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-Te proponemos que trates de leerlos. Solo o con otros amigos o mayores.
-Intenten escribir solo o con ayuda una versión propia. Para ello, les
recomendamos:
-Piensen en todos los episodios del cuento que no pueden faltar y qué
cosas vas a cambiar o agregar para que se trate de una versión nueva. Si
pueden, anoten todo lo que pensaron en una hoja aparte.
-Escriban el cuento completo a partir de las ideas anotadas. Pueden
pedir ayuda y consultar el cuento original u otro que tengan a mano con el
mismo título. Intenten que la versión sea muy original e interesante para otro
lector.
-Revisen lo que escriben mientras escriben y al culminar la producción.
Ante dudas sobre la escritura de alguna palabra o frase, consulten en los
cuentos y a otras personas para que les ayuden.
-Relean todo el cuento para ver si están todos los episodios, si se
entiende, si no se repiten palabras innecesarias, si no se olvidaron de algo…
-Pasen en limpio y dibujen algún pasaje. Inclúyanlo pensando bien
dónde colocarlo.
-Al volver a la escuela, compartan la versión elaborada con los
compañeros.
1
Los tres cerditos
Cuento folclórico. Anónimo 1
En el corazón del bosque vivían tres cerditos que eran hermanos. El lobo
siempre andaba persiguiéndolos para comérselos. Para escapar del lobo, los
cerditos decidieron hacerse una casa. El pequeño la hizo de paja, para acabar
antes y poder irse a jugar.
-Ya verán lo que hace el lobo con sus casas -riñó a sus hermanos mientras
éstos se divertían en grande.
El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su casita de paja,
pero el lobo sopló y sopló y la casita de paja derrumbó.
Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del
hermano mayor.
Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas. El
lobo sopló y sopló, pero no pudo derribar la fuerte casa de ladrillos. Entonces
se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con
una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea.
Pero el cerdito mayor puso al fuego una olla con agua. El lobo comilón
descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y
se escaldó.
Escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque.
Se cuenta que nunca jamás quiso comer cerdito.
Ricitos de Oro
Cuento folclórico. Anónimo2
1
http://www.rinconcastellano.com/cuentos/ano_trescerditos.html
2
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/folclor/ricitos.htm
2
Una tarde se fue Ricitos de Oro al bosque y se puso a recoger flores. Cerca de
allí había una cabaña muy linda, y como Ricitos de Oro era una niña muy
curiosa, se acercó paso a paso hasta la puerta de la casita. Y empujó.
Encima de la mesa había tres tazones con leche y miel. Uno, grande; otro,
mediano; y otro, pequeñito. Ricitos de Oro tenía hambre y probó la leche del
tazón mayor. ¡Uf! ¡Está muy caliente!
Luego probó del tazón mediano. ¡Uf! ¡Está muy caliente! Después probó del
tazón pequeñito y le supo tan rica que se la tomó toda, toda.
Había también en la casita tres sillas azules: una silla era grande, otra silla era
mediana y otra silla era pequeñita. Ricitos de Oro fue a sentarse en la silla
grande, pero ésta era muy alta. Luego fue a sentarse en la silla mediana, pero
era muy ancha. Entonces se sentó en la silla pequeña, pero se dejó caer con
tanta fuerza que la rompió.
Entró en un cuarto que tenía tres camas. Una era grande; otra era mediana; y
otra, pequeñita.
Estando dormida Ricitos de Oro, llegaron los dueños de la casita, que era una
familia de Osos, y venían de dar su diario paseo por el bosque mientras se
enfriaba la leche.
Uno de los Osos era muy grande, y usaba sombrero, porque era el padre. Otro
era mediano y usaba cofia, porque era la madre. El otro era un Osito pequeño
y usaba gorrito: un gorrito pequeñín. El Oso grande gritó muy fuerte:
3
Los tres Osos se miraron unos a otros y no sabían qué pensar. Pero el Osito
pequeño lloraba tanto que su papá quiso distraerle. Para conseguirlo, le dijo
que no hiciera caso, porque ahora iban a sentarse en las tres sillitas de color
azul que tenían, una para cada uno.
Se despertó entonces la niña, y al ver a los tres Osos tan enfadados, se asustó
tanto que dio un brinco y salió de la cama.
Como estaba abierta una ventana de la casita, saltó por ella Ricitos de Oro, y
corrió sin parar por el bosque hasta que encontró el camino de su casa.
La habichuela mágica
Cuento folclórico. Anónimo3
3
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/folclor/habichue.htm
4
Periquín vivía con su madre, que era viuda, en una cabaña del bosque. Como
con el tiempo fue empeorando la situación familiar, la madre determinó
mandar a Periquín a la ciudad, para que allí intentase vender la única vaca
que poseían. El niño se puso en camino, llevando atado con una cuerda al
animal, y se encontró con un hombre que llevaba un saquito de habichuelas.
Cuando se levantó Periquín al día siguiente, fue grande su sorpresa al ver que
las habichuelas habían crecido tanto durante la noche, que las ramas se
perdían de vista. Se puso Periquín a trepar por la planta, y sube que sube,
llegó a un país desconocido. Entró en un castillo y vio a un malvado gigante
que tenía una gallina que ponía un huevo de oro cada vez que él se lo
mandaba. Esperó el niño a que el gigante se durmiera, y tomando la gallina,
escapó con ella. Llegó a las ramas de las habichuelas, y descolgándose, tocó el
suelo y entró en la cabaña.
La madre se puso muy contenta. Y así fueron vendiendo los huevos de oro, y
con su producto vivieron tranquilos mucho tiempo, hasta que la gallina se
murió y Periquín tuvo que trepar por la planta otra vez, dirigiéndose al
castillo del gigante. Se escondió tras una cortina y pudo observar cómo el
dueño del castillo iba contando monedas de oro que sacaba de un bolsón de
cuero.
Se trepó Periquín por tercera vez a las ramas de la planta, y fue escalándolas
hasta llegar a la cima. Entonces vio al ogro guardar en un cajón una cajita que,
cada vez que se levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro. Cuando el
gigante salió de la estancia, tomó el niño la cajita prodigiosa y se la guardó.
Desde su escondite vio Periquín que el gigante se tumbaba en un sofá, y un
arpa, ¡oh maravilla!, tocaba sola una delicada música, sin que mano alguna
pulsara sus cuerdas. El gigante, mientras escuchaba aquella melodía, fue
cayendo en el sueño poco a poco.
Apenas le vio así, Periquín tomó el arpa y echó a correr. Pero el arpa estaba
encantada y, al ser tomada por Periquín, empezó a gritar:
5
-Eh, señor amo, despierte usted, ¡que me roban!
No había tiempo que perder, y así que gritó Periquín a su madre, que estaba
en casa preparando la comida: