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SATSANGHA
PEÑAS en MADRID
Madrid
2009
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Pero no, no es fácil. El respeto para con el otro
es, como decía y escribía en un otro texto, con título
relacionado con la consideración, es una
consecuencia, no el resultado de una petición.
Yo mismo, en mis reuniones con los alumnos,
he tenido grandes dificultades para obligar a todo el
mundo que escuche al otro, pues todos tienen su
historia, aunque sea necio e ignorante el que habla.
De casualidad puedo hacer eso todavía, a mi
mesa, con mi hijo, mi hija y mi mujer, y mi loca
sobrina, con todas las incomodidades que ello
genera. Mi niña, de unos once años, ya me manda a
callar, aunque sea elegantemente, cuando pretendo
explicarle, al preguntarme qué quiere decir tal o cual
palabra, y yo empiezo con explicaciones de griego,
sánscrito, latín y qué se yo, una jerga u otra.
- ¿Me puedes decir, por favor, qué quiere decir eso y
ya?- espeta la niña. No quiero que me expliques
nada, no quiero griego y nada, ¿O.Kei?
-O. Kei.- respondo, y mejor me callo.
En fin, consideración, cariño, amor – cosas que
no se piden y si hay, hay, pero no abunda.
Luego de las clases de la noche, íbamos todos a
comer con el maestro Su. ¡Qué mesas! Nos llevaba
siempre a restaurantes chinos, en Caracas, en los
cuales hablaba con el cocinero y de pronto, en la
mesa, aparecían los manjares más inauditos de la
vieja China del imperio de los Han. Siempre invitaba
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el maestro, y cada noche nos reuníamos unos quince,
muchachas y muchachos.
Fueron encuentro tipo “peña” de kung fu y
medicina china, pero las conversaciones de
sobremesa tocaban los más insólitos temas, desde
poner los cuernos hasta cuanto tipos de sabores hay
y cómo nombrarlos. Comer en la misma mesa con
un tipo genial y escucharle como pregunta a todos
sobre sus vidas, ideas y opiniones, quedándose él
mismo discretamente en la sombra y sacando de uno
la verdad como en un parto, es ciertamente como
estar al lado de Sócrates.
Detesto la presunción y como yo, cualquiera lo
siente igual, hasta la naturaleza misma rebaja lo que
resalta demasiado - con excepción de la jirafa - y
eleva a los discretos. Tener criterio en una
conversación de grupo es como alcanzar aquél saber
que permite a alguien cortar una torta en pedazos,
tipo sector, para que alcance a repartir a todo el
mundo que está mirando. El maestro es el gran
repartidor. En crisoledad no necesitas de grupo,
pero la solitud y la soledad requieren un tipo de
calor humano que solo se puede encontrar en el otro,
en la comunión sin motivo, peña espontánea, y
natural. Hay que luchar en contra de lo artificial en
los sentimientos, aunque las respuestas artificiales
parecen de naturaleza automática y aparentan estar
llenas de un sabor lejano. Me encantaría participar
en una peña de lectura de la firma personal. Me
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imagino rúbricas e improntas, cual más curiosa que
otra, descritas y analizadas por un experto.
O en una peña de la Odisea, en la cual se pueda
hablar de las hazañas del héroe polimecánico.
O, qué se yo, una peña de juegos infantiles, o de
aritmología y geometría, de etimología, o mitología,
junto a un tipo parecido a Joseph Campbell. No es
fácil encontrar gente interesada en materias que a ti
mismo te ponen. Los amantes del tango, empezando
y terminando con mi sobrina ANCA, tienen peñas
fantásticas. Tal vez el I Ching y el Tao Te Ching
merecerían sendas peñas en Madrid.
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del latín vulgar PINNIO, -ONNIS, derivado de
PINNA
• DESPEÑAR
• DESPEÑADERO
• PINÁCULO (esto pareciera “piña en el culo¨ pero no es nada de eso, con perdón de
los puristas. Nota mía, no de Corominas, pues, ese galán era un caballero serio, no como otros)
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“PEÑA- Piedra grande, viva (¡!) y levantada en
forma aguda. y assí se dixo del nombre latino
pinna,ae. Proverbio: Dádivas quebrantan peñas.
Peñascos, peñas grandes, en los montes y en las
riberas del mar.
PEÑÍSCOLA (yo agrego aquí, de mi propia cosecha el famoso PENIS),
lugar en el reino de Valencia, península, penne
insula Chersonessus (esa última palabra sé que es el griego para “península”).
Peña de Francia, es una sierra entre Salamanca
y Ciudadrodrigo,(sic), adonde cerca de los años
1490 se halló una imagen muy devota de nuestra
Señora, y en el mismo lugar se edificó una yglesia y
se fundó un monasterio de frailes dominicos. (no hay que
olvidar que Santiago de Covarrubias escribía eso en 1611, sin Internet, ni enciclopedias). Es muy
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Decía con sorna Samuel Butler Yeats, en su
diario, -recuerda, este caballero es el premio Nóbel
de “Las Cuatro Estaciones”- que un escritor debería
estar agradecido por ser leído por sus amigos y
basta.
Nosotros sí tenemos una Peña de Afijos en
Madrid, de la cual, personas más serias y más
ilustradas se retiraron, como fue el caso de la amiga
Concha, profesora de griego, a raíz de mi
comentario acerca de Heidegger. Dije una vez, en la
sobremesa, que Heidegger era un idiota, en
cursivas, por su etimología de la palabra “amor” y
mira, eso provocó algo más que una gripe porcina.
Pero los que se retiran de una peña están
desterrados para siempre de las tierras de cultivo de
la amistad.”Llámala, me decía la profesora, llámala.
Pero yo jamás llamaría a un retirado.
El retirado debe llamar y rogar de rodillas a ser
aceptado de nuevo, en la citada “peña de afijos”, en
el puesto y categoría de PTERNOGLYPHOS, o
“cortajamónes”, “rascajamónes” (famoso nombre de rata en
BATRACOMIOMAKHIA)-. Tengo un rosario entero de esos
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En griego, peña es algo así como PÉTRA, o
LÍTHOS, y en hebreo, me recuerdo del propio
Nuevo Testamento, que piedra es CEPHAS y por
ello los cristianos pertenecen a la Peña de Cephas,
Pedro, el Apóstol, pues asimismo dijo Jesús a Pedro,
¡el Peñón! ¡Así te quiero, como una peña, y sobre
ella construirás mi iglesia!-(Iesus dixit).
Es que si me tocan los cojones, me sale el
erudito por todos los poros, para el espanto de los
intelectuales. Con las excusas merecidas, retorno a
mi amado y dilecto amigo, Covarrubias:
“Peñafiel (no me lo nombres -diría la Casa del Rey, no me lo nombres, por intrometido), en
Castilla la Vieja, villa muy noble de los duques de
Osuna, de donde toman título de marqueses, los
primogénitos de aquella casa.
En este lugar se celebró un Concilio Toledano,
el año 1302, adónde presidió el arçobispo de Toledo,
don Gonçalo.
Peñaflor, pueblo pequeño entre Córdoba y
Sevilla, que antiguamente fue ILÍPULA, ciudad
fuerte y populosa, la cual destruyeron los moros
quando entraron en España.
Despeñar, despeñadero.”
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¡Ya sé! Voy a crear en Madríz una peña de los
fantasmas, en la cual invitaré a todos los muertos
etimologistas, en sendas sesiones de espiritismo con
cañas de cerveza, para reírnos de sus ñiki-´ñaqis
lingüísticos! Cuando Dante entró en la peña de los
muertos, en el propio infierno, los sin rumbo le
preguntaron molestos a Virgilio quién era el
arrimado vivo que osaba pasar por allí. Virgilio dijo:
“Éste, vade mecum.” – o sea, “va conmigo”.
“Pues, - dijeron los muertos- si va contigo cárgalo
en la espalda, porque no pueden pasar los vivos por
el camino de los muertos.”
Al boca-sucia de Camilo José Cela ni por
pienso que lo invite a la peña de los fantasmas, pues
nos dejaría a todos K.O. con su diccionario secreto
de palabras malsonantes, ¡nadando en cardúmenes,
en dos volúmenes!
Este escrito mío sería una suerte de SÁTIRA
y HUMOR, pues los americanos de SCRIBD lo
catalogarían como “texto creativo”, para salir al paso
de las definiciones arbitrarias.
No, mejor que peña de fantasmas sería fundar
una peña de astronautas frustrados, o tal vez una de
comedores de mierda, pues encontraría bastante
miembros y miembras, en este ancho mundo.
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Hacemos, es cierto, un círculo vicioso, pero
mágico, en torno al Rey Arturo, y cada vez que
ocurre el encuentro, se cuenta el cuento llamado “Lo
que más quiere una mujer”. Es la gran Peña del
Grial, y de EXCALIBUR, de Percival y de la Dama
del Lago.
La ceremonia de apertura de los encuentros
comienza con las siguientes palabras: “Escucha,
hombre de la peña de los necios, a lo mejor así,
aprendes algo de los antiguos.”
El joven rey Arturo andaba
contento por los profundos y
salvajes parajes de su amado
Camelot, y de repente, en un claro
de bosque, es sorprendido por un
inmenso caballero verde, el dueño
fantasmagórico del mundo
visinvisible de los montes.
-“¿Quién eres” – dijo el Rey,
imperturbable.
-“¿Y tú, joven amigo, respóndeme
primero, por la cortesía que los
iletrados deben a los portadores
de espada, - ¿Quién, acaso, eres?”
-espetó el inmenso hombre verde,
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que andaba a caballo, sobre una
montura azul-celeste.
-“Soy el rey Arturo y no me escapa
la ironía de tus palabras,
mequetrefe marciano que invades
mis propiedades, sin temor a ser
decapitado.”- gritó molesto Arturo.
-“¿Decapitado? ¿Con qué acaso
pretendes “decapitarme”?”- dijo el
gigante.
En ese preciso instante, Arturo
saltó hacia atrás, horrorizado: su
espada, la bella EXCALIBUR, no
estaba a su cinto. La había dejado
“en casa”, o sea, en el palacio,
pues pensó que sólo salía a dar un
paseo por sus propiedades. (Aquí, voy a
hacer un inciso, con las debidas disculpas para con los
apurados. Eso me recuerda la pregunta que me hicieron los
ancianos doctores en un hospital, en la China, el Hospital de
Veteranos de Taipei, en la década de los ochenta. Era el
examen de graduación como médico: “¿Usted es médico,
ya?”- me preguntó el más venerable de los profesores.
“¡Sí!”- dije, “¡Soy médico!” – pues era el ritual de
graduación. Pero no estaba preparado a oír otra pregunta,
que me dejó frío:
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Había dejado en la casa mis instrumentos médicos del
kit de viajero. No pude rematar respuesta alguna.
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tenía que lidiar dentro del plazo
justo de un año.
Hallar la respuesta a un
enigma como ese enigma, no era
fácil. ¿Qué quiere realmente la
mujer? – rumiaban los caballeros y
el más pintado entre todos,
Lancelot, dijo: “Arturo, majestad,
en el bosque del norte vive una
bruja que debe saber la respuesta.
Manda allí a Percival, pues es
apuesto y probo. Estoy seguro que
hallará la respuesta.
Semejante pregunta dejaría
perplejo hasta al hombre más
sabio de la tierra, ni que hablar de
princesas, prostitutas, jueces,
monjes, o cocineros. Pero la vieja
sabe sus cosas y Percival resolverá
el pago como mejor le convenga.
Ni siquiera Merlín puede decirnos
algo, pues se enredó con los
hechizos de Morgana, y díme,
acostarse con su propia hermana,
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no es de aquí, o de allá. Así que a
Merlín no le preguntes.”
De este modo habló
Lancelot, el Caballero de la
Armadura Brillante, que tuvo sus
enredos con Guinevere o Ygrene,
(YGRENE es ENERGY al revés) o Ginebra, lo
sabemos todos.
Acto seguido, Percival se armó
de paciencia y salió hacia el
bosque de la bruja. Para hacer un
cuento largo, corto, diremos que
llegó Percival, atravesando mares
y mil senderos de bosque, a la
pobre cabaña de la bruja y le
contó toda la historia.
La Vieja dijo que si, pero con
la condición de que él, se casara
con ella.
Percival apretó los dientes y
aceptó. Ese era un reto verdadero,
pues la anciana era realmente
espantosa, y además de jorobada,
coja y tuerta, olía un poco mucho,
a azufre, y a otros miasmas.
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El joven Percival la miró
valientemente, y dijo que sí. Había
cosas peores en la vida, pensó.
Nunca se tropezó con un reto de
esa naturaleza amorosa.
Un poco reticente, se quedó en la
pobre cabaña y pronto llegó la
noche.. “¡Ponte cómodo, esposo
mío! – dijo la vieja. “¿Cómo, ya
somos marido y mujer?” – dijo algo
asustado Percival. “Por supuesto.
Nada de ceremonia aquí, en la
espesura del bosque. Al decirme
SÍ, eso es SÍ, nada más que
mascar.” – dijo la vieja bruja.
espesura. . ......
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A salvo, el Rey Arturo retornó
a su palacio para agradecerle a
Percival, pero, ¡qué va!- el
caballero, raudo y veloz,
emprendió el camino de vuelta a
su palomita del bosque,
despidiéndose a la francesa, a la
inglesa, o a la española, como
haré yo ahora, para estar a tono y
acorde con esos amigos míos de la
peña. Así fue, así es, así será.
En la peña de los comilones,
hay sujetos que engullen la
comida directamente del plato, sin
usar
cubiertos, ni servilletas,
inventadas hace medio milenio por
Leonardo da Vinci, mientras era
maestro cocinero del Duque de
Milan. Otros emiten ruidos y olores
escabrosos y hablan a lengua
suelta con la boca llena de
manjares. Están perdonados: ¡Es la
Peña de las Comilonas!
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No te quedes sorprendido ni
estupefacto: cada quien coma
como quiera, pues nadie tiene
derecho de velar el bocado del
otro!
- ¡Vaya contrariedad! ¡Ese cuento
de la Viridiana nos deja a todos
pasmados y atónitos!.
¿Vosotros, bandidos holgazanes,
qué hubieran preferido y qué
alternativa, pues no habían allí
varias opciones, sino una sola
elección, pues, qué hubieran
elegido?
La elección que hizo un amigo
mío de la Peña de Mujeres
Emancipadas, la dejo para
después, pero antes de oírla
tomen su decisión, es un juego de
mayores.
El noble amigo mío, que
usaba mucho la palabra “mismo”,
me contó que en una ocasión, le
ocurrió lo mismo que a Percival y
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él mismo respondió a la mujer
que la dejaría elegir por si misma.
Al oír esto, ella no dijo nada, se
quitó la ropa y - como en los
cuentos de los esquimales, que
invitan a sus huéspedes a dormir
con la esposa, pero sólo para que
ella les de un poco de calor
humano mas no para hacer no se
qué cosas debajo de la piel de oso
polar - se metió en la cama.
En la mañana, la bella mujer
siguió siendo bella y mi amigo
pensó: “. . . es seguro que decidió
ser bella de día y anciana bruja, de
noche. . .”
Pero no, no fue así: la niña
siguió siendo ella, con la misma
hermosura, de día, de noche, de
medianoche y de mediodía, en el
alba, en el crepúsculo, en el sol de
los venados, entre dos luces, como
quieran y como más rabia les dé. .
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Debido a la elegancia de ese
astuto caballero amigo mío, pues
no sé cómo llamar su insondable
bondad y sabiduría, la mujer
estaba contenta: el hombre le
había respetado su parecer y le
había permitido así romper el
hechizo que le había tirado algún
Ogro Verde, tiene que ser alguno
como SHRECK, molesto por
haberlo rechazado en sus
pretensiones de ser su compañero.
Ser dueña de sus propias
decisiones es lo que más quiere
una mujer. ¿Y cuál sería la
moraleja de esa grata historia
ejemplar?
Pues, créanme, no hay
moraleja, en las palabras mismas
está el sentido profundo de su
misterio.
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¿Con qué ilustrar este decente escrito?
Busco en los archivos, pero no encuentro algo
que me guste. Busco en los Archivos Akáshicos y
tampoco encuentro nada.
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