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RESUMEN
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La Falso. Muchas tribus de la selva conocen y emplean la computadora
tecnología para su uso diario y no por eso abandonan su modo de vida y su
cultura. La tecnología solo es una herramienta con la que uno
puede manifestarse según lo crea conveniente, en el idioma que le
parezca y con las creencias que posea.
Un Estado Falso. Existen números pueblos y culturas sometidas brutalmente
dentro de Estados que utilizan a sus integrantes como esclavos o
como carne de cañón, pues los mandan a pelear en primera fila en
sus guerras (en Chile se hace con los mapuches, en Perú con los
quechuas y en EEUU con los nativos americanos). En teoría todos
ellos tienen los derechos que les ofrece el gobierno, pero en la
práctica no les perdonan el ser de una cultura distinta a la
legalmente reconocida.
Nuestra propuesta
Una cultura es el producto de una filosofía común que un determinado grupo de
seres humanos comparte y, en torno a la cual, construyen todos los elementos que
la ensalzan y la refuerzan. Todos nosotros, aunque no la podamos identificar,
vivimos de acuerdo a una única filosofía. Nadie puede poseer dos filosofías pues
sería igual que decir que alguien proviene de dos culturas. Se pueden conocer
muchas manifestaciones culturales pero solo se pertenece a una. Y eso se debe a
la filosofía. La filosofía es un esfuerzo por responder a la principal inquietud del ser
humano acerca de su existencia y de su finalidad en la vida. Bajo su sombra
aparecen el idioma, los mitos, las creencias, las costumbres, la religión, los modos
de producción y las formas de gobierno. Si sondeamos en nuestro interior
descubriremos que nuestra concepción de la vida, del mundo, del destino del
hombre, corresponde a una determinada forma de pensar, a una filosofía. Eso es
lo que finalmente nos indica a qué mundo pertenecemos, a qué sociedad y a qué
cultura. Podemos vestir, hablar, comportarnos igual que otros, pero si tenemos
filosofías diferentes pertenecemos a dos culturas distintas. Por lo tanto, es dentro
de nosotros mismos donde están las características que nos definen y no en
nuestras manifestaciones exteriores.
Las respuestas que elabora la filosofía vienen a ser discursos (conjuntos de ideas
que poseen un significado) pero hechos en forma de promesas (y no de verdades
como se cree). Estos discursos le prometen al ser humano que, si se cree en ellos,
se obtendrán al final todas las respuestas anheladas. Son, entonces, respuestas
condicionales, como lo son todas las promesas. Por eso es que los discursos
filosóficos tienen siempre ese poder encantador sobre el hombre, no por lo que
revelan de verdadero, sino por lo que prometen revelar (que siempre será mucho
mejor que cualquier realidad porque se alimenta de las expectativas, necesidades
y sueños del creyente).
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Y… ¿qué es lo andino?
Creencia Respuesta
común
La sierra Falso. Lo andino no tiene una región geográfica específica. Grandes
culturas prehispánicas andinas estaban en la costa peruana (Chimú,
Mochica, Nasca, Paracas, Vicús, Caral). La misma cultura costera
Lima fue la base para la capital del virreinato español. También
existieron grandes culturas en la selva (como la Chachapoyas) y
ellas son igualmente andinas (porque están en el ámbito de la
cordillera de los Andes, que empieza en la costa y abarca la selva).
Incluso la división costa, sierra y selva no es andina pues todas
estas culturas se interconectan verticalmente, de arriba hacia abajo,
y no longitudinalmente como lo concibió Occidente (solo costa, solo
sierra, solo selva). Igualmente el espacio andino tampoco se
delimita a la manera occidental (como haciendas cercadas) sino que
éste comprende lugares salpicados (como las islas de un
archipiélago) Es decir: un mismo propietario puede poseer un lote
tanto en la costa como en la selva para sembrarlos y balancear así
su dieta con sembríos diferentes. Del mismo modo puede tener
propiedades en cualquier lugar del continente o del planeta y
considerarlas todas parte de su ambiente de vida. Es un sentido
geográfico abierto, diferente al occidental que es circunscripto a un
área delimitada.
Una raza Falso. En el ámbito andino confluyen múltiples razas y así era
incluso antes de que llegaran los occidentales. Es este un mundo
muy complejo y acostumbrado al trato y a la relación de culturas
distintas entre sí. Los españoles, los negros y los asiáticos vinieron a
sumarse a esa complejidad. Sin embargo, solo los que insisten en no
sentirse andinos, a pesar de tener, muchos, más de quinientos años
viviendo y muriendo en estas tierras, son aquellos quienes emplean
su rasgos físicos para fungir de occidentales y así asociarse con ellos
como testaferros. Los genes solo conforman la parte orgánica del
individuo mas no su corazón, sus ideas, sus valores, ni su cultura.
Una música Falso. Ni la música ni las expresiones artísticas son sinónimo de una
cultura. El arte es también una fusión particular, sin sustento con la
realidad (como el arte abstracto) o una curiosidad expuesta al
margen de su contexto. Incluso puede ser un arte muerto,
perteneciente a una cultura desaparecida hace mucho. Practicar un
determinado arte, gustar de él, no hace que una persona pertenezca
a la cultura que lo originó.
La Falso. El ser humano no se viste por cuestiones climáticas como
vestimenta comúnmente se cree. La ropa es una expresión cultural, el resultado
de las creencias humanas acerca del pudor y de su concepción del
mundo. Incluso hay culturas que no la han empleado, a pesar de
haber desarrollado una compleja mitología y un riquísimo idioma
(como los khoisan —o bosquimanos u hotentotes— habitantes de las
zonas sudoccidentales de África u otras agrupaciones humanas que
actualmente viven en la selva amazónica). Vestirse de determinado
modo es el reflejo de una creencia en algo. Pero el hábito no hace al
monje y no por usar una determinada indumentaria necesariamente
se piensa tal como ésta lo refleja. Las ceremonias, los espectáculos,
están plagados de trajes empleados por muy diversas razones que
no son porque se haya súbitamente cambiado de cultura. Incluso el
ser humano, cuando se despoja de su vestimenta para estar
desnudo, no pierde por eso su esencia, como tampoco la adquiere el
que se la pone. Ver a los andinos vestidos de occidentales no
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significa que piensen, vivan y sientan como tales.
El idioma Falso. Son muy pocas las culturas y civilizaciones que poseen un
solo idioma (el autor de este texto no conoce ninguna). Mayormente
las culturas son confluencias de muy diversas índoles, creencias y
orígenes. No existe una uniformidad monolítica en ellas. Cierto es
que se dan manifestaciones oficiales y predominantes, pero eso no
elimina a las otras. Toda civilización importante en la historia
siempre ha sido plurilingüe y plurigráfica, y la andina no es la
excepción. Además, dentro de su proceso de desarrollo, la
incorporación idiomática es constante y frecuente, de tal manera
que permanentemente se van agregando nuevas lenguas conforme
pasa el tiempo. Hoy el mundo andino utiliza decenas de ellas, una
de las cuales es el español y, actualmente, está incorporando
también al inglés, cosa que no le quita su esencia, como no se la
quitó cuando Pachacútec convirtió una lengua no cusqueña (el
kechwa) que no era la suya (el aimara) en el idioma oficial de su
gobierno.
El pasado Falso. La concepción occidental actual de la historia es en forma de
relato progresivo, de menos a más, como un cuento con principio y
final. Imaginan que el tiempo es una escalera donde, en los
primeros escalones, están los no occidentales y, en el más alto, se
hallan ellos, como el resumen y el remate triunfante de todo un
proceso. A eso le han puesto el nombre de progreso. Pero esa no ha
sido ni es la única manera de ver al tiempo y a la historia. Con ella
se está ignorando las miles de formas distintas de historia que ha
habido y que habrá en lo sucesivo, dependiendo de cuál sea la
próxima cultura dominante. Sin embargo, es esta forma de pensar la
que coloca a todas las culturas dominadas en la categoría de
“pasadas” y considera a la dominadora como la “presente”. Es la
confusión entre dominio y tiempo; creer que el que está dominado lo
es porque pertenece al pasado, a lo ya superado, a lo que ya no
debe ser. Por eso se asocia lo andino con lo pasado, como si, por el
simple hecho de haber sido sometida, la cultura oficial la
desapareció como por arte de magia. Pero ésta ha sobrevivido
contra todo pronóstico y contra el gusto de los dominadores. Y hoy
se manifiesta incluso en el corazón mismo del dominio pero sin
darse a conocer, pues no usa sus típicos (y antiguos) atuendos y
manifestaciones con las que se le asocia.
Las Falso. El simple recorrido por cada pueblo andino nos demuestra que
costumbres no hay uniformidad de costumbres, al igual que tampoco ocurre en
ninguna parte del mundo. Tener determinadas costumbres, practicar
un rito, realizar alguna ceremonia cotidiana no convierte a nadie en
perteneciente a una cultura, como lo demuestran siempre los
turistas y los residentes extranjeros. Puede que existan costumbres
muy parecidas pero que, al mismo tiempo, pertenezcan a dos
mundos diferentes y viceversa, como sucede con el sentido de la
puntualidad, la inclinación por los vicios, las supersticiones y otras
muchas que son comunes tanto para los andinos como para los
occidentales.
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Nuestra propuesta
Lo andino, en nuestra opinión, es todo aquello perteneciente a una cultura
originada en el entorno de la cordillera de los Andes, en la actual Sudamérica, cuya
filosofía matriz, que la identifica y unifica, es la de concebir al ser humano como
parte de un mundo diferenciado, en el cual él no es el centro y el fin de todo. Su
promesa es que, si el hombre logra desarrollarse hasta alcanzar la plenitud —al
igual que el florecimiento de una flor— recibirá como recompensa el disfrute de la
belleza del mundo. Dicha belleza no es una contemplación sino una armonía
activa, puesto que en lo andino no existe la armonía pasiva (el mundo no es
inmóvil como una fotografía). Por lo tanto, esta filosofía exige de él un accionar en
vías a contribuir con la naturaleza para que ella sea armónica. El hombre andino se
ve a sí mismo como un actor en el desenvolvimiento del mundo y tiene que poner
de su parte para que éste sea lo que es. No concibe que el ser humano no
participe de ese proceso tal como lo hacen todos los seres vivos. Para él, ningún
trozo de materia carece de vida; parece estar inmóvil porque su ritmo es más
lento que el del hombre, pero vista con los ojos del tiempo, observamos que hasta
la más dura roca sufre un movimiento, tanto interno como externo. Lo mismo con
el cielo y las estrellas. Todo en el Universo está activo, nada es inmóvil ni existe un
centro en torno al cual gire algo. Cada elemento conforma una vida singular e
interactúa con los demás sin perder su independencia. Por lo tanto, el ser humano
no es el único que existe, que piensa y que tiene esencia, y la naturaleza no está
para darle un servicio al hombre sino al revés: éste debe devolverle sus favores a
ella. El andino no solo recibe sino que también da a quien le dio, de ahí su sentido
de la reciprocidad. Todos los que piensan así del mundo y del hombre son,
entonces, andinos, y comparten la creencia de que una vida fue dichosa cuando se
hizo todo lo posible por dejar el mundo más bello de lo que se lo encontró. Sentir
que se colaboró, que se hizo obra, es el fin de la vida según la promesa andina.
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Pero… ¿la cultura andina existe,
está viva?
Si una cultura es lo que es su filosofía
y mantiene viva su promesa
entonces podemos deducir que la cultura andina está viva
y que su promesa la comparten muchas personas.
El mayor error que cometen los que no lo entienden así
es que no identifican bien qué es una cultura
y se pierden en buscar manifestaciones tradicionales ya obsoletas,
no dándose cuenta que toda cultura viva se renueva,
adquiere nuevas apariencias, costumbres,
lenguajes y tecnologías
pero sin perder su esencia principal:
su filosofía y su promesa.
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hasta alcanzar la madurez,
es el desenvolvimiento completo de las facultades
hasta llegar a su apogeo (no al gigantismo).
Por lo tanto,
el andino tiene una meta clara sobre su desarrollo
el cuál es: la consecución de una vida,
el logro de la última etapa,
la adquisición del tamaño justo.
Más allá de esto se da la anormalidad, la enfermedad,
el mal que produce todos los males,
aquello que traspasa las fronteras de lo equilibrado
y busca apropiarse de lo que no le pertenece
ni por derecho ni por capacidad.
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es cuando la realidad se presenta así
y se percibe que los andinos han avanzado demasiado,
y que ahora ya no quieren solo las calles,
los medios de comunicación, los centros de estudios
o el sistema de producción;
ahora desean también el poder.