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LA SANTÍSIMA

TRINIDAD DE LAS 4 ESQUINAS

AÑO I NÚMERO VIII EDICIÓN DE JULIO DEL 2009


Editado en Arica- Chile 2009
Diseño: Daniel Rojas Pachas
Cinosargo © Daniel Rojas Pachas 2000-2009
Contacto: carrollera@gmail.com
Web: www.cinosargo.cl.kz

Cinosargo by Daniel Rojas Pachas


Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras
derivadas 2.0 Chile
EDITORIAL.

LA SANTÍSIMA LLEGA ESTE MES ULTRA RE-


CARGADA...
REVISAMOS LA SIMETRÍA DESDE LA PERSPECTIVA
POÉTICA DE MARCELA PARRA (ROJAS PACHAS), TEOFILO
CID, DANDY DE LA MISERIA O LEYENDA VERDADERA Y
JORGE TEILLIER POETA DE LA INFANCIA, COBRAN VIDA Y
DIALOGAN CON NOSOTROS GRACIAS A LAS CRÓNICAS DE
(RODRIGO ROJAS TERÁN), (ALEJANDRO LAVQUÉN) EXPONE
CRUDAMENTE SU VISIÓN CON RESPECTO A LA SECH Y SU
ADMINISTRACIÓN ACTUAL, (CARLOS HENRICKSON) NOS HABLA DEL
SIEMPRE INTERESANTE GUSTAVO OSSORIO Y UN NECESARIO
RECORRIDO A LA OBRA DE ESTE POETA, POR MEDIO DE LA EDICIÓN
DE SU OBRA COMPLETA, HABLANDO DE RECORRIDOS: DAMOS A
CONOCER UNA NUEVA LECTURA A LA ANTOLOGÍA DE COQUIMBO DE
ARTURO VOLANTINES "EL BURRO DEL DIABLO" Y UNA MUESTRA DEL
TRABAJO NARRATIVO DEL ESCRITOR DE ARICA; CARLOS MORALES
FREDES, RELATO HOMÓNIMO TOMADO DE SU COLECCIÓN DE
CUENTOS, MALICIA. ASIMISMO; REVISAMOS LA OBRA DE DOS POETAS
ARIQUEÑOS, LA ANTIPOETA NANA GUTIÉRREZ A CARGO DE QUIEN
SUSCRIBE (D.R.P) Y LA OBRA HERMÉTICA Y SUGERENTE DE RODOLFO
KHAN REVISADO POR (MARTÍNEZ FERNÁNDEZ). NO PODEMOS OLVIDAR
A MAORI PEREZ, QUE TAMBIÉN LLEGA A NUESTRO ESPACIO GRACIAS A
LA MIRADA DE (DANIEL CARRILLO) Y MARCELO LILLO SIEMPRE
DINAMITERO CONVERSA CON (RODRIGO RAMOS BAÑADOS) PARA
SELLAR NUESTRA PUBLICACIÓN, CON EL AMIGO PIEDRA, DE ROKHA
GRAN GENIO DE LA POÉTICA NACIONAL DE LOS 20 Y SIEMPRE
(J.M.F) FRENTE A SU PAR NERUDA, TINTA EN LA QUE NOS
SUMERGE (ROLANDO GABRIELLI) (...)

TODO EN ESTA EDICIÓN COMPLETÍSIMA QUE...

...ESPERAMOS DISFRUTEN!!!!!!!!!!!!!!!!
LA SANTÍSIMA, SIEMPRE DEDICADA A LA LITERATURA
NACIONAL...

"DANIEL ROJAS PACHAS"


ARICA 06/ 08/09
Marcela Par ra Muñoz: La dualidad y la simetría como aliento poético.
por Daniel Rojas Pachas

En su poema “guerra” (Anomalías Ed. Zignos, 2007)


Marcela Parra Muñoz, poeta nacida en Temuco el año
81, dice “Si no dividimos” abogando por la dualidad de
la naturaleza y la realidad y luego establece una serie
de dicotomías muy claras y demostrativas dentro de
nuestra pragmática mental.

cuepo / mente
mente/ alma
mundo / universo
femenino / masculino
oriente / occidente
yo y la otredad

Y curiosamente una más privativa para el universo


poético, “el gato y la porcelana” aludiendo a la poesía
de Juan Luis Martínez PROBABLE E IMPROBABLE
DESAPARICIÓN DE UN GATO POR EXTRAVIO DE
SU PROPIA PORCELANA a R.I.

Desde esta enunciación en forma de lista de


contrastes, se puede vislumbrar una inquietud
transversal en la voz de la autora, que la ubica como
punto de fuga entre las grandes divergencias y
convergencias que estructuran nuestra cosmovisión,
límites, represiones y posibilidades. Y que mejor
manera que centrarse en ello, por medio de un
fenómeno que ancestralmente ha bifurcado al hombre,
exponiendo lo más grotesco y noble de su fuero, la
guerra….
Al respecto la autora continua en el poema apelando en contra de una actitud que tienda a uniformar
al ser y el pensamiento, a reducir o proveer el dominio a un solo polo; la consecuencia poéticamente
evidenciada atañe a la especie, que suele tornarse una masa carente y precaria…

masa oscura (…) sin temperatura (…) un paisaje sin lenguaje ( )

…y cierra …destacando que el objeto muerto y deforme, en potencia está plagado de riqueza y
contenido, la que sólo podrá revelarse en la violencia divisionista.

Sin embargo la exploración del tema no cesa en esa única pieza, “Un gesto antiguo”, otro de sus
poemas dentro de está antología dedicada a cinco poetas chilenos, presenta una idea de la evolución
para nada, carente de la dualidad, además en este punto se introducen nuevas nociones que
enriquecen el tratamiento que la poeta hace… me refiero al reflejo, la deformación y la simetría.
Parte en el poema señalando una mutación producto de la evolución de nuestra naturaleza, vista
desde lo macro y anatómico, lo constitutivo de nuestro ser.
y fuimos desdencientes de las aves
semejantes al caer en picada.

para luego pasar a la consciencia y sus


perturbaciones en la búsqueda de la auto-imagen
del otro “yo”, en un deseo de auto-identificación
Recurríamos a un gesto antiguo en el espejo

buscando cierto origen del dolor


…proceso fallido por lo cierto… (documento de
invertida simetría)

Aquí se establece la deformación inevitable y la imposibilidad de igualdad unívoca en un nivel


metafísico y material. El juego de comparar ambas manos, para hallar una simple peca que rompe
la armonía o mirar a dos gemelos y sus sutiles divergencias que en el caso del poema, convergen
en este anhelo a la manera de “un gesto antiguo” que busca su reconocimiento de modo suplicante
y doloroso

-no me mires, estoy desfigurado


No soy yo.

Otro texto interesante de Parra Muñoz, con respecto al tema es el poema imposible escribir la
simetría. En él, abiertamente la autora, se propone discutir el tema y lo hace tanto a nivel de
contenido como visualmente, aprovechando la página, la disposición del texto y la forma,
denotando y connotando, estructural como semánticamente.

Para ello replica el mismo poema como un rostro que se mira en el agua o como una persona ante
el espejo confrontando su reflejo invertido, de modo que el mismo texto aparece con las mismas
palabras pero con una sutil diferencia, se invierte el orden de los versos de arriba hacia abajo
alterando la sintaxis, lo que a su vez afecta la recepción e interpretación del lector en el contraste y
la amalgama de estos pares opuestos. En otras palabras, ambas caras demuestran la
imposibilidad de igualdad que se propugna metafísicamente en el contenido, pues el tenue cambio
en la relación que los versos establecen entre sí, genera una antinomia de significado y sentido. El
poema en cuestión, incluye además entre ambos cuerpos textuales opuestos, el siguiente verso
referido al tiempo y la existencia.

Si pasado y futuro fuesen simétricos


podría por fin
vivir en el presente
La voz demuestra encontrarse atrapada entre pasado y futuro como anversos asimétricos que
determinan la situación presente y por ende se vislumbra cómo se encuentra en ella, ubicada ante
las proyecciones y los substratos y su oposición que marca un tinte de desequilibrio. De este modo,
la poeta arguye la transformación y movilidad de la realidad en todos sus planos, desde lo universal,
tiempo, espacio y evolución a lo más social y comunitario, a través de la guerra y el hombre para
penetrar finalmente a lo privativo, hombres y mujeres con un rostro, con una vida e intrahistoria
afectada por esa ambigüedad mediatizada por ese código de la desigualdad, reflejo, dualidad y
deformación que trae como consecuencias en la decodificación y descubrimiento del fenómeno:
La desorientación, cuestionamiento de la
identidad, urgencia, dolor y violencia. Pero
principalmente cuestionamiento y
necesidad de identidad y reconocimiento.

De modo que el yo y su par /el “yo” y el


otro, cuando ese otro no remite necesaria
o privativamente a algo, un objeto o ser
externo, se concentra en las propias
escisiones, es el “yo” mirándose al espejo
interno, reflejándose mayeúticamente en el
abismo de su consciencia, desnudando su
capacidad de auto-conocerse, definirse,
auto-enunciarse y desde luego
confrontarse.
Este desafío del yo ante su par interior y
viceversa, a la manera de un soliloquio
textual, aparece en los textos de Parra,
más o menos explícitamente, como por
ejemplo en los poemas: “POR ESO NO
ESCRIBE DE NOCHE” o “COMER CON
PIJAMA” el siguiente pasaje del último de
estos escritos es ilustrativo:

Y nacen, y mueren en el ojo que las mira,


como si todo el mundo fuese una visión
del ojo que las mira, de mi ojo la visión…
Sin embargo esta actitud se exacerba en el poema “Jueves, 20 de Octubre de 2005” aquí el
hablante hace un recorrido descriptivo del proceso de deformación que sufre, cambios que en
alguna medida, se asemejan a una descomposición pero que también abren luces con respecto a la
pubertad, en la cual él mismo declara convertirse en abono para surgir renovado. Nuevamente la
dualidad, una especie de mitosis… que en la imperfección de cada poro, presencia de hongos, vello
y pliegue, le permite penetrar finalmente a esa bifurcación de los sentidos, las raíces del ser,
lenguaje, pensamiento, habla. Sin embargo la poeta no acaba en ese punto, en otro poema Mary la
Acuchilladora nos comunica con otro tipo de individuo, el que bajo procesos similares, sale de la
intrahistoria, la no visible y afecta con su presencia a la globalidad y la escritura de lo que a
posterior pasará a determinar como discurso general a todos, la historia y rezongo de Mary
Richardson.
Esto se entronca con exactitud en el poema “BREVE HISTORIA DE LAS PERSONAS EN OCHO
PASOS” en los últimos versos del poema, liga lo social y antropológico bajo los términos conjunto,
unidad y diferencia refiriéndose a todos aquellos seres, los anónimos y los que se inmortalizan por sus
actos en la eternidad que constituye el devenir,

a) La combinación producida por el conjunto de personas suele llamarse historia

Así intrahistoria, historia, conjunto y división, en su colisión, convivencia y síntesis, comprenden en la


voz de la autora y entre las muchas lecturas que se pueden extrapolar de sus poemas, un orden y
caos, homeostático, propio de la realidad.

b) La combinación producida por el conjunto de personas va en perfecta armonía con el mundo y su


desaparición

La poeta, como punto de fuga entre las dicotomías, se sitúa en su quehacer creativo como señala en
“guerra” en la posibilidad de abrir agónicamente las potencialidades de toda dualidad y asimetría que
se diluye y silencia… “si no dividimos”

Autor: Daniel Rojas Pachas.


Publicado en: Revista Cinosargo
JORGE TEILLIER
EL POETA QUE QUERIA VOLVER A SER UN NIÑO
Por Rodrigo Rojas Terán.

El poeta Jorge Teillier nació el 26 de junio en 1935, en el pueblo de Lautaro, Región de la Araucanía.
Poeta y profesor de Historia y Geografía, fundador junto a Efraín Barquero, Rolando Cárdenas y
Alberto Rubio principalmente de la denominada POESIA LÁRICA o de los LARES. Es decir, los poetas
que reverencian a las divinidades del hogar, a los dioses que dan la lumbre en los espacios del cobijo.
Son observadores, cronistas, transeúntes, simples hermanos de los seres y las cosas, que aspiran a
recuperar la edad de oro que supuestamente experimentaron en la infancia.

De inmediato mi intención es dar a conocer los argumentos y señales de por qué este poeta tiene una
valiosísima calidad poética y admirable solidez de pensamiento en cuanto a su ética que mantuvo
durante toda su existencia. En sus poemas se sintió ese deseo de retornar a la infancia, al calor del
hogar y al espacio de su tierra natal. Destaca en su obra la nostalgia por el paraíso perdido, y los
rincones olvidados que señalaban el comienzo del bosque y el pueblo fantasma que hoy es Lautaro.
Cuando le preguntan a Teillier por su infancia, él responde implacable: “En alguna parte escribí que no
hay infancia feliz. Siempre junto una infancia está el Ángel bueno y el Ángel malo, están la dicha y el
terror, están el entusiasmo y el aburrimiento. Curiosamente recuerdo mucho el aburrimiento que yo
sentía en la infancia y los largos que hallaba muchas veces los días. Pero si ahora hago un balance,
pienso que fue una infancia feliz, con una familia que lo fue; con un padre y una madre cariñosos,
estimuladores; muy exigentes sí, para que fuera buen alumno – cosa que apenas lograban -. Buenas
amistades y una naturaleza que era muy enmarcadora; un río, molino, muchos árboles, gentes de
distintas hablas, viejos colonos, franceses, alemanes, junto a mapuches.

Tú oías hablar tres o cuatro idiomas en las calles. Ahora lo veo. Tenía un brillo especial, que
difícilmente lo tendría una lautarina actual. O de Angol”(1) . Los recuerdos y palabras suman y
siguen:”Si me preguntas de la infancia y de la adolescencia, te digo que mi padre era contador de
impuestos internos, en la séptima zona como dicen los funcionarios públicos. El viajaba mucho, tenía
que revisar contabilidades de industriales y negociantes de región; y desde los cinco años viajaba
conmigo. Me dejaba siempre solo en un hotel, con un libro, y que yo paseará por las calles. No era
sobreprotección. Al contrario, él quería que yo supiera estar solo en cualquier parte del mundo, desde
niño”. Además como el propio poeta declara que nunca fue deportista, ya se estaba gestando en él el
intelectual y sensibilidad contempladora de los paisajes que circundan su crecimiento y desarrollo,
que después de todo es esa amalgama, lo convertiría en el prolijo poeta al cual todos admiramos y
conocemos.

En relación a esto señala:”No recuerdo haber intentado poema alguno hasta los doce años de edad.
La poesía me parecía algo perteneciente a otro mundo y prefería leer en prosa, leía como si me
hubieran dado cuerda.
Leía de todo desde cuentos de hadas y el “peneca” hasta Julio Verne, Knut Hamsun y Panait Istrati,
por quien aún vuelan los cardos en el baragán. Desde los doce años escribí prosa y poemas, pero
en Victoria, ciudad donde aun suelo vivir, fue donde nació mi primer poema verdadero, a eso de los
dieciséis años , el primero que vi, con incomparable sorpresa, como escrito por otro. Recuerdo
cómo escribí mi poema que me gusto de verdad , que se llamaba Otoño Secreto, en Lautaro, el año
1952”. ( 2)

Se observa en Jorge Teillier su acentuada formación literaria, la de sus primeras lecturas que
señalarían un auspicioso camino y la de una vocación profunda y sincera en la literatura. En ese
sentido, le da una merecida importancia a la literatura y al lenguaje como instrumentos de
comunicación, expresión y creación. Teillier aún en su adultez veía todas las cosas como si las viera
por primera vez. Hay que saber ver la vida como cuando se era un niño. Y la perdida de esta
posibilidad impide la expresión de manera original, es decir personal. Teillier escribía lo que le
dictaba el verdadero YO y por ello logró una destacada transcendencia y singular espacio en la
literatura chilena.

Volviendo a la idea de que Teillier era el poeta que quería retornar a ser un niño, él decía:” la
infancia no solo es el dominio de la pureza sino que también allí los ángeles de las tinieblas
extienden sus alas”. (3) Claramente señala que en su infancia se encontró con el Bien y el Mal, pero
para él era algo natural, porque se ha dicho que la maldad está incluso en el átomo. Otro aspecto
que percibía el poeta era la visión sobre el tiempo y lo que esta significaba para él:” Para mí la
poesía es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo, y un intento por integrarse a la muerte, de la
cual tuve conciencia desde muy niño, cuando sentía sus pasos subiendo la escalera que llevaba a
la torre de la casa donde me encerraba a leer. Sé que la mayoría de las personas que conozco y
conocemos están muertas, creen que la muerte no existe o sólo existe para los demás. Por eso en
mis poemas está presente la infancia, porque es el tiempo más cercano a la muerte, y no canto a
una infancia boba, en donde está ausente el mal, a una infancia idealizada; sé muy bien que la
infancia es un estado que debemos alcanzar, una recreación de los sentidos para recibir
limpiamente la admiración ante las maravillas del mundo. Nostalgia sí, pero del futuro, de lo que no
nos ha pasado pero debería pasarnos”. ( 4)
Teillier explica filosóficamente su pensamiento sobre el tiempo, calificando a este como su enemigo,
y un intento de integrarse a la muerte, de la cual tuvo conciencia de muy niño. De manera que el
poeta de niño poseía una plena madurez y una visión muy profunda de la vida, además de un grado
de preparación y aceptación de la muerte que un niño no logra a racionalizar. Desde ese punto de
vista, la muerte tiene continuidad, es decir la eternidad. El poeta declara en una entrevista;” Creo
que la angustia fundamental, o la no superada es la angustia de tener que morir. La sentí de niño
pero yo la aceptaba como algo natural. En cambio, ahora, me parece antinatural. Una angustia que
me vuelve ahora porque hallo que es tan sin sentido vivir como estar muerto. Entonces, no puedo
superar esa contradicción. Para un niño es muy fácil morir. Mi hija me decía “murió una compañera
de curso y la fueron a sembrar”. Ella veía la muerte como un cuerpo que se deja en la tierra para que
florezca. Yo no lo veo así. Pienso como Jacob Bohme, el místico alemán, que dice que “nuestra
muerte será la eternidad y la estamos viviendo ahora mismo”. Es decir, nuestra eternidad será
nuestra vida eterna pero sin posibilidad de modificarla. Lo que también me parece espantoso porque
quiere decir que hay mejorar todo lo malo que tenemos, empezando por descubrirlo. (5) Teillier
quería retornar a su infancia, a ser un niño porque él deseaba permanecer en el tiempo por su temor
a la muerte, que es algo tan desconocido como repentino, es tan fácil morir y tan difícil vivir. El poeta
lo que profundamente buscaba era eternidad y es algo que quizás todos los seres humanos
buscamos, cuando vemos que una mujer se tiñe el cabello para cubrir sus canas, y el hombre
también por supuesto. Cuando se decide realizar una cirugía plástica en su cuerpo para quitar las
arrugas, todo eso es signo de querer volver a ser joven, de no querer que el tiempo y los años sigan
pasando hasta envejecer. La eternidad es el estado más próximo a desear una permanencia en el
tiempo para ocultar quizás lo único verdadero: “que respiramos y dejamos de respirar”.

AUTOR: Rodrigo Rojas Terán.

BIBLIOGRAFÍA:

(1, 2 Y 5 ).- JORGE TEILLIER. ARQUITECTURA DEL ESCRITOR. HERNÁN ORTEGA PARADA.

(3).- ENSAYO LA TERRIBLE INFANCIA. JORGE TEILLIER.

(4) PRÓLOGO DEL LIBRO MUERTES Y MARAVILLAS. JORGE TEILLIER.


RODOLFO KHAN: EL MEJOR POETA DE ARICA.
Por José Martínez Fernández

La poética nortina –y en especial la ariqueña- vuelve a sentir la


presencia de un poeta mayor.

Él es Rodolfo Khan, seudónimo de una persona de apellido


Torres; pero hablemos de Khan, siempre de Khan.

Y hagámoslo con interés sumo porque este poeta es el más


singular y el más brillante de los poetas residentes en la llamada
ciudad de la eterna primavera.
En el programa literario radial de la Universidad de Tarapacá,
Sapiensa, hace una semana Eduardo Ignacio, Daniel Rojas
Pachas y el que escribe alabaron,merecidamente, el crear de
Rodolfo Khan.
En esa conversación Eduardo Ignacio y Daniel Rojas
expusieron su alto nivel académico justificando la razón del
porqué Rodolfo Khan es un gran lírico.
¿Qué hace de la poesía de Khan un ente muy importante?

Lo singular de este aeda es que, gracias a su capacidad creativa y a su vasta cultura, aplica las
fórmulas para introducir en su poética elementos científicos, religiosos, filosóficos, históricos y otros,
sin dejar de marcar la musicalidad necesaria que embellece sus textos. Desde los espacios de lo
onírico el gran poeta que es Rodolfo Khan trabaja lo justo y necesario en sus poemas. No hay versos
inútiles en ella. Todo está bien calculado, dimensionado.

PARAGRAMAS es uno de los poemas mayores del bardo. Construido en cuatro partes de
impresionante originalidad (en la que incluye la música necesaria) el texto dice: “¿Qué magnanimidad
es ésta la de observarlo todo tal si/ hubieses dado por fin con un/ lobo solitario?// Si os pareciera id
coged un girasol y desbrozadlo// Pero a una mozuela como ésta sólo habríamos de verla caer/
arrobada por el ritual de algún/ rinoceronte negro en celo”. Aquella es la primera parte. La segunda
dice: “Sea una redada una de esas mañanas de Carnaval/ en que Muriel no deja de cantar en/
ebriedad aún después de haber extraviado sus trompetas/ celestiales// Una juramentada
más…ansiosa por batirse así fuere por una próxima impecable obscenidad// Naturalmente la
acrobacia inercial de sus desmesuras la ha/ puesto a levitar sobre aquellos/ eremitas/ En ocasiones
suele furtivamente despojarse de sus alas/ A la sazón/ en su hipernoia/ imprecaría luego de implorar//
Este mandala incandescente es lo que resta de su cataplexis”.

En la tercera parte el poeta cantará: “A no dudar/ Si alguno de vosotros deslizárase hasta el borde de
su propia nihilidad/ Habría de avistarse atado al mástil de su nave”.

Y en la cuarta y última parte dirá: “Observaréis una vestal merodeando la comarca pero ella/
desconoce que todo camino al/ zigurat ha de pasar por un/ un marjal”.
No son casuales las divisiones –cortes- entre los versos, ni las figuras visuales que allí se marcan. El
poeta Rodolfo Khan sabe lo que está haciendo.
Su poesía no es para nada simple. Es como un gran crucigrama…que él sabe construir y deletrear. Y
que nosotros debiéramos saber interpretar, aunque ya su musicalidad, dentro de la hermética, nos
saluda.

El poema PARAGRAMAS figura en la antología HEPTADÁRICA, publicada en 2002, antología que


reúne a un interesante grupo de poetas jóvenes. Sólo Khan pertenece a una generación de poetas
anteriores a ellos. Khan es de los mismos años de Óscar Hahn, Guillermo Ross-Murray y otras
relevantes figuras de la poética nortina chilena.

Reiteramos que hoy Rodolfo Khan es el mayor poeta residente en Arica por lo que lamentamos que
aún un libro suyo siga estando inédito, toda vez que este enorme poeta sólo ha sido publicado en la
antología citada y en algunas revistas.
(NERUDA EN SU TINTA)
r ol ando gabr i el l i

En un día como hoy, este comienzo no es original, nació hace 105 años, Ricardo Eliécer Neftalí
Reyes Basoalto, quien años más tarde se hizo llamar Pablo Neruda... Nació en Parral, en la zona
central de viñedos en Chile, un pueblo polvoriento, diría en su poesía, y quedó huérfano de madre
un mes más a tarde del parto y partió a Temuco, sur de Chile, zona mapuche, de la araucanía. En
Temuco, la llamada Frontera, se hizo poeta en las profundas soledades del Chile austral, lluvioso,
selvático, dominado por el viento y las tempestades.

En Temuco conoció a la Mistral, quien descubrió su poesía, -nació una entrañable amistad de por
vida- y vivió los 20 Poemas de Amor y una Canción desesperada (libro despreciado por sus pares e
impares críticos y despotricadores) con sus primeros amores juveniles en los confines de Chile. En
1945 Lucila Godoy Alcayaga, conocida como Gabriela Mistral, obtuvo el primer Premio Nobel de
Literatura para América latina. En su discurso oficial dijo:" Si la Academia de Estocolmo quería
honrar la poesía de Chile, debería haber dado el galardón a Pablo Neruda que es el poeta más
grande de mi patria." La Mistral en los adolescentes días de Temuco le daría a conocer los clásicos
rusos y en sus días consulares en Italia, le brindaría posada y protección al amigo perseguido por
Gabriel González Videla.

En 1921, firmó por primera vez con el nombre de Pablo Neruda, La Canción de la Fiesta. Su
primera nota periodística la publicó un 18 de julio de 1917 en el diario La Mañana de Temuco:
Entusiasmo y perserverancia. Se fue a Santiago, la capital, a estudiar Pedagogía en francés. Había
llegado de la provincia en tren a la Estación Central, cargado de sueños y nostalgias. No olvidaría
más el Sur, ni las lluvias, ni su infancia, aunque sus domicilios se convertirían en casas y lugares a
nivel planetario. Vivió un exilio permanente, aunque permaneció en Chile, su poesía. En su último
homenaje masivo en el Estadio Nacional en Santiago, en 1972, poco después de recibir el Premio
Nobel de Literatura, dijo que su amor por Chile no era un matrimonio de conveniencia.

A los 15 años descubre a Walt Whitman, dice Volodia Teitelboin en su libro Neruda, la biografía más
completa sobre el poeta. Veneraría hasta el final de sus días al poeta norteamericano, como sería
fiel a Rimbaud, Lautréamont y Mallarme. Del hermético francés dijo que había aprendido grandes
lecciones para su poesía. Neruda como Borges, en la orilla de su otro universo, a pesar de ser
vecinos, leyeron lo que debían leer y bien, para hacer lo que hicieron en literatura. El poeta chileno
renovó la poesía española con un nuevo lenguaje y otro camino después de Darío. Y Borges, ya
sabemos que hizo en prosa principalmente y en la manera de apropiarse de la literatura universal,
sin dejar de ser argentino.
Tentativa del hombre infinito y El Habitante y su esperanza y Anillos, son tres poemarios de su primera
época y tiempos, libros elogiados por el poeta Enrique Lihn, que dice que es el discurso delirante de
Neruda el que le interesa. El Canto General, el libro que a Neruda le parecía el más importante de su
obra, Lihn lo descalificaba rotundamente. Pienso que Canto General, que se iba a llamar Canto
General de Chile, tiene registros de alto nivel y para el inglés Cohen, es innovador. Todo indica que el
Vate usó numerosos libros y aún hay pasajes enigmáticos.

De Maruri, una vieja pensión santiaguina, la calle del Crepusculario, viajó como Cónsul a Birmania,
Ceilán, Java, Singapur, y España, del 34 al 38, cuando se desplomaba La República. En Asia se
reafirmó en las ya iniciadas Residencias en la Tierra, su obra más potente, universal, emblemática,
preñadora de poesía castellana y vanguardista. Las Residencias confirmaron la poesía de Neruda
como nueva en toda época y tiempo. Se habló antes y despuès de ellas. Federico García Lorca fue
uno de los primeros en reconocerlo y abrirle las puertas de la poesía española. El más grande libro
surrealista en cualquier idioma, dijo el poeta mexicano José Emilio Pacheco. Octavio Paz, antes de
morir precisó después de releer toda la obra escrita del poeta chileno: el más grande poeta de su
siglo. Juan Ramón Jiménez dijo que Neruda era un mal gran poeta. El aceite y el vinagre nunca se
juntan en poesía, ni en la práctica, ni en la vida. Detalles, simples detalles, Neruda no se enteró de
alguno de estos elogios, tuvo muchos homenajes en vida y el mismo se regalaba sus libros en cada
cumpleaños, editando uno. Al único cumpleaños que faltó, el número 70, se tenía siete libros, uno por
cada década. Siempre se consintió como un niño.

España le cambió la vida y la poesía. Ya había editado sus legendarias y míticas Residencias en la
Tierra y vendría una nueva visión de América y el mundo: España en el corazón y El Canto General.
Su matrimonio con Delia del Carril e ingreso al Partido Comunista de Chile, en 1939, son dos
variables determinantes en el itinerario futuro de Neruda. El Senado y el exilio. El poeta del amor y de
la materia, ya tenía un reconocimiento mundial.
Viajes y más libros, la política, el amor. Neruda en el centro del escenario mundial. Isla Negra, el mito
de la isla que nunca existiò y desde ahí navegando con su poesía frente al mar. Las Odas elementales
(imperdible nerudiano) y Memorial de Isla Negra. Chile y más Chile, siempre el viajero inmóvil de
Rodríguez Monegal. La Isla de Capri, Matilde Urrutia y Los Versos del Capitán. Neruda se casó tres
veces, pero nunca se separó de la poesía.

Neruda fue un poeta discutido en vida, desde Octavio Paz a Nicolás Guillèn, pasando por todas las
alas conservadoras del parnaso. Neruda había tenido sus feroces enfrentamientos en Chile con lo más
granado e innovador, la vanguardia poética chilena de la década de los veintitantos, Huidobro y De
Rokha. Una descomunal batalla literaria de superegos y gran poesía. Y a casi 36 años de su muerte,
sigue siendo materia de novela, "biografías de su vida desconocida, hallazgos de su personalidad",
comparaciones a tutiplén, críticas apasionadas como si aún viviera. Y también es objeto de admiración
y muy leído en sus libros y a través de Internet. Según Google el más leído en la red. Un referente
dentro de la gran e histórica poesía chilena del siglo XX y del habla castellana. El siglo XX de la poesía
y la historia de Chile son vinculante a la esfera del mundo nerudiano. Julio Cortázar subrayó en su
tiempo la influencia del autor de Crepusculario en la narrativa latinoamericana, con Rayuela a la
cabeza.

El 73 le pregunté a Enrique Lihn que opinaba de Neruda. Me dijo que la Historia le había favorecido y
que no se volvería a repetir otro. Chile vivía una historia sórdida por esos días que duraron 17 años y
medio, y Lihn fue uno de los protagonistas de ese tiempo horroroso, como él lo calificara. La
maquinaria oficial militar aplastó la cultura. Se habló del apagón cultural y eso incluyó a los poetas que
se quedaron dentro del horroroso Chile. Hacer poesía en un país acuartelado 24 horas al día, después
de recibir un disparo en la cien, no es tarea recomendable y sus resultados están a la vista. A Parra le
quemaron su carpa, a Lihn lo detuvieron a empujones, uno o dos poetas se suicidaron, otros no
salieron del bar. A la mayoría le borarron la memoria con piedras de calicanto. Yo aprendí una frase
descriptiva en el trópico: de a vaina se sobrevivió.

Uno de los mejores libros que he leído del Chile de Pinochet, es el de Gonzalo Millán, La Ciudad,
escrito en Canadá. La edición chilena sufrió algunas modificaciones hechas por su autor, pero lo que
importa es la crudeza desencadenante del lenguaje e impacto de la voz colectiva de la memoria. No
he leído la novela de contrapartida de este revelador, singular, fundacional poemario. La poesía
siempre midió con una vara alta la literatura chilena. La narrativa, con algunas excepciones, vistió
pantalones cortos antes de la llegada de Giaconi, Donoso, Bolaño y ha sido muy discreta en general
en el siglo XIX y gran parte del siglo XX.
Lihn diría en un artículo que Neruda fue el último Aedo.

Su Canto a Stalin, condenó de por vida a Neruda, aunque pocos repararon en que se sacudió en vida
de tamaño peso histórico y a pesar de estar inmerso en la Guerra Fría y pertenecer a un partido
político vertical, de pocas desidencias o ninguna, dijo lo suyo dentro de su poesía y tiempo. Miembro
prominente del Partido Comunista de Chile, una catedral viviente, icono indiscutido de la izquierda
mundial, Neruda pisaba sobre algodones y acomodaba su caparazón de tortuga gigante, legendaria,
en la historia cotidiana de su época y en las frías aguas de la política chilena. Del 70 al 73, Chile era el
país de la cuerda floja.

No fue un santo ni se postuló a tal, pero aun le prenden velitas sus feligreses y feligresas poéticos, los
lectores del mundo que es lo que cuenta en poesía o para cualquier escritor. Vagó como una animita
en pena durante los 17 años y medio de la dictadura pinochetista en el sentir popular y corazón de
mucha gente humilde. En vida se le condenaba políticamente por su sovietismo, pero no desde el
punto de vista literario, sólo de su vida personal "burguesa". El poeta De Rokha fue el que más
persistió en atacarle poética y políticamente mientras vivió. Neruda y Yo, un libro entero de diatribas
contra Neruda. De Rokha se suicidaría, ignorando el pasado, el futuro desde luego, y el presente.

Neruda, 105 años después de su natalicio, no ha dejado indiferente a nadie, a, b, c razones es


citado, mencionado, criticado, pero jamás olvidado. Y con él, la poesía chilena, si no, pregúntenle a
Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Oscar Hahn etc. Roberto Bolaño lo incluyó en El Nocturno de Chile,
Jorge Edwards, escribió Adiós Poeta, Enrique Lafourcade con Neruda en el País de las maravillas.

La raquítica novelística chilena, a excepción dicha de Bolaño, Donoso y algunos otros de antes y
después como se ha reiterado en esta nota, ve en Neruda un espécimen a estudiar, diseccionar,
trajinar como "materia narrativa, asunto histórico, personaje de proporciones descomunales, amante,
político", y dicen encontrar sus secretos y desmesuras, como si fuera un dinosaurio carnívoro varado
en la memoria de esos novelistas que arponean su geografía humana. Neruda Moby Dick. Uno de
los novelistas fue anarco trotskista, otro liberal de izquierda a derecha, uno conservador de derecha
y el último, ex comunista. Un arqueado arco político, sin puntas, ni cuadraturas posibles de su
arbitrario círculo.

Y así llegamos a El Caso Neruda del novelista chileno Raúl Ampuero. El detective cubano, venido a
menos, residente en Valparaíso, Cayetano Brulé, es el protagonista. Narra la historia del folletín
nerudiano. Por los vientos que soplan de este libro, el autor ha descubierto la clave de la poesía
amorosa de Neruda, el método, como trabajaba el Vate ese tipo de poesía y las causas que le
motivaban esos versos que le dieron tantos éxitos literarios en su público universal. Hernán Loyola,
el más persistente estudioso de la obra nerudiana en los último 50 años, no llegó tan a fondo como
Ampuero, ni Jaime Concha en su lúcido libro Neruda, ni Alonso, Emir Rodríguez Monegal, Fernando
Alegría, Alone, Lihn, J. M.
Cohen, la Mistral, Teillier, Parra, el estudioso de la poesía chilena, Federico Schopf. Ninguno de sus
más audaces críticos, aquellos que veían el universo detrás de sus metáforas, ni sus tenaces
detractores, habían hilado tan fino como R. Ampuero. Borges, que veía debajo de las piedras y no
aplaudía precisamente a Neruda, nunca reparó en los aportes que hoy nos hace Ampuero. Ni siquiera
el cura Valente, crítico sagaz, conocedor de su obra y admirador de su poesía, se aproximó a este
iluminado autor. Tan conocido es el desconocido Neruda, que después de su muerte el 23 de
septiembre de 1973, que el Dr. Hernán Castellano, poeta y profesor en California, donde enseña a
Neruda, me preguntó dónde podía conseguir una fuente bibliográfica que cito en mi trabajo: En
defensa de la poesía. Me refiero a este texto, ampliamente divulgado y alojado por más de un año en
el Portal de Neruda, porque allí se decía que "Neruda no sabía ni entendía de poesía." La poesía de
Neruda siempre tuvo un registro amplio de estudiosos a nivel mundial, pero es destacable la cantidad
y calidad de poetas chilenos con su "propia retórica", a pesar de este pulpo gigantesco de la poética
castellana que fue Neruda en su tiempo. Su tinta de gran calmar sigue derramada en la conciencia
poética del mar inmenso de su poesía. Pero la poesía chilena tiene numerosos poetas de gran factura
y "originales": Mistral, Huidobro, De Rokha, Parra, Rojas, Lihn, Millán, Teillier, Rosamel del Valle, Díaz
Casanueva, Hahn, Rubio, Anguita, Miguel Arteche, David Rosenmann Taub, Efraín Barquero, Uribe,
Silva Acevedo etc. La lista es larga como la geografía y bajo cada piedra se esconde un poeta.

Neruda, su trabajo poético, le otorgó respeto a la poesía y a los poetas, casi siempre ignorados y
considerados como "escritores vagos de un oficio fácil e innecesario". Él, rescató la dignidad de los
poetas y puso a la poesía en su verdadero lugar, en ese Chile ninguneador que persiste en no cambiar.

Ampuero, su biografía personal que nos llega, puede ser materia de un libro, pero él prefiere
descubrirnos un nuevo Neruda y darnos la fórmula mágica como hacía su poesía, de qué se
alimentaba y cuáles eran las argucias del Vate de Isla Negra para alcanzar tales y cuales clímax en su
poética amorosa. ¿Simple al parecer, tal como decía Neruda quizás, que no tenía ni daba recetas?.
(Ampuero estudió, vivió y se enamoró y después de irse volvió a la ciudad del Muro de Berlín. También
vivió en La Habana y fue miembro de las Juventudes Comunistas. Se casó con la joven adolescente
hija del Comandante Ulises Cienfuegos de Cuba. Y de súbito dejó la Isla. Su padre, Roberto Ampuero,
trabajó durante la Segunda Guerra Mundial para el servicio exterior de información de Estados Unidos.
Ampuero es autor de cuentos y novelas: Boleros en La Habana, El Alemán en Atacama y Nuestros
años verde olivo, entre otros. Actualmente es profesor de Literatura en la Universidad de Iowa (EE. UU)
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Veamos que nos dice Ampuero, según leí hace unos días en la Revista Ñ del diario Clarín de Buenos
Aires. Ampuero sostiene que su objetivo ha sido bajar del pedestal a Neruda. "He investigado su vida
como un biógrafo y luego he vertido ese material real en una ficción policial. Pero todo lo que se
cuenta sobre él es real, me mantuve fiel a los hechos, sacando a la luz cosas que se decían sotto
voce y eso hace emerger, curiosamente, a un Neruda mucho más novelesco, contradictorio y
humano. He aquí la clave de su escritura amorosa: "Lo que caracteriza a Neruda es que necesita vivir
una intensa relación de amor, de apasionamiento, de calentura con alguien, que eso le sirve para
escribir intensamente y que, después, cuando ha pasado la pasión, necesita en seguida otra mujer
como un nuevo afrodisiaco y a la vez como renovado estímulo poético. No sé si realmente lo sentía
así o si lo de la poesía era una excusa para justificar su conducta" Un Casanova de tomo y lomo, que
tomó la poesía como excusa para amar y hacer política. ¿Estamos ante el más grande timador de la
historia poética universal, que de tanto engañar, llegó a obtener el Premio Nobel y renovar la poesía
en idioma español (castellano)? Son los datos que le faltaban a los más tenaces biógrafos, ciegos
escribanos que nunca consultaron con el acucioso detective Brulé. ¿La calentura está en las
sábanas? El poeta chileno Manuel Silva Acevedo dijo que la Poesía es una perra caliente. Y Parra,
había dicho que la Muerte es una puta caliente. Perro del amor, dice el verso nerudiano. ¿Brulé
estará al tanto de estos dos bardos y de sus vidas?. La muerte es perra, concluyo.

Pienso en Henry Miller y su Trópico de cáncer. Ni hablar del Marques de Sade, ni de Bocaccio.
¿Libros y autores decadentes que traducían su instinto animal en las páginas literarias?

"Neruda se estaba convirtiendo - continúa el autor-en una especie de santo. Y lo interesante de él es


ese mundo contradictorio, esa alma tan humana, porque era muy sensible y generoso a veces pero
otras muy calculador y oportunista, como cuando decide quién no se va a salvar de los fascistas,
rechazando a algunas personas en las listas de repatriados a América. En eso se parece a Bertolt
Brecht, que era comunista y vivía en la Europa del Este pero tenía pasaporte austriaco, que le
permitía viajar cuando le daba la gana, y las cuentas bancarias - donde cobraba de las editoriales-,
en Suiza. Neruda, entre Bucarest y París, prefería París. Es un personaje con estos lados de luz y de
sombra. Yo no quería un personaje acartonado, que acabara siendo una caricatura. El asunto era ver
las cosas que no había logrado en la vida y sus contradicciones, ahí estaba su esencia. Ese es el
Neruda real, y para mí es un Neruda más grande que el que me habían enseñado". (.......)..."Oír la
noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como pasto el rocío".
Picasso, Huidobro, Cortázar, Vallejo, Gris, decenas de pintores, artistas, cineastas, prefirieron París.
Y Carla Bruni, se quedó con Les Champs Élysèes y sus alrededores.
Neruda era un coleccionista, amaba los insectos, a sus amigos vivos y muertos, a los que ya no
estaban los incluía en uno de sus maderos de la casa de Isla Negra. El lugar más secreto y
universal de su poesía. Prologó numerosos libros, muchos por amistad y porque le gustaba
complacer con su tinta verde a quienes se iniciaban en este género donde siempre hay tela que
cortar. Recorrió Chile de punta a punta, con su poesía y palabra. Cantó a las piedras de Chile. Toda
la materia humana y física, fue su materia.
En sus buenos tiempos, se defendió en un poema de Odas elementales, que ya he incluido en otras
ocasiones y que recién ahora relaciono con uno de Lihn, de distinta factura, el enunciado, la filosofía
de por qué escribí.

Escribí, escribí sólo/para no morirme./Y entonces/apenas/mis versos de


muchacho/desterrado/ardieron/en la calle/me ladró Teodorico/ y me mordió Ruibarbo. Se
irguieron/amenazantes/contra mi poesía,/ con ganchos, con cuchillos,/con alicates negros. Y
advierte a sus detractores: seré, /seré implacable./Yo les pido/que sostengan sin tregua el
estandarte/de la envidia./Me acostumbraré a sus dientes/Me hacen falta/Y reafirma: Y estoy casi
seguro/aunque no les agrade la noticia,/que seguirá/mi canto/más acá de la muerte/en medio/de mi
patria/será mi voz, la voz/del fuego o de la lluvia/o la voz de otros hombres.

El fantasma de Neruda sigue pesando mucho y yo diría, más vale no meneallo, Sancho.
Por su casa de Isla Negra, este año se reunió la Buda femenina de las editoriales españolas,
Carmen Balcells, con su recién descubierto Nicanor Parra. El antipoeta, ni corto ni perezoso le ofició
de guía por la casa mítica, donde el Fauno Casanova, según Brulé, amaba, succionaba tal vez
como un vampiro moderno, la miel de sus Musas y las convertía en poesía. Afortunadamente prefirió
París y no Bucarest, el país del Conde Drácula. Poeta Transilvánico.
La Super- Agente Balcells y Parra, su cicerone, se adentraron en la intimidad del poeta. "Apoyada
en un escritorio de Neruda, Balcells, afirmó sobre Parra: "Su reputación es extraordinaria, pero
nunca tuvo un agente que le pusiera orden en sus cosas. Y le he dicho que dentro de un año, para
vuestro bicentenario, quiero dar a conocer en el mundo su obra. Quiero repetir el proceso Neruda
con Parra". (El 5 de septiembre Parra cumple 95 años.)

Y el fantasma de Neruda, sigue vivito y coleando, veamos: ""¡Yo dormí aquí después!", dice Nicanor
Parra en el living de la casa de Pablo Neruda en Isla Negra, a eso de las siete de la tarde del
miércoles pasado. El mismo lugar, donde hace más de 50 años leyó por primera vez los antipoemas,
mientras Neruda "se paseaba de un lado a otro como un oso enjaulado", pasmado porque sabía que
en esos versos había algo nuevo." Isla Negra es un referente universal y en procesión llegan
anualmente miles de visitantes. Les espera el poco pacífico mar de Chile, que con pasión describe
Neruda y lo convierte en materia poética. Lihn, lector y crítico de Neruda, sabía que una crítica
desmesurada, hiperbólica, parcial, arbitraria, alejada de la obra total del autor del Canto General, no
resistiría los vientos de la historia. Y se aseguró párrafo más adelante en decir que su crítica a la
obra de Neruda se puede validar si se hace primeramente justicia a quien, con toda probabilidad, es
uno de los dos o tres más grandes creadores, en su tiempo, de nuestro idioma, y, en cualquier caso,
el más influyente de todos por el espacio de varias generaciones. Sin duda, mi generación creció en
la atmósefra envolvente de la poesía nerudiana, Lihn también, y medio siglo de poesía viva, chilena
y universal, conforman y moldean algo más que un escenario. El Cartero de Neruda (Il Postino) del
novelista Antonio Skármeta, (Ardiente Paciencia, es su título original) es otra cosa. Una historia de
amistad, amor y poesía. Una relación muy humana entre el poeta y su cartero.
Neruda es autor de no pocos libros, algunos mencionados aquí, unas memorias, hizo política, viajó,
fue Senador, candidato a la Presidencia de la República de Chile, Embajador en Francia, era un gran
fiestero y celebrador. No lo conocí personalmente. Me parecía inefable. Una tortuga gigantesca
desplazándose por la geografía de Chile, cuando vivía, y ahora su memoria es mar, tierra, piedra,
madera, desierto, cordillera, ríos, sur, fin de mundo, palabras, palabras.

Epílogo
Cada autor responde por su obra. Sabe por qué la escribió y cuál es su objetivo. Pablo Neruda fue
más que un poeta. Es algo conocido de todos sobre su figura emblemática en el siglo XX. El poeta
tempranamente fijó su residencia en la tierra de la poesía. Neruda es una sombra tutelar del vasto
panorama, paisaje, universo poético chileno y latinoamericano. Desconozco las motivaciones de
algunos "justicieros de la historia y la moral, que ven o creen ver". Aún hay árboles y papel para seguir
escribiendo, o está abierta la puerta de la gran avenida digital que todo lo absorbe como si con una
pajilla gigantesca se tragara un mar de palabras, un continente de frases, un universo de letras. La
historia de Neruda es màs o menos conocida, varios amigos y detractores le han hincado el diente. Es
conocido el Caldillo de Congrio del poeta y su receta. Así como algunos se dividen su poesía, polìtica
y amorosa, (Hace años escribí de Los cien trajes de la poesía de Neruda.) de igual manera lo hacen
con trozos de su vida, pasajes "secretos, personales, íntimos, únicos". Hay tanta prosa raquítica en la
literatura chilena que se podría levantar un inventario de osamentas y abrir nuevos cementerios para
la palabra. Se seguirán escribiendo libros para turistas del verbo, distraídos personajes que suben a
un avión y descienden con los mismos pies como si fueran alas de una ficción que les pertenece.
Neruda predijo que se seguiría viviendo y que cuando muriera publicarían hasta sus calcetines. Se
considera un Poeta público. La necrofilia nerudiana es casi un deporte de sus adversarios, de un
poeta vivo, espléndido, que afortunadamente nació en Chile, es chileno fundacional de todas las
cosas que tocó, vió, de todo lo que amó y escribió. En esta época banal, neoliberal, donde el
espectáculo evapora las ideas y las palabras son ripio, el escaparate de la última mercancía es el
verdadero interlocutor. Se monologa con el éxito frente al espejo de la farándula que cubre todos los
espacios e imágines posibles. Al parecer no importa el contenido ni los principios, ni el Arte, sino
alcanzar el objetivo de cualquier manera trepando la escalera del vecino o de los muertos.
Corolorario
(Fragmentos de una Carta de una amiga del autor y lectora, sobre El Caso Neruda)

"Recién termino de leer tu último trabajo, el que me anunciaste en tu mail, y que te contara que mi hija
me regaló en mi cumpleaños último. Me la llevé a unas dulces vacaciones que pasé en San Martín de
los Andes. Allá, en medio de los coihues y cipreses, mirando a la distancia al lago Lácar, me la
despaché de un solo trago. Permíteme las desfachatez e impertinencia de intentar hacerte llegar
algunos comentarios sobre la obra. Pero no lo vayas a tomar a mal. Lo hago desde la perspectiva
honesta y sincera de un lector fiel que siempre ha disfrutado sin reparos del vigor de tus relatos,
admirando sin reservas el estilo directo de tu pluma.

En esta ocasión, he quedado sorprendido, quizás respondiendo cabalmente a los deseos del autor de
esta novela…

Primero que todo, no dejas muy bien parado al laureado poeta. Confieso que nunca ha sido santo de
mi devoción, aunque reconozco su valer entre las letras mundiales. Muchos de sus poemas son
notables al igual que otras de sus obras que trascienden al pensamiento político del vate. He
escuchado por ahí que esta novela ha recibido comentarios ácidos desde la izquierda chilena.
Segunda impresión: ¿cómo lograste penetrar, a través de Cayetano, a la intimidad de Neruda? Sus
amores y desamores, detalles sentimentales que estarán en sus biografías, me imagino. Pero poner
en su boca juicios de abandono, de rechazo hacia sus amantes y de una hija minusválida, colindantes
con una faceta de machismo egoísta, desmitificando su figura ¿no parecería algo atrevido? A menos
que él mismo lo haya manifestado así en "Confieso que he vivido", libro que tengo en mi biblioteca y,
que a su vez, confieso que no he leído. Quizás ahora lo haga, buscando explicaciones a lo que
manifestaste en la novela.

En tercer lugar, y esto es lo que me aflige mencionarte, noté una cierta desprolijidad en el texto.
Diferente a otras novelas tuyas que ya he leído. Hay muchos errores gramaticales, como faltas de
acentos, algunas fallas de contexto ("trisó" por "trizó" en página 69, según la RAE trisar es el canto de
algunas golondrinas), como esa otra de página 142, donde se lee "…océano verde y Cupido", sin
sentido, ya que debería ser "tupido", como se expresa luego en la 143. Además, el puerto chileno de
la zona norte de Con Con se llama Quintero y no Quinteros, como se pone en 303 y 306.
En la página 198 se menciona a nuestra poetisa laureada como "Lucía Godoy Alcayaga" (en vez de
Lucila).

Pero lo que me llamó más la atención es la confusión geográfica manifiesta que aparece cuando
Cayetano decide ir a Isla Negra y baja hasta la avenida Errázuriz, toma un bus "Sol del Pacífico"
(llamados en mi juventud "Terror del Pacífico) que iba a Quintero "dirección que le convenía, pues Isla
Negra no quedaba lejos de allí". Nada menos cierto, querido amigo, pues Cayetano debería haber
tratado de dirigirse hacia el sur, tomando la ruta a Casablanca, para llegar a Algarrobo y desde ahí
hacia San Antonio, para bajarse en Isla Negra, que está junto a San Sebastián. Más tarde, en la 309,
se insiste en este concepto, cuando saliendo desde Puchuncaví, es decir, frente a Ventanas, un Sol
del Pacífico lo lleva a Isla Negra. No había tal servicio en esa época y ahora tampoco, en forma
directa, claro. Hay que hacer varios trasbordos a otras líneas para llegar desde Puchuncaví a Isla
Negra. ..."

Autor: Rolando Gabrielli


Marcelo Lillo.
Debo tener muchos enemigos en este país de envidiosos
Por Rodrigo Ramos Bañados.

"El mundo es de los vivos, si no eres vivo te escupen la cara, te patean el culo y no existes, y si no
existes estás muerto ¿Quieres estar muerto cabrito?- dijimos a coro". (Marcelo Lillo, en "Gente que
baila sola")

De un día para otro los textos de Marcelo Lillo saltaron desde el anonimato de la ciudad de Niebla, a
pocos kilómetros de Valdivia a España, sin pasar por Santiago. La vara mágica fue de Ignacio
Echevarría, el editor de Roberto Bolaño.
Todo comenzó cuando un cuento de Lillo -que éste envió al concurso de la revista Paula- gustó a
Echevarría. De ahí, éste se contactó con el escritor de 50 años, realizó un comentario generoso para
Lillo en su columna de Artes y Letras de El Mercurio de Santiago y comenzó la historia.
Hoy Lillo ya publicó el libro de cuentos "El Fumador y otros relatos" que congregó buenas críticas e
incluso comparaciones con el mítico cuentista estadounidense Raymond Carver. Ahora lo hace con
otra entrega de cuentos denominada "Gente que baila Sola".

-¿Cómo enfrentaste la exposición mediática después de "El Fumador"?


-A 840 kilómetros de Santiago me siento como antes de salir en El Mercurio, y estoy como antes, de
verdad: escribiendo, con un pisco sour al mediodía y la pistola bien cargada, por si acaso.

-¿Qué podemos esperar los lectores de "Gente que baila sola"? ¿Y en este sentido te interesa más la
opinión de los lectores o la de los críticos?
-La única crítica que me interesa es la de un crítico que ya no ejerce la crítica: Ignacio Echevarría.
Lo demás es de los lectores. ¡Todo! "Gente que baila sola" tiene otro tono que "El Fumador", o eso
pienso yo, aunque mi palabra no importa.

-¿Después de "Gente que baila sola" viene la novela?


-Sí o sí. Ya está aprobada por Random House, esperando en Barcelona, bien guardada.
provincia

-¿Por el hecho de vivir en provincia, alguna vez te sentiste un marginal?


-Siempre me siento un marginal, especialmente cuando voy a Santiago (estuve presentando el libro,
dando como 18 entrevistas). Siempre voy a serlo porque nací marginal. La provincia (¡qué palabra
más fea!) no tiene nada que ver.
-¿A tu juicio, qué engrandece a un debate literario?
-Los debates literarios no deberían existir, salvo si son desarrollados por los lectores, los únicos
capaces de hablar de un libro. Los lectores son como el escritor cuando comenzó a escribir.

--¿Cuáles son tus libros de cabecera (imagino a Raymond Carver) y qué escritor nos recomendarías a
los provincianos?

-Carver, Cheever y Chejov (CCC); DeLillo, Roth, Coetzee, Flannery O’Connor, el viejo Joyce y el viejo
Beckett; Capote, off course, Kosinsky...
Recomiendo a Elfriede Jelinek, a todos los provincianos (¡otra vez!) y capitalinos.

-¿En este sentido consideras que has cosechado a enemigos en materias literarias y si los has
cosechado, te interesa?

-Mis enemigos están dentro de mí y me interesan cuando hago salud por ellos. Los de afuera (debo
tener muchos en este país envidioso, especialmente en mi querida Valdivia; envidiosos y al mismo
tiempo fracasados y sin talento) se los dejo al resto. Aunque no sería malo efectuar un par de
combates de boxeo con varios, ¡estoy dispuesto a desempolvar mis viejos guantes!

-¿A tu juicio cuando hay innovación en lo literario?

-Cuando impones tu estilo.

Fuente: Escritores desde el límite.


De Rodrigo Ramos Bañados.
MALICIA (cuento completo)

Agustino dijo no. Por el simple ejercicio de decirlo, cansado de asentir, de ser eternamente
complaciente. Pasado el asombro que provocó su negativa, se armó un pequeño conato de rebelión
ante su inusitado veto. ¡Porque no!, fue su replica a la protesta cargada de reproche.

Sabía que los niños podían llegar a ser egoístas, e incluso crueles, en su empeño por lograr sus
propósitos. No quería ceder a sus requerimientos en desmedro de su propio tiempo y persona.

El tono de voz, alto y perentorio, acabó por abortar la incipiente insurrección, logrando afianzar su
jerarquía, reintegrando el orden establecido. Las diminutas bocas retomaron, con una mansedumbre
solapada, su rutina alimentaria, esta vez plenas de queso y pan, como antes de reclamos.

Terminado el desayuno, Agustino se levantó muy erguido, y con un movimiento de caballo de


ajedrez sorteó el ángulo de la mesa y se dirigió a la cocina, seguido por la gata. Empeñado en
mantener el halo de autoridad, no solicitó ayuda a la hora de lavar los trastos usados durante la
ingesta matinal.

La pequeña jauría de muchachos se retiró de la mesa envuelta en un amurrado silencio, para


dirigirse al patio de la gran casona.

Terminados los quehaceres de la cocina, se entregó a la tarea de alimentar a su regalona. Había


parido tres gatitos, que prometían ser tan hermosos como ella. Sentía especial predilección por el
animal. Incluso se preguntaba, con algo de remordimiento, si la prefería antes que a los chiquillos.

Esa noche, durante la cena, intercambiaron miradas inescrutables entre sí, mientras él comía
fingiendo indiferencia. Al final, sin pedírselo, ayudaron despejando la mesa, y mientras él se dirigía al
baño, ellos se quedaron secando la vajilla.

El gatito, el más pequeño de los tres, su favorito por parecerse a la parturienta, flotaba inerte en la
tina. Consternado ante la trágica visión, y después de retirarlo del agua, lo sepultó junto al pomelo.

Al otro día, durante el desayuno, ellos insistieron en su solicitud. Agustino dijo sí.
PABLO DE ROKHA: GENIO DE LA POESÍA CHILENA
por José G. Martínez Fer nández.

¿Conoce usted a Carlos Díaz Loyola?

He allí al mismo Pablo de Rokha “seudonomizado”…el genio, el poeta grande de Chile, el maestro de
tantos…de buenos y de malos poetas, tal como sucedió con los “hijos” del ilustre parralino, el gran
Neruda, que ha tenido una camada de defensores a ultranza. Buenos y malos defensores…

Hablar de Pablo de Rokha –obviando parte de su horrible poesía política- es hablar de la poesía
hecha lava de volcán, atropello a la convicción generalizada de que la poesía no puede ser una
violenta expresión, una bomba, contra la escritura corriente, abrumada, imbecilidad de lo siempre
dicho y no cambiado.

De Rokha hizo de su poesía intimista y parte de su creación universalista y también parte mínima de
su poética política, un cúmulo de espacios llenos de belleza, entendida ésta como aquel hito de
inteligencia y de talento que todo buen poeta ha de crear…

¡Y qué grande era (y es) la poesía de Pablo de Rokha!

Hundido por las circunstancias banales de gobernantes, autoridades y críticos muy dependientes del
formalismo del Sistema, le fue difícil al grande bardo ocupar el espacio que hoy le asignamos…
Sólo el gobernante Juan Antonio Ríos dio a Pablo de Rokha lo que era del poeta. Le concedió un viaje
largo por esta América de luz, sangre y dolor…

Fue Ríos el único visionario…El ÚNICO de los presidentes contemporáneos de Pablo de Rokha…que
entendió la grandeza del poeta.
En el campo de los entendidos y creadores literarios chilenos tuvo algunos defensores: Juan de Luigi,
Mario Ferrero, Carlos Droguett, Luis Sánchez Latorre y otros pocos.

Chile…¿Cómo pudo Chile obviar la presencia de este genio? ¿Cómo pudo ocultársele a todo el país
de O’Higgins la presencia del poeta grande?
Sabemos o podemos suponer donde están aquellos que quisieron apagar tan alta voz, tal talento, tan
alta lucidez…pero no vale la pena citarlos: están cubiertos de polvo de cementerio.

Pablo de Rokha es el Ave Fénix de Chile, de la poesía de Chile: Viene desde un hoyo profundo a
hacerse presente en las alturas a que asisten los elegidos de los dioses…
Hoy su poesía está siendo reconocida, soñada, admirada…Hoy Pablo de Rokha está ubicándose en
el lugar que ha mucho merecía.

Entra a la historia grande de la poesía. Aplaude desde el limbo León Felipe y muchos poetas más.
Esta es una crónica nacida del sentimiento y la verdad más que del estudio sesudo y el de la
Academia.
Salud don Pablo. Salud don Pablo de Rokha.
Un japonés se despanzurra las tripas con una espada samurái en medio del patio de comidas de un
mall en el centro de Santiago. Un tipo recorre las calles en un taxi prestado y tiene “Smells like teen
spirit” de Nirvana como ringtone en su celular. Cinco pasajeros quedan encerrados en un vagón del
metro que saben les conduce a su última estación: la muerte.

Destellos de historias como éstos son los que dan vida a “Diagonales”, del joven narrador chileno
Maori Pérez (1986), libro publicado en mayo bajo el sello de Editorial Cuarto Propio.

Más que una novela, el texto es una ruda pedrada que termina no acertando en blanco alguno, sino
que desintegrándose en el aire y huyendo de cualquier centro como destino posible.

Postmoderna en su esencia –por ese ir y venir de los personajes y las perspectivas, por esa
ausencia de héroes y por su cadencia pop-, la novela no se guarda todas las sorpresas y ya desde
su breve primer capítulo advierte lo complejo-macabro de la cotidianidad que intentará develar:

1.

“-¿Adónde vas?
-Adonde todos van -responde el suicida-. Al mall. ¿Cuál es su problema?”.

Su problema serán las historias que se cruzan, los guiños a la música popular, el simulacro del cine,
el harakiri inexplicable; las dos diagonales que arman el mundo, que es una letra, la X, la misma de
la generación del grunge.

“Son todos artistas de su propia muerte. Son Juana de Arco en el dos mil. Jesucristo en la cruz. Kurt
Cobain pegándose un tiro. Un profesor incendiándose frente a La Moneda”, les dice una voz por
altoparlantes a los cinco pasajeros atrapados, tratando de convencerlos de que morir es lo correcto.

Entre ellos, Diego, el poeta, lee una novela de Agatha Christie con un título demasiado ad hoc (“Cita
con la muerte”) y Maca, la muchacha pokemona, siente que ya no tiene tiempo “pa’ perrearle su
reggaeton”.

También autor de dos libros de cuentos, Maori Pérez tiene en David Foster Wallace y Philip K. Dick a
sus principales referentes literarios y se erige como una de las promesas de una nueva generación
de narradores, esos que leyeron a Bolaño cuando todavía estaban en el colegio.
“Yo amo solamente a los que
saben vivir como extinguiéndose,
porque ésos son los que pasan al otro lado”.

FRIEDRICH NIETZSCHE

Esta voz que hoy atenderé, está insertada hace mucho años dentro de la escena literaria chilena,
eso lo sabemos. No sé si actualmente su voz se ha visto levantada, si ha sido descubierto por
jóvenes lectores de literatura chilena. Teófilo Cid (1914 – 1964) no es la cara buena ni mala del
Surrealismo chileno, sino un rostro sumergido entre los límites de lo sagrado, su intelectualidad más
pura en la Generación del 38, aún en el derrumbe, en su bohemia e indigencia, perpetuó una huella
y un camino para convertirse en leyenda de la poesía chilena como pocos lo han hecho. Su figura de
poeta negro, y su aura enigmática lograron traspasar límites y tangentes, no tan sólo su poesía
interesa hoy en día sino su biografía, su destino y camino, su consagración, sus aportes, hasta que
finalmente su decadencia y deceso. Después de ello pasó a formar parte de la lista negra de la
poesía chilena, murió joven, indigente y solo. Junto a otros poetas esta situado dentro de esa lista
negra de poetas muertos a temprana edad, nombres como Carlos Pezoa Véliz ( 1879 – 1908), José
Domingo Gómez Rojas (1896 – 1920), Alberto Rojas Jiménez (1900 – 1934), Joaquín Cifuentes
Sepúlveda ( 1900- 1929), Omar Cáceres ( 1904 – 1943), Oscar Castro (1910- 1947), Gustavo Osorio
(1912- 1949), Luis Oyarzún (1920- 1972), Carlos de Rokha (1920- 1962), Jorge Cáceres ( 1923-
1949), Boris Calderón (1934- 1962), Rodrigo Lira (1949-1981), Armando Rubio Huidobro (1955-
1980), Rolando Cárdenas (1933-1992), y otros. Teófilo Cid nació el 27 de Septiembre de 1914 en la
ciudad de Cautín, novena Región. Su padre era funcionario de ferrocarriles del estado y por
actividades relacionadas con su trabajo, la familia Cid Valenzuela recorrió ciudades del sur como
Valdivia, Osorno, Talca, Concepción, además de su terruño Temuco. Durante su niñez y
adolescencia estudia en el liceo de Concepción y de Talca. Vive en Cautín, Concepción, Talca,
Osorno y Valdivia. El poeta Gonzalo Rojas que conoció a Teófilo dice en una entrevista inédita
acerca del poeta surrealista:”Era flojo, perezoso, grueso como esos gatos viejos que se dan vueltas
todo el tiempo. Fue compañero de liceo en Concepción de mi hermano Jacinto Rojas, en la época
que lo dirigía Enrique Molina. Jacinto me lo describió como demasiado perezoso pero muy gracioso.
Si mi hermano podría ser visto como una suerte de precocidad, Cid era la lentitud, no le importaba
nada. Entonces no era raro que repitiera todos los cursos, no hubo curso que no repitiera. Siempre
se quedaba pegado pero de flojo de tonto…
Qué simpático el gordo con ese pitillo de voz, era tan musicante, lo veo descalzo en una casa de
putas de Concepción. Como era señorito y sus padres lo querían tanto que le daban plata.” A los 18
años Cid gana el primer de los Juegos Florales celebrados en Talca, con el poema “ LA FIESTA
QUE NO TENDREMOS”. En 1932 conoce a Braulio Arenas y Enrique Gómez Correa, estudiantes de
liceo de Talca. En 1934 viaja en tren a Santiago a estudiar Derecho y Pedagogía en Castellano en la
Universidad de Chile, carreras que nunca termina. En ese año muere su madre, hecho doloroso y
que lo marcará durante toda su vida. En 1938 Teófilo Cid funda a Braulio Arenas, Enrique Gómez
Correa el grupo poético surrealista “la Mandrágora”, al que después se sumaran Jorge Cáceres,
Eduardo Anguita, Fernando Onfray, Enrique Rosenblate y Gonzalo Rojas, principalmente. En ese
mismo año Miguel Serrano lo incluye con un cuento llamado LOS DESPOJOS en la Antología del
verdadero cuento en Chile, donde aparecen relatos de PEDRO CARILLO, ADRIÁN JIMENEZ, JUAN
TEJEDA, EDUARDO ANGUITA, JUAN EMAR, CARLOS DROGUETT, ANUAL SERRANO, HECTOR
BARRETO y el propio antólogo.

El retorno a Chile de Vicente Huidobro en 1933 trajo consigo todo ese bagaje surrealista desde
Francia, tomando como experiencia su amistad con Guillaume Apollinaire y André Breton, cimenta
en Chile su pensamiento y amistad con diversos escritores del ámbito literario y en especial con
Teófilo Cid. Por esta razón apodaron a Teófilo como “el Cid campeador”. Cid durante esos años
trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. Además desempeñó labores protocolares
y diplomáticos en la chancillería llegando a ocupar el cargo de subjefe de protocolo. También trabajó
el periodismo radial entre 1949 y 1951, cumplió labores de charlista y conferencista en las
audiciones de CRUZ DEL SUR, revista hablada, que se transmitió por espacio de un año y medio en
Radio Sociedad de Minería. Aparte su trabajo como cronista en los diarios la HORA y LA NACIÓN
entre 1952 y 1958. En la parte literaria fue intelectual, poeta, cronista, ensayista y narrador. En 1942
publicó por ediciones Mandrágora su libro de relatos BOULDROUD, libro que se acentuó en la
cuerda floja recibiendo buena crítica y otra despiadada por parte del crítico literario Ricardo
Latcham. En 1952 por ediciones cruz del sur publicó su novela corta EL TIEMPO DE LA
SOSPECHA, además escribió junto Armando Menedín una obra dramática titulada ALICIA YA NO
SUEÑA, obra que ganó en 1961 el primer premio de los juegos literarios municipales Gabriela
Mistral de Santiago. Libro que fue publicado póstumamente por la municipalidad de Santiago en
1964. Su obra poética se encuentra registrada en folletos y revistas literarias como LA
MANDRAGORA, TOTAL, CLIO, MULTITUD Y CANTARO. En 1954 Cid vuelca su poesía hacia las
pendientes de lar y las raíces de su infancia, amalgamando su surrealismo creativo e imágenes
visionarias en su libro CAMINO DEL ÑIELOL editados por el viento en la llama. Luego un año
después ediciones espadaña edita su libro NIÑOS EN EL RÍO, trata de un poema homenaje a unos
niños muertos en el río mapocho, noticia que impactó profundamente a teófilo, dando un llamado de
alerta a sus amigos escritores que la situación de pobreza que se vivía en santiago era gigante y sin
nadie que se preocupara de la situación. En 1962 por colección de el viento en la llama su libro
NOSTALGICAS MANSIONES donde resurge su surrealismo más impactante y explosivo. Además
tradujo al castellano un libro de Vicente Huidobro de poesía llamado OTOÑO REGULAR, además
de una obra dramática llamada GILLES DE RAIZ del mismo autor. Sabemos Teófilo Cid fue un poeta
singular, uno de mayores intelectuales de su generación, porque realizó todas las manifestaciones
de la escritura ensayo, crónica, poesía, narraciones y obras dramáticas. Su figura fue activa, dentro
de los años 40 y 50, mantuviendo un nivel de poesía y de pensamiento expresado tanto en sus
ensayos como en crónicas.
Fue un poeta maldito, vivió errante, sin trabajo durante muchos años, solo vivía de sus cronicas en los
diarios, bohemio, de carácter fuerte y autonomo, en sus peores condiciones de salud sus amigos lo
ayudaban, lo bañaban para quitarles los piojos, lo alimentaban y vestian. pero luego al tiempo de esto
volvía a sus andanzas, a su alcoholismo, a su indigencia más pura. Solo creo que todo esto lo hacia
para mantenerse al margen como poeta, como ser humano, no sé en verdad las razones de su
indigencia absoluta, qué lo habrá llevado a la autodestrucción, al perpetuo camino que gira entorno a
su leyenda. En sus últimos días un amigo poeta lo iba a visitar a teófilo al hospital, un poeta que
ironicamente murió en las misma condiciones que Cid, solo, alcohólico y pobre. Para los aficionados
dejo para finalizar un escrito de Teófilo que resume en breve su pensamiento de poeta maldito.

Cuando Baudelaire se refería, en su célebre prefacio a la obra de Poe, a esos seres marcados por la
suerte, que llevan en la frente la aureola del destino y de lo aciago, quería referirse esencialmente al
horrible destino de los poetas condenados a vagar como autonomas desdichados en un mundo
preparado para el palcer y el entusiasmo. La naturaleza de sus impulsos, la interioridad
perpetuamente extravertida de sus sueños, los conduce, en una especie de tobogán cortical, hacia las
más insospechadas aventuras en lo osano, hacia los más abismales descendimientos. La
incomprensión, la baja intriga, el desaliento unanime de las familias en concurso, acompañan sus
voces, cuando una sinfonía de aullidos que muchas veces ampara la voz creadora, la intercepta o la
disgrega.

Es difícil mantenerse poeta dentro de un mundo que vive ansioso del señuelo.

Teófilo Cid, “la queja de la Mandrágora”.


La Nación. Santiago, 23 de Octubre de 1949.

AUTOR: Rodrigo Rojas Terán.


Obra Completa de Gustavo Ossorio (Santiago: Ed. Beuvedráis,
2009): una buena noticia
Por Carlos Henrickson.

Obra Completa de Gustavo Ossorio (Santiago: Ed. Beuvedráis, 2009): una buena noticia

Existe una obvia dimensión espiritual “ascendente” de la que procede muy directa y visiblemente
nuestra cultura. Pensar en las divinidades como seres del cielo, en este sentido, es de hecho la gran
elección cultural de nuestras sociedades, desde el castigador y terrible Yavé hasta el claro, luminoso y
festivo Olimpo: aunque bien pudiera haber sido otro el camino. Los seres celestiales que rigen la vida
diaria de los hombres, que obedecen a su razón y a su deseo, siempre tuvieron su opuesto despierto
y vigilante en las entidades subterráneas y nocturnas. El Olimpo podía regir la vida diaria e iluminada
por el sol, podía dictar las leyes e inspirar la discusión sobre el destino y las decisiones de la polis –al
fin y al cabo, su creatura-; sin embargo, ante la muerte y todo aquello que estaba más allá de la razón
y los muros de la ciudad otros regían. En vez de ofrendas que se queman hacia el cielo, ofrendas que
destilaban suelo abajo; en vez de la elevación del alma hacia Dios, el oscuro y doloroso descenso, la
catábasis.

Este contraste entre la búsqueda luminosa y la búsqueda oscura tiene sus ecos en todas las
manifestaciones culturales de nuestro mundo: habría que ver, por ejemplo, cómo las poéticas chilenas
tienden a asumir posiciones en una forma prácticamente maniquea: poéticas claras (desde el
modernismo de Rubén Darío, el obvio y cívico Neruda post-Guerra Española, el larismo desde
Juvencio Valle hasta Efraín Barquero y Jorge Teillier, el ansia cívica e hímnica de un Zurita, etc.) y
poéticas oscuras (desde la partida chilena del modernismo con Pedro Antonio González, las múltiples
vanguardias que deseaban rescatar lo irracionalidad desde Agú hasta la Mandrágora, De Rokha en
sus ecos más profundos, Díaz Casanueva y Rosamel del Valle, hasta llegar al asombro radical ante el
lenguaje de Enrique Lihn o Juan Luis Martínez). Pertenecer a estas “poéticas oscuras” significó –y
aún significa para ciertas comisarías críticas- pertenecer a cierta tradición secundaria, adjunta y
subalterna, que alimenta de material y procedimientos a sus gemelas claras que tienen en su poder
las misiones finales: la palabra cívica y la dotación de sentido al ser nacional. Si bien este cuadro no
se aplica en absoluto a la producción efectiva de la literatura chilena actual, durante largos años fue
una convicción permanente. Es así que la conocida como “segunda vanguardia” por los cronógrafos
literarios quedó ensombrecida por una minoridad abismante. Manchada por cierta vaga acusación
ética –¿búsquedas poéticas mientras mueren niños en España?-, investigando modos poéticos
europeos mientras en esos mismos finales de los 30 la prosa estaba descubriendo el mundo popular
chileno, en un momento en que se ve ya armado e inconmovible un canon desde Pezoa Véliz hasta
Neruda –falacia en la que aún estamos envueltos nosotros-, canon en el que lo que no corresponde a
la línea es ruido de ambiente; en ese momento, los “poetas oscuros” de ese 38, parecen verse
condenados a un segundo plano.
Quién pudiera ser, en este sentido, más condenado que Gustavo Ossorio, quien desde ya muestra
esa misteriosa coherencia entre vida y poética característica de las figuras épicas del oficio. A su
fatal camino vital –en que no faltó ni la enfermedad ni la locura-, a su escasísima figuración pública,
se suma quizás el haber vivido en un momento poético absolutamente privilegiado en la historia de
la poesía nacional, en el que el desarrollo de escrituras de gran complejidad enfrentaba desafíos
profundos. Tan sólo dentro de lo que pudiéramos llamar poéticas de catábasis –descenso espiritual,
búsqueda interior, examen poético de la muerte y la fatalidad-, estaban además las figuras señeras
de Hernán Díaz Casanueva y Rosamel del Valle, así como la poesía negra del grupo Mandrágora.
Quedó entonces, consecuentemente, como uno de los tantos nombres a media voz de la poesía
chilena, junto a Hugo Goldsack, Boris Calderón o Julio Tagle: rarezas bibliográficas para el
conocedor.

Una de los aportes fundamentales de la Obra Completa (Santiago: 2009) de Gustavo Ossorio,
publicada por Editorial Beuvedráis y editada por Javier Abarca y Juan Manuel Silva, es claramente
el resaltar la originalidad y enorme intensidad de la poesía del autor.

El daño de la permanente canonización de los cronógrafos literarios chilenos es obvio: la escritura


de Ossorio reúne características de una poética absolutamente madura, con un rigor y una
vivencialidad profunda que sorprenden.

A pesar de su marcado sello oscuro (el “diálogo permanente con la noche y la muerte”, remarcado
por Rosamel del Valle), es importante considerar el carácter profundamente iluminador de la poética
de Ossorio. En respuesta a la consulta sobre su poética para la Antología13 Poetas Chilenos,
realizada por Hugo Zambelli, Ossorio responde:
“La poesía no es para mí ni el anecdotario rimado, ni el romance, ni nada que emita destellos ni
signifique una decoración amable ni una música sensual. Ella es para mí el verbo encendido que
con tremenda voz clama por el lugar justo del hombre entre sus semejantes; y es el vestido mágico
para aparecer y desaparecer a voluntad; y el don de salir de uno mismo o de entrar en uno como un
ojo encendido, para visitar la sima profunda” (los destaques son míos)
Llama la atención la repetición del concepto de lo
“encendido”, y la aspiración hacia el “lugar justo del
hombre entre sus semejantes”: poco o nada hay acá de
la defensa de una poesía libérrima o desasida. Se
aprecia un sentido muy profundo de la experiencia
poética, lejos del alarde vanguardista, lo que lo acerca
mucho más a Díaz Casanueva que a la Mandrágora, más
a la aún poco conocida conciencia estética rokhiana que
a la lúdica poesía automática.

El mismo Ossorio, al explicar su concepción poética en una carta a la poeta argentina María Adela
Domínguez, cita una frase de Rokha: “La estética es el conocimiento intuitivo del universo,
formulado en esquemas y axiomas conceptuales”. Este acercamiento a la poesía como hermana de
la pregunta filosófica debería expresar la apertura de un posible nuevo “campo” en la producción
poética chilena, en que autores como Díaz Casanueva, Rosamel del Valle y el mismo Ossorio
puedan ser vistos bajo una luz distinta y más consistente que hasta ahora. La sumamente lúcida
misión de la poética de Ossorio (“expresar la batalla del ser”) podría ser desde ya el punto de inicio
de una “descanonización” y una nueva mirada sobre la producción literaria que rodeaba el año 1938.

Llama la atención la absoluta ausencia de lo anecdótico en la poesía de Ossorio. “Vida es una cosa,
poesía otra”, afirma en la carta ya citada: y esta condición de oficio trascendente se confirma
claramente en toda la trayectoria de la obra que se nos ha dejado conocer. Acaso el nivel de
experiencia asume una dimensión muchísimo más profunda: una dimensión cerrada y personal, que
no deja de reconocerse eco de angustias primordiales humanas: la muerte, la posibilidad de
trascendencia, la pregunta por el ser. La “subjetividad” de una poética como ésta es, quizás, sólo
una palabra vieja de encasillamiento, desde el instante en que las problemáticas esenciales distan
mucho de ser reductivamente personales.

Estas angustias llaman a una memoria –una palabra clave en la obra de Ossorio y destacada con
mayúsculas por Díaz Casanueva en el prólogo a El Sentido Sombrío, de 1948-, reserva en que las
imágenes y presencias de una colectividad están presentes: y esa colectividad no es la cerrada
conciencia nacional o popular, sino la expresión de una humanidad, que en su viejo sueño de
trascendencia propia, naufragaba en esa década de forma casi final. Esta universalidad es posible
porque este “yo” poético no es en absoluto el “yo” romántico. Este “yo” implica la persona de una
experiencia límite y mistérica, cuyas rota trascendencia y limitación esencial se plantean en el
aparente hermetismo y la intensidad emocional casi religiosa que podríamos leer en un Hölderlin o
un Rimbaud. Como poética de “catábasis” cumple con una milenaria tradición de abrevar en las
aguas más oscuras en busca de la definición más plena de las posibilidades del ser humano, en lo
que es quizás el gesto reflejo y necesariamente complementario de esas otras búsquedas del 38: la
literatura nacional, el ser popular.

Esta edición de la obra completa de Ossorio marca una positiva señal en pos de una necesaria
relectura de la literatura nacional desde un punto de vista más abarcador y comprometido
–comprometido en el sentido de tomar las obras literarias como formas vivas, y no como restos o
marcas de la historia social, política, o de una “historia literaria” que cada vez suena más a mito
vacío. El prólogo de Juan Manuel Silva, en este sentido, salva el obvio defecto de no tratar
directamente en toda su extensión el caso, la vida y la obra de Ossorio, a través de un formidable
desafío a los modelos de lectura historiográfica de la poesía chilena.
LINTERNA DE PAPEL
P O E S ÍA D E C O Q U IM B O .
Osvaldo Maya Cortés;
Dr., de la Academia Chilena de la Lengua.

Una vez más Arturo Volantines sorprende a los lectores con uno de sus libros. “El Burro del Diablo.
Arqueo de la Poesía Contemporánea de la Región de Coquimbo”, además de ser un bello libro de
cuidada y reciente edición (2008), es una valiosa expresión de reconocimiento y adhesión fraternal
de Volantines por los poetas de esa “patria chica” que hechiza enraizando en sus tierras generosas.
La obra reúne autores nacidos entre 1926 y 1982. Nativos o avecindados, allí hay casi un medio
centenar de escritores regionales que siguen la senda de Gabriela Mistral, María Isabel Peralta,
Manuel Magallanes Moure, Víctor Domingo Silva, Pedro Castillo Arancibia, etc. Ellos señalaron la
ruta. Unos con muchísimos títulos. La joven María Isabel, con su inolvidable “Caravana parda”.

La Literatura es así. Un continuo de fidelidades al lugar donde se dé. Cada cual aporta lo suyo y,
cuando alguien facilita la difusión y conocimiento de las creaciones literarias, suele abrir para su
prójimo universos de ilusiones.

Interesante muestra de poesía contemporánea por las temáticas literarias tratadas, sin negar el
pequeño-gran encanto de lo lárico y regional: “He aquí los valles verdes, / esmeraldas recostadas /
en el umbral de la Pampa. / Las arenas soñolientas callan…” Poesía donde aún se siente ese
espíritu que llevó a los antepasados a rumbear por el mundo tras una explicación para el vivir de
soñadores nacidos “Para contemplar las constelaciones del alma, / para ver las piedras del camino.”
Poesía pura que si funciona como “un eco casi sordo”, también puede salvarnos como “palabras
sobre el abismo, / sobre el cual nos detenemos.” Creaciones líricas donde la diversidad,
conscientemente aceptada y reconocida, se alza como una respuesta para satisfacer los más
encendidos anhelos espirituales del hombre actual, libre de ataduras y límites.

Destacable, en este texto, el acucioso registro de la producción literaria de cada autor incluido. Todo
un ejemplo para considerarlo al momento de hablar de la actividad literario-cultural coquimbana. La
comunidad debe entender ese afán por editar o editarse. Si algo necesita el escritor es su
integración, como conocimiento, en la mentalidad de quienes comparten con él un lugar en las
sociedades. La Literatura vale como la más generosa y gratuita entrega espiritual.

Desde hoy, el Norte y Chile tienen un compromiso con este volumen. Leamos esa poesía que de
manera tan desinteresada se nos ofrece.
LA CASA DEL ESCRITOR MANCILLADA
P o r A le ja n d r o L a v q u é n

No conforme con las irregularidades administrativas y contables (no aclaradas) ocurridas durante
sus períodos como presidente de la Sociedad de Escritores de Chile (SECh), el señor Reynaldo
Lacámara Calaf le pone la guinda a la torta, invitando a la Casa del Escritor, en calle Almirante
Simpson 7, a un ex colaborador de Pinochet duramente denunciado por las agrupaciones de
derechos humanos. De no creerlo, insólito, vergonzoso, un episodio de deslealtad para con el rol
histórico que jugó la SECh en la lucha contra la tiranía militar desde el mismo 11 de septiembre de
1973. Una humillación a la memoria de quienes fueron torturados, desaparecidos, ejecutados,
arrojados al mar, exiliados. El invitado en cuestión, fue el actual alcalde de Providencia, señor
Cristian Labbé, ex coronel de ejército, boina negra, guardaespaldas de Pinochet, miembro de la
DINA y acusado de violaciones a los derechos humanos, como por ejemplo practicar torturas en el
campo de concentración de Tejas Verdes. También fue visto en las prisiones de “La venda sexy”,
“Londres 38” y “Villa Grimaldi”. Mayores antecedentes pueden ser leídos en: http://memoriaviva.cl/.

¿Habrá pensado el señor Lacámara (que dice ser un comunista respetado –y respaldado- por su
partido), cuando daba la mano a Labbé y sacaba su mejor sonrisa para las fotografías, en los
muertos y torturados? ¿Habrá recordado los suplicios de Marta Ugarte, Víctor Jara, Víctor Díaz y
otros compañeros? Mientras degustaba el señor Lacámara, los bocadillos y licores del cóctel
¿Habrá hecho memoria de los escritores perseguidos, asesinados y torturados por el ejército al cual
pertenecía, y pertenece, el señor Labbé? Lo sucedido es una porquería más de la inconsecuencia
de quienes hoy dirigen la Sociedad de Escritores de Chile, emporcándola.

¿Dirán por fin algo los escritores de Chile, que ven como su casa, producto de muchos esfuerzos,
hoy es mancillada por las actitudes del señor Reynaldo Lacámara Calaf y un directorio interdicto?
Cuando el año 2007 solicité aclarar determinados gastos al presidente de SECh, señor Reynaldo
Lacámara Calaf, me interpuso una querella por injurias ante los tribunales de justicia que finalmente
perdió, imagino que por esta carta pública pedirá un tribunal militar para que me juzgue. Si así fuera,
me da lo mismo. Todas las irregularidades ocurridas en la SECh, que he denunciado, son verdad.
Están las pruebas y los testigos. Esta es una más de ellas, una irregularidad ética e indigna que
atenta contra la decencia del hombre libre.

Alejandro Lavquén
Escritor
A Nana Gutiérrez Bonelli, este nana-artículo que busca rescatar de los anaqueles la imagen y genio
de una destacada mujer, valiente poeta, irreverente e irónica, locuaz y profunda. Rupturista, orgullo
de Arica y las letras nacionales.

Nana, anti-poeta de Arica contribuyó arduamente a la cultura de nuestra ciudad, motivó a otros
artistas, participó en congresos logrando reconocimiento internacional, publicó junto a destacados
escritores de Latinoamérica y el mundo y logró que su obra fuese traducida y publicada en más de
seis idiomas.

Tenia un particular concepto de si misma y se mostraba frente a sus pares creadores, tal como lo
señala en su trabajo “medida de la soledad” lo cual reafirma Andrés Sabella en el prólogo que
hiciera al poemario de la escritora, titulado “Manos Arriba”: alta y larga como un árbol con ansias de
llenarse de relámpagos, un metro setenta para medir la soledad, delgadísima con lectura y cultura.
El fragor de Nana, sus ideas de humor negro e imágenes nuevas, foráneas a lo que se tendía a
considerar como el catálogo poético, rompió con cuanto molesto punto común y frase hecha se topó
en su camino, y en el fluir de su desacramentalizado lirismo, no dejó poetisa con cabeza.

En el concepto de Nana, a veces duro pero no por ello menos justo, había que dar crédito y
descrédito a quien se lo merecía, y en ese devenir, resulta justo hacer la distinción entre mujer poeta
y poetisa, siendo esta última una parodia light de la primera, una impostura o figura a la moda que
podía pasar desde la gruppy a go go de los premios nacionales de literatura a la niñita bien,
discutiendo de arte en un salón de té. De tal manera que el problema del género, el rol atribuido a la
mujer por una sociedad falocéntrica y el complejo ambiente literario no menos condicionado por esa
lógica que va del machismo a la misoginia, fue otro punto de lucha en que Nana demostró junto a
otras poetas como Rosario Orrego de Uribe, María Monvel, Gabriela Mistral, Olga Acevedo, Alicia
Galaz Vivar y Aída Moreno Lagos, entre otras destacadas; que el poder creativo y literario, no es
patrimonio exclusivo otorgado por la diferencia de un cromosoma.

Actitud trágica y desafiante, sonrisa esplendida, plena de soledad y reflexión ante la comedia
humana, condición que sus compañeros en los avatares del lirismo y la prosa debieron reconocer,
Lafourcade la incluyó en su polémica y dispar antología del nuevo cuento chileno, lo cual la ubica en
la generación de 1950 junto a autores de inmensa trayectoria como José Donoso, Jorge Edwards y
Guillermo Blanco entre otros. También formó parte de la Antología de la Poesía nortina de Mario
Bahamonde, fechada en 1966.

Por otra parte, Coloane, nuestro Jack London dijo -ha nacido el nana-poema, una autora disparando
contra los prejuicios y Nicanor Parra, el consagrado maestro de los artefactos dramáticos, en su
afán deconstruccionista, le regaló el título de su obra que vió la luz en 1968. En esta, Nana
despliega con intenciones catárticas, el cinismo de Diógenes y la contratextualidad bulle con anhelo
de bajar de las mechas a los poetas del Partenón. No se extraña en cada una de las páginas en que
sus nana-poemas revientan al mundo, la sátira amarga a la elegía, al rito pulcro de la confesión, a la
loa gratuita y homilía fúnebre. Asistimos al fin de los discursos oficiales, el descreimiento ante la
comunicación esteriotipada, los tropos añejos y esos grandes ídolos de barro. Como señalara
Sabella con acierto, Cruel ante aquellos que sin verdad vital, intentan verdad poética.
Sobre la obra de Nana

Nana, cuenta entre sus títulos, Calendario, obra que realizó junto al peruano Winston Orrillo,
Correspondencia que también la llevo a trabajar en diada, en este caso, con Marco Denevi, novelista
argentino, no hay que olvidar funeral del poeta, donde colaboró con Selden Rodman, historiador y traductor
al ingles de Neruda y Borges. Finalmente su poemario más conocido, Manos Arriba, es el que nos ocupa en
esta ocasión. En Manos arriba, desde un principio, Nana nos provee de una visión intimista que nos empuja
de bruces a la melancolía, pérdida y arrebato. En medida de la soledad, el hablante lírico se confunde con la
poeta y su perspectiva del dolor. La dosis exacta del abandono y quien busque una respuesta de quién fue o
estuvo tras las palabras, hallará en esos pasajes, los más privado del ser, su desamparo. A manera de
autoconfesión, el poema inaugural de la obra, ahonda en un intuitivismo precioso y de gran calidad humana,
allí subyace el afán de comunicarse con uno mismo y con un memorable anticlímax que apacigua toda
expectación del lector, un tímido “amen” nos remite al requiescat in peace del solipsismo.

Viudo melancólico, otro poema de los veintidós que componen esta producción, nos pone de cabeza ante la
alteridad y la añoranza, como Bolaño decía al referirse a su poeta predilecto Nicanor Parra, en él hay mucho
tumba, mucho cementerio y luego más tumba, en Nana también percibimos esa oscuridad, pero no en un
sentido moral o gravado por una visión maniqueísta del mundo y sus relaciones, sino como lo más normal,
lo propio ante nuestra precaria condición. Es una medida de soledad pero del otro, la necesidad de ese
cuerpo, ese aliento que desnuda un abismo de costumbre y paridad, ante quien fuese compañero del alma.
Este viudo melancólico, posee imágenes sugerentes que revelan lo infantil del miedo y la ternura del dolor
en pasajes como:

A veces se ríe y se tapa la boca. Le avergüenza que descubran que en los dientes lleva el nombre de la
muerta o En la frente, lleva un letrero que dice: "—ayúdeme! Tengo miedo a la oscuridad"—

Los Nana-Poemas por su parte, forman en "Manos Arriba" una trinidad del absurdo, parecen casi pequeños
diálogos de Ionesco y cada uno, curiosamente apunta a satirizar un punto común del arte y el circuito de la
comunicación, en Nanapoema lunar, el blanco es el mensaje poético, la forma en que a lo largo del tiempo
se ha construido estéticamente la lírica, la inspiración y los elementos que son materia prima y loa del vate;
el mar, el desierto, los bosques y la luna alba y cristalina, que Nana, como buena abjuradora desfigura,
valiéndose de su propia imagen.
Su autoconcepto abofetea a la tradición al señalar que Selene no es más que una mueca infernal de su
rostro, postrada ante la ingenuidad de los que se cobijan bajo esa luz. Luego, en nanapoema para un pintor
surrealista, ajusta su mira y acribilla al artista, al emisor de esa digresión poética. Sin tapujos ataca a los
movimientos y sus excentricidades, los manifiestos y existencias erráticas que paren la cultura, dioses de
limo tras el papel y lienzo, finalmente en nanapoema para un recién presentado, el caído en sus letras es el
remitente, el público mismo, acostumbrado a la pasividad, con expectativas formales y una estructura tacita
que guía sus pasos en la comunicación al punto de volverlo algo tedioso y resabido, aquí también se
vislumbra una postura crítica ante las relaciones humanas permeadas por los códigos de la cortesía

Finalmente un gran poema titulado Para Dios 1967 simula un diálogo distendido con la última figura
piadosa, en ella se temporaliza el stress del eje inmóvil a la luz del desasosiego mundano, la mejor forma de
mostrar lo burdo cotidiano e inane de nuestro proceder, en una especie de confesión inversa, la poeta se
vuelve el hombro fraterno y comprensivo de quien todo debiera sintetizar y comprender.

En medio de sus repetidas manifestaciones ambiciosas o hipócritas, sonara tu voz fuerte y segura y les
dijeras: "—jNo les doy nada; nada les concedo!Ingénienselas, rebúsquenselas, arréglenselas como
puedan.Yo apenas soy DIOS, no soy un mago! Y por ultimo, bájenme de esta cruzMe canse de estar
colgado"—

Claro que hay mucho más, en la literatura de esta autora, en “Manos arriba” tenemos por qué escribo, el par
para divorciados y divorciadas, colegial contemporáneo, Los poetas, las poetisas y denuncia, entre otros.
Todos anti-poemas bastante actuales, capaces de resumir la lucha diaria del chileno y en forma cabal, del
latinoamericano postmoderno, atravesado por multiplicidad de discursos asesinado por el cielo y los
códigos. Otras obras recomendadas de la autora son: Insectario y el libro "por el rabo del ojo" elogiado en
Italia por Pablo Neruda. Para ser justos, sólo queda señalar que la obra de Nana resuma versatilidad, coraje
y desparpajo lo cual la hace doblemente arriesgada y fértil, no se queda en la formula archiconocida y
tampoco en el escándalo, escarnio o gratuidad del recurso que sorprende quizá una o dos veces al lector
para luego volverse otra receta y tedio más. Nana apuesta a un distanciamiento estético, no entregar de
buenas a primeras todo la potencia del contenido y para ello usa como primer aliado lo conocido, la retórica
popular y lo que todos pensamos en algún momento pero no tuvimos el acierto o valor de espetar. De esa
forma, tras la familiaridad y reconocimiento propio en la voz de la poeta, surgen las lecturas postreras, pues
sus textos amenos y jocosos, dotados de melancolía y ternura, invitan a seguir siendo leídos y pensados, de
manera que su sensibilidad penetre en cada anhelo, miedo, duda y por que no, rabieta sincera y burla
justificada, lo cual privilegia el trabajo de esta autora, su dimensión aún vigente, capacitada para madurar y
seguir abriendo puertas a una conciencia que se rehúsa a creer de buenas a primeras, en la mediocridad de
las formas impuestas y los canones vetustos.
Autor: Daniel Rojas Pachas.
EDITORIAL CINOSARGO ©

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