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No te sientes
en la banca
de enfrente,
creciste
demasiado y
estorbas a
los más
pequeños.
Me cambio a la
quinta fila, trato
de explicar las
cosas, pero con
esta maestra de
cuarto año todo es
copiar, resumen,
copiar, dictado,
copiar y copiar. Y
qué fea letra la
que pone en el
pizarrón, no le
entiendo nada.
Siempre termino
copiando de los
cuadernos de mis
compañeros
después de clase.
El otro día escuché a la orientadora decir:
Yo solamente
dibujo al
mundo tal
como lo veo
Mis compañeros se ríen mucho
cuando dibujo una Luna, les parece
enorme; pero así de grande es como
yo la veo siempre, sin cráteres o
sombras en forma de conejo.
¿Ya vieron a
Mariana?
Parece que le
dan miedo las
pelotas. Se
agacha cuando
viene la bola.
Por eso
siempre
pierde su
equipo.
Hasta Pedro:
Qué
chistosa la
letra de
Mariana; es
muy
extraña.
Pero si copia
de mi
cuaderno le
sale bien.
Y en casa:
Mi hermano: Mariana es tonta, nunca pone
atención.
Mi abuela: Cuiden más a esa niña, siempre se
está machucando.
Mi mamá: Esta niña vive raspada, se tropieza
con todo.
Mi hermana: Mariana nunca le atina a los
cuadritos del avión.
Mi papá no dice nada, sólo sonríe un poco y
menea la cabeza.
Para olvidarme de tanta gente toco el piano, con gusto, con
rabia, con indignación.
Entonces, allá en la calle, el ruido del taller se detiene, el
mecánico para el torno, el merolico deja de gritar, los niños
se callan.
El mundo es mío, viajo en las notas musicales y cruzo el
espacio
La música sube por mis árboles
manchados de verde y amarillo y le
hacen un enorme anillo a mi enorme
Luna.
Los faroles se encienden con rayos de
todos colores, se acercan a la
partitura y bajan por el pentagrama
cintilando …
Hasta que siento a la maestra de piano
a mi lado
¿A qué hora llegó que no la vi?
Siento de repente su regla
en mí espalda.
Me enderezo, me alejo del
piano y empiezo a
equivocarme.
Mi música se transforma en
golpes de martillo
Me dice mi padre,
creo que debe sentirse mal,
¿cuáles papayas?
Yo no las veo.
Me dice.
Sigo sin verlas,
y mi padre,
muy serio, me repite:
“Papayas, Mariana,
Míralas.”
Mi padre agarró
una escalera y
la puso junto al árbol.
Al día
siguiente,
Domingo,
fuimos a la
capital, a
consultar a
Dos días después
un estaba usando
Oftalmólogo.
LENTES.
Me veía preciosa.
Nos detuvimos en el
V IS
ITA centro de la ciudad.
NU
ES
ES
TR
O Qué diferente se
TA
DO mira el mundo ahora.
Los letreros
luminosos, puedo
verlos; y los faroles,
ahora son nítidos, no
tienen rayos
enormes y son más
pequeños.
Y la Luna, como dijo
Claudio, en verdad es
como un plato.
Si se pueden ver de lejos las
pequeñas hojas de los árboles,
ramitas pequeñas en lo alto.
El arco iris sí tiene siete
colores.
Ahora sí puedo ver en la tele las
expresiones de las personas:
Sonrisas, pestañas, cejas, el movimiento de
la boca cuando hablan.
Puedo saludar a
las personas
desde el otro
lado de la calle.
Antes ni me
daba cuenta si
me sonreían, si
HOLA me miraban o me
¿CÓMO
sacaban la
ESTÁS?
lengua.
Ahora puedo leer el
pizarrón desde
cualquier lugar del
salón.
También puedo ver
si algún niño de
atrás me está
mirando.
Realmente este fin
de semana fue
inolvidable.
Descubrir el mundo
real.
Qué triste es
pensar que dejé de
ver tantas cosas
todos estos años.
Leo mi
composición,
corregida por
la maestra.
Muchas cosas
han cambiado.
La maestra me
pidió disculpas,
la orientadora
lamentó no
haber notado
por mis dibujos
que yo
necesitaba
lentes para ver
mejor.
Me llaman para jugar a la pelota y no me agacho.
Mis compañeros no critican mi letra,
aunque sigue un poco fea.
Ahora puedo copiar del pizarrón,
la letra de la maestra no es horrorosa.
No me tropiezo cuando camino, y ya no me machuco tanto.