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Pero una de las aceitunas fue creciendo y engordando ms que el resto de sus compaeras del olivo.

Vindose ella de ese tamao empez a sentirse mejor que las dems.

Mirndo a las de su alrededor les deca: - Vis que brillo ms especial tiene mi piel. Se ve que debe ser de mejor calidad que la vuestra. - Sin miedo a equivocarme, seguro que soy la aceituna ms lustrosa de todo el olivar.

Da tras da presuma diciendo: - Vereis cmo dejar asombrados a los aceituneros, cuando vengan a recogernos para llevarnos a la almazara. - Mi aceite segursimo que ser para alimentar a reyes y principes. Y as continuaba engordando su vanidad, tanto o ms que su rollizo cuerpo.

Un pjaro que pasaba por encima del olivo, con los rayos del sol, vi brillar de una forma especial una aceituna que sobresala de todas las dems, y sin pensarlo dos veces se lanz a por ella, picotendola hasta dejarla en el mismsimo hueso.

La aceituna destrozados sus sueos

de grandeza vi, por culpa de un pjaro que, "de su brillo y hermosura", su barriga llen.

MORALEJA

LA ACEITUNA PRESUMIDA

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era, de todos ellos, el ms cargado de aceitunas. No era el ms grande, ni tampoco el ms pequeo, pero s de Andaluca un olivo que del resto de los rboles destacaba. Haba una vez en un olivar

tiempo, el agua y la luz del sol fueron creciendo y madurando. Las aceitunas con el paso del

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