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SERMONES PREDICADOS EN LA IGLESIA DE NUESTRA SENORA DE PARIS POR EL RB. P. ENRIQUE DOMINGO LACORDAIRE, . DEL GBDES DE PREDICADORRS,, PUBLICADOS CON APROBACION DEL ‘MISHO. NUEVA EDICION, MAS COMPLETA QUE LAS ANTERIORES. TOMO PRIMERO. PARIS, LIBRERTA DE GARNIER: HERMANOS, SUCESORES DE D. ¥i SALVA, Calle de Saints-Péres, n° 6. 4854. ° PROLOGO. El pecado original ha causado al hombre tres heridas curables en este mundo por efecto de 1a Redeucion, 4 saber ; la concupis— cencia, la ignorancia y el error; la concupiscencia, que le desvia de Dios arrastrdndole con frenes{ hacia todos los objetos seusibles ; la ignorancia, que le separa de él por las tinieblas que amontona en su mente sobre la naturaleza y la accion divinas ; el error, que le atrae y le detiene por una falsa luz lejos del resplandeciente centro de la justicia y de Ja verdad. Estos tres focos del mal, que nos sou transmitidos con la vida, pero que son nuestra prueba y el manan- tial de nuestro mérito, se ven continuamente combatidoy en nom- bre'de Jesucristo por los Sacramentos y la palabra, de que la Iglesia Catolica es activa depositaria. Por medio de los Sacramentos purifica nuestro corazon, derramando en él una efusion de Ja eterna santi- dad que existe en Dios; disipa las sombras que cireundan el en- tendimiento, haciendo que penetre en él] una diz superior 4 la de la naturaleza; fortifica uuestra débil légica contra las astucias de una deduccion engaiosa, comunicaindole la rectitud de la hu- mildad : pero 4 esta accion interior que ejerce sobre nuestra alma, ha querido Dios reunir la accion exterior de la palabra, porque nada de lo que santifica al hombre debe ser puramente espiritual, siendo el hombre 4 Ja vez, siempre y donde quiera, carne y espi- ritu; y asf como los Sacramentos estan destinados 4 producir un triple efecto de pureza, de luz y de rectitud, la palabra de Ja Iglesia esta consagrada en los consejos de Dios 4 satitificar, esclarecer y apartar al hombre del engaiio. De aqui ‘una triple predicacion : la predicacion de Jas costumbres, que combate la concupiscencia ; la LL u PROLOGO. predicacion dela enseiianza, que combate la ignorancia ; la predi- cacion de la controversia, que combate el error. Cuando Jesucristo decia al pueblo : Bienaventurados los pobres de espiritu (1), era la predicacion de las costumbres. Cuando decia al Fariseo, que habia venido 4 sondearle de noche : Si no se renace delaguay del Espiritu Santo, no se puede entrar en el reino de Jos cielos (2), era la predicacion de Ja ensefianza. Cuando respondia alos Saduceos, gue deseaban suscitarle dificultades acerca de la resurreccion.de los muertos : g Vo habeis leido lo que Dios ha di- cho ; Soy et Dios de Abrahan, de Isaac y de Jacob, no es pues ek Dios de los muertos, sino de los vivos{3)? era la predicacion de Ia controversia. . Estas tres predicaciones son perpetuas en Ja Iglesia, porque siem- pretiene en su presencia hombres débiles, hombres ignorantes, hombres engaiados. Pero diferenciandose de las pasiones, que de continuo permanecen las mismas, 6 que por lo menos no sufren mas que apareutes modificaciones, !a ignorancia y el error varian casi hasta lo infinito, revestidas alternativamente con el traje de la barbarie, de la civilizacion, de la decadencia, y tomando de los pueblos, para adormecerlos 6 avasallarlos, su propio temperamento y su genio nativo. Son la antigua serpiente de perdicion, que cam- bia de colores al influjo del sol de cada siglo. Asi pues, mientras que la predicacion de las costumbres no sufre mas que diversidad de estifo, conviene que !a predicacion de ta ensefianza y de Ja con- troversia, flexible como Ja ignorancia, suti] como el error, imjte su versatilidad poderusa y los estreche con armas constantemente re- novadas en los brazos dela verdad inmutable. Los sermones que publicamos no pertenecen precisamente ni 4 Ja enseflanza dogmatica, ni 4 1a controversia pura. Parti- cipando de Ja una y de la otra, de la palabra que instruye y de Ia palabra que discurre, destinados 4 un pais en que la ignoran- cia religiosa y la cultura del talento corren parejas, y en que el error es mas atrevido que sabio Y profundo, hemos pro- (1} 8. Mateo, cap, 3, vers. 9. (2) 8. Juan, cap. 3, vers. §. (3) S. Mateo, cap. 92, vers. 31 32. PROLOGO. mI curado hablar en ellos de las cosas divinas en un idioma que fuese derecho al corazon y 4 Ja situacion de nuestros contem- porgneos. Dios nos habia preparado para esta tarea permitiéndonos que viviésemos largos aiios en el olyido de su amor, llevandonos por las misnias vias que nos destinaba 4 recorrer un dia en sentido eontrario. De modo que para hablar comolo hemoshecho, solo hemos necesitado de un poco de memoria y de oido, y desituarnos enlonta- nanza de nosotros mismos, en union con un siglo del que todo lo habiamos amado. De aqui presumo que provienen las simpatias que nos han sido prodigadas, y tambien las voces acusadoras que nos han perseguido. Nos han tratado Jos unos como al hermano que se aventura en las regiones de Ja fe, y los otros como al hermano perdido en las reminiscencjas del mundo. Y hemos procurado estar serenos respecto de los unos y de los otros, tanto respecto de la humillacion como de la victoria. Dios, que es el juez de los cora- zones, nos ha sostenido en este empeiio. Se ha preguntado cual era el objeto practico de estos sermones: gcual es, se ha dicho, el objeto de esta palabra singular medio reli- giosa, medio filosdfica, que afirmay que debate, y parece columpiarse en Jos confines de la tierra y del cielo? Su objeto Unico, exclusivo, aun cuando se lehaya impugnado por este lado, espreparar Jas almas ala fe, porque la fe es el principio de Ja esperanza, de la caridad y de Ja salvacion ; y porque este principio, debilitado en Francia por se- senta aiios de una literatura corruptora, aspira 4 renacer, y solo pide el impulso de una palabra amiga, de una palabra qne supli- que mas bien que mande, que contemple mas bien que hiera, que entreabra el horizonte mas bien que lo desgarre, que trate, en fin, con el entendimiento y le facilite In luz, como se contempla ja vida en un ser enfermo y tiernamente amado. Si este objeto no es prac- tico, gcual puede serlo sobre la haz de la tierra? Por lo que hace 4 nosotros, que hemos conocido el dolor y Ja seduccion de la incredu- lidad, cuando hemos derramado una sola gota de fe en un alma atormentada por la magia de su ausencia, nos damos el parabien, y bendecimos 4 Dios, y nos dariamos el parabien y le bendecirfamos aun cuando no Jo hubigramos conseguido sino una sola vez en a vida 4 costa del sudor de cien diseursos. Si nosotros no lo aleanza- v PROLOGO, ™mos, én pos vendrén otros, y harén madurar la espiga y con la hoz reunirdn la cosecha; el Seior Io ha dicho: Uno es el que siem- bra, y otro el que recoge el fruto (1). La Iglesia no cuenta solo con una especie de operarios; los tiene de diversos temples, formados por ese espiritu que se imbuye donde quiera, que reparte sin tasa, pero con distribucion, que hace d los unos apdstoles, a Los otros profetas, & estos evangelistas, d aquellos pastores y doctores, & fin de emplear toda santidad en el ministerio que edifica el cuerpo de Cristo (2). Hijos de este espiritu uno y multiple, respetemos su presencia en cada uno de nosotros; y luego que un alma vibra en el siglo el son de la eternidad, luego que da testimonio en favor de Jesucristoy de su Iglesia, no nos mostremos ya mas rgorosos que el que ha dicho : Todo el que no estd contra vosotros, est. por vos- otros (3). No se trata de seguir las reglasde la retérica, sino de hacer conocer y amar a Dios; tengamos la fe de S. Pablo, y hablemos tan mal como él la lengua griega. Liamado por 1a eleccion de dos obispos 4 la primera cdiedra de _ la Iglesia de Francia, he defendido en ella la verdad como me ha sido posible, al menos con un acento sincero que ha conmovido 4 las almas. Hoy publico Jas palabras pronunciadas entonces. Lle- gardn al lector frias y descoloridas; pero cuando en Ja tarde de otofio caen y yacen por tierra las hojas secas, mas de una mirada y de una mano las busean todavia : y aun cuando todos las desde- fhasen, puede arrastrarlas el viento, y preparar con ellas una’cama 4 algun pobre de quien se acuerda la Providencta en las altas regio- nes del cielo. (4) 8. Juan, cap. 4, vers. 37. (2) S. Juan, cap. 3, vers, 34, — S$. Pablo 4 los Hebreos, cap. 2, vers. 4. — Idem los Bfesios, cap. 4, vers. 44 42. (8) S. Marcos, cap. 9, vers. 39. SERMONES PREDICADOS EN 1A IGLESIA DE NUESTRA SENORA DE PARIS POR BL R. P. BD. LAGORDAIRE. DE LA IGLESIA. SERMON PRIMERO. De la necesidad de una Iglesia que enseiie, y desu cardecter distintivo. Monsgivon (1): Senores : El eristianismo es tan antiguo como el mundo, pues consiste esencialmente en la nocion de un Dios ecriador,- legislador y salva- dor, y en una vida conforme 4 esta idea. Ahora bien, Dios se mani- festé al género humano desde el principio bajo este triple aspecto de criador, de legislador y de salvador, y desde el principio tambien, de Adan 4 Noé, de Noé 4 Abrahan, de Abrahan 4 Motsés, de Moisés a Jesucristo, hubo hombres que vivieron conforme 4 esta nocion de Dios. Dios se manifesto 4 los hombres bajo este triple caracter, tres veces antes de Jesucristo, por Adan, primer padre del género hu- mano, por Noé, segundo padre del género humano, y por Molsés, fundador de un pueblo que tanto ha influido por su accion y su pre- sencia en todos los destinos dela humanidad. Sin embargo, hay un hecho no menos notable, y es que el cris- (1) Seitor Arzobispo de Paris. Lb 4 2 DE LA 1GLESIA. tianismo no ha dominado a] mundo sino por Jesucristo, diez y ocho siglos ha. Jesucristo es el primero que trajo la luz al mundo; antes de él, como ha dicho S. Juan, la lus resplandecia en las tinie- bias (1). Pero ,de donde proviene esto? ,De donde emana que el cristianismo, vencido en el mundo antes de Jesucristo, hasalido victorioso despues de Jesucristo? ;De dénde que el cristianismo, antes de Jesucristo, noimpidi6 d lasnaciones seguir sus caminos (2), y que Jesucristo, por el contrario, haya podido pronuneiar esta, frase de eterna victoria : In mundo pressuram habebitis, sed conft- dite : ego vict mundum (3)? 4. Qué es pues lo que Jesucristo hizo de nuevo ? 4 Es por ventura el sacrificio del Calvario? Pero el cordero que borra los pecados de los hombres, habia sido inmolado desde el principio del mundo (4). San Juan nos lo atestigua en el libro de sus visiones. 4 Es acaso el Evangelio? Pero el Evangelio en suma no es otra cosa que Ja pala- bra de Dios, y esta palabra, en diversas ocasiones anunciada, no ha- Dia logrado cambiar ei mundo. 4Son por ventura los Sacramentos? Pero los Sacramentos uo son mas que los canales de la gracia, y la gracia de Dios, aunque menos copiosa sin duda antes de Jesucristo, no dejé 4 pesar de eso de comunicarse siempre 4 los hombres. ; Qué s pues lo que Jesucristo hizo de nuevo? ; Como ha asegurado la perpetuidad de la victoria obtenida en el Calvario ? Oidle, él mismo va 4 deciroslo : Tueres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Igle- sia, y las puertas del infierno no prevalecerdn contra ella (5). ; Ved agquilaobra que debia yencer para siempre al infierno y al mundo, que debia renovar cada dia el sacrificio del Salvador, conservar y difondir su palabra, y distribuir su gracia! Voy 4 hablaros, Seiiores, de esta obra, de esta Iglesia, columna y firmamento de la ver- dad (6), y desde hoy entraré en el fondo de este vasto asunto, procurando demostrar la necesidad de una Iglesia destinada 4 la en~ senanza universal y perpetua del género humano. Llamado 4 levantar la voz en medio de vosotros, no por mi vo— luntad propia, sino por la del pontifice venerahle que ocupa el lu= gar de Dios en la tierra, no aguardeis, Seiores, que os hable con artificio. Si venis en busca de vanas y pomposas frases, os engaiiais. Ab, perezca la elocuencia del tiempo! Yo solo pido al cielo la elo- cuencia de la eternidad. Yo no le pido mas que la verdad y la cari- (1) Evangelio, cap. 4°, vers. 5. (2) — Actos de los Apdstoles, cap. 14, vers. 15, — (8)S. Juan, cap . 16, vers. 33. — (4) Apocalipsis, cap. 13, vers. 8. — (8). Mateo, cap. 16, vers. 48, — (6) S. Pablo, 1+ epistola & Timoteo, cap. 3, vers. 13. DE LA IGLESIA. 3 dad de Jesucristo; y si el triunfo dela gracia acompaiia 4 estos dis- cursos, probaré que hoy, como en otros dias, se sirve Dios del pe- queiio para confundir al fuerte. Once aiios hace que postrado sobre el pavimento de esta basilica, me despojé de las galas del mundo _ para vestir el habito de vuestros sacerdotes ; vine-é buscar los bene- ficios que prometeis 4 los que os sirven, esperando Ja mision de anunciarlos algun dia. Me habeis otorgado estos beneficios; haced ahora que los comunique 4 mis hermanos. Venid en auxilio de yues- tro siervo; poned custodia & mis labios 4 fin de que sean fieles 4 mi corazon, como mi corazon Io es a vuestra ley. Me propongo empezar por un hecho incontestable, 4 saber : que el hombre es un sér ensefiado. 4Por qué he tomado Ja palabra en este recinto? Si extiendo la vista en derredor, descubre frentes de todas las edades, cabellos que han encanecido en las vigilias de Ia ciencia, rostros en que esta gra~ bada la huella de Ja fatiga de los combates, otros animados por las dulces emociones de los estudios literarios, jévenes en fin queacaban de coger Ja tercera flor dela vida. Decidme, decidme, 4 qué me pedis en este dia? ,Qué quereis de mi? 3 La verdad? Luego no la poseeis, Ja buseais, quereis saberla, habeis venido aqui para ser ensefados. En Ja infancia teniais una madre ; en su regazo recib{steis vuestra educacion primera ; ella os instruyé al principio en el érden de las sensaciones, dirigiéndoos continuamente en vuestras relaclones con. los objetos externos. Ademas, por Ja trasmision prolija y laboriosa de la palabra abrié en vosotros el manantial dela inteligencia, Luego deposits en el fondo de vuestra alma un tesoro todavia mas precioso, el de la conciencia ; os castigé y os recompensé segun vuestras ac- ciones; os did la medida de lo justo y de to injusto, é hizo de vos— otros un sér moral ; os inicio asimismo en los misterios de la fe, y os enseiid 4 creer en cosas invisibles, de que Jas cosas visibles no son mas que el reflejo; hizo de vosotros un sér religioso. Asi desde la aurora de vuestra vida fuisteis ensefiados en los cuatro érdenes que constituyen vuestro sér : enel orden de las sensaciones, en el érden de las ideas, en el dela concieneia y enel de la fe. Cuando el hombre ha pasado Ja edad dela primera enseiianza, se coloca en una de Jas dos clases en que la humanidad se divide. Se divide la humanidad en hombres ilustrados y los que no lo son : los hombres que no son ilustrados forman !o que se llama el pueblo, y. el pueblo, absorbido en su pobreza Y en suincesante trabajo, perma~- nece para siempre incapaz de reformar su educacion primera por log 4 DB LA IGLESIA, estudios personales y Jas reflexiones propias. En vano intentaria dis- cutir 4 fondo sus sensaciones, sus ideas, su conciencia, su fe. No puede emanciparse de Ja ensefanza que se le ha dado sino aceptando nuevas ensehanzas, de que se creera acaso juez no siendo mas que esclavo. Cuando yino al mundo Jesucristo, libertador de las inteli- gencias, decia de la mision que su Padie le habia confiado : E/Se~ tior me ha enviado para evangelizar d los pobres (1). 4 ¥ por qué a los pobres? Sin duda porque son en mayor nimero, y porque siendo iguales todas las almas delante de Dios, cuando las pesa en la ba~ lanza de la eterna justicia, el alma del pueblo debe inclinarla; pero’ tambien, y con mucha mas razon todavia, porque el pueblo, en suim- potencia de aprender y de saber, necesita de un maestro que le ponga en posesion de la verdad por medio de una ensefianza sin gastos y sin peligro., Si esto sucede respecto del pueblo, es decir, de la casi totalidad del género humano, ,no habra al menos una excepcion para los que * lamamos hombres ilustrados? , No podrén romper con la ensefianza que los ha constituido en tal estado, y formarse una inteligencia por sus fuerzas propias? Esta es 4 la verdad su pretension. Bien os acordais, Sehores, que en la época en que salisteis del seno de Ia fa- milia para entrar en Ja sociedad, os parecié que se habia disper- tado en vosotros un poder nuevo 4 que disteis el nombre de razon. Os complacisteis en adorar este poder, y prosternandoos en su pre- sencia dijisteis : Hé aqui mi nico sehor y mi nico rey! La razon meensenharé desde ahora que existen sensaciones, ideas, conciencia, cosas que no se ven y que sostienen este mundo que vemos. ‘Asi lo deciais, Sehores, pero en yvano, porque no pudisteis despojaros del hombre primitivo; vuestra razon se habia formado por la primera ensehanza, rais hijos de esta, hijos de la preocupacion, hijos del hombre. ; Lo sois todavia! En efecto, la clase ilustrada se subdi- vide en otras dos clases : la una la de los hombres que son duefios de su tiempo y 4 quiencs se puede amar hombres de ocio; la otra delos que por ta necesidad de su posicion se ven obligados al tra- bajo. Esta es incomparablemente Ja mas considerable. La division de las propiedades es causa de que cada uno necesite de su trabajo para conservar Ja posicion social que le han trasmitido sus padres, y enseméejante servidumbre no podria ocuparse de una manera ac- tiva de las grandes cuestiones que agitan la humanidad, y entre- (4) S. Lucas, cap. 4, vers. 18. DE LA IGLESIA. 5 garse 4 estudios flosdficos que por si solos bastarian 4 absorber toda una existencia. Esta ciase se halla poco mas 6 menos en la misma impotencia que el pueblo; y no obstante su orgullo, compréndese entre los pobres de espivitu que vino 4 evangelizar Jesucristo. Guar- ‘daos, Seitores, de tomar en su sentido material y restricto los térmi- nos del Evangelio. La primera indigencia es la indigencia de ta ver- dad, asi como la primera Tiqueza es la riqueza dél alma por la ver- dad; y cuando el hombre ha reconocido su bien, cuando es rico de verdad, no cambiaria la suerte que ella le proporciona ni por toda Ja fortuna de los reyes. Establecida esta division, , qué es lo que queda flotando soberbia- Mente en la superficie de Ja humanidad, y capaz de hacer uso de su razon para reconstruirse 4 si mismo? Algunos hombres privilegiados que han recibido del cielo superior talento, cosa rara, la fortuna, cosa menos rara, pero que no deja de serlo, y por ultimo disposicio- nes innatas para un trabajo sostenido. Superior talento, fortuna, trabajo, tres condiciones necesarias para Iegar 4 ser una inteligen— eld privilegiada. Solo estos hombres podrian rechazar las ides ad- quiridas por la ensefianza, semejantes al dguila, que tomando 4 su polluelo entre las garras, si ve que no puede mirar de frente al sol, Je suelta como si fuera una vil carga. Pero en vano se ‘esfuerzan; la esclavitud pesa tambien sobre su cabeza. Y no solo esta sujeto 4 la ensefianza cada hombre en particular; lo estan tambien las naciones Y los siglos. Despues de haber vencido 4 su nodriza y 4 sus maes- tros, le queda al hombre de superior talento otra gran tarea, y es la de veneer su nacion y 4 su siglo, 4,Puede conseguirlo? {Se ha verificado esto? Mirad en derredor vuestro : {qué hombre, por grande que sea, no Ileva en su frente el signo de su pueblo y el signo de su sigio? Os pregunto 4 todos sin distincion : z seriais lo que sois si hubierais nacido seiscientos aiios ha? Hace seis siglos esta misma catedral donde venis 4 oir la palabra divina con un corazon henchido de orgullo y como jueces, os hubiera visto fraer piedras para sus cimientos. Si aun sin cambiar de siglo hubleseis nacido en cierta parte del globo que yo pudiera nombrar, aserfais lo que sois? ; Por qué es Francia catdlica, la Prusia protes— tante y el Asia musulmana? ; De dénde proviene esta enorme dife- Trencia entre unos pueblos tan vecinos? Una palabra diversa ha pre- valecido entre ellos; una ensefianza diversa ha formado almas, creenclas y costumbres diferentes. Si, las naciones y los siglos su- frenel yugo de la autoridad, y le imponen 4 su vez ; heredan preo- 6 DE LA IGLESIA, eupaciones y pasiones anteriores, las modifican por preocupaciones y pasiones nacidas de estas; y la movilidad de los tiempos, que pa- rece acusar 4 Ja independencia de} hombre, no es mas que efecto de ‘una sumision 4 tiranias que se engendran unas 4 otras. Cambian los tiranos, pero no cambia la tirania. Y cosa extrafia! se gloria uno de ser hombre de su sigle, es decir, de participar convencido de las preocupaciones del tiempo en que vive. Nosotros, cristianos libertados por la Iglesia, n0 somos ni del siglo presente, ni del siglo pasado, ni del siglo futuro : somos.de la eter nidad. No queremos someternos 4 Ja ensehanza de un siglo, ni de una nacion, ni de un hombre ; porque estas ensefianzasson falsasen el mero hecho de ser variables y contradictorias. Salvo cierto numero de fenémenos confirmados por la experiencia, salvo algunos axio- amas que son el fyundamento de la razon humana, y la distincion de lo justo y de lo injusto, ; qué cosa hay sobre la que no esté discorde la ensefanza de los hombres? ,Qué cosa hay que esta enseiianza no corrompa? Recorro asombrado los sitios en que el hombre enseia al hombfe.: ,dénde encontrar una boea que no contradiga 4 otra, y no la’convenza de error? Citaré & Londres, Paris, Berlin, Constan- tinopla, Pekin, ciudades célebres que gobiernan al mundo y le ins- truyen: { hay una sola entre ellas que no tenga sus opiniones, sus sistemag, sus costumbres, sus leyes, sus doctores de un dia? No salgamos de la capital en que vivimos ; se dice que es Ja reina de la civilizacion : {pues bien! enumerad las doctrinas que han prevale- cido en ella de ochenta atios 4 esta parte, propagdndose desde aqui por la Europa. La idolatria tenia dioses sin mimero y un pauteon Jevantado 4 su gloria ; pero ,quién sera capaz de enumerar las opi- niones humanas, y erigir un panteon bastante extenso para darles 4 todas un altar y un sepulcro? El hombre es un sér enseiiado, y se somete por necesidad 4 las ideas que se agitan en torno de su cuna. Si el hombre no fuese un sér enseiado se comunicaria directamente con la verdad, y sus errores serian puramente voluntarios é indivi- duales ; pero es ensefado, y Ja infancia no puede defenderse contra Ja enseiianza de) error, el pueho no puede defenderse contra 1a ense- Hanza del error; y la mayor parte de los hombres ilustrados no pue- den defenderse contra el error que han mamado en la fnfancia, ni contra el ascendiente dealgunas inteligencias superiores que dominan. 4 las demas. Tal es el estado de la humanidad, estado de opresion que arguye una degradacion irremediable, 6 la necesidad de una ensefianza divina que proteja a la infancia, a! pueblo, al vulgo de DE LA IGLESIA. 7 Jos hombresilustrados, y hasta aquellos 4 quienes una inteligencia mas fuerte entrega 4 1a dominacion privada de su orgullo, sin emane ciparlos de la dominacion publica de su nacion y desu siglo. Si, la verdad no es mas que un nombre, el hombre no es.mas que un miserable juguete de opiniones quese suceden sin fin, y por tanto debe haber sobre la tierra una autoridad divina que enseheal hom- bre, 4 este sér que necesita ser ensefiado, y 4.quien por precision engafa la ensehanza de‘otro hombre. Hasta los paganos conocieron esta necesidad} Platon decia que era necesario que un*maestro bar jése del cielo para instruir dla humanidad, hablando asi de ante- mano como S. Pablo en su epistola a Jos de Kfeso: Dios nos ha dado apéstoles, profetas, evangelistas, pastores y doctores, para que no seamos ya nitios fluctuantes, y nos dejemos traer en derredor de todo viento de doctrina por la malignidad de los hombres que siem- bran, et error en torno de nosotros. Pero ,con qué signo ha de reconocerse esta autoridad tutelar? 4Cémo seha de distinguir la verdadera antoridad entre tantas auto- ridades falsas? En una sehal, por no hablar masque de una sola, en una sefial tan refulgente como el sol, que ninguna autoridad falsa posee, que ninguna autoridad falsa puede contrahacer: laseiial de Ja universalidad, dela catolicidad. Si hay alguna cosa notable en eb Mundo, es que ninguna autoridad humana ha podido ser catdlica, es decir, traspasar Jos mites de cierta clase de hombres 6 sea los de Tanacionalidad. De tres especies son las autoridades humanas : auto- toridades filosdficas, religiones no cristianas, sectas cristianas. En cuanto 4 las autoridades filosdficas, jams han alcanzado al pueblo, Jamas han reunido tampoco en una sola escuela 4 los hombres ilus- trados;: antes bien divididas hasta lo infinito, han dado al mundo todos los tiempos un espectécuto en que no era dbice el aprecio "que“merecieron al reconocimiento de sus lamentables extravios. &Dédnde se halla hoy en el universo |a autoridad filoséfica. domi= Dante? Las religiones no cristianas nunca han sido mas‘ que na- cionales, y la que mas se ha acercado al cristianismo, Ja que hasta cierto punto-podria considerarse como una secta cristiana, el maho- metismo, no ha aspirado 4 la universalidad sino esperando someter el universo al califato por Ja fuerza de las armas. Desde que el im~ perio musulman se ha dividido, hanse visto tentas sectas como rei nos; testigos son la Turquia y la Persia, los adoradores de Ali y los. Ge Omar. ,Dénde existe una religion no eristiana que tenga una en~ seiianza universal? El mismo fenomeno se reproduce respecto de las 8 DE LA IGLESIA, secias cristianas, y tenemos de ello un notable ejemplo en los dos grandes cismas que viven, el cisma griego y el cisma protestante. Los: griegos han estado sometidos al patriarca de Constantinopla, mientras Constantinopla ha sido el centro tnico del Oriente; cuando se formé el império ruso, los griegos rusos constituyeron una iglesia _ apaite, rompiendo los postreros vinculos que en Ja infancia de sin, imperio Jos ligaban aun 4la sede primitiva del cisma. En cuanto § las.iglesias pretestiinites, sé hart dividido ex*tantas fracciones como reinos: iglesftepistopal de Inglaterra, igtesia preshiterMinieiae Es- cocia, iglesia calvinista de Holanda, iglesia actual evangeliedtite. Prasia; y los protestantes, no reunidos por un reino ni porta unidad nacional, como Jos de los Estados Unidos, han formado millares de sectas que no tienen nombre por los muchos con que se les seiiala. ~ La Iglesia verdadera, la que desde su origen ha tomad6 ef titulo de catdlica, que ninguno ha podido disputarle una: sola vez en el trascurso de diez y ocho siglos, la Iglesia verdadera, instituida por Dios para ensefiar al género humano, es Ja Unica que ha fundado una autoridad universal, 4 pesar de la asombrosa dificultad dela em- presa. Todo el imperio romano'se ligé contra esa inmensa autoridad "que iba extendiéndose por todas partes; y A pesar-de Ja persecucion que sufrié desde los primeros tiempos, la Iglesia catdlica traspasaba los {mites del imperio romano, y penetrabg en Ja Persia, en la Etio- pia, en las Indias y en la Escitia. Despues de haber sojuzgado el in- perio romano y encaminddose mas lejos, vinieron los Barbaros 4 6X tinguir Ja unidad temporal fundada por Roma pagana, y Ja Iglesia catdlica, ‘mientras todas las naciones se alteraban y fraccionaban, extendié su unidad y su universalidad por donde quiera quesa faer- za dispersaba los miembros dela sociedad antigua, y adenigs'iué 4 buscar 4 los Barbaros hasta el fondo de sus bosques para traerlos: pié del mismo altar y de la misma ‘cétedra. Déseubriéronse.n mundos; alli fué la Iglesia acompaiiando 4 los conquistadereg@ nooieron @ Jesucristo Jos Indios del Occidente y Jos Indios*aeF Otiente, y ya no volvio 4 ponerse a sol en-el reine dela verdad. As- pirando e] protestantismo 4 rompet Ta-unidad’ 'y wnivérsdlidad cats— lieas, con el éspecticulo de sus divisiones solo ka logrado probar de tiuevo la imposibilidad en que estan los hombres” ‘de fundar por su + propia virtud una iglesia universal. :.'Con efecto, para conseguirlo es necesario ven cer los zelos de laa aus toridad temporal, la diversidad de lenguas, dé costumbres, da trer ocupaciones, las enemistades de nacion 4 nacion, y sobre todedain- - DB LA IGLESIA. 9 dependencia del espiritu, esa independencia que no es mas que Ja sumision 4 falsas autoridades, pero autoridades que halagan el orgullo y parecen apoyarse ef Ja razon individual. Jamds venciera el error estos diversos obstaculos, porque el error siendo 4 Ja vez el orguilo del entendimiento y 1a contradiccion légica, io puede unir Jos entendimientos y las voluntades. Sula Ja unidad dela Iglesia, esa unidad especial en el mundo, es una prueba irrecusable de su divinidad : la Iglesia es catdlica, y de gonsigniente Verdadera. “ "Pero conviene notar que Ja catolicidad de la Iglesia no solo ‘abroza todas las diversas naciones del globo: abraza tambien con Jos mis- mos lazos espirituales Ja infancia, el pueblo, los hombres iustrados, los débiles y los fuertes. Todos sin distincion alguna tienen el mismo simbolo y ta misma fe ; mientras que la filosofia solo pudo ualr 4 los hombres instruidos, y fas religiones paganas solo se extendian al pueblo, Hasta el protestantismo ha incurrido en este vicio radical, porque se presenté bajo unas formas al pueblo, y bajo otras 4 los hombres ilustrados. Impone su autoridad al pueblo, y deja libres 4 los hombres instruidos. El pueblo cree 4su ministro, e] hombre ha- bil cree en la Biblia y en si mismo. Bajo este aspecto es la Iglesia ca- télica completamente divina: no solo presta amparo al débil, sino que le hace igual al fuerte. Diréis acaso : pues si se necesita una iglesia que enseiie al género humano, ,cémo es que se ha establecido tan tarde? g Por qué se ha establecido hace diez yocho siglos, y 00 hace seis mil aiios? Sefiores, todo debia evar el sello de la caida original, la naturaleza, ef cuer- po, el alma, Ja sociedad, ia verdad misma, 4 fin de que el hombre sintiese profundamente la necesidad dela reparacton. No obstante, Dios no abandond 4 los hombres en los tiempos anteriores 4 fa éonstitucion de ta Iglesta; Jes comunicé 1a verdad por Adan, por Hehoe, por Noé, por Abrahan, por Moisés, por una serie continua de profetas y de revelaciones. La Iglesia misma, éla sociedad{de los honibres con Dios, éxistia desde et principio; pero no existié con ta orgahizacion y la fuerza qué ha recibido de Jesueristo. Asi es que el Salvador no dice que va 4 establecer Ja Iglesia, sino que va 4 fun— darla sobre la piedra, sobre una piedra destinada 4 guebrantar é lus que caigan encima, y'é todos aquellos sobre quienes ella cayere(1). risto ha puesto e] remate 4 Ja Iglesia, como Je ha puesto 4 (1) §. Mateo, cap. 21, vers. 44. 10 DE LA IGLESIA. todo; mas antes de laconsumacion no estaba abandonado el hom bre, sino preparado y sostenido. Su condicion no valialo que nues- tra condicion actual, pero era suficiente y justa, si hublese querido aprovecharse de ella. Ei hombre se ha perdido por sus faltas, no por falta de Dios. ‘La Iglesia ha constituido la verdad socialmente ; y si volviendo al terreno gue hemos recorrido, preguntamos, por qué el hombre es un sér ensefado, résponderemos queel hombre es un sér social como todos los séres, y que todos viven 4 su manera por la'sociedad ; pero que aventajndoles el hombre en la inteligencia, esta tambien dele vivir por la sociedad ; y como la verdad es el alimento de la inteli— gencia, la verdad debe serle trasmitida socialmente, es decir, por laensefianza. Si el hombre no hubiese pecatlo, solo Dios hubiera sido su preceptor y su maestro ; habiéndose separado de Dios el hombre por el pecado, ha quedado frente a frente del hombre primitivamente instruido por Dios, pero en posibilidad de olvidar y corromper lo que Dios le habia ensefiado. De aqui Ja supersticion, vestigios alte- rados de Ja verdad; de aqui la filosofia, esfuerzo del hombre hacia Ia verdad; de aqui lanecesidad de una Iglesia docente, que trasmitiese y perpetuase la verdad en ef caso en que Dios quisiera perdonar al hombre y repararle, suspendiendo la organizacion defi- nitiva deesta Iglesia, 4 fin de que el hombre se sintiese caida, impo- tente y miserable. En eldia, Seiiores, esta Iglesia catélica que ha consumado una obra imposible al hombre, lucha contra los que la han debilitado y aspiran 4 destruirla. Esta Iglesia, despojada delos adornos exterio- - res que tenia del hombre, ligada por ellos come un agente incémodo ¥ peligroso, insultada en su debilidad aparente, se asemeja 4 un gi- gante ligado con fajas por niios que se esfuerzan en precipitarle, y se defiende por sa mole, mole swa staf, y su inmobilidad sola es una victoria. Tranquila porque lleva en su seno una promesa inmortal y el espiritu de Dios, no se inquieta sino por la humanidad, que puede asociar mas 6 menos sus propios destinos 4 la grandeza de los suyos. No os engajieis, Sehores, hace seis mil ailos solo se agita una cuestion en el mando, lade saber sila verdad cristiana ha de quedar vencida 6 victoriosa; ha sido vencida hasta Jesucristo, ha salido victoriosa despues de Jesucristo, y victoriosa por Ja Iglesia catéliea, sentada . Sobre la piedra que ha colocado Jesucristo. A trastornar la Iglesia tdliea es & lo que conspira la humanidad caida ; pero la Iglesia no sque la humanidad reparada, vivificada por la fe, conducida DE LA JGLESIA, iW por la earidad, ilustrada por el espiritu de Dios. La lucha se agita, pues, dentro de las mismas entraiias de la humanidad, entre la hu- manidad de los sentidos y la humanidad del espiritu; la humanidad de Jos sentidos se manifesté en lo antiguo por espacio de cuatro mil afios, la humanidad del espiritu se ha manifestado en los tiempos modemnos por. espacio.de diez y ochosiglos: 24 cud] daisia preferen- cia? Esta es la cuestion. Esperar que ta parte noble de la humanidad triunfe sin la Iglesia, despues de haber destruido'la Iglesia, es es- perar un efecto sin su causa, es echar abajo los cimientos para soste- ner un edificio y agrandarlé, Se repite muchas veces que lo pasado estéven lucha eon el porvenir, y esto es verdad; el mundo antiguo *pagna con el nuevo. ,¥ cudl es el mundo nuevo sino el que ha for— taado la Iglesia? z Cual es el mundo antigno sino el que existia sin JaIglesia? Como el cristiano esel hombre nuevo, segun el lenguaje de'las santas Escrituras, la Iglesia catdlicaes la humanidad nueva. Cualquiera que la ataque invoca Jo pasado; cualquiera que la det fienda, por el porvenir mira. No se me oculta que muchos aguardant una revelacion nuevamas perfecta que la de Cristo, una Iglesia Bueva mas perfecta que la fundada por Cristo, una humanidad Bueva mas perfecta que la formada por la Iglesia. Pero 4 dénde esta ese nuevo Cristo, esa nueva Iglesia, esa nueva humanidad, y qué vemos en derredor nuestro sino antiguas pasiones, sino el egoismo antigua, tanto mas hediondo cuanto alza su cabeza en una sociedad cimentada sobre la caridad? ; Ah, Seiiores! euando la Iglesia apa— reeié sobre la tierra, no se anuncid de este modo; edificd sin arruinar nada; vosotros arruisais sin edificar cosa alguna. Pero eso es ya mur cho aguardar : sed pues hombres de esperanza y de deseos. Y vos= otros que estais mas avanzados, que valuais en su justo aprecio los esfuerzos impotentes de este siglo, y que conoceis que el sepulcro de Ja Iglesia seria el sepulcro del mundo civilizado, concebid una fe y una caridad mas ardorosas, consagraos enteramente a esa Iglesia, fuera de Ja cual no hay salvacion ni en el tiempo ni en la eternidad. « SERMON SEGUNDO. De la constitution de ta éélesin. . La mas dura de las servidumbres y la. mas funesta en sus-efectos es la.servidumbre de la inteligencia, Jt entendimiento es esclavo siempre que se halla sometido 4 autoridades individualesy yetalees.- Ja suerte de la humdnidad, que 14 razon no puede"formarse sinog por medio de Ja ensefanza, y todos los hombres sin excepcion al- guna Se hallan sometidos constantemente 4 una autoridad, El! pue- blo, es decir, la inmensa mayoria del género humano, permanece favenciblemente agobiado bajo el yugo desu educacion primera, y Jos hombres Ilamados ilustrados obedeeen al menos 4 la ensefianza de su pais y de su siglo. , Como hard, pues, el hombre para eman- ciparse de esta servidumbre? z qué recurso 1é queda para quedu entendimiento sea libre? Hay dos ; 6 que piense por si mismo, 6,-si es un hecho coustante que para pensar necesita de una ensefanza, y que no puede pensar por si mismo, porque solo Dios piensa de este modo, no hay para él mas salvacion en el mundo que la de tener una autoridad que represente el entendimiento infinito de Dios, y que comunique 4 cada hombre su pensamiente divine por una: eisefianza divinamente establecida. Esta autoridad exiige, y ya hemos visto que hay una seiial para reconocerla, la universali- dad. Hoy necesitamos penetrar mas adelante en fa esencia de esa autoridad libertadora del entendimiento humano; necesitamos-ver- edél es su constitucion, la constitucion que ha recibido de Dios pata vivir en todos los siglos. Toda autoridad se compone : en primer lugar, de una jerqpquia, es decir, de un conjunto de hombres subordinadog que tienden 4° un mismo objeto; y en segundo, de un poder de que es depositaria esa jerarquia y del cual se sirve 4 su albedrio. Dard pues asunto 4 este discurso la explanagion de la Iglesia catdlica en su Jerarquia 3 y en él poder quele esta confiado. Siendo la verdad el primer bien, y aun puede decitée:el tnico bien de los hombres, y no debiendo estar nadie privado del bien sin el cual no existe otro alguno, se deduce que el primer cuidado de DE LA IGLESTA. 13 di dehia egfistir en hacer 4 su Iglesia universal, de modo que pu- » Comgylettiz. det sol, iluminar 4 cuantos hombres viniesen é 0. “AS auestro Sefor empezé por fundar un apostolado, 6 decir, por elegir clerto numero de hombres que fuesen enviados por todo el ahiverso,, Los paganos habian encerrado en sus templos- en i al, -¥6ol0 aleunos extranjeros, venidos de rem: “ paises para 1 eonsuithfles; eran admitidos en el santuario. Encerraban los fildsofos‘su eésetianza én Ipinterior de la escuela; distribuianla: deiitr de los jardines y*bajo'los Porticos , rodeados de los. honores de la amistad y de los honores dela palabra. Jesueristo no hace eso : flog depositartos de su Verbo iticreado , A sus apéstoles no les dice: Sguardaitis 4 que vengan 4 pregantaros la verdad; no les dice tam- poco : Os pasearéis dentro de los jardines y bajo los pérticos; sino : Id y enseiad d todas las naciones (1). No temais ni las dificultades ~ de'los idiomas, ni las diferencias de las costumbres , ni a los prin-, cipes temporales; nada pregunteis del curso de los rios, ni-de la di+ receion de las montaiias : avanzad via recta; id como va el rayo del qué-os envia, como iba Ja palabra creadora que sacé la vida @el cdog, id como van las aguilas y los angeles. Y g cuales fueron los primeros apdstoles elegidos? Ocasion habeis tenido, Sefiores, de ver en tiempos bien cercanos de nosotros algu- DOS ensayos de apostolado, hombres que despues de un siglo de destruccion querian al fin edificar , juzgandolo conveniente y opor- tuno.', Donde eligieron sus apéstoles? En las altas categorfas del mundo los buscaron, Hamando cerca de sid los sabios, 4 los caudi- los de‘fama y 4 funcionarios de erédito. No !o hizo asi Jesueristo : habia que libertar del error al género humano; y para ello eligié sus apéstoles , no entre los opresores del entendimiento ‘sitio entre los - oprimides; no entre los fildsofos y los sabios, sino entre los pobres y los sencillos, PaseAndose un dia 4 las orillas de un lago de Ga- “tiles: descubrio 4 dos pescadores y les dijo : Seguidme, y haré-de vosotros pescadores de hombres {2). Y hé aqui los ‘Brimeros liberta- Bares del entendimiento hamano. “Siendo el apostolado la base del cuerpo episcopal, su accion’ dé- bia extenderse por todo’el ubiverso, puesto que aquellos hombres iban 4 dirigirse por las regiones conocidas'4 difundir la luz del Byangelio. No obstante aun no tenia la Iglesia todos los elementos necesarios para la universalidad; porque g quién conservaria unidos - (A) S. Mateo, cap. 4, vers. 19. — (2) S. Mateo, cap. 28, vers. 19, 14 ‘DE LA IGLESIA. . en una sola doctrina.4 todos los apéstoles dispersos? ,quién evitarias ‘que las iglesias particulares legasen a ser con el tiempo. diferentes ¥ opuestas? 4 quién pondria en comunicacion 4 las unas con:as otras? Sin unidad no hay universalidad posible : se necesitaba , pues, de un centro para el apostolado, de un jefe nico para los apéstoles y para los obispos sus sucesores. Este pensamiento era to~ davia mas atrevido, mas original que el del apostolado. ; Qué! Jun solo jefe para todo el universo! ;Cémo! jreunir sobre la ca~ Beza de un solo hombre una autoridad contra la que tal vez podrian luchar algun dia todos los principes de Ja tierra! | Constituir.la uni- dad sobre una cabeza que puede caer al golpe de una espada! Esto. ‘era original, atrevido, imposible, y sin embargo esto se ha verifi~" - eado. No lejos del sitié donde se establecieran por Ja fuerza de las armas los dominadores del mundo antiguo, fija su silla un anciano, euya voz impera y es respetada no solo en los limites del mayor im- perio humano que ha existido nunca, sino aquende y allende de todos los mares : ha atravesado no un siglo, sino diez y ocho siglos : ha visto levantarse en contra suya cismas, herejias, reyes y repi- blicas, y se ha sostenido firme sobre el sepulero de donde se deriva $u poder, teniendo por amica custodia esta breve frase: Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sin embargo, la Iglesia no estaba todavia completa. Si todos sus ministros hubiesen sido obispos bajo un solo pontifice supremo , los vinculos de la unidad se hubieran roto facilmente, 4 causa de Ia dignidad y de Ja independencia demasiado latas de que hubiese go- zado cada ministro. Jesueristo instituyé, pues, el presbiterado, que bajo Ja autoridad de los obispos debia propagar la palabra evangélica, ofrecer el sacrificio y distribuir parte de los sacramen~ tos, instituyendo tambien el diaconado para ayudar 4 bos sacer~ dotes en su ministerio. Debia el Vicario de Jesucristo tener jurisdiccion, y atar y desatar en toda la tierra; solo él podria instituir los obispos, sefalarles un territorio y un rebaiio, Los obispos debian tener jurisdiccion, ¥ atar y desatar en sus respectivas provincias, y bajo su dependencia sehalar tambien 4 los presbiteros un territorio y un rebafio, Los presbiteros debian comunicar directa y habitualmente con los sim~ * ples fieles, ofrecer por ellos el santo Sacrificio, administrar los Sa- eramentos, excepto los de la Confirmacion y el Orden, y anunciar la palabra de Dios. Solo habian de pertenecer al soberano pontifice y 4 los obispos las decisiones de fe, los reglamentos de disciplina ge~ DE LA IGLESTA. | 15 neral y el gobierno de Ja sociedad ertstiana. Asi constituida la Iglesia, tenia la unidad de una monarquia, laaecion expansiva de una democracia, templadas ambas por una fuerte aristocracia,, y Teuniendo de este modo en su seno todos los elementos del poder; la unidad que coordina, la accion que dilata, 1a moderacion que im- pide 4 la unidad ser absoluta y 4 la accion ser independiente : eco- - nomfa perfecta que jamas ha poseido gobierno alguno, porque en todos los gobiernos humanos han propendido siempre & destruirse entre si los tres elementos del poder, a causa de las pasiones del hombre. Solo Dios ha dado cima 4 esta obra maestra por mediacion de su Hijo. * ° Tal es , Sefiores, la jerarquia fundada por Jesucristo 4 fin de ase- gurar para siempre los destinos de la verdad, Pero con haberos ma- nifestado sus resortes solo he \lenado una parte de mi tarea. Con efecto, 4 qué es una jerarquia? Una porcion de hombres. , ¥ qué son estos hombres sino un poder? 4 Qué es el género humano, si esté desarmado? Es, pues, necesario que la Iglesia posea un poder ademas de la jerarquia, Ahora bien, no hay mas que dos clases de poderes : la fuerza que mata al cuerpo, y la persuasion que mata al alma para sustituir otra en su lugar. 2 Qué poder fué dado 4 la Iglesia de Dios? z el que mata al cuerpo 6 el que mata al alma tras— forméndola? Cierto dia se hallaban varios hombres en una ciudad de Oriente orando en un aposento, y aguardando una cosa que les habia sido prometida : de repente vino del cielo un ruido como de un viento impetuoso que Hend toda la casa en que se encontraban ; aparecieron lenguas de fuego sobre sus cabezas, y llenos del espiritu de Dios, empezaron a hablar todas las lenguas que se hablan bajo del cielo. Uno, llamado Pedro, se puso en pié y dijo 4la muchedumbre : Va- rones de Judea, escuchad : no estan ebrios los que os hablan, sino que se ha cumplido la palabra del profeta: El espiritu de Dios se derramard sobre toda carne , y profetizardn vuestros hijos y vues~ tras hijas, y vuestros mancebos verdn visiones, y vuestros ancianos softardn suefos (1). As{ que, el poder; que Dios: confirmé 4 su Iglesia, fué el poder de su espiritu; pero este esfun poder invisible, y Dios, que todo lo hace con armonia, quiso y debié dar 4 su Iglesia, funddndola en tiempo, un poder del tiempo, es decir, la persuasion 6 la fuerza, puesto que en‘el tiempo solamente alcanza (4) Hechos de los Apést., cap. 2, vers. 44y siguientes. 16 DE LA IGLESIA. : al hombre esta doble accion. Y qué poder Ie ha sido dado? yacaso el de la persuasion? y, acaso el de la fuerza?. No fué el de Ja fuerza, no. Cuando asaltado Jesucristo en el jardin de las Olivas sacé un discipulo 1a espada, el Seiior le dijo : Vuelve tu espada dé lavaina, porque todos los que tomaren espada, d espada morirdn (1). Y cuando dispersé 4 sus apéstoles para la predicacion, les dijo : Os envio como ovejas en medio de lobos; tened la pru- dencia de la serpiente y la sencilles de la paloma (2). Yao veis, Sefiores, no se nos ha armado como 4 guerreros, sino como 4 ovejas ¥ palomas; solo se nos recomienda la prudencia, porque 4 ninguno le asiste el derecho de prescindir de ella en medio de los hombres. La tniea venganza que el Evangelio nos permite es la de sacudir el polvo de nuestros piés, exeutife pulverem de pedibus vestris {3); el polvo, lo mas débil, lo mas inofensivo, lo que en la tierra se aproxima mas 4 la nada..... ! Hé aqu{ todo lo que nos es permitido : sacudir un poco de polvo sobre el mundo. Es, pues, el poder de ia persuasion el que nos ha sido dado; pero, de qué manera? La persuasion se apoya en la razon ante todo: debe, pues, la Iglesia posecr 1a mas alta razon que pueda imaginarse : debe ser el mas alto poder metafisico, el mas alto poder histdrieo, ei mas’ alto poder moral, el mas alto poder social. EI mas alto poder metafisico, en el sentido de que sobre todos los misterios de que se componen los destinos humanos, misterios que Ja Iglesia no crea si bien los expliva , posee las soluciones mas ra- cionales, mas elevadas, ante las cuales no podrian sostenerse las que en diferentes tiempos han propuesto las doctrinas religiosas y filosdficas. Seria harto prolijo demostrarlo, y por otra parte esta de- mostracion forma el objeto de mis discursos, y resultard completa de] conjunto de todos ellos, El mas alto poder histérico : es el porvenir un lugar oscuro donde todas las derrotas pueden ocultarse por un dia; pero lo pasado solo pertenece 4 aquellos que lo poseen realmente, y ninguno, por grande que sea su genio, por dilatado que sea el imperio de que disponga , puede crearse en lo pasado derechos de naturalizacion si no ha penetrado en sus inaccesibtes profundidades. Nadie ha pene- trado en ellas como Ja Iglesia, porque la Iglesia es 1o pasado de la (1) 8. Mateo, cap. 26, vers. 52,— (2) S. Mateo, cap. 10, vers. 15.— (3) $. Mateo, cap. 40, vers, 14. DE LA IGLESIA. 1t humanidad, es Ja historia misma. Cuando buscais algo fuera de ella, necesitais empezar por vosotros mismos, por vuestra nada, y decir : La verdad empieza en mi; pretension que la humanidad no aceptaré nunca. Ese cardcter de novedad es el de Jas sectas reli- giosas, y es el fallo que las condena. Ayer, boy, dentro de mil afios, si todavia existen , se podrd decir al que las fundo: Tal dia, 4 tal hora te hallabas en Wittemberg; descendiste 4 Ja plaza pt- Dlica vestido de monje, tenias en 1a mano nna bula de tu pontifice y Ja arrojaste 4 una hoguera..... Pero la humanidad os habia pre- cedido veinte siglos; era ya demasiado tarde! Por eso cuando se nos dice 4 nosotros, hombres de la antigiedad,que hariamos mejor en ser mas modernos, es como si se dijera 4 un rey de Francia que fuese 4 San Dionisio, y que recogiendo los huesos de sus padres, Jos arrojara a] Sena para tener un sepulero mas ‘blanco cuando hu- Diese de descender 4 la tumba. Bien se comprende que este poder histérico es nuestea fuerza y nuestra gloria; y por eso nos le dis— putan con encarnizamiento, y por eso se agota el ingenio en forjar contra nosotros fabiilosas cronologias. Nada es mas facli que hacer guarismos; per »el hombre no hace dias, y cuando se halla can- sado de crear offgenes mentirosos, encuentra de repente, en una piedra 6 en un etazo de papel carcomido, Jo que basta para reducir 4 la nada sus invenciones. Nosotros por el contrario tenemos nues~ tra tradicion, nuestro libro, y por testigo de esta tradicion y por guarda de este libro.4 un pueblo entero. Judios bay en este audi~ torio; donde quiera se halla ese hombre 4 quien el idioma popular — ha llamado tan exactamente el Judio erranfe. No puede hablar el sacerdote en parte alguna sin suscitar un hombre eterno, un judio que se Tevante & decir : Si, es verdad, alli estaba yo. La Iglesia es el mas alto poder moral, porque es casta, y €1 engeatla la castidad, y sin la castidad no hay costumbres. La castidad forma las familias, las dinastias reales, el genio, los pueblos fuertes y dura- deros, Donde esta virtud no se practica, no hay mas que lodo en un sepulc?o. ; Ah] si aqui hay hombres que no sean mis hermanos por la. ost solo quiero apelar 4 su conciencia para preguntarles: ysois Cémo creerlais si no fueseis castos? La castidad es ‘a hgr- Su got tic la verdad; sed castes por espacio de un aio, 74 Jaute de'Dios respondo de vosotros. Solo porque poseemos esa virtud’ : samos nosotros faertes ; y bien saben Jo que hacen aquellos que atar can el celibato eclesidstico, anréola del sacerdocio cristiano. Hanlo. abolido las sectas heréticas-en su seno; ese es el termémetro de Ja 18 DE LA IGLESIA. herejfa: d cada grado del error corresponde un grado, sino de me- nosprecio, al menos de diminucion de esa virtud celestial. Por tiltimo, la Iglesia es el mas alto poder social. No hay sociedad posible si no estd fundada sobre el respeto del poder hacia los pue- blos, y de los pueblos hacia el poder. Pues bien, la Iglesia catélica Neva el respeto de Jos pueblos hacia el poder su mas alto punto: trasforma al seiioren padre, d&modo quesi el padre se extravia, sus hijos, 4 semejanza de los hijos del patriarca, cubren sus faltas con] manto de su respeto. Al mismo tiempo imbuye en el corazon de los soberanos ese vespeto tan delicado y tan preciosa hacia sus pueblos : les hace practicar en el recinto de sus palacios y en medio de su pompa aquella frase evangélica : ‘El que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro siervo(1). Inmensa fué Ja fuerza de persuasion que resulté de estas ventajas racionales. Ya se a considerase bejo el aspecto de las ideas, de la historia, de las costumbres, 6 de la sociedad, la Iglesia no tenia igual. Se Ja podia despojar de todo, de su patrimonio, del auxilio de la autoridad civil, de 1a libertad comun & todos: se podia sumir & sus ministros en los calabozos y darles tortura sobre fos cadalsos; Pero no se aprisiona la razon, no se queman !0s hechos, no se deshon= rala virtud, nose asesina la Idgica. Somos pues fuertes, Sefiores,ante todo por el espiritu de Dios que habla en nosotros, y tambien por el espfrita humano, que cuando Mega 4 examinar con sangre fria nues- tra historia, nuestros dogmas y nuestra moral, se ve obligado 4 convenir en que nada hay mas sdlidamente establecido. Sin embargo, esto no era bastante: solo se dirige la historia 4 los que la han estudiado : no hablan las ideas sino 4 los que pueden compararlas; no es apreciable la civilizacion sino para hombres ci- vilizados. Necesitaba la Iglesia un manantial de persuasion todavia mas humano, es decir, mas general ; y Dios concedid 4 su Iglesia la caridad. No hubo ya corazon en que la Iglesia no pudiese pene~ trar por medio de esta virtud, porque el infortunto es el rey de la tierra, y tarde temprano no hay corazon en dondeno toque su cetro. Posible era resistir 4Ja gracia, 41a razon; jpero 4 Ja caridad!... Squién resistiria? ¢Cémo aborrecer 4 los que hacen beneficios? 3, Cémo matar 4 Jos que dan la vida? Desde entonces podia la Iglesia lanzarse confiada 41a conquista del universo, porque en todo el uni- Verso hay lagrimas que enjugar, y estas nos son tan naturales, que (A) S. Mateo, cap. 20, vers. 26. DE LA IGLESIA. 19 aun cuando no proviniesen de.ninguna causa, sin causa correrian, solo por el encanto de esa indefinible tristeza profunda y misteriosa- mente depositada en nuestra alma. ka metafisica y Ja historia son Jas columnas de la verdad ; pero estas columnas se hallan ocultas en los cimientos del templo, y no se las visita sino 4 la luz de las antor- chas y con hombres escogidos. Un humildesacerdote, el parroco del lugar mas miserable, no descendera cen las ciencias 4 la choza del pobre; descenderé con la caridad, y hallaré un alma dolorida y de consiguiente bien dispuesta; y viendo el pobre que el sacerdote se le acerca respetando su miseria y sintiendo su dolor, reconocera facil- mente la verdad en el traje del amor. Pero mientras hablo dela caridad, me ocurre una duda. ;Oh Dios mio! gsomos caritativos como debiamos.serlo? zhay entre vosotros, que sois jévenes, almas ardientes, almas tiernaspara Dios y para el pobre? zno veis en torno yuestro que el dolor se aumenta, se colma Ja medida, y se halla el mundo al borde de espantosos abismos? 10h Dios mio! dadnos santos; ; hace tanto tiempo que no los hemos visto! ;teniamos tantos en otros dias! thaced que renazcan de sus, cenizas! Exoriare aliguis ex ossibus ! Armada asi, Sefiores, Ja Iglesia con la razon y con el amor, con la mas alta razon y con el amor mas acendrado, 4 qué poder valdré ya contra ella? Fuerza es dejarla libre,-protegerla 6 perseguirla, Sise la deja libre, desplegara todos sus recursos, ganar primero ‘un alma, despues otra alma, y se extendera hasta que, asombrados Jos principes dela tierra, se miren y digan: 3 Qué poder es ese quelo ilena todo, nuestras ciudades, nuestros campos, nuestras plazas pi- blicas, y que va 4 dejarnos solitarios en nuestros palacios? Y los principes elegiran entre dos extremos: proteger 4 la Iglesia 6 perse- guirla. : Sila Iglesia se halla protegida como en tiempo de Constantino, es una fuerza, aiiadida 4 otra faerza; e] manto imperial tendido sobre la Iglesia no puede causarle vergienza, y si traerle grandes be- neficios. ‘Si, por el contrario, se la persigue, ; entonces es el momento su- blime! es el que Dios permitié en tiempo de los mértires, y el que todavia permite cuando parece que la Iglesia duerme. gSabeis lo que decia en su lecho de muerte el fundador de Ja ultima grande érden religiosa, S. Ignacio, 4 sus discipulos inquietos, que le preguntaban : «Padre! jno nos deseais nada? — Hijos mios, les dijo, os deseo persecuciones, » La persecucion, hé aqui de donde venimos, esa es 20 DE LA IGLESIA. Duestra cuna. Yo mismo he salido delasangre para hablaros : 4 d6n- de estaria yo, sinos hubiese continuado su paz el siglo XVIII? Pero Ia perseeucion vino, y ahora si se nos busca vivimos; hénos aqui. Libre, amparada 6 perseguida, nada pierde Ia Iglesia bajo nin- guno de estos sistemas ; todos le dan vida, poder y gloria. En toda la redondez dea tierra se ha despojado 4 la Iglesia de su patrimonio lentamente adquirido por sus virtudes ; la autoridad civil se ha reti- rado de ella; un nuevo poder, el de la prensa, ha conspirado en su ruina: pues bien, en medio de este cambio universal 1a Iglesia toda- via persuade, y sus enemigos asombrados, no pudiéndo comprender que viva, se entretienen en profetizar su muerte. Semejante al polvo que insulta al viafero 4 su paso, este siglo de ruinas ultraja 4 la eternidad de la Iglesia; sin advertir quesu misma inmobilidad es ia prueba de su fuerza. Establecida en e] mundo por una persuasion de diez y ocho siglos sobre una antigiedad de cuatro mil, 1a Iglesia catdlica es invencible, porque siempre se puede lo que se ha podido en todas partes y en todas ocasiones. Lo universal es perpetuo, asi como lo infinito es eterno; y pada puede ser universal en la huma- nidad sino lo que tiene una relacion necesaria con Ja naturaleza del hombre; y no cambiando la naturaleza del hombre, tampeco puede eambiar lo que tiene relacion necesaria con ella. Si pudiese extinguirse en el alma una persuasion tan larga y du- radera como la que ha fundado la Iglesia catdlica, habria perecidola razon humana. {Qué seria una realidad, si semejante realidad no fuese mas que una ilysion? ,Qué dicen Jos dltimos adversarios, los actuales adversarios dela Iglesia ? Sostienen quela razon del hombre “ es unprogreso continuo en que cada idea nueva mata 4 la antigua, en que nada hay estable y absoluto, en que todo esta destinado 4 perecer, excepto esa increible facultad que hace vivir por un mo- mento lo que por necesidad debe morir. Confiesan tambien la nada desus esperanzas y de surazon, que no es mas que un transito 4 través de los sepuleros donde deja un poco de ceniza; pero, como decia Bossuet, ese miserable putrimonio no les esta asegurado, y la Iglesia vive hasta en el fondo de sus predicciones. Nunca aceptari tanta desesperacion el género humano, que ha esperado tanto liem- p05 en él no se extinguird nunca Ja persuasion, y la Iglesia no es masque la persuasion elevada 4 su mas alto punto, no es mas que el reino dela persuasion. jAb! si hay algo magnifico y sagrado sobre la tierra, es la consti- DE LA IGLESIA, 25 tucion divina que acabo de analizar. ; ¥ qué son.4 su Jado las obras de los hombres? Levantan por Ja fuerza imperios gue 4 Ja fuerza sucumben. Ciro destruye la obra de Nino, Alejandro la de Ciro, Ro- ma la de Alejandro. Tarde temprano choca la fuerza con la fuerza: una persuasion aislada choca con otra persuasion; pero cuando la persuasion ha vencido al universo, no en el sentido de sus pasiones, sino en e} sentido del sacrificio, entonces existe una obra divina é imperecedera. Y si son pescadores los que le han dado cima, si unos galileos han fundado ese grande imperio- dela persuasion 4 pesar de todos los conatos dela fuerza, entonces esta obra es divina é impe- recedera sobre toda expresion. Y yo, ministre deesta obra, hijo de Ia persuasion, galileo, os digo 4 vosotros, hijos del siglo: ;Hasta cuando trabajaréis en Jo transitorio, y tucharéis contra to perma~ nente? jhasta cudndo preferiréis Ja fuerza 4 la persuasion, la mate- ria al espiritu? Decis incesantemente: No conviene dejar obrar ala Iglesia, porque Ilegaria 4 ser demasiado poderosa; es decir, con- viene sofocar la persuasion que nos avasallaria 4 pesar nuestro, & Qué podeis decir que masatestigite sudivinidad? Comprended final- mente lo que ella és, por los sentimientos injustos de sus enemigos ; comprended por las maravillas de su constitucion y de su historia que su establecimientoy su perpetuidad no son obras posibles al hombre; comprended que todo el bien que se opera en el mundo, emana de ella directa 6 indirectamente; y aspicad & ser sus hijos, 4 Ser sus apdstoles, y 4 colocaros entre los bienhechores del género humano. Ya es tiempo; todo yace por tierra, fuerza es reconstruir- To todo: y solo la Igtesia catdlica puede echar los cimientos de un edificio inmutable, porque solo ella posee toda razony todo amor, y el hombre es demasiade grande para ser fundado y salvado de otro modo que por la mas alta razon y por el amor mas decidido, SERMON TERCERO. De Ia autoridad moral € infalible do la Iglesia. Hemos empezado estos sermones probando la necesidad de una Iglesia docente, y examinando despues la constitueion de esta mis— ma Iglesia fundada por Dios para ensedar los hombres. Volviendo hoy 4 nuestro punto de partida, es decir, al fin para el que la Iglesia ha sido fundada, notaremos que nadie tiene derecho de ensedar, si no esta cierto de lo que enseiia, y que nadie tiene derecho de exigir que se crea lo queenseiia, si no es infalible. Entre Ja certidumbre y la infalibilidad hay una gran diferencia, y es que la certidumbre con— siste en Do engaiarse en un caso dado, mientras la infalibilidad con- siste en no poderse engafar nunca, La certidumbre es la relacion actual de la inteligencia con una verdad, y la infalibilidad es la rela- cion perpetua de Ja inteligencia con la verdad. La certidumbre for- ma una parte de los medios y de los derechos del hombre que ra~ ciocina, porque sin la certidumbre no seria la inteligencia mas que una vasta duda; pero la infalibilidad no pertenece al hombre ni al conjunto de los hombres, porque !a ignorancia y las pasiones vienen de continuo 4 interponerse entre su entendimiento y la verdad; de donde se sigue que no pueden descubrirla 6 permanecer en relacion con ella universal y perpetuamente. Todo Jo que pueden hacer los hombres cuando ensefian es tener certidumbre, y asi no pueden exi-~ gir fea su ensefianza, es decir, una adhesion puray sencilla del co- razon y de la mente 4 su palabra; porque no siendo esta infalible, falta siempre ver sise engaiian 6 si aspiran 4 engaiiarnos. Por el contrario, cuando una autoridad es infalible, basta conocer lo que enseiia para estar en el derecho y en e] deber de darle fe. Puesbien, la Iglesia catdlica, instituida por Dios para enseiiar al género huma- No, a la vez esta cierta y es infalible: cierta de la verdad de su insti- tucion por Dios; infalible en el depdsito de la fe cuya propagacion é interpretacion le fueron confiadas. Esté ala par cierta y es infalible, porque si solo fuese infalible, su autoridad descansaria en un cireulo vicioso, ‘es decir, invocaria en favor desu infalibilidad su infalibili- DR LA IGLESIA. 23 dad misma ; mientras que apoyada en Ja certidumbre racional y mo- ral de su institucion divina marcha de una en otra luz, de la luz na- tural 4 la luz sobrenatural, de Ja certidumbre 4 la infalibilidad para retroceder en seguida por reflexion sobre si misma de la infalibilidad la certidumbre. Ya hemos visto, Sefiores, 6 mas bien entrevisto que Ja Iglesia po- see la mas alta certidumbre racional, puesto que-se apoya en las ideas, en la historia, en la sociedad y en las costumbres con una fuerza deque no dispone ningun otro cuerpo dedicado 4 Ja ensefian- za, fuerza que Je asegura el imperio de la persuasion en la tierra. Solo nos falta tratar de su certidumbre moral y de su infali- bilidad. La certidumbre 6 la autoridad moral de un cuerpo docente resul- ta de tres condiciones, que son para é1 mismo y para aquellos 4 quienes enseiia la prueba de que estd en relacion con Ja verdad, y de quela dispensa con exactitud y con respeto, Estas tres condiciones son la ciencia, la virtud y el nimero. La ciencia es la primera condicion de Ja certidumbre 6 de Ja au- toridad moral; porque gcémo es posible estar clerto de Jo que no se conoce, y conocer lo que no se sabe? Por el contrario, cuando se sabe y cuanto mas se sabe, mayor garantia tiene uno para si y para los demas de no ser engaiado. La ciencia es el ojo que mira, que escudriiia, que compara, que reflexiona, que busca la luz y se apo- dera de ella, que aiiade 4 los siglos pasados el peso de los siglos nuevos, y centinela paciente del tiempo arranca paulatinamente al Universo sus eternos arcanos. Si no mereciese crédito alguno la ciencia laboriosa y perseverante, seria preciso desesperar de Ja yer- dad, y nunca, Seiiores, entrar la desesperacion por nada en Jas palabras que broten de mis labios. La ciencia es indisputablemente titulo, aun cuando no baste por si sola 4 fundar la autoridad moral de una enseiianza. Ahora bien, la Iglesia posee la ciencla, ha nacido en la ciencia, ha salvado la ciencia, ha Juchado contra la falsa cien- cia, y es bajo cualquier aspecto un cuerpo depositario de la ciencia. Posee 1a Iglesia la ciencia de Jo que enseiia; no obra por una fe ciega, sino por una fe fundada, como hemos visto en el segundo dis- curso, en Jas ideas generales mas elevadas, en monumentos histéri- €os de la mas remota antigiiedad y de Ja auteuticidad mas segura, en la experiencia del influjo venturoso y civilizador que ejerce en el mundo, y por ultimo, en una tradicion y en un conjunto de he- chos de todas clases que explora y ensancha de continuo con sus wa DE LA IGLESIA. : trabajos. Si hay en, alguna parte ciencia, estudio, experiencia, es ‘seguramente en una sociedad donde representa tan insigne papel el desarrollo de todas las fuerzas del entendimiento, y que ha poseido desde el origen de las edades, y especialmente desde Jesucristo, in- numerable multitud de varones esclarecidos, que han Nenado el tmundo con su palabra y con sus escritos. ‘Y zc6mo no habia de ser sabia Ja Iglesia? Habia nacido en la ciencia, en uno de Jos siglos mas brillantes que recuerda la his- toria, en el siglo de Augusto, precedido por otros quehabian ele- vado basta Ja perfeccion las letras, las artes y la filosofia,’ 4 fin de que nunca se dijese que el cristianismo habia nacido entre sombras. Recibidnos la ciencia en 1a cuna, nos vigild, nos estudid, nos com- batid, nos did defensores entre aquellos fildsofos cuyo destronamiento habjamos consumado, y muchos de los cuales rindieron 4 Jesucristo ‘el triple testimonio de su genio, de su saber y de sus errores. Des- ~ pues cuando la invasion de los Barbaros amagé extinguir Ja ciencia en Europa, 4 quién la salvo del naufragio? ; Quién prepard nuevas ~ naciones, dignas de poseer la verdad? , Eran vuestros padres? ; Ah! __ [Vuestros padres blandian la espada, ta espada ayer, Ja espada ma- - Hana, laespada siempre! Ved aqui cual era vuestra herencia, hombres tau orgullosos hoy de vuestro saber, sin que por ello os censuremos. * Alli estabais, en la persona de vuestros mayores, formando una bar- rera armada contra la eval venian 4 estrellarse las nuevas invasio- * nes, y un inmenso cuadro europeo para proteger en el exterior lo que enel interior se desarrollaba. Entre tanto nosotros, pacificos y Ja- - boriosos, en la persona de nuestros mayores reconstruiamos Ja ciencia sobre las ruinas del saber antiguo, 4 fin de que pudieseis heredarla algun dia, para que hallando la verdad un siglo digno de ellano mandase 4 esclavos, sino que brillara en un im perio fundado sobre la legitima conviccion de los entendimientos.. Vino esa edad que habiamos preparado ; vino, y la ciencia, hija ingrata y desnatu- ralizada, trasmitida apenas de nuestras manos 4 las vuestras, se re- belé contra nosotros y nos acusé; 4 nosotros, que habjamos traba- Jado en su obsequio quince centurias, 4 nosotros, que la habiamos acogide nuevamente cuando libertindose ensangrentada de la cu- chilla de Mahoma se habia refugiado acosada y perdida bajo la par- pura de nuestros papas. Y 4 qué hicimos entonces? 4 Nos rebelamos contra la ciencia 6 nos sometimos 4 su yugo? Ni lo uno nilo otro : la resistimos, nos opusimos como un muro de bron¢e, no contra ella, ‘sino contra sus extravios ; y hoy hijos de la cieneia, salvadores dela DE LA IGLESIA. 26 época no menos gloriosa para la Iglesia, época ea que reconociendo Ja ciencia la vanidad de sus esfuerzos contra nosotros, vendra 4 bus- carnos 4 nuestros templos, y 4 ofrecernos ¢! dsculo de reconciliacion y de justicia de que nos es deudora. Es, pues, la Iglesia un cuerpo sabio ; y conviene afiadir, que este caracter no pertenece en tan alto grado 4 ninguna otra autoridad religiosa. Fuera de Ja Iglesia hallamos ante todo la ensefianza de las religiones no cristianas; gllevan estas por ventura el sello dela ciencia? La ciencia encerrada en las castas sacerdotales de la India, del Egipto y de la Grecia, no se manifestaba exteriormente; era un secreto sin caracter cientifico. La religion mahometana ofrece un ejempio parecido. El Alcoran no es mas que un plagio de 1a Biblia; Mahoma solo ha atacado un corto numero de puntos del cristia- nismo, el misterio de la Santisima Trinidad y la divinidad de Je- sucristo ha reconocido la unidad de Dios, la creacion del mundo, como tambien toda $a serie historica de hombres inspirados, Adan, Noé, Abrahan, Moisés. Hirié al cristlanismo, es verdad; pero gcual fué en el instante la venganza de este atentado? Su reli- gion ha sido condenada 4 no ser mas que una religion no cristiana; habia querido echar la piedra angular del edificio, y la piedra angu- Jar ha caido sobre sucabeza; pesa la ignorancia sobre su nacion, esa nacion cuyos emisarios vienen hoy 4 mendigar una pequefia parte de nuestra ciencia, homenaje magnifico que Dios les hace rendir 4 Ia superioridad de los pueblos cristianos. Vanamente adop- tan trajes europeos, en vano da el Sultan festines 4 la europea... Pesa sobre ese territorio la maldicion de la ignorancia. Los natura- Jes han negado 4 Jesucristo, y solo con Jesucristo aparecera entre ellos la ciencia. 4 Quereis considerar las herejias cristianas? En su mayor parte poseen todavia la ciencia: esas sectas viven en comarcas honradas con el culto de las letras y de las artes, porque no han negado a Je- sucristo. Pero, admirad otro prodigio : esa ciencia que nos conserva la unidad y vive con ella como hermana, 4 qué hace entre ipo ? Devora la religion, y hace lo que ha hecho siempre con as herejias. Al separarse estas de la Iglesia, han Hlevado la ciencia bajosu man- to, si bien la ciencia ha hecho lo que el acero, que gasta la vaina ; la vaina no tenia bastante firmeza, y nunca han vivido las berejias masde tres 6 cuatro siglos. La ciencia es para ellas como un océano borrascoso que asalta, se retira y vuelve, hasta que arrastra los continentes 4 un vasto y universal naufragio. El protestantismo ha Lh . 2 26 DE LA IGLESIA. Megado hoy 4 esa era fatal ; empieza su cuarto siglo, y con su cuarto siglo empieza su ruina, que ya descubren los hombres previsores, y que apenas se oculta 4 los frivolos y preocupados. De consiguiente la ciencia, primera condicion dela certidumbre 6 de ja autoridad moral, pertenece exclusivamente 4 la Iglesia catélica; no la poseen Jas religiones no cristianas, y Jas sectas separadas en- cuentran en ella su ruina y destruccion, Pero aun cuando Ia ciencia sea uno de los caractéres de la certi- dumbre moral, no es suficiente para Negar al grado de fijeza que es prueba irrecusable dela verdad. La ciencia es un poder del enten— dimiento ; pero existe en el hombre un poder todavia mas grande, y es el de la voluntad. Alli reside el libre albedrio, resorte principal de nuestras acciones, y que impera sobre el entendimiento hasta el punto de hacerle ver Jo que no existe, y entretenerle con las mas Jamentables ilusiones. La ciencia es entonces un yano remedio con- tra el error ; avasallada por la voluntad se presta al servicio de sus pasiones, y hasta de la luz abusa contra la verdad misma. En una palabra, el hombre puede corromper !a ciencia, segun la frase de Bacon, y por eso necesita una garant(a de quellenara su deber cor- respondiendo 4 su destino ; el hombre necesita de un medianero in- corruptible entre el entendimiento y la voluntad, y ese medianero Jo habeis nombrado, Sefiores, es 1a virtud: porque la voluntad no convierte !a ciencia en ilusion, sino en provecho de los sentidos y del orgullo; y siempre que la virtud corrige ala ciencia, y la ciencia ilustra 4 la virtud en una misma alma, se forma en ella una luz se- mejante 4 la del cielo, y tan cercana 4 Ja perfeccion como puede el hombre apetecer. Ahora bien, Sefiores, la Iglesia no solo posee 1a yirtud como me- dianera entre el entendimiento y la voluntad, como un aroma ex- traho que purifica la ciencia, sino que tambien es una yirtud su mis-" ma doctrina : no son puras especulaciones las verdades que la com- ponen, sino verdades que envuelyen una multitud de consecuencias moraleg arto terribles para Ja naturaleza. La cruz, el desprendi- miento de si mismo, Ja penitencia, tal es el fin del cristianismo, el resultado de su accion perseverante. Ser crucificado con Jesucristo para vivir con Jesucristo, es lo que la Iglesia predica incesante- mente en todas las ensefianzas, por todos sus simbolos y todas sus ceremonias ; lo cual equivale a decir, que se halla en contradiccion constante con el mundo y con’la naturaleza corrompida. Si es una virtud admitir las verdades que la Iglesia anuncia, aunque no se DE LA IGLESIA, 27 practiquen, ,quéserd admitirlas para practicarlas? No somos, pues, académicos que elaboran en el silencio del gabinete descubrimientos ‘atiles 4 Ios goces de la humanidad, y en seguida los llevan fastuosa- - mente al centro de las asambleas publicas, donde los aplausos, tas recompensas y las distinciones les resarcen de sus trabajos y vigi- lias ; no, Sefores : cuando nosotros traemos la verdad 4 los hom- bres, brota de un corazon destrozado, viene del pié de Ja cruz; esa verdad dice que el corazon del: hombre es un abismo, y que conviene purificarlo con una austera penitencia; emana de la sangre y pide sangre, y si estuvieseis tentados 4 poner en duda su pureza, os responderia : gCémo no he de ser pura, si he nacido crucificada? Dirijamos ahora la vista sobre Jas religionesno cristianas, y sobre las sectas cristianas ; , poseen este segundo cardcter de la certidum- bre moral? Ya sabeis lo que son las religiones paganas, religiones de placeres, no menos que de ignorancia. Conoceis tambien 4 Ma- homa : al mismo tiempo que hacia imposible Ja ciencia, destruia la moralidad, y legaba 4 sus disefpulos costumbres infames, y espe- ranzas eternas tan infames como sus costumbres. Si pasamos 4 las sectas cristianas, hay bienes en su seno, solo porque consérvan al- guna relacion con Jesucristo; sin embargo, su virtud no es, como Ja de ja Iglesia, una virtud de sacrificio. La virtud catélica destruye el orgullo en su raiz, mientras que el protestantismo la fomenta dando gran valia a] juicio privado del hombre. Aduzcamos un ejem- plo para mayor claridad. Existe un imperio en Europa que cuenta por Jo menos setenta millones de hombres; sus pueblos son cristia~” nos y no se diferencian de nosotros mas que por haber roto el vin- culo de la unidad, pues la cuestion sobre el dogma entre ellos y nos otros es casi insignificante, Este imperio encierra dos elementos, el uno civilizado, ¥ el otro barbaro, con admirable fuerza; 1a nacion es naturalmente piadosa : y no obstante con sus setenta millones de almas, con sus recursos decivilizacion y de barbarie y con todo su cristianismo, el imperio ruso no ha podido producir aun una her- taana de Ja caridad ; ni con él, todas las potencias protestantes jun- tas! Y ; cuales lacausa? Consisteen que para amar hasta cierto grado, se necesita una fe profunda, no basta una razon que sepa discutir, sino que tambien se necesita adorar, abismarse, anona~ darse; y los protestantes, con su virtud de hombres honrados, nun- ea llegaran 4-concebir e] amor en todo su entasiasmo. Se censura 4 nuestros santos de haber sido insensatos : ; oh! si, habian per= dido el juicio. Pero { acaso se puede amar sin frenes(? Amar es inmo- 28 EE LA IGLES{A. larse, es estimar la vida de aquel 4 quien se ama dos mil veces mas que la suya propia; es preferirlo todo, los tormentos, 1a muerte, antes que herir en el fondo del corazon 4 la persona amada, No hay en esto frenesi? Acordaos de aquellos soldados que ea tiempos muy cercanos de nosotros iban sin pao y sin zapatos a batirse 4 Ja frontera, y morian contentos gritando en su postrer suspire : { Viva Ja republica (1)! Tambien aquello era entusiasmo ; pero de aquel entusiasmo sublime que funda y salva las naciones, y que ennoble— ido y subiendo de punto en el Calvario, en la persona de un Dios , ha reconstraido y libertado al mundo. Este noble entusiasmo, tras- mitido 4 la Iglesia catélica, perpetuara en ella hasta el ultimo dia , con el entusiasmo de Ja virtud, el esplendor de Ja autoridad. El tercer caracter de la certidumbre moral es el nimero, no el numero considerado materialmente, sino el nmero agregado a la ciencia y Ala virtud ; porque es evidente que cuantos mas hom- bres sabios y virtuosos estén agregados en torno de una doctrina, menos cabida tienen Ja debilidad humana y la sospecha, Pues bien, el nimero esta tambien de parte de la Iglesia : no la componen ‘whos cuantoshombres que no pertenecen a las clases vulgares, ni po- dria’ ser entendides por ellas, formando en la humanidad una es- pecie de colegio privilegiado. La Iglesia, aunque solo hablemos de la docente, abraza una considerable multitud de hombres de todos los paises y de todas las condiciones, 4 los cuales hay que agregar un gran numero de individues de la Iglesia ensefiada que poseen tanta ciencla y tanta virtud como los miembros de la Iglesia docente, y qué rinden testimonio 4 la verdad catélica con sus luces y sus accio- nes. Entre estos deben comprenderse tambien aquellos hombres que, siendo menos ilustrados, atestiguan sin embargo con su adhe- sion la misma verdad, manifestando que se amolda 4 todas las natu- ralezas, 4 todos los entendimientos y 4 todos los corazones, 4 Qué enseiianza humana podria compararse con Ja ensefianza de la Iglesia, y jactarse de poseer en tan alto grado la ciencia, la virtud y el numero? Las religiones no cristianas no tiene la ciencia nila virtud, y sise glorian de su numero, es un Diimero sin valor, puesto (4) Elotador se vale de este recuerdo nacional tan glorioso para Jos Franceses, con el fiu de caplarse el asenso de su auditorio en obsequio de las verdades que predi - caba. Si el enlusiasmo humano 6 politico produjo en Francia aquellos rasgos de hercismo que insiniia e! orador tan habilmente, zqué no podra producir en la Igle- Sia el sublime y celestial entusiasme de Ja virlud y de la religion? Este es el pen- simiento del P. Lacordaire, g.G.) DE LA IGLESIA. 29 que no arrastra en pos de si mas que una multitud de ignorantes y viciosos. Las sectas cristianas poseen la ciencia; pero es unaciencia que las devora, y tarde 6 temprano Jas hace espirar en el raciona- lismo, 4 no ser que se preserven dela disolucion, como los Griegos, formando con su herejia el sepulero de la cultura del entendimiento. Poseen tambien alguna virtud, pero nva virtud mediana, que nunca podra consumar los inmensos sacrificios de la caridad y det aposto— lado ; y en cuanto al ndmero, ni aun vestigio les queda, especial- mente a los protestantes, pues en virtud del juicio privado cada uno de estos tiene su pensamiento personal, y 4 pesar de Ja comunidad del nombre y de la apariencia de una asamblea, un protestante per- manece siempre solo y aislado. Por el contrario, la Iglesia es un cuerpo sabio, cuya fe no puede ser alterada por la ciencia; un cuer- po virtuoso, si bien de una virtud no humana, que lleva la propia abnegacion hasta el heroismo de la pobreza, de la castidad y del martirio Voluntarios ; un cuerpoinmenso, cuyas proporciones colo— sales y multiples se enlazan en Ja unidad mas estricta 4 Ja unidad que forma el numero por excelencia, y enla que Jos antiguos fildso- fos constituian fundadamente el principio de las cosas. Dénde se encuentra una autoridad mas insigne, y por consiguiente una cer- tidtmbre moral mas elevada? ; Opondremos 4 ella, en otro érden de ideas, la autoridad y la certidumbre de las matematicas ? Esta cien- cia tiene sin duda en su favor una perfecta evidencia intelectual; pero, extraiia 4 la voluntad, y cultivada por un pequefo numero de sabios, se halla infinitamente en menos relaciones que la ensenianza de la Iglesia con todas las necesidades de la humanidad, poseyendo solamente wna clase de pruebas que bastan, no obstante, para ele- varla al grado de certidumbre de que necesita para obrar sobre el entendimiento humano, y cumplir fielmente su destino. Si nadie las niega, consiste en que nadie tiene interés en negarlas, porque solo tocan al cerebro, sin que den de rechazo en el corazon. Pero la Igle- sia es la cabeza, es el corazon, es el hombre, es el centro y Ja circunfe- Tencia ; es como un jienzo tendido de polo 4 polo, donde vienen 4 encontrarse todos los intereses y todas Jas pasiones; como un reloj in- flexible que vibra lahora verdadera de las cosas en todo instante de la duracion, y en todo punto del espacio. , Por qué se extraiia que tenga enemigos? La negacion misma que de ella se ha hecho, ; no fortifica Ia prueba de la adhesion que merece, testificando su impar- cialidad y su necesidad ? . Cuanto mas vive la Iglesia , mayor lustre y vigor adquieren Jos 30 DE LA IGLESIA. caractéres de certidumbre moral que Heva consigo. Crece de conti- nuo su ciencia, porque nuevas generaciones Je rinden constante- mente el tributo de sus luces, y porque aplicada 4 nuevos hechos, a nuevas costumbres, 4 nuevos pueblos, se ve confirmada sin cesar por nuevas experiencias. Crece tambien su virtud, porque el ni mero de hombres que la practican !lega 4 ser mayor en cada siglo, aumentandose con esto los testimonios que frecuentemente se le rin- den. Asi que, cuanto mas se aproximard Ja Iglesia 4 su término, habra menos razones para contradecir su ensehanza; y al coutrario, cuanto mas cercana ha estado 4 su origen, mas necesidad ha tenido de testimonios exteriores y solemnes de su mision. De donde pro- viene. que aun cuando en la Iglesia se obren siempre milagros , son hoy menos numerosos que en su principio. Sin embargo, no basta que la Iglesia esté cierta de su mision y de su institucion divina : tampoco basta que tenga una incompa- rable autoridad moral para si y para los otros; es menester ademas que sea infalible, es decir, que no pueda engafiarse en la ensefanza de la doctrina cuyo depésito guarda, porque si pudiera engaiiarse , quedarian siempre jueces los entendimientos 4 quienes enseia para saber si ella se habia engaiiado en tal 6 cual caso. Abora bien, ha- Diendo sido establecida Ja Iglesia porque el discernimiento de la verdad no puede ser obra del género humano compuesto de nitios, de pueblo y de hombres ilustrados, sin tiempo para dedicarse al estudio, si no fuese infalible, no tendria derecho 4 exigir fe; solo podria dirigirse en particular a cada individuo diciéndole : Hé aqui emo entiendo tal 6 cual punto de dogma, de moral y de disciplina © general; ve si tu razon est4 de acuerdo con la mia. Dejaria por consiguiente de ser wna autoridad docente, viniendo 4 parar en lo que son los ministros protestantes, simples: lectores de la Biblia, permitiendo al pueblo que la entienda como lo juzgue conveniente. Y hasta los ministros protestantes se hallan en contradiccion per- petua con el principio que les sirve de base, pues mientras conceden. 4 cada uno el derecho de interpretar la: doctrina, no pueden pres- eindir de dar 4 los fieles sus interpretaciones particulares; y usando en tales términos de la autoridad, mantienen hasta cierto punto en los diversos paises las diferencias que distinguen 4 cada una de sus sectas, luteranos, calvinistas, anglicanos. Verificase este resultado por la fuerza dela autoridad docente, y por Ja opresion de los pue- blos ensefiados, pues esa autoridad que Jes enseiia es falsa, y esta en contradiecion no solo con las demas autoridades protestantes , DE LA IGLESIA. 31 sino tambien consigo misma. En suma, Seiiores, el género hu- mano debe ser ensefiado , como lo probé en mi primer discurso; es necesariamente ensehado, quiera 6 no quiera; y no es juez de la ensefianza que recibe, porque no es capaz de serlo: de donde se deduce que debe ser ensefiado por una autoridad que no pueda en- gaiarle, y que tenga derecho de exigir su fe : cualquier otro mé+ todo de enseiianza es tirania, pues somete al hombre a una autori- dad falible, que puede esclavizarle bajo el yugo del error. Pero esa infalibilidad, necesaria 4 Ja Iglesia establecida por Dios para gobernar al género humano, no es propiedad de nuestro entendimiento : supone, en efecto, que la inteligencia no se vera Jamas oscurecida por la ignorancia y las pasiones , manantiales fe- cundos del error; peroel hombre se halla de continuo expuesto 4 Ja ignorancia por la debilidad de su entendimiento, que es finito, y 4 las pasiones por la debilidad de su corazon, que se halla corrom=- Pido. Todo io que puede hacer es emanciparse del error en un caso dado; es decir, lograr certeza. Tomado en masa el género hu= mano, esta afectado de la misma impotencia, y afectado en mayor grado todavia, porque se halla mucho mas sujeto 4 la ignorancia y las pasiones que un hombre particular, supuestas ciertas condi- ciones de estudios y de virtues. Si el género humano no hubiese perdido en Adan los privilegios de su creacion, hubiera regibido indudablemente, mediante sus comunicaciones perpetuas con Dlos, la luz y pureza snficientes para conducirse; pero esto no es asf. Solo la Iglesia recibe el espiritude Dios; ella es sucesora de los de~ Techos primitivos del género humano; por ella sola podemos resta+ Dlecer nuestras relaciones originales con Dios; 4 ella se ha dicho: Estoy con vosotros hasta la consumacion de los siglos (1). No veais, pues, en la infalibilidad de la Iglesia un privilegio extraiio é incomprensible; por el contrario, es de lo mas sencillo y mas necesario 4 los hombres el restablecimiento de sus relaciones con la verdad. Si hay en el mundo alguna cosa que cause extra- fieza, no es que la verdad sea concedida por Dios al género hu- mano eh una ensehanza pura de errores, sino que esta ensefanza sea desconocida, 4 pesar de lo mucho que la necesitamos; y solo el desdrden introducido en nosotros por el pecado original puede expli- car esta anomalia. Notadlo bien, Sefiores, la Iglesia no crea la verdad; la verdad existe en Dios, existe en la palabra que Dios ha (1) 8. Mateo, cap. 28, vers. 20. 32 DE LA IGLESIA, hablado a los hombres , y todo el privilegio de la Iglesia esta en enseiar esa palabra sin poder trasformarla en error. ; Como es posible ensefiar al género humano, y exigir su fe sin la posesion de este privilegio? Asi, Seiiores, toda religion que no se llama infa- lible, se halla convencida de error por ese mismo hecho, pues de- clara que puede engafiar, lo cual es 4 la par el colmo del desdoro y del absurdo en una autoridad que 4 nombre de Dios ensefia : de- clara ‘no ser mas que una filosofia, y ha de tener por consiguiente la suerte de una filosofia. Un ejemplo reciente os suministra incon- testable prueba ; habeis visto hombres presentdndose ante la hu- manidad como fundadores de una religion : muchos de ellos eran hombres de talento, de entusiasmo y de buena fe. Pues bien, estos hombres se han hundido ante la necesidad de una mision divina, y de una promesa de infalibilidad; todos juntos, con su jefe 4 la cabeza, no se han atrevido 4 parecer ante vosotros, y 4 deciros : Oid y creed, porque nosotros somos infalibles! Y por eso el racio-— cinio Jos ha destrozado ; porque lo que lo hace perecer todo en el dia, Jo que hace que el mundo esté fluctuando es el raciocinio, es que el hombre no cree ya en el hombre, y todavia no quiere some- terse 4 Dios. Sin una autoridad divina no hay cosa alguna firme ni estable, sino viento que pasa destruyendo cuanto toca. Si la socie- dad se conmueve de un extremo 4 otro de Europa, { qué creeis que Ja agita en sus cimientos? No es el bierro el que derriba @ Jos prin- cipes : el hierro se cruza con el hierro : choca la fuerza con la fuerza; y cuando las potencias de Ja tierra solo tienen que luchar contra la fuerza, anonadan con sus ejércitos 4 los que se alzan en rebeldia. Pero el enemigo terrible, el que todo Jo trastorna y contra el que nada pueden reyes ni repiblicas es el raciocinio, el raciocinio sin el contrapeso de la autoridad y de la infalibilidad. ¥ no obstante, 4 pesar de esta necesaria infalibilidad , solo la Iglesia catélica se ha atrevido 4 llamarse infalible. Lejos de preten- derlo Jas religiones paganas, ni aun osaban enseiiar una doctrina 4 sus sectarios ; Ja religion mahometana se contenta con obligar a sus discipulos 4 leer el Alcoran : los protestantes rechazan de si la infa- libilidad, y nada ensedan 4 los pueblos sino contradictendo perpe- tuamente su principio. No ensehar nada 6 poner en Jas manos un libro reputado por divino, hé agu{ todo el recurso de las religiones que no se }laman infalibles. ¥ si preguntais por qué no se titulan in- falibles , habré de deciros que no pueden, que conocen 4 fondo que sus variaciones perpetuas 6 Jo absurdo de sus dogmas destruirian 4 DB LA IGLESTA. 33 cada paso semejante pretension. No es tan faci] como se presume lamarse infalible. Toda religion falsa empieza por el hombre, y 4 cual es el hombre bastante audaz para proclamar infalibles sus pensamientos y los de sus sucesores? 4 Cémo se hubiera proclamado fnfalible Lutero, por ejemplo, que atacaba la infalibilidad de toda la Iglesia? Todo hombre que quiere fundar una nueva religion , és decir, corromper una religion antigua, porque nadie mas que Dios ha fundado una religion sobre la tierra, todo hombre animado de tal designio se halla 4la véz en Ja necesidad y en la imposibilidad de proclamarse infalible. Si no se proclama infalible , ni él ni sus sucesores obtendran la fe de sus propios sectarios, perecerin por el racidcinio, que introduciré en su doctrina una variacion ilimi- tada, Si se prociama infalible, serd el escarnio del universo. Hé aqui por qué los falsos inventores de dogmas se ocultan en el fondo de los templos, sepultan ene! misterio y bajo formas simbdlicas sus doctrinas, 6 bien invocan el raciocinio como los herejes, y cons- truyen fugitivos dogmas sobre esa arena movediza de efimeras igle- sias. Al proclamarse infalible la catélica, hizo lo que es sin duda absolutamente necesario, al paso que superior a las fuerzas del hombre. ¥ esa infalibilidad se halla realmente demostrada en ella por una constancia indestructible en sus dogmas y en su moral, a pesar de la diferencia de los tiempos, de los lugares y de los hombres. , 4 Por qué no og reis enando os digo que soy infalible, no yo, sino la Iglesia de quien soy miembro, y de quien he recibido mi mision? & Por qué no os reis, vuelvo 4 decir? Consiste en que Ja historia de la Iglesia Je da algun derecho hasta 4 vuestros ojos para presen- tarse como infalible ; consiste en que se ha mantenido firme como una piramide en una serie de diez y ocho siglos, y a través de to- dos los movimjentos de la inteligencia humana. Por eso mismo querriais insultarla; decis bien : no es mas que un sepulero, y solo hay dentro un poco de ceniza. Si, pero ese sepulero es el de Jesu- cristo, esa ceniza es una ceniza que vive Jargo tiempo, y siempre Ja misma, y en torno de Ja cual giran contra vuestra voluntad vues- tras propias ideas. Diréis que el principio mismo Me la infalibilidad ha producido ese resultado. Pero es en vano declararse infalible no siéndolo real- mente, pues entonces nada puede impedir las variaciones y las contradieciones producidas por la divergencia de los entendimien- tos. ; Como es que Gregorio XVI y los obispos de su época tienen 2. 34 DE LA IGLESIA. Jas mismas ideas que todos sus predecesores, aunque viven bajo nuevas influencias? Que crea el pueblo como Jos jefes de la doctrina porque los considera infalibles, en hora buena; pero ; cémo conser- yarian la unidad de la doctrina esos mismos jefes, sino guiados por un espiritu superior, inmutable é infinito? Reconozcamos, Seiiores, en esta armonia de los hechos con Jos principios el cardcter divino, unica cosa que puede explicarlo. Debe haber en el mundo una au- toridad con destino 4 enseiiar; esta autoridad debe poseer los mas altos caractéres de certidumbre 6 de autoridad moral, y ademas debe ser infalible, 4 fin de poder exigir la fe de aquellos 4 quienes ensefia , y que no pueden ser jueces de la doctrina. Ahora bien, solo ta Iglesia catélica ensefia 4 todo el género humano, 6 al menos solo elfa lleva el caracter de la catolicidad ; solo ella posee en el mas subido punto todos {os earactéres de la certidumbre moral; solo élla se ha atrevido 4 llamarse infalible, y la historia de su doc- trina prueba en efecto por su admirable é incomprensible unidad que ha recibido este don precioso, por el cual se ha restablecido la union primitiva de los hombres con la verdad. En cualquiera otra parte encontraremos ideas locales, variables , contradictorias, olas que suceden 4 las olas; mientras la Iglesia catdlica se parece al Océano, que cifie y baiia todos los continentes. SERMON CUARTO. Del Jefe supremo de la Iglesia, Fundada la Iglesia catdlica sobre la unidad , como Io hemos visto en el discurso relativo 4 su constitucion, naturalmente se sigue que la fundacion de esta unidad sobre el terreno movedizo del mundo, ha debido ser para Dios objeto de un especial cuidado; y sies mag- Dffico seguir su Providencia con relacion al tltimo de Jos hombres, 4cuduto mas lo sera seguirle en el establecimiento de esa roca im- perecedera, que por un juego sublime de palabras ha llamado Piedra, declavando que aquel que tropezase con ella seria aniqui- Jado? Hoy me propongo estudiar con vosotros la fundacion del pa- pado, persuadido de que Ia divinidad de la Iglesia se muestra aqui de lleno, y de que no os costara ningun trabajo reconocerla. Dos cosas Nevaba consigo el papado 6 ia soberanfa pontifleal : Ja Supremacia espiritual y 1a independencia temporal. Sin la supre- macfa espiritual, venia 4 ser la unidad una quimera; sin la indepen- dencia temporal, no cra la supremacia otra cosa que el cautiverio de Ja verdad, circunscrita 4 un solo hombre, entregado este 4 merced de un emperador, de una.republica 6 de cualquier otro poder hu- mano. Era pues preciso por Una parte, que la supremacia fuese siempre visible 6 incontestable, y ademas que se pudiese ejercer Jibremente, 4 pesar de los obstaculos de todas ‘clases que debia encontrar. Manifestacion de a supremacia pontifical; estableci- miento de su independencia; hé aqui dos puntos capitales , corre- lativos e] uno al otro, sin los que la unidad de ‘a Iglesia no podia subsistir en el mundo, y a Jos cuales Dios ha debido proveer por consiguiente de una manera tanto mas digna de atencion, cuanto que la obra era mas necesaria a la par que mas dificil, vista la nae uraleza de las sociedades humanas y de las pasiones, en medio de jas cuales debia colocarse tan inmenso poder, Vamos, Sefiores , & recorrer wn vasto camino : obligados nos veremos a omitir muchos pormenores; pero tambien veréis no poco de asombroso para per- cibir el dedo de Dios, y concebir el deseo de estudiar mas profunda- mente ese grande abismo de Ja eterna sabiduria. 36 DE LA IGLESIA. La suptemacia espiritual del soberano pontifice habia sido fuo- dada por Jesucristo con tres palabras célebres , y en tres memora- bles circunstancias, Pasedndose un dia por Galilea con sus discf- pulos, se paré y les dijo : ; Qué dicen de mi los hombres? Y los discipulos respondieron : Unos dicen que sois Juan Bautista ; otros que sois Elias; otros que Jeremias 6 uno de los profetas. Entonces les dijo: ¥ vosotrosg qué dects de mi? Y Pedro respon- diendo le dijo : Sois el Cristo, hijo de Dios vivo. Y Jesus le dijo : Bienaventurado eres Simon, hijo de Juan, porque no te lo reveld carne ni sangre, sino mi Padre que esta en loscielos. Y yo te digo: Ti: eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puer= fas del inferno no prevalecerdn contra ella, y te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que tu ligares sobre la tierra, li- gado seré en los cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra, seré tambien desatado en los cielos (1). ¥ en la Ultima cena, vol- viéndose de repente hacia Pedro, le dijo: Simon, Simon, mira que Satanas os ha pedido para cerneros como trigo: mas yo he rogado por ti, para gue no faite tu fe, y te una ves convertido confirma & tus hermanos (2). Por ultimo, despues de su resurreecion Jesus dijo un dia 4 Pedro : Simon, hijo de Juan, g me amas mas que estos? Pedro le responde: Senor , tu sabes que te amo. Jesus le dice: Apacienta mis corderos. Le dice segunda vex : Simon, hijo de Juan, ¢me amas? Le responde : Si, Senor, tu sabes gue te amo. Jesus le dice: Apacienta mis corderos. Le dice tercera ves : Simon, hijo de Juan, ¢ me anas? ; se entristecio porque le habia dicho la tercera ves, gme uw respondio : Senor, th sabes todas las cosus ;- tu sabes que te Y¥ Jesus le dijo: Apa- * cienta mis ovejas (3). Ved aqui, Seiiores, las tres palabras sagradas sobre Jas cuales esta fundada la supremaeja de Pedro. En virtud de estas eminentes palabras, Pedro, inmediatamente despues de la ascension del Salvador, ejercié su prerogativa aposté~ lica : 6] fué quien se Jevanté en el cendculo para que se eligiera un apéstol en lugar de Judas; él faé el primero que despucs de la yenida de] Espiritu Santo anuncié Ja palabra divina 4 los Judios; él fué el primero que Hamé 4 las naciones 4 Ia fe en !a persona del centurion Cornelio; él fué el que hizo el primer milagro, dejando (4) S. Mateo, cap, 16, vers. 12 y siguientes. (2) S. Lucas, ca 92, vers. 31 ¥ 32. — (8) S. Juan, cap, 25, vers. 15 y siguientes, DE LA IGLESLA. 37 muertos 4 sus piés 4 Ananias y 4 Safira por haber mentido al Espiritu Santo; él fué el primero que tomé Ja palabra en el concilio de Jerusalen, y propuso lo que convenia resolver acerca de las observancias de la ley antigua: donde quiera se mostraba 4 las Claras su supremacia. Pero se necesitaba una sede : forzoso era fijar en alguna parte la edtedra de S. Pedro; era preciso determinar un lugar donde perma- neciese en completa independencia. z ¥ cual seria este lugar? Entre el mar Tirreno y las ennegrecidas cumbres del Apenino, al rede- dor de algunas colinas, un puiiado de bandoleros habian construido sus eabaiias : al echar los cimientos de sus primeros baluartes ha- Narop uvacabeza ensangrentada, y el ordculo habia vaticinade que aquella ciudad seriala capital del universo. Con efecto, si aquellos bandoleros hubiesen poseido mapas geograficos, y tomando un compis le hubieran abierto 4 trescientas 6 cuatrocientas leguas de radio, habrian visto que formaban el centro de una multitud de pueblos de Europa, de Asia y de Africa, de todos aquellos euyas extremidades baiian las olas del Mediterraneo; pero en vez de tender un compas, tendieron una mano de hierro en torno suyo, é inauguraron un imperio que debia tener por limites ¢] Océano, el Rin, el Eufrates y el Atlas. A) cabo de 700 aiios, despues de haber destruido la nacionalldad de todos sus vecinos, hartos de sangre, de despojos, de gloria y de orgullo, aquellos bandoleros, formando la primera nacion del globo, depositaron su arrogante repiiblica en manos de un solo soberano..... y este soberano vivia, cuando S. Pedro deliberaba en qué lugar del mundo deberia fijar su silla apos~ toliea. | Lo creeriais, Sefiores ! ante Jos ojos de aquel soberano que solo con una mirada hacia tembiar Ja tierra, dentro de su ciudad y en las gradas de su trono fué S. Pedro a establecer su catedra, y 4 buscar su independencia; pero ,qué podria obtener en semejante lugar, aspirando 4 un dominio mucho mas vasto ¥ extenso gue el de los emperadores romanos? { quéindependencia? No se ocupa de ella , Sefiores, la leva consigo; Neva Ja independencia del que ne teme Morir por 1a verdad, la independenela del martirio. Entre los pontifices sus sucesores , solo se encuentran dos en el espacio de fres sigios que muriesen en su lecho, y eso porque los afios se dieron mas priesa que sus verdugos. De modo que la pri~ mera corona del papado fué la corona del martirio; su primera in~ dependencia , la independencia que da Ja muerte al que 1a menos~ precia. Conyenia que el poder de ta Iglesia se inaugurase cop tan 38 DE LA IGLESIA. prolijos dolores : sin duda deberia tener Ja verdad el derecho de penetrar en los imperios sin pagar en sus aduanas el tributo de su sangre; pero Dios quiso manifestar cuan atil le es 4 un hombre pa~ decer, cuando pretende llevar la verdad 4 los hombres, y determind esa serie de sucesos en virtud de los cuales, por espacio de tres siglos, Ja Iglesia y el primer apdstol 4su cabeza, dieron su sangre con el fin de probar que no engaiiaban al mundo cuando anunciaban que eran portadores de una palabra de lo alto. Hoy cualquier nifio que sale de Jas escuelas se cree con el derecho de ensetar la verdad 4 la humanidad entera, y si llegase 4 caer un solo cabello de su cabeza ,de 18 aiios, lo consideraria todo perdido, y no habria bastantes gritos que clamaran contra la tirania. Por lo que hace 4 nosotros, se nos ha dado la muerte, largo tiempo la hemos recibido, y no nos hemos querellado sino con templanza, juzgando felices 4 los que morian asi para glorificar 4 Dios y asegurar con su testimonio la fe de sus hermanos. Pero jcémo se desarrollé Ja supremacia espiritual? yPor qué actos pudo manifestarse, mientras toda Ja Iglesia estaba sujeta 4la ley del martirio? Parece que habia en esto un olvido de la Providen- cia, un descuido de las primeras reglas de la politica. Pero Dios no juzga como los hombres ; cabalmente porque los soberanos pontifi- ces carecian de todo recurso humano para establecer su supremacia, debia ser esta mas auténtica y mas inmortal. Si ellos hubiesen contado con Ja proteccion de los Césares, se nos hublera dicho que Ja Iglesia de Roma habia Negado 4 ser la primera por haberse asen~ tado en la primera ciudad del Imperio y bajo la purpura de los em- peradores; pero encaminindoseS, Pedro con el baculo en la mano 4 ser crucificado en Roma, asi como sus sucesores por espacio de tres siglos, ninguna parte podia reclamar la influencia civil en el esta- blecimiento del pontificado. Era preciso que el pobre anciano, en- cerrado en las tumbas que guarnecen las vias romanas, reinase sobre el mundo; era preciso que desde el seno de esas habitaciones mas bien de la muerte que de la vida, fuese obedecido su gobierno, que se Je rindiese e] homenaje de ser su silla la principal de todas , y de ser él principe de Jos pastores, y obispo de lus obispos, como lo proclaman 4 porfia los mas ilustres Padres de la Iglesia. Pero tam— bien bahia necesidad de actos imponentes que Jamés pudiesen en- ganar 4 los ojos, 4 fin de suministrar irrecusables pruebas 4 las ge- neraciones futuras. A fines del siglo seguado , se obstinan las Igle- sias de Asia en celebrar Ja fiesta de Pascua el dia 14 de Ja Juna 4 DE LA IGLESLA, 39 imitacion de los Judios, al paso que los cristianos de Occidente la solemnizan el domingo siguiente 4 aquel dia; y el papa S. Victor 1 los excomulga, En el siglo tercero S. Cipriano, obispo de Cartago, con un concilio de 60 obispos de Africa, decide que sean rebaptiza- dos los hijos de los herejes; y S. Estéban I se opone 4 ello, amenaza fulminar la excomunion, y cede S. Cipriano aun siendo tan grande hombre. San Dionisio, patriarea de Alejandria, que era el primer patriarcado de Oriente, emite algunas proposiciones dudosas sobre ia Trinidad : asustados muchos obispos se dirigen al soberano pontifice, y S. Dionisio se ve obligado 4 escribir al papa una carta apologética. Basta haber citado estos tres hechos notables ; aquel periodo de la vida de la Iglesia duré hasta el siglo 1V : aqui la Santa Sede toma un nuevo aspecto de existencia espiritual y temporal. Ya era el mundo cristiano, pues lo habiamos vencido por Ja fuerza del martirio y dela gracia de Dios. Sube al trono de los Cé- sares un principe que reconoce Ja religion , comprendiendo el cris- Hianismo nO solo como religion de Ja mayoria, sino como emanada de Dios para la salvacion de los hombres. Hace mas: por uno de esos consejos inexplicables segun el mundo, toma su trono y lo traslada 4 las extremidades de Europa, 4 las orillas del Ponto Euxino, 4 fin de dejar 4 la majestad pontifical toda aquella antigua Roma con su natural poder y su ilustracion indecible; lo cuat veri- fieado, ningun principe volverd 4 sentar su trono en Ja famosa Roma. Cuando Teodosio dividird entre sus dos bijos el imperio de Oriente y el de Occidente, el emperador de Occidente no deber& reinar en Roma, sino en Milan. En vano aspirarén Jos Herulos y los Ostrogodos 4 establecer un nuevo reino de Italia, pues su capital ha de ser Ravena. En vano se acercaran 4 Roma los Lombardos, pues no debe ser alij su morada, sino en Pavia. Los reyes y los empera~ dores ya no iran 4 Roma sino como viajeros. No obstante, de aqui no resultaba todavia una verdadera sobe- rania civil para el papado. Por el hecho de la desaparicion de los emperadores, no poseian los pontifices en Roma mas que una sobe- ranfa moral, de que usaron honrosamente, haciéudose guardianes del Occidente contra ios Barbaros. Nueve veces fué Roma tomada Por asalto, y otras tantas fué por cllos levantada de sus ruinas , viéndoseles con el ascendiente de sus oraciones y de su presencia detener 4 sus puerlas el azote de Dios. Manifestabase al mismo tiempo la supremacia espiritual de waa 40 DE LA IGLESTA. Manera no menos esombrosa. Habia nacido una herejia formidable; se reunen los obispos en Oriente, en ese Oriente donde naciera el cristianismo, y donde Jesucristo lo habia consumado con su sacri- ficio; en ese Oriente donde se hallaba el centro de los negocios hu- manos por Ja traslacion de la sede imperial 4 Constantinopla. Pues bien , 4 quién presidira el primer concilio ecuménico , en que la Iglesia universal se encuentra representada por méartires que osten- tan las cicatrices de sus combates ? ; Quién? El sucesor de S. Pedro, no en persona , sino por medio de sus legados , por un obispo es- paiiol y dos simples sacerdotes. ; Basta esto? No; el concilio remite sus actas 4 la Santa Sede para que las confirme, humillandose de este modo ante su supremacia la primera y la mas augusta asam- blea cristiana. Lo mismo sucederé en Efeso, en Calcedonia, en Constantinopla; :o ceseran de nacer herejias en Oriente, y el Oriente recurriré al pontifice de Roma para extirparlas. Llegando a ser Constantinopla Ja ciudad imperial, lejos de aspirar al primer puesto, hard vanos esfuerzos por alcanzar el segundo ; dos veces lo intenta en el primer concilio de Constantinopla y en el de Calce- donia : el papado sera inflexible; sostendra los derechos de las Iglesias de Alejandria, de Autioquia y de Jerusalen, y todo el uni- verso catdélico de acuerdo con él, sefialaré no mas que el quinto lugar 4 Ia silla de Constantinopla. Estos hechos, mas claros que el sol, estaban preparados por Dios, 4 fin de que todos pudiesen dis- tinguir la preeminencia no disputada de la Sede apostdlica. Este estado de cosas, tal como acabamos de describirlo, duré desde Constantino hasta Leon Isdurico, por espacio de 400 adios. En esta época el Occidente, que por un momento habian arrancado 4 los Barbaros Justiniano y sus generales, habia vuelto 4 caer en sus manos. Ya no se ocupaban de é! los emperadores; no se ocupa~ ban sino de una manera ridicula para propagar alli sus herejias fa- yoritas , y uno'de ellos puso en movimiento un ejército para arran- car de las iglesias las imagenes. ; Insensatos! que no enviaban es- padas contra los Barbaros, sino contra las imagenes que pendian de las paredes. El Occidente estaba ya cansado de depender de Cons- tantinopla, ciudad de Jas herejias, de las traiciones y de la vileza. Dirigion los Romanos sus clamores al papa en solicitud de que la reptblica romana saliese de sus ruinas; y por ultimo, despues que . Gregorio I] hubo avisado muchas veces al emperador por medio de cartas las mas apremiadoras, el senado y el pueblo romano se decia- raron independientes, y Constituyeron una especie de sefiorio, en DE £A IGLESTA. 4t que el papa tuvo necesariamente mayor influencia que nunea. Se acercaba la hora en que su media soberania, siempre fiel al deber y 4 la paciencia, iba 4 cambiar de indole, y 4 recibir, elevandose 4 mayor altura, Ja ltima consagracion. El golpe partié de Francia : en este pais, por una 1 excepcion de las leyes generales, que apenas permiten la herencia del genio, habia nacido Carlo Magno de un padre y un abuelo que formaban con él una triple generacion de varones eminentes. Carlo Magno cumplis la obra de la Providencia en la constitucion definitiva de la cristiandad , asentando el soberano pontifieado en un puesto no disputado desde entonces entre fos grandes poderes del mundo. El papa ya no fué ni-subdito independiente por el martirio, ni seior equivoco por el ascendiente moral, ni por la necesidad tutor del pueblo : fué lo que debia ser; soberano de un territorio bastante extenso para la libertad, pero harto pequeio para la dominacion, Poco despues el Oriente, manantial de todas las herejias, se separd del Occidente en lo espiritual, como lo habia hecho en Jo temporal, y sin querer, confirmo la supremacia de la Sede apostdlica, dejando de formar parte de la Iglesia, puesto que cesaba de estar adherido al centro de unidad. El poder imperial en vez de trasladar 4 Cons- tantinopla la sede de la vitalidad cristiana, solo alcanzé creat un cisma que deshonré }a iglesia griega, perdid el imperio, y puso mas ‘tarde aquella y este en poder de los Musulmanes; mientras que ja Iglesia latina, apoydndose en el papado, convertia 4 los Barba- ros y trasladaba 4 Occidente el centro de los negocios divinos y bumanos. No era este, sinembargo, el ultimo designio de Ja Providencia con respecto 4 la cdtedra de S. Pedro : libertada del imperio romano y del bajo imperio, iba 4 encontrar nuevos peligros, haciendo resaltar en medio de ellos la milagrosa elevacion que de Dios habia recibido. Del establecimiento politico de Carlo Magno, mal sostenido por sus sucesores, resuitd el feudalismo; el hombre lleg6 4 ser el hom- bre de la tierra por la herencia de los beneficios, y el hombre det hombre por el juramento : siguieron los beneficios eclesidsticos la ley de los beneficios militares, y los obispos y los abades contraje- ron por la investidura y por el juramento vinculos-de vasallaje; Hegé esta influencia hasta Roma, ¢ impulsados los emperadores de Alemania por e! curso de Jas ideas generales no menos que por su ambicion, solo quisieron ver en el patrimonio apostdlico una especie de gran fendo, desmembrado del imperio por la liberalidad de 42 DE LA IGLESIA. Carlo Magno, si bien retenido en su dependencia por las leyes del feudalismo. Asplraron al derecho de confirmar la eleccion de! sobe- rano pontifice, como tambien al derecho de conferir Ja investidura - de Jos obispados y de las abadias por medio del baculo y del anillo, simbolos de Ja autoridad espiritual. De este modo la misma gran~ deza con que Ja Providencia distinguid al papado para asegurar su independencia, venia 4 ser el sepulero de su libertad, y cada una de las fases sociales parecia querer dar un sangriento mentis al - trabajo de Dios para fundar la verdad sobre Ja unidad. De sus relaciones con la institucion feudal se siguid en la Iglesia una con- fusion horrible. La simonia sembro por todas partes la corrupcion , y uo papaeseribia : « ; Infeliz! Simiro-en derredor, veo al Oriente » arrastrado por el diablo; y en el Occidente , en el Mediodia y » en el Septentrion apenas hallo un obispo que gobierne por el » amor de Dios, y para la salvacion de sus hermanos. » Por este tiempo habia en la abadfa de Cluny un monje ilamado Hildebrando; este monje vid pasar por alli 4 un obispo de Toul, que iba 4 tomar posesion de Ja Silla apostolica por el simple voto del emperador. No pudo menos de decirle que no era Jicito aceptar la dignidad pontifical de manos del poder temporal, y que si queria realzar la gloria dela Santa Sede, ¢l, Hildebrando, se proponia llevarle 4 Roma, y hacer que fuese elegido legalmente por el pueblo y por el clero. « ; Pues qué, exclamaba indignado , mientras la. » Ultima mujer del pueblo puede desposarse libremente con sa » prometido , no puede la esposa de Jesucristo elegir libremente el » suyo! » Despues de dilatados servicios, subié al fin Hildebrando al trono pontifical,-resuelto 4 defender su libertad hasta Ja muerte. Pero 4 qué armas emplearia para emanciparse? ; El martirio? No da mas que una fuerza negativa, una fuerza de resistencia y no de ataque. ¢La alianza de algun gran principe? Ninguno pen- saba en servir Dios eficazmente. Menester era que Gregorio VII, considerando atentamente las ideas y las costumbres de su siglo, descubriese un remedio 4 los abusos que devoraban Ja cristiandad ; ¥ encontré en efecto este remedio. Deseansaba todo el feudalismo sobre el juramento, no tal como hoy se entiende, sino sobre un juramento que ligaba el corazon, el alma, Ja vida, los bienes, todo el sér humano. Gregorio VII comprendié que entregandose de esta manera, con tan completo abandono, era imposible que el jura- mento no tuviese una reciprocidad, y que si ligaba de abajo arriba, debia tambien ligar de arriba abajo, Ademas, el juramento era un DE LA IGLESIA. 43 acto religioso , un acto cuya fuerza consistia en invocar el nombre de Dios en seguridad de la fe prometida, y que por eonsiguiente podia servir de yinculo a la injusticia y a la opresion. Suscep— fe era, pues, de anulacion el juramento feudal politica y religio- samente : politicamente , porque podia haber felonia del seor 4 su vasallo, 6 del vasallo 4 su sefior; religiosamente, porque el nombre de Dios no puede servir nunca de titulo para cometer e] mal, un mal cierto, evidente y perseverante. Esta teorfa tenia el mérito de ser sacada de las entraiias mismas del derecho publico europeo; “pero aun nose la habia heeho servir 4 la emancipacion de la Igle- sia : se necesitaban la perspieacia de un grande hombre para descu- brirla, y el corazon de un santo para aplicarla : Gregorio VIL era Jo uno y lo otre. Murié en el destierro, habiendo amado la justicia y aborrecido la iniguidad, vencido en la apariencia, si bien galar- donado en el porvenir por la libertad de la Iglesia, que fué la exclu- siva tendencia de su vida y la causa de su muerte. Las eruzadas atestiguaron ‘muy pronto el triunfo del papado, y elevaron su ascendiente y su gloria hasta el mas alto punto por el =magnifico uso que de su gloria y de su ascendiente hacia en prove— cho de la repiiblica europea. Pero es peligroso elevarse aun con justicia y por medio de benefi- clos; asi es que se operé en los dnimos una reaccion sorda contra la Santa Sede, reaccion que se declaré con heehos y doctrinas que han ocupado los cinco ultimos siglos de la historia. Me contentaré eon indicarlos. En el siglo XIV, la mansion de los papas en Avihon por espacio de 60 aftos; en el siglo XV el gran cisma de Occidente, que miné el respeto de los pueblos hacia el centro de Ja unidad; en el siglo XVI el protestantismo; en el siglo XVII el jansenismo, esa herejia desleal que nunca os atacar a la Iglesia de frente, y se oculté en su seno como una culebra; en el siglo XVIII, el raciona- lismo que se crey6 bastante fuerte para atacar, no yaal vicario de Jesucristo , sino la obra y hasta la persona de Cristo. Por un mo- mento pudo creerse todo perdido; de una extremidad 4 otra de Eu- ropa, todo era una vasta conspiracion contra el cristianismo, en la que los principes y sus ministros figuraban en primera Sinea. Cono- _ ¢ido es el trueno que vino 4 desengaiiarlos : todos aquellos reyes que agasajaban ala filosofia supieron un diaquela cabeza del rey de Francia, el primer rey del mundo, habia caido delante de su pala- cio bajo el hacha innoble de wna maquina..... Retrocedieron un paso delante de Dios : la repiblica francesa les lleyo otras noticias a4 DE LA IGLESIA. dela Providencia; un soldado advenedizo les intimé sus érdenes; destruyé en los campos de Wagram hasta el nombre del Santo Im- perio romano, por tanto tiempo adversario del papado, y habign- dose atrevido aquel mismo soldado 4 poner sus manos sobre la Santa Sede, victima de las mismas faltas de que habia sido glo- rioso castigo, se le vis de repente apagarse como una estrella caida en las profundas y solitarias olas del Atlantico. Quedaba un hijo suyo, un hijo en que reflejaban sus facciones , su gloria y sus in- fortunios, alma juvenil en quien los recuerdos y las esperanzas re- hacian cada dia la patria; pero su padre le habia adjudicado un nombre demasiado ominoso; e rey de Roma sucumbid bajo este peso como una flor preciosa y tierna que se encorva al peso de su rétulo, colocado en su tallo por la imprudencia de una mano amiga. Hoy, Seftores, el papado flega 4 una era de su existencia mas completa que ninguna de las precedentes. Toca 4 su término la reaeclon que tuyo lugar contra ella en el espiritu publico , 4 causa de Jos sucesos de Ja edad media. Seha comprendido que la natura-.. Jeza de su poder en aquella época provenia de las circunstancias, y* no de las pretensiones ; que su influencia habia sido favorable 4 jos pueblos, 4 la Europa, y 4 la humanidad; que en el fondo defen- dian Jos papas en la libertad de su eleccion, en Ja santidad de los matrimonios, en Ja observancia del celibato eclesidstico, y en Ja in- tegridad dela jerarquia una causa justa y civilizadora. Se ha com- prendido que el soberano pontifice no podia estar bajo fa depen- dencia de ningun prinelpe cristiano, y que su independencia, esencial 4 la religion, lo es tambien 4 Ja paz de los diferen- tes estados, Ya no existen el imperio romano, ni el imperio de Oriente, niel imperio de Occidente; ninguno puede tener preten- siones 4 dominar la Santa Sede, y el derecho publico europeo le concede una neutralidad honrosa en las guerras que se hacen las distintas potencias, Si por otra parte examinamos lo que es Ja su- Premaefa espiritual de los papas, Ja vemos asegurada por diez y ocho siglos de una posesion combatida solamente, aunque en vano , por el cisma y por la herejia. Vemos destruido el jansenismo, pro- pendiendo 4 su ruina el protestantismo, envilecido el cisma griego - en Oriente bajo el yugo de los Rusos y de los Turcos, vemos al mahometismo agotado; y en suma, vemos donde quiera al error gastado, languido 6 marchito; mientras que la Iglesia romana , stempre la misma y asistida por Dios de continuo, permanece esta- DE LA IGLESIA. 45 ble sobre los escombros de lo pasado. Brillan en su cuerpo las cica- trices que los sucesos le han causado, y hacen mas dificil el acceso de la espada. Conserva de la era‘del martirio el valor pasivo contra Ja persecucion; de la era del bajo imperio la ciencia de las situa- ciones dudosas; de Ja era de Carlo Magno la soberanta; dela era de Gregorio VII la inteligencia de los grandes pensamientos politicos ; de la era de la reaccion un conocimiento mas profundo de sf misma y de Jos demas, y dela era presente una invencible esperanza en Dios. Si no veis todavia 4 as claras su actual triunfo, consiste en que nunca es visible en un momento dado el triunfo de Ia Iglesia, No fijandose mas que en un punto en Ia extension de los siglos parece proxima 4 perecer la barea de Pedro, y los flelesse hallan siempre prontos 4 exclamar : Sefior , sdlvanos, gue perecemos (1). Pero fifandose en toda la serie de Jas edades, aparece Ja Iglesia en todo su vigor y en toda su lozania, y se comprende aquella frase de Jesucristo durante Ja borrasea: Hombre de poca fe, jpor qué dudaste (2)? (1) S, Mateo, cap. 8, vers, 25. — (2) S, Mateo, cap. 44, vers, 31- SERMON QUINTO. De la ensefianza y saivacion del género hamano antes del establecimiento definitive de 1a Iglesia, Hasta ahora, si no me engaiio, os ha ocupado 4 todos un pen- samiento. Mientras que exponfamos Ia necesidad de una Iglesia docente, su constitucion, su autoridad racional, moral éinfalible, y el establecimiento milagroso de su unidad, os deciais sin duda : Si, debe haber en e] mundo una Iglesia que ensefie; si, la constitu- cion de la Iglesia catélica docente es admirable; si, su autoridad racional y moral supera 4 todas las demas autoridades, y ha dado pruebas de su infalibilidad ; si, el establecimiento de su unidad en el mundo 4 través de tantas dificultades y mudanzas, Ileva eu si un caraeter de divinidad. No obstante , os preguntabais acaso al mis- mo tiempo : 4 Como es que esa Iglesia docente, tan necesaria al gé- nero human, se ha establecido tan tarde? , Es que no tenia el hombre necesidad de ser enseitado antes de Jesucristo? , O por ven- tura desdeiiaba Dios Ia salvacion de los hombres antes de la venida de su Hijo, y no queria rescatarlos sino en un dia y 4 una hora fija? Pero os acordabais sin duda de estas magnificas palabras de S. Pa- blo : Te encargo ante todas cosas, que se eleven & Dios peticiones, oraciones, rogativas, acciones de gracias por todos tos hombres... porque esto es bueno y acepto delante de Dios nuestro Salvador , que quiere que todos los hombres sean salvos, y que venyan al co- nocimiento de la verdad; porque Dios es uno, y uno el medianero entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, que se dié & si mis— mo para la redencion de todos (1}, Siendo esto asi, 4 cémo ha empe- zado tan tarde el establecimiento de Ja Iglesia destinada 4 la ense- jianza y 4 la salvacion de los hombres? Verdad es, Senores, que la ” Iglesia bajo su forma actual no data mas que desde; Jesucristo; pero tomada en su esencia'y en su realidad total, se remonta basta la creacion, segun esta enérgica frase de S. Epifanio : « El principio (4) S. Pablo, 4* epist. & Limoteo, eap. 2, vers. 4 y sig. DE LA IGLESIA. 41 de todas las cosas es la santa Iglesia catdlica (1). » Con efecto, la Iglesia no es mas que la asociacion de los entendimientos con Dios por la fe, Ia esperanza y Ia caridad, y esta asociacion se halla for- Mada, en cuanto al hombre, desde el momento en que el hombre salié de Jas manos de Dios. Desde el origen tuvo sus sacerdotes , sus sacrificios, sus leyes, su enseiianza : el objeto de este diseurso es demostraros cual era esta ensefianza, y cémo ha bastado para la salyacion de Ja humanidad , aun con todas las degradaciones 4 que estuvo sujeta en el curso de los tiempos. En este mundo el término extremo de la luz es el cristianismo, es decir, el conocimiento de Dios criador , legislador y salvador; y el término extremo del bien es tambien el cristianismo, es decir, la imitacion de Dios manifestado en su naturaleza por 1a creacion y la redencion. Y por otra parte el término extremo de las tinieblas en este mundo, es el ateismo, es decir, la ignorancia 6 la negacion absoluta de Dios; y el término extremo del mal es tambien el ateismo, es decir, la destruccion de toda base que sirva para esta- blecer Ja distincion de} bien y del mal. Siguese de aqui que la providencia de Dios propende 4 conducir & todos los hombres al cristianismo, es decir, dla mayor luz y al bien mas inmenso; y que por el contrario, el demonio propende 4 llevar 4 todos los hombres al ateismo , es decir, al mayor mal y a Jas mas densas tinieblas. Ahora bien, el uno y el otro , Dios y el demonio, el amigo y el enemigo del género humano, para conducir los hombres 4 sus fines no tenian otro medio mas natural que el de en- seharlos, puesto que por su vaturaleza el hombre es un sér enseiiado. Y¥ necesario era que esta ensefianza datase desde ef mismo origen del mundo, puesto que desde el origen ha querido Dios salvar 4 los hombres por la luz y por el bien, y el demonio ha querido per- derlos por el mal y por las tinieblas. Conviene, Seiiores, exa- minar esta doble ensefianza empezando por ta dela luz. Dos vias eligié Dios para ensefar al hombre, ja tradicion y la con- ciencia. Por la tradicion se manifestaba Dios 4 los hombres exte- tiormente con ¢l auxilio de una palabra y de hechos sensibles, cuya Memoria pudiera perpetuarse facilmente; ‘por la conciencia se manifestaba 4 los hombres interiormente, grabando en ellos de una manera indeleble la distincion del bien y del mal, que arguye la existencia de un sér superior, fundamento de esta distincion. La (2) Contra Tas herejias, lib. 4, cap. 5. 48 DE LA IGLESIA. tradicion por si sola no pondria 4 los hombres en relacion con la verdad sino de una manera, por decirlo. asi, mecdnica, sin que nada les indicase en io interior la necesidad y el gusto de la ver- dad; la conciencia por sf sola-los pondria en relacion con Ja verdad, por la necesidad y el gusto, pero sin que nada moderase el senti- miento, sujeto por su naturaleza 4 la ilusion, “al exceso y 4 la mu- danza. Si, por el contrario, se correspondieran reciprocamente los hechos interiores y exteriores, sila voz de Dios en Ja tradicion y la voz de Dios en la conciencia sonasen siempre conformes; si, 4 semejanza de esas dos torres que habeis visto antes de entrar en Nuestra Sefiora, se encontrasen 4 vuestra derecha y 4 vuestra izquierda, 4 lo largo de toda vuestra vista, estrechandoos y hablan- doos de continuo, entonces no deberian quedaros recursos para li- braros de ellas, 4 no ser de esos recursos que abruman delante de Dios y delante de s{ mismo 4 jos que osan emplearlos. Dios enseiid, pues, 4 los hombres por la tradicion y la conciencia; formé su alma 4 su semejanza por una infusion de luz y de bondad, don corruptibie, si bien incapaz de ser totalmente extinguido, don imperfecto, si bien unido 4 fa tradicion, es decir, 4 la palabra divina ensefiada de siglo en siglo 4 la posteridad del hombre, bastaba para encaminarle 4 su fin glorloso. Nuestro primer padre supo por Dios mismo eudl era este fln, de donde provenia, y adinde debia enca- minarse : oyendo hablar 4 Dios, penetré con una mirada todos los seeretos y todos los resortes de su destino; y vivificada y afirmada su luz interior, por esta luz exterior, descansé en la paz combinada de la evidencia y dela fe. Habia brotado de Dios el rio de Ia tradi- eion en la conciencia de la bumanidad : no se trataba mas que de sostenerlo y renovarlo en su curso, segun las necesidades creadas por Ja inconstaneia y el olvido de las generaciones. En el espacio de 40 siglos abrié Divs cinco veces sus fuentes, y eusanchd sus margenes en Adan, en Noé, en Abrahan, en Moisés y en Jesucristo, y cinco veces Io hizo con circunstancias solemnes que lenaron de asombro el universo. En Adan fué ilustrada por la creacion la pala- bra divina; en Noé por el diluvio; en Abrahan por la fundacion del pueblo judfo; en Moisés por las leyes y los rayos de] Sinai; en Jesu- eristo por las maravillas de su nacimiento, de su vida y de su muerte. Y en cada una de estas épocas de la palabra, de estos ter- remotos de Ja tradicion, fué imposible al género humano dejar de escucharla y oirla. , Como pude estar cerrado su oido en presencia de la creacion que acababa de dispertarse en torno suyo, y que le DE LA IGLESIA. 49 traia el nombre de Dios con el murmullé de todas sus brisas? 4, Como pudo estarlo despues que el diluvio, derramado sobre los erfmenes del mundo, Je hubo dado feccion tan tremenda de Ja jus- ticia divina? , Cémo pudo estarlo al sonar los nombres de Ahrahan y de Mosés, que por el Egipto, por el mar Rojo, por el Eufrates , por la dispersion de Jas diez tribus de Israel y el cautiverio de Juda en Babilonia, se veian lanzados de continuo al centro del movi- miento politico del universo? ,Como pudo estarlo, sobre todo cuando Jesucristo dispersé 4 sus apdstoles para Slevar la fausta nueva 4 Jas islas, 4los mares, 4 las montafias , a los desiertos, 4 todas Jas naciones? ¥ todavia no deseubrimos aqui sino las grandes corrientes de Ja palabra divina; las innumerables ramificaciones que de elJa se desprendian para abrirse paso hasta las extremidades mas remotas de Ja humanidad, se nos ocultan necesariamente, aun cuando percibamos aqui y alli vestigios ciertos de su trdnsito. Sete- clentos aiios antes de Jesucristo, por ejemplo, el profeta Jonas conmovia 4 Ninive anunciando Ja ira de Dios, y envolvia bajo la ceniza 4 aquella antigua capital, que hubiéramos crejdo abismada en Ja mas remota ignorancia de lo relative 4 la salvacion. Con razon, pues, escribia S. Pablo 4 los Hebreos : Habiendo ha- blado Dios muchas veces y de muchas maneras ¢ nuestros padres por sus profetas, nos ha hablado titimamente por supropio Hijo (1). Y notad, Sefiores, que el progreso de la tradicion no consistia solo en su rendovamiento y expansion, sino tambien en su forma. Hasta Moisés la tradicion es oral; en Moisés es escrita, y llega 4 ser so- cial en Jesucristo. A medida que el género humano opone resisten— cia 4 la ensefianza de la verdad, la establece Dios sobre un metal mas poderoso, Je comunica un elemento mas inmortal y activo, 4 De qué hay, pues, que quejarse? ; Se necesitaba por ventura que Ja luz atentase 4 la libegtad moral del hombre para quedar justi- ficada? Cumplian su deBer la tradicion y la conciencia; al hombre le tocaba cumplir ef suyo. Cumplian su deber, Sefores, como hoy Jo cumplen delante de vosotros. Porque, decidme, ¢ cual es nuestra fuerza al hablaros? 4 qué es Jo que os ordena escucharnos cuando os anunciamos cosas tan extraordinarias para los que han sido edu- cados fuera de su conocimiento y de su practica? ; Ah! es que toca- mos en vosotros la fibra donde se halla eternamente viva y encade- (1) Epistola 4 los Hebreos, cap, 1, vers, 1. LI. 3 50 DE LA IGLESIA, nada la verdad de nuestras palabras; es que la conciencia os habla de Dios con nosotros; es que la tradicion de que somos érgano , tiene en el fondo de vuestra alma una hermana, un testige, un complice. Dios os persigue con la espada de dos filos de la conciencia ¥ de la tradicion , que el Apocalipsis nos muestra saliendo de la sa- grada boca de Jesucristo. 4 Y qué podia hacer, Seiiores, por su parte el demonio para des- truir la luz y el bien en el mundo? Sojo podia enseiiar, oponer en— seiianza a ensefianza, corromper la tradicion y la conciencia. Digo corromper Ja tradicion y Ja couciencia, porque no le fué permitido crear una tradicion y una conciencia, , Y como habia de crearla? La tradicion es una palabra primitiva , una palabra que es un ele- mento de la‘mente, una palabra que funda, que tiene una posteri- dad sin abuelos; y ninguna criatura puede pronunciar palabras de esa especie, y menos una criatura perdida. Los séres finitos com- ponen y descomponen la palabra, como hacen con todo; no la crean. Hallabase, pues, el espiritu det mal en la impotencia de establecer una tradicion atea : su imico recurso consistia en arrastrarse detras de Ja verdad para deshonrarla, 4 imitacion de esos animales débiles y rastreros que siguen 4 su presa de noche, y se arrojan sobre ella traidoramente. Todavia le era mas imposible crear una concieacia, es decir, encender en el hombre una luz primordial deerror, y en- gendrar un gusto original de ateismo; porque si el error y la impie- dad legasen 4 subsistir por si, el mal seria igual al bien, y la nada seria igual al sér, En suma, el demonio tenia la fuerza de cor- romper, y no la de edificar; solo edifica Dios, y el cristiano por Dios. Por eso de un hombre piadoso decimos que es un hombre de edificacion , y no se puede decir nada mas de una criatura; porque edificar viene inmediatamente despues de crear. Entre vosotros y nosotros, Sefiores, la cuestion se reduce 4 saber quién edifica, quién edifica en el alma, quién edifica en el cuerpo, quién edifica en la sociedad, quién edifica para la eternidad. ; Osais pensar vosotros que sois hombres de edificacion? ; Ah! Jo que yo veo es que des- truis, luego que habeis destruido, espantados de vosotros mismos, os veo tender una mano suplicante hacia la religion y decirle : Por compasion, tended parte de vuestra capa sobre nosotros, porque el tiempo. esta oscuro, y hace frio. Consideremos pues, Sefiores, el espiritu de las tinieblas en lucha con la tradicion vy la conciencia, el espiritu de las ruinas con el de DE LA IGLESIA. St edificacion. Este es siempre nuestro asunto, porque yo os haré ver Ja superioridad de la ensefianza divina hasta en los triunfos de la ensefianza perversa. Asi como Dios habia abierto cinco fuentes principales de tradi- cion, el enemigo de los hombres las degrade por cinco principales conduetos, a saber : el politeismo y el dualismo antes de Jesucristo; el judaismo, el mahometismo y la herejia despues de Jesucristo. El politeismo era una corrupcion de Ja idea de Dios por Ja multipli- cacion de su sér, y el envilecimiento de su naturaleza; e} dua- Jismo una corrupcion de la idea del bien y del mal , atribuyéndoles 4 ambos dos principios coeternos ; el judaismo una corrupeion de las relaciones histéricas de Dios con el hombre, tergiversando su ver- dadero sentido; el mahometismo wna corrupcion del cristianismo por medio de una ingeniosa y horrible mezcla del dogma de la uni- dad de Dios con las costumbres paganas; la herejia una corrup- cion sucesiva de todos los dogmas catdlicos, por Ja interpretacion de Ja razon privada, sustituida 4 la infalible autoridad de Ja Iglesia. A cada movimiento que Dios hacia para iluminar y santificar al mundo, hacia otro el espiritu de las tinieblas paralelamente al suyo, tanto mas habil cuanto el de Dios era mas profndo. Pero todos sus esfuerzos no lograron constituir el ateismo, que era su princi- pal objeto, ni trastornar la nocion del bien y del mal, A pesar de ~ ser el politeismo la mas grosera de las degradaciones de la verdad, conservaba todavia entre los hombres la idea de la divinidad y hasta de un Dios supremo, la practica de uu culto, los sacrificios, la oracion, las expiaciones, el temor de las penas de la otra vida, la es- peranza de una recompensa para los corazones religiosos. El dualismo mantenia esplendorosamente ia distincion del bien y del mel en el mero heche de exagerarla. Permaneciendo el judaismo lejos de Ja Iglesia, de la que conservaba los titulos originales, daba 4 su testi- monto el lustre de una imparcialidad irrecusable. E) mahometismo propagaba hasta las mas inaccesibles playas del Africa y del Asia e} conoelmiento de la unidad de Dios, el nombre de los patriarcas , y hasta ¢l nombre de Jesucristo; y la herejia, en los puntos del dogma que no atacaba, les prestaba la fuerza de su tradicion yde su enemistad. De este modo, Seiores, la ensejianza del error todavia redundaba en provecho de la enseiianza de Ja verdad : Dios, la religion, el deber seostentaban visibles en el horizonte de todos los pueblos, aun los mas depravados, como aun. asoma la luz del dia bajo los amonto~ 52 DE LA IGLESTA. nados vapores que presagian las tempestades. Donde quiera ha re- presentado el error mas 6 menos el papel que hoy representan Jas- sociedades biblicas, las cuales aspirando 4 esparcir ja herejia, es- parcen al propio tiempo Jas semillas de la verdad, Faltaba corromper la conciencia del género humano : suscité el demonio contra su elocuencia Ja elocuencla terrible de los sentidos : dos voces se levantaron del corazon del hombre ; la unale inducia al respeto de si mismo, 4 la santidad y 4 la pureza, y la otra Ie invi- taba 4 descender hasta la ferocidad del bruto. Esta voz fué dema— siado escuchada; pero Dios contra el triunfo del mal tenia de re- serva un secreto que debia centuplicar el imperio de la conciencia profanada : nacid alli el remordimiento engendrado por la expe~ riencla dela degradacion. El hombre caido sintié bulliren sus en- trafias el gusano de la acusacton : viuo en conocimiento de su dig~ nidad por lo enorme de su infamia : se apoderaron de é1 como im~ placables yerdugos el tedio, la desesperacion, el desprecio de si mismo, y le revelaron que un Dios presente siempre en su alma ven- gaba contra ella 4 Ja inmortal majestad; y asi como el remordi~ miento habia nacido de la’ caida, la rehabilitacion nacié de} remor- dimiento, 1 Oh! si, pobre alma herida por el mal, th no puedes ahogar dentro de tila conciencia, y cuanto mas te rebajen los sentidos, mejor pueden sobrevenir en ti resurreeciones subitas, de esas resurrec~ ciones de Lazaro que arrancan el alma del sepulcro, y prueban que hasta la degradacion misma encierra una rafz de vida y de inmor- talidad. Se necesitaba, pues, un arma mas poderosa contra Ja conciencia, y se encontré en el raciocinio. Es el raciocinio una facultad del hom- bre, un admirable instrumento dado 4 los séres finitos, que no pu- diendo, 4semejanza de Dios, abarcar la verdad de una sola mirada, tienen necesidad de descubrirla y explorarla como se descubrey explora una mina, en la que cada filon indica el rastro de otro, Pero la falta de raciocinio consiste en que 4 cierta profundidad pierde parte de sulucidez, y en que el encadenamiento de la deduccion no puede ser seguido en esas regiones avanzadas mas que por talentos muy ejercitados. Ahora bien, ya hemos visto que et niimero de esos talentos sutiles y seguros es limitadisimo : la masa de los hombres tiene mala lgica, y se siente seducida facilmente por Ja semejanza del sofisma con la realidad severa del raciocinio. Todo el mundo per- cibe la tradicion, queno es masque un hecho ; todo el mundo oye dla DE LA IGLESTA, 53 conciencia, que no es mas que un grito; pero el raciocinio se entretiene con mil sutilezas en el Jaberinto del entendimiento, y. se ha necesitado toda la sagacidad de Aristételes, uno de los mas pene- trantes pensadores que han existido, para conocer sus entradas y salidas, Este era, pues, el verdadero cetro del error, ylo que no habia aleanzado sobre el género humano la corrupeion de la tradicion y de la conciencla, estaba destinado 4 obtenerlo el raciociuio, Con efecto, mientras que la tradicion degradada habia dejado vestigios de la verdad por todas partes, mientras que la conciencia subyugada por el deleite habia Janzado gemidos siempre y donde quiera, solo el raciocinio tuvo la gloria de arrasar hasta en sus cimientos e] templo sagrado de la verdad y del bien. Ha sido padre tel ateismo, autor de Ja blasfemia, ha hecho e] mezquino don de Ja nada 4 algunas al- mas, y estas se han regocijado de ello. No obstante Dios, que debe ser en todo el soberano, habia preparado tambien un remedio contra este terrible enemigo, y este remedio era 1a anarquia producida por el raciocinio en su propio imperio. Se vid 4 todos esos ilustres pensa- dores, 4 esos raros ingenlos dotados de los mas preciosos dones del entendimiento, impotentes para fundar una escuela estable, y Sucederse como las olas que se estrellan en la playa y se sepultan una A otra por el efecto mismo de su movimiento. La humanidad fué advertida de que alli no habia para ella ni ciencla, ni seguridad, ni paz; ni una cabaia donde dormir de noche, ni siquiera un suefio en que entretenerse, El racionalismo, recreo mortal de algunos talentos distinguidos, orfgen de las mas hondasruinas, pasé siempre 4 dis- tancia dela humanidad, dejandole la tradiciou y la conciencia; la tradicion en sus santuarios, la conciencia en sus entraias. De todo esto se deduce, Seiiores, que Dios ha provisto constante- mente 4 la ensefianza del mundo, asi antes como despues de Jesu- cristo; no siempre en un mismo grado, es verdad, si bien de con- tinuo de una manera bastante para que Ja salvacion fuese posible 4 Jos hombres de buena voluntad. Acabaré de demostréroslo, expo- niéndoos brevemente las condiciones necesarias para la salvacion. Tres son estas condiciones : es preciso practicar Ja verdad hasta el grado en que selaconoce ; es preciso abrazar y practicar la verdad su- perior 4 aquella en que se ha nacido, desdeel momento en que es po- sible conocerta; es preciso morir amando 4 Diossobre todas las cosas, Ante todo conviene practicar la verdad hasta el grado en que se ta conoce ; porque el que no practica Ja verdad que conoce, aborrece 6 menosprecia 4 Dios, que es la verdad misma :'es juzgado por su pro- at DE LA IGLESIA. pia conciencia. Por el contrario el que se adhiere con el espiritu, el corazon y la accion 4 toda la verdad que consce, aparece sano y salvo delante de Dios, segun la doctrina expresa de S. Pablo: Gloria, honra y pas d todoel que obra bien, al Judio primeramente, y des— pues al Griego, porqueno hay acepcion de personas paracon Dios..... Y no son justos delunte de Dios los que han conocido la ley escrita, mas los que la han cumplido serdn justificados. Porque cuando los gentiles, que no tienen ley escrita, naturalmente hacen las cosas de la ley, estos tales que no tienen ley, ellos son ley csi mismos, de- muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio de ello su misma conciencia, y los pensamientos de dentro, que unus veceslos acusardn y otraslos defenderénen el diaenque Dios jusgaré Jascosas ocultasde los hombres, segunmi Evangeliopor Jesucristo(t). En segundo lugar conviene abrazar y practicar la verdad superior Aaquella en que se ha nacido, desde el momento en que es posible conocerla. Aquel que rechaza la verdad superior que puede conocer, es culpable como aquel que no practica la verdad inferior en que ha nacido. Odia en el fondo la verdad, porque la verdad mejor cono- cida demanda mayores sacrificios. Es difici} pasar de la verdad infe- rior a la superior, dirdis acaso; , y de dénde proviene esa dificultad sino de nosotros mismos, porque no practicamos la verdad hasta el grado en quenos es conocida? ; Pretendeis que Dios os ilumine mas, y ni auncumplis los deberes que os impone una luz menos intensa! j Pedis una montaiia, y no podeis llevar con vosotros un grano de arena! Oid al oréeulo divine : El que obra la verdad viene é la luz (2), es decir, el que se conforma con la luz que conoce, llega a ver la luz que no conoce todavia. Y ademas, este es el juicio : Que la lus vino al mundo, y los hombres amaron mas las tinieblas que la lus, porque sus obras cran malas; porque todo hombre que obra mal, aborrece la lus, y no viene dla lus para que sus obras no sean reprendidas (3). Quienes quiera que esteis en este recinto, hayais venido al mundo entre politeistas , judios , mahometanos, protes- tantes 6 catélicos, la luz de Dios ha brillado mas 6 menos sobre vos- otros : 4 seguis estaluz?, haceis lo que Ja tradicion y la conciencia os demandan? Si no Io haceis, z 4 qué os ha de iluminar mas Dios? No haria con eso sino acrecentar vuestro crimen. Morir amando 4 Dios sobre todas las cosas, es la tercera condi- (1) Epistola 4 los Romanos, cap. 2, vers. 10 y sig. — (2) S. Juan, cap. 3, vers. 24. — (3) S, Juan, cap. 3, vers. 19 5 20, DE LA IGLESIA. 55 cion para salvarse, porque tal es el fin del cristianismo. El fin de la ley es la caridad en un corazon puro (1). Todo el que ana & Dios, ha nacido de Dios (2). Para amar 4 Dios es preciso cono- cerle; para hacérnosle amar ha enviado 4 su propio Hijo : aquel que le ama se salva. Ahora bien, una de dos: del hombre que muere ha avyaizado bastante hdcta la luz, es decir, al cristianismo, para haber tenido durante su vida todos los medios de amar 4 Dios como debe ser amado; 6 bien despues de haber conocido y practi- cado la verdad en cuanto pudo, no llegé 4 acercarse 4 la luz lo pre- ciso para poseer los medios de amar 4 Dios suficientemente. En el primer caso, el hombre se salva por las vias ordinarias de la Provi- dencia; en el segundo puede recibir 4 la hora de la muerte lo que le ha faltado, no por su culpa, y se salva por las vias extraordinarias de la Providencia, por esa infusion del amor y de Ja gracia que llama la Iglesia el bawtismo de fuego. Pero notadlo bien, Seftores , ninguno se salva por las vias extraordinarias, sino en cuanto las vias ordinarias le hayan faltado , y ved aqui por qué todo hombre est obligado 4 abrazar 1a verdad superior 4 aquella que conocié al Principio, porque esta verdad superior es la que debe conducirle naturalmente al amor que salva. En restimen, Sefiores; hay dos ciudades en el mundo, la ciudad de Ja luz y la ciudad de fas tinieblas : Ja ciudad de Ia luz es ensefada por Dios, con el auxilio de la tradicion y de la conciencia, a fin de guiar 4 los hombres al conocimierto de Dios y 4 su imitacion ; la ciudad de Jas tinieblas es ensefiada por el demo- nio valiéndose de la degradacion de la tradicion y de la conciencia, y del raciocinio, 4 fin de conducir 4 los hombres al ateismo, es decir, al desconocimiento de Dios y 41a negacion del bien y del mal. Pero ni por la degadacion de la tradicion y dela conciencia, ni por el raciocinio, puede prevalecer contra la ciudad de la luz la ciudad de las tinieblas, y borrar del mundo la distincion del bien y del mal, y la nocion dela divinidad. Todo hombre nace, pues, en laluz y en el bien hasta cierto grado : si quiere salvarse, debe praeticar el bien en el grado en que lo conoce, ascender al grado superior y ala verdad total !uego que le sea posible, y de este modo llegard al amor que salva, ya por las vias ordinarias de 1a Providencia en el caso que haya conocido y practicado toda la verdad, ya por las vias ex- (1) S. Pablo, 1+. epist. 4 Timoteo, cap. 4, vers. 3. — (2) S. Juan, 4*.epist., cap. 4, vers. 7, 56 DR LA IGEESIA. traordinarias de Ja Providencia en el caso en que, a pesar suyo, no le haya sido dado conocer y praticar toda la verdad. Siendo esto asi, Seiiores, yuestra suerte se halla en vuestras manos; no es Dios el que falta al hombre, el hombre es e] que falta 4 Dios, SERMON SEXTO. Relaciones de la Iglesia con el érden temporal, Cuando la Iglesia catélica fué 4 establecerse en el Imperio roma- no, No encontré en é] mas que una sola autoridad, 1a autoridad ci- vil. Herederos de Ja repablica los emperadores, habian aitadido 4 sus titulos de Césares y de Augustos el de Soberanos Pontifices; y la Iglesia, al establecerse, notuvo menor pretension que la de qui- tarles este ultimo titulo, 'y de levantar al lado del poder civil un poder puramente espiritual. Lo hizo, y desde entonces estos dos po- deres han caminado uno allado delotro, ya apoyandose, ya comba- tiéndose, ya mirandose con indiferencia. ° Pero g con que derecho lleg6 la Iglesia 4 participar de este modo del poder de los Césares, 4 dividir en dos el trono de los emperado- res, y 4 fijar en frente de la sede imperial la sede apostélica? 4 Por qué, hallandose asentado en aquella basilica un trono de Ja tierra, no habia de poder desalojar de alli el trono episcopal? Hé aqui una cuestion digna de la meditacion de los espriitus reflexivos, y con especialidad despues del largo combate que se han dado los dos po- deres, despues de tantas preocupaciones acumuladas contra la Iglesia, preocupaciones tan fuertes, que 4 darles credito, parece que todo lo que la Iglesia posee se reduce 4 una concesion, no dela eternidad, sino del tiempo. Pero antes de examinar con qué dere- cho se establecié el poder de la Iglesia, es necesario conocer Ja fn— dole y la extension de este poder, sin lo cual fuera imposible apre- ciar sus derechos, La naturaleza de un poder se determina por su objeto, y el objeto del poder de Ja Iglesia esta sefialado claramente en estas célebres palabras : Jd, ensetad & todas las naciones; bautisadlas en nom- bre del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo, enseindolas & guardar los mandamientos que os he dado (1). Enseiiad la verdad, derramad la gracia, haced practicar la virtud : la verdad, cosa in- (1) S. Mateo, cap, 28, vers. 19 ¥ 20. 58 DE LA JGLESIA, visible y espiritual, de la que no hay en la tierra mas que wna pa- lida imagen en las realidades que nos rodean ; la gracia, cosa tam— bien invisible y espiritual por su naturaleza; la virtud, virus, lo que hace al hombre, vir, cosaigualmente invisible y espiritual, aunque se manifiesta por actos exteriores, porque tiene su principio y su resorte en el oculto abismo de la conciencia. La verdad, la gracia, la virtud, ved aqui el triple objeto del poder de Ia Iglesia. Por lo que hace 4 la extension de este poder, depende de su ac- cion, porque Ja accion que un poder ejerce en derredor suyo, es Ja medida de su extension : y esta accion misma, en su modo y en su grandeza, se determina por Ios medios que el poder esta obligado Aemplear para la consecucion de su objeto. Ahora bien, la Iglesia, encargada de propagar la verdad, la gracia y la virtud, no puede cumplir su mision sino con el auxilio de cinco medios. Necesita la verdad de la libre predicacion de la palabta santa; nos es comuni- eadala gracia por la libre obligacfon del saerificio, y Ja libre adminis- tracion de los sacramentos; desarrdllase la virtud por el libre ejer~ cicio de sus actos, y por tiltimo, nada de esto puede cumplirse sin un saeerdocio que no cese de anunciar la verdad, de invocar Ja gra~ cia, de excitar a la virtud, y por consiguiente sin la libre perpetui- dad de Ja jerarquia eclesiastica, Considerado e! poder de la Iglesia bajo el aspeeto de su extension 6 de su accion, que es lo mismo, consiste, pues, en la libre predicacion del Evangelio, en la libre oblacion del sacrificio y Ja libre administracion de los sacramentos, en la libre practica de 1a virtud y en la libre perpetuidad de su je- rarquia. . Deeste modo la Iglesia se relaciona con el drden interior y el 6r- den exterior : por el primero se halla en contacto con una cosa su- perior al hombre, y toma su fuerza de la gracia ; por el segundo se halla en contacto con una cosa humana, y toma su fuerza de Ja li- bertad. Por eso, cuando se pregunta con qué derecho quite la Iglesia parte de su poder a los Césares, es como si se preguntara con qué derecho se ha establecido Ja libertad cristiana. Nunca arrancé la Iglesia a los Césares la fuerza interior y divina de la gracia, porque no la tenian; ni ha tenido disensiones con edlos sino sobre el poder exterior, que es ef de Ja libertad. Asi la cuestion entre César y la Iglesia, se reduce 4 Jo siguiente : , Con qué derecho se ha estableci- do la libertad cristiana? Respondo que con el derecho divino. En efecto, 4 nosotros no nos ha sido dado por una concesion de los priucipes enseiar al universo. DE LA IGLESTA, 59 No los Césares, sino Jesucristo fué quien nos dijo : Jd y enseiiad & todas las naciones : no los Césares, sino Jesucristo fué quien nos dijo : Remitid los pecados; aguello que hubiereis desatado en la tierra, seré desatado en el cielo : no los Césares, sino Jesucriste fué quien nos dijo : Crucificad vuestra carne con sus vicios y sus concu- pisceneias : no los Césares, sino Jesucriste fué quien nes dijo : Rect- bid et Espiritu Santo. De consiguiente, no debemos nuestra liber— tad d Jos Césares, sino que se la debemos a Dios, y 1a sqstendremos porque de él proviene. Bien podran los principes reunirse para com- batir las prerogativas de !a Iglesia, calificarlas con los nombres mas ultrajantes 4 fin de hacerlas odiosas, y decir que es un poder exor- bitante que pierde los estados : nosotros dejaremos que digan, y continuaremos predicando Ja verdad, remitiendo los pecados, com- batiendo los vicios, y comunicando el esp(ritu de Dios. Si se nos des- tierra, lo haremos en el destierro ; si se nos aprisiona, lo haremos en Jos calabozos ; si se 10s conduce al fondo de las minas, Jo haremos en el fondo de las minas; si se nos arroja de un reino, pasaremos 4 otro. Se nos ha dicho que hasta el dia en que 4 cada cual se le pida cuenta de sus obras, no penetraremos en todos Jos reinos de !a tierra; pero si se nos arroja de todas partes, si el poder del Antecristo viene a extenderse por toda la haz de Ja tierra, entonces nos acogeremos, como en Jos primitivos tiempos de la Iglesia, a los sepuleros y a las catacumbas ; y si por ultimo, hasta alli se nos persigue, si se nos hace subir 4 Ins cadalsos, en todo hombre de noble corazon hallaremos el asilo postrero, porque no habremos desesperado de la verdad, de la justicia y de la libertad del género humano, Digo la libertad del género bumano, porque g 4 quién hasido da- da la libertad cristiana? ; 4 quién se Ja ha trasmitido Jesucristo en patrimonio con su sangre? A todos, y en particular 4 los pobres, 4 los pequeiios y a los infortunados. Se habla todos los dias de nuevas teorias, de civilizacion, de leyes agrarias, de derechos del pueblo ; pues bien, hé aqui su herencia: vosotros teneis ciencia, crédito, pompas, honores y la alegrfa del mundo; y poco importa*que Dios no haya querido darselo todos, si 4 todos ha comunicado su pala- bra. 4 Aspirariais 4 quitar 4 aquellos que nada poseenel derecho de oirla? | Querriais borvar la frase Uéenaventuradas los pobres, bien- aventurados las que Uoran ! Tened en euenta que al borrarla os pri- vais 4 vosotros mismos de este consuelo. Tarde 6 temprano os fal- tard el mundo, y entonces os congratularéis de encontrar Ia libertad de la ernz ; Ja cruz es el cetro del pobre ; pero tambien es el ultimo 60 DE LA IGLESIAS que empuiia la mano de los reyes. Respetadla en los demas, por com pasion 4 vosotros mismos. . Digo, pues, que la libertad cristiana, que constituye el poder de la Igtesia bajo el aspecto exterior, proviene de Dios, y es patrimonio del género humano, Aiiado que es de derecho natural, porque no es tnas que el medio de propagar la verdad, la gracia y Ja virtud, tres cosas que no se pueden arrancar al hombre, y queson esencialmente libres al frente de todo poder humano. Con efecto, la verdad es una cosa que no pertenece d nadie, y que ningun soberano puede reclamay como propiedad suya; la verdad es de todos, y no hay derecho contra ella, que es el origen de todos los derechos, 4 Qué derecho podria alegarse contra la verdad? 3 Aca- so el de impedir que fuese conocida? Pero este derecho implicaria lanegacion de toda justicia, porque la verdad es el derecho de todos porlatinicarazon de que el hombre es un sér inteligente..Sin duda la verdad se aplica y se trasmite por la palabra; pero Ja palabra, cuando no expresa mas que la verdad, se confunde con ella, no es mas que la verdad comunicada, es decir, Ja verdad usando de su de- recho de hacerse conocer. , Se querria decir por ventura, que la verdad tiene derecho 4 ser conocida, que no hay derechos contra ella, pero que los principes tienen el derecho de discernir lo que €s la verdad de lo que es el error? Aun cuando este derecho pertene- cieseal poder civil, nada resultaria contra la Iglesia, que es la ver- dad y la depositaria dela verdad ; pero falta mucho para que pueda decirse de una manera absoluta que el derecho de discernir la ver— dad del error pertenece al poder civil. Este poder existe en cierto niimero de hombres que no son infalibles, y que pueden afirmar solo que tal 6 cual cosa Jes parece verdadera 6 falsa, que tal cosa parece util 6 perniciosa al Estado, sin que tengan el derecho{de emitir un juicio obligatorio sobre la verdad 6 el error. Ninguno puede estar obligado en conciencia 4 creer lo que cree el poder jci- vil, y por Consiguiente el derecho de discernir la verdad del error no le peftenece; porque si este derecho Je perteneciera, todo ciuda— dano se veria obligado en conciencia 4 adherirse al juicio que ¢l hubiese pronunciado. z Quién no habia de reirse 4 Ja sola idea de un poder humano que viniera 4 estampar en Ja puerta de Nuestra Seiora, cual es 1a verdad de hoy, y esta noche, cual sera la verdad de mahaua? Verdad es que Jos principes han intentado hacerlo mas de una vez; pero si algunos han tenido la debilidad de someterse a tan abyecta servidumbre, Ia Iglesia lo ha resistido constantemente 4 DE LA JGLESIA. 6 costa de su sangre, oponiendo 4 una ambicion tan ridicula como fu- nesta por parte de los reyes, [a doble salvaguardia de un profundo desprecio, y de un profundo respeto. Asi como Ja verdad, es por si libre la gracia; porque, g qué es la gracia? Es una accion de Dios sobre el hombre, ; y cémo podria el hombre estorbar semejante accion? Cierto es que se confiere la gra- cia por signos sensibles ; pero estos signos no son, como la palabra con relacion 4 la verdad, mas que ja expresion de Ja gracia; son la gracia, comunicandose por cierta via : de consiguiente los sacramen- tos y la gracia son indivisibles, y no sé puede atentar 4 los unos sin atentar 4 la otra, No Injuriaremos nosotros 4 los poderes temporales, que en época no muy Jejana enviaban-comisionados 4 nuestros tem— plos para apoderarse de las santas formas, del cuerpo de Dios vivo ; no les injuriaremos con creer que solo 4 un poco de pan se dirigian sus ataques: no se dirigian contra cosas sensibles, sino contra la fuerza oculta en ellas; z y qué es esta fuerza, sino la que la fe nos ha dado y proviene de Ja accion de Dios sobre nosotros? Si no fuese Dios el que yo alzo en el altar, si no fuese mas que un poco de pan, no necesitariais tantos batallones para arrancarlo de mis manos. Queda Ja virtud ; y aqui es donde mas brilla Ja luz: porque yqué derechos pueden asistir contra la yirtud? El hombre ha nacido para el bien; y este es su deber, ademas de ser su derecho; y contra elde- ber z qué derechos existen? Yo quiero ser humilde, manso, casto ; £ quien tienederecho contra fa humildad, la mansedumbre y la cas- tidad ? Yo quiero despojarme de] traje del rico, y vestirme por amor el traje del pobre; , quién tiene derecho contra un traje decoroso y fraternal? Quiero vender mi patrimonio, y distribuirlo entre los miembros de Jesucristo y de la humanidad que sufren; ,quiéntiene derecho de poner dbices al corazon en sus expansiones, y de pros- eribir la caridad ? ; Ab! si cuando nosotros vinimos 4 anunciar por laprimera vez el Evangelio, se nos hubiera podido decir que éramos incendiarios, que turbaébamos 1a paz del imperioy queriamos derrocarlo, el poder civil hubiera estado en su derecho precaviéndose contra nosotros; pero « Buscad en vuestros calabozos, decia Tertu- » liano, y ved si se encuentra alli un solo cristiano acusado de cri- » menes : aquellos 4 quienes deteneis en su recinto, solo estan acu- > sados de una cosa, de llevar el nombre de cristiano; ¢ y qué les » exigis para ponerlos en libertad? Solicitais que tomen entre los de- » dos un poco de incienso para quemario delante de unaestatua : de 62 DE LA IGLESIA. » consiguiente, concluia, no los acusais por causa de sus vicios, sino » por causa de sus virtudes. » Seamos frances, Seiiores ; se puede disputar sobre la verdad, porque esta abandonada en la tierra 4 las disputas de los hombres; pero nunca se puede disputar sobrela vir— tad: brilla esta de una manera que no deja resquicio alguno 4 la in- justicia ni 4 Ja tirania, y aun cuando el cristianismo no fuese libre & titulo de verdad, Jo seria 4 titulo de virtud. Ya lo veis, Sebores : no solo esta fundado el poder de la “Iglesia sobre el derecho divino ; no solo es jegitimo en virtud del derecho natural, sino que en ultimo andlisis no es mas que el ejercicio de la libertad humana. Cualquiera que atente 4 la Iglesia, atenta 1mes- tra libertad, no 4 fa libertad politica y civil, sino 4 la libertad mo- ral, 4la que nos hace hombres. El hombre, como inteligencia, tiene derecho de conocer y de comunicarla verdad ; como sér moral, tiene derecho de practicar la virtud y de enseiiarla 4 los demas; como sér religioso, tiene derecho de cornunicar con Dios, y de recibir sus ins- piraciones y sus dones. Libertad de la verdad, libertad de Ja gracia, libertad de la virtud, hé aqui todo el poder de la Iglesia, todo su de~ recho, toda su ambicion. Tambien bajo el aspecto de Ja libertad moral y de la dignidad del hombre, ha sido el establecimiento de la Iglesia un beneficio cuya marayilla es mas visible que nunca, En otros tiempos el poder civil no dirigia solo los intereses de la vida, de la seguridad , de [a propie- dad, del honor, de la independencia nacional, sino tambien los asun- tos morales y religiosos; y esta acumulacion de atribuciones, sin ser Util a la religion ni 4 las costumbres, que habian degenerado en es- pantosos abusos, producia un despotismo el mas profundo é indes- tructible. Con e] establecimiento de Ja Iglesia ha perdido el poder civil el imperio sobre el pensamiento de] hombre, y no es ya duelio de las leyes divinas. La religion subsiste por si misma, con su vida propia é independiente, equilibrando con su influjo todos Jos influ- jos exorbitantes que tiendan 4 prevalecer y 4 oprimir 4 los pueblos. La accion ejercida bajo este aspecto en la sociedad por la Iglesia, ha penetrado de tal modo en las costumbres, que hasta se han atribui- do al error los derechos de la verdad, y todos los cultos ban aspirado 4 la misma libertad que habia sido conquistada por la Iglesia cato- lica. No coucebimos ya al poder civil ejerciendo eu su nombre el po- der religioso, y no es la menor mancilla del protestantismo haber convertido al principe en jefe exterior del cristianismo en las diver- sas naciones protestantes, DE LA IGLESIA. 63 Pero, diréis, si el establecimiento del poder espiritual en el mua- do ha producido un desarrollo util 4 la dignidad y libertad moral dei hombre , ,no ha introducido en la sociedad civil un principio de anarquia peligroso? En vez de Ja unidad del poder que mantenia el . Grden social, hay desde entonces en cada estado catélico des poderes para unos mismos subditos : si nunca estuviesen en desacuerdo so- bre sus atribuciones el poder espiritual y el poder civil, acaso fuera tolerable este estado de cosas ; pero todos saben que aunque haya cosas evidentemente espirituales, hay muchas de naturaleza mixta y oscura, que Son asunto de perpetuas diferencias entre ambos po- deres. La historia esta Hena de estos ejemplos : unas veces ha alcan- zado el triunfo la Iglesia, y otras el imperio; sangrientas disputas han manchado los anales de la Iglesia y los de los pueblos : una vez suscitadas estas discusiones, , qué medio hay de terminarlas pacifl- camente ? 4 quién sera eljuez entre ambas partes, puesto que una y otra son independientes y no reconocen un superior comun? La guerra es la que ‘decide en semejantes casos entre los soberanos temporales; ; ha de ser tambien la guerra la que decida entre el po- der espiritual y el poder civil? Sies asi, la Iglesia no se halla wui- camente fundada sobre Ja fuerza de Ja gracia divina y de Ja persua- sion, y Jos estados catdlicos se hallardn amenazados de una guerra civil perpetua. Y sin recurrir 4 Ja guerra, gcémo han de decidirse estas cuestiones? Notemos ante todo que la lucha es el estado presente de la huma- nidad, que el bien y el mal, la carne y el espiritu, Jos reinos contra los relnos, las ideas contra Jas ideas, sehallan en un combate perma- nente, y queel orden nace de este combate, No es otra cosa el érden queel conjunto de elementos diferentes, y cuantas mas discordancias ” parciales compongan la armonfa, mas sefalado es el triunfo dei orgen, y su poder mas manifiesto. No nos asombremos, pues, de (que Dios haya establecido una especie de dualismo en Ja sociedad , con la institucion de su Iglesia : ningun poder se halla limitado sino por otro poder, y lo admirable es que el poder espiritual , fimitando al poder civil, le afirma sobre bases indestructibles, Nunca han vivido los prineipes mas largo tiempo, ni han merecido mas el amor de los pueblos que gobernaban, que desde el establecimiento de la Iglesia; y 4 medida que se ve 4 Ja Iglesia afirmarse en un estado, se ve al poder civil mas respetado, como se le ve caer en el abatimiento 4 medida quela Iglesia pierde su influjo : este hecho no admite réplica. Al establecer Dios la Iglesia, no solo ha trabajado por la libertad 64 DE LA IGLESTA, humana, sino tambien por la proteccion de Ja autoridad humana: se puede decir de ella lo que Técito dijo de Nerva, 4 saber, gue ha reconciliado la libertad con el mundo. Y si se busca el motivo, se hallaré en que es propio de la Iglesia hacer respetar todos los derechos haciendo conocer y respetar la verdad, y que por consi- guiente tienen en ella un sosten todos los derechos, asi los de los soberanos como los de los pueblos. ‘ En cuanto 4 los debates que se suscitan entre los dos paderes sobre waterias delicadas, haremos observar desde luego que Ios derechos fundamentales dela Iglesia son claros como Ia luz del dia; que, sobre las cuestiones mixtas , tienen los dos poderes el recurso de entenderse por medio de concordatos y de hacerse reciprocas concesiones ; que laIglesia, no teniendo 4 su disposicion la fuerza armada, nunca puede establecer violentamente una injusticia. Este es, Sefiores, el grande privilegio de la Iglesia en este mundo, que no puede esta- blecer Ja injusticia con tas armas en la mano : stella obra, Jo hace siempre con el consentimiento de los pueblos y de los soberanos, y bajo la proteccion de la libertad 6 del derecho pablico. Confieso que el poder civil tiene posibilidad de abusar de su fuerza contra la Iglesia; pero la Iglesia no Je opondré mas que dos defensas, el martirio y Dios; el martirio, sufriendo la muerte antes que hacer cosa alguna contra los derechos concedidos por Dios 4 su Iglesia; y despues Dios mismo, que es su fundador, su guia, el tutor desu debilidad en medio del mundo, y el que ha prometido no aban- donarla. Muchos ejemplos hay en la historia, y se podrian citar algunos que por ser recientes viven en Ja memoria de todos. ; Quién era Pio VIL contra Napoleon? No obstante, Pio VII ha luchado contra el sefor del mundo, solo por la fuerza de su conciencia, y ha vencido sin armas al hombre de los ejércitos. Cuando se pregunta quién seré el juez entre el poder espiritual y el poder civil, se olvida que existe un Dios que rige el mundo, y se pide una solucion, que si fuera posible visiblemente sin la interven- cion divina, excluiria 4 Dios del gobierno general de las cosas humanas. Dios es necesarlo; es el nudo econ que todose enlaza, y manifiesta su accion con acontecimientos que cambian la faz de los siglos, y tienen un caracter particular de poder impvevisto, por el cual es facil reconocerlos. Asi que, ningun motivo de desconfianza y de odio existe contra la Iglesia catélica, 4 consecuencia de su establecimiento definitive en medio de la sociedad , del espacio y del tiempo. Todo lo ha recibido, DE LA IGLESIA. 65 nada ha usurpado, y todo lo ha bendecido : ha recibido sus. dere~ chos de Dios y de lanaturaleza; no ha usurpado ni la verdad, que es de todos, ni la gracia, que noes de nadie mas que de Dios, ni virtud, que es el deber comun; ha bendecido a libertad por el uso que ha hecho de ella, y la autoridad admitiéndola 4 la participacion de su propia corona. No obstante, 4 pesar del esplendor de su legitimidad y desusbeneficios, nunca ha cesado de padecer persecuciones. 4 Como acontece esto? ¢ Qué tempestad la agita en todos los siglos? Os lo diré, Sefores. Persiguen dla Iglesia dos espiritus, y la perseguirén siempre : el espiritu de dominacion y el espirita de licencia. Mal podria tolerar el espfritu de dominacion {a libertad de que goza la Iglesia; y el espiritu de licencia tiene horror 4 la verdad, 4 la gracia Yala virtud de que la Iglesia es apéstol infatigable y herdico sosten. El espiritu de dominacion impele 4 los pueblos al protestantismo antiguo 6 moderno, 4 fin de quedar tmico dueiio de la sociedad; el espiritu de licencia [os empuja 4 un trastorho todavia mas profundo, 4 fin de emancipar el orgullo y los placeres, heridos por el misterio de la cruz. Parece que la Iglesia deberia sucumbir a este doble esfuerzo que tiende 4 los mismos fines, y se desata contra la Iglesia Por sus dos extremos, el trono y la plebe; pero ; oh profundidad de los caminos de Dios! el espiritu de dominacion execra al espiritu de licencia, y el espiritudelicencia execra al espiritu de dominacion, En el momento en que esos dos espiritus se abalanzaban con mas ardor contra la Iglesia, y se gozaban ya en su ruina, se encontraron de improviso frente 4 frente y chocaron entre si : un ciego furor los precipita uno sobre otro, anhelando cada cual recoger por si solo los despojos de la Iglesia; y su odio reciproco se enciende a vista de su presa. De vez en cuando se paran y se contemplan asombrados ; conocen que necesitarian unirse para acabar con su victima, y se buscan vinculos de parentesco. El espfritu de dominacion se dice : ¢ No soy yo el padre de la licencia? y el espiritu de la licencia : 4 No soy yo el padre de la dominacion ? ; Vanos esfuerzos ! Mucho odian 4 la Iglesia, y desearian aliarse contra ella; pero mucho se aborrecen el uno al otro para que les sirva de vinculo su encono. | Oh justicia de Dios ! Abrid paso 4 la justicia de Dios. En un oasis de la Arabia pacia un cordero: se percibe el rugido del leon, aparece el rey del desierto, va a precipitarse de un salto sobre el animal sin defensa; mas hé aqui que de la otra extremidad del desierto se Janza otro leon acosado por el hambre; se con- 66 DE LA IGLESIA. templan, se preparan, se destrozan, mientras el cordero sano y salvo pace tranquilamente al lado de su furia. Los dos leones son el mundo ; el cordero es Ja Iglesia : el mundo esta dividido, Ja Iglesia es una. SERMON SEPTIMO. Del poder coercitivo de la Iglesia. No se concibe un poder sin soberania, es decir , sin ser indepen- diente de aquellos 4 quienes rige : en otro caso no seria poder, sino servidumbre. Ha recibido, pues, necesariamente el poder espiritual una soberania espiritual, que le fué dada en este ¢glebre texto : Todo lo que atareis en la tierra, sera atado en el cielo; y todo lo que desatéreis en la tierra, seré desatadoen el cielo (1). Este poder de atar y desatar en el drden espiritual no es otra cosa que el dere- cho de gobernar con independencia las cosas divinas, euyo depésito esta confiado 4 la Iglesia. Esta no ha sido instituida entre los hom- bres como wna esclava, sino como una seiiora ; no ha side instituida para distribuirles 4 su antojo Ja palabra, la gracia y todos los efec- tos de su ministerio, sino para distribuirselos con pradencia y justi- , cia, para admitir 4 su participacion 4 los que juzgue dignos de ella, y para rechazar 4 los que tenga por indignos : de otro modo obra— via 4 ciegas, y perderia 4 las almas en vez de salvarlas. Nos propo- nemos, pues , examinar hoy el poder coercitivo de Ja Iglesia, 6 di- cho de otra manera , su poder de atar y desatar, el cual se reduce a imponer penitencias en el fuero interno, y al derecho de excomul+ Sar en el faero externo. Esté en la naturaleza de las cosas que todo mal engendre una desgracia para el quelo comete, sin lo cual el bien y el mal serian por S{ indiferentes, Esta desgracia es la pena; pero como el objeto de la pena no es una estéril venganza, como se dirige 4la mejora del cul- pable al mismo tiempo que 4 la reparacion del mal, se deduce que toda pena, en el érden presente , es una mezcla de justicia y de mi- sericordia. Alli donde no hay mas que justicia, es sacrificado el culpable ; alli donde no hay mas que misericordia, se halla el bueno comprometido. Sentado esto, conocemos sobre la tierra tres poderes penales, la naturaleza, la sociedad civil y la Iglesia. La naturaleza (1) S. Mateo, cap. 18, vers. 18. 66 DE LA IGLESIA. templan, se preparan, se destrozan, mientras el cordero sano y salvo pace tranquilamente al lado de su furia. Los dos leones son el mundo ; el cordero es Ja Iglesia : el mundo esta dividido, la Iglesia es una. SERMON SEPTIMO. Del poder coercitivo de la Iglesia. No se concibe un poder sin soberania , es decir , sin ser indepen- diente de aquellos 4 quienes rige : en otro caso no seria poder, sino seryidumbre, Ha recibido, pues, necesariamente el poder espiritual una soberania espiritual, que le fué dada en este eélebre texto : Todo lo que atdreis en la tierra, serd atado enel cielo; y todo lo que desatéreis en la tierra, seré desatadoen el cielo (1). Este poder de atar y desatar en el drden espiritual no es otra cosa que el dere- cho de gobernar con independencia las cosas divinas, cuyo depésito esta confiado 4 la Iglesia. Esta no ha sido instituida entre los hom- bres como una esclava, sino como una sediora ; no ha side institutda para distribuirles 4 su antojo la palabra , la gracia y todos los efec— tos de su ministerio, sino para distribuirselos con prudencia y justi- , cia, para admitir 4 su participacion 4 los que juzgue dignos de ella, y para rechazar 4 Jos que tenga por indignos : de otro modo obra- via a ciegas, y perderia 4 las almas en vez de salvarlas. Nos propo- nemos, pues, examinar hoy el poder coercitivo de la Iglesia, 6 di- cho de otra manera, su poder de atar y desatar, el cual se reduce 4 imponer penitencias en el fuero interno, y al derecho de excomul+ Gar en el fuero externo. Esta en la naturaleza de las cosas que todo mal engendre una desgracia para el quelo comete, sin Jo enal el bien y el mal serian por S{ indiferentes. Esta desgracia es la pena; pero como el objeto de la pena no es una estéril venganza, como se dirige 41a mejora del cul- pable al mismo tiempo que 4 la reparacion del mal, se deduce que toda pena, en el érden presente , es una mezcla de justicia y de mi- sericordia. Alli donde no hay mas que justieja, es sacrificado el culpable ; alli donde no hay mas que misericordia, se halla el bueno comprometido. Sentado esto, conocemos sobre la tierra tres poderes penales, la naturaleza, Ja sociedad civil y 1a Iglesia. La naturaleza (1) S. Mateo, cap. 18, vers. 48, 638 DE LA IGLESIA. castiga el mal en el cuerpo y en el alma : en e} cuerpo por la enfer- medad, el padecimiento y la muerte prematura ; en el alma degra- dandola y quitandole lo que tenia de original, de sensible y de san- to; aqui no hay nada de misericordia, la naturaleza hace sentir hasta lo tltimo el aguijon de la venganza : cuando, por decirlo asi, hamarchitado 4 unhombre , es muy raro quele consienta volver 4su antigua Jozan{a, Si considerola sociedad civil, aun encontraré ausente de ella 4 Ja misericordia. La naturaleza envilece, la sociedad deshon- ra; porque donde la pena es publica, el deshonor es inevitable, y donde quiera que el deshonor maltrata, no aparece |a misericordia, Nila naturaleza ni la sociedad poseen, pues, la penalidad completa, la penalidad que castiga y que reconcilia, que abruma amando y humilla para engrandecer luego. La naturaleza tiene la espada in- exorable del dolor y dela muerte; Ja sociedad tiene su hacha y sus verdugos : ni Ja una nila otra conocen el vaso donde se oculta la uncion dela misericordia y el honor del arrepentimiento. A la Igle- sia es 4 quien Je est4 confiado este misterioso aroma ; solo ella posee el secreto de las penas que rebabilitan, y no es esta la altima prueba de la divinidad de su institucion. La primera de las penas divinas con que estd armada la Iglesia, es la confesion , la confesion voluntaria. En esta pena hay justicia; porque si habeis tenido valor para cometer la falta, ypor qué no de- lante del universo ? Sino habeis temido hacer mal delante de vues- tro corazon, ; por qué sf delante de la humanidad entera? Y no obstante esta justicia es misericordiosa , porque no es al mundo, 4 un mundo severo y corrompido 4 quien se os ordena confesar vues— ‘twas faltas, sino 4 un solo hombre en el mas profundo secreto, & un hombre aillce y humilde, semejante 4 sus hermanos por Ja ten- tacion, si bien purificado por Ja victoria; y esta confesion os hu- millasin deshonraros, os toca mas que 0s hiere, os acerca 4 vosotros mismos y 4 Dios ; 4 vosotros mismos, por el bien que sent{s rebosar en vuestro corazon; 4 Dios, por el perdon que os otorga. Cuando los protestantes han destruido la confesion, cuando han enviado & los hombres 4 confesarse con Dios , , qué han hecho mas que dejar al alma sola con el pecado , y repeler la misericordia por miedo de Ja justicia? Y vosotros , Sefiores , cuando por un instinto mejor os ocupais de sistemas penitenciarios, ; no seguis acaso Ja huella de Jesucristo y de su Iglesia? ; no aspirais 4 transformar la vindicta publica en expiacion, 4 fin de que el culpable salga de vuestras manos castigado, si bien salvado ; herido por la vergitenza y el do- DE LA IGLESIA. 69 lor, si bien vuelto por ellos al sentimiento y al honor del bien? Tal es yuestro pensamiento, uno de vuestros deseos mas ardientes y mas dignos de respeto ; 4 cémo menospreciais, pues, en la Iglesia el misterio de la expiacion? 3 por qué no veis que la obra consumada por ella es la misma que teneis ambicion de realizar vosotros ? Es- tais ensayandolo , | y de qué maneral Construiréis ingeniosas car- celes ; sofocaréis 4 un hombre entre cuatro paredes ; le impondréis privaciones que no tendréis por tormentos, porque no le arranearan sangre: pero sea como quiera, siempre deshonraréis al hombre , sin encontrar el camino de su corazon mas que para derramar en su fondo el veneno de la desesperacion. Si, valen mas las peniten~ cias que las penas ; vale mas Ja expiacion que Ja represion ; vale mas Ja rehabilitacion que la muerte : sf, pero no Jo podeis vosotros. Con- siderad que eso se halla hecho; dejad acercarse 4 los hombres 4 los piés del sacerdote, y conseguiréis mas que con vuestras cadenas, vuestros verdugos y vuestros ensueiios. Ademds, qué crimenes castigais con todo ese aparato penal ? El robo, el asesinato , la vio~ lencia : pero hay un mal que penetra en los corazones, que consume las familias , que corrompe las naciones , entregdndolas atadas de piés y manos al primer conquistador que llega ; ; por ventura po- deis evitar estos males ? Con la confesion voluntaria aleanzamos nosotros 4 todo, 4 los erfmenes ptiblicos y 4 los crimenes secretos ; los aleanzamos de antemano en Ja mente que Jos prepara ; en el trono asi como en el taller del artesano. Ved 4 esos principes que son hombres como nosotros, mas hombres que nosotros, y por lo mismo mas dignos de lastima : tienen en derredor de sus vicios guardias ¥ honores; no llega 4 ellos Ia verdad , ni aun cuando los insultan , porque el insulto nada ensefia. Abrid paso, ved a un pobre sacer- dote, un capuchino, cuyo nombre ignoran todos; sube esas sober~ bias escaleras, entra y penetra donde ni aun egan Jos confidentes ; se sienta, y arrodillindose el principe le dice : Conjiteor tibi, Pater. UY 4 quien Jo dice? no Jo dice 4 un hombre, sino & la humanidad entera , porque la humanidad entera es la que le acosa, le estrecha y le dice : Sefior, habeis pecado 3 Ro sois digno de acercaros 4 Dios. Si se hubiera llegado 4 decir 4 Augusto, mientras se paseaba en sus jardines con Horacio 6 con Mecenas : « Abi abajo hay un hom- bre con un béculo y una alforja, el cual se dice enviado de Dios para oir Ja confesion ‘de. vestras faltas, » 4 no hubiera mirado 4 ‘aquel hombre como 4 un loco? Pues bien, Sebores, esa locura ha prevale~ cide; y notad que 4 cada momento en el cristianismo no hallamo 70 DE LA IGLESLA. mas que esto; locuras; y esas locuras las jastificamos delante de yesotros, de vosotros, flor de este siglo, y vosotros las escuchais y decis.; A pesar de todo, eso es muy bello. No me detendré, Sefiores, en las demas penas que la Iglesia im- pone en el fuero interno, como son la oracion, la limosna y las privaciones. Tendriamaos que hacer sobre ellas las mismas observa- cfones que sobre fa confesion voluntaria; con mezcla de justicia y de misericordia, todas propenden 4 destruir el gérmen del orgullo y de la concupiscencia que hay dentro de nosotros. Paso, pues, a las penas del fuero externo, que se reducen 4 la excomunion, es decir, 4 la privacion mas 6 menos completa de los bienes espirituales de que dispone la Iglesia, 4 la separacion parcial 6 integral de su co- munion. Esta pena es tambien de derecho divino, es decir, estable- cida por Jesucristo, que decia a sus diseipulos : Si tu hermano ha pecado contra ti, vé y corrigele entre ti y él solo: si te oyere, habras ganado é tu hermano; si no te oyere, toma aun contigo a uno 6 dos, para que por bocade dos 6 tres testigos conste toda palabra : y sino los oyere, dilo é la Iglesia; y sino oyere dla Iglesia, tenle como a un gentil y publicano (1). Esta pena, Sefiores, es 4 la vez justa y misericordiosa ; justa, porque toda comunidad descansa sobre empe- fios reciprocos, y la participacion de sus derechos exige la participa- elon en sus deberes; misericordiosa, porque sin violencia, sin mas que aceptar las disposiciones del culpable mismo, puede determinar Ja conversion da alma que se alejaba por su propio albedrio, sin conocer bastante el abismo donde iba 4 precipitarse. Sin embargo, como se trata aqui del fuero externo, de la relacion publica de la Iglesia con uno de sus miembros rebeldes, prevalece evidentemente la severidad sobre ladulzura, y conviene considerar la excomunion: Rosolo como una pena saludable, sino tambien como el ejercicio de: una libertad sublime. Hemos. visto que la Iglesia era libre en su ac- cion espiritual; libre para propagar Ja verdad por fa palabra, la gracia por el sacrificio y los sacramentos, la virtud por todas las practicas que son su manantial y confirmacion : esto es lo que constituye'su libertad positiva, su libertad de obrar; pero hay otra libertad no menos necesaria y preciosa, y es lalibertad negativa, la libertad de no obrar, sin la cual ninguna soberania, ninguna digni- dad gop posibles, Ahora bien, la Iglesia posee esa Mbertad por la excontivion. (1) S. Mateo, cap. 48, vers. 15 y sig. DE LA IGLESIA. 71 £ Qué seriamos nosotros sin el poder de excomulgar? Esclavos. Todo el que no tiene libertad para negar su servicio, es un esclavo;, todo el que tiene libertad para rehusarlo, essefior y duefio. Es nece- sario que lo sepan los potentados ; el Ultimo de los sacerdotes puede vehusar comunicarse con elles : es necesario que les Teodosios tengan entendido que encontrarén Ambrosios que, viéndoles venir cubiertos con la sangre de Tesaldniea, les aguardardn en el umbral para decirles : Teneis soldados, podeis forzar las puertas del tem- plo; pero si entrais, yo salgo. La libertad de salir es la primera libertad dei hombre de corazon ; ; desventurado el que n0 la posea! En la época de las discusiones de santo Tomas de Cantorberi con Enrique II de Inglaterra, habia flemado el arzobispo en el palacio del principe unos articulos contrarios 4 las libertades de la Iglesia; y despues de haberlo hecho, se retiraba precedido de un diacono que Ievaba la cruz. Al Hegar 4 la antecdmara éel palacio, el didcono arrimé la cruz 4 la pared y dejé pasar el arzobispo; y como este le preguntase la causa, respondio el didcono : « Delante de vos no lle- Yo la eruz, porque hoy habeis vendido la Iglesia de Dios. » Tomas . Becket prorumpis en lagrimas, y tan pronto como llegé 4 su casa retracté lo que habia firmado. Pues bien, Sefiores, , en qué esta la belleza dela frase : « Defante de vos na Mevo lacruz? » ¢ De donde proviene que Tomas Becket, alma sublime, derrama lagrimas? 4 De donde proviene que aquel didcono ha merecido un recuerdo de ad- - miracion, aun cuando su conducta fuese reprensible segun las reglas ordinarias? Consiste en que su palabra era wna palabra de hombre libre, de hombre de honor, de eristiano, Ja palabra de un hombre que niega su servicio 4 la iniquidad, y se hace por esta simple abs- tencion mas fuerte y mas grande que su seiior; consiste en que aquella frase queria. decir : « Vos sois el arzobispo de Cantorberi, hiabeis sido canciller de Inglaterra y amigo del monarea; yo no soy baas que un pobre didcono ; pero acabais de hacer traicion 4 la Igle- sia, y soy denrasiado grande para:Jlevar la cruz delante de vos. » Aquella eva una excomunion sublime. Cuanto mas se aleja una nacion de la fe, mas-necesitamos osten- tar ese santo orguilo cristiano, que a) hablar de S. Luis hacia decir 4 Jos Musulmanes : « Nunca hemos visto tan orgulloso cristiano. » Cuanto mas ultrajada esta la Iglesia debe sostener con mas firmeza su libertad, come:lo-hace un hombre de honor..En Roma cuando un hombre se quita la vida por un suicidio, se le considera como posei- do de una enajenacion mental, y no se le niegan las. ceremonias de 72 DE LA IGLESTA. Ja sepultura cristiana ; esto puede hacerse en Roma, donde el cris- tianismo reina con todo su esplendor; aqui, empero, no podemos hacerlo : conviene ser tolerante, si bien no tolerante hasta la igno- minia. Notad bien, Sefiores, que la libertad de no obrar es mas fuerte todavia que la libertad de obrar. Si un hombre habla, se le puede cortar la lengua ; silevanta las manos al cielo, es posible abatirselas; si corre 4 administrar los sacramentos, se pueden encadenar sus piés ; pero por el contrario, para obtener de él que obre cuando no quiere y no debe, para arrancarle las palabras dela absolucion 6 de la consagracion, 1 qué se hard con su persona ? Se le matara acaso ; pero este es su triunfo, porque hombre muerto no hace nada. La muerte extingue la libertad de obrar ; pero consagra la libertad de no obrar.. Es inutil detenernos mas en el poder coercitivo de la Iglesia, con- siderado en su naturaleza puramente espiritual € interna, porque no puede comprenderse que una sociedad viva sin eyes; y ademas todo el que rehusa observar las leyes de una sociedad, no debe que- jarse sino de si mismo, caso que esta sociedad le rechace, 6 le im- ponga condiciones para volver 4 su gracia. Pero aqui se presenta una cuestion mas grave, que sin duda ha ocupado vuestro espiritu, | mientras os estaba habjando. Sin duda diréis, el poder de atar y des- atar mantenido en sus limites puramente espirituales, sin el apoyo de ninguna fuerza civil, es una cosa sencilla y aceptable : pero 4 no ha usado la Iglesia de una coaccion material para hacer observar sus leyes,? , no ha llamado al poder civil en auxilio del poder espiri— tual ? Aqui esta la dificultad. 4 Como ha de estar fundada la Iglesia sobre la gracia y la persuasion, si sehan levantado cadalsos para de- fenderla? Me felicito, Sefiores, de haber entrado en este terreno, ¥ yoy 4 colocarme en él francamente, sin ocultar la historia delante del Evangelio, ni el Evangelio delante de la historia. Cierto es que la Iglesia no tiene el derecho de la fuerza material. Sesucristo se volvié con viveza 4 sus disc{pulos un dia en que querian hacer bajar fuego del cielo sobre una poblacion que les habia recha~ zado, diciéndoles en tono severo : No sabeis de qué espiritu sois; el Hijo del hombre no ha venido & perder las almas, sino & salvar- Jas (1). Este espiritu, Sefiores, se ha perpetuado en la Iglesia, no solo mientras estaba perseguida, sino tambien en la época de su triunfo, No os citaré las palabras de Tertuliano, de Origenes, de S. Cipriano, de Lactancio, de S. Atanasio, de S. Hilario de Poitiers, de S. Juan (1) S. Lucas, cap. 9, vers. 53 y 86. DE LA IGLESIA. 73 Crisdstomo : dira mas que todo eso un hecho muy notable. Cuando fines del siglo IV denunciaron dos obispos espafioles ante los ma- gistrados 4 los priscilianistas, siendo causa de que muchos perdieran la vida por sentencia judicial, e] papa Ciricio, que gobernaba enton- ces la Iglesia universal, se levanto contra ellos. §. Ambrosio los se~ pard de su comunion ; S. Martin se arrepintié toda su vida de haber comunicado con ellos una sola vez; por ultimo fueron condenados en un concilio de Milan en 390, y en un concilio de Turin en 401. Dos siglos despues $, Gregorio el Grande eseribia 4 un patriarca de Constantinopla, 4 propdsito de algunos herejes que habian sido mal- tratados en una sedicion : « Es una predicacion nueva € inaudita exigir la fe por medio del suplicio. » Un concilio de Toledo, celebrado en 633, mand6 que nadie fuese obligado 4 profesar la fe, la cual debe ser abrazada por persuasion y voluntariamente; y este cdnon se ha insertado en el cuerpo del derecho candnico. Es, pues, cierto que la Iglesia, como tal Iglesia, no posee el de- recho de la espada material; que esta fundada sobre la persuasion, y que la fe no debe arrancarse por la violencia. No obstante, Ja autori- dad civil, que tiene el poder de Ja espada, 4 no puede emplear ef rigor, no ya para obtener la fe, que es un fruto de Ja gracia y dela persuasion, sino para defender la Iglesia contra los ataques de sus enemigos, y para impedir toda manifestacion exterior contra la fe? He aqui, Seiiores, un nuevo punto de vista bajo el cual conviene exa- Minar Ja cuestion que nos ocupa. En todas.las sociedades antiguas se consideraba Ia religion como Jey fundamental del Estado, y todo el que ultrajaba 4 Ja religion re- cibia castigo como violador de las leyes mas sagradas del pais. 2 Tiene la sociedad civil el derecho de hacer de la religion una ley fundamenta! de] Estado? No hay motivo para dudarlo; porque la sociedad civil es libre en establecer todas las leyes que no son injus- las, y NO parece que sea injusto impedir todo acto exterior contra Ja religion practicada undnimemente en un pais. Asi lo han pensado los mas grandes legisladores de la antigiiedad, y Juan Jacobo Rousseau ha consignado formalmecte en el dltimo capitulo del Contrato Social, que la sociedad civil tlene este derecho. Cuando el eristianismo se extendié por el mundo despues de Jesucristo, encon- tro tambien esta docrina, que fué en parte causa de Ja Jarga perse- cucion que tuvo que padecer la Iglesia. Protegida la Iglesia por Dios, supero este obstaculo; se rompieron los vineulos que unian Ja religion y el Estado, y no se anudaron hasta mas tarde, en toda su fuerza, 4 74 DE LA IGLESIA, 4 consecuencia de ja disolucion del imperio romano y de la confu- sion de los reinos barbaros. Pero al fin el eristianismo fué un dia la religion undnime de Europa, y {a antigua unidad, que hacia de la religion la ley fundamental del Estado, se reconstruyé por si misma. Todo acto exterior contra el cristianismo se reputé como un acto de rebelion contra las leyes; pero notadlo bien, Sefores, era aquella una institucion politica, y no una institucion de érden divino : la sociedad, que habia establecido aquella regla, la juzgé util al érden del imperio ; regla que no podia establecer la Iglesia en virtud de su derecho peculiar. Yo no examino al presente el mérito de esta insti- tucion ; solo digo que era una institucion politica, fundada cuando menos en el ejemplo de todos Jos pueblos y de todos los legisladores de la antigitedad : aun en el dia teneis vestigios de ella hasta en los estados protestantes. Por ejemplo, la observancia del domingo for- ma parte de las leyes del Estado en Inglaterra y en los Estados Uni- dos, y esta ley se mantiene alli por consentimiento wndnime, y con un rigor que acusariamos de excesivo, pero que es el resultado de la voluntad libre de los ciudadanos. No se obliga 4 nadie 4 creer en el descanso del séptimo dia, como instituido por Dios ; perose obliga 4 todo el mundo 4 respetar la observancia exterior. Tal fué, pues, en la edad media la ley de las sociedades europeas : esta ley ha sido des- truida por la voluntad delos que !a habian formado; la religion no es ya la ley fundamental de la patria, si bien la patria tenia el derecho de elegiv esta ley, de imponérsela y de velar por su observancia. En hora buena, me diréis; pero la Iglesia se acomodaba 4 esa practica, eonsentia en ella y 4 ella cooperaba; aceptaba el beneficio de lasangre; cruzaba la cuchilla espiritual con la euchilla temporal, para formar con ambas una béveda impenetrable al aire de la liber- tad sobre la cabeza de los pueblos. Pues bien ; creo en mi alma y en mi conciencia que la Iglesia se acomodaba 4 asociarse al Estado, y 4 formar de acuerdo con él un imperio en que Ja distincion de los poderes producia una armonia mas fuerte y una unidad mas pro- funda, Asi lo creo, y asi lo digo; pero con la misma franqueza voy 4 manifestar las razones. Se acusa 4la verdad de intolerante, y se habla gratuitamente de Ja tolerancia como propia del error : no hay preocupacion que mas haya cundido, ni que mas contradigan Ia historia y el espectacule mismo de los hechos presentes. Si hay algun dogma histdrico, es sin dada que el error es perseguidor, implacable, atroz, y eso siem— pre, desde que le es posible y hasta el grado a que alcanza. El errer DE LA IGLESIA. 75 es Antioco; la verdad son los Macabeos. Todos aquellos, decia S. Pablo, que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesus, pade- cerdn persecuciones (1). ¥ Jesucristo, el gran holocausto dela ver- dad, la victima por excelencia del error, decia los Judios : Por esto, hé aqui que yo envio & vosotros profetas, sabios y doctores ; y de etlos mataréis y crucificaréis, y de ellos azotaréis en vuestras sinagogas, y los persequiréis de ciudad en ciudad, para que venga sobre vosotros toda la sangre inocente que se ha vertido sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zaca- rias, hijo de Baraguias, que matasteis entre el templo y el al- tar (2). Esta profecia no tardé en cumplirse, no solo en Judea, sino en toda la extension del globo. ; Quién persiguié durante los tres primeros siglos de la era cristiana? ; Fueron Jos catolicos 6 sus ene- migos? 4 Quién persiguis en tiempo de los emperadores de Oriente? éNo eran Jos arrianos, Jos donatistas y los iconoclastas? Todo e) mundo sabe con cudnto furor y con qué perseverancia se lanzaron 4 las persecuciones. Hasta Carlo Magno tuvo la Iglesia quedefenderse de continuo contra los asesinatos, los tormentos, los incendios, las carceles, los destierros ; y el error era siempre su verdugo. Conviene leer en S. Agustin Jas atrocidades cometidas en Africa por los dona- tistas, organizéndose en bandas de asesinos y de incendiarios, mu- tilando, arrancando los ojos, llepindolos de vinagre y de eal viva; mientras $. Agustin no cesaba de rogar a los coudes y 4 los tribunos de Africa 4 fin de que el castigo de sus crimenes no Ilegase nunca hasta la muerte, porque sus crimenes habian sido cometidos en odio de la Iglesia. Con Ja resurreccion del error vid el siglo XVI renovarse aquellos dramas sangrientos; vid 4 Jos protestantes romper nues- tras imagenes, derribar puestras iglesias, violar nuestras tumbas, arrojar al viento y 4 los rios las reliquias de nuestros padres, de- gollar nuestros sacerdotes y religiosos, ¢ inventar para nosotros en la libre Inglaterra tormentos cuya descripcion sola es uno delos mas erceles suplicios. Y hoy que las ideas de tolerancia se han genera- lizado tanto, ¢quién persigue en Europa, quién encarcela, quién proscribe, quién envia 4 la Siberia, quién arranca conversiones con Ja astucia y la violencia? ; Es por ventura la Iglesia? ; Ah! toda la tierra Jo sabe: mirad mas cerea de vosotros en las mas humildes chozas, y veréis 4 la Iglesia en lucha con una minoria discola, que (4) Segunda epist. & Timoteo, cap. 3, vers. 12. — (2) 8. Mateo, cap, 23, vers. 34y 35. 16 DE LA IGLESIA. le cercena el agua y e! fuego todo cnanto puede, se arma contra ella de la calumnia, y pierde infaliblemente, cuando se trata de sus derechos, el criterio de Jo justo y de Jo injusto, El combate del error y de fa verdad es siempre Cain y Abel; Cain no cesa de decir 4 suhermano : Ven, descendamos juntos al campo de la libertad... ‘pero es para asesinarle traidoramente. Nohay que extrafiarlo, Seiiores, ; qué quereis que haga el error? No tiene en su abono nila razon, ni el corazon, ni Ja historia, ni e] orden, ni Ja logica ; encuentra a cada paso monumentos invencibles, persuasiones que no vacilan, transfiguraciones del alma que Je arre- batan sus sectarios; g qué quereis que haga el error, repito? No puede hacer mas que irritarse, y caer de la demencia en el homici~ dio, La sangre impresa sobre Cain, hé aqui su enseiia : hoy se trata de disfrazarla; vendra un tiempo en que la purpura no se muestre lavada, ni permanezca oculta. Es verdad que nosotros cansados de diez persecuciones, hemos aceptado con gratitud la union que hon- radamente se nos proponia ; hemos creido que la unidad era un be- neficio para todo el mundo y para nosotros. De aqui ha resultado que por nuestra causa se ha vertido sangre, no para convertir, sino por via de represalia y de defensa : digno es esto de sentirse, “por- quelo es 4 veces hasta e] uso de wn derecho; pero siempre aparece que nuestra naturaleza, la naturaleza de la verdad es pacifica, pa- ciente, notable por su tolerancia y equidad, y que despues de haber padecido veinte veces el martirio, no se le ha prohibido fundar un reino en que Ja espada temporal la defienda de la espada temporal. Nuestra tinica esta pura, Seiiores, esta blanca, es la vestidura de la verdad. En restimen, Seiiores, la verdad y el error se disputan el mundo: el arma de Ja verdad es la persuasion; la delerror la fuerza ; tiende la verdad el hombre por su inteligencia; por su cuerpo propende a error, que es favorable 4 las pasiones. Propende pues, la verdad 4 prevalecer por la inteligencia, y el error por la fuerza corporal. Si Ja sociedad civil quiere defender la verdad, es decir, impedir a la violencia que la turbe en medio de sus esfuerzos para persuadir, este es su deber; si quiereir mas lejos y hacer de la verdad Ja ley funda mental del Estado, este es uno de sus derechos. Notad, Seiores, la diferencia de los dos casos : cuando la sociedad civil protege solo a la verdad 64 la Iglesia contra la violencia, cumple un deber; cuando hace de la verdad su ley fundamental, usa de] derecho que corres- Ponde 4 toda sociedad de constituirse libremente bajo el yugo de DE LA IGLESIA. 7 ciertas leyes. Y realmente, si hay ana idea grande, sublime y digna dei hombre, es adoptar la verdad por ley fundamental del Estado ; ¥ aun cuando esto no fuera mas que una utopia, seria una utopia * magnifica. Pero las pasiones humanas, que habian respetado en la antigiedad este estado de cosas, porque entonces la religion era er- rénea, le han atacado con energia en los tiempos modernos, porque Ja religion era del todo pura, santa y verdadera : han salido victo- riosas las pasiones; profundamente dividida la sociedad civil, des- cansa hoy sobre un principio absolutamente contrario, la completa libertad de cultos. 1 Ojalé que al menos no-sea esta libertad una palabra vana, y obtenga la Yglesia una vez del error el ejercicio pa- eifico y completo de sus derechos espirituales; es decir, del derecho de persuadir al género humano! Tal es nuestra mas dulce esperanza, y nuestro deseo mas ardiente.

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