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Aunque sólo había una nueva incorporación, la del amigo de Marta, Enrique (2)
comencé recordando la dinámica de nuestros cafés filosóficos, basada en el respeto.
Ismael fue quien propuso el primer ejemplo concreto sobre el que empezar a filosofar.
Aprovechando que durante la jornada se estaban celebrando las elecciones al
parlamento europeo, propuso hablar sobre el carácter utópico de una Europa unida y en
paz. Ese tema fue surgiendo a lo largo de la tarde.
En base a todo esto iban surgiendo reflexiones como la de Emilio, que señalaba que
parecemos estar ante la encrucijada de dos modelos:
– Uno, el de la economía planificada, en el que se debe confiar en la eficiencia y
la buena voluntad de los dirigentes.
– Y otro, el del mercado libre, en el que la confianza ha de depositarse en la
bondad y eficiencia de esa supuesta “mano invisible” que según Smith hace que
en lugar de beneficiar al más fuerte, salga beneficiada la sociedad.
Pero tratamos otros temas. En una de las primeras intervenciones, Marta planteó, como
ya es costumbre, algunas interesantes preguntas:
¿Igualdad en la Utopía?
– Ismael propuso investigar esta supuesta identidad entre igualdad y libertad
en la utopía, puesto que en su opinión, podrían llegar a ser incompatibles.
– Raúl, contra Rousseau, mantuvo que “los seres humanos no nacen iguales”.
Enrique (2) coincidió, sólo somos iguales en dignidad (y habría que definirla)
– Emilio dijo que la superioridad en cualquier ámbito sólo puede suponer la
responsabilidad de ayudar al inferior a elevarse.
– Jose, recordó que nos debemos referir a la igualdad respecto a unos derechos
mínimos.
– Jesús, entorno a estos problemas, dijo que “diferencia no es lo mismo que
desigualdad” recordó el lema marxista de “a cada uno según su necesidad y de
cada uno según su capacidad” (y a mí este punto me recuerda aquella otra
máxima de la tolerancia que dice “somos distintos somos iguales”)
Pero también planteó Jesús que la utopía, por definición, es imposible, ya que si
alguna vez se alcanza, no cumple con el carácter inalcanzable que la caracteriza, por lo
que deja de ser una utopía. Luego la cuestión no es qué o por qué es la utopía, sino para
qué.
Para terminar mencionaré un par de puntos muy interesantes que surgieron fugazmente:
Por último, señalo el comentario de Raúl del posible carácter utópico de Internet.
El ciberespacio es un lugar sin autoridad, igualitario, quizá sí pueda considerarse así.