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HIJO, MIEL Y CERA Hijo, es mi carne cuna de tu suerte, en mi entraa se engendran tus albores, no importan sacrificios y dolores para

un alma de Dios y un cuerpo fuerte. Sufro ansiedad, angustia, por quererte, abeja libadora de mis flores, pues me dars la miel de tus amores o la cera del cirio de mi muerte. Aclaraste de golpe mi destino, me embriago con tu aroma de azahares y eres la luz del sol de mi camino. Sers mi ofrenda libre, pan y vino, miel y cera de eternos colmenares, el indulto de amor, el don divino.

EL VALLE PERDIDO El recuerdo rezonga por la oscura azotea, va errante por la bruma con pasos de charol, gris plumn en el viento, juguete de marea, cometa vagabundo, cansado caracol. El recuerdo descansa, dormita, cabecea, habita el pensamiento al lmite del sol, glacial testigo mudo, eficiente albacea del alambique interno, del humano crisol. Cuando emite su voz desvara el quejido, estallan los acordes de aorada cancin y sus ecos de piedra son amargo latido. Cuando atiza su fuego centellea el olvido, se funden los metales con nardos de pasin y las cenizas velan todo el valle perdido.

EUCARISTA
Qu milagro se ofrece cada da ante la humanidad indiferente!, todo un Dios, infinito, omnipotente, da su cuerpo, cosecha de agona. Nos espera en amante cercana como agua, vino y pan, limpio torrente, zumo aejo de paz, viva simiente, alimentos de clica alegra. Qu humildad!, en el fruto consagrado est Dios, el espritu inmortal, en silencioso amor esclavizado. Olvid su dolor, nuestro pecado, nos ofrece su reino celestial, y le dejamos solo, abandonado. Es Vida su legado, es ddiva de amor universal y acoge en su morada al desterrado.

LA CORONACIN DE ESPINAS
Entre insultos soeces, los soldados le despegan de todos sus vestidos arrastrando los restos adheridos, reabriendo los surcos coagulados. Manan dogma los msculos rasgados, rojo manto le oprime los latidos, se concentran en todos sus sentidos deserciones y agravios aceptados. Con espinas taladran su cabeza coronndole rey de los judos y por cetro le entregan una caa. Confundidos al ver su gran nobleza le apalean, le escupen, los impos, pues les turba una sensacin extraa.

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