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Las Encuestas
Fecha Domingo, 31 mayo a las 11:00:00
Tema Opinión
Opinión
Asesor: ¡Los hay! Pero ya no están en el poder. (Mientras ambos se echaban una
pequeña carcajada)
Alcalde:¡Vale! Vamos a hablar con Jaime Barros. (Pausa) Espero que no intente
vendernos ninguna de esas alucinadas futuristas. No estoy para escuchar fábulas ni
épicas de cómic.
Alcalde: (Un poco sorprendido) Eso es bueno para el partido. Pero, ¡malo para mí!
Como sabes, la guerra es tanto dentro como fuera. ¿Qué me sugieres?
Asesor: Por lo pronto, decir todo lo contrario para bajarle la moral. (Breve pausa) Lo
pondremos por detrás de Juana Fina para que se coja una buena “bajona”. Por otro lado,
debemos evitar que salga cerca de ti en las fotos de los actos e inauguraciones futuras.
(Pausa) ¡Ah! También, quitarle del lado a un ayudante personal que le saca las castañas
del fuego. (Pausa mientras escribía un garabato en la carpeta de trabajo) Quizás, hablar
con algún empresario para que le haga una buena oferta de empleo.
Asesor: Sabes que eso se da por hecho. (Pausa) ¡Hombre! Tampoco debemos darle muy
duro, queremos ganar las próximas elecciones.
Alcalde:¡Sí! Es cierto. Necesitamos mayoría absoluta para eliminar a los verdes. Creo
que debemos plantearnos renovar la lista para las próximas elecciones.
Alcalde:: Era un totorota. Se rodeó de memos y perdió. (Pausa) Que le vamos a hacer.
La política es para los listos.
Como era lógico, la apariencia del consultor era la de un hombre castigado por el
insomnio. Las constantes vigilias para realizar trabajos que siempre se entregaban fuera
de plazo y con algunas deficiencias técnicas, pues con la falta de dinero, no se podía
contratar a verdaderos profesionales, y de ahí, las sandeces en blanco y negro. Sin
embargo, todos sabían que el mundo de las consultoras era así. Se trata de vender
mucho humo y mientras más espeso, ¡mejor! Por otro lado, los ayuntamientos nunca
han valorado los trabajos de las mismas. Eran meros instrumentos para justificar
cambios, realización de proyección que no van a ninguna parte, renovar listas
electorales, designar partidas y hasta gastar algún sobrante.
Cuando no estaban satisfechos con los datos, ni siquiera pagaban. Después de todo,
¡quien demanda a un ayuntamiento para que le pague un trabajo apalabrado en el Bar de
Sancho!
JAIME BARROS: Buenos días Sr. Alcalde (un poco confuso por la actitud del
alcalde)
El Asesor cerraba la puerta. Esta vez iba ataviado con una camisa blanca de Ungaro,
vaqueros de Dior para no seguir la moda de la “tribu de Armani” y por supuesto, sus
Yanko de la suerte. En su mano derecha lucía su nueva adquisición, un Bulgari Diagono
y un móvil de última generación, para distraer al nervioso invitado.
Asesor: Hola de nuevo, J.B. (Dijo el Asesor para restarle importancia a la reunión)
JAIME BARROS:: Hola Asesor. (Un poco distendido, pero con cierta cautela)
El consultor comenzó una aburrida disertación que había esbozado la noche anterior
entre cortezas de cerdo y bocatas de pata. Consumo, producto de la terrible ansiedad.
Sus noches eran bien largas y creía en realidad, que la gente valoraba el sacrificio
intelectual. Era el más que trabajaba de la Consultora y quizás por eso, tenía una
apariencia enfermiza.
JAIME BARROS: (Continuaba) Bueno, según los resultados de las encuestas ganará
las próximas elecciones, rozando la mayoría absoluta. Creemos que Pero C., será un
factor importante, porque al ser del Sur del municipio, arrastrará a muchas personas por
sentirse identificadas con él. Esto se debe a la situación geográfica y además, por la
franja de edad que él, representa.
Alcalde: (Sin hacer mucho caso) Muy bien. Ojalá que este chico, pueda seguir subiendo
porque ya son muchos años en la alcaldía (Pequeña pausa, mientras miraba la reacción
del consultor) Estoy cansado. (Pausa) Quizás me retire.
JAIME BARROS: Supongo que será después de las elecciones porque si usted no
fuese en la lista el partido estaría perdido.
Asesor: Si señor.
JAIME BARROS: (Haciéndose el hombre serio) Bueno, como sabe, esto no es ético.
Asesor: Tampoco que los Ayuntamientos le peguen la negra a los consultores. (Dijo el
Asesor con una sonrisa) ¡Tranquilo! Te pagaremos. Lo que te quiero decir es que esto es
muy importante para nosotros y que está en tus manos, colaborar para que éste
ayuntamiento no se desquebraje.
JAIME BARROS:¡Lo haré! Ahora llamo a mis chicos para que cocinen los datos.
Asesor: Bien, pasa con la factura por la Concejalía de Juana para que te pague. Ella te
dirá el concepto.
El consultor salió caminando por el pasillo hasta salir a la calle. No tardó ni dos minutos
en desenfundar su móvil para decir que cambiaran los datos y luego llamar a su socio,
para comentarle que el alcalde se retiraba. ¡Ya el rumor estaba en marcha!
Alcalde:¿Y bien?
Asesor: Harán todo lo que les digamos. (Pausa) Tengo curiosidad. No sé cuanto tiempo
tardará en soltar el rumor.
Asesor: Sí, es cierto. (Dijo el Asesor, mientras sentía una leve sensación de culpa)
Asesor: Reducir su imagen, sus capacidades. Por ejemplo, decir esencialmente que
Pedro es un buen técnico, pero que no tiene capacidad de liderazgo, ni iniciativa. Que
sólo funciona cuando tú le dices lo que tiene que hacer.
Alcalde: Suena bien. Pero ¿cómo decimos esto sin que nos descubra?
Asesor: Hablaremos a través de otras fuentes. Haremos que otras personas den sus
opiniones sobre él. Por ejemplo, en tertulias radiofónicas, periódicos, articulistas y “el
boca a boca”, dentro del partido.
Asesor: Le echamos la culpa a otro. (Dijo mientras sonreía) Algún concejal que no vaya
a estar a la próxima lista electoral. Así, podremos decir que nos cargamos al tío, por lo
de Pedro.
Asesor: Sería una situación difícil. En ese caso, ya le pasaremos algún documento raro
a través de la secretaria para que lo firme. Por ahí, lo podríamos pillar.
Alcalde: No es tan tonto. Piénsate esto. Este hombre tiene su carácter. (Dijo el ceño
fruncido)
Alcalde: No me gusta la situación. Falta poco para las elecciones. Es más joven, tiene
seguidores en el Sur y es un técnico.
Asesor: Por otro lado, podemos hacer lo que hicimos con Jacinto.
Asesor: Sí, enviarlo al Cabildo. Podríamos decirle que le necesitamos allí. Podemos
hablar con los compromisarios y demás alcaldes de nuestra cuerda, para situarlo en el
número dos en las listas.
Alcalde: Eso me gusta más. Empieza a trabajar para enviarlo al Cabildo. Ya no las
arreglaremos para ganar las municipales cuando se renueve la lista.
Asesor: ¡Perfecto! Hoy mismo me reúno con él para darle los resultados de las
encuestas. Primero haré que le llegue algo por otra vía para ganar credibilidad, cuando
contraste los datos.
Alcalde: Bueno. No tengo nada más que hacer aquí. Me voy para el Bungalow.
Cualquier cosa, estoy en Arguineguín.
Asesor: Creo que me iré para la península este fin de semana. Quiero llevar a mi hija a
esquiar al Madrid Xanadú. Hablamos el lunes.
El Alcalde conduciría su Fiat utilitario hasta salir del municipio. Antes, de seguir su
trayecto a Mogán, se detendría en la casa de un familiar, y ahí, cambiaría el coche por el
“Lexus negro”. En cambio, el asesor cogía un taxi hacia el aeropuerto en donde le
esperaban. Allí, con su camiseta de Sprinfield, vaqueros Levis y reloj de Zara, se
mezclaba entre los ciudadanos sin levantar sospecha sobre su status.