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problemas pedagógicos
Marta Libedinsky
Sumario
En este artículo se concibe a la innovación educativa como vehículo para la resolución de
problemas pedagógicos. En este proceso de resolución se hace necesario reflexionar y poder
comprender qué significa la innovación en educación, identificar los problemas en contexto,
comprender su naturaleza, recuperar las raíces de la innovación tanto en la historia de la
pedagogía como en la historia de cada institución educativa, idear planes, ejecutarlos, y ser
capaces de “mirar para atrás”, es decir, apelar tanto a la evaluación de los proyectos como a la
sistematización, documentación y publicación de las experiencias vividas.
De esta manera, podrán resolverse tanto problemas pedagógicos cotidianos como contribuir a la
resolución de un problema específico que enfrentan los educadores: la escasez y las dificultades
en el acceso a literatura pedagógica en español, basada en la experiencia y el conocimiento de
instituciones educativas, redes de instituciones y grupos de docentes.
Un problema puede definirse como “una situación que un individuo o un grupo quiere o
necesita resolver y para la cual no dispone de un camino rápido y directo que lo lleve a la
solución.” (Lester, citado por Pozo y otros, 1994). En esta definición de “problema”
aparecen dos verbos clave: querer o necesitar. En el primer caso, querer, significa tomar
la decisión y disponer de la voluntad para hacerlo. Necesitar, pareciera referir a una
presión externa que hace que ese individuo o ese grupo, tengan que resolver ese
problema. Siguiendo el contenido de la definición vemos que lo que no hay, lo que falta,
lo que no se tiene, es un camino rápido y directo que conduzcan a ese individuo o a ese
grupo, a la solución.
Cuando se habla de resolución de problemas de vida cotidiana uno puede pensar en los
problemas que desde la mañana se nos presentan: las llaves que no encontramos, un
ómnibus que no llega, el taco del zapato que se rompe. Necesitamos resolver esos
problemas porque- si no lo hacemos- no podremos salir del hogar, llegaremos tarde al
trabajo o no podremos caminar por la calle. El valor de la resolución de ese problema es
estrictamente individual.
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Cuando se habla de resolución de problemas se piensa en “los procesos de conducta y
pensamiento dirigidos hacia la ejecución de una tarea intelectualmente exigente”.
(Nickerson, Perkins y Smith, 1987). Tareas intelectualmente exigentes pueden ser tanto
problemas matemáticos, rompecabezas, crucigramas, como también los problemas que se
presentan en la enseñanza y los problemas de evaluación de los aprendizajes, dos
actividades que día tras día se llevan a cabo en las instituciones educativas.
Jonassen (2000) llama la atención respecto de dos atributos críticos de los problemas. En
primer lugar, la existencia de una incógnita, de una entidad que no se conoce. En segundo
lugar, sigue Jonassen, encontrar la solución para esa incógnita debe tener un valor social,
cultural o intelectual para alguien. Alguien cree que encontrar soluciones es algo que vale
la pena hacer.
Para el caso de la solución de problemas matemáticos los autores suelen remitir a George
Polya quien- en su obra de 1957 How to solve it, presentó un modelo prescriptivo para la
resolución de problemas, integrado por cuatro fases:
Si bien los problemas pedagógicos son en esencia bien distintos de los problemas
matemáticos, este modelo prescriptivo de cuatro fases puede ayudarnos a la hora de
pensar cómo hacer para solucionar problemas pedagógicos.
Nos parece oportuno pensar en profundidad qué sucede en educación, en particular, con
las fases 1 y 4.
La fase 1 supone comprender el problema: en qué consiste ese problema, desde cuándo
existe, qué antecedentes de resolución se conocen, qué lo provoca, cuáles son los actores
educativos involucrados en ese problema, cuánto y qué de ese problema es
responsabilidad de la propia institución educativa y cuánto y qué claramente no lo es, si
otros también comparten el mismo problema o cómo hicieron para resolverlo.
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Existe una expresión bien interesante que nos dice que la información se obtiene, no se
recolecta. Cuando uno recolecta, en realidad recoge aquello que está a la vista, cuando
uno obtiene, significa que será altamente probable que la información y la documentación
no tenga en su totalidad una visibilidad obvia y que haya que crear vías y modos de
acceso a esa información y a esa documentación.
Creemos que los docentes estamos muy habituados a participar muy activamente en las
fases 2 y 3, esto es, a planificar y a implementar planes. La planificación sigue una lógica
y supone una actitud prospectiva, anticipamos por medio de documentos aquello que va a
suceder. Implementamos planes y los resultados de esa implementación quedan, en
ocasiones, sólo registrados en la experiencia, la vivencia y la memoria de quienes en ellos
han participado. Quedan así restringidos a la privacidad de aulas e instituciones
educativas.
El término “innovación” se conforma con tres componentes léxicos: in-, nova y -ción.
Nova refiere a renovar, hacer de nuevo, cambiar; también es novedad, cualidad de lo
nuevo, cosa inesperada; desconocido, novel, novicio. El prefijo in no tiene aquí valor de
negación sino de ingreso, introducción de algo nuevo en una realidad preexistente. El
sufijo -ción implica actividad o proceso, resultado o efecto, también realidad interiorizada
o consumada.
Para María Moliner (1996), el adjetivo de innovador se aplica a la persona que introduce
cambios o es aficionada a ello. Moliner incluye otros términos que comparten la raíz nov
y que ofrecen interesantes implicaciones para la educación: “nova”, “novador” y “novio”.
"Nova" es el nombre de las estrellas que adquieren repentinamente un brillo muy intenso,
que conservan durante un tiempo determinado.
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"Novador" es una persona que inventa novedades que se juzgan peligrosas en cuestión de
ideas.
"Novio" es el hombre que se está casando o que acaba de casarse con una mujer, y
también es el hombre que mantiene con una mujer relaciones amorosas con intención de
casarse con ella.
Las innovaciones educativas, por tanto, pueden ser consideradas, siguiendo a Moliner,
como propuestas pedagógicas que como nova, brillarán intensamente durante un tiempo,
hasta que logren implantarse y convertirse en lo que comúnmente se hace todos los días.
Y que esas innovaciones serán como los novios, los recién casados o aquellos que tienen
intención de hacerlo en un futuro cercano. Con sus virtudes y con sus defectos.
Si nos detenemos en el análisis de los términos que integran esta definición encontramos
la palabra actitud, la palabra indagación, la palabra aportes, la palabra contexto.
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presentaron y analizaron experiencias de aula innovadoras que permitían solucionarlos,
se aplicó a un grupo de 50 docentes un cuestionario autoadministrado. Una de las
preguntas que componía el cuestionario decía así: ¿por qué se considera usted un docente
innovador?
Las respuestas obtenidas fueron agrupadas según cuatro términos que componen la
definición de Imbernón presentada más arriba: actitud, indagación, aportes y contextos, y
se transcriben a continuación:
Actitud
“Porque busco constantemente nuevas ideas.”
“Porque estoy dispuesta a cambiar y mejorar.”
“Porque creo firmemente en la posibilidad de cambio.”
“Porque me gustan los cambios.”
“Porque tengo ganas.”
“Porque me estimulan los desafíos frente a los problemas.”
Indagación
“Porque busco nueva bibliografía sobre enseñanza.”
“Porque me gusta estudiar.”
“Porque siempre busco nuevas herramientas didácticas.”
“Porque me capacito permanentemente.”
“Porque participo en investigaciones didácticas.”
Aportes
“Porque renuevo los programas de estudio.”
“Porque nunca doy una clase igual a la otra.”
“Porque genero ambientes que favorecen la discusión.”
“Porque promuevo el pensamiento crítico.”
“Porque ofrezco una enseñanza personalizada.”
“Porque intento hacer interdisciplina.”
“Porque desarrollo proyectos con nuevas tecnologías.”
Contextos
“Porque me mantengo alerta a los cambios en el mundo del trabajo.”
“Porque me apabulla la burocracia.”
“Porque muchas veces tengo nuevas ideas, pero no encuentro eco en mi entorno de
colegas y directivos.”
Si centramos la atención en los verbos que estos 50 docentes eligen para dar sus
respuestas encontramos que, estos docentes: buscan, creen, tienen ganas, están
estimulados, desarrollan (proyectos), dan, generan, promueven, estudian, participan, se
capacitan.
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Si bien gratifica a todos saber que contamos con docentes que demuestran y cultivan
actitudes positivas, que realizan aportes sustantivos y que están interesados en indagar en
forma sistemática, preocupan las dos últimas respuestas (“Porque me apabulla la
burocracia.” “Porque muchas veces tengo nuevas ideas, pero no encuentro eco en mi entorno de
colegas y directivos.”) que aluden al poder que la burocracia tiene para apabullar a algunos
docentes, y la falta de eco que estos docentes- que sin pudor se aceptan autocalificarse
como innovadores- tienen en su entorno de colegas y en los directivos de las instituciones
en las que trabajan. Aún más, en la última respuesta, la evidencia misma de ser
innovador, es la posesión de nuevas ideas que va acompañada por la falta de eco.
Muchos son los problemas pedagógicos que grupos de docentes han identificado con
claridad a través de la experiencia de trabajo en las escuelas y en las aulas. Transcribimos
los resultados de ese proceso de identificación a continuación.
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Si recurrimos nuevamente al diccionario, encontramos que inventar se ciñe a lo que antes
no existía. Suelen decir los inventores que para que una idea se convierta en un buen
invento, debe ser: teóricamente posible, técnicamente viable, legalmente sustentable, y
económicamente rentable.
Cuando uno recorre los relatos circulantes respecto de las invenciones, siempre encuentra
la siguiente expresión: “sin embargo”. Después de ese “sin embargo”, suele hablarse o de
la existencia de un grupo de personas que intervinieron en la concreción de ese invento
aún cuando el invento se atribuya a una sola persona con su nombre y su apellido.
Inventar consiste en descubrir algo nuevo en un dominio dado, mientras que innovar es
otorgarle un espacio social. Nos interesa especialmente la referencia al espacio social, ya
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que permite diferenciar aquello que ha sido reconocido como idea e inventado y, de lo
nuevo que además, ha recibido o ha encontrado un espacio social.
En segundo lugar, tendríamos que revisar nuestros juicios respecto de ciertas prácticas
que, en realidad, si bien proceden del pasado no han sido superadas ni deberían ser
calificadas como anacrónicas. Por citar un ejemplo: la enseñanza que se produce
utilizando sólo la voz.
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También es corriente reconocer en los relatos compartidos de directivos y docentes que
conocen profundamente una institución educativa, cuáles son las líneas de reflexión y
acción que han ido construyendo el ideario y la identidad de una institución a lo largo de
su historia. Seguramente, las innovaciones que en esas instituciones se implanten, estarán
alineadas con la historia institucional que es preciso conocer o difundir.
La metáfora del vehículo se utiliza cuando quieren resaltarse los aportes de valor que el
uso del correo electrónico o que el uso de Internet realizan a los procesos de
comunicación con personas que viven culturas diferentes, o al cultivo de la alfabetización
informacional.
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3. Idear e implementar planes: tres ejemplos
Recorriendo en mi memoria experiencias pasadas de trabajo conjunto con docentes de
nivel secundario, recordaba aportes muy concretos realizados por grupos de docentes.
Recordaba por ejemplo, a un grupo de docentes de una escuela del sur argentino que en
1994 habían identificado con claridad un problema pedagógico: el dificultoso ingreso al
secundario y el dificultoso inicio de los estudios de nivel superior. Ellos habían
conseguido diseñar formas de articular en el primer año, los trece programas de estudios
de las trece materias para que los alumnos pudieran vivir con menor sobrecarga esa
invasión de docentes y disciplinas en sus aulas y en sus vidas, tan diferentes a lo que
había sido su experiencia en la escuela primaria.
Por medio de reuniones periódicas para monitorear el desempeño de los grupos de
estudiantes y por medio de vinculaciones de contenidos entre asignaturas consiguieron
salvar algunos obstáculos que la falta de comunicación entre ellos y la falta de conexión
de los programas, habían interferido hasta el momento en el que el problema fue
detectado y la decisión de hacer algo para intentar solucionarlo había sido tomada por
todos.
También habían logrado diseñar modalidades de trabajo en el último año de la escuela
secundaria y desarrollaron así experiencias sencillas de trabajo en el aula que se
asemejaban a lo que el estudiante iba a vivir en el nivel superior y que no constituían
prácticas corrientes a lo largo de la escolaridad secundaria: por ejemplo los exámenes
individuales orales en los que un tribunal y no un solo profesor como era usual en el
nivel, evalúa.
Se había conseguido así desarrollar un proyecto innovador para intentar paliar la
deserción que suele producirse en el primer año de los niveles secundario y superior, que
frecuentemente es el año que mayor deserción ostenta en ambos niveles.
En esa misma escuela, y ese mismo año, el grupo de docentes de inglés había producido
materiales didácticos propios, se trataba de guías de trabajo para estudiantes con
vocabulario referido a la zona: su flora, su fauna, sus sitios turísticos. Sabían que muchos
estudiantes colaboraban con los guías profesionales del sector turístico de la ciudad, en
calidad de aprendices o pasantes (en la montaña, en las actividades de pesca, en
caminatas) durante los fines de semana y durante las vacaciones, y necesitaban manejar
los términos y expresiones que tenían que ver con su lugar. No había materiales
producidos por editoriales extranjeras que trataran estos temas. Si ellos no lo hacían,
nadie los haría por ellos. Las computadoras los ayudarían a producir, actualizar y
distribuir esos materiales.
Se había conseguido así desarrollar un proyecto innovador para regionalizar la enseñanza
de las lenguas extranjeras.
Recordé también a los docentes de Lengua de otra escuela, una escuela secundaria de la
ciudad de Buenos Aires, enojados, muy enojados, porque decían que lo que ellos
lograban con sus manos y sus mentes, los demás docentes, de otras asignaturas, borraban
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con el codo. Los estudiantes leían poco, se expresaban mal en forma oral, y escribían
menos, en las otras materias. Los docentes de las otras materias no controlaban la
ortografía ni la gramática. Siempre pedían monografías, y más monografías, y más
monografías, y perdían así la riqueza de trabajar en otros tipos de escritos: reseñas,
ensayos, instructivos, guiones para radio, notas de opinión, crónicas, etc. Con un eslogan
o lema, “Todos somos docentes de Lengua”, con reuniones en las que los docentes de
Lengua capacitaban a sus pares de otras materias en enfoques y temas desconocidos para
ellos, y con el compromiso asumido de “tirar todos de la misma soga y en la misma
dirección”, iban solucionando lentamente el problema detectado.
El eslogan o lema, “Todos somos docentes de Lengua”, frase breve, concisa, contundente
y fácil de recordar, representaba a la convocatoria.
Habían conseguido así intentar solucionar la falta de transferencia de los conocimientos
aprendidos en Lengua a otras asignaturas que ocurría no por imposibilidad de los
estudiantes, sino por descuido de los docentes de las demás asignaturas que no tenían a la
escritura en la agenda de sus preocupaciones diarias.
Si analizamos el ideario de las dos instituciones en las que estas innovaciones tuvieron
lugar, encontramos en la escuela del sur un compromiso fuerte tanto respecto de la
retención de la matrícula como de garantizar a los estudiantes y a sus familias que al
egresar, los jóvenes dispondrían de conocimientos y habilidades que les permitiría
trabajar con idoneidad en su comunidad, sin tener que migrar y que también estarían en
condiciones se continuar los estudios superiores.
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La actividad denominada “documentación de experiencias educativas” supone la
concreción de un proceso inverso a la planificación. La planificación es una actividad en
la cual los profesionales a cargo del diseño y/o de la implementación de un programa,
proyecto o actividad operan desde una actitud prospectiva, es decir, anticipan lo que va a
suceder.
Los docentes y las instituciones educativas tienen muchas experiencias para compartir
con otros docentes y con otras instituciones, pero- por distintos motivos- muchos todavía
no lo han hecho. En ocasiones se alude a la falta de tiempo o a la falta de habilidades y
conocimientos para encarar procesos de documentación.
Hacernos cargo tanto de ofrecer a nuestros niños y jóvenes una mejor educación que la
que hemos recibido, como de construir conocimientos pedagógicos útiles, a partir de
nuestro conocimiento y de nuestra experiencia, es un compromiso que -a nuestro juicio-
cada uno de nosotros, más tarde o más temprano, deberá asumir.
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Las soluciones que encontremos en el futuro, más lejano o más cercano, a los problemas
pedagógicos a través de las experiencias educativas innovadoras que logremos diseñar,
implementar, sistematizar y documentar habrán de ser valiosas, no sólo para educar mejor
a las jóvenes generaciones de estudiantes, sino también para contribuir a la formación de
las nuevas generaciones de docentes que se suman a esta profesión: apasionante,
profundamente ética y, sin lugar a dudas, intelectualmente exigente.◄
Referencias bibliográficas:
Moliner, María (1996) Diccionario del uso del español. Madrid: Gredos.
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