You are on page 1of 2

Ataques de Pánico y Ansiedad: ¿Por que se dan?

Tal vez lo has vivido. Sin una razón aparente, comienzas a sentir que se acelera tu corazón, te
sudan las manos, sientes hormigueos en el cuerpo, y sientes un sudor frío que te convence de
que te está pasando algo muy grave. Corres al médico y después de estudios y una revisión
exhaustiva, te dicen: “es ansiedad”, y te mandan a tu casa. ¿Cómo puede ser que sea
simplemente ansiedad? ¿Y qué es lo que realmente te acaba de ocurrir?

Cuando nuestro cerebro percibe un peligro, automáticamente dispara una respuesta de alarma
conocida como de “huir o pelear”. Lo que hace es preparar al organismo para huir de la amenaza
o si esto no es posible, para pelear y salvar nuestra vida.

La función de alarma produce un aumento de actividad de diversas funciones corporales como


aumento en la presión arterial, intensificación del metabolismo celular, incremento de glucosa en
la sangre, aumento en la coagulación sanguínea e incluso un aumento en la actividad mental. De
igual manera la sangre se va a los músculos mayores, principalmente a las piernas, para tener
suficiente energía para escapar si es necesario. El corazón comienza a trabajar a una velocidad
muy por encima de lo habitual, llevando rápidamente hormonas como la adrenalina a todo el
cuerpo y a los músculos. El sistema inmunológico se detiene, así como todas las funciones no
esenciales en el cuerpo, para prepararlo para lo que venga: la huida o la pelea.

En algunas personas esta alarma se activa sin ninguna razón aparente. Cuando esto sucede, se
da lo que se conoce como un ataque de pánico o ataque de ansiedad. Los ataques de pánico
disparan la alarma, la persona comienza a sentir todas las reacciones fisiológicas primitivas de
huir o pelear, e inmediatamente vienen a la mente imágenes catastróficas. Cuando esto sucede,
la persona percibe una confirmación de que sus síntomas iniciales eran de hecho indicadores de
un peligro serio. Una sensación de peligro extremo invade a la persona, con lo cual el sistema de
alarma vuelve a reaccionar desencadenando la respuesta de miedo, volviéndose así un círculo
vicioso que paraliza a la persona.

El círculo vicioso tiene esta secuencia:

1. Algo detona el sistema de alarma en nuestro cerebro. Puede ser un factor externo o interno.
Generalmente no estamos conscientes de este detonador, y no nos percatamos de todo lo que
está sucediendo en nuestro organismo sino hasta momentos después.

2. Al detonarse el sistema de alarma, comienzan a darse los cambios físicos en nuestro cuerpo,
preparándose para “huir o pelear”. Estos cambios son el aumento de adrenalina, aumento en la
frecuencia cardiaca, aumento de la temperatura corporal, la sangre se va a los músculos de
brazos y piernas lo que puede causar una sensación de hormigueo, etc. Recordemos que hasta
este punto, todo está sucediendo de manera automática, y no nos hemos percatado de ello.

3. En este punto es donde percibimos por primera vez algo raro en nosotros. Comenzamos a
darnos cuenta de que el corazón late más rápido, sudamos, hay cierto nerviosismo, y estas
sensaciones hacen que pongamos toda nuestra atención a lo que nos está pasando y lo que
estamos sintiendo. Ponemos toda nuestra atención en el miedo, en las sensaciones del cuerpo y
entonces es cuando pasamos al punto 4.
4. Al percibir todo esto, comenzamos a interpretarlo. El problema es que lo interpretamos con
pensamientos catastróficos como “me está dando un infarto”, “me voy a morir”, “me voy a
desmayar”, “nadie me va a ayudar”, “este es el fin”, etc… Al tener este tipo de pensamientos, es
prácticamente inevitable que se de el paso No. 5.

5. Pánico. Antes, cuando se disparó la alarma, el organismo se preparó ante una supuesta
amenaza, y si, existe un cierto grado de miedo que es normal y necesario para la “pelea”. Pero
en este punto ya entramos a lo que es el pánico, donde ya perdemos el control de nosotros
mismos, de nuestras decisiones y de nuestro actuar. Este pánico se convierte entonces en un
nuevo detonador, por lo que aumentan las palpitaciones, aumenta la sudoración, aumenta el
hormigueo, probablemente aparecen incluso otras sensaciones físicas como mareo o debilidad
en las piernas. Nos percatamos de esto y confirmamos nuestros pensamientos catastróficos, con
lo que aumenta el pánico y así se convierte en un círculo vicioso en el que el mismo miedo es el
que genera más miedo.

Lo más importante a tener en cuenta es que aunque no se sabe exactamente cual fue el
detonador inicial que desencadenó la respuesta, lo cierto es que el peligro que nuestro cerebro
está “percibiendo” no es real. Es decir no existe realmente una amenaza ahí afuera, y en
realidad estamos a salvo. Nadie se ha muerto nunca de un ataque de pánico, aunque si pueden
ser muy intensos y desagradables. Pero es muy importante estar consciente de lo que nos está
pasando, para que cuando se presente, podamos estar tranquilos de que no nos está dando un
infarto, sino saber que solamente es un ataque de ansiedad, y dejar que pase.

Si quieres más información sobre el tema de la ansiedad y ataques de pánico, te invitamos a


visitar: http://www.viam.com.mx/autoayuda/eliminar-la-ansiedad.htm

Este artículo fue escrito por VIAM Psicología


www.viam.com.mx

You might also like