You are on page 1of 10

Unidad 2

Tema 4: TRANSTORNOS DE LA PERSONALIDAD: ¿ES


POSIBLE ESTAR CUERDO?
“Cuando todo el mundo está loco, estar cuerdo es una locura”.
(P. Samuelson)

6.1. CONCEPTO DE NORMALIDAD Y SALUD MENTAL

"HAMLET: ¡Cielos! ¿Y por qué le enviaron a Inglaterra?


CLOW 1 °: Pues porque estaba loco; allí recobrará el juicio y si no lo recobra, no importará ello gran cosa
en aquel país.
HAMLET: ¿Por qué?
CLOWN 1°: Porque nadie lo notará; allí todos están tan locos como él". (W. Shakespeare)

Es imposible hablar de algo "anormal" si no se realiza la comparación con cierta referencia que se
considera adecuada y que se plantea como norma. En la práctica, se suelen utilizar diversos criterios para
establecer la normalidad de una conducta:

1. Norma estadística. Se entiende que algo es anormal cuando se desvía de la media general de la
población. Ahora bien, la realidad no es tan sencilla. Por ejemplo, un pigmeo que midiese 1,80 cm.
sería considerado como anormal respecto a la media de su grupo. ¿Se podría plantear algún tipo de
alternativa terapéutica que 10 condujera a la "normalidad"?
2. Desviación respecto al funcionamiento ideal. Este enfoque tiene en cuenta en la consideración de la
normalidad el hecho de responder adecuadamente a la función propia de un determinado sujeto u
órgano. En la práctica esta distinción plantea serios interrogantes. Una persona con un CI de 180
habría desarrollado al máximo su capacidad intelectual, sin embargo sería un "anormal" respecto al
común de los mortales. Al mismo tiempo, se podría cuestionar si la salud como tal existe o más bien
es un ideal al que aspiramos. Por ejemplo, el 90% de la población tiene caries y no es un ideal
mantenerlo. De ahí que A. Huxley afirmara que la investigación de las enfermedades ha avanzado
tanto que cada vez es más dificil encontrar a alguien que esté completamente sano.
3. Criterio sociológico. Lo normal sería lo que es conforme a un determinado contexto o entorno
cultural. Sin embargo, ¿una cultura tiene derecho a erigirse en canon de normalidad? Hoy en día se
cuestionan determinadas tradiciones culturales, ¿hasta qué punto hay que respetar ciertas prácticas
que van contra la propia dignidad humana? No es raro que surgiera en nuestro contexto un
movimiento contracultural, la antipsiquiama, que ha cuestionado el concepto de salud mental como
propio de una cultura que en sí está enferma. ¿La enfermedad mental sería la liberación de una
sociedad neurótica y alienada?
Al mismo tiempo, la mera "adaptación" a la sociedad en que se viva no es un signo de normalidad.
Por ejemplo, en una sociedad esclavista el "superadaptado" puede ser alguien "más enfermo" que el
que se rebela y protesta ante esa situación. No están muy lejos en el tiempo algunos ejemplos -Nelson
Mandela o Gandhi-, y sus años de lucha y presidio.

De ahí que sin dejar a un lado los criterios anteriores, sea necesario apuntar otras variables para poder
establecer un concepto de normalidad en relación con la salud mental:

4. Incapacidad para situarse ante la realidad. La persona con cierta alteración distorsiona la realidad.
Es verdad que en algunos momentos todos podemos tener una confusión o no ser conscientes del
entorno, sin embargo la dificultad para captar lo externo puede ser causa de problemas para el sujeto.
La diferencia entre distintos trastornos psicológicos, por ejemplo la neurosis de la psicosis, va a radi-
car en esta variable. El neurótico mantiene una relación distorsionada con la realidad, sin embargo es
consciente de tal situación. Por ejemplo, alguien que tiene miedo a subir a un ascensor, lo reconoce.
El psicótico rompe con la realidad y vive "su propio mundo", Así, puede oír voces o ver figuras que
no existen.

5. Experimenta un malestar subjetivo. La persona se siente mal y a disgusto consigo misma y con su
entorno. El sujeto realiza comportamientos o tiene pensamientos que producen consecuencias
psicológicas desagradables, que le paralizan y bloquean y por ello, son indeseables. Sin embargo, este
criterio sería válido para los que así lo expresaran, pero existen situaciones en que el sujeto realiza
comportamientos extraños y se siente muy feliz y a gusto.

6. Pérdida de control y desadaptación. El individuo puede presentar comportamientos que anulen su


autonomía y pongan en peligro su vida. De tal manera, que quizás no sea ni consciente de ello. Por
ejemplo, un drogadicto o una joven anoréxica pueden vivir tal descontrol que realizan actos que
hagan peligrar su propia existencia.

Distintos autores han insistido en algunas variables para definir la salud mental. Describimos algunas:

. Adaptación o flexibilidad ante las diversas circunstancias o contextos.


. Eficiencia. Se debe tener un funcionamiento eficaz, físico, social o intelectual.
. Creatividad. Ha de realizar alguna experiencia propia o de forma original.
. Armonía interior. Se ha de procurar la ausencia de conflicto y lograr una integración de todas sus
capacidades.
. Sentido positivo de la vida: Capacidad para gozar con las actividades ordinarias, dimensión lúdica,
sentido del humor, ironía no agresiva, etc.
. Comunicación y relación social. Hay que potenciar una interacción positiva con los demás.
. Sentido de trascendencia. Abierto a algún tipo de vivencia de lo inabarcable (lo bueno, lo bello, la
justicia, la solidaridad, etc.)

6.2. MODELOS EXPLICATIVOS

"La belleza, como todos sabemos, existe en el ojo del que contempla. Pero ¿y la locura? ¿Es posible que
obtengamos una conceptualización provechosa de la locura por la observación, no del loco, como han
hecho los psicoanalistas y los teóricos del aprendizaje, sino de quienes lo llaman loco". (R. Price)

6.2.1. MODELO MORAL


Durante siglos el trastorno mental ha sido explicado como resultado de algún elemento extraño o
"sobrenatural", por ejemplo, la posesión diabólica o los malos espíritus. Aún hoy en día, en algunas zonas de
nuestro entorno cultural, no es raro encontrar explicaciones que si alguien está alterado sea debido a que le
han echado un "mal de ojo".
Desde este planteamiento habría dos soluciones posibles. Por un lado, actuar directamente sobre el
órgano "dañado" para liberarlo de la posesión. Por ejemplo, en Egipto se utilizaba la trepanación del cráneo
para dar vía libre a los "malos espíritus". En otras ocasiones, se utilizarán intermediarios expertos o brujos
para que realicen algún tipo de conjuro y elimine el hechizo que inutiliza al sujeto.

6.2.2. MODELO MÉDICO


El modelo médico o también denominado orgánico relaciona los trastornos mentales con algún tipo de
alteración física o bioquímica. De hecho fue un importante avance respecto al planteamiento anterior. Se
suele citar a Pinel como una de los precursores de esta orientación, ya que en 1792 siendo director del
hospital de Bicetre cortó las cadenas físicas que oprimían a los internos. Para él, los "locos" eran enfermos y
deberían ser tratados como tales.
Si la causa que provoca la enfermedad es físico-química, la alternativa terapéutica ha de ser también de la
misma índole. De ahí que el empleo de pastillas, la cirugía o el choque eléctrico, se hayan planteado como
medios idóneos de tratamiento.
A pesar de la aportación que realiza, el modelo médico no deja de tener ciertas limitaciones. Así, no a
todo los trastornos mentales se le ha logrado identificar una causa físico-química (el que no se haya
encontrado, no quiere decir que no exista). Al mismo tiempo, al emplear términos como "enfermedad" o
"patología", se reduce la posibilidad de "curación" a un elemento extraño al propio sujeto. De esa manera, es
el médico el especialista que puede solucionar el problema del individuo. No olvidemos que muchas per-
sonas necesitan reorganizar sus relaciones, explorar sus sentimientos o trabajar las habilidades sociales,
además de limitarse a ingerir píldoras.

6.2.3. MODELO PSICODINAMICO


A diferencia del modelo médico, el planteamiento psicodinámico no hace tanto énfasis en las causas
fisiológicas de los trastornos psicológicos y concede más importancia a las experiencias de la persona
durante su desarrollo y la interacción actual de sus distintas estructuras psíquicas -Yo, Ello y SuperYo-.
Como alternativa terapéutica, es necesario sacar a flote las experiencias traumáticas que han quedado
reprimidas en el inconsciente del sujeto que actuarían desde él como heridas psicológicas. A través de la
arqueología del inconsciente el individuo orientado por el psicoanalista lograría solucionar sus conflictos
internos y poner orden en su vida.
Las críticas a este modelo resaltan sobre todo su escaso carácter científico. A su vez, no es fácil
establecer una relación entre las experiencias infantiles y los trastornos mentales posteriores del sujeto. Este
enfoque también puede "inutilizar" al individuo. El "paciente" se describe como un ser pasivo y sometido a
los impulsos incontrolables del inconsciente. Así, sólo a través de la confrontación con el psicoanalista podrá
volver a controlar su vida.

6. 2. 4. MODELO CONDUCTUAL-COGNITIVO
Tanto los modelos médicos y psicodinámicos describen el trastorno mental como "síntomas" de algún
problema subyacente, bien físico-químico o psicológico. Por el contrario, el enfoque basado en las teorías
del aprendizaje considera a los trastornos psicológicos como el resultado de un aprendizaje social
defectuoso.
Al eliminar las causas internas, psicológicas o fisiológicas, y reducir la alteración a un mal aprendizaje,
posibilita el trabajo directo sobre esas conductas desadaptadas. Así empleando los mismos principios de
aprendizaje podemos "modificar la conducta" anormal y facilitar un comportamiento adecuado.
Las terapias conductua1es tienen una gran importancia en la clínica actual, si bien no suelen ser tan
reduccionistas y los nuevos enfoques cognitivos integran algunos componentes "internos" -pensamiento o
creencias- en la explicación de la conducta anormal.

6.2 5. MODELO HUMANISTA


La Psicología Humanista se plantea como una tercera fuerza frente al psicoanálisis y el conductismo. Lo
fundamental para el enfoque humanista es la confianza en el valor potencial de la persona y el aprecio por la
singularidad de cada experiencia humana.
Frente a una visión de 10 anormal como fruto de conflictos inconscientes o de estímulos ambientales
equivocados, el enfoque humanista concibe el comportamiento anormal como una falta de habilidad de las
personas para satisfacer sus necesidades humanas. El terapeuta sería un mero colaborador ya que tiene que
ser el propio individuo el que sea capaz de reaccionar y desarrollar su potencial humano para superar esa
situación.
El modelo humanista ha sido cuestionado por su falta de metodología científica, y la aplicación vaga y
casi filosófica que realiza de algunos conceptos, por ejemplo, "autorrea1ización" o "congruencia". Sin
embargo, conviene destacar la visión positiva que ofrece del ser humano, integrando 10 distorsionado dentro
de la dinámica de la normalidad. Así, alguien puede tener ciertos momentos "anormales" pero no siempre
dicho comportamiento es algo "patológico" o enfermizo, opuesto rotundamente a la salud. Como bien
afirmaba Hux1ey ¿quién está totalmente sano?

6.2. 6.MODELO SOCIOCULTURAL

Para el modelo sociocu1tura11a "locura" sólo existiría en los ojos que así la define. Sería "anormal"
aquella conducta que un determinado contexto social o cultural decide conceptualizar como tal. Es decir, la
sociedad sería calificado como -desviado o patológico. Desde este enfoque habría que prestar atención hacia
quién es etiquetado como enfermo mental y en qué circunstancias.
Desgraciadamente, en ocasiones y en distintos contextos las instituciones psiquiátricas han sido
utilizadas como centros de control social. A su vez, determinadas investigaciones resaltan la predominancia
de diagnostico patológico entre las personas de clase socioeconómica baja o de distinta raza (Robins &
Reiger, 1991). No olvidemos que la mayoría de los que diagnostican pertenecen a clases sociales más
privilegiadas y ya hemos destacado que a veces no es tan fácil realizar un diagnóstico.
Sin embargo, no todo puede ser achacado a las diferentes clases sociales o a la influencia socio-cultural.
Al mismo tiempo, sí es importante colaborar para que el sujeto no se mantenga desadaptado funcionalmente
con todo 10 que conlleva: pérdida de autonomía, sufrimiento, angustia.

6.2.7. MODELO SISTÉMICO


El modelo sistémico aplica los principios de distintas ciencias, por ejemplo la física o la cibernética, para
la explicación de las diversas interacciones humanas. Toda conducta está integrada dentro de un sistema
social -familia, grupos, etc.-. Estos sistemas elaboran patrones de interacción con el fin de mantener un
"equilibrio" que posibilite la existencia del sistema. Todo cambio ya sea interno o externo amenazará ese
equilibrio homeostático y el propio sistema buscará la manera de defenderse.
Por ejemplo, dentro de una familia con problemas de comunicación alguien puede intentar expresar no
verbalmente, a través de un determinado trastorno, su protesta. Tal sujeto se denomina paciente designado,
sin embargo, el que tiene el problema es el propio sistema. De ahí, que en la confrontación terapéutica sea
necesario la presencia de todos los miembros del sistema, en este caso la familia.
El enfoque de sistemas ofrece perspectivas nuevas para la explicación del comportamiento anormal. Sin
embargo, no conviene tampoco dejar a un lado las posibles influencias de otras variables: fisiológicas o
psicológicas.
En la tabla siguiente resumimos los diferentes modelos explicativos:

TABLA 1. MODELOS DE ESTUDIO DE LO ANORMAL


MODELOS CARACTERÍSTICAS TERAPIA
MORAL Posesión diabólica; espíritus; Brujo o curandero
castigo divino
MÉDICO Alteración biológica, bioquímica, Médico
anatómica, etc.
PSICOANALÍTICO Conflicto. Trauma en el desarrollo Psicoanalista
CONDUCTUAL- Procesos de aprendizaje. Psicólogo
COGNITIVO Modificación de conducta
HUMANISTA Bloqueo en el desarrollo del Sujeto-Terapeuta
potencial humano
SOCIOCULTURAL El contexto social. Las diversas Médico-Psicólogo
culturas
SISTÉMICO Importancia del grupo primario Terapeuta
(la familia). Sistemas de
relaciones.

Si algo podemos sacar en claro de las páginas anteriores, es la diversidad de modelos explicativos de lo
anormal. De ahí que sea importante no ser reduccionistas e integrar en el diagnóstico y tratamiento las
posibles aportaciones de los distintos modelos explicativos.
GRÁFICO 1. ESQUEMA DE LOS DIVERSOS MODELOS EXPLICATIVOS DE LO ANORMAL

6.3. CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS MENTALES


"No debemos considerar la conducta desviada como algo especial, depravado o, mejor, de algún modo
mágico...; debemos considerarla simplemente como un tipo de conducta que algunos no aprueban y otros
si, y debemos estudiar los procesos a través de los cuales surgen y se mantienen cada una de estas
perspectivas, o ambas. Quizá la mejor salvaguardia contra cualquiera de estos extremos es un contacto
estrecho con la gente que estudiamos”. (H Becker)

A lo largo de los años se han establecido distintas clasificaciones de los trastornos mentales. En general,
las diferentes descripciones obedecían a un enfoque médico. Por ejemplo, Pinel en 1806 o E. Kraepelin en
1896 se basan en el modelo de las enfermedades físicas.
La Asociación Americana de Psiquiatría con el objetivo de establecer un sistema internacional de
clasificación que sirva para unificar criterios comunes de diagnóstico clínico, elaboró un Manual de
diagnóstico estadístico de las trastornos mentales (DSM). Desde el año 1994 se utiliza la cuarta revisión de
ese manual, DSM-N.
De entre la gran diversidad de trastornos mentales, desatacamos algunos por su mayor influencia en la
población:

1. Trastornos neuróticos
Los trastornos neuróticos se caracterizan por que la persona mantiene una relación distorsionada con la
realidad, frente a la ruptura con ésta que es propio de la psicosis. El sujeto es consciente de lo que le sucede,
sin embargo no es capaz de controlarlo.

a) Trastornos por ansiedad. La ansiedad destaca por un estado de aprensión, miedo o temor anticipado ante
una amenaza. Resaltamos los siguientes:
. Trastornos fóbicos. Miedo intenso e irracional hacia objetos o situaciones específicos y que pueden
inutilizar al sujeto. Los más comunes son: la agorafobia -miedo a los sitios abiertos o públicos-; la
claustrofobia -miedo a los lugares cerrados-, o determinadas fobias a diferentes alimentos.
. Trastornos obsesivo-compulsivos. Ideas persistentes o impulsos que carecen de sentido que dan lugar a
la realización de conductas repetitivas e irracionales. Por ejemplo, ideas de contaminación que llevan a
la persona a tener que estar constantemente limpiándose.
. Trastorno de pánico o crisis de angustia. La ansiedad que sufre una persona llega al máximo y el
individuo tiene la sensación de que le sucederá un mal inminente e inevitable.
b) Trastornos somatoformes. Síntomas físicos sin base orgánica. Son las típicas neurosis de conversión, en
la que un problema psicológico se "somatiza" y se traduce en una alteración física. Por ejemplo, ante una
fuerte tensión emocional, el sujeto reacciona con alteraciones digestivas o trastornos del sueño.
c) Trastornos disociativos. Falta de integración en diversas partes de la personalidad de un sujeto. Puede ser
un trastorno disociativo de la identidad -personalidad múltiple-; una amnesia psicógena -incapacidad de
recordar experiencias del pasado- o una fuga psicógena o disociativa -se sitúa en otro contexto como si
fuera otra persona-.
2. Trastornos del estado de ánimo o trastornos afectivos

a) Depresión mayor. Sentimientos de inutilidad, pérdida de la esperanza ante el futuro, unido a tristeza
-crisis de llanto-, alteraciones fisiológicas -pérdida del apetito o insomnio-. A veces, se suelen clasificar
en exógena -reacción a algún acontecimiento externo, por ejemplo muerte de un familiar- o endógena
-sin causa externa-

b) Trastorno, bipolar: maníaco-depresivo. Aparición alterna de gran euforia junto a estados depresivos.

3. Trastornos de personalidad

a) Trastorno paranoide. El sujeto se siente perseguido y se sitúa ante los demás con gran desconfianza y
sospecha.
b) Trastorno antisocial. La persona realiza comportamientos que pueden ir desde la desobediencia total a la
expresión de actos de gran brutalidad frente a la sociedad.
c) Trastorno narcisista. Se caracteriza por una imagen distorsionada de sí mismo. La persona se cree muy
superior a los demás y poseedor de cualidades únicas. El sujeto presenta un talante exhibicionista,
necesita ser centro de atención y pide la admiración constante. De tal manera está tan inmerso en sí
mismo que será incapaz de captar los sentimientos de los demás e intentará controlar y manipular a su
entorno.

4. Trastornos esquizofrénicos
La esquizofrenia es el trastorno representativo de la psicosis. Se suelen describir diversos tipos de
cuadros esquizofrénicos: hebefrénica, paranoide, catatónica, indiferenciada, residual. En general, en los
procesos esquizofrénicos el sujeto rompe con el entorno y se construye su propia realidad. Podríamos
destacar algunas características:
. Perturbación del contenido del pensamiento y delirios.
. Pérdida de la capacidad asociativa y discurso vago.
. Alucinaciones. Percepción sin objeto. Por ejemplo, se oyen voces o se ven imágenes que no existen
realmente.
. Respuestas emocionales desproporcionadas o inadecuadas.

6.4. ANSIEDAD y ESTRÉS

"No por mucho madrugar, amanece más temprano".


(Refrán popular)

6.4.1. DEFINICIÓN DE ESTRÉS


A pesar de los avances técnicos que en principio deberían aliviar la dureza de la actividad profesional y
con ello facilitar una manera de vivir y trabajar más relajada, la realidad camina por otro lado. Más que
controlar y disfrutar del tiempo, da la sensación que es éste el que nos controla y domina. En el mundo
actual, el ser humano se "desvive" o "mal vive" con prisas, agobios y tensión permanente.
Estrés deriva del latín stringere, que significa "provocar tensión". Esta palabra se utilizó por primera vez
en el siglo XIV y a partir de entonces se empleó en diferentes textos en inglés, como stress, stresse, strest y
streisse. De ahí que en su relación más cercana, el vocablo estrés (stress) proceda de la palabra anglosajona
strain (tensión, esfuerzo) y en su origen tiene relación con el campo de la física, refiriéndose a aquellas
fuerzas que se aplican a un objeto y que pueden provocarle una deformación extrema, con la posibilidad de
ocasionar su ruptura o desintegración.
Cl. Bernard ya planteó a finales del siglo pasado la relación entre los estímulos del ambiente y su
reacción en el organismo. Sin embargo, será ya avanzado el siglo XX cuando se preste atención a los
desequilibrios internos que crean las situaciones externas. H. Selye en 1939 fue el primero en realizar una
sistematización teórica sobre el tema del estrés. Lo concibe como una respuesta no específica del organismo
ante las demandas del ambiente. Es decir, normalmente dentro del proceso de equilibrio en los seres vivos,
el organismo se acomoda y reacciona ante los estímulos externos. Por tanto, el estrés sería una respuesta
"descontrolada" o no adecuada en el proceso de acomodación ante ciertos estímulos ambientales o
"estresores".
Para Selye, la respuesta del ser humano ante el estrés entraría dentro de lo que denomina Síndrome
general de adaptación o activación (SGA) que consta de tres fases:

1. Alarma. Ante la situación estresante se produce una respuesta fisiológica, liberación de adrenalina y
noradrenalina, que prepara al organismo para la reacción.
2. Resistencia. El organismo no puede soportar durante mucho tiempo la estimulación. Así, se activan
mecanismos para hacer frente a la amenaza.
3. Agotamiento. El organismo carece de capacidad de activación, se da por vencido y es incapaz de
enfrentarse o soportar las situaciones estresantes. La consecuencia es que cae por debajo del
funcionamiento normal y el resultado es el agotamiento total.

6.4.2. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ESTRÉS


Las distintas definiciones destacan que el estrés es un proceso en el que se crea una relación entre una
situación externa (estímulos estresores) y el organismo que ocasiona una descompensación del mismo ante
las demandas del ambiente y los recursos disponibles para responder adecuadamente a la estimulación
externa.
Sin embargo, hay que destacar que el término estrés se refiere a un mecanismo de adaptación que tiene el
organismo y que es necesario para su supervivencia. De ahí que Selye (1974) distinguiera entre un estrés
positivo eustrés, que provoca satisfacción, seguridad y repercute en componentes sanos para el sujeto y un
estrés destructivo, negativo, cuyos niveles sobrepasan la posibilidad de adaptación, al que denominó distrés.
Por tanto, el estrés en sí no es malo, puede resultar estimulante para la persona cuando ésta pone en juego
sus capacidades para enfrentar y resolver satisfactoriamente los distintos problemas que se le presentan. Es
decir, sin estrés no habría vida. Por el contrario, el distrés o estrés negativo corresponde a una respuesta
descontrolada frente al estímulo que genera una sobrecarga emocional.
En definitiva, existirían dos dimensiones importantes en el estrés: el estímulo o situación amenazante y la
capacidad de la persona para reaccionar ante esa demanda. De ahí, que las mismas circunstancias no
provoquen idénticos efectos en todos los sujetos.

1. Estímulos estresantes
Los estímulos estresores serían aquellas demandas que desbordan la capacidad del sujeto para darles
respuesta. Normalmente, pueden venir del entorno físico pero fundamentalmente será el contexto social el
que propicie situaciones estresantes.
La labor de diversos investigadores ha tenido por objeto la cuantificación de esos acontecimientos
vitales, es decir, la descripción de una especie de microestresores que actuarían como generadores de estrés.
Por ejemplo, Holmes y Rahe le pidieron a una muestra amplia de sujetos que atribuyeran valor estresante a
una serie de experiencias que normalmente se consideran etapas de cambio en la vida de las personas. Los
sujetos tenían que puntuar los acontecimientos que habían vivido en el último año por encima o por debajo
de un hipotético valor de 50, en función del impacto que habían experimentado. De esa manera, surgió la
Escala de acontecimientos vitales (Schedule 01 Recient Experiences, SER).
Este tipo de cuestionarios ha recibido fuertes críticas. Se les cuestiona fallos metodológicos, su escasa
fiabilidad y bajo poder predictivo. ¿Hasta qué punto "los acontecimientos vitales" no son hechos que tienen
una repercusión subjetiva muy desigual? Por ejemplo, la muerte de un ser querido o una separación
matrimonial puede ser vivida de manera muy distinta según las personas y el contexto social.
Elliot y Eisdorfer (1982) desarrollaron una taxonomía que describía cuatro niveles de intensidad
estresora relacionados con su duración temporal, y no tanto centrada en los acontecimientos individuales.

TABLA 2. NNELES DE INTENSIDAD ESTRESORA SEGÚN ELLIOT y EISDORFER (1982)

TIPO DE ESTRESORES EJEMPLOS


1. estresares agudos limitados en el tiempo La espera ante el resultado de una biopsia o
un pequeño incidente de tráfico
2. Secuencia estresantes Un reajuste laboral o la muerte de un ser
querido
3. Estresares intermitentes crónicos La realización de pruebas de evaluación o
exámenes
4. Estresares crónicos continuos Una enfermedad degenerativa o una
situación de disputa familiar mantenida
durante mucho tiempo

2. Tipos de personalidad
Además del elemento estresor es fundamental la reacción que dicho estímulo provoque en el individuo.
Esta respuesta estará condicionada por los recursos de los que disponga el sujeto y en especial la forma de
ser.
Se suelen describir diferentes tipos de personalidad que ofrecen una distinta caja de resonancia a los
estímulos estresores:

a) Tipo A y B. A finales de los años cincuenta, Friedman y Rosenman dos cardiólogos norteamericanos
publicaron diversos trabajos que relacionaban determinadas conductas y rasgos de personalidad con la
incidencia de cardiopatía isquémica o posibilidad de accidente cardiovascular. Fruto de sus investigaciones
se publicó en 1974 una obra Type A Behavior and your Heart en la que se describían diferentes tipos de
personalidad como factores de riesgo coronario.
Las personas con patrón de conducta A se caracterizarían por la necesidad de conseguir logros continuos
y la preocupación por realizar acciones sin parar, ya que la inactividad y el reposo les producen sensación de
frustración. Es una persona que reacciona con mucha agresividad a diversos estímulos. Tiene tendencia a
controlar a otros y una profunda inclinación a competir con los demás. La actividad frenética es su
mecanismo de defensa para no afrontar sus conflictos y viven en un estado permanente de lucha ante el
entorno. El patrón de conducta tipo A se presenta como un mecanismo de conducta que se establece durante
la infancia y la adolescencia. Se trata de un comportamiento adquirido culturalmente, aunque parece ser que
tiene también una cierta base genética.

Estos sujetos presentan una mayor una probabilidad para tener un accidente cardiovascular, así como un alto
riesgo de sufrir otro tipo de enfermedades como las psicosomáticas, crisis de angustia y neurosis de
ansiedad.
Las personas con patrón de conducta B se caracterizan por ser la imagen opuesta de las de patrón de
conducta A. Son personas tranquilas, serenas, con aparente poca actividad y escasa agresividad, así como
con bajos niveles de ambición. Sin embargo, son eficaces en las relaciones humanas y profesionales.

b) Tipos C, D y E. A partir del esquema de los tipos A y B, se han propuesto también otros tipos de
personalidad:
. Tipo C. Personas introvertidas y poco expresivas que tendrían más tendencia a padecer cáncer.
. Tipo D. Tiene en cuenta los estados emocionales negativos tales como la ira, la ansiedad y la melancolía.
De ahí que sean individuos que experimentan emociones negativas e inhiben la expresión de sus
sentimientos y por ello tienen más cardiopatías coronarias. Son sujetos que se sienten infelices e
irritados y presentan síntomas de depresión y estrés crónico. Tienen poca relación social.
. Tipo E. Son personas que intentan ser imprescindibles y útiles, "todo para todos". Suelen ser un tipo de
personalidad que abunda más entre la población femenina y puede dar lugar importantes enfermedades
físicas y psíquicas.

6.4.3. PREVENCIÓN y AFRONTAMIENTO DEL ESTRÉS


En relación con la explicación del mecanismo que desencadena el estrés se pueden describir dos
modelos:

. Modelo de Selye. Selye definía el estrés como una respuesta fisiológica no específica del organismo a los
agentes estresores. Es decir, un estímulo estresor es el que desencadena un desequilibrio fisiológico, y
como consecuencia se percibe tensión y se produce el descontrol de la conducta.
. Modelo cognitivo. En los últimos años se presta más atención a los aspectos cognitivos. Es decir, no sería
tanto el estímulo el que precipita la situación estresante sino la interpretación que realiza el sujeto de la
misma. El estrés sería un proceso que dependería de la evaluación cognitiva que cada sujeto realizase, de
ahí que idénticas situaciones de amenaza sean percibidas e interpretradas de distinta manera y las
reacciones sean también diferentes.

A continuación describimos algunas de estas alternativas de afrontamiento del estrés:

1. Cambiar el acontecimiento estresante


"Señor dame fuerzas para cambiar aquello que pueda cambiar, fuerzas para aceptar aquello que no pueda
cambiar y sentido común para saber captar la diferencia n. (Alcohólicos Anónimos)

Como afirma un refrán popular, muerto el perro se acaba la rabia. Si se logra eliminar el estímulo que
provoca el malestar evidentemente desaparece el problema. Diversos autores intentarán aportar pautas, bien
para modificar las circunstancias problemáticas o bien para facilitar recursos que compensen el efecto
negativo de las situaciones estresoras.

2. Modificar la elaboración interna del acontecimiento estresante


"No sufrimos por el choque de nuestras experiencias el llamado 'trauma', sino que inferimos de ellas
precisamente lo que se ajusta a nuestros propósitos. Estamos 'autodeterminados' por el significado que
damos a nuestras experiencias y probablemente siempre está implicada cierta parte de error cuando
tomamos determinadas experiencias como base para nuestra futura vida. Los significados no están
determinados por las situaciones, sino que nos determinamos a nosotros mismos por el significado que
damos a las situaciones". (A. Adler)

Las terapias cognitivas han tenido un gran desarrollo en los últimos años y han demostrado su utilidad
incluso por encima de algunos tratamientos farmacológicos (Beck, 1991). Este enfoque parte del
presupuesto de que no es el estímulo el que provoca el estrés sino la interpretación que de él realiza el
sujeto.
Escuchar "los pensamientos automáticos" es el primer paso para conseguir el control de las emociones
desagradables. Los pensamientos automáticos preceden a una reacción ansiógena. Para A. Ellis (1961) las
emociones tienen poco que ver con los hechos reales y más bien son fruto de la interpretación errónea que
elaboramos. Describimos los siguientes "pensamientos distorsionados":

PENSAMIENTOS DISTORSIONADOS

1. Filtro. Visión a través de un túnel. Sólo se ve un elemento de la situación con la exclusión del resto.
No es extraño que la mayoría de las veces se insista en aspectos negativos.
2. Polarización. Se tiende a percibir cualquier fenómeno de forma extremista, sin términos medios. Las
cosas son buenas o malas, las personas son magníficas o inútiles, etc.
3. Sobregeneralización. Se extrae una conclusión generalizada a través de un simple incidente. Si ocurre
algo negativo, se espera que tienda a repetirse
4. Interpretación del pensamiento. Se realizan juicios rápidos y sin fundamento sobre los demás. El
sujeto es capaz de adivinar lo que los demás piensan y sienten sin permitir que se lo expresen.
5. Visión catastrófica. Se vivencia el desastre. A veces se utiliza la expresión "Y si" "Y si ocurre algo",
etc.
6. Personalización. Tendencia a relacionar algo del ambiente con uno mismo. Cree que todo lo que
hacen o dicen los demás va contra uno.
7. Falacia de control. Se percibe como una marioneta dominada por el destino.
La falacia de control interno es el caso opuesto, la persona se cree responsable de todo lo que ocurre a
su alrededor: sufrimiento, felicidad, etc.
8. Falacia de justicia. La justicia es producto de una evaluación subjetiva, de tal modo que la persona se
siente mal ya que conoce qué es la justicia, pero los demás no están de acuerdo con ella.
Normalmente se expresa con frases condicionales: "Si me quisiera, no me dejaría solo", etc.
9. Razonamiento emocional. Creencia de que lo que la persona siente tiene que ser verdadero. "Si se
siente inútil, tiene que ser inútil".
10. Falacia del cambio. Supone que una persona cambiará para adaptarse a nosotros si se le presiona lo
suficiente. El objetivo es que los demás satisfagan nuestras necesidades, de ahí que necesite cambiar a
la gente porque sus esperanzas de felicidad parecen depender enteramente de ello.
11. Las etiquetas globales. Se generalizan una o dos cualidades de un juicio negativo global. Visión
estereotipada y unidimensional.
12. Culpabilidad. Piensa que los demás son culpables de sus sufrimientos o él se siente responsable del
sufrimiento de los otros. Siempre se busca ocasión para culpabilizarse de todo.
13. Los debería. Se funciona de acuerdo con unas reglas inflexibles que rige su relación con los
demás. Si otros o él mismo transgrede esas reglas se enoja. Es "la tiranía de los debería”. A. Ellis
bautizó este tipo de pensamiento como "musterbation "1.
14. Tener razón. La persona se pone a la defensiva. Tiene que probar continuamente que lo suyo es lo
correcto. De ahí que nunca se equivoque e intentará continuamente demostrar que se tiene razón.
15. La falacia de la recompensa divina. Se comporta correctamente en espera de una recompensa.
Trabaja por los demás esperando una recompensa o premio, de ahí que se resienta si la recompensa
no llega.

3. Actuar sobre las consecuencias del estrés en el organismo.


El estrés causa problemas al sujeto: alteraciones del sueño, trastornos psicosomáticos, etc. El objetivo de
estas técnicas será fomentar en la persona estrategias que potencien su relajación. Al ser la relajación
totalmente opuesta a la tensión, se espera que el sujeto controle la ansiedad y sea capaz de prevenir o
reorientar su atención sobre otros acontecimientos.
El objetivo es poder controlar la tensión y ansiedad que provoca la situación de estrés. Puede ser
conveniente realizar las siguientes fases:

. Se elabora una lista personal de situaciones de estrés y se ordena jerárquicamente desde los estímulos
menos estresores hasta los más estresores.
. Se visualiza en la imaginación cada situación estresante y se intenta ser consciente de la tensión que
provoca.
. Se elabora un arsenal de pensamientos para afrontar la situación, que contrarresten los pensamientos
distorsionados.
. Utilización de las habilidades de relajación y de afrontamiento "in vivo" para superar la situación que
provoca estrés.

1
Must, es un término inglés que significa "tener que, debería de...". Sería perturbación del deber.

You might also like