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ÁRBOLES MORADOS.

Nancy Reyes

Fue por el momento en que comencé a ver árboles morados,

cuando en mitad de la noche la tranquilidad salió huyendo por la

ventana y el insomnio apareció acompañado de la ira, fue justo en el

momento en que mi cabeza era demasiado grande para mi cuello, y mi

cuello estaba demasiado rígido que pesaba en mis hombros.

Entonces descubrí la inutilidad de las palabras en un mundo en el

que impera el ruido, en el que no existe compañerismo y cuyo futuro se

tambalea cada instante. Fue cuando comencé a escribir a pesar de mi

misma, tratando de encontrar sentido en el sinsentido, mientras

confeccionaba diálogos para personas que jamás las oirían, por mi

entorpecida lengua que se asocia con mi memoria y juntas me roban

mis ideas.

Intentando levantarme, para caer de nuevo, pero esta vez

asegurándome de traer a alguien conmigo, para que perdido me

encuentre y me describa como soy por fuera, porque no miro, hace

tiempo que los espejos se volvieron opacos, y mi mirada se nubla ante

otros ojos, hace tiempo que sólo miro mis brazos, y de vez en cuando

mis pies que se asoman.

Pero fue hasta que vi arboles morados que me di cuenta que

estaba mal mi persona. Es difícil saberse perdido e intentar encontrarse

en el instante, y es mucho más difícil cuando se ha perdido la imagen

del objeto buscado.


Fue cuando vi esos árboles morados uno detrás del otro, con sus

hojas meciéndose con el paso del viento, que me di cuenta, que hace

tanto tiempo empecé a buscarme que incluso hasta las estaciones se

modificaron, creando nuevos colores.

El mundo cambiando y girando, ajeno a todo y yo escribiendo

entre árboles morados, deteniendo mi mirada en el suelo, y

repentinamente sin razón aparente dejo mis pensamientos a un lado y

comienzo la tarea de cavar con mis uñas, intentando llegar al centro de

mis ilusiones para obligar al mundo que se detenga conmigo.

Me he perdido de nuevo, ya no hay nada conocido que me ayude,

si alguien alguna vez lo intento hoy se ha dormido, mientras yo sigo

escarbando con la esperanza de encontrar el motor que detenga la

rueda o quizá al ladrón que robo mi destino.

A lo lejos escucho gente que ríe, llora y platica, para los que soy

invisible porque me he enterrado, entre los muchos comentarios uno

capta mi atención, “está loca por qué no quiere ser ella misma”, lo ha

dicho una niña que no conoce la sabiduría de sus palabras, yo no sé

cómo ser yo misma, y mucho menos creo tener la autenticidad y libertad

para negarme a continuar siendo lo mismo.

Mis pensamientos se alejan dejándome dentro del propio abismo

que he creado con mis uñas, es demasiado tarde para pedir auxilio, y sin

embargo no estoy sola, siempre vienen las lágrimas, quienes

acongojadas me acompañan; mientras pienso en detener la búsqueda,


dejar de intentar, salir de mi pequeña guarida, que apenas cubre mi

cabeza, tal vez alguien me extrañe y comience a buscarme, y tal vez ese

alguien sea “mi yo perdido”, al quedarme quieta oyendo el susurro de

mis lágrimas, recordándome que no estoy sola, la soledad me acompaña

a donde quiera que vaya, recordándome que la vida está hecha de

malas rachas interminables, de escritos que se inician en la mitad de la

noche, sin pluma ni lápiz, solo un diminuto cordel une palabra por

palabra, un susurro que se pierde en el viento, y se lleva lo que pienso, y

dentro de mí, espero que lleguen muy lejos, y alguien me escuche,

quizá en otro lugar, haya alguien viendo arboles morados.

En la oscuridad de la noche, perdida entre tierra húmeda, aún

tengo la esperanza de encontrar mi alma gemela entre larvas y

lombrices, tal vez si escogiera una y la cuidara lo suficiente, estame

sorprendería confesándome que es mi alma gemela que estaba perdida,

y que yo la he ayudado a encontrarse, y para agradecerme me ayudaría

a encontrarme.

Después regreso de mis pensamientos y veo esa cosa babosa que

mientras pensaba, he hecho explotar al apretarla en mis manos, creo

que no tengo salida, ni siquiera yo puedo apiadarme de mímisma.

Escondida en el centro de la tierra para gritarle que se detenga, quiero

descansar, sin embargo parece que no está permitido para mí, necesito

seguir enterrando mis uñas, sintiendo la tierra y la humedad en mis

dedos.
Buscando la nada en medio de la inmensidad.

Aún no recuerdo cual fue el momento en que me separé de mi

misma, pero recuerdo cuando iniciaron los temores, sobre el

desprendimiento del espíritu, y cuando comenzó el insomnio años atrás,

e hice lo que cualquiera hubiera hecho ante el temor de perderse;

diseñe una estructura de madera, que cubría mi cuerpo, con un pequeño

cuadrado en lacara, para poder ver y comer, una especia de ataúd

andante, con madera sobre mi cabeza pero no en mis pies, para poder

caminar; pues todos saben que el espíritu está en la cabeza, y para

cuando intentará llegar a los pies la descubriría y la regresaría a su sitio,

era complicado hacer cosas cotidianas, como comer e ir al baño, o ir a la

escuela y sobretodo tener que soportar las miradas, y la pregunta

constante y repetida ¿estás bien?, mirando hacia dentro de mi

estructura, con cara de asombro; claro, respondía, yo estoy muy bien es

por seguridad. Lo expliqué miles de veces, hubo quienes me señalaron,

quienes continuamente me veían, y hubo otros que oyendo mis

explicaciones se convencieron de crearse, sus propias armaduras, para

evitar que su alma se escapara, entre ellos mi madre y mis hermanas.

Mi madre se creó una estructura de cartón , por su espalda no

puede cargar cosas pesadas, una de mis hermanas decidió hacerse una

armadura con laminas y fierros viejos, siempre le gusta demostrar que a

pesar de ser mujer es fuerte, mi otra hermana sólo nos vio con

indiferencia, y prefirió refugiarse en las compras y en la seguridad que


provee la ropa de diseñador, era algo extraño andar en la casa y cada

quien con su estructura, la casa se volvió pequeña, no podíamos estar

en la misma habitación, por eso nos turnábamos para estar en el

comedor o en la sala, y si alguna quería iniciar una conversación, lo cual

era extraño porque cada quien estaba ocupado en evitar que el alma

llegara a los pies, pero bueno cuando alguien quería conversar,

gritábamos de un cuarto a otro, y así seguíamos comunicadas.

Un día cansada de regresar mi alma de los pies a la cabeza, me

recosté en mi cama, y comencé a oír los grillos que me arrullaron hasta

quedarme dormida, por lo que no me di cuenta que atraídos por la

estructura se fueron acercando a mi cama, queriendo descubrir qué era

esa forma extraña, mientras estaba en la profundidad del sueño, los más

curiosos llegaron a mis oídos, y se quedaron dormidos, al levantarme,

algunosseguían dormidos, y ya no pudieron salir, en su desesperación

comenzaron a cantar, o quizá trataban de pedir auxilio en su propio

lenguaje, al oírlos me sorprendí, e intenté sacarlos, pero fue inútil

estaban muy dentro, volvía colocar mi estructura, estando distraída no

recordé subir mi alma a la cabeza, y no sé si fue en el transcurso del día

o de la semana, cuando me dejó y se fue corriendo, los grillos no me

dejaron oír sus pasos.

Ni siquiera noté su ausencia, pero hubo indicadores de que ya no

estaba, no podía reír, mi risa que eran fuertes carcajadas, había

desaparecido y ni siquiera lo había notado, hasta que alguien más me


comentó que hacía mucho tiempo no me oía reír, y fue entonces cuando

me di cuenta que faltaba su presencia, desde entonces la estoy

buscando, he llegado a estar cerca, porque siento mi risa apoderarse de

mi boca, como queriendo regresar, y de repente intento atraparla, y se

va corriendo asustada.

La última ocasión se quedó por varios días, pensé que decidiría

regresar por completo; sin embargo algo la asustó de nuevo, salí

corriendo a buscarla, y al ir tras de ella me encontré con un bosque de

arboles morados.

Debo admitir, que cuando los vi quedé aterrada y me fui del lugar,

lo primero que pensé fue que tenía algún problema en mis ojos, y decidí

resolverlo de inmediato.

Entre a la primer óptica que se cruzó en mi camino, y comencé a

relatarle al médico encargado que estaba caminando y de pronto vi

arboles morados uno tras otro, el doctor muy serio me vio, y preguntó,

¿ha estado bajo el influjo de alguna droga, últimamente?, enojada por su

incredulidad contesté que no, y prosiguió, no veo ningún problema, pero

si persisten las molestias le recomiendo que vaya con un oftalmólogo.

Fui con mi oftalmólogo de cabecera, porque he de confesarles que

tengo astigmatismo, le comenté lo sucedido, cuando terminé, dijo

riendo, sería bueno que dejarás el alcohol, lo cual me hizo enfurecer,

pero como lo dijo en tono de broma me tranquilicé y le contesté, lo más


prudente que pude, ese día estaba sobria; bueno, dijo, no te preocupes,

haremos una revisión de rutina, para determinar el problema.

Al terminar la revisión, el médico diagnosticó, hemos descubierto

que tienes la retina muy delgada, más del promedio normal, sin

embargo eso no presenta problema en tu visión, lo sería en caso de que

quisieras realizarte la operación con laser, para corregir tu vista, pero

como eso no es por lo que has venido a verme, probablemente tengas

alguna infección en los ojos, para estar seguros te daré unas gotas para

los ojos que eliminarán el problema, y nos vemos de nuevo si tienes

alguna molestia.

Regresé a casa más tranquila, y comencé a pensar que tal vez

esos árboles, habían sido solo una visión, un juego de mi imaginación,

esa noche me puse las gotas para los ojos antes de ir a dormir, y pensé

que estaría más tranquila, ahora que ya tenía un diagnóstico.

Desafortunadamente en mitad de un sueño desperté, por que

tenia sed, y cuál no sería mi sorpresa cuando comencé a ver personas

caminando en mi casa, atravesando paredes, asustada grité

desesperadamente, por lo que llegaron mi madre y mi hermana, ninguna

de las dos vio nada, porque una traía cartón en la cara, y para cuando se

lo quitó las personas ya se habían ido, y la otra, por traer tantos fierros,

se cayó y tardo tanto en incorporarse que ya no había nada que ver.

Les expliqué lo sucedido y me dijeron que probablemente estaba

dormida, que todo había sido un sueño que las personas no atraviesan
paredes, y los fantasmas no existen, traté de conciliar el sueño pero no

pude hacerlo, tenia tanto miedo; me daba miedo que las personas

regresarán, y tuviera que verlas de nuevo, pero también me daba miedo

dormir, porque si en realidad todo había sido un sueño, tenía miedo que

tuviera continuación,por lo que esperé el amanecer, tratando de

tranquilizarme, con la sabana en la cara, poniendo atención a cada

ruido, escuché los sonidos de la noche, y me alegré tanto al oír el trinar

de los pájaros. Ese día comenzó el insomnio.

Continúe con mi tratamiento para los ojos, y después de una

semana todo parecía ir bien, excepto que no podía dormir, y cuando

lograba hacerlo era alrededor de dos horas, las ojeras comenzaron a

rodear mis ojos, y las pesadillas se adueñaron de mi almohada.

Como tenía sueño, pero no podía dormir, miles de ideas rondaban

por mi mente, era difícil controlarlas se peleaban entre ellas

interrumpiéndose unas con otras, pensaba en tantas cosas al mismo

tiempo, que me es imposible describir mis pensamientos.

Así pase varias noches recordando cosas, y olvidando otras, hasta

que un día a mitad de la noche de nuevo, me dio sed, volví a sentir de

nuevo los temores de las apariciones, por lo que decidí ignorar mi reseca

garganta y continuar preguntándome ¿por qué dicen que contar

borregos te da sueño?, ¿por qué no pueden ser perros? ¿O gatos?.

He olvidado mencionar que por aquellos tiempos como toda mujer

temerosa, dormía con mi madre, su habitación no tiene puerta, y desde


la cama puedo ver el pasillo, con las puertas de las habitaciones de mis

hermanas en el lado izquierdo y el baño en el lado derecho, y al final

alcanzo a ver una parte de la sala de mi casa.

Como comentaba anteriormente, seguía ignorando mi sed, y mis

temores, mientras veía hacia el pasillo, que se perdía en la oscuridad,

apenas si alcanzaba a distinguir algunas cosas, y comencé a pensar, en

el maravilloso poder de la oscuridad, porque aún cuando tenía los ojos

abiertos, parecía que estaban cerrados, no veía más que negro, y

tampoco alcanzaba a ver el pasillo, pero por la dirección de mis ojos,

sabía que sí hubiese luz, sería lo que vería.

Fue entonces cuando vi una luz, que se encendió en la sala de

repente, e iluminó todo por completo, pero con una intensidad cegadora,

y después se apagó, me gustaría decir que en ese momento lo que hice

fue calmarme y pensar en las posibilidades lógicas, que generaron ese

fenómeno, pero no fue así, grite con todas mis fuerzas, hasta que me

dolió mi garganta, y tuve que llorar del dolor producido.

Mi madre que estaba a mi lado, se despertó de inmediato, y mis

hermanas llegaron a mi lado, preguntando qué había sucedido, cuando

por fin expliqué lo sucedido, comenzaron a calmarme, diciendo que la

luz de la sala se había quedado prendida y cuando desperté, lo que vi

fue cuando el foco se fundía, o que había sido mi imaginación, y por

último mi hermana envuelta en su pijama Roxy, y sus cremas Estee-


Lauder abrazando a sus zapatos Gucci, dijo, no le hagan caso está loca,

luego se le pasa, y se fue a dormir.

Pero no podía calmarme, lo que ellas no sabían es que yo no

estaba dormida, que llevaba días o semanas sin dormir, y que esa luz

era más potente que la iluminación de la sala, no quisieron escucharme,

y enfadadas por haberlas despertado me recomendaron que volviera a

dormir.

Como si fuera tan sencillo, dormir simplemente, no pude,

permanecí despierta viendo por debajo de la sabana hacia el pasillo,en

caso de que volviera a suceder, estando alerta a cualquier sonido o

movimiento. Tratando de pensar para olvidar lo sucedido, pero esta vez

parece que mis ideas se habían ido atemorizadas, no podía pensar en

nada. Sin darme cuenta, pasó lo inesperado, me quedé profundamente

dormida, y soñé.

De nuevo estaba el pasillo oscuro, y la luz se encendía, pero esta vez no

era en la sala, sino cerca de la habitación de mi madre, y venia hacia mí,

quise gritar y no pude, entonces desperté, agitada por la visión, y

asustada, pensé en no comentar a nadie al respecto y simplemente

pretender que seguía dormida, pero no pude, y me acerque a mi madre

la moví, y le dije en el oído, vi la luz de nuevo. Ella se despertó y se puso

a hablar conmigo para tranquilizarme, sinceramente no recuerdo lo que

dijo pero habló el tiempo suficiente para que durmiera de nuevo.


A la mañana siguiente desperté de sobresalto, debo admitir que

esta vez no hubo sueños, mi madre me aconsejo que fuera al médico.

Entonces fui con un medico general, al que le relaté mi historia sin

tantos detalles, para que no me dijera loca. Le comenté sobre el

insomnio, que había visto cosas raras, y que el oftalmólogo me había

recetado unas gotas para los ojos; me vio mientras hablaba, sus ojos

rojos prestaban atención, sus ojeras delataban el cansancio, y sus canas,

le daban un cierto aire de sabiduría; al terminar de hablar me dijo,

cuando yo era joven, las drogas eran algo difícil de conseguir, no nos

desvelábamos tanto, disfrutábamos la vida, es triste ver cómo cambian

las cosas; sentí como el enojo corría a través de mi estomago y subía

hasta mi boca, y controlándome le dije, no consumo drogas, solo tengo

insomnio; y prosiguió, mira el insomnio es claro, por lo que me estás

diciendo, pero pienso que sufres de ansiedad también, por lo de las

visiones, te voy a dar unas pastillas para dormir, y te recomiendo ir con

un sicólogo, te hará bien.

Salí de ahí enfurecida y ni siquiera di las gracias, llegué a casa y

comenté mi diagnóstico, mi madre preocupada me preguntó cómo me

sentía, le dije que bien, que solo estaba cansada; en ese momento, mi

hermana, con sus lentes Chanel, perfume de Paris Hilton, y bolso Armani

en mano, pasaba por ahí y alcanzo a oír la historia, volteó con cierta

indiferencia y me dijo, ves te dije que estabas loca, ocupas un sicólogo.


Me dieron ganas de golpearla, pero tenía tanto sueño que pude ignorar

su comentario.

La primera sesión con el sicólogo, estuvo muy bien, al salir de ahí,

me sentía mejor, me recetó unas pastillas para la ansiedad, y parecía

que todo volvería a la normalidad, solo tenía que tomar pastillas para

tranquilizarme, y otras para conciliar el sueño.

Pero olvidaba tomarlas, no me acostumbraba a esos nuevos

regímenes, y un día que no tome las pastillas para la ansiedad, tenía

sueño e iba a tomar la cápsula para el sueño, cuando vi en la caja, el

dibujo de un león bostezando, que me aterró, parecía que quería

devorarme, y después pensé en lo imposible que sería eso, un león tan

pequeño no puede comer humanos, en ese instante otro pensamiento

atravesó por mi mente, si estaba un león dibujado, eso significaba que

era tranquilizante de animales, y me sentí atemorizada pensé que

deseaban envenenarme, y decidí tirar las pastillas. El insomnio regresó.

Después decidí volver a ir al sicólogo pero nunca lo localicé, no tenía

tiempo, estaba fuera de la ciudad, y yo con el alma perdida, cuando por

fin nos vimos de nuevo, yo estaba más seria que de costumbre, y antes

de consultarme bromeo con una colega ambos rieron. Me sentí

terriblemente mal, lo odié por que podía reír, me levanté y me fui, no

dije nada, sólo pensé, alguien más feliz que yo, no podría jamás

entenderme.
Finalmente recurrí a la homeopatía, después de todo, cuando era

niña mis enfermedades fueron tratadas por un homeópata, fui con mi

doctor de confianza, quien tiene conociéndome desde que nací, y le

conté todo lo sucedido desde la perdida de mi alma, hasta la renuncia al

sicólogo. Cuando terminó de oírme, me dijo no te preocupes todo estará

bien, se puso a preparar una medicina que me dio en un frasco, y me

dijo 10 gotas cada 5 minutos, la primera hora y después 10 gotas cada

hora, te recomiendo que comas muchos dulces, por lo que veo, lo que

hace falta es felicidad en tu vida.

Así lo hice, y estuve bien por un tiempo. Un día, después de

comprar mi ración de dulces, me vi, y me quedé sorprendida mi alma

estaba ahí, sentada en la banca de un parque tomando el sol, y yo

comiendo dulces para la felicidad; atravesé la calle, sin fijarme y varios

autos hicieron sonar su claxon, otros me maldijeron, y mencionaron a mi

madre, todo ese barullo hizo que “mi yo” volteará y me viera, en ese

instante se puso a correr, yo también, la perseguí, por unos 15 minutos,

dejando a mi paso un camino de dulces y chicles, de repente la perdí de

vista, no supe a donde se fue, me detuve agitada, sudada,

malhumorada, y sin saber donde me encontraba.

Triste, sin alma, emprendí el camino a casa, viendo el concreto de

las calles, y mis pies que se arrastraban como negándose a retornar

vencidos, entonces pise un charco, y vi que mis pies se multiplicaron,

eran siete u ocho pares de pies y cada uno de ellos, me guiaba en una
dirección diferente, volteé tratando de comprender, observé de nuevo y

seguían ahí, ese día comencé a ver el futuro.

Pronósticos bastante descabellados e irónicos atravesaban por mi

mente, pero quizá lo más incomprensible de toda la situación es que

sabía que iba a suceder casi tres minutos antes de que los hechos

ocurrieran, algunos pensaran que es una ventaja divina, en realidad es

lo mas incomodo e inútil que puede suceder, ves lo que sucederá pero

no encuentras que hacer para evitar que ocurra.

Esta vez me ahorre la visita a los doctores y solo lo comenté a dos

personas, una me creyó, y observó mis pies por un rato, tratando de

comprender de donde salían mis visiones sobrenaturales, y la otra no

me creyó. Como pasaba más tiempo con el incrédulo, solo dejé de

comentarlo, las historias futuras y los distintos caminos seguían ahí,

pero simplemente comencé a ignorarlos. Así perdí mis poderes.

Después de varias semanas, me atreví a regresar al lugar, que

había hecho que todo esto comenzará, esperando que hubiera solo un

pedazo de bosque con sus colores otoñales de acuerdo a la temporada,

sin embargo estaban ahí cientos de arboles altos, con hojas verdes y

troncos morados, al verlo de nuevo quede estupefacta.

Quede inmóvil y en silencio por unos minutos, de repente, sin

pensarlo, caminé entre ellos, la tierra estaba húmeda, acababa de llover,

me detuve mire de nuevo, y estaban ahí rodeándome, viéndome,

testigos inertes de mi agonía y desconsuelo, caí de rodillas y comencé a


llorar, estaba cansada, harta, quería descansar y no podía, dormir

tranquilamente, sin tener visiones futuras, pero más que nada anhelaba

encontrarme, llevo perdida tanto tiempo, ni siquiera sé en realidad si son

meses o años, o tal vez solo es un día, perdí la noción del tiempo

completamente.

Destrozada y de rolillas, sintiendo el viento frio, correr por mi

rostro, secando mis lágrimas, comencé a cavar con mis propias uñas,

con la firme idea de llegar al centro de todo esto, encontrar en las raíces

estos árboles extraños, la llave de la felicidad, y el descanso.

Escarbé, y escarbé, hasta quedar exhausta, pareciera que no

tengo tanta fuerza, aun así, ya había hecho un hoyo de un metro

aproximadamente, a pesar de estar cansada, y querer detenerme,

continúe, esta vez no le hice caso a mi cuerpo ni a mis brazos, solo

seguí, de todas formas siempre estoy cansada, no importaba que el día

de hoy, me cansará un poco más.

Vi como cayó la noche, mientras seguía en mi ardua labor, para

distraerme pensaba en historias, en diálogos, en explicaciones, por si

alguien llegará a descubrirme en este estado, intentando descubrir el

fondo de la tierra.

De repente mi cuerpo no respondió más intenté preguntarle qué

sucedía, pero simplemente ya no quería hablar conmigo, estaba enojado

por haberlo forzado a trabajar sin descanso. Sin darme cuenta había

hecho un hoyo que alcanzaba a cubrirme completamente, y del cual no


podía salir, a menos que alguien desde fuera me ayudase, a pesar de

eso no me preocupé, me quedé ahí, decidí sentarme y descansar un

poco, viendo las estrellas adornar los arboles morados.

Observé las lombrices que estaban en la tierra, y sentí que a pesar

de estar perdida, estaba cada vez más cerca de encontrarme, por

primera vez después de mucho tiempo, tuve sueño,

desafortunadamente esta vez, no había una cama cálida donde

recostarme, solo tierra, con espacio suficiente para estar sentada.

El cansancio y el sueño se apoderaron de mí y poco a poco, fui

cayendo, quedé en posición fetal, a pesar del espacio reducido y la

incómoda postura, estaba tranquila, respiraba lento, y sentía los

parpados cansados, entonces sentí gotas de lluvia que llegaban a mi

rostro y a mi cuerpo. Abrí los ojos, y vi el cielo de nuevo, ya no había

estrellas, nubes llorando era lo único que podía observar.

Con mi vista en el cielo y en las copas de los arboles meciéndose al

viento, me vi, ahí estaba “mi yo”, viéndome, pensé en levantarme y

pedirle que me ayudará a salir pero estaba tan cómoda que descarté la

idea por completo. Después “mi yo”, comenzó a arrojar la tierra que

había tardado en sacar, sobre mí, sentía la tierra mezclarse con la lluvia,

y de repente ya no pude ver nada, me había cubierto por completo.

Sentí como se acercaba y me abrazaba, mientras yo caía en las

manos del sueño oía que murmuraba en mi oído, jamás me he perdido,

tenía que ayudarte a encontrar tu destino, sus palabras tenían tanta


paz, que los grillos que habitaban en mis tímpanos se callaron un

momento; y proseguía diciendo, solo las personas que ven arboles

morados, están destinadas a convertirse en semillas, para crear más

arboles morados, por eso no todos ven el verdadero color de los arboles.

Con sus últimas palabras, caí en un sueño profundo.

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