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Modernidad,

Pasividad y Justicia
Una reflexión sobre “Club de la Lucha”

NUNO SANTOS

ERASMUS // Comunicación Audiovisual

u57257 ±± 2400008734

nunosantos315@gmail.com

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Índice

Introducción…………………………….……………… 3

La Volatilidad Humana

Modernidad, Pasividad y Justicia……..…………… 6

Una reflexión sobre “El Club de la Lucha”

Bibliografía……………………………………………. 14

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Introducción
La volatilidad humana

El concepto de justicia está ampliamente relacionado con otros dos

conceptos fundamentales (y aplicados, o por lo menos en teoría) en el tipo

de sistema social y político en que vivimos hoy en día. Esos dos conceptos

son los de igualdad y legalidad, y en estos mismos conceptos está asiente,

hoy en día, la teoría de todo el derecho internacional. Asociados a esos dos

términos se supone que habrá un otro, el de legitimidad – ¿Que conceptos

de igualdad o legalidad serán, de hecho, legítimos de asumir? ¿Quien

tendrá la legitimidad para mostrarnos lo que es justo y/o lo que no es?

Por eso se torna de grande relevancia, de hecho, discutir los mismos

principios sobre los cuales funciona el mundo social y humano en que

vivimos. Muchas veces nos surgen a nosotros mismos preguntas sobre

todos esos conceptos, que aunque tengan un sentido, un significado, no

tienen un significado concreto sino abstracto, que no es palpable. Como,

naturalmente, sucede siempre que tenemos un lenguaje construida a partir

de signos, de símbolos, que no se refieren a algo totalmente concreto sino

que se refieren, al revés, a realidades que solo están dentro de nuestras

mentes, y que por su turno tienen la capacidad de maquinar los más

diversos tipos de abstracciones. Se dice que el Hombre es un animal

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eminentemente (o especialmente) simbólico . Ya decía George Orwell, en su

obra “Mil Nueve Cientos Ochenta y Cuatro” que la realidad no está en

ningún lado sino adentro de nuestra cabeza. Innúmeras veces, la realidad

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“El Homo Sapiens debe toda su sabedoría, e incluso todo su progreso en la
compreensión, a su capacidad de abstracción. Casi todo del nuestro vocabulário
cognitivo y teoretico consiste de palabras abstractas, que no tienen cualquier
equivalente en cosas visibles, y cuyo significado no es reconduzible ni traducible en
imágenes.” (Sartori, 2000)
no es nada sino que corresponde a un estado de espíritu o conciencia que

se tiene o se propicia en determinado(s) momento(s).

Por otro lado, no hay que dudar de los fantásticos empleos que se

pueden dar con estas abstracciones, e ya nadie lo puede negar, porque la

abstracción se tornó, en gran parte, la condición humana, o por lo menos la

condición fundamental de desarrollo (pero también destrucción) de nuestra

especie. Un ejemplo muy emblemático de esto mismo es la guerra, en sí

misma. Casi siempre las guerras se empiezan en nombre palabras que no

son más que meras abstracciones, aunque hayan adquirido muchísimo

significado o importancia para nosotros y nuestro sistema. Pero por otro

lado, también se terminan esas mismas guerras empleando otras palabras,

también ellas abstractas. Si, por ejemplo, Alemania ha empezado toda una

guerra mundial en defensa de la superioridad de su “raza aria” o

intentando “liberar la Europa de la amenaza o infestación judía”,

imponiendo su modelo de justicia (según principios suyos); de igual forma

sus enemigos, que la han destronado, también lo hicieron en defensa de

conceptos como libertad, derechos humanos, dignidad, igualdad, justicia.

En la actualidad, para que nos centremos en algo un poco más reciente y

comprensible, se discute la legitimidad de la invasión de Irak por Estados

Unidos, no obstante que haya sido una guerra impuesta sobre la causa de

los “derechos humanos” y de la “democracia”, y teniendo en cuenta,

además, que el mismo país hubiera sido uno de los responsables por la

derrocada del regime nazi.

Partir de este punto de vista, el de la relatividad y diversidad de cada

“visión” que uno tiene sobre la justicia, es algo que se torna, entonces,

esencial para intentar profundizar el concepto general de justicia, así como

otros que puedan estar relacionados.

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Además, hay que ver que el concepto de justicia está normalmente

encuadrado en un determinado contexto – histórico, económico, político,

social. O sea, que va cambiando con el tiempo. Por otro lado, y también

como algo que complementa esta última idea de temporalidad (o

contextualización), los individuos no son estáticos: también estos cambian

con el tiempo y existe una cierta tendencia para que los mismos se adapten

conforme las circunstancias (del tipo que sea) en que los mismos están

viviendo – pues que, al final, el animal simbólico que es el Homo Sapiens

igualmente es un animal bastante social, que vive en comunidad, siendo

cambiado así como ayuda a cambiar esta misma.

Porque la especie humana tiene, habitualmente, la capacidad de

conjurar un pensamiento abstracto, este mismo pensamiento le posibilita

imaginar otros escenarios, otras posibilidades aparte de aquellas que ya

conoce y ha experimentado; le posibilita soñar, imaginar, y luego expresar

esa misma imaginación en toda una variedad y complejidad de

manifestaciones y soluciones simbólicas, donde la escrita y la producción

artística se destacan de las demás. De estas, para enunciar algunos

ejemplos, se destacan innegablemente toda la literatura producida, la

pintura o la escultura (así como todas las demás formas de artes plásticas),

la arquitectura, o más recientemente la fotografía y el cine. Todo esto

potencia hoy en día un estudio exhaustivo no solamente del propio Hombre

(y de las circunstancias en las cuales ha vivido), así como de las formas que

siempre ha encontrado para expresarse a sí mismo desde los primordios de

su existencia como espécimen abstracto.

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Modernidad, Pasividad y Justicia
Una reflexión sobre “E L C LUB DE LA L UCHA ”

En el presente, tal cual que en el pasado, el hombre sigue expresando

su condición, sus motivaciones, sus aspiraciones, sus deseos. Aquí nos

iremos centrar en una película, FIGHT CLUB (o Club de la Lucha).

Muchas veces el cine tiene la capacidad de mostrarnos posibles

visiones, o sea – puntos de vista, que otros tipos de arte no consiguen, o

por lo menos de la misma forma. Aparte, hay que tener en cuenta algo muy

importante: el cine está sobretodo dirigido al gran público. Siendo la propia

técnica del cine “hija” del mundo industrial, y aún dependiendo de la

evolución de la técnica, el cine se torna, de este modo, un excelente medio

de comunicación de masas – es un medio ideal para la transmisión de

mensajes para mucha gente – además por el hecho de ser un medio donde

la imagen predomina sobre la palabra; vivimos, como dice Huyghe, en

plena “Civilización de la Imagen”:

“A pesar del lugar que los intelectuales de primer plano


ocuparon en la escena contemporánea, ya no somos hombres de
pensamiento, hombres cuya vida interior se alimenta en los textos. Los
choques sensoriales nos conducen, nos dominan; la vida moderna
asáltanos por los sentidos, por los ojos, por los oídos.
[…]
Un picor auditivo y óptico obceca y sumerge nuestros contemporáneos.
Ha conducido al triunfo de las imágenes, que rodean el Hombre.”

La vida moderna es uno de los ejes de la crítica inherente en Fight

Club, la película de 1999 dirigida por David Fincher. Una crítica exacerbada

a la sociedad apática e insensible, enteramente conformada con la

estabilidad consumista, consumismo ese que le da igualmente la ilusión de

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una aparente felicidad, y donde los seres humanos ya no se preocupan con

ellos mismos y con su propia naturaleza, sino que se preocupan antes de

todo en mantener esa misma estabilidad y conformidad para con el

sistema.

“Maldita sea toda una generación echando gasolina. Sirviendo

mesas. Esclavos de cuello blanco. La publicidad nos hace correr tras

coches y ropa. Hacemos trabajos que odiamos para comprar mierda

que no nos hace falta. Somos los hijos medianos de la historia. Sin

lugar ni propósito. No hemos pasado una Gran Guerra. Ni una Gran

Depresisón. Nuestra guerra es una guerra espiritual. Nuestra gran

depresión son nuestras vidas. Nos dieron de mamar televisión para

hacernos creer que un día seríamos millonarios y estrellas del cine y

del rock. Pero no ocurrirá – lo estamos comprendo poco a poco. Y

estamos de muy, muy mala leche”. (TYLER DURDEN, Fight Club)

La crítica esta se personaliza en los dos personajes centrales – un

hombre común (Edward Norton), a quien nunca se atribuye un nombre, y

sobretodo en la figura de Tyler Durden (Brad Pitt).

Podemos interpretar el hecho de uno de los personajes centrales no

tener nombre porque la sociedad llegó ya a un punto en que los hombres

ya no se distinguen entre si mismos – el consumo y el fetichismo de masas

los uniforma, los codifica. O sea, que la justicia como un estado de cosas

donde todos son tratados de igual forma, está aquí personalizada según el

consumo (este es perfectamente legal, así como legítimo, natural). Los

individuos no tienen un nombre – primer símbolo de la identidad.

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Norton es uno más de esos individuos – lleva su vida cuotidiana

estable – perfectamente regulada por su trabajo, su sueldo y sus

posesiones materiales. Trabaja en una oficina elaborando informes de

evaluación de siniestros para una compañía de coches. Pero Norton vive

con un inconveniente hace tiempo: tiene problemas de sueño, insomnio.

Vive en un estado de enfermedad, tal como la sociedad donde vive – que

también está enferma.

Todo sigue aparentemente normal, en el mismo estado de cosas,

hasta el día en el que Norton conoce a Tyler Durden en un avión, durante

un viaje de trabajo. Tyler Durden se presenta, carismáticamente, como un

especialista en jabón y explosivos, diciendo que consigue hacer cualquier

tipo de explosivo a partir de un objeto súper común en la sociedad – el

jabón (“la medida estándar de la sociedad”). Desde el primer momento,

Tyler presenta toda una perspectiva sobre la sociedad que lo rodea de una

forma que atrae a Norton, muestreándole al mismo tiempo la fragilidad de

las reglas esenciales en que esta misma sociedad está asiente; por otras

palabras, le muestra lo fácil que es quebrar esas mismas reglas

elementales. Además, le muestra toda la poesía de ese posible

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destronamiento de la sociedad, cambiándolo por otro modelo más humano,

al final más justo.

Poco tiempo después de se encontrar con Durden en el avión, Norton

descubre que su casa, con todo moblado conforme su gusto, está hecha en

un asco. Una misteriosa explosión se le destruyó toda su vida – “ese piso no

era un par de cosas que se destruyeron, ¡fui yo!”. Norton, con esto, se queda

súper destrozado, ya que perdió toda su basis de vida – todo su

materialismo, esa casa lo “completaba” como persona – ahora tendrá que

empezar todo desde el cero.

Después de haber perdido todo, Norton juntase con Tyler (se va a

vivir a su casa), siguiendo este dando continuación a sus teorías del

funcionamiento de la sociedad y del hombre – “la ilusión de seguridad” que

nos da la sociedad, como dice el propio. “Nosotros tenemos una obsesión

por el estilo de vida” – hemos dejado de vivir únicamente para sobrevivir.

“Asesinatos, crimen, pobreza. Esas cosas no nos preocupan.


Lo que nos preocupa son las revistas de famosos. Televisiones con
500 canales. Un nombre en mi ropa interior. Viagra, Olestra. – yo
estoy por no ser completo nunca, por no ser perfecto, por
evolucionar. Las cosas que posees terminan poseyéndote”
(T. Durden)

Es con este desapego que la nueva vida de Norton empieza a tener

otro sentido, otro rumo. Se forma el Clube de la Lucha. Durden y Norton

comienzan a pegarse. En la calle – para que otros también los puedan ver –

“íbamos descubriendo que no estábamos solos” (Norton). La calle es el

espacio de exposición de los hombres y de sus acciones comunes – allí se

reflecte lo que es, o en que estado está, de hecho, la sociedad y sus

miembros. La calle es el espejo por excelencia de la civilización.

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“El Club de la Lucha – este era el regalo de Tyler y el mío, nuestro

regalo al mundo”. A través de la lucha los hombres se libertan a sí mismos,

de sus preconceptos, de sus estereotipos sociales – vuelven un estado más

animal, donde los instintos naturales hablan más que la propia razón.

Por otro lado la lucha funciona aquí como una especie de metáfora:

cuando alguien lucha por algo es porque habitualmente desea mostrar que

tiene el poder de cambiar algo. “En el Club de la Lucha veo a los hombres

más fuertes y más listos que jamás vivieron” (T. Durden). Al revés, cuando

no hay lucha, pues eso significa que todo está bien y debe continuar como

está. A partir del momento que cualquiera entiende esto, pues la lucha se

torna no algo inconveniente, sino algo natural de suceder – “Tras pelear, el

resto de la vida tenía el volumen al mínimo” (Norton).

Pero la lucha, para que sea bien sucedida, tiene que tener reglas.

Tiene que tener su lado racional. Veamos las reglas:

“La primera regla del Club de la Lucha es: no hablar del Club de
la Lucha. La segunda regla es: ¡no hablar del Club de la Lucha! La
tercera regla – si uno grita “Alto”, se desploma o se desmaya, la pelea
se acaba. Cuarta regla: solo dos personas por pelea. Quinta regla – una
pelea de cada vez. Sexta regla: sin camisas y descalzos. Séptima regla:
la pelea durará cuanto haga falta. Y la octava y última regla – si esta
es tu primera noche en el club, tienes que pelear. ” (T. Durden)
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Este último trozo de texto se puede considerar uno de los principales

ejes de toda la película. Ahí prácticamente todo se puede ver se forma

metafórica. Haciendo un pequeño resumen “adaptado” a la realidad,

miremos: la lucha tiene que ser discreta o será destronada (dos primeras

reglas); la lucha tiene que tener organización y método (tercera, cuarta y

quinta regla); la lucha tiene que ejercer influencia sobre las demás personas

que son exteriores a esa misma lucha (última regla), dure cuanto tiempo

tenga que durar (sétima y octava regla).

Y la lucha cambia, de hecho, los hombres - “todos empezamos a ver

las cosas de otra manera. Allá donde íbamos, lo medíamos todo” (Norton).

Mientras se está luchando, no hay estrellas (no existe el “Star System”). La

lucha se puede considerar incluso, una forma de justicia, ya que todos

están de igual para igual, y se funciona sobre su propia voluntad, entonces

también asume su punto de legitimidad.

Otra idea muy importante presente en la película, también asociada a

la lucha en si misma, es la idea de muerte como un inevitable destino, así

como la idea de sacrificio. Todas funcionan, en armonía, como uno de los

verdaderos motores de desarrollo de la especie humana, sin mucha

metafísica2. Dice Tyler Durden que “sin dolor ni sacrificio, no tendríamos

nada”; o dice aún que “solo después de perderlo todo somos libres de hacer

cualquier cosa”.

Además, el hecho de enfrentar la muerte como algo que irá a suceder

con cualquiera, irremediablemente, es algo que cambia, definitivamente, la

naturaleza humana – “Primero has de saber, no temer, sino saber que un

día morirás” (T. Durden). Esto es especialmente visible en una parte de la

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“Nuestros padres eran modelos de Dios. Si ellos se largaron, ¿qué te dice eso de

Dios? Tienes que pensar en la posibilidad de que a Dios no le gustes.” (T. Durden)

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película en la que Durden apunta una pistola a la cabeza de un hombre que

estaba trabajando en una tienda – Raymond K. Hessel. Le dice: “¡Raymond!,

vas a morir”. Ese mismo hombre hubiera cursado Biología, y todavía

trabajaba en una tienda haciendo un trabajo que probablemente no le

gustaría tanto cuando aquello que hubiera estudiado y quería hacer como

profesión: ser veterinario. Ante la posibilidad de la muerte, Raymond es

obligado por Tyler a volver a estudiar en un plazo de 6 semanas; sino será

um hombre muerto. Raymond se va corriendo – “Run, Forrest, Run” dice

Taylor (una evidente alegoría a la película Forrest Gump), “mañana será el

día más hermoso de la vida de Raymond K. Hessel”.

La propia idea de justicia en si misma es una idea que tiene bastante

relación con el sacrificio. El “justiciero” siempre que tiene que sacrificar

algo cuando emplea la justicia. La libertad, otro concepto ampliamente

relacionado con la justicia, igualmente no existe sin un sacrificio mutuo de

ambas partes. Se dice incluso: la libertad de uno acaba cuando empieza la

libertad del otro…

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Conclusión
El Clube de la Lucha como poetización de la realidad

El Clube de la Lucha (Fight Club) nos elucida, aunque muchos puedan

no considerar, desde una perspectiva un poco negativa relativamente à la

realidad en que vivimos hoy en día. Muchos ciertamente la verán/verían (o

han visto) como una película más de peleas, de entretenimiento – un

“Blockbuster”, un éxito de billeteras que estuvo, en un tiempo, de moda. O

sea, que no han intentado siquiera comprehender un eventual mensaje que

pudiese estar presente en el medio de toda esa pelea..

Pero, de hecho, nos presenta un punto de vista que difícilmente

encontraremos en la televisión, o en cada imagen que vemos

cotidianamente alredor de nuestras vidas. Nos presenta, al revés, una

perspectiva alternativa (aunque, en parte, violenta). Nos presenta una

visión poética, o en parte un retrato, de la realidad o de una alternativa a

esta. Más importante que todo, nos presenta una “posibilidad”, una fuga a

la realidad en que, de hecho, vivimos sumergidos en la contemporaneidad.

En la película, esa misma fuga está representada, por ejemplo,

cuando el hombre común (Edward Norton) descubre que Tyler Durden no

es más do que su propia conciencia hablando consigo mismo.

“Buscabas una manera de cambiar tu vida. No podías hacerlo solo: todo lo que
deseabas poder ser, ése soy yo. Tengo el aspecto que tú quieres tener. Soy inteligente,
capaz y, sobre todo, soy libre de todas las maneras en que tú no lo eres. La gente lo
hace todos los días. Hablan consigo mismos. Se ven como les gustaría ser”.

Este trabajo ha intentado, por lo menos, exponer un punto de vista

(que será, en gran parte, personal), sobre esa misma perspectiva presentada

en la respectiva película.

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Bibliografía

∅ AGUIAR, Fernando. (comp.) INTERESSES INDIVIDUALES Y


ACCION COLLECTIVA. Editorial Pablo Iglesias: 1991, Madrid

∅ CANAL, Pere. CINE Y SOCIEDAD DEL CAMBIO DE MILENIO


(ANÁLISIS SIMBÓLICO DE EL CLUB DE LA LUCHA). Editorial Ronsel:
2005, Barcelona

∅ GRAY, John, SOBRE HUMANOS E OUTROS ANIMAIS, Lua de

Papel, 2007, Lisboa

∅ HUYGHE, René, O PODER DA IMAGEM, Edições 70 – Arte e


Comunicação, 1978, Lisboa

∅ LÓPEZ, Manuel Villegas. ARTE, CINE Y SOCIEDAD. Ediciones JC:


1991, Madrid

∅ MENDONCA, Daniel. LOS SECRETOS DE LA ÉTICA. Editorial


TECNOS: 2001, Madrid

∅ MORESO, Josep Juan; VILAJOSANA, Josep Maria.


INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO. Marcial Pons –
Ediciones Jurídicas y Sociales: 2004, Madrid

∅ RAWLS, John. JUSTICIA COMO EQUIDAD. Editorial TECNOS:


2002, Madrid

∅ SARTORI, Giovanni, HOMO VIDENS – TELEVISÃO E PÓS-


PENSAMENTO, Terramar, 2006

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