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Mi nia de trenzas azules...

As llamaba Arturo a Teresa haciendo alusin a sus enormes ojos azules que, deca, iluminaban todo lo que estuviese cerca de ella. Mi nia de trenzas azules... y de risa con sabor a melocotn Teresa recordaba cuando se hicieron novios y paseaban por los campos recogiendo frutas, riendo, besndose, corriendo uno detrs del otro En aquellos aos en que abandonaban la niez.Cuando Teresa cumpli los 15 aos su padre le regal una bofetada. Su abultado vientre, debido al avanzado estado de gestacin, no pudieron ocultrselo por ms tiempo ni ella ni su madre, quien desde que lo supo, lloraba a solas por las noches, suplicando que su hija perdiese a aquella criatura que llevaba en las entraas.

A los pocos das, Teresa fue enviada a la ciudad, a casa de unas tas suyas. All podra tener a su hijo sin que en el pueblo se supiese y la vergenza y el deshonor destrozara sus vidas. Y en la ciudad naci el hijo de Teresa y de Arturo, el cual por entonces encontr empleo en una fbrica. Las ayudas familiares les permitieron casarse e irse a vivir a un pequeo piso de alquiler. Despus llegaron los mellizos, los pequeos aumentos de sueldo y otros pisos de alquiler... Las presiones econmicas, los cambios de carcter de Arturo, su ms que aficin a la bebida Y las brutales palizas a Teresa.

Ella siempre pensaba que Arturo atravesaba una mala poca, que seguro que cambiara, que tena que perdonarle... Y con el cuerpo lleno de moratones y dolindole la vida le preparaba la cena. Despus le miraba dormido, y mientras lloraba le acariciaba la cabeza, como si con sus manos tratara de sanar su mente. Algo que haba intentado tantas veces de tantas formas distintas.

Aquella noche volvi a repetirse el temido ritual de tantos aos: Gritos, golpes y una vez ms, la cena. Cuando Arturo se durmi, Teresa volvi a llorar y a acariciarle la cabeza. Se tumb a su lado y le abraz. Saba que Arturo no se despertara ms. Aquella noche, mientras le preparaba la cena, le dola la vida y le dola la muerte. . "Aunque tu mujer haya cometido cien faltas, no la golpees ni con una flor." Proverbio indio

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