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Universidad Alberto Hurtado

Departamento de Filosofía.

Ensayo Teeteto.

Hugo Sir.
Filosofía Antigua.
Profesor: Eduardo Molina.
Ayudantes: Gonzalo Correa y Nicolás Irarrázaval.
Quisiera desarrollar aquí una pequeña problematización, que surge de la lectura de este
diálogo platónico, el Teeteto. Hay que aclarar que la paradoja que surge, es pertinente para este
diálogo, y para aquellas reflexiones que no conlleven la doctrina de las Ideas o Formas de Platón,
pues introduciendo aquello, se resuelve de algún modo el objeto del verdadero saber. La pregunta
en cambio, que surge a partir de este diálogo que versa sobre el saber y que nunca define qué es el
saber, es ¿cómo Sócrates asegura que no sabe, si no sabe lo que es saber? Esto es de un interés
bastante importante, por cuanto el método de Sócrates se define a sí mismo (justamente en este
diálogo), basándose en la en “esterilidad” de él en cuanto a sabiduría y la mayéutica socrática es
básicamente un ejercicio de hacer parir el conocimiento en otra persona. Es decir, que lo que le da
la particularidad al método de Sócrates y lo que, probablemente, define un modo de hacer filosofía,
es su profesión de ignorancia. Ahora bien, a través de las diversas refutaciones da las definiciones
de saber que da Teeteto, intentaré mostrar como esto que aparece como paradoja podría ser
precisamente una tarea asignada por Platón a la filosofía.

Habría que comenzar por presentar aunque sea de forma somera, lo que Sócrates entiende
por mayéutica, y qué mejor que hacerlo en sus propias palabras:
mi arte de hacer parir (maieúsis) tiene (...), lo que tiene el de ellas [las parteras], pero se diferencia en que hace
parir a los varones (...), no a las mujeres y en que examina las almas de los que dan a luz, no sus cuerpos. Lo
más importante de mi arte es que es capaz de poner a prueba, por cualquier medio, si la mente del joven
engendra una imagen y una falsedad, o algo fecundo y verdadero. 1

Hay varias cosas interesantes al respecto de esta presentación de esta “arte”: 1) Sócrates no
introduce conocimiento en quien lo escucha, sino que extrae , de ahí que se entienda en todo su
sentido la inversión de ser él quien haga las preguntas y no quien las responda como un maestro
habitual.2 2) El conocimiento, es tal sí y sólo sí, es algo “fecundo y verdadero”, por tanto nada que
pueda ser falso es saber. 3) Por último es interesante rescatar que Sócrates, que se encuentra
examinando en este diálogo qué es el saber, señala que el es “estéril en sabiduría” y que “el dios me
obliga a hacer parir (...), pero a mí me impide engendrar.”3 En este punto es donde hay algunos
problemas paradójicos: Primero para saber que no se sabe habría que saber qué es saber; Segundo,
la mayéutica como cualquier arte (tekhne),conlleva algún grado de conocimiento, lo que es
reconocido por el mismo Sócrates durante el diálogo; Tercero, a pesar de no saber lo que es saber (o
conocimiento, episteme), se dice ya que es verdadero, quizás es un resabio de algún pensamiento
anterior, presente en la cultura, si estiramos las tesis vistas con Cornford.

1 Platón, Teeteto, Traducido por Marcelo Boeri, Buenos Aires, Ed. Losada, 2006, p. 83 (150b-c).
2 Ver: http://www.academiasocrates.com/socrates/mayeutica.php. Visitada el 24 de Junio a las 22.00 hrs.
3 Platón, Op. cit., p. 83 (150c-d).
Iré refiriéndome de modo general a las distintas refutaciones de la definición de saber dadas
por Teeteto, para que podamos dilucidar la manera en que esto puede darnos pistas para comprender
de mejor forma lo que hasta ahora se nos aparece como paradoja.
La primera definición que entrega Teeteto de saber, es sensación (aísthesis), que de
inmediato Sócrates la liga con la teoría del homo mensura, es decir “cada uno de nosotros medida
de lo que es y de lo que no es” 4, y luego con la teoría del flujo permanente heraclítea, pero más que
detenerme en todas las aristas que conlleva esta definición, quisiera ir directamente a la refutación
final de esta consideración del saber. Básicamente, a la refutación que viene luego de la
“autodefensa” de Protágoras, y a la que posteriormente se realiza a la tesis sensista en general.
Primero, en cuanto a Protágoras esencialmente la refutación se refiere, a que en el mundo existen
personas más autorizadas para referirse a los asuntos de un arte en particular, de esta manera quiere
decir que no cualquier hombre es medida de todas las cosas, puesto que existen saberes
determinados para disciplinas también determinadas, dice Sócrates:
cuando un lego cree que va a contraer fiebre y que va a tener una temperatura determinada, en tanto que otra
persona, un médico, cree lo contrario ¿de acuerdo con la opinión de cuál de los dos hemos de afirmar que va a
ocurrir el futuro?5

La respuesta es simple, confiamos en lo que el médico dice, así con diversas artes, por lo que
es lícito conceder que existen sabios para determinadas disciplinas, por esto no se puede sostener
que todos nosotros seamos la medida de las cosas que son y no son.
Por otro lado, la refutación definitiva a la tesis sensista, se basa principalmente en que
ninguno de los sentidos por lo que se capta las cosas sensibles, lo propio de la aísthesis, es capaz de
captar el “ser” de algo, es decir si “es o no es”, en otras palabras, lo común, lo propio que hace decir
de algo que es ese algo.6 Esto, en cambio, es captado por el alma, por una actividad racional, que es
la única forma en que se puede discernir el ser de algo. Así Sócrates dirá: “Por lo tanto, el saber no
reside en los estados afectivos, sino en la evaluación racional que hagamos de ellos (...). Es posible
captar el ser y la verdad en este dominio, pero en aquél es imposible.”7 Es decir, el saber no reside
en los sentidos, en los que podemos percibir por éstos, pues no tienen acceso al ser y a la verdad por
esto saber nunca será lo mismo que sensación.8 Aquí tenemos una primera gran definición por
negación, que es necesario aislar puesto que la retomaremos hacia el final del ensayo, el saber,
aparte de ser necesariamente verdadero, es tal sí y sólo sí, siendo una actividad racional, es decir,
una actividad que involucra el alma para los griegos, y en un lenguaje más actual diríamos que

4 Ibíd. p., 134 (166d). Esta parte es la “autodefensa” de Protágoras en boca de Sócrates.
5 Ibíd. p., 163.
6 De hecho, en el comienzo del diálogo Sócrates ya hace hincapié en esto, al decirle a Teeteto, que lo que pide es una
definición del saber y no las muchas (que son, en definitiva, ejemplos) que da Teeteto en un comienzo. (146c-d)
7 Platón, Op. Cit. pp., 184-85 (186d).
8 Ibíd. p., 186 (186e).
conlleva la utilización de la razón. Vale la pena recordar, que la sola mención de “evaluación” hace
alusión a las cualidades reconocidas a la razón, a saber: posibilidad de clasificar, diferenciar,
deducir, aplicar lógica, etc.

Pasemos, ahora, a la siguiente definición entregada por Teeteto, como definición de saber.
Luego de una larga disgresión sobre la posibilidad de la opinión falsa, en la que no no será posible
detenernos, Teeteto vuelve a insistir en la definición antes dada, diciendo: “Que el saber es opinión
verdadera; opinar la verdad al menos se encuentra libre de error (anamárteton), y todo lo que ocurre
como consecuencia de esos se vuelve noble y bueno.”9 En consideración con lo que habíamos dicho
anteriormente, esta nueva definición cumple con lo que pudimos extraer por negación de la primera
refutación, es decir, la opinión como actividad propia del alma, supera lo que se puede percibir
solamente por lo sentidos, se acerca a decir algo sobre lo común, sin llegar a aprehender, eso si, lo
que hace de algo ese algo y, además, si le agregamos que es una opinión “verdadera”, cumplimos
con lo que habíamos dicho en un comienzo, esto es, que el saber es esencialmente algo verdadero.
Sin embargo, la refutación será esclarecedora en la diferenciación entre opinión verdadera y saber,
utilizando un ejemplo clarísimo: A los jueces se les puede convencer de opinar sobre asuntos que
solamente podrían saber si lo hubieran visto (como un robo), por lo que “cuando deciden sobre esos
asuntos de oídas y adquieren una opinión verdadera, tomaron su decisión sin un saber, aun cuando
hayan sido persuadidos correctamente.”10 Se reafirma aquí que para definir saber, no basta con que
sea verdadero, sino que la actividad racional se relaciona también con llegar a saber qué es lo que
hace de ese algo, ese algo. Esto es, precisamente, lo que discutirá la tercera definición que se da de
saber, como “opinión verdadera acompañada de una explicación (logos).”
Hay que establecer que se discute también cómo se entenderá “explicación”, Sócrates señala
que hay al menos tres formas de entenderlo. Las dos primeras se rechazan de manera más o menos
fácil, pues puede darse una “explicación” en esos sentidos sin que conlleve saber, estos dos sentidos
rechazados, en palabras de Teeteto: “el primero era como una imagen del pensamiento que se da en
la voz; el segundo (...) el recorrido [de pasar] a través del elemento y dirigirse hacia el todo.” 11 El
tercer sentido es el que más se acerca a la exigencia antes planteada, esto es: “poder mencionar una
seña por lo cual se preguntó se diferencia de todo.”12 Esto es otra capacidad propia de una actividad
racional, que se acerca más a la pregunta por el “qué es”, es decir, diferenciar algo de todo, por lo
que es propio de ello. Sin embargo, el principal problema de esta definición es que nos encierra en
un círculo, pues conocer la diferencia implica justamente un saber, y por tanto, la definición de

9 Ibíd., p. 222 (200e).


10 Ibíd., p. 223 (201c).
11 Ibíd., p. 242 (208c).
12 Ibíd., p. 243 (208c).
saber queda sin respuesta:
Si nosotros estamos investigando el saber, también resulta completamente tonto sostener que es una opinión
correcta acompañada de saber, sea que se trate del [saber] de la diferencia o de cualquier otra cosa (...), el saber
no será sensación, ni opinión verdadera, ni una explicación acompañada de opinión verdadera.13

Así, la pregunta sobre qué es el saber, no es respondida, puesto que la última definición
remite nuevamente al saber, y no se puede responder de forma lógica, que saber es una opinión
verdadera acompañada de saber, la dificultad especial de la definición de saber parece ser que
justamente lo que se exige para dar una definición es el saber: saber sobre el saber, en este caso.
Pero hay algo fundamental en esta nueva refutación, que es que se invita a Teeteto a volver
nuevamente al siguiente día, para seguir analizando el asunto, es decir queda como inagotable, no se
puede encerrar el saber en una definición, puesto que cualquier definición exige el mismo saber, así
podemos valederamente preguntar, si acaso ¿es probable que el saber sea más bien una actividad y
no algo definible en sí mismo?

La argumentación se mueve en un análisis muy interesante que va desde una clase de


“antiesencialismo” del saber. Ahí donde éste es propio de cada persona que conoce y, por tanto,
siempre verdadero no puede haber nada que permanece, precisamente es lo que se le critica. Esta
reflexión se abandona para acercarse a algo totalmente diferente, cuando se analiza la “opinión
verdadera acompañada de logos”, la única formulación de logos, que merece un trato más extendido
es la que más parece decir algo sobre lo inmutable, lo esencial. El gran pero, es que esta definición
sólo parece decirlo, puesto que se cae en la cuenta que si decimos que hay conocer la diferencia de
un algo respecto del todo, reintroducimos el saber en la definición de éste.

Acá deseo arriesgarme en algunas intuiciones que surgen en la lectura, que puede que no
resuelvan la paradoja, pero que le den al menos otra perspectiva. Es sabido por varios lectores de
Platón, que gran parte de las veces no se llega a dilucidar el “qué es”, que es la base del
cuestionamiento socrático, pero de todas formas no se desiste. Este diálogo es particularmente
ilustrativo, por la invitación que le hace a Teeteto y por el tema que trata, que es el mismo saber.
Se llega a decir que el saber debe ser siempre verdadero, es una actividad del alma, no de los
sentidos y tiene que apuntar hacia lo común, lo esencial (que no están tan diferenciados en el
diálogo, como en reflexiones posteriores), pero justamente este requisito, esta tarea del saber, lo
remite de nuevo a él mismo. ¿Qué puede significar esto? Quiero decir que parece ser que el saber,
no es agotable en una definición, porque es más bien una práctica, quizás es el objeto de una
práctica. No es posible definirlo, porque no es algo que se tiene, sino que es algo que se practica,

13 Ibíd., p. 246 (210a-b).


quizás se pueda entender mucho mejor la ligadura en la filosofía platónica entre teoría, ética, moral
y política. La búsqueda del saber como algo verdadero, puede ser entendido, entonces, como una
práctica, de ahí que no sea desalentador llegar a una no-definición de éste, aun cuando sea a lo que
me dedico. El problema sería renunciar de antemano al saber, la intuición es que no es satisfactoria
ninguna definición si no apunta a eso, y se puede refutar cualquier definición que no apunte al qué,
como falsa o incorrecta lógicamente, sólo si se pudiera definir algo en lo que es propio de sí,
podríamos darnos por satisfecho, de otra manera la indagación debe continuar. Saber se transforma
entonces en una práctica inagotable. No importa si no llegamos a la definición, lo único correcto
para hacer es seguir en esta búsqueda, no renunciar. Podemos entender de una mejor forma lo que
dice Sócrates en la Apología:
Y si os digo, por otra parte, que es el mayor de los bienes para un hombre discurrir todos los días acerca de la
virtud o de otros temas de los que me oís hablar frecuentemente (...) y si agrego a eso que una vida sin examen
no merece ser vivida, me será todavía más difícil convenceros de todo esto.14

Es dicho explícitamente, el mayor bien para un hombre no es la misma virtud, sino discurrir
sobre la virtud y otros temas, que es justamente lo que nos estábamos acercando a decir sobre esto
que no se deja aprehender como un concepto y que se acerca más a una práctica. De ahí que
Sócrates pueda decir que “sabe que no sabe”, puesto que no sería una contradicción si entendemos
que aunque no sepa lo que esa saber, esto se entenderá como una práctica y que define entonces la
tarea de la filosofía, la búsqueda continua, incesante, basada en una intuición inherente al
pensamiento humano, al menos desde aquella Grecia, que hay algo más, que hay una explicación
aprehensible. La tarea dada a la filosofía es la búsqueda sin fatiga, tarea eterna quizás, pero por eso
mismo cuanto más valiosa. Entonces, si el saber es una práctica (que quizás no tiene una palabra
adecuada en nuestro idioma), la condición es que necesitamos conocer algo más, interrogarnos por
el qué, por lo que no es visible a los ojos y que no se sabe de antemano. Quizás esto también podría
entenderse como que el objetivo del saber es el saber, de ahí quizás la necesidad de denominar de
otro modo al saber como práctica, es entonces comprensible que esta práctica es justamente de la
que se ocupa la filosofía.

14 Platón, Apología, 38b. Citado en Giannini H., Esbozo para una historia de la filosofía, Vera y Giannini, 1981,
Santiago Chile, p. 33.
 Bibliografía:

− Platón, Teeteto, Traducido por Marcelo Boeri, Buenos Aires, Ed. Losada, 2006.
− Giannini H., Esbozo para una historia de la filosofía, Vera y Giannini, 1981, Santiago,
Chile.
− http://www.academiasocrates.com .

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