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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA
• MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos días queridos hermanos: nos hemos reunido hoy para celebrar la
Cena del Señor, con un motivo que nos llena de júbilo: la ordenación diaconal
de nuestro hermano Jesús Ramón Montilva Peñaloza.
A través de la Imposición de Manos y la Oración Consecratoria, nuestro
Pastor, Monseñor Baltazar Porras Cardozo conferirá el Orden del Diaconado
a Jesús Ramón, quien como diácono está llamado a servir a esta Iglesia
particular de Mérida. Él será ordenado para el servicio de la Palabra, de
la caridad y de la liturgia; especialmente para los sacramentos del Bautismo
y del Matrimonio, en fiel comunión con su Obispos y en estrecha unión con los
presbíteros y demás miembros del Pueblo de Dios. Dando así, testimonio de
Cristo siervo fiel.
La liturgia de la Palabra, de este domingo, nos invita a no tener miedo,
solo basta que tengamos fe, para experimentar la fuerza sanadora de Jesús.
No podemos dejarnos llevar por nuestros temores, hemos de mantener viva
nuestra fe.
Damos infinitas gracias a Dios, por la Ordenación Diaconal de Jesús
Montilva. Es por ello, que el Señor Arzobispo, el Obispo auxiliar, el Clero en
pleno, el Seminario San Buenaventura, los familiares del ordenando y los fieles
del Pueblo de Dios, nos unimos a esta fiesta cristiana participando activamente
en esta Santa Misa.

RITOS INÍCIALES
Reunido el pueblo, el Arzobispo con los ministros va al altar, mientras se entona el canto de
entrada. Cuando llegan al altar, el Arzobispo con los ministros hacen la debida reverencia,
besa el altar y lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede. Terminado el canto
de entrada, el Arzobispo y los fieles, de pie, se santiguan, mientras el Arzobispo dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
El pueblo responde:
Amén.

• SALUDO
El Arzobispo, extendiendo las manos, saluda al pueblo con la fórmula siguiente:
El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su
alegría y con su paz, permanezca siempre con todos ustedes.
El pueblo responde:
y con tu espíritu.

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Rito de Ordenación Diaconal
• ACTO PENITENCIAL
Hermanos:
para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros
pecados.
Se hace una breve pausa en silencio.
Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado
mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Golpeándose el pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a
ustedes, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
El Arzobispo concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde: Amén.

• GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, a te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad
de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, Sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

• ORACIÓN COLECTA

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adre de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos
de la luz; concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer
siempre en el esplendor de la verdad.
Oh Dios, que enseñaste a los ministros de tu Iglesia no a ser servidos, sino
a servir a sus hermanos, concédeles diligencia y afabilidad en su acción
ministerial y perseverancia en la oración. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA

LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
En la Primera Lectura, el autor del libro de la Sabiduría se mueve en el
horizonte de la inmortalidad, de la cual cree que disfrutan los seres humanos.
Identifica la justicia y la sabiduría con la vida y la inmortalidad, y la injusticia
y la impiedad con la muerte.
Conocen a Dios quienes se saben en sus manos, formando parte del plan que
Él estableció desde antiguo para todos los hombres y mujeres de la tierra.
Escuchemos.

PRIMERA LECTURA.
Sabiduría 1,13-15:2,23-24
Lectura del libro de la Sabiduría
Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes; todo
lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables, no hay
en ellas veneno de muerte ni imperio del Abismo sobre la tierra, porque la
justicia es inmortal. Dios creó al hombre incorruptible, le hizo imagen de su
misma naturaleza. Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la
experimentan los que le pertenecen.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor

MONICIÓN AL SALMO
En el salmo 129 que meditaremos hoy, interviene Dios liberando a un difunto
y se impone la convicción que está en el centro del salmo: sólo el Señor es
estable, quien se apoya en Él no vacilará, y desemboca en una incesante acción
de gracias.
Jesús también oró ante su muerte y nos compró al precio de su sangre.
Pueden orar con este salmo cuantos se ven acechados por la enfermedad y
amenazados por la muerte.

SALMO RESPONSORIAL
Sal 129
Te glorificaré, Señor, porque me has librado

Te glorificaré, Señor, porque me has librado


y no has dejado
que mis enemigos se rían de mí.
Señor sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Te glorificaré, Señor, porque me has librado

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Rito de Ordenación Diaconal
Toquen para el Señor, fieles suyos,
den gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante,
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.
Te glorificaré, Señor, porque me has librado

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;


Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Te glorificaré, Señor, porque me has librado

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA


En la segunda lectura, extraída de la segunda carta a los Corintios, con tacto
y diplomacia, el Apóstol San Pablo presenta su mandato como la oferta de
un beneficio. A las cualidades ya reconocidas y demostradas de la comunidad
–fe, elocuencia, conocimiento, fervor- ¿por qué no hacer patente y efectiva la
cualidad más importante: la abundancia de su generosidad?
Con toda probabilidad, el Apóstol está insistiendo aquí, que la pobreza
existencial de Cristo se manifestó también en la pobreza económica y social
con que Jesús de Nazaret se identificó y solidarizó con los marginados y
económicamente pobres.

SEGUNDA LECTURA.
2 Corintios 8,7-9.13-15.
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
Hermanos: Ya que sobresalen en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento,
en el empeño y en el cariño que nos tienen, distínganse también ahora por su
generosidad.
Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, por
ustedes se hizo pobre, para que ustedes, con su pobreza, se hagan ricos. Pues
no se trata de aliviar a otros pasando ustedes estrecheces; se trata de nivelar.
En el momento actual, la abundancia de ustedes remedia la falta que ellos
tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará la carencia de ustedes;
así habrá nivelación. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho, no le
sobraba; y al que recogía poco, no le faltaba».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA
MONICIÓN AL SANTO EVANGELIO
San Marcos, en el santo Evangelio, nos narra dos sanaciones de mujeres. La
primera, una hemorroíza que había sufrido mucho. La segunda una niña,
hija de Jairo, el jefe de la sinagoga. Jairo representa a los miembros de las
autoridades religiosas que reconocen que su institución ha perdido el horizonte
de la vida y van a buscarla en Jesús, quien no sólo la tiene, sino que la da en
abundancia.
Tanto la mujer como la niña simbolizan al antiguo pueblo de Dios esclavizado
por las leyes, que es invitado a convertirse en el nuevo Pueblo de Dios regido
por la vida. Escuchemos atentos esta Buena Noticia.

EVANGELIO
Marcos 5,21-43.
+ Proclamación del Santo Evangelio según san Marcos
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha
gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la
sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se postró a sus pies, rogándole con
insistencia: -Mi niña está agonizando; ven, pon las manos sobre ella, para que
se cure y viva.
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había
una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos
médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado
en eso toda su fortuna; pero en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó
hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto,
pensando que con sólo tocarle el vestido, curaría. Inmediatamente se secó la
fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando
que, había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente,
preguntando: -¿Quién me ha tocado el manto? Los discípulos le contestaron
Ves como te apretuja la gente y preguntas «¿quién me ha tocado?» El seguía
mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada
y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le
confesó todo. El le dijo: -Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud-.
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga
para decirle: -Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro? Jesús
alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: -No temas;
basta que tengas fe. No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro,
Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la
sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: -¿Qué escándalo y qué lloros son éstos? La niña no está muerta,
está dormida. Se reían de él. Pero él los sacó a todos, y con el padre y la
madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la tomó de
la mano y le dijo: -Talitha qumi (que significa: Contigo hablo, niña, levántate).

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Rito de Ordenación Diaconal
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar -tenía doce años-. Y se
quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que
dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Tu Palabra , Señor, es la verdad y tu ley nuestra libertad.

RITO DE ORDENACIÓN
• PRESENTACIÓN DEL CANDIDATO
Monitor:
A partir de este instante se inicia el Rito de la Ordenación del diaconado. El
Diác. Romel Pernía llama al aspirante al diaconado.

El ordenando es llamado por el diácono de la forma siguiente:


Acérquese el que va a ser ordenado diácono; Seminarista Jesús Ramón Montilva
Peñaloza, de la Parroquia Nuestra Señora de Regla de Tovar.

E inmediatamente lo nombra; y el llamado dice:


Presente.
Y se acerca al Arzobispo, a quien hace una reverencia.

Monitor:
El Presbítero Alexander Rivera Vielma, Rector del Seminario San Buenaventura
de Mérida presenta ante el Arzobispo al candidato, pidiendo en nombre de la
Iglesia que se le conceda el Orden del diaconado.

Permaneciendo el ordenando de pie ante el Arzobispo, un presbítero designado por el


Arzobispo dice:
Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que ordenes diácono a este
hermano nuestro, Jesús Ramón Montilva Peñaloza.

El Arzobispo le pregunta:
¿Sabes si es digno?

Y el Pbro. Alexander Rivera Vielma, Rector del Seminario San Buenaventura de Mérida
responde:
Para confirmar la pregunta que nos hace nuestro Pastor, escuchemos el
testimonio de algunos hermanos de la comunidad que ha compartido con el
Seminarista Jesús Ramón Montilva Peñaloza.

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA
• TESTIMONIOS
Monitor:
Escuchemos ahora el testimonio del Matrimonio Hugo Sarquis Millán Peñaloza
y de su esposa Carmen Josefina Aparicio de Millán, quienes conocen al
ordenando desde su niñez. Además el testimonio del Prof. Juan Ramón Suárez
quien lo conoce desde su adolescencia.

Después de los testimonios, el Padre Rector, prosigue:


Según el parecer de quienes lo presentan, y después de consultar al pueblo
cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno.

El Arzobispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador elegimos a este
hermano nuestro para el Orden de los diáconos.
Todos dicen:
Demos gracias a Dios.

Monitor:
Ahora nos disponemos a escuchar la homilía de nuestro Pastor Mons. Baltazar
Enrique Porras Cardozo.

• HOMILÍA

• COMPROMISO DEL CELIBATO


Después de la homilía, solamente se levanta el elegido y se pone de pie ante el Arzobispo,
quien le interroga con estas palabras:
El Arzobispo:
Querido hijo: has venido libremente a pedir la Orden del Diaconado; ejercerás
este ministerio observando el celibato, que es a la vez signo y constante estímulo
de caridad pastoral y fuente de fecundidad espiritual en el mundo.

Movido, pues, por el amor a Cristo y en una entrega total a Él, vivirás en este
estado, consagrado al Señor de una manera nueva y más excelsa. Así estarás
unido a Cristo de todo corazón, te dedicarás al servicio de Dios y de los
hombres, con mayor libertad de ánimo y con mayor entrega podrás así ejercer
este ministerio de salvación.

De esta manera, por tu conducta y ejemplo, darás testimonio a los hermanos


de que Dios debe ser amado sobre todas las cosas, preferido entre todas las
personas y servido en todos los hombres, nuestros hermanos.

Por tanto, ¿Quieres, ante Dios y ante la Iglesia, en señal de tu entrega a Cristo,
el Señor, guardar perpetuamente el celibato por el reino de los cielos y para
el servicio de Dios y de los Hombres?

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Rito de Ordenación Diaconal
El elegido:
Sí, quiero.

El Arzobispo:
Que el Señor te conceda perseverar en tu santo propósito. Amén.

• PROMESA DEL ELEGIDO


Monitor:
Dentro del Rito del Orden de los diáconos, el aspirante es interrogado para
asumir el compromiso de entrega al Pueblo de Dios y en presencia del
Arzobispo y de todos los fieles, manifiesta la voluntad de cumplir su Ministerio,
según el deseo de Cristo y de la Iglesia bajo la autoridad del Obispo.

El Arzobispo:
Querido hijo, antes de entrar en el orden de los diáconos, debes manifestar,
ante el pueblo, tu voluntad de recibir este ministerio.

¿Quieres consagrarte al servicio de la Iglesia, por la imposición de mis manos


y la gracia del Espíritu Santo?

El elegido:
Sí, quiero.

El Arzobispo:
¿Estás dispuesto a desempeñar, con humildad y amor, el ministerio de diácono,
como colaborador del orden sacerdotal y en bien del pueblo cristiano?

El elegido:
Sí, estoy dispuesto.

El Arzobispo:
¿Estás dispuesto a vivir el misterio de la fe con alma limpia, y de la palabra y
obrar proclamar esta fe, según el evangelio y la tradición de la Iglesia?

El elegido:
Sí, estoy dispuesto.

El Arzobispo:
¿Quieres mantener y fomentar el espíritu de oración que corresponde a tu
manera de vida y, en este espíritu, según tu estado, cumplir fielmente con la
celebración de la liturgia de las Horas, en nombre de la Iglesia, más aún, en
nombre de toda la humanidad?
El elegido:
Sí, quiero.

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA
El Arzobispo:
¿Quieres imitar siempre en tu vida el ejemplo de Cristo, cuyo cuerpo y sangre
servirás en el altar?

El elegido:
Sí, quiero hacerlo, con la ayuda de Dios.

Monitor:
Seguidamente, el elegido se acerca a la sede y de rodillas ante el Pastor de
esta Iglesia, pone las manos juntas entre las del Arzobispo. Así, el elegido
manifiesta públicamente su compromiso y configuración a Cristo cabeza y
esposo de la Iglesia, para estar unido y de todo corazón al servicio de Dios y
de los hombres.

Seguidamente el elegido se acerca al Arzobispo, y de rodillas ante él, pone sus manos
juntas entre las manos del Arzobispo.
¿Prometes obediencia y respeto a mí y a mis sucesores?

El elegido:
Prometo.
El Arzobispo concluye:
Dios, que comenzó en ti esta obra buena, él mismo la lleve a término.

Monitor:
Viene el momento de la postración, signo de humildad y pequeñez del hombre
ante Dios. Mediante este gesto, el elegido pide la fuerza y la protección de
Dios Padre, para ejercer el Ministerio que hoy la Iglesia le confiere. Nosotros,
como partícipes de esta celebración, nos unimos en oración, cantando las
letanías de los Santos, pidiendo que Dios consagre, bendiga y santifique a este
hermano nuestro, elegido para el Orden del diaconado.

• SÚPLICA LITÁNICA
Mientras se entona la Súplica Litánica por ser día domingo la entonamos de pie.
Seguidamente, todos se levantan, el Arzobispo dejando la mitra, de pie, con las manos
juntas y de cara al pueblo, hace la invitación.
Oremos, hermanos, a Dios Padre Todopoderoso, para que derrame
generosamente sus dones sobre este elegido para el ministerio del diaconado.

Entonces el elegido se postra en tierra y se cantan las letanías


Los cantores comienzan las letanías
Señor, ten piedad Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad Señor, ten piedad
Santa María, Madre de Dios Ruega por nosotros

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Rito de Ordenación Diaconal
San Miguel Ruega por nosotros
Santos Ángeles de Dios Ruega por nosotros
San Juan Bautista Ruega por nosotros
San José Ruega por nosotros
Santos Pedro y Pablo Ruega por nosotros
San Andrés Ruega por nosotros
San Juan Ruega por nosotros
Santa María Magdalena Ruega por nosotros
San Esteban Ruega por nosotros
San Ignacio de Antioquía Ruega por nosotros
San Lorenzo Ruega por nosotros
Santas Perpetua y Felicidad Ruega por nosotros
Santa Inés Ruega por nosotros
San Gregorio Ruega por nosotros
San Agustín Ruega por nosotros
San Atanasio Ruega por nosotros
San Basilio Ruega por nosotros
San Martín Ruega por nosotros
San Benito Ruega por nosotros
Santos Francisco y Domingo Ruega por nosotros
Santo Tomás de Aquino Ruega por nosotros
San Buenaventura Ruega por nosotros
San Juan de la Cruz Ruega por nosotros
San Isidro Labrador Ruega por nosotros
San Francisco Javier Ruega por nosotros
San Juan Eudes Ruega por nosotros
San Juan María Vianney Ruega por nosotros
Santo Toribio de Mogrovejo Ruega por nosotros
San Martín de Porres Ruega por nosotros
San Juan Bosco Ruega por nosotros
San Antonio María Claret Ruega por nosotros
Santa Catalina de Sienna Ruega por nosotros
Santa Teresa de Ávila Ruega por nosotros
Santa Rosa de Lima Ruega por nosotros
Santa Teresa del Niño Jesús Ruega por nosotros
Beata María de San José Ruega por nosotros
Beata Candelaria de San José Ruega por nosotros
Beata Teresa de Calcuta Ruega por nosotros
Venerable Dr. José Gregorio Hernández Ruega por nosotros
Todos los Santos y Santas de Dios Ruega por nosotros
Muéstrate propicio líbranos Señor
De todo mal líbranos Señor
De todo pecado líbranos Señor

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA
De la muerte eterna líbranos Señor
Por tu encarnación líbranos Señor
Por tu muerte y resurrección líbranos Señor
Por la efusión del Espíritu Santo líbranos Señor
Nosotros que somos pecadores te rogamos óyenos
Para que gobiernes y conserves
a tu santa Iglesia te rogamos óyenos
Para que asistas al Papa y a todos
los miembros del clero en tu servicio
Santo te rogamos óyenos
Para que concedas paz y concordia
a todos los pueblos de la tierra te rogamos óyenos
Para que nos fortalezcas y asistas
en tu Servicio Santo te rogamos óyenos

Prosigue el Arzobispo:
Para que bendigas a este elegido te rogamos óyenos
Para que bendigas y santifiques a
este elegido te rogamos óyenos
Para que bendigas, santifiques y
consagres a este elegido te rogamos óyenos

Los cantores continúan:


Jesús, Hijo de Dios vivo te rogamos óyenos
Cristo, óyenos Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos Cristo, escúchanos

El Arzobispo en pie, y con las manos extendidas, dice:


Señor y Dios nuestro, escucha nuestras suplicas, confirma con tu gracia este
ministerio que realizamos y bendice a quien elegimos para tu servicio. Por
Jesucristo, nuestro Señor.

Todos:
Amén.

• IMPOSICIÓN DE MANOS Y PLEGARIA DE ORDENACIÓN.


Monitor:
La imposición de manos y la oración consecratoria son el centro de la Ordenación
diaconal. Con este gesto es invocado el Espíritu Santo en su plenitud, ya sea
para realizar una curación, transmitir una gracia, un carisma o consagrar a un
elegido para una función determinada.
Este gesto era utilizado por las primeras comunidades cristianas, especialmente
por los apóstoles; así, este poder se ha ido transmitiendo de generación en

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Rito de Ordenación Diaconal
generación.
El elegido se levanta; se acerca al Arzobispo, que está de pie delante de la sede, y se
arrodilla ante él. El Arzobispo le impone en silencio las manos sobre la cabeza.

Después de la imposición de manos del Arzobispo, Estando el elegido arrodillado ante él, el
Arzobispo, sin mitra, con las manos extendidas, dice la Plegaria de Ordenación:

P
adre celestial
Dios de poder y sabiduría,
de quien procede toda gracia,
que distribuyes las responsabilidades,
los oficios y los ministerios,
inmutable en ti mismo,
todo lo renuevas y ordenas,
por tu palabra, tu sabiduría y tu fuerza,
Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro;
Con tu providencia eterna,
todo lo tienes previsto
y concedes en cada momento lo que conviene.

T
ú haces crecer a la Iglesia, cuerpo de Cristo,
y, enriquecida con dones diversos,
hermosamente construida con miembros distintos
y unificada por la acción del Espíritu Santo
mediante admirable estructura,
la edificas como templo nuevo de tu gloria.

A
sí, estableciste, Señor,
que hubiera tres órdenes de ministros
para tu servicio,
del mismo modo que, en la antigua alianza,
habías elegido a los hijos de Leví
para que sirvieran al primer tabernáculo.

A
sí, también, en los comienzos de la Iglesia, Los apóstoles de tu Hijo,
movidos por el Espíritu Santo, eligieron siete hombres de buena fama,
como auxiliares suyos en el servicio cotidiano; mediante la oración
e imposición de manos, los dedicaron al servicio de los pobres, para poder
entregarse ellos, con mayor empeño, a la oración y a la predicación de la
palabra.

T
e pedimos, Señor,
que mires también con bondad
a éste, tu siervo,

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA
a quien consagramos para el Orden del diaconado
al servicio del altar.

ENVÍA SOBRE ÉL, SEÑOR,


EL ESPÍRITU SANTO,
PARA QUE, FORTALECIDO,
CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES,
DESEMPEÑE CON FIDELIDAD SU MINISTERIO.

D
errama sobre él en abundancia, las virtudes evangélicas: el amor
sincero, la solicitud por los enfermos y pobres, la autoridad discreta, la
pureza sin tacha, una vida siempre según el Espíritu; cumpla en todos
sus mandamientos, y que el ejemplo de su vida suscite la imitación del pueblo
santo.

Q
ue, sostenido por el testimonio de su buena conciencia, persevere
firme y constante en Cristo, de forma que, imitando en la tierra a tu
Hijo, que no vino a ser servido, sino a servir, merezca reinar con él en
el cielo.

P
or nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

• IMPOSICIÓN DE LA ESTOLA, DALMÁTICA.


Acabada la oración consecratoria el Arzobispo, con la mitra puesta se sienta. El ordenado
se pone de pie. Sus padrinos le colocan la estola según el modo diaconal y lo reviste con
la dalmática.

Monitor:
Desde este momento, Jesús Ramón Montilva Peñaloza es Diácono, por ello
recibe las insignias propias de este Orden. El diácono es ayudado a revestirse
por su padrino.

LA ESTOLA:
Es una banda larga y estrecha que cuelga del cuello, utilizada por los diáconos
en forma diagonal para la celebración de los sacramentos.

LA DALMÁTICA:
Vestidura que representa el reinado de Cristo, y que el diácono se coloca
sobre la estola para el ejercicio de su ministerio.

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Rito de Ordenación Diaconal

• ENTREGA DEL EVANGELIARIO

Monición:
A continuación el Sr. Arzobispo hace entrega del Libro de los Evangelios al
nuevo Diácono para la Proclamación de la Palabra de Dios, como signo del
ministerio que va a desempeñar.

El Ordenado, ya con sus vestiduras diaconales, se acerca al Arzobispo, se coloca de rodillas


y le es entregado el libro de los Evangelios, diciendo:
Recibe el Evangelio de Cristo,
del cual has sido constituido mensajero;
convierte en fe viva lo que lees,
y lo que has hecho fe viva enséñalo,
y cumple aquello que has enseñado.

• ABRAZO DE PAZ
Monitor:
Con el abrazo de la paz, el Arzobispo manifiesta su alegría al recibir a este
hermano nuestro al ministerio del diaconado el Clero también le manifiesta su
alegría y bienvenida.

Finalmente, el Arzobispo besa al ordenado, diciendo:


La paz contigo.

Diácono:
Y con tu espíritu.

LITURGIA EUCARÍSTICA.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

O
h Dios, que obras con poder en tus sacramentos, concédenos que
nuestro servicio sea digno de estos dones sagrados.
Padre santo, tu Hijo lavó los pies a sus discípulos para darnos ejemplo;
recibe los dones de nuestro servicio y concédenos que, al hacer de nuestras
vidas una oblación espiritual, a imitación de Cristo, con diligente entrega
sirvamos a los hombres.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

El pueblo responde:
Amén.

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PLEGARÍA EUCARÍSTICA

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu


V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario

E
n verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Que constituiste a tu único Hijo


Pontífice de la alianza nueva y eterna,
por la unción del Espíritu Santo,
y determinaste, en tu designio salvífico,
perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.

Él no sólo confiere el honor del sacerdocio real


a todo su pueblo santo,
sino también, con amor de hermano,
eliges a los hombres de este pueblo,
para que, por la imposición de manos,
participen de su sagrada misión.

Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención,


preparan a tus hijos el banquete pascual,
presiden a tu pueblo santo en el amor,
lo alimentan con tu palabra, y lo fortalecen con los sacramentos.

Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti


y por la salvación de los hermanos,
van configurándose con Cristo,
y han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor.

Por eso, nosotros, Señor,


con los ángeles y los santos, cantamos tu gloria diciendo:

El ministerio de canto entona:


Santo, Santo, Santo...

S
eñor, tú eres santo.
Tú eres siempre bueno con nosotros
y misericordioso con todos.

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Rito de Ordenación Diaconal
Te damos gracias, sobre todo, por tu Hijo Jesucristo.

Él quiso venir al mundo


porque los hombres se habían separado de ti
y no lograban entenderse.
Él nos abrió los ojos
para que veamos que todos somos hermanos
y que tú eres el Padre de todos.

Él nos reúne ahora en torno a esta mesa,


porque quiere que hagamos
lo mismo que él hizo en la Ultima Cena.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:


Padre bueno,
envía tu Espíritu para santificar este pan y este vino,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que sean
el Cuerpo + y la Sangre de tu Hijo Jesucristo.

Junta las manos.


En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como
lo requiere la naturaleza de éstas.
Porque Jesús, antes de morir por nosotros,
mientras estaba cenando por última vez con sus discípulos,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el pan, te dio gracias,
lo partió y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.
«Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por ustedes».
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora
haciendo genuflexión.

Después prosigue:
Del mismo modo,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz lleno de vino,
te dio gracias de nuevo
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA
«Tomen y beban todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por ustedes
y por muchos, para el perdón de los pecados».

«Hagan esto en conmemoración mía».


Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo
genuflexión.

Después el Celebrante, con las manos extendidas, dice:


Por eso, Padre Santo, estamos reunidos delante de ti
y recordamos llenos de alegría
todo lo que Jesús hizo para salvarnos.
En este santo sacrificio,
que él mismo entregó a la Iglesia,
celebramos su muerte y su resurrección.
Padre, que estás en el cielo,
te pedimos que nos recibas a nosotros
con tu Hijo querido.
Él aceptó libremente la muerte por nosotros,
pero tú lo resucitaste.
Por eso, llenos de alegría, te cantamos:
Todos aclaman:
Señor, tú eres bueno, te alabamos, te damos gracias.

El Celebrante, con las manos extendidas, prosigue:


Él vive ahora junto a ti
y está también con nosotros.
Todos aclaman:
Señor, tú eres bueno, te alabamos, te damos gracias.

El Celebrante, con las manos extendidas, prosigue:


Él vendrá lleno de gloria al fin del mundo
y en su reino no habrá ya pobreza ni dolor,
nadie estará triste, nadie tendrá que llorar.
Todos aclaman:
Señor, tú eres bueno, te alabamos, te damos gracias.

El Celebrante, con las manos extendidas, prosigue:

1ER CONCELEBRANTE:
Padre Santo, tú nos has llamado a esta mesa,
para que en la alegría del Espíritu Santo,

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Rito de Ordenación Diaconal
comamos el Cuerpo de tu Hijo.
Haz que este Pan de vida eterna
nos dé fuerza y nos ayude a servirte cada día mejor.
Acuérdate, Señor, del santo Padre el Papa Benedicto XVI,
de nuestro Obispo Baltazar su Obispo Auxiliar Luis Alfonso
(de mi hermano Baltazar Porras., Obispo de esta Iglesia de Mérida, de
mi, indigno siervo tuyo)
y de todos los Obispos.

2DO CONCELEBRANTE:
Acepta Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tu siervo y de toda tu familia
Santa, por este tu hijo Jesús Ramón Montilva Peñaloza que te has dignado
llamar al orden del diaconado, conserva en él la gracia que le has concedido,
para que, con tu ayuda, ejercite fielmente el ministerio que le has confiado.

3ER CONCELEBRANTE:
Ayuda a todos los que creemos en Cristo,
para que trabajemos por la paz del mundo
y sepamos comunicar a los demás nuestra alegría.

Acuérdate también de nuestros hermanos


(Mons. Miguel Antonio Salas, Mons. Marco Tulio Ramírez, Pbro. Juan
Alejo Rodríguez, Pbro. Efraím Fereira, Rvdo. Pedro Roger, Pbro. Giovanni
Chacón, Pbro. Deogracias Corredor, Clodomiro Antonio Torres Rojas,
Arcadio Márquez, María Imelda Roa, Miriam de Contreras, José Salas,
Giovanni Morros, Pablo Benítez, Nestor Jesús Mora Pabón).
que han muerto,
admítelos a contemplar la luz de tu rostro;
y concédenos que todos, un día,
junto con Cristo, con María, la Madre de Jesús,
y todos los santos,
vivamos contigo en el cielo para siempre.

Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

P
or Cristo, con Él y en Él,
a Ti, Dios Padre Omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y gloria por los siglos de los siglos.
Todos aclaman:
Amén.

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA

RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el Arzobispo, con las manos juntas. Dice:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo
que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

P
adre nuestro, que estás en el cielo,
Santificado sea tu Nombre;
Venga a nosotros tu reino;
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

D
anos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

El Arzobispo, con las manos extendidas, prosigue él solo:


Líbranos de todos los males. Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre. Señor.

Después el Arzobispo, con las manos extendidas, dice en voz alta:


Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“La paz os dejo, mi paz os doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
El Arzobispo, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.

El pueblo responde:
Y con tu espíritu.

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Rito de Ordenación Diaconal
Luego, el neodiácono añade:
Dense fraternalmente la paz.
Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz.
Mientras tanto se el ministerio de canto entona:
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

El Arzobispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y. sosteniéndolo un poco elevado


sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Este es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade:


Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

L
a victima eucarística que hemos ofrecido y recibido en comunión nos
vivifique, Señor, para que, unidos a ti, en caridad perpetua, demos
frutos que siempre permanezcan.
Concédenos, Señor, que, alimentados con el pan y el vino celestiales, seamos
fieles predicadores del evangelio, dispensadores de tus ministerios y, con
solicita caridad, guiemos a los hombres a la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

El pueblo responde:
Amén.

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor Jesús
Tú eres la Resurrección y la vida,
tú eres la salud y la paz,
tú eres el maestro compasivo,
tú eres en verdad la salvación.

Como Jairo te imploramos


¡pon tus manos sobre nosotros
para que en verdad vivamos!
Como la mujer enferma
de graves hemorragias,
nos acercamos a ti
en busca de salud y paz.

Y tú, Señor Jesús,


con inmensa ternura nos miras
y nos dices: “tu fe te ha salvado”;
con inmensa ternura nos tomas de la mano
y nos dices “Ponte en pie”;
con inmensa ternura nos repites cada día:
“¡No temas, basta que tengas fe!”

Ayúdanos, Señor, a creer en ti,


ayúdanos a ser generosos,
ayúdanos a vencer nuestro egoísmo,
comodidad e indiferencia.
Te lo pedimos a ti, Señor de la vida,
salud de nuestras enfermedades,
que vives y reinas,
inmortal y glorioso,
por los siglos de los siglos.
Amén,
Pbro. Cándido Contreras

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Rito de Ordenación Diaconal

BENDICIÓN FINAL
Después el Arzobispo bendice al neo-diácono y a la asamblea:
El Señor esté con ustedes.

Asamblea:
Y con tu espíritu

El Arzobispo prosigue:
Que Dios, que te ha llamado al servicio de los hombres en su Iglesia, te conceda
un gran celo apostólico hacia todos, especialmente hacia los pobres y afligidos.

El pueblo responde:
Amén.

Que Él, que te ha confiado la misión de predicar el Evangelio de Cristo, te


ayude a que, viviendo según su Palabra, seas testigo suyo sincero y convencido.

El pueblo responde:
Amén.

Que El, que te hizo dispensador de sus sacramentos, te conceda ser imitador
de su Hijo Jesucristo, para ser en el mundo ministro de la unidad y de la paz.

El pueblo responde:
Amén.

Y que a todos ustedes, que están aquí presentes, los bendiga Dios Todopoderoso,
Padre, + Hijo, + y Espíritu + Santo.

El pueblo responde:
Amén.

El Diacono hace la invocación final.


La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Podemos ir en paz.

El pueblo responde:
Demos gracias a Dios.

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DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA

“Y yo vivo ahora, o más bien no soy yo el que vivo:


sino que Cristo vive en mi. Así la vida que vivo en esta carne:
la vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amó
y se entregó a sí mismo a la muerte por mí”.
Gálatas 2, 20.

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Diseño Gráfico y Diagramación:
Gregori Emiro Lobo Maldonado

Levantamiento de Texto:
Comunidad del Seminario San Buenaventura de Mérida - Venezuela
DEL ACOLITO JESÚS RAMÓN MONTILVA PEÑALOZA

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