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ZOO MUJER Y MOSCA Ella va y viene de un mundo a otro porque necesita espacio para existir.

De vez en cuando una mosca le ronda la cabeza y le resulta complejo saber si es una mosca u otra cosa. Su idea de las moscas no rinde pleitesas cannicas. No se ata a la verosimilitud como un devoto a su virgen porque ella tiene un ojo torcido con el que malinterpreta todo. No la manden a cubrir una noticia porque llevar mantas. Hasta el slogan de Utilsima, hgalo usted misma, con sus propias manos tiene en ella consecuencias escandalosas. Lo que le revolotea alrededor de su cabeza no es una mosca sino el alma que se harta de estar encarcelada. Para distraerla, la pone a dar vueltas en el lavarropas. El alma enloquece como si hubiera viajado a Japn y ese viaje hubiera desatado una polmica sobre el presunto hallazgo de un cuadro de Schiele en el stano de un museo. Da vueltas con la lengua afuera. Corre el riesgo de morir y sigue siendo preciosa. La que va de un mundo a otro, de tanto ver y pensar presume que ese artefacto diseado para distraer almas, pueda ser adems algo til, lleno de significado. Podra incluso lavar la ropa. Quien mira con el ojo torcido, sospecha la posibilidad de que ese alma descontrolada no sea suya sino de otro, y que la haya seguido hasta su casa como esos perros callejeros a los que cualquier huella les marca un rumbo.

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