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“Competencia es la capacidad para movilizar saberes

en un contexto determinado,
en la acción y con éxito, para satisfacer necesidades, atender situaciones,
resolver problemas, tomar decisiones y/o lograr objetivos”.
ITESO.

¿El aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base
en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera?...

Si partimos del entendido que al aprender, el sujeto está optando por una
forma concreta de apropiación de la realidad, entonces la construcción del
conocimiento se da en él, como un acto individual que depende de la
disposición de sus estructuras previas para adaptarse a las circunstancias de
su entorno. Por lo que es claro que el aprendizaje no es algo trivial, ni
mucho menos un proceso en el que el docente tenga cabida como mediador
entre los contenidos y el sujeto, ni como poseedor de los saberes
acumulados de la humanidad. A lo único que puede aspirar el docente es a
ser un facilitador de los contextos en los cuales los alumnos puedan
reconocer sus intereses para construir su conocimiento, es decir, poner en
desequilibrio sus estructuras previas, asimilar su relación con el entorno y
adaptar tales construcciones a nuevas estructuras.

Por lo tanto el ejercicio del docente no se limita a el manejo de contenidos


conceptuales, sino que estos deben ser tomados como pretexto para
desarrollar en el alumno los contenidos procedimentales y actitudinales que
propician sus capacidades para actuar de manera eficaz en situaciones reales,
lo que quiere decir que, la capacidad, como señala Perrenaud, se apoya en
los conocimientos, pero no se reduce sólo a ellos.

Entendiendo de esta manera a el proceso de aprendizaje del sujeto,


necesariamente se pasará de un enfoque educativo centrado en la
exposición magisterial de conocimientos enciclopedistas con mecanismos
memorísticos a una perspectiva donde estos apenas son una parte reducida
del proceso donde se movilizan estructuras cognitivas a partir del desarrollo
de capacidades y habilidades que hacen al individuo competente para
construir su propia relación con el mundo a lo largo de su vida.

Por lo anterior es difícil sostener que se pueda observar y medir al


aprendizaje a partir de exámenes o preguntas en relación a los saberes
presentados en contenidos programáticos no relacionados con contenidos
procedimentales y actitudinales. Por ello se hace necesaria la evaluación
autentica e integral, con dimensiones no sólo de evaluación sino también de
autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación, para observar y valorar los
contenidos procedimentales y actitudinales a partir de situaciones que
movilicen los intereses de los alumnos.

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