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COMUNICACIÓN
I
1.- Ceremonia de fundación de una ciudad romana.
La construcción de una ciudad de nueva planta iba precedida de una serie de ceremonias
rituales. Un augur consultaba los presagios examinando las entrañas de un animal sacrificado para
intuir la voluntad divina. Si los signos eran favorables, el augur delimitaba en el terreno el lugar
preciso que ocuparía la nueva ciudad. El perímetro del núcleo urbano era marcado por el surco de
un arado. Esta ceremonia constituía la inauguratio. Después de esta ceremonia, los agrimensores,
con aparatos topográficos muy precisos, distribuían y delimitaban el área urbana.
Fundación de Roma
"Rómulo, después de enterrar a Remo... funda la ciudad. Había llamado a unos hombres
de Etruria que según unas ordenaciones y fórmulas sagradas dirigían y enseñaban cada detalle,
como cuando se celebra un misterio. Fue excavada una fosa alrededor... Después trazaron
alrededor, como un círculo alrededor de un centro, el recinto de la ciudad. El fundador pone una
reja de bronce a un arado, unce un buey y una vaca, y traza un profundo surco sobre la línea
marcada. Los que le siguen se encargan de echar dentro del surco los terrones que el arado
levanta y de cuidar que ninguno se quede fuera. Con esta línea marcan el perímetro de la
muralla... Donde piensan abrir una puerta levantan el arado, e interrumpen el círculo. De ahí
que los romanos consideran sagrada toda la muralla excepto las puertas, puesto que, si
considerasen sagradas las puertas, no sería posible introducir o sacar las cosas que fueran
necesarias, pero impuras, sin sentir escrúpulos religiosos."
Plutarco, Vida de Rómulo, 11, 1-5
II
4.- El foro de las
ciudades romanas.
El foro romano
era una gran plaza
rectangular abierta y
rodeada por un pórtico
con columnas, donde
estaban situados los
edificios públicos más
importantes de la
ciudad, como eran la
curia, una gran sala
rectangular donde se
celebraban las reuniones
del senado local, y la
basilica, edificio con tres
naves separadas por
columnas en el que
tenían lugar los procesos
públicos, los negocios y
las transacciones comerciales.
Solía haber en el foro un templo dedicado a la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva), y,
a veces, otro al culto imperial; delante de los templos había un ara destinada a los sacrificios.
Bajo los pórticos del foro había tiendas o tabernae, e incluso, en algunos lugares, un
mercado en donde estaban instaladas aquellas. Sin embargo, con el paso del tiempo, a medida que
los edificios públicos llenaban el foro, las tabernae fueron desplazadas de este lugar, pero siempre
se situaban en las calles más próximas a la plaza.
En el foro, como en el ágora griega, se colocaban esculturas que representaban a las
divinidades, a los emperadores y a sus familiares, y a las personas ilustres de la ciudad. Estas
estatuas solían estar colocadas bajo los pórticos, en la curia o en la basílica.
El foro era, además de centro político, jurídico, religioso y comercial, un lugar de diversión
y esparcimiento. En él se celebraban los juegos públicos, así como toda clase de actividades, lúdicas
o no, que concernían a la comunidad: los sacrificios a los dioses, las procesiones con sus imágenes,
los banquetes públicos, las arengas que los oradores dirigían al pueblo desde la tribuna o podium,
las ejecuciones de los condenados... Era, en definitiva, el escenario de la vida pública de la ciudad,
en el que había una intensa actividad desde las primeras horas de la mañana hasta la tarde.
El foro
"Los griegos construyen sus ágoras cuadradas... En cambio, en las ciudades de Italia no
debe hacerse así, porque nuestros antepasados nos transmitieron la costumbre de celebrar los
juegos de gladiadores en el foro. Así pues... la forma de estas plazas será oblonga, y su dispo-
sición adecuada a las exigencias de los espectáculos."
Vitruvio, Sobre la arquitectura, 5, 1, 1-2
El canal por
donde circulaba el
agua consistía en una
galería excavada en la
roca o construida
sobre arcos, que tenía
sus paredes interiores
recubiertas con una
capa de argamasa que
las hacía
impermeables. Esta
galería estaba
cubierta por una
bóveda de medio
punto o por losas
planas. De vez en
cuando había unos
espacios abiertos para
facilitar su limpieza y
mantenimiento.
Los romanos fueron reacios al uso del sifón como solución técnica para atravesar valles, ya
que su construcción suponía muchos gastos y sus resultados no se correspondían con el coste de la
obra. En general, preferían que el acueducto diera un rodeo en su trazado, porque el principio de la
suave inclinación progresiva era mucho más sencillo y seguro.
Las leyes establecen un orden de prioridad en caso de escasez de agua. En primer lugar se
aseguraba el suministro de las fuentes públicas; a continuación, el suministro a los edificios
termales y de uso comunitario; en último lugar, el agua sobrante se destinaba al uso de los
particulares, cuando el emperador les hubiera concedido este servicio.
Concesiones de agua
"Sobre el derecho de conducción de agua a los particulares, debe tenerse en cuenta que
esto no ocurra sin permiso escrito del César, para que nadie use agua pública sin habérsele
concedido previamente el permiso, y para que nadie use más de la que le fue concedida."
Frontino, Los acueductos de Roma, 103, 2
IV
7.- Las vías de comunicación.
El principal motivo para la construcción de una red viaria, que llegó a alcanzar los 85.000
km. de longitud, fue de carácter estratégico-militar. Los romanos construyeron las primeras vías
para poder trasladar rápidamente las tropas a los lugares en que surgían rebeliones u otro tipo de
problemas. Conquistado todo el Mediterráneo, las calzadas construidas en las provincias tuvieron
ya carácter eminentemente económico y comercial, además del estratégico.
A pesar de la diferencia de técnicas de construcción según las zonas, puede establecerse un
arquetipo de vía:
Trazaban el recorrido que debía seguir la carretera y excavaban dos pequeños canales que
eran recubiertos por dos hiladas de piedras, quedando así delimitada su anchura.
Abrían un canal entre las dos hiladas y ponían en el fondo piedras de tamaño mediano sin
argamasa (statumen).
Cubrían este primer estrato con una gruesa capa de arena o grava, a veces mezclada con
mortero (rudus).
Finalmente colocaban un revestimiento formado por piedras trituradas (nucleus) o por
losas de piedra (stratum).
El grosor total de esta construcción oscilaba entre un metro y un metro y medio.
V
El estricto método de construcción fue aplicado por los ingenieros romanos con gran flexibilidad.
La vía sigue siempre una línea recta, y sólo tiene curvas y desvíos cuando lo exige la morfología del
terreno. Una zona pantanosa, una montaña, una pendiente pronunciada, un río, sólo constituían
un problema técnico que se solucionaba con los recursos de que disponían. En cuanto era posible,
la vía volvía a ser recta y a seguir el paso más fácil. En zonas pantanosas se han descubierto
estructuras de madera sobre las que la vía podía avanzar en línea recta sin que tuviera que
desviarse. Los puentes fueron el recurso que los romanos usaron para cruzar un río. En los países
donde el clima lo permitía, se construían en época de estiaje, aprovechando el escaso caudal del río.
En los países más septentrionales, los trabajos de construcción acarreaban más dificultades.
"Pues las estructuras que están bajo el agua deben construirse así: hay que traer puzolana... y ha
de mezclarse de manera que en el mortero haya dos partes de puzolana por una de tierra
normal. Después, en un lugar previamente señalado, tiene que hacerse un encofrado en el agua
con estacas de roble trabadas con cadenas y fijarlo firmemente; finalmente hay que igualar y
dragar... la parte inferior que está bajo el agua, y allí debe ponerse material mezclado con
cemento de mortero... hasta llenar el espacio del interior del encofrado... En los lugares en que no
haya puzolana, se tendrá que hacer así: en el lugar que se ha elegido, se colocará un doble
encofrado atado con tablones y cadenas, y entre los soportes se echará arcilla puesta en cestos
hechos de cañas. Cuando esté bien relleno y apretado, entonces... el lugar que ha quedado
delimitado por este cercado debe ser vaciado y secado con máquinas para drenar, y allí ya
pueden excavarse los cimientos."
Vitruvio, Sobre la arquitectura, 5, 12, 2-3 y 5
VI
En las vías romanas
había cada mil pasos unos
monolitos macizos en forma
cilíndrica y de unos dos metros
de altura, llamados miliarios.
En ellos estaba expresada la
distancia entre aquel punto y el
de partida o llegada de la vía.
La inscripción grabada en los
miliarios acostumbraba a
ofrecer las siguientes
informaciones:
- el nombre del constructor o
del reparador de la vía, con los
títulos o cargos que ésta poseía.
- la fórmula a + el lugar desde
donde se calcula la distancia
y/o la fórmula ad + el lugar
hasta donde se calcula la
distancia (a Roma, "desde
Roma"; ad Romam, "hasta Roma").
- la distancia expresada en millas MP o en leguas L.
- formas verbales como fecit, refecit, restituit, que indican la acción de hacer o restaurar.
Tipos de vías
"Las vías públicas construidas a expensas del Estado reciben el nombre de sus
constructores y los encargados de su mantenimiento son los curatores viarum, que delegan su
trabajo en unos contratistas; de vez en cuando, obligan a que los propietarios de una
determinada área paguen una cantidad fijada en concepto de mantenimiento de alguna de ellas.
También existen carreteras locales que, después de bifurcarse de la vía principal, atraviesan una
región y a menudo desembocan en otras vías públicas. Estas, en cambio, son construidas por los
alcaldes de los pueblos que... confían a cada propietario el mantenimiento del tramo de carretera
que cruza su hacienda... La circulación por estas carreteras es libre... Existen otras vías que
cruzan necesariamente propiedades privadas y que no están abiertas a la libre circulación... sino
que sólo pueden utilizarlas los que deben trasladarse a sus campos a través de ellas. Estos
caminos parten de las carreteras comunes que, a menudo, pertenecen a dos propietarios que han
llegado al acuerdo de ocuparse de ellas hasta el límite de sus haciendas y de compartir su
mantenimiento."
Sículo Flaco, Sobre las condiciones de los campos, 146
VIII