempos de la influenza a partir de los
tapabocas de azul panista. Ciudadanos sometidos a la dictadura de la miseria
institucionalizada, con sistemas de salud abatidos por la corrupción de
funcionarios y empresarios y por el pensamiento neoliberal todavía dominante en
las élites. Cuerpo social extenuado que de pronto se encuentra con los anuncios de
fin de mundo mientras, por ejemplo, en Estados Unidos, los casos son pocos,
controlados y sin muertes. En Washington se declaró ayer el estado de emergencia
de salud pública , pero ello no es sino un mecanismo usual para destrabar fondos
que permitan enfrentar oportunamente determinadas incidencias susceptibles de
empeorar. Y ayer mismo, John Brenman, el asistente de la Casa Blanca para asuntos
de seguridad interna, negó (y con ello le dio fuerza a la especulación) que lo
sucedido en México fuese un bioterrorismo y aseguró que es muy temprano para saber
si hubo una acción premeditada para generar el brote de influenza porcina.

Pero, mientras son peras o son porcinos, el panorama político y social cambia en
México, con el virus del miedo reproduciéndose aceleradamente y con analistas
atentos en las alturas a las reacciones de la sociedad y los opositores al poder
ante decisiones que avanzan en la instalación de mecanismos de amedrentamiento
colectivo que inhiban participaciones electorales, que ante el peligro real o
exagerado fomenten el conservadurismo, que vayan arrinconando incluso la idea de
lo electoral y lo democrático y que permitan continuar con formas de control
arbitrarias, con prolongados estados de excepción, sea por razones médicas,
militares o sociales. ¡Hasta mañana!

juliohdz@jornada.com.mx

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