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IMAGEN Y CULTURA
La interpretación de las imágenes
como Historia cultural
Volumen I
© De l’edició: Generalitat Valenciana, 2008
© Dels textos: els autors i les autores
Biblioteca Valenciana
Monestir de Sant Miquel dels Reis
Av. de la Constitució, 284
46019 València - Espanya
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ÍNDICE
VOLUMEN I
P RESENTACIÓN 15
S ESIONES PLENARIAS
La mujer salvaje. De la emblemática al espectáculo. Pilar Pedraza 45
E STUDIOS
Del Jardín de las Hespérides al Hortus Conclusus. Interpretación iconológica de la
portada del claustro de Santa María Coronada en Medina Sidonia. Antonio
Aguayo Cobo 111
La leona, símbolo de la mala mujer. María del Mar Agudo Romeo 129
El símbolo político del nogal en los Emblemata centum regio politica de Juan de
Solórzano. Ana M.ª Aldama Roy 151
Pobreza y riqueza en los libros de emblemas españoles. M.ª Dolores Alonso Rey 185
Los Borja en Valladolid: arte, iconografía y emblemática. Patricia Andrés González 217
Los Emblemata centum regio politica (Madrid, 1653) de Juan de Solórzano. Bea-
triz Antón 249
Metáfora, símbolo y alegoría: las tres Gracias del emblematismo. Christian Bouzy 313
La iconografía en las custodias valencianas (ss. XVI-XX). Francisco de Paula Cots Mora-
tó 459
El gallo como símbolo en los Emblemata centum regio politica de Juan de Solór-
zano: fuentes literarias e iconográficas y contexto político. Antonio Espigares
Pinilla 599
La lápida del arquitecto teórico-práctico Lucio Vitruvio Cerdón realizada por Tore-
llo Saraina en Verona. Juan Francisco Esteban Lorente 615
Aproximación a las fuentes escritas en los modelos de las Venus reclinadas. Francis-
co Fonseca 641
Los santos elegantes. La iconografía del joven caballero y las polémicas sobre el
lujo en el arte gótico hispano. Juan Vicente García Marsilla 775
La ystòria de Joseph de Joan Carbonell. Font literària del programa de Ribalta per
a la capella de Sant Josep a Algemesí. Joan Carles Gomis Corell 803
Las Vírgenes abrideras durante la Baja Edad Media y su proyección posterior. Irene
González Hernando 817
VOLUMEN II
Post tenebras spero lucem : presencia emblemática en las ediciones ilustradas del
Quijote. Fernando González Moreno 833
Remedios contra el olvido. Emblemática y conquista en los muros del primer san-
tuario mariano de América. Rosario Inés Granados Salinas y Édgar García Valencia 849
Las empresas de Giacomo Saporiti a las heroicas hazañas del duque de Osuna,
virrey de Sicilia. Sagrario López Poza 973
Las murallas de Tebas y Jericó o el poder de la música. M.ª Paz López-Peláez Case-
llas 1007
11
Representación del calendario litúrgico en la Baja Edad Media. Matilde Miquel Juan 1085
Presencia del threnos bizantino en el románico occidental. Ana Belén Muñoz Martí-
nez 1169
Alegoría del Triunfo del Tiempo en la Casa del Deán, en Puebla de los Ángeles.
Rocío Olivares Zorrilla 1227
Ícaro del abismo: iconografía y significado del hombre-pez. Luis Pérez Ochando 1247
12
Una heráldica urbana y popular: los escudos de las fallas de la ciudad de Valencia.
Jesús Peris Llorca 1269
Una obra musical profana inédita de san Francisco de Borja: «¡Ay! qué cansera,
déxeme Usted». Miguel Ángel Picó Pascual 1277
Las figuras alegóricas del mural de la Feria de San Marcos. Suma y reflejo de una
pequeña ciudad de la provincia mexicana. Luciano Ramírez Hurtado 1283
A la caza del ciervo. El símbolo del ciervo y sus fuentes en los Hieroglyphica de
Pierio Valeriano, Horapolo y el Physiologus. Antonio Rojas Rodríguez 1393
Materia, imagen y magia en los Papiros mágicos griegos. M.ª Luisa Vázquez de Ágre-
dos Pascual 1485
Imágenes del Inframundo: las puertas al Infierno. Cristina Vidal Lorenzo 1497
En todas estas villas y ciudades tienen a sus propias comunidades a ornamentar sus
un marcado peso las actividades económicas iglesias y otros espacios comunes, como, y
relacionadas con la agricultura. Campesinos sobre todo individualmente, invirtiendo en
son la mayor parte de sus vecinos y en la tie- piezas de orfebrería y mobiliario de lujo.
rra está la principal fuente de riqueza. Pese a
todo ello, estos núcleos tienen un marcado 1. La estratificación interna de la co-
carácter urbano y en algunos casos, como munidad rural
Xàtiva, Orihuela, incluso Castellón, Alzira y Durante largo tiempo, los historiadores
Gandia, existe una activa burguesía, que, en han contemplado la sociedad campesina co-
cualquier caso, poco tiene que ver con la mo un bloque homogéneo carente de inicia-
burguesía dinámica y comerciante de la ciu- tiva propia y a merced del dominio señorial.
dad de Valencia. Fue esta burguesía urbana, Sin embargo, las investigaciones más recien-
junto con la nobleza, la que en mayor medi- tes muestran no sólo una comunidad cam-
da fomentó el consumo de objetos de arte y pesina activa y decidida, sino, además, je-
de lujo.2 rarquizada en su interior. Ni Marc Bloch ni,
Sin embargo, hasta el momento no se décadas después, Georges Duby centraron
ha tenido en cuenta el papel que la socie- sus estudios en la comunidad campesina, si-
dad rural jugó en la creciente demanda de no que más bien ellos se preocuparon por
productos artísticos, atribuyendo ésta única- el señorío, sus formas y su continuidad en el
mente a la aparición de una rica burguesía tiempo, tratando de explicar la sociedad
urbana.3 A lo largo del siglo XV los encargos medieval en el marco de éste. Desde esta
de objetos artísticos crecieron de forma perspectiva, la sociedad campesina se les
notable en la sociedad valenciana. Los testa- presentaba como un ente inmóvil en el
mentos, inventarios post-mórtem e inventa- tiempo y uniforme en su composición. Es a
rios por embargo, así como las recrimina- finales del siglo XX cuando la historiografía
ciones de los intelectuales y moralistas, comienza a perfilar los trazos internos de la
atestiguan la riqueza y el lujo en diversos as- masa campesina, al hacer de estas comuni-
pectos de la vida cotidiana, una ostentación dades su objeto historiográfico. Emmanuel
sin precedentes hasta entonces en el reino Le Roy Ladurie, Guy Bois, Ferran Garcia-Oli-
valenciano. Este crecimiento difícilmente ver o Antoni Furió son quienes, al estudiar
puede ser explicado en esa red de villas y las comunidades de Languedoc, la Norman-
ciudades de segundo orden que vertebran el día oriental y del País Valenciano, detectan
territorio valenciano sin la participación de la estratificación interna del campesinado y
la sociedad rural y, más concretamente, de la existencia de un grupo de agricultores que
las élites rurales. Ellas favorecieron la de- sobresalía sobre el resto de la comunidad, si
manda tanto de forma colectiva, animando bien tampoco ellos prestaron una atención
2. Richard Goldthwaite ha sido quien ha estudiado el tema del arte desde una perspectiva económica, aten-
diendo a la producción, la productividad, las técnicas, la demanda y el mercado. Véase GOLDTHWAITE, R. «Eco-
nomic parameters of the Italian Art Market (15th to 17th Centuries)», en FANTONI, M. et al. (ed.). The Italian
Art Market (15th to 17th Centuries). Florencia: Panini, 2002, pp. 423-444. También «The empire of things:
consumer demand in Renaissance Italy», en KENT, F.W. (ed.). Patronage, art and society in Renaissance Italy.
Londres: Oxford, 1987, pp. 153-177.
3. GRACIA, C. Op. cit., p. 269.
Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 271
4. LE ROY LADURIE, E. Montaillou, village occitan de 1294 à 1324. Paris: Gallimard, 1975. BOIS, G. La mutation
de l’an mil. Lournand, village mâconnais, de l’antiquité au féodalisme. Paris: Fayard, 1989. FURIÓ, A. Campe-
rols del País Valencià: Sueca, una comunitat rural a la tardor de l’Edat Mitjana. Valencia: IVEI Alfons el Mag-
nànim, 1982. GARCIA-OLIVER, F. Cistercencs del País Valencià: el monestir de Valldigna, 1298-1530. Valencia:
Tres i Quatre, 1983.
5. LLIBRER ESCRIG, José Antonio. El finestral gòtic: l’església i el poble de Llíria als segles medievals. Llíria: Ajun-
tament de Llíria, 2003, pp. 363-367.
272 Frederic Aparisi Romero
privada, es, junto con la propia persona, el más pudientes, sino también artesanos, no-
mejor reflejo de esa posición preeminente. tarios y mercaderes locales que, como ya di-
La cantidad y, sobre todo, la calidad de los jera Rodney Hilton, pese a no dedicarse di-
enseres, ropajes y muebles que la visten dan rectamente al trabajo de la tierra, forman
testimonio de ese nivel económico. Por el parte indispensable de una comunidad cam-
contrario, el resto de la comunidad se carac- pesina.6 Por otra parte, el estudio de esta
teriza por unos interiores domésticos prácti- comunidad campesina se convierte en la
camente vacíos, donde cualquier atisbo de primera forma de acercamiento a estas éli-
comodidad y de confort es pura casualidad. tes, totalmente integradas en la comunidad.
En la casa de los acomodados, sin llegar tam- En efecto, el interés de los sectores acomo-
poco a ser mucho más hospitalaria, encon- dados por dirigir la comunidad, tanto en el
tramos objetos de decoración, objetos que mundo rural como en el ámbito urbano, ra-
intentan materializar la honorabilidad de sus dica en las posibilidades de beneficio, fami-
moradores. Entre estos objetos se encuen- liar o personal, que se puede hacer derivar
tran los cofres, piezas de orfebrería, libros de desde los órganos de poder. Las imágenes y
los más diversos tipos y mobiliario religioso, los mensajes que habitualmente se nos pre-
como oratorios y retablos. Finalmente, el sentan desde la colectividad no dejan de ser,
propio cuerpo se convierte en el mejor so- en realidad, esquemas planteados por los
porte para manifestar a los vecinos la exce- sectores dominantes de la sociedad medie-
lencia de la persona. Una hebilla de correa val. La jerarquía de la mesa, las formas de
de plata, un coltell decorado profusamente, vestir y, en definitiva, el orden social esta-
un collar o un rosario para la esposa, son ob- blecido vienen dictados desde arriba, lejos
jetos de lujo que muy pocos pueden exhibir de la comunidad «democrática» que la his-
y lucir el domingo y otros días señalados del toriografía romántica pretendió dibujar para
calendario, distinguiendo por encima de la este periodo.
masa a sus poseedores. Todos estos objetos
manifiestan la posición acomodada de aque- 2. El consumo de arte de la comuni-
llas familias más notables, al tiempo que nos dad rural
están informando de cómo las formas artísti- La comunidad campesina juega un pa-
cas de la ciudad penetran en el ámbito rural. pel importante en la realización de las gran-
Ahora bien, no podemos olvidar que el des obras colectivas, aunque ello no es óbi-
tema de las élites rurales es un campo de in- ce para que su señor pueda participar o
vestigación que aún está iniciando sus pa- incluso ser su principal promotor.7 De entre
sos, dotándose de los presupuestos teóricos la colectividad, como ya hemos señalado en
y metodológicos necesarios para afrontar la líneas anteriores, es su oligarquía la que
investigación con garantías. Uno de estos muestra un especial interés en la realización
problemas es la noción misma de élites rura- de estas obras, pero, en cualquier caso, la
les. El concepto de élite rural pretende en- construcción se convertirá en el referente
globar no sólo aquellas familias campesinas simbólico y espiritual de la colectividad.
6. HILTON, R. Siervos liberados: los movimientos campesinos medievales y el levantamiento inglés de 1381.
Madrid: Siglo XXI de España, 1985, p. 41.
7. En este sentido, es paradigmático el caso de Gandia y su duquesa, María Enríquez.
Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 273
8. En la restauración que se hizo hace algunos años de la parroquia de Palma salieron a la luz algunos arcos
pertenecientes a los porches donde la comunidad se reunía, como se ha hecho constar mediante una placa
de cerámica. Véase Fig. 2.
9. GARCIA-OLIVER, F. Terra de feudals. El País Valencià en la tardor de l’Edat Mitjana. Valencia: IVEI Alfons el
Magnànim, 1991, p. 48. Para un análisis más detallado de la comunidad campesina en la Corona de Aragón,
véase SALRACH, J. M. «La comunitat pagesa», en Història agrària dels Països Catalans, vol. 2. Barcelona: Funda-
ció Catalana per a la Recerca, 2004, pp. 505-540.
10. GARCIA GARCIA, F. Llibre d’establiments de Gandia. Imatges i missatges en una vila medieval. Gandia: Arxiu
Municipal, 1987, p. 7.
274 Frederic Aparisi Romero
11. VICIANO, P. Poder municipal i grup dirigent local al País Valencià: la vila de Castelló de la Plana (1375-
1500). Tesis doctoral inédita. Valencia: Universitat de València, Facultat de Geografia i Història, 1994.
12. COMPANY, X. Paolo da San Leocadio i els inicis de la pintura del Renaixement a Espanya. Gandia: CEIC Al-
fons el Vell, 2006, pp. 459-469. En el caso de Gandia, su Consell también financió las obras de finalización y
decoro de la iglesia-colegiata de la villa, como ya había hecho anteriormente. Arxiu Històric de la Ciutat de
Gandia (en adelante, AHCG), AB-488, f. 1-11v. Durante la regencia de María Enríquez, AHCG, AB-448, f. 10r-
12v.
13. COMPANY, X. Op. cit. pp. 470-475.
14. COMPANY, X. Op. cit. pp. 475-481.
15. COMPANY, X. et al. (ed.) Documents de la pintura valenciana medieval i moderna. Valencia: Publicacions
de la Universitat de València, 2005. Doc. 197, p. 120. Otro ejemplo lo constituye Cocentaina, cuyos jurados
encargaron un retablo para su iglesia a Antoni Cabanes. Véase CERVERÓ GOMIS, L. «Pintores valentinos, su cro-
nología y documentación». Archivo de Arte Valenciano, 1971, pp. 26-27.
16. La parroquia de Palma de Gandía es una de las más antiguas de la comarca, ya que se encuentra dentro
de las Rationes decimarum Hispaniae, tanto en la lista de 1279 como en la de 1280. RIUS SERRA, J. (ed.) Ra-
tiones decimarum Hispaniae (1279-1280). Barcelona: CSIC, Sección de Estudios Medievales, 1946-1947.
Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 275
17. La tipología de las iglesias de conquesta o colonials se caracteriza por constar de una sola nave rectangu-
lar cubierta por un artesonado de madera con tejado a dos aguas que descansa sobre una serie de arcos de
diafragma transversales.
18. La toma de posesión de la rectoría tuvo lugar exactamente el 10 de agosto de 1391. Palma es una comu-
nidad rural situada a 5 km de Gandia. En 1373 tenía 59 fuegos y en 1490, 48. FERRER SERER, F. La parroquia
de Palma de Gandía: apuntes para la historia. Palma de Gandía: Ajuntament de Palma de Gandía, 1987, p.
82. Véase Fig. 3.
19. PELLICER I ROCHER, V. Història de l’art de la Safor (segles XIII-XVIII). Gandia: CEIC Alfons el Vell, 2007, pp.
30-31.
20. Véase Fig. 4.
21. Véase el documento de 1417 en GARCIA-OLIVER, F. «Per la història de la cultura de la Safor», en Miscel·là-
nia Josep Camarena. Gandia: CEIC Alfons el Vell, 1997, pp. 20-29. Archivo de Protocolos del Colegio del Pa-
triarca de Valencia (en adelante, APPV), protocolo núm. 24.915, de Ramon Vidal (1427) y protocolo núm.
6.463, de Francesc Cardona (1431).
22. «... certus tempus iam transactum...». APPV, protocolo núm. 24.915 de Ramon Vidal (1427).
276 Frederic Aparisi Romero
dicha iglesia.27 El encargo fue realizado a otra parte, escaso en la casa campesina. La
Llorenç Saragossà. Todavía un último ejem- diversidad de nombres y formas responde al
plo. También por estas fechas, en 1395, los tamaño de los mismos. Así tendríamos, de
jurados de Ares del Maestrat encargaron un mayor a menor, arquibanchs, bancs o cai-
retablo, valorado en 1.455 sueldos, a Gui- xes, caixonets y cofres, si bien esta corres-
llem Ferrer, pintor de Morella, bajo la advo- pondencia tampoco es algo estricta. De
cación de santa María para la iglesia de di- todos ellos, son los cofres los que habitual-
cho lugar.28 mente suelen tener mayor valor, de maderas
más nobles, decoradas o pintadas y, a me-
3. El consumo de arte de las élites nudo, cerradas con un cerrojo. La mayor ca-
rurales lidad de los cofres guarda relación con su ta-
Junto a este interés por los objetos de maño y con su función. Por una parte, su
orfebrería y retablos para el conjunto de la pequeño tamaño permite al fabricante redu-
comunidad, que, al final, ya hemos visto cir los costes de producción, con lo que el
que redundan en el beneficio personal, es precio final podrá ser asumido por un ma-
posible observar en otro tipo de documen- yor número de potenciales compradores, no
tos este interés de las élites campesinas por así en el caso de muebles de mayor tamaño.
los objetos de lujo y los objetos de arte. Es Por otra parte, los cofres suelen contener los
su condición de campesinos la que da valor objetos de mayor valor para la familia, co-
a los objetos aquí presentados, porque sólo mo puedan ser los contratos enfitéuticos de
su posesión es ya de por sí un hecho remar- unas tierras, censales, joyas o telas de una
cable. Estos objetos de naturaleza artística se calidad especial, entre otros. Dado el valor
pueden enmarcar dentro de tres categorías de estos objetos, se solían introducir en un
de análisis. En primer lugar, los cofres, arcas recipiente de la correspondiente valía. La
y cajas, los cuales, pese a su finalidad emi- calidad del cofre estaba determinada básica-
nentemente funcional, se convierten a me- mente por la madera utilizada en su confec-
nudo en soporte para manifestaciones artís- ción. Los cofres de calidad media se elabo-
ticas, o, cuando menos, son decorados con raban con madera de pino, mientras que los
colores llamativos. Seguidamente cabría ha- más cotizados eran los de nogal.29 Ahora
blar de aquellas piezas que responden a una bien, independientemente de su calidad, su
función religiosa, en el marco de la religiosi- presencia es por sí misma significativa, ya
dad popular. Se trata de oratorios, lienzos que insinúa la distinción de su poseedor. Los
–draps de pinzell – y paternostres. Finalmen- cofres, con todo lo que contenían, no podí-
te, nos referiremos a los objetos de lujo pro- an guardarse en cualquier lugar de la casa.
piamente dichos, tales como piezas de orfe- Los inventarios post-mórtem habitualmente
brería, básicamente de plata pero también lo localizan en la cambra major, la habita-
de oro, y trabajos realizados sobre coral. ción principal de la casa campesina, el espa-
Los muebles de guardar conforman la cio más íntimo de la familia, donde dormía
mayor parte de un conjunto mobiliario, por el matrimonio y donde se guardaban las re-
servas de alimentos, en caso de disponer de cuentes los cofres con barras amarillas sobre
ellas.30 diversos colores de fondo, como el que po-
Los pintores compraban los cofres a los seía Francesca, viuda de Pere Pastor, campe-
carpinteros para luego ellos decorar y vender sino de Cogullada, cerca de Alzira.35 A tenor
el producto final.31 Esta decoración es bási- de su presencia en los inventarios da la im-
camente de dos tipos: el simple pintado de presión que este estilo fue el más habitual a
la madera y el dibujo de escenas concretas. la hora de decorar los cofres, al menos para
Por lo que respecta a la primera tipología, los encargados por campesinos. También en-
rara vez aparecen cofres pintados de un solo contramos símbolos cristianos, como en el
color, sino que normalmente se documentan cofre inventariado a Joana, mujer de Bernat
combinaciones de dos colores, que suelen Ros, campesino de la huerta de Valencia,
ser las mismas parejas. Así tendríamos ama- que estaba pintado con «lo beneït nom de
rillo y verde, gris y rojo o rojo con purpurina, Jhesús».36 La mayor parte de estos cofres lle-
como el que tenía Bartomeu Miquel de Xàti- van parte de su cuerpo reforzado con hierro
va en su habitación principal.32 En otras oca- y latón.37 Además, están provistos de pany i
siones encontramos una decoración más ela- clau para garantizar la seguridad y privaci-
borada, con escenas o figuras concretas, dad de su contenido, como el que poseía
como el caso del cofre de Joan Esteve, un Guillem Rossell. Exactamente era un cofre
campesino de Benimaclet, el cual estaba «enbotit ab sa clan ab hobres d’or blaves e
«pintat ab donzelles».33 Similar a éste era verts» que fue subastado por 15 sueldos, cin-
otro de los cofres inventariados en casa del co veces el jornal de un día de trabajo no es-
ya citado Bartomeu Miquel, pues estaba pecializado.38
«pintat amb donzelles e lleons de la talla mi- Junto a los muebles de guardar, los in-
gana», aunque no muy bien conservado.34 A ventarios nos informan de la presencia de
medio camino entre ambas formas decorati- otros objetos de carácter artístico que pode-
vas documentamos un estilo basado en for- mos englobar en dos grupos, por un lado,
mas geométricas y símbolos. Así, son fre- los relacionados con la religiosidad popular
30. GARCIA-OLIVER, F. La vall de les sis mesquites. El treball i la vida a la Valldigna medieval. Valencia: Univer-
sitat de València, 2003, pp. 28-36.
31. En 1391, el pintor Bernat Godall debía a Joan Samora, carpintero, «cent e dos sous, preu de dos parells
de còffrens» que le había comprado. COMPANY, X. et al. (ed.) Documents de la pintura valenciana…, p. 349.
32. APPV, Protocolo núm. 21.173 de Bernat Lloret. Inventario de Bartomeu Miquel, campesino de Xàtiva
(1448).
33. APPV, Protocolo núm. 24.280 de Cristòfol Fabra. Inventario de la herencia Aldonsa, viuda de Joan Esteve
campesino de Benimaclet (20-IV-1485). CARDELLS, F. Cultura material baixmedieval dels llauradors de l’horta
de València. Tesis de licenciatura inédita. Valencia: Universitat de València. Facultat de Geografia i Història,
1997, p. 59.
34. Véase nota 31.
35. Arxiu Municipal d’Alzira (en adelante, AMA), Protocolos de Bernat Comadolins, 040/24.
36. APPV, Protocolo núm. 24.028 de Joan Comaleres (1487). CARDELLS, F. Op. cit., p. 59.
37. MAINAR, J. Op. cit., pp. 32-33. FRANCO MATA, Á. «Mobiliario medieval en el Museo Arqueológico Nacional.
Siglos VIII al XV». Boletín del Museo Arqueológico Nacional. Tomo XV, núm. 1 y 2. Madrid: 1997, pp. 175-
196.
38. APPV, Protocolo núm. 22.858 de Pere Masó. Testamento de Guillem Rossell (1450).
Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 279
39. Superadas las dificultades del Trescientos, la progresiva mejora económica derivó en el esplendor mercan-
til y financiero del siglo XV. Esta bonanza económica condujo a una mejora de las condiciones de vida y un
incremento del consumo, no sólo de los productos primarios, sino también de los bienes de lujo. Veáse GAR-
CÍA MARSILLA , J. «Imatges a la llar. Cultura material i cultura visual a la València dels segles XIV i XV». Recerques,
núm. 43, 2001, pp. 163-194. Para la revolución del consumo en la Baja Edad Media a nivel europeo, veáse
DYER, Chr. An Age of Transition? Economy and Society in the Later Middle Ages. Oxford: Clarendon Press,
2005, especialmente las páginas 126-173.
40. En efecto, la Virgen y Jesucristo son los protagonistas de la gran mayoría de imágenes domésticas docu-
mentadas, mientras que las escenas de santos quedan relegadas a un segundo plano. En cambio, los grandes
altares de las iglesias estaban dedicados principalmente a santos. La escena de la Piedad no corresponde, en
realidad, a ningún pasaje bíblico ni de la liturgia, sino que se inserta dentro de las nuevas corrientes espiritua-
les, tales como la devotio moderna, que llegaban del norte de Europa. Si el contenido de esta nueva espiri-
tualidad procedía básicamente de los Países Bajos, el soporte, oratorios y pequeños retablos respondía más
bien a influencias de la iconografía bizantina. GARCÍA MARSILLA, J. Op. cit., pp. 169-173. APPV, Protocolo núm.
23.022 de Mateu Yviça. Inventario de Ferran Fortuny, de Quart de Poblet (1466).
41. APPV, Protocolo núm. 26.476 de Bartomeu Roca. Testamento e inventario de Antoni Am, de Valencia
(1453).
42. APPV, Protocolo núm. 23.895 de Antoni Martí. Testamento e inventario de Aparici Noguera, de Segorbe
(1457).
43. ARV, Protocolo núm. 4.139 de Pere Joan Sabrugada. FALOMIR, M. Op. cit., p. 438.
280 Frederic Aparisi Romero
entre sus pocos bienes de valor, poseía «un bre todo, femeninas se convertía en una for-
rast de paternostres de coral».44 El consumo ma de ensalzamiento de la propia familia
de coral como objeto ornamental estaba frente a la comunidad.
muy extendido en la sociedad mediterránea Las correas medievales se confecciona-
de la Baja Edad Media. En el Mediterráneo ban en buena parte con plata, junto con el
occidental, los catalanes eran quienes mayor cuero, ya que la hebilla es siempre de plata
control y dominio poseían en la pesca y co- e incluso plata dorada.47 Pere Pastor poseía
mercio del coral.45 Estos objetos poseían un una correa de plata «ab son parche blau ab
enorme valor añadido, dado el proceso que son cap e civella en que ha cent quinze pla-
transformaba la materia prima en joyas, ob- tons».48 La correa podía servir para sostener
jetos ornamentales, elementos decorativos e un puñal o incluso la espada. Bartomeu Mi-
incluso productos para la farmacopea. quel guardaba en su palau major gran par-
Los sectores más acomodados de la so- te de los objetos más preciados que poseía,
ciedad campesina durante la Baja Edad Me- entre los que se encontraba un puñal «ab sa
dia, si no antes, vieron en la compra de pro- bayna, ab guaspa e civella», todo ello de
ductos de orfebrería una estrategia inversora plata.49 Otro producto orfebre que encon-
a largo plazo.46 Una copa de plata, una he- tramos con frecuencia en los inventarios de
billa o unos pendientes eran bienes que no estas élites rurales son los pendientes, siem-
perecían, que podían ser transportados u pre femeninos.50 Pese al escaso grado de
ocultados con facilidad, sobre los que se po- descripción aportado por las fuentes, sabe-
día cargar un censal y, en última instancia, mos que en su mayor parte eran de plata.
ejecutar un embargo. Además, la adquisi- Existían, además, diversos modelos en fun-
ción de joyas tanto masculinas como, y so- ción de la etnia religiosa a la cual se perte-
44. APPV, Protocolo núm. 24.887 de Francesc Benet. Inventari de Bernat Reuart, de Sueca. (1444).
45. En el inventario de Bartomeu Miquel se documentan a este respecto cuatro corales pequeños y un collar
realizado también con coral. Véase nota 31. Los catalanes procuraron obtener el monopolio de la pesca del
coral en diversos yacimientos del Mediterráneo como Cáller y Túnez. SALICRÚ, R. «Els catalans a Tunis a mitjan
segle XV: a l’entorn dels Vives i dels monopolis de la pesca de corall», y MANCONI, F. «La pesca y el comercio
del coral en el Mediterráneo occidental (siglos XV-XVI)», en La Mediterrània de la Corona d’Aragó, segles XIII-
XVI & VII Centenari de la Sentència Arbitral de Torrellas, 1304-2004: [Actes del ] XVIII Congrés d’Història de
la Corona d’Aragó, València 2004, 9-14 setembre. Valencia: Universitat de València y Fundació Jaume II,
2005, pp. 985-1014 y 1015-1029, respectivamente.
46. Además, las piezas de orfebrería tenían más valor que las obras pictóricas entre la sociedad, del mismo
modo que los orfebres estaban mejor considerados que los pintores, si bien todos ellos no dejaban de ser vis-
tos como meros artesanos. Véase MARTÍN LLORIS, C. «Introducción a la orfebrería valenciana bajomedieval». Ar-
chivo de Arte Valenciano, 1999, número único, pp. 23-34.
47. APPV, Protocolo núm. 27.087 de Bernat Julià. Testamento de Isabel, viuda de Martí Peres, de Almassera.
(1466). También en el DCVB podemos encontrar algunos ejemplos documentales sobre este objeto, DCVB [en
línea] <http://dcvb.iecat.net/>. [Consulta: 12-XI-2007].
48. AMA, Protocolos de Bernat Comadolins, 040/24.
49. Véase nota 31.
50. Todo parece indicar que la posibilidad de documentar pendientes masculinos entre el campesinado es es-
casa, dado que los hombres con pendientes en Occidente siempre se habían asociado con lo diferente, pro-
pio de esclavos, musulmanes, piratas, juglares y aventureros. Véase RÍOS LLORET, R. y VILAPLANA SANCHIS, S. «Los
pendientes masculinos en la pintura valenciana y europea. Siglos XV-XVIII». Archivo de Arte Valenciano, 1999,
número único, pp. 35-42.
Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 281
neciera. Así, en el inventario de los bienes vecinos. Además, embellecer la propia igle-
de Bartomeu Miquel se documenta un pen- sia es ensalzar el nombre de la comunidad
diente de oro morisco que llegó a manos de frente al resto de comunidades de la comar-
dicho campesino como prenda de un mu- ca. Ahora bien, dentro de la comunidad hay
sulmán que no le satisfizo una deuda pen- unas familias más interesadas que otras en
diente.51 Otros ejemplos de estas artes apli- este tipo de inversiones. Las élites rurales se
cadas son las joyas engastadas en coral y convierten durante la Baja Edad Media en
otros elementos naturales. Bartomeu Mi- consumidores de arte. Adoptan, en la medi-
quel disponía de algunas joyas de este tipo: da de sus posibilidades, aquellas costumbres
un collar de perlas de tamaño medio alter- y formas que ven en la ciudad. El arte se
nadas con granos de plata y todavía una ca- convierte, para ellos también, en una forma
dena de oro con una cruz, también de oro, de ostentación. Así es como empiezan a en-
en la cual se habían engastado cuatro per- cargar cofres con decoración ornamental y
las.52 Finalmente, deberíamos referirnos a figurativa, retablos y lienzos para sus pare-
un conjunto diverso de objetos de orfebre- des, y a invertir en piezas de orfebrería
ría, tales como capillos de oro para las mu- (pendientes, agujas, cruces). Ahora bien, es-
jeres de estas familias acomodadas, así co- tas formas de ostentación se observan más
mo agujas de plata, en ocasiones también entre los campesinos próximos o plenamen-
de oro. También algunas piezas de la vajilla te integrados en la ciudad que no entre las
podían de ser de plata, como la «copa d’ar- comunidades netamente rurales. En su caso,
gent sobredaurada» y las seis cucharillas los encargos de obras de arte se hacen para
que poseía Bartomeu Miquel, campesino, la comunidad, como pueda ser un retablo
no lo olvidemos.53 para la iglesia. Conviene tener presente que
los ejemplos aquí expuestos son más la ex-
4. Conclusiones cepción que la norma. La casa campesina,
A lo largo del presente artículo hemos por definición, es fría e inhóspita, sin lugar
intentado mostrar la presencia del arte en la para la comodidad y el acogimiento. Aquí
sociedad campesina y más concretamente es difícil encontrar vajillas de plata, cofres
entre los sectores acomodados del campesi- forrados de cuero y pintados con tintes ca-
nado. Las comunidades rurales tanto del in- ros. Estos objetos los encontraremos en la
terior como de la costa del territorio valen- casa del rico, del prohom. Todo ello es por-
ciano dedican grandes esfuerzos colectivos a que la sociedad campesina, lejos de ser un
embellecer sus iglesias. El templo parroquial bloque homogéneo, está altamente jerar-
tiene para ellos una importancia que va mu- quizada, llena de matices que no permiten
cho más allá de lo espiritual, entrelazándose generalizar y que exigen constantemente
con lo terrenal, con las relaciones entre sus puntualizaciones.