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Rabia, rabia, rabia, en primer lugar hoy, por lo que esta pasando en Israel, lo que
acabamos de escuchar. Rabia, rabia, también por los últimos cinco años de matanza y
destrucción en Iraq. Rabia, rabia, como los jóvenes en Grecia, en las últimas semanas.
Rabia, rabia, por la violencia policíaca. Rabia, rabia, por los bajos salarios y la falta de
oportunidades.
Rabia, rabia, aquí en México todos los días. Rabia ante la represión de Atenco y
los 112 años de prisión dictados a Ignacio del Valle. Rabia ante la violación de
compañeras que luchan por una vida digna. Rabia ante la violencia cotidiana de la
policía. Rabia ante la destrucción de los bosques. Rabia ante el racismo. Rabia ante la
brecha obscena entre los ricos y la miseria de los pobres. Rabia ante la arrogancia de
los poderosos. Rabia porque ellos están convirtiendo un país precioso en un país
podrido; un país donde vivir, es vivir con miedo.
Rabia porque no es sólo México, sino que es el mundo entero el que se pudre,
que se está destruyendo. Rabia porque vivimos un mundo basado en la negación de la
Humanidad, en la negación de la dignidad. Rabia porque la única forma de sobrevivir
es vendiéndose.
¡Ya basta!, realmente ahora sí: ¡Ya basta! ¡Ya basta de vivir así todos los días!
¡Ya basta de crear todos los días un sistema que nos está matando! Pero detrás del ¡Ya
basta! zapatista, detrás de la urgencia del ¡Ya Basta!, hay otra temporalidad: La
temporalidad del “Caminamos, no corremos, porque vamos muy lejos”. El núcleo del
zapatismo, me parece, es la construcción paciente de otro mundo. La creación aquí y
ahora de otras relaciones sociales. Las comunidades zapatistas de Chiapas, luchan
contra el capitalismo viviendo el mundo que ellos y nosotros, quieren y queremos
crear. Luchan contra el capitalismo, yendo más allá del capitalismo. Esta, me parece,
es la Digna Rabia. Pero no solamente de los zapatistas, por supuesto: La digna rabia
existe por todos lados. Existe en todos los lugares y en todos los momentos donde la
gente dice: “No vamos a seguir subordinando nuestras vidas a la reproducción del
capital, ¡vamos a hacer otra cosa!, porque finalmente, nada más tenemos una vida! ¿Y
por qué vamos a desperdiciar nuestras vidas reproduciendo al capital? Nosotros vamos
a hacer otra cosa. Y entonces, en todos esos espacios, en todos esos momentos existe
la Digna Rabia.
Me parece que básicamente hay dos formas de hablar de la crisis actual del
capitalismo: La forma más obvia es echar la culpa al capitalismo y a los capitalistas.
Entonces decimos que la crisis es el fracaso del capitalismo. Entonces la comprensión
de la crisis como la crisis de ellos, de las contradicciones de los capitalistas, nos
regresa a la política de la víctima, a la política del pedir, de buscar líderes, a la política
de “la revolución en el futuro”. Hay otra forma de entender la crisis, la que nos dice
que no, que no es así, porque realmente somos nosotros y nosotras los responsables
de la crisis. Y no es que tengamos que hacer la revolución “en el futuro”, porque ya la
estamos haciendo y la crisis es la evidencia más clara de ello.