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ensayo
Cómo hacer una introducción a un ensayo: consejos
para una buena introducción
La introducción de un ensayo es algo así como la presentación de un producto, es decir,
debe de enganchar al lector y hacer que se interese por leer el resto del ensayo. Es
importante mostrarlo interesante pero sin hacer falsas promesas, no podemos decir en la
introducción que vamos a hablar de algo que luego no se toque porque eso sería una
incongruencia y restaría seriedad a nuestro trabajo. Cuándo pensemos en cómo hacer
una introducción a un ensayo determinado debemos de plantearnos qué es lo más
interesante que tiene el mismo y destacarlo con entusiasmo, pero siempre de un modo
realista.
Su tamaño debe de ir en relación con el tamaño del ensayo. Este es un aspecto muy
importante de cómo hacer una introducción a un ensayo, no se puede realizar un escrito
de dos hojas y que una de ellas sea casi por completo la introducción, ni presentar un
libro con un párrafo breve. Todo debe de guardar una proporción y un equilibrio. La
mayoría de los autores están de acuerdo en que la introducción debe de ser
aproximadamente un 10% del total del ensayo.
Es buena idea que la introducción recoja todas las ideas principales del ensayo cuándo
éste incluye más de una. De este modo se presenta el trabajo por completo y no solo una
parte del mismo. A fin de que todas las ideas importantes del ensayo estén recogidas en
la introducción, es buena idea escribir esta al final. De este modo podremos introducir lo
que realmente se ha escrito, que puede mostrar diferencias respecto a lo que
pretendíamos plasmar en un principio.
Por ejemplo pudiera ser que hayamos comenzado con una idea, pero a mitad del ensayo
y tras leer alguna referencia, decidamos incluir algo a mayores que sea lo
suficientemente importante como para merecer un lugar en la introducción.
Se trata de una introducción polémica, agresiva, que intenta atrapar al lector con un
argumento muy radical y desafiante que va a causar el rechazo de las personas que lo
lean, pero que seguro que también el interés en leerlo aunque solo sea para rebatir los
argumentos que se expongan en el ensayo. Es una forma alternativa de captar la
atención, aunque se trata de un método peligroso porque puede alejar al lector al
sentirse demasiado ofendido por el planteamiento.
No obstante tiene todos los elementos de una introducción: un resumen de las ideas más
importantes, una tesis a defender y un intento (más o menos acertado según opiniones)
de captar la atención del lector.
Claudia Montoya también nos recomienda (en el artículo citado con anterioridad) para
cómo hacer el desarrollo o la argumentación que, al momento de redactar, tomemos en
cuenta los siguientes puntos: combinar la información vieja o conocida con la nueva;
cerciorarse de que los sujetos y predicados estén encadenados; cuidar la congruencia de
los tiempos verbales; no someter al lector a un exceso de información nueva, pues
podríamos saturarlo; no introducir bruscamente y sin contextualización referentes o
información nueva, pues pierde solidez nuestro argumento; utilizar partículas de enlace
adecuadas para la relación causa y efecto; evitar ambigüedades léxicas o gramaticales; y
suprimir las repeticiones innecesarias.
Algo que debemos tomar en cuenta, y que es esencial al momento de aprender cómo
hacer una conclusión, es retomar la hipótesis y la pregunta principal que nos llevó a
formularla, pero sin repetirlos, cosa que comprenderemos cómo realizar enseguida, al
hablar de la recapitulación de ideas, y que nos funcionará para no parecer repetitivos ni
fastidiar al lector.
Otro punto importante que debemos tomar en cuenta es que no debemos introducir
nuevos argumentos en la conclusión. Lo que debemos introducir en ella es una
reflexión, un comentario final, nuestro punto de vista, respecto a los resultados de
nuestro ensayo. En este sentido, siendo un ensayo libre, buscaremos que nuestro ensayo,
para tener mayor influencia en los lectores, concluya con un aspecto que sea cercano a
lo universal, y no a lo particular. Si, por ejemplo, hablamos de la tristeza y las lágrimas
de cocodrilo, buscaremos concluir con afirmaciones no en primera persona, sino que
incluyan al lector también: “Y si con las lágrimas de cocodrilo nuestro corazón no se
limpia de ponzoña, es bueno llorar de tristeza, como también lo es llorar de felicidad”.
Y no: “Y si con las lágrimas de cocodrilo mi corazón no se limpia de ponzoña, es bueno
que llore de tristeza, como también lloro de felicidad”.
Recordemos, ahora que aprendimos cómo hacer una conclusión y tenemos ya las bases
sentadas de cómo hacer un ensayo bien, en su totalidad, que lo más importante es el
lector, y si éste no es tomado en cuenta a la hora de realizar nuestros trabajos, es posible
que tampoco se nos tome en cuenta para ser leídos de manera atenta.