Professional Documents
Culture Documents
Diana González
Nuevas Tendencias, nº 54. Abril 2004
Instituto Empresa y Humanismo. Universidad de Navarra
Las personas nos configuramos desde nuestro nacimiento como seres sociales. Ya
en la infancia necesitamos de una familia que nos acoja y nos eduque. Más adelante nos
conocemos con amigos, compañeros o profesores; y con el tiempo las relaciones
laborales se convierten en un ámbito sumamente importante para el crecimiento
personal y social de los individuos. La comunicación se convierte en la capacidad
decisiva para comprender estas realidades humanas: el ser humano debe comunicar para
vivir en sociedad teniendo en cuenta que viviendo en sociedad ya comunica.
Teniendo en cuenta que la comunicación puede ser verbal o no (esta última puede
llegar a decir más que la primera), para que las relaciones humanas sean satisfactorias
las personas que interactúan han de sentirse motivadas, cómodas y en cierta manera
queridas. Por supuesto, si uno no se ama a sí mismo, no puede amar a los demás, lo que
deja intuir que para conseguir una “armonía integral” en la empresa, ésta ha de
producirse primero en cada individuo que la compone (porque las relaciones humanas
no son como las matemáticas: el total no es igual a la suma de sus partes).
Esta importancia queda enmarcada en la lógica del marketing presente en todas las
instituciones. El marketing considera que detrás de cada cliente existe un ser humano
por lo que indaga en las formas de llegar a satisfacer su componente personal. Así, es
cuanto menos coherente, pensar que si los que van a ofrecer esa satisfacción no están, a
su vez, satisfechos, la tarea será infructuosa. Para ello el marketing social parece una
buena opción de encaminar a la compañía, puesto que considera que detrás de cada
acción empresarial se ha de buscar el bienestar social. Por otro lado, en la sociedad del
conocimiento la intracomunicación cobra mayor relevancia puesto que puede mejorar el
nivel de la empresa transmitiendo y compartiendo el conocimiento de unos a otros.
Además, en el gran movimiento de la globalización se hace necesario compartir la
máxima información posible.
Aunque la comunicación interna la considero inherente a la creación de las
corporaciones existen causas concretas que llevan a preocuparse por ella. El aumento de
la presión sindical hizo que las empresas le dieran mayor importancia a la fluidez de la
comunicación descendente. El crecimiento de la formación intelectual de los
trabajadores y la necesidad de invertir en RRHH, como el capital más importante de la
empresa, llevó al incremento de la motivación laboral que ayudó a una mejora de las
relaciones intraempresariales. Así mismo, la orientación marketingniana hacia el cliente
y hacia una mayor valoración de lo intangibles amplía la preocupación por lo inmaterial
del mundo del trabajador: su formación emocional, empatía, capacidad de transmitir
información… Además, la mayor concienciación de que el trabajo no es sólo una
actividad económica y técnica, sino una tarea humana y de realización personal, apoya
imprescindiblemente al surgimiento de los departamentos de intracomunicación.
Pero… ¿quién debe ser el iniciador de las relaciones internas? A pesar de que la
figura del ‘corresponsal interno’ comienza a emerger dentro de las compañías, en la
mayor parte de las organizaciones son los directivos quienes han de dar el primer paso:
ante el que llega, el empleado, el que ya está, el directivo, ha de dar la bienvenida y el
apoyo que el recién llegado necesite. Esto se deriva de la definición laboral del directivo
que no es un derecho sino una función, “debe obtener la adhesión de hombres libres a
un objetivo común respondiendo a la vez a sus aspiraciones personales”. Esto entronca
con la tendencia hacia un nuevo concepto de directivo más abierto, receptivo y por
supuesto motivador. En el fondo es el líder de un grupo, pero el líder sin grupo, deja de
serlo. Así, el funcionamiento seguro de un equipo revierte positivamente tanto en quien
lo dirige como en quien lo compone; tanto en bienestar profesional, como personal.
Por otro lado, las Intranets cobran relevancia en el mundo empresarial. Son redes
de Internet con funcionamiento interno para directivos y empleados de la compañía
(aunque en ocasiones se extiende a las redes de creación de valor: proveedores e
intermediarios). Son muy seguras y permiten una difusión de mensajes rápida,
simultánea y completa, puesto que permite introducir información audiovisual. El
mayor inconveniente es que es un tipo de intracomunicación restringida a trabajos de
oficina o que requieran de ordenador, sino se vería limitada a la elite directiva. En los
casos en que podría funcionar se convierten en fuente de motivación laboral y eficacia
empresarial: hace partícipes a los trabajadores, organiza la información, disminuye el
tiempo de acceso a ésta, ahorra en costes de gestión, agiliza la administración, permite
la evaluación del trabajo y el almacenamiento de conocimiento. Por el contrario,
requiere una constante actualización que, hasta el momento, es muy baja. También
puede recurrirse a las Web corporativas, que amplían el público a los consumidores,
aunque según un estudio de Fortune 25 son los empleados los que más las visitan.
El uso de estos métodos debe responder a una diseñada táctica que tenga como
objetivo captar la atención, suscitar su interés y generar la acción que les lleve al
conocimiento del mensaje.
Con todo, sólo cabe recalcar que la comunicación personal es el elemento clave de
la vida empresarial, y la esencia del crecimiento personal y social, ¿no merece la pena
cuidarla?
Del Pozo Lite, Marisa. Gestión de la comunicación interna en las organizaciones.
Casos de empresa. EUNSA. Pamplona, 2000.