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Jorge Yarce

Crisis en

la sociedad

siglo

XXI

Tendencias y temas esenciales


CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

© 2009 Jorge Yarce


ISBN 978-958-98919-0-2

Primera edición: 2009

© Instituto Latinoamericano de Liderazgo

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ill@liderazgo.org.co

© Universidad Católica de Colombia

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Interior: Leonardo Grajales Olarte

Portada: Elena María Ospina

Impresión:

X-Press Studio Gráfico Digital

Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo

permiso escrito del autor.

Todos los derechos reservados.

Hecho en Colombia - Printed in Colombia

Contenido

INTRODUCCIÓN
La crisis económica, la punta del iceberg 7

PRIMERA PARTE
Tendencias 17
CAPÍTULO 1
Pinceladas geopolíticas y económicas 19
CAPÍTULO 2
La hora de la tecnología 43
CAPÍTULO 3
Coordenadas culturales 63
CAPÍTULO 4
Tres fenómenos 75
CAPÍTULO 5
Coordenadas filosóficas 89
CAPÍTULO 6
El cáncer del relativismo 107
CAPÍTULO 7
Tendencias de la educación 123
CAPÍTULO 8
Megatendencias para la acción 141

SEGUNDA PARTE
Temas esenciales 159
CAPÍTULO 9
Lo esencial en la persona 161
CAPÍTULO 10
El trabajo, fuente de realización 179
CAPÍTULO 11
La familia, motor de cambio 197
CAPÍTULO 12
El cuidado de la casa grande 211
CAPÍTULO 13
Para construir sociedad 225
CAPÍTULO 14
Desafíos urgentes del liderazgo 243
CAPÍTULO 15
La ética y los valores ante la crisis 255
CAPÍTULO 16
Afirmación de la trascendencia 271

BIBLIOGRAFÍA 289
PRIMERA PARTE

TENDENCIAS

CAPÍTULO 1

Pinceladas geopolíticas
y económicas

SEÑALAMOS ALGUNAS TENDENCIAS, en forma de enunciados breves,


como pinceladas, quizás simplificaciones, fruto de la observación de fenó-
menos más o menos sobresalientes en la última década, que podrían ser
pasajeros. Uno de los signos del tiempo actual es la rapidez de los cambios
y su complejidad que en algunos momentos nos deja perplejos.

La crisis de Occidente

Occidente no es ya una referencia obligada de la política, la cultura y


la economía. Existe geopolíticamente, pero no es un paradigma para el
resto, cuyas reglas de juego no dependen de él, como antes. Además, ha
perdido credibilidad y la exportación de su estilo de vida, profundamen-
te erosionado por el individualismo, el materialismo y el relativismo, evi-
dencia en profundidad lo presagiado por Spengler en su famoso libro La
decadencia de Occidente publicado en 1918. Oriente, en cabeza de China
(el gran gigante del siglo XXI) y Japón, tiene cada vez más peso en la eco-
nomía, la política y la cultura.
La caída del comunismo aceleró la crisis del capitalismo como ideolo-
gía, al revelarse su incapacidad para construir una sociedad con verdadero
sentido de equidad y justicia. Su peligro es el de convertirse, cada vez más
en “capitalismo salvaje” donde impera la ley del más fuerte económica-
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mente. La crisis financiera global que se inició en Wall Street a partir de


octubre de 2008 es una buena muestra de ello. Muchos de los grandes y
exitosos especuladores se vinieron abajo. Si no fuera por la mano que le
dieron los políticos al sistema económico, los efectos podrían haber sido
peores.
Si el socialismo con rostro humano fue una máscara más del totali-
tarismo marxista, el capitalismo con rostro humano también puede ser
una gigantesca estafa colectiva. Esto no es ninguna novedad. Ya que en
la segunda mitad del siglo XX varios pensadores lo pusieron de presente
sin lograr un eco, porque la gente se consolaba pensando que el capita-
lismo era menos malo que el comunismo, sobre todo por su defensa de
las libertades individuales. Hay demasiadas evidencias en el mundo de
hoy acerca de los profundos vacíos del capitalismo como sistema y como
forma de vida.
Existe en el mundo una búsqueda afanosa de nuevos modelos políti-
cos. La experiencia previa, marcada por la división en dos grandes corrien-
tes, la marxista y la capitalista, ha dejado una serie de lecciones importan-
tes. A finales del siglo XX se hablaba de una tercera vía, alentada por el
líder inglés Tony Blair, pero esa idea prácticamente ha desaparecido de la
escena política. Sus escarceos intelectuales la mostraron llena de contra-
dicciones, a pesar de su atractivo en medio del dualismo político al que
estábamos sometidos. Hoy la dispersión ideológica es patente. Además,
los que la proponían eran capitalistas en la acción con un corazón preocu-
pado por lo social, lo cual no basta para innovar ideológicamente.
No son el comunismo y el capitalismo los que están enfrentados, sino
los grandes mercados y sus respectivas culturas consumistas. Hay una es-
pecie de despolitización de la política, como si hubiera perdido sus bases
de sustentación. Nadie quiere ahondar en las contradicciones internas de
la democracia o del capitalismo, terreno reservado a unos pocos intelec-
tuales. En los jóvenes eso es todavía más notorio.
Lo ocurrido en Europa a partir de 1989 ha fortalecido, de un lado, a
los países que recuperaron su libertad. Pero, a su vez, ha desaparecido el
contrapeso de la ideología socialista al capitalismo, que se ha quedado
como el gran protagonista del escenario político contemporáneo, erosio-
nado pero dominante.
El imperialismo soviético se acabó con Gorvachov y el norteamericano
ha entrado en una etapa de enorme desprestigio, sobre todo por la este-
la de los errores de la era de George W. Bush. Parece que el mundo no
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quiere grandes amos que decidan su destino. No resiste semejante acu-


mulación de poder. El desgaste de Putin en Rusia, que sigue gobernando
como primer ministro, es evidente. Aunque algunos gobernantes insisten
en permanecer en el poder, incluso en forma democrática, los países se
resisten. El desgaste llega mucho más rápido, y los pueblos pasan ensegui-
da la cuenta de los errores.
El mundo manifiesta de distintas maneras el rechazo al poderío políti-
co-militar de los Estados Unidos, aún esgrimiendo su argumento preferido
de defensa de la democracia. Frente a su poderío militar aplastante ha
surgido el poder imprevisible del terrorismo que amenaza con las armas
convencionales, biológicas y nucleares.
El caso de la China no deja de ser especial: los cambios de su comu-
nismo desde la desaparición de Mao Tse Dong han sido bastante sustan-
ciales. Hay ahí una rara mezcla de una economía cada vez más capitalista
en el marco de un sistema político comunista con su visión hierática y
piramidal del poder. Parece que es fórmula estable y exitosa. No se puede
predecir hasta qué punto podrá mantenerse dentro de una sociedad pro-
gresivamente más consumista y en trance de occidentalización en muchos
aspectos.
La amenaza del terrorismo pende como una espada de Damocles so-
bre Occidente, dominado por el temor a los ataques de Al Qaeda y sus
aliados. Claro indicio de que ni los Estados Unidos ni la Vieja Europa tie-
nen todo bajo control como hace medio siglo. Ningún país se siente libre
de la amenaza terrorista y la siniestrosis es un síndrome permanente de
la sociedad en peligro, que no puede vivir tranquila a partir del 11 de
septiembre de 2001, después del atentado contra las Torres Gemelas de
Nueva York, de los ataques en España e Inglaterra y de los más recientes
de Bombay en la India.
La principal “seguridad” del mundo occidental se deriva hasta ahora
del control de la economía globalizada en violenta crisis pero siempre bajo
los dictámenes de Estados Unidos y la Europa tradicional, a través del Gru-
po de los 21 (G-21), con el rápido crecimiento de Australia, China, India,
Japón, Corea y otros países asiáticos como actores de primera línea. Se in-
troducirán cambios en el mapa económico, con posibilidad de configurar
hacia el futuro un nuevo orden geopolítico.
La vigencia de la economía de mercado globalizado es la fuerza de-
terminante que actúa como árbitro decisorio en todos los conflictos. Los
grandes negocios confluyen en los escenarios políticos e inciden en la
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orientación de los gobiernos y, a su vez, la acción política de éstos está


condicionada por las ofertas de bienestar hechas por los candidatos a sus
electores.
Lo que está en juego no es la sobrevivencia de los países aisladamen-
te, sino el estar involucrados en grandes procesos económicos mundiales
al margen de sus alineamientos ideológicos. Por ejemplo, lo que se ha
visto en los últimos años, cuando las posiciones de centro juegan un papel
decisorio, como ocurrió en los procesos electorales de México, Alemania
e Italia, donde las diferencias ideológicas no pesaron tanto en el electo-
rado como las propuestas económicas. Ahora la crisis financiera global
logra unirlos a todos por encima de las diferencias para aguantar juntos
el chaparrón más duro que ha caído sobre la sociedad del bienestar en
varias décadas.

Importancia de los bloques de naciones

La gobernabilidad de los estados se ha vuelto un problema comple-


jo. No basta con detentar legítimamente el poder. Hay que hacer que las
instituciones funcionen, adaptándolas a las exigencias contemporáneas.
La demagogia, el populismo o los extremismos ideológicos lo que hacen
es distorsionar la visión del estado y volverlo ingobernable a largo plazo,
como lo demuestran las experiencias del socialismo marxista o las dicta-
duras latinoamericanas, fenómenos que retrasan los cambios en los paí-
ses.
Hoy en día no se puede pensar en que un estado sea gobernable, si
no lo es en el ámbito global, es decir, sin su adecuada inserción en la co-
munidad internacional, pues nadie puede vivir aislado y con sus fronteras
cerradas a lo que pasa en el resto del mundo. En cierta medida los proble-
mas de cada país son cada vez más los problemas de todos.
La sola existencia de los bloques continentales, de la información glo-
bal compartida o de la interdependencia en muchos niveles (financieros,
de telecomunicaciones, etc.) hace indispensable la participación en co-
munidades de naciones que cuenten con organismos internacionales do-
tados de poderes efectivos.
Una ONU manipulada por los Estados Unidos y los otros miembros
permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto, no puede ser
eficaz ni a corto ni a mediano plazo. La Guerra de Irak fue un duro golpe
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 23

para el poder de la ONU porque Estados Unidos no sólo la manipuló, sino


que obró al margen y contra el parecer de las otras supuestas grandes
potencias, salvo el voto comprometido de Inglaterra y el obsecuente de
España. Otro fracaso de la ONU fue la invasión israelí a Gaza a finales de
2008 cuando todas las intervenciones de esa organización y de los líderes
políticos fracasaron e Israel no hizo caso a ninguno de ellos.
La Unión Europea, su proceso de integración a lo largo de cincuenta
años y los resultados conseguidos en la economía y la política, es algo muy
digno de tenerse en cuenta, porque ofrece, además, una contrabalanza al
poder dominante de los Estados Unidos en muchos campos. El diálogo se
hace ahora a otro precio, y poco a poco van surgiendo liderazgos en otros
continentes que permiten que el juego geopolítico y económico social a
nivel mundial ofrezca un mayor equilibrio.
África y Latinoamérica siguen rumbos erráticos, presos del populismo,
inspirado a veces en el viejo sueño del socialismo como camino para el
logro de la igualdad y la justicia. Pero no parece que los países hubieran
aprendido las duras lecciones del pasado y caen en la repetición cíclica de
los vicios inveterados de una política sin visión a nivel de los bloques mun-
diales. Sin cohesión y sin esperanzas de unidad política común, lo cual los
deja a merced de los grandes actores de la política mundial, subordinados
a ellos como parte de un nuevo colonialismo.
Frente a la consolidación de la Casa Europea, Latinoamérica ofrece un
contraste bien llamativo. Pululan las democracias populistas y las revo-
luciones a medio hacer. Nadie está pensando en la Latinoamérica de las
Naciones, en un Continente Unido, sino en exportar nuevas revoluciones,
como ocurre con Chávez en Venezuela, cuyo máximo sueño es ser sucesor
de Fidel Castro a nivel contestatario, perpetuándose en el poder y promo-
viendo un Socialismo del siglo XXI sobre estructuras políticas decadentes,
en medio de una corrupción rampante y de un empobrecimiento del país
mientras su presidente reparte millones de dólares a sus simpatizantes
ideológicos. Junto con Ortega “repetido” en Nicaragua y con Correa en
Ecuador, han ofrecido un espectáculo de dudosa ortografía en los episo-
dios de colaboración con la guerrilla colombiana, denunciados por Colom-
bia ante la OEA.
Algo menos intenso y más moderado es Evo Morales en Bolivia, de-
seoso de seguir los pasos de Chávez. El ex arzobispo Lugo Méndez, quien
asumió el poder en Paraguay en el 2008, ha declarado su simpatía por
Chávez y se une al clan de presidentes izquierdistas que se ha venido for-
mando en la última década. Dentro de ese grupo el caso de la Kirchner
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en Argentina es bien diciente de un poder familiar en el que se recibe el


mando de manos del marido, que sigue actuando entre bambalinas. Lula
en Brasil, que se pensó al principio de su primer mandato que se alinearía
con ese grupo, poco a poco se ha distanciado de ellos.
Pero Latinoamérica, en lugar de progresar, vuelve al pasado mientras
países de Asia que hace unas décadas eran más pobres que nosotros, nos
adelantan en el camino del progreso y de los cambios sociales. La ausencia
de líderes con visión de futuro y su esterilidad política los lleva a reiterar el
pasado enfermizamente. Por eso la sombra del golpismo, del relevo polí-
tico inesperado, del aventurerismo en el estado, está siempre a la mano,
y la unidad continental es el anhelo de lo nunca logrado. Se pierden así
energía de varias generaciones, se retrasan los cambios y mientras tanto,
los países son saqueados por una clase política corrupta.

El problema de los nacionalismos

Solidaridad en Polonia fue la chispa que inició el incendio que liquidó


el experimento comunista. En ese giro radical no hubo sangre. Cuando
colapsa el sistema ideológico, al derrumbarse el sistema comunista y al
advertirse la profunda crisis del sistema capitalista, se genera una recom-
posición política del mundo. Y aparece de nuevo la sangre, con el resurgi-
miento de los nacionalismos, incluidos los de signo religioso, como el caso
de Irán y su revolución islámica. O el problema israelí-palestina-mundo
árabe que sigue sin resolverse, cada vez más virulento y engendrando
riesgos de una guerra mayor en el Medio Oriente.
La invasión americana a Irak es asunto bien delicado para las relacio-
nes Occidente-Oriente. Estados Unidos sabe que tendrá que salir perdien-
do más temprano que tarde. Las promesas de Obama de retiro de tropas
en un plazo más o menos corto han sido claras, pero habrá que ver si está
en capacidad de cumplirlas. Hillary Clinton como secretaria de Estado ten-
drá que trabajar también en ese sentido, pues compartía en su campaña
esa promesa.
El caso del Medio Oriente, con el eterno conflicto entre Israel y los
países árabes, constituye una de las amenazas más graves para la paz, que
podría desatar una guerra de grandes proporciones. En los últimos años
la guerra líbano (Hesbolá)-israelí y la invasión de Gaza por Israel ante las
provocaciones palestinas han señalado momentos de marcada y peligrosa
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 25

tensión. Siempre se señala a Irán como canalizador de las iras del mundo
árabe y prestador de ayuda militar a esos países.

La Europa de las regiones que se disputan sus cuotas económicas hace


pasar a un segundo lugar, por momentos, el problema de los nacionalis-
mos. El estatuto jurídico de las regiones ha cambiado dentro de los países
y dentro del continente. En ocasiones los países negocian lo jurídico y las
normas de convivencia común y las regiones dan primacía a sus intereses
económicos, mientras las naciones tratan de preservar su identidad cul-
tural.

Los países se parecen cada vez más en sus mercados, en sus infraes-
tructuras, en sus medios de comunicación y en centrar sus esperanzas en
el progreso material de sus sociedades. Pero si descuidan su autenticidad
cultural, sus tradiciones, su historia y su peculiar idiosincrasia, van cayen-
do en una especie de internacionalismo pragmático, donde existe un ciu-
dadano del mundo que acaba por ser ciudadano de ninguna parte porque
ya no tiene lengua, cultura o religión propias.

Las realidades culturales que han caracterizado la pervivencia de las


naciones a través de los siglos ahora parecen débiles capas de polvo que
se lo lleva cualquier viento. El totalitarismo comunista quiso ahogar las
nacionalidades muchas veces eliminadas del mapa geopolítico para crear
un orden internacional homogéneo. Lo mismo que pretendieron los im-
perios coloniales, por razones diferentes. Eran distintos los motivos de
Stalin al sovietizar a Estonia, Letonia y Lituania que los de los británicos en
la India o de los belgas en el Congo.

El fracaso de todos fue mayúsculo. Las nacionalidades estaban pro-


fundamente arraigadas en el alma de esos países y, derribada la barrera
militar e ideológica, surgieron de nuevo con una fuerza inusitada, inten-
tando recuperar el tiempo perdido pero cayendo a veces en nuevos ex-
tremos de un nacionalismo violento. El error fue apostar a que las ideas
tenían mayor valor que las personas. Por eso, se desconocieron durante
décadas los derechos humanos fundamentales, y nada pudo la internacio-
nalización de la prédica del socialismo real y del comunismo como destino
final de los pueblos, ante la fragante violación de esos derechos.

El error del nuevo “totalitarismo”, nacido al amparo de la democracia,


es creer que el poder de los números basta para consolidar desde ahí
sociedades nuevas. Donde no hay renovación de las estructuras geopolíti-
cas, donde el aparato gubernamental se sigue rigiendo por el burocratis-
26 CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

mo napoleónico, por el estado benefactor o por el estado del bienestar,


no hay una salida coherente hacia el futuro.

Al cesar las políticas totalitarias, salen a relucir los conflictos que nun-
ca se superaron: las rivalidades étnicas, las ansias de dominio territorial,
las disputas religiosas, los deseos autonómicos, las eternas ambiciones
dictatoriales de los gobernantes, el poder que conservatiza, etc.
Ante eso hay quienes desearían volver al orden autoritario anterior,
como se ha visto en Rusia y en Polonia, por ejemplo. Pero la historia no
tiene reversa. Ahora se trata de que el nacionalismo y el regionalismo se
encaucen dentro de la democracia, no de que se conviertan en fuerzas
multiplicadoras de la inestabilidad.

Un peligro es volver a los nacionalismos exacerbados por motivos ra-


ciales, ideológicos o religiosos, por las revanchas y las apetencias pasio-
nales de los pueblos, por la primacía de los deseos y de la fuerza sobre la
razón, como lo señalaba Solzhenitsyn al final del milenio anterior: “Si no
aprendemos a limitar con firmeza nuestros deseos y exigencias, a subor-
dinar nuestros intereses a criterios morales, nosotros, la humanidad, sim-
plemente nos destruiremos mientras salen a relucir los peores aspectos
de la naturaleza humana” (Reflexiones en la víspera del siglo veintiuno).
El nacionalismo violento ha mostrado al mundo sus poderosas raíces
etnológicas. Y la ideología comunista lo único que hizo fue tratar de tapar
el sol con las manos conteniendo las nacionalidades y tratando de des-
arraigarlas, fracasando en su intento.
Por esto es bien importante, de un lado, que el nacionalismo no sea
confundido con la xenofobia o el odio declarado a todo lo que sea distinto
a lo propio. Y, de otro, que no se confunda con la necesidad de repensar
los estados nacionales, tarea apenas incipiente en el mundo de la filosofía
política de comienzos del siglo XXI y uno de los más formidables retos
hacia el futuro.
Cobra cada vez más importancia política el debate sobre los inmigran-
tes y los desplazados de las guerras locales. Surge en muchos lados la
xenofobia frente al derecho humano de emigrar y de echar raíces en otros
países. Los candidatos se polarizan en torno al tema, y el fenómeno se
refleja en el seno de los organismos internacionales y en las políticas de
cada país para dar o no cabida a las aspiraciones de esos nuevos ciudada-
nos a veces no deseados.
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 27

Sin que la religión deje de ser importante para una mayoría de la


humanidad, es el ateísmo práctico en lo que coinciden las mayorías. La
influencia de las religiones en las sociedades presenta una disminución
alarmante -tal vez salvo el caso del Islam en los países donde detenta el
poder-, tanto por la secularización como por la pérdida de los valores re-
ligiosos en aras del materialismo, el consumismo y el relativismo moral.
Trata de arraigar el pluralismo político y la multiculturalidad que lo-
gran establecer con claridad el papel y las limitaciones de las entidades
globales. El esfuerzo parecería afincarse en la búsqueda de unos valores
comunes que puedan asegurar la convivencia presente y futura para las
sociedades que los afirmen.

El terrorismo, un enemigo común

Una fuente de alteración de la democracia y de la convivencia pacífica


en el mundo es el terrorismo que, a partir de la caída de las Torres Geme-
las y de la cadena de atentados a lo largo de la década, tiene en jaque la
tranquilidad de las superpotencias y de buena parte del resto del mundo.
Osama Bin Laden y George Bush pusieron al día el maniqueísmo destruc-
tor, al revivir la división entre buenos y malos.
Mientras uno decía cumplir mandatos de Alá para acabar con el diablo
norteamericano, éste esgrimía su condición de Gran Gendarme de Occi-
dente para salvar la democracia respaldado por una dudosa ética en la
que lo malo es lo que afecta los intereses norteamericanos en el mundo,
y con ese argumento ocupó Irak a sangre y fuego, invadió Afganistán, y
amenazó hasta con invadir a Irán, además de ocuparse de todos los demás
conflictos del planeta.
El narcotráfico se ha convertido en otro instrumento desestabiliza-
dor y en la mayor fuente de corrupción en los países. Sustentador de una
economía subterránea a veces más poderosa que la de superficie, se une
según sus cambiantes intereses al terrorismo, a los grupos paramilitares
y la guerrilla. Ha pasado a ser el más fuerte comprador de conciencias,
penetrando todos los estamentos del estado y todos los sectores de la
economía y de la sociedad. Países en otro tiempo más ajenos al problema,
como México, han pasado al primer plano del negocio de las drogas y del
crimen organizado. Las mafias rusas y europeas hacen y deshacen en co-
nexión con las mafias colombianas, mexicanas y norteamericanas.
28 CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

El narcotráfico define elecciones, tumba gobiernos y compra medios


de comunicación para su servicio. Nadie sabe dónde comienzan y dónde
acaban sus tentáculos, que son como los del apocalíptico monstruo de las
siete cabezas. El paramilitarismo y la proliferación de ejércitos privados,
muchos de ellos al servicio de los narcotraficantes, han minado la idea
tradicional del monopolio de las armas en las fuerzas regulares de los es-
tados y desestabilizan a los gobiernos y a las instituciones públicas.
La guerrilla ha buscado en el narcotráfico la supervivencia económica,
aliándose con las mafias de la droga y utilizándolas para mantener su gas-
to militar. Además, los ideales revolucionarios pasan a un segundo lugar
y la toma del poder por las armas está desprovista de todo romanticis-
mo marxista porque el nuevo sistema es el terrorismo generalizado como
arma para tratar de llegar al poder.
Al tiempo, en países como Colombia, los líderes de la vetusta revolu-
ción armada envejecen y mueren con su fusil al hombro en nombre de
una violencia fratricida que ha cobrado cientos de miles de víctimas, y
que no cesa por la intransigencia de los guerrilleros mismos encaramados
en el poder del narcotráfico, a pesar de los duros golpes y reveses que
han sufrido en los últimos tiempos. Lo que queda en claro es que la lucha
armada y el acceso al poder por la fuerza no son viables en las sociedades
actuales.
Los movimientos guerrilleros se debilitaron mucho a raíz de la caída
del comunismo, porque dejaron de contar con patrocinio permanente,
sobre todo de Cuba que pasó de ser promotora de las revoluciones e in-
surgencias latinoamericanas, a quedar exhausta y pobre, hasta el punto
de correr graves riesgos económicos y tener que recibir ayuda de emer-
gencia de Chávez, quien, retirado de la escena Castro, se ha convertido en
el patrocinador de esos movimientos apoyado en su riqueza petrolera en
manos de un líder autoritario, populista y camorrista.
Lo anterior se puso en evidencia en el conflicto entre Ecuador y Co-
lombia y la ruptura de relaciones diplomáticas de Ecuador, Venezuela
y Nicaragua con ese país causada por la muerte en territorio fronterizo
ecuatoriano del segundo hombre de la guerrilla de las FARC a manos del
ejército colombiano. Crisis afortunadamente resuelta con prontitud en el
seno de la OEA aunque subsiste la belicosidad de Ortega y Correa con
Colombia.
La violencia terrorista en algunos países trata de inclinar la balanza
electoral. Casos elocuentes son los de España con la inesperada subida
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 29

del partido socialista a raíz de los atentados del 11 de marzo de 2004 o


lo ocurrido en Pakistán con el asesinato de Benazir Butho a finales del
2007. El “peligro” de que un partido o un líder suba al poder se conjura
mandándolo matar o perpetrando un acto terrorista. Las ideologías pasan
a un segundo lugar detrás de las multinacionales del terrorismo. Ahora
el esposo de la líder asesinada está en el poder lidiando con la India que
acusó a su país de estar implicado en los atentados de Bombay.

La democracia en apuros

Democracia es la palabra mágica, casi sagrada, con la que se bautiza


todo lo que se presenta como indiscutible e infalible. Son democráticos
los países, las actitudes, las costumbres, las modas, los deportes, las opi-
niones, y hasta las cosas más contradictorias y sorprendentes. Si se quiere
atacar a alguien o descalificar algo basta con decir que es antidemocrático.
La democracia se convierte así en un escudo protector de la intole-
rancia e incluso de violaciones flagrantes. Tal vez sea la menos mala de
las formas de gobierno, pero ofrece muchas deficiencias, especialmen-
te como sistema de gestión social del desarrollo, porque una cosa es el
predominio de las cifras en las elecciones y otra lograr un cambio social
efectivo, es decir, la distancia que va de una democracia formal a una de-
mocracia real.
Se configura poco a poco lo que Jacques Attali denomina una “hiper-
democracia” como forma última de la democracia planetaria y partici-
pativa, que deberá crear instancias de gobierno mundial, que dispondrá
de recursos propios y actuará como gran moderadora de los gobiernos,
continentales, regionales, y nacionales. Pero tiene un riesgo a la vista: el
peligro de las mayorías electorales triunfantes que definen todo en los
parlamentos a través de leyes aprobadas incluso con mayoría precarias,
pero que cambian las reglas del juego en forma radical y en temas decisi-
vos (aborto, eutanasia, inmigrantes, desplazados de la violencia…).
La balanza electoral es inclinada por las masas emergentes, las mayo-
rías independientes, los sectores no politizados, los movimientos cívicos o
los partidos o movimientos apoyados en la ecología, la xenofobia u otros
intereses. Puede llegar a conseguir más favores el calentamiento global
que la defensa de los derechos humanos o que la solución de los conflic-
tos por la no violencia.
30 CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

Se da una banalización y un desprestigio de la democracia, reducida al


poder de la imagen y de las encuestas que son los ejes de inclinación de la
voluntad política de las franjas decisorias en el campo electoral. Han des-
aparecido los grandes protagonistas y el poder lo disputan las medianías.
O sea, una “democracia show” que se encarga de hacer montajes, realizar
mediciones y hacer propuestas a la medida de los cambiantes grupos de
electores.

Las masas electorales amarradas a una causa tienden a desaparecer


porque ya no hay público cautivo de las ideas. El encanto de un político,
o la popularidad de un actor, o la acción terrorista, pueden alterar sensi-
blemente los resultados. En la recta final de un debate electoral las cosas
pueden cambiar por la oferta de un candidato de subir las pensiones.

El valor de las ideas ha sido trasladado a la confiabilidad de las medi-


ciones dentro de unos mecanismos que dejan todo en manos de la merca-
dotecnia. La imagen predomina, las apariencias sobre el fondo, los gustos
sobre las ideas, las impresiones sobre los propósitos.

Por eso cobra cada vez más importancia en el sistema democrático


formal internet como instrumento de propaganda política y como medio
de acceso más amplio y democrático al debate en partidos y grupos. La
última campaña presidencial en EUA reveló plenamente el poder de esa
herramienta, pues candidatos sin mayores recursos pudieron competir de
tú a tú con otros dotados de inmensos recursos, en busca del favor elec-
toral. Obama demostró que se podía lograr la más grande financiación
política de la historia de los Estados Unidos con base en internet. Dándo-
se, además, un contacto directo entre los electores que podían dirigir sus
preguntas a los candidatos y ser respondidos, sin necesidad de acudir a la
plaza pública.

La transparencia de los procesos electorales se ha convertido en una


necesidad perentoria para asegurar los resultados en las democracias
acostumbradas durante décadas al fraude electoral, a la compra de votos,
al traslado de cédulas de electores y a los recuentos manuales sujetos a
todo tipo de manipulación. Claro que surgen nuevas formas de fraude,
más sofisticadas, a través de la informática misma.

Se evidencia cada vez más la necesidad de nuevos modos de hacer po-


lítica, en los que no cuente tanto el populismo, la demagogia electoral, o
los efectos de imagen producidos por la publicidad, como las plataformas
de gobierno de temas accesibles a la mayoría de la población. La cerca-
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 31

nía de los candidatos a sus comunidades locales y la vigencia en ellas de


mecanismos de veeduría y control de las promesas confrontadas con las
realizaciones, da pie a una participación ciudadana más comprometida
con el bien común.

También es más patente cada día el protagonismo ciudadano, sobre


todo en los niveles básicos, en calidad de veedurías, observatorios, vigi-
lancias y auditorías en cargos pagados y mantenidos a propósito por la
sociedad civil. La necesidad de administrar los múltiples niveles adminis-
trativos hace que la burocracia se especialice, pero que también el con-
cepto de gobierno se modifique según los tipos de soluciones que pueda
ofrecer.

Dentro de cada país se ve claramente que cada día tiene más vigencia
una democracia participativa y deliberante, en la que ya no se le pueden
dar las espaldas a las grandes mayorías e incluso a las minorías. Las con-
sultas populares, los referendos revocatorios, los foros electrónicos, los
muchos mecanismos de control popular de las promesas electorales de
quienes llegan al gobierno, las audiencias públicas, el poder creciente de
los sistemas de participación a través de internet, todo eso indica que
las cosas están cambiando para bien. Eso incrementa la gobernabilidad y
pone de presente que tal vez las sociedades necesitan menos gobiernos
burocráticos y más descentralización política, administrativa y de delibe-
ración.

Sólo una sociedad civil fuerte y actuante puede compensar el peso


exagerado de un estado burocrático gigante y balancear el predominio de
la política y las instituciones políticas, así como de los medios de comuni-
cación social, que en casi todos los países se han convertido en poderosos
moderadores de la vida social, no siempre con la debida responsabilidad,
sobre todo cuando se subordinan a los intereses de los grupos dominan-
tes, económicos o políticos.

Puntos de sensibilidad social

Ofrecer salidas a los problemas del empleo se ha vuelto punto elec-


toral capital. El que más ofrezca en esos campos lleva las de ganar unas
elecciones. Las grandes masas, de arriba y de abajo, lo que quieren es
bienestar y que no se les complique la vida con disputas ideológicas. Claro
que a la larga todo esto configura nuevas ideologías.
32 CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

La salud y la seguridad social se han convertido en punto dirimente


entre las opciones políticas, como se comprueba en las campañas electo-
rales. De ahí que los niveles de empleo, los reajustes salariales, los salarios
de los empleados oficiales, la asistencia hospitalaria y el cubrimiento de
los servicios de salud, son aspectos que se examinan con lupa a la hora de
analizar los resultados de la gestión gubernamental y de ver propuestas
de los candidatos.
La privatización de la medicina y la seguridad social en muchos países
ha vencido la tradicional inercia del sector estatal de salud que, a su vez,
ha visto la necesidad de centrarse en aspectos fundamentales reduciendo
el gigantismo inoperante de algunos entes estatales de salud. La gente es
mucho más sensible a sus derechos en este campo, igual que al suminis-
tro de las medicinas, a la atención de emergencias o a la protección de la
población más vulnerable (mujeres madres, niños, ancianos…).
La socialización de la medicina en general ha tenido efectos saluda-
bles por la ampliación del cubrimiento en salud, a veces a costa del dete-
rioro de la calidad y de la condición económica de los médicos dentro de
un sistema masificado en el que el profesional depende de las entidades
prestadoras de salud, que se quedan con la mayor parte de lo que aportan
los usuarios. Además, se ha ido imponiendo una mentalidad mercantilis-
ta que olvida que el cliente en estos servicios es ante todo una persona
cuyos derechos fundamentales deben estar por encima de cualquier otra
consideración.
Todo lo relativo al virus del Sida, y a las medicinas que se emplean en
su tratamiento, dispone de enormes presupuestos, a veces más grandes
que los que se emplean en su prevención atacando las causas (promis-
cuidad, vida sexual desordenada, etc.). Nadie se opone a que se dé una
atención prioritaria a la enfermedad, pero sería deseable que existiera
la misma preocupación por una educación sexual sana y por una educa-
ción para las relaciones afectivas. Es demasiado simplismo creer que con
campañas masivas de utilización de los preservativos vaya a resolverse un
problema de semejantes proporciones.
Richard Layard en sus estudios sobre la felicidad demuestra que no
por haber aumentado el ingreso en los países ricos la gente sea ahora más
feliz que hace cincuenta años. Y comenta que las enfermedades mentales
han aumentado en el mundo en una manera significativa, también desde
el punto de vista del consumo de los sicofármacos. Dice que siendo la
mayor fuente de infelicidad en Occidente, el gasto económico en paliarla
y atajarla es insuficiente.
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 33

Otro sector bien sensible es el de la economía de la educación. Un


sector prioritario para el desarrollo, al que muchos países no le dedican
presupuestalmente todo lo que necesitaría. La necesidad de especializa-
ciones para entrar a competir es cada vez más acuciante, lo cual ha am-
pliado el mercado de la demanda y la oferta. Ya la competencia entre las
instituciones de educación superior depende de la calidad y pertinencia
de los programas. Y a nivel internacional se están formando multinacio-
nales que compran universidades en los diferentes países para favorecer
el intercambio de alumnos y profesores, impulsando además la educación
virtual.

Las variables económicas

La brecha entre países pobres y ricos se ahonda más. La pobreza ab-


soluta afecta a grandes masas de población, una cuarta parte del mundo,
cuyos ingresos pueden estar alrededor de un dólar americano diario, fren-
te a la opulencia de los países desarrollados. Stigliz lo reafirma diciendo:
“La globalización ha vuelto más pobres a muchos de los países más pobres
del mundo en desarrollo. Incluso cuando están en una mejor situación, se
sienten más vulnerables”.

De un lado, existen enormes masas de desposeídos, de desplazados


y marginados de todo tipo, y de pobres que son carne de cañón para las
opciones violentas. De otro, aparecen confrontaciones de gran peso en
los escenarios globales como la del fundamentalismo islámico versus los
Estados Unidos.

El disponer de las fuentes de energía se convierte en el fiel de la ba-


lanza. El alza de los precios del petróleo, con su altísimo incremento en la
primera década y su consiguiente caída, y la búsqueda de fuentes alter-
nativas, precisamente para no depender del oro negro, marcan el paso. Y
con ello el desarrollo de la tecnología estará cada vez más condicionado a
ese factor. Los países que no tengan autonomía energética se van a ver en
grandes apuros y perderán su autonomía no sólo económica sino política,
en manos de los grandes proveedores de la misma.

Dentro de la economía de la democracia de mercado imperante en el


mundo, se da un papel creciente de la economía de los servicios y de los
intangibles. Antes eran los grandes patrimonios físicos, representados en
34 CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

tierra, maquinaria, infraestructura física, plantas industriales y equipos.


Ahora se da un desplazamiento hacia lo intangible, es decir, a lo que no
son bienes físicos, y a todo lo que se maneja a través de internet como
gran herramienta para los negocios de hoy. Se negocia información, soft-
ware, capital intelectual. Microsoft, Amazon, Google, Yahoo, Youtube o
Facebook pasan a ocupar el papel de la General Motors o de las grandes
compañías petroleras. El modelo de negocio económico ha cambiado sus-
tancialmente.

La propiedad intelectual, intangible por excelencia, pasa al centro del


debate. Algunos países proponen suprimirla, ante la avalancha inevitable
producida por internet, donde es irrespetada continuamente y donde, a
la vez, se presenta en un fenómeno que permite el acceso a la informa-
ción y cultura a las masas que nunca podrían pagar por esa propiedad. In-
cluso algunos escritores y científicos han propuesto su eliminación como
una forma radical de democratización del saber y de la investigación. La
piratería, por su parte, se ha convertido en un negocio multimillonario:
programas, videojuegos, películas, etc., circulan por la red sin pagar un
solo centavo.

Cada vez se difunde y democratiza más el conocimiento, pero cada vez


se vende más conocimiento a través de la red. Incluido el conocimiento
técnico y del mercado, y cómo hacer los negocios por internet (E-busi-
ness). La venta de esa tecnología sobre los negocios produce un incre-
mento de los mercados. El guardarla como un secreto competitivo ya no
tiene sentido pues al difundirla el efecto multiplicador sobre los mercados
es mucho más beneficioso.

El papel de las comunidades de negocios a través de la red va crecien-


do en forma exponencial. Amazon y E-Bay son demostración palpable de
ello. Dentro de esas comunidades los mismos integrantes establecen có-
digos de cumplimiento y de fiabilidad de sus miembros, ejerciendo de esa
manera un autocontrol sobre la eficacia del negocio. El mercado del usado
adquiere una fuerza inusitada fomentando una circulación de mercancías
en todas las direcciones.

Productividad, competitividad y rentabilidad están vinculadas a nue-


vos cánones, en los que juega un papel muy importante el manejo de la in-
formación y los negocios en línea, así como las comunidades virtuales. Los
canales tradicionales del comercio son suplantados por esta herramienta
y el que quiera marginarse de ella está condenado a salir del mercado.
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 35

La empresa, por nuevos caminos

La empresa como motor de la economía es el sector más dinámico


de la sociedad. De ser un gran mecanismo impulsado por el capital para
la producción de bienes y servicios, regulado por leyes de contribución y
retribución, poco a poco se ha transformado en un organismo vivo, conec-
tado con su entorno social, y mirado no sólo desde el punto de vista del
patrimonio o de las utilidades que produce para los dueños, o del punto
de vista salarial para los trabajadores, sino como algo flexible y cambiante
que mide su efectividad en términos de productividad y competitividad.
Del modelo tradicional de empresa jerárquica, piramidal, con estruc-
turas rígidas, con un organigrama donde la autoridad se impone desde
arriba y la comunicación es descendente, se ha pasado a modelos que
buscan disminuir distancias, distribuir el poder, facultar a los empleados
para que actúen con mayor autonomía, hacer que el liderazgo no sea
de un grupo o elite, sino que se participe y democratice. Las estructuras
centradas en el control, la presión y la mano dura son reemplazadas por
aquellas en las que predominan la participación, la motivación y la auto-
rresponsabilidad.
La empresa virtual, unida en sus procesos a otras empresas, con una
información común a través de bases de datos interconectadas, abre paso
a la creación de clusters o cadenas de empresas de valor, más aptas para
la competitividad global, con un mejor aprovechamiento de los recursos y
de las fortalezas de cada una de ella para producir un valor agregado ma-
yor que si continuaran trabajando aisladamente, lo cual es prácticamente
imposible en el mundo de hoy. En ellas la creatividad y la innovación son
una necesidad y se hacen posibles al compartir sin secretos ni barreras los
descubrimientos individuales.
La tendencia que se abre paso cada vez con más fuerza es la de la
empresa como una red de trabajo y una comunidad de aprendizaje y de
práctica, donde todos enseñan y todos aprenden. En ella la persona y su
crecimiento interior es lo más importante. Lo mismo que la formación de
equipos inteligentes de trabajo a través de los cuales se fortalece el capital
intelectual (saber y experiencia acumulados por la persona y saber y expe-
riencia acumulados por la empresa) como la “suma de todos los conoci-
mientos que le dan fuerza competitiva a una empresa” (Thomas Stewart).
Junto a la noción de capital económico adquiere mayor importancia
el saber de las personas, e igualmente a lo largo de las últimas décadas
36 CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

ha cogido fuerza la noción de capital social como conjunto de “normas y


redes que le permiten a la gente actuar de manera colectiva” (Woolcock-
Narayan), es decir, el entramado de relaciones que hace posible la acción
de un individuo o de una empresa. Lo expresa la frase “No es lo que sa-
bes sino con quien te relacionas” lo que importa. Noción que ofrece una
riqueza de matices útiles para cualquier organización, haciendo siempre
hincapié en la calidad de las relaciones y en la forma de actuar colectiva-
mente.
Ha llegado a ser muy importante en la nueva dimensión de las em-
presas el concepto de cultura organizacional como la particular visión que
cada empresa tiene de la estructura organizativa, de la persona y del tra-
bajo, estrechamente vinculados con los principios, valores y creencias que
se viven en ella, y que se convierte en un sistema que orienta la acción de
sus miembros.
En esta concepción la visión sistémica de la empresa como un todo en
el que cada parte tiene una vinculación directa con los resultados globales
permite superar la visión lineal de causa y efecto por algo donde la com-
plejidad permite un mejor conocimiento de la acción conjunta.
Las empresas y corporaciones tienen un papel importante qué jugar
a través de lo que se ha llamado la ciudadanía corporativa, es decir, su
presencia en la sociedad civil, a través de su compromiso con el entorno
social, lo que se llama responsabilidad social de la empresa, que no puede
ser algo vago o de moda pasajera, sino una serie de compromisos acota-
dos y precisos para dar respuesta eficaz a las necesidades inmediatas de la
sociedad, de la comunidad que toda organización debe ayudar a construir.
Se impone una acción más responsable de las empresas frente a su entor-
no social, sin que eso signifique que la empresa pase a ser responsable de
todo lo que ocurre en la sociedad.

El mundo, una historia cercana y


distante a la vez

Poco a poco se ha gestado también la globalización e internacionali-


zación de la cultura, especialmente de mano de la tecnología informáti-
ca, en pugna con la preservación de los patrimonios culturales nacionales
o regionales. Grandes muchedumbres de personas están adoptando los
parámetros culturales y estilos de vida difundidos a través de Google, Fa-
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 37

cebook o Youtube, por citar lugares comunes de la internet para las ge-
neraciones actuales. El mundo se ha convertido en una gran plaza pública
donde se debaten de igual manera todas las manifestaciones culturales y
sociales, pero donde converge también la decadencia de la sociedad occi-
dental y los productos más elaborados de la sociedad consumista.
Los hechos colectivos nos afectan de una manera común, sin distin-
guir su lejanía o procedencia. La guerra étnica en un país del África, las
elecciones del parlamento europeo, el proceso de paz de Colombia, el
campeonato de fútbol de un país cualquiera o una depurada técnica de
gestión en Japón, son manifestaciones de un movimiento permanente de
la historia, que nos llevan a tomar parte porque su impacto en la historia
global hace que se conviertan en causas y en asuntos por los que se expli-
ca el mundo contemporáneo.
Lo que hace varias décadas Daniel Hálevy llamó la aceleración de la
historia se ha incrementado por el influjo de la tecnología informática y
porque los fenómenos que antes se daban de época a época o de gene-
ración en generación, ahora se dan muchas veces dentro de una misma
generación y en forma inesperada, precisamente por la velocidad del ac-
ceso a la información y el conocimiento y por la rápida asunción de temas
políticos y sociales a nivel internacional. Los acontecimientos hoy se ex-
perimentan más rápidamente, hecho explicable por la interconectividad
global.
Del mismo modo la sensibilidad por los derechos humanos se ha con-
vertido muchas veces en el fiel de la balanza para medir la legitimidad
de los poderes políticos y militares, comprometidos tantas veces en las
severas violaciones de los mismos, que en ocasiones son denunciados por
organismos que, a su vez, son cuestionados por algunas faltas de impar-
cialidad.
El siglo XXI se presenta como el reino de la noticia-historia, es decir,
como el poder que tiene cualquier medio de comunicación para hacer
historia, para ratificar lo que debe ser historia o no. El acceso a las tecno-
logías informáticas ha llevado a que la historia menuda se popularice en
pie de igualdad con los sucesos más gruesos.
El mundo es ahora un microcosmos dominado por internet como pun-
to de convergencia de todos los medios de comunicación, de modo que
en cada instante los escenarios mundiales y sus protagonistas están bajo
los ojos de la humanidad entera. Nadie puede sentirse aislado o libre de
la prepotencia que los países ricos del Norte ejercen sobre los países po-
38 CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

bres del Sur, como se ve palpablemente en el tema de la contaminación


ambiental, donde queda claro que los que contaminan son aquellos y los
que pagan las consecuencias inmediatas son éstos.
Lo privado y lo público se amalgaman en los medios de comunicación.
Conceptos como la intimidad o la vida privada o pública son menos pre-
cisos en un mundo que ha decidido que la validez de los acontecimientos
esté ligada a su demostración espectacular, a que sean materia de noticia
de los mass media. Es notoria, por ejemplo, la predilección del gran pú-
blico por los programas televisivos de testimonio real (reality-shows) o de
dramatización con base en hechos ocurridos, o a las historias por deman-
da. Cada quien está en libertad de mostrar su propia vida o de montar un
show sobre ella sin ningún tipo de reserva o de vergüenza.
La historia es conjunta y colectiva, no importa en dónde vivamos. Pero
esta historia es en realidad cada vez más lejana de la persona misma y de
su ámbito familiar. Cuando la historia es conjunta, los patrones de vida
habitual varían inmediatamente y una especie de cosmopolitismo hace
su aparición tamizado quizá por señales locales (comida griega preparada
por chefs hispanos; selecciones nacionales de fútbol conformadas por ju-
gadores de origen extranjero, etc.).
La paradoja es que seguimos viviendo en un mundo donde lo más le-
jano parece lo más cercano pero, a su vez, lo más cercano -la persona, su
intimidad, el dolor, los intangibles de la existencia- se constituye en lo más
alejado de nosotros mismos, en razón del individualismo. Por la televisión
sabemos lo que pasa en un terremoto de Azerbaiyán pero ignoramos la
calidad de vida de nuestros amigos. Y nuestros hijos saben lo que les ocu-
rre a sus amigos de Messenger pero no lo que les pasa a sus amigos del
colegio o a sus hermanos en su propia casa.

Trasfondo ético

El individualismo es uno de los mayores problemas éticos de la socie-


dad contemporánea. Con raíces en la filosofía liberal y en el capitalismo,
tiene como verdad de fondo la afirmación de la primacía absoluta de la
libertad individual. El estado se concibe como el gran protector de esa
libertad. De su mano ha surgido el materialismo egoísta, cuyo ejemplo
insignia es el american way of life que ha ido penetrando en todos los
países del mundo, fijando los parámetros esenciales de una sociedad con-
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 39

sumista, gobernada por la publicidad, por la difusión de las modas, por el


imperio de las marcas y por la música, el cine, la televisión e internet, que
son los mismos en cualquier rincón del mundo.
Junto al individualismo, el relativismo ético se ha apoderado progre-
sivamente de la vida personal, social y política. Como no hay verdades
o principios esenciales, todo da lo mismo y basta con una ética mínima
acordada por las mayorías civiles para no herir susceptibilidades religio-
sas. Lo que en una latitud se considera como malo, en otra puede deci-
dirse que sea bueno. A lo sumo, se logra una ética de compromiso, sin
ninguna base estable o principios comunes porque el cambio de poder
democrático puede llevar a un cambio de ética civil. Las estructuras de la
sociedad gozan de cierta precariedad fundamental debido a su falta de
raíces éticas permanentes.
No faltan los movimientos políticos que propenden por un estado co-
munitario, enfrentado al individualismo neoliberal, en busca de una so-
ciedad auténticamente participativa, equitativa y solidaria. Ya no se oyen
tanto los ecos de los gritos libertarios de la Revolución Francesa, pero sí
los de la revolución estudiantil del mayo francés de 1968 y sobre todo, los
de la historia reciente de los pueblos de África, Latinoamérica y Asia (el
tercer Mundo de hace unas décadas, el Sur de ahora) en su lucha por la
justicia social, historia preñada de guerras, violencias y utopías trágicas.
La mayor de las preocupaciones de las sociedades actuales es con-
jugar prosperidad con justicia. En el fondo se trata de entender que la
democracia es una vivencia que da la posibilidad de ahondar en aspectos
éticos y en valores morales que puedan dar como resultado redes sociales
de compromiso y de solidaridad.
La cuestión fundamental sigue siendo cimentar el orden social en as-
pectos éticos fundamentales, evitando el divorcio completo entre lo po-
lítico, lo legal y lo moral para poder encaminar la acción social que forta-
lezca los mecanismos de participación y haga confiable la democracia. Sin
embargo, algunos defienden a ultranza el centralismo, en contravía del
sentido común que nos dice que la descentralización es una tendencia
natural mucho más acorde con las leyes que rigen la naturaleza y el pen-
samiento humano.
Lo llamativo es que la sociedad consumista es más fuerte ahí donde
hay mayor ingreso per cápita y mayores niveles de gastos. Pero allí tam-
bién hay mayores posibilidades de acceso al conocimiento y una mayor
capacidad para entender la inequidad económica y social existente. Aun-
40 CRISIS EN LA SOCIEDAD SIGLO XXI

que sobresale también la opulencia agresiva, acompañada de cierta incul-


tura que cierra los ojos al bienestar de los demás y a la construcción de
comunidades donde sean mayores los niveles de justicia social.
Se hace necesaria la reeducación social para el consumo, no sólo por
los aspectos que tocan al medio ambiente, sino, principalmente, por la
conveniencia de formas de vida en las que esté más presente la austeri-
dad y con ella la posibilidad de mirar más allá de sí mismo hacia las nece-
sidades de las demás personas, para poder lograr una mejor convivencia
social, y una solidaridad real que lleve a acortar las distancias económicas
y de falta de igualdad de oportunidades.
Los nuevos modelos políticos, si no quieren caer en una involución
histórica, tienen que dar prioridad a los derechos humanos, a la creación
de escenarios de libertad auténtica para las mayorías y las minorías, y a
la consolidación de unas estructuras de gobierno al servicio del progreso
social, flexibles y dinámicas, que premien la descentralización y el papel
de la iniciativa por sobre el control intervencionista del estado.

La tierra en apuros

Los problemas ecológicos inciden directamente en la economía y en


las condiciones de vida de la población. La contaminación, la desaparición
de los bosques, la disminución de la capa de ozono, el incremento de los
desechos ante el crecimiento del consumo en todas las latitudes, son as-
pectos del mismo asunto de fondo: la sostenibilidad del planeta Tierra,
que es tarea de todos, no sólo de los gobiernos o de los grandes países
industrializados, llenos de contradicciones en este campo. Como ocurrió
con el protocolo de Kioto, que obligaba a todas las naciones, pero que no
fue suscrito por los Estados Unidos, el mayor contaminador del mundo.
El video Una verdad incómoda preparado y presentado en el 2007 por
Al Gore constituye una inflexión importante en las alarmas sobre el calen-
tamiento de la Tierra y los peligros ecológicos sobre los que viene siendo
advertido el mundo en las dos últimas décadas. Hoy en día la conciencia
ecológica es tal vez el punto de acuerdo más universal, presente en todos
los niveles y edades de la sociedad. No se trata de terrorismo por parte
de los ecologistas, sino de una realidad comprobable: o protegemos en-
tre todos la Tierra como ámbito esencial para la vida humana o estamos
todos en peligro.
PINCELADAS GEOPOLÍTICAS Y ECONÓMICAS 41

Los apuros no provienen ya de las alarmas poblacionistas, cuyas exa-


geraciones han sido comprobadas a lo largo de las últimas décadas. De
un lado no hay problemas de cabida de la población, y de otro su decre-
cimiento es claro. El Norte rico se ha envejecido y el Sur pobre ha crecido
en población, lo cual fomenta los fenómenos emigratorios en busca de
calidad de vida. Surgen en torno a eso problemas nuevos como el de la
inmigración y la ilegalidad que obligan a los países a adoptar nuevas polí-
ticas. Y a que se refuerce el crecimiento de las áreas urbanas.
Pero eso es muy distinto de la escasez de recursos, la cual sí tiene que
ver con el trato al medio ambiente. Como distinto es considerar el enorme
impacto económico que tienen los desastres naturales, como el caso del
tsunami asiático del 2004, que convocan la solidaridad mundial. En el caso
del medio ambiente la catástrofe ha sido provocada por el hombre a lo
largo de muchas décadas.
Surgen por todas partes cambios legislativos tendientes a endurecer
las exigencias de protección del medio ambiente. Pero ante ellas, a veces
las industrias y conglomerados económicos reaccionan con la mentalidad
de que para no afectar sus niveles de producción prefieren asumir el pago
de las multas, como si eso los eximiera del deber moral que implica el
cuidado de los recursos naturales.
Las iniciativas científicas para promover la producción limpia van dan-
do sus resultados positivos, y abren nuevas fuentes a la productividad
cuando van unidas al reciclaje de productos de un ciclo a otro. Una de esas
iniciativas denominada ZERI, impulsada por Gunter Pauli, viene ejercien-
do un liderazgo en varios países de Asia, África y América Latina. Muchas
organizaciones internacionales y entidades financieras mundiales se inte-
resan en grandes proyectos de ese estilo, como un camino para encontrar
soluciones viables y configurar un futuro sostenible y una reducción de las
amenazas actuales.
La biodiversidad, y la subsistencia de las especies particularmente,
están amenazadas gravemente. Ya hay conciencia, más o menos univer-
salizada, pero no coincide con los esfuerzos hechos por los países indus-
trializados productores de los grandes porcentajes de la contaminación
mundial, para ayudar económicamente en forma sustancial a los países
que cuentan con grandes reservas que se deben proteger o restaurar,
como es el caso de la selva amazónica en Latinoamérica, o ciertas zonas
del norte de África o de Asia meridional. La intervención de los organis-
mos internacionales para presionar a los países contaminadores es toda-
vía débil.
42

Frente a la crisis de las energías tradicionales surgen la exploración y


explotación de energías alternativas, como la nuclear, la eólica y solar, ma-
rítima, o del etanol con base al cultivo del maíz, la de la palma y la higue-
rilla, algunas más experimentadas y conocidas que otras, pero todas ellas
requieren grandes inversiones y producción en volúmenes que puedan
ir compensando los del petróleo y la energía eléctrica y termoeléctrica
habituales hasta hora. Sobre todo pensando que el petróleo es recurso no
renovable que puede alcanzar precios que encarecen los demás sectores
de la economía.

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