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El asesor III.

Las Encuestas
Fecha Domingo, 31 mayo a las 11:00:00
Tema Opinión

Opinión

Michael A. Galascio Sánchez(*)

• Mientras tanto, el Asesor miraba su reloj y se asombraba de cómo había


despachado a aquel tolete. Aunque en el fondo, sentía cierta compasión por él. No
obstante, como decía Bacon, “es muy difícil hacer compatibles la política y la
moral”. Llamó a la Concejalía y le dio instrucciones para que retrasaran el pago
hasta que la consultora entregara el trabajo, y además, fue enfático en que le
regatearan, a ver si bajaba el precio

Alcalde: ¡Buenos días, Asesor! (Mientras lucía un bronceado de


cabina) ¿Ha llegado el consultor con las encuestas?

Asesor: Sí. (Pausa mientras arqueaba las cejas) Esta esperando en la


sala de reuniones. Se está tomando un café y se ha zampado varias
ensaimadas. (Pausa) No quiero que le vaya a dar una pájara, cuando
le diga que cambie los datos.

Alcalde: Bueno, no es para tanto. (con una sonrisa de seguridad en sí


mismo) Estos tienen unas tragaderas grandes. Además, no conozco ningún alcalde que
no cocine las encuestas.

Asesor: ¡Los hay! Pero ya no están en el poder. (Mientras ambos se echaban una
pequeña carcajada)

Alcalde:¡Vale! Vamos a hablar con Jaime Barros. (Pausa) Espero que no intente
vendernos ninguna de esas alucinadas futuristas. No estoy para escuchar fábulas ni
épicas de cómic.

Asesor: ¡Tranquilo! En cuanto olfatee la pasta, se volverá dócil como un corderito.


(Pausa) Antes de entrar debo comentarte que Pedro C. es el más conocido después de ti
con un 70%, aunque en la valoración se aleja bastante. En cuanto a los que le votarían,
más de la mitad de los que dicen conocerle, estarían dispuestos a avalarle en la urna.

Alcalde: (Un poco sorprendido) Eso es bueno para el partido. Pero, ¡malo para mí!
Como sabes, la guerra es tanto dentro como fuera. ¿Qué me sugieres?

Asesor: Por lo pronto, decir todo lo contrario para bajarle la moral. (Breve pausa) Lo
pondremos por detrás de Juana Fina para que se coja una buena “bajona”. Por otro lado,
debemos evitar que salga cerca de ti en las fotos de los actos e inauguraciones futuras.
(Pausa) ¡Ah! También, quitarle del lado a un ayudante personal que le saca las castañas
del fuego. (Pausa mientras escribía un garabato en la carpeta de trabajo) Quizás, hablar
con algún empresario para que le haga una buena oferta de empleo.

Alcalde: No debes olvidar el viejo truco de cargarlo de tareas.

Asesor: Sabes que eso se da por hecho. (Pausa) ¡Hombre! Tampoco debemos darle muy
duro, queremos ganar las próximas elecciones.

Alcalde:¡Sí! Es cierto. Necesitamos mayoría absoluta para eliminar a los verdes. Creo
que debemos plantearnos renovar la lista para las próximas elecciones.

Asesor: Es cierto. Ya vez lo que pasó a nuestro amigo “Mastro Pancho”.

Alcalde:: Era un totorota. Se rodeó de memos y perdió. (Pausa) Que le vamos a hacer.
La política es para los listos.

Asesor: No lo subestimes, regresará. (Pausa) ¡Vamos para la reunión!

En la Sala de Reuniones, el consultor estaba terminando una ensaimada antes de darle


los resultados al Alcalde, y de paso, intentar venderle alguno de esos proyectos de
nuevas tecnologías que tanto entusiasman a los concejales de las islas periféricas.

Como era lógico, la apariencia del consultor era la de un hombre castigado por el
insomnio. Las constantes vigilias para realizar trabajos que siempre se entregaban fuera
de plazo y con algunas deficiencias técnicas, pues con la falta de dinero, no se podía
contratar a verdaderos profesionales, y de ahí, las sandeces en blanco y negro. Sin
embargo, todos sabían que el mundo de las consultoras era así. Se trata de vender
mucho humo y mientras más espeso, ¡mejor! Por otro lado, los ayuntamientos nunca
han valorado los trabajos de las mismas. Eran meros instrumentos para justificar
cambios, realización de proyección que no van a ninguna parte, renovar listas
electorales, designar partidas y hasta gastar algún sobrante.

Cuando no estaban satisfechos con los datos, ni siquiera pagaban. Después de todo,
¡quien demanda a un ayuntamiento para que le pague un trabajo apalabrado en el Bar de
Sancho!

Mientras tanto, el momento de distensión en el pasillo se había acabado. Ahora el


amable Asesor, fruncía el seño como un perro de presa canario, esperando la orden para
morder. El Alcalde se mentalizaba para proyectar ese aura de autoridad, que él y su
Asesor se habían encargado de fabricar, al igual que muchos otros mitos del ese
municipio.

Alcalde: Buenos días, Jaime (con una actitud un tanto distante)

JAIME BARROS: Buenos días Sr. Alcalde (un poco confuso por la actitud del
alcalde)

El Asesor cerraba la puerta. Esta vez iba ataviado con una camisa blanca de Ungaro,
vaqueros de Dior para no seguir la moda de la “tribu de Armani” y por supuesto, sus
Yanko de la suerte. En su mano derecha lucía su nueva adquisición, un Bulgari Diagono
y un móvil de última generación, para distraer al nervioso invitado.

Asesor: Hola de nuevo, J.B. (Dijo el Asesor para restarle importancia a la reunión)

JAIME BARROS:: Hola Asesor. (Un poco distendido, pero con cierta cautela)

Asesor: Bien, el Alcalde ya ha recibido un “briefing” de parte mía. (Pausa mientras


permitía que el anglicismo calara lentamente en el consultor) Conoce lo esencial. Sólo
queremos que no des lo importante. Eliminar el maquillaje de los resultados.

El consultor comenzó una aburrida disertación que había esbozado la noche anterior
entre cortezas de cerdo y bocatas de pata. Consumo, producto de la terrible ansiedad.
Sus noches eran bien largas y creía en realidad, que la gente valoraba el sacrificio
intelectual. Era el más que trabajaba de la Consultora y quizás por eso, tenía una
apariencia enfermiza.

JAIME BARROS: (Continuaba) Bueno, según los resultados de las encuestas ganará
las próximas elecciones, rozando la mayoría absoluta. Creemos que Pero C., será un
factor importante, porque al ser del Sur del municipio, arrastrará a muchas personas por
sentirse identificadas con él. Esto se debe a la situación geográfica y además, por la
franja de edad que él, representa.

Alcalde: (Sin hacer mucho caso) Muy bien. Ojalá que este chico, pueda seguir subiendo
porque ya son muchos años en la alcaldía (Pequeña pausa, mientras miraba la reacción
del consultor) Estoy cansado. (Pausa) Quizás me retire.

JAIME BARROS: Supongo que será después de las elecciones porque si usted no
fuese en la lista el partido estaría perdido.

Alcalde:¡Por supuesto! Tengo que contribuir a la victoria. (Pequeña pausa mientras


miraba la hora) ¡Oh! Tengo que irme. ¡Discúlpenme! Jaime, el Asesor se encargará de
cerrar todos los temas con usted. (Mientras miraba al Asesor con cierta complicidad)
Haga las gestiones pertinentes para pagarle al Sr. Barros.

Asesor: Si señor.

Alcalde: Hasta luego, caballeros.

Era la hora de pulverizar al consultor. El Asesor se cambió de silla y se sentó en el lugar


que había ocupado el Alcalde. La idea era demostrar que ahora la autoridad la tenía él.
¡De repente!, sonó el móvil y éste lo cogió como si hubiese estado esperando una
llamada de suma importancia. Antes de la reunión le había dado instrucciones a la
secretaria para le llamara en 15 minutos. Se trataba de enseñarle su móvil y su reloj.
Además, quería que tuviera tiempo para digerir eso de que el alcalde podía retirarse.
¡Un bulo que correría como la pólvora! De vez en cuando, era bueno ver como corrían
los rumores y de la mano de quién, regresaban a la alcaldía. Por otro lado, quería ver
cuan ambiciosos eran los compañeros de partido.
Asesor: Bueno J.B., voy a ser sincero contigo. (Mientras le miraba a los ojos, sin
pestañear) El Alcalde se va a retirar por un tema de salud. (Pausa) Esto no lo debe saber
nadie. El posible sustituto será Pedro C., pero tampoco queremos que lo sepa y se
duerma en los laureles. Quiero que cambies los datos y le pongas por detrás de Juana
Fina en las encuestas. De ésta manera, le obligaremos a trabajar más y así, subir su
popularidad e intención de voto.

JAIME BARROS: (Haciéndose el hombre serio) Bueno, como sabe, esto no es ético.

Asesor: Tampoco que los Ayuntamientos le peguen la negra a los consultores. (Dijo el
Asesor con una sonrisa) ¡Tranquilo! Te pagaremos. Lo que te quiero decir es que esto es
muy importante para nosotros y que está en tus manos, colaborar para que éste
ayuntamiento no se desquebraje.

JAIME BARROS:¡Lo haré! Ahora llamo a mis chicos para que cocinen los datos.

Asesor: Bien, pasa con la factura por la Concejalía de Juana para que te pague. Ella te
dirá el concepto.

JAIME BARROS: Bien. (Mientras recogía los papeles)

El consultor salió caminando por el pasillo hasta salir a la calle. No tardó ni dos minutos
en desenfundar su móvil para decir que cambiaran los datos y luego llamar a su socio,
para comentarle que el alcalde se retiraba. ¡Ya el rumor estaba en marcha!

Mientras tanto, el Asesor miraba su reloj y se asombraba de cómo había despachado a


aquel tolete. Aunque en el fondo, sentía cierta compasión por él. No obstante, como
decía Bacon, “es muy difícil hacer compatibles la política y la moral”. Llamó a la
Concejalía y le dio instrucciones para que retrasaran el pago hasta que la consultora
entregara el trabajo, y además, fue enfático en que le regatearan, a ver si bajaba el
precio.

El Asesor continuó su camino hasta el despacho del Alcalde.

Alcalde:¿Y bien?

Asesor: Harán todo lo que les digamos. (Pausa) Tengo curiosidad. No sé cuanto tiempo
tardará en soltar el rumor.

Alcalde: Seguro que ya lo ha largado. Estos consultores son unos “culichichis”.

Asesor: Sí, es cierto. (Dijo el Asesor, mientras sentía una leve sensación de culpa)

Alcalde: Bueno, ¿que hacemos con Pedro C?

Asesor: He pensado que debemos trabajar su imagen. Debemos crear un estereotipo.

Alcalde:¿En qué has pensado?

Asesor: Reducir su imagen, sus capacidades. Por ejemplo, decir esencialmente que
Pedro es un buen técnico, pero que no tiene capacidad de liderazgo, ni iniciativa. Que
sólo funciona cuando tú le dices lo que tiene que hacer.

Alcalde: Suena bien. Pero ¿cómo decimos esto sin que nos descubra?

Asesor: Hablaremos a través de otras fuentes. Haremos que otras personas den sus
opiniones sobre él. Por ejemplo, en tertulias radiofónicas, periódicos, articulistas y “el
boca a boca”, dentro del partido.

Alcalde:¡Que maquiavélico! Me gusta. (Dijo el alcalde cono los ojos iluminados) ¿Y


que pasa si hace la suma y por carambola nos descubre?

Asesor: Le echamos la culpa a otro. (Dijo mientras sonreía) Algún concejal que no vaya
a estar a la próxima lista electoral. Así, podremos decir que nos cargamos al tío, por lo
de Pedro.

Alcalde:¿Y si se cabrea y se pasa a la oposición?

Asesor: Sería una situación difícil. En ese caso, ya le pasaremos algún documento raro
a través de la secretaria para que lo firme. Por ahí, lo podríamos pillar.

Alcalde: No es tan tonto. Piénsate esto. Este hombre tiene su carácter. (Dijo el ceño
fruncido)

Asesor: Si hacemos bien el trabajo de reducirlo a un medio pelele, no lo querrán en


ninguna parte. De todos modos, podemos empezar a tantear, a algún necesitado de la
oposición que se sienta descontento. (Pausa) En caso de que suceda lo peor y Pedro
salte, hacemos que el otro, se vaya al grupo mixto y desde ahí, nos apoye.

Alcalde: No me gusta la situación. Falta poco para las elecciones. Es más joven, tiene
seguidores en el Sur y es un técnico.

Asesor: Por otro lado, podemos hacer lo que hicimos con Jacinto.

Alcalde: (Con una media sonrisa) No es mala idea. ¡Enviarlo al Cementerio de


Elefantes!

Asesor: Sí, enviarlo al Cabildo. Podríamos decirle que le necesitamos allí. Podemos
hablar con los compromisarios y demás alcaldes de nuestra cuerda, para situarlo en el
número dos en las listas.

Alcalde: Eso me gusta más. Empieza a trabajar para enviarlo al Cabildo. Ya no las
arreglaremos para ganar las municipales cuando se renueve la lista.

Asesor: ¡Perfecto! Hoy mismo me reúno con él para darle los resultados de las
encuestas. Primero haré que le llegue algo por otra vía para ganar credibilidad, cuando
contraste los datos.

Alcalde: Bueno. No tengo nada más que hacer aquí. Me voy para el Bungalow.
Cualquier cosa, estoy en Arguineguín.
Asesor: Creo que me iré para la península este fin de semana. Quiero llevar a mi hija a
esquiar al Madrid Xanadú. Hablamos el lunes.

Alcalde: Hasta el lunes.

El Alcalde conduciría su Fiat utilitario hasta salir del municipio. Antes, de seguir su
trayecto a Mogán, se detendría en la casa de un familiar, y ahí, cambiaría el coche por el
“Lexus negro”. En cambio, el asesor cogía un taxi hacia el aeropuerto en donde le
esperaban. Allí, con su camiseta de Sprinfield, vaqueros Levis y reloj de Zara, se
mezclaba entre los ciudadanos sin levantar sospecha sobre su status.

(*) (*) Licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en Psicología de la Salud y


Clínica

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