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SOMOS DE COLORES

Sobre las propiedades fundamentales de las estrellas y su color

Las estrellas, igual que las personas, nacen, de las estrellas, la fase en la que pasan la
viven un periodo de madurez y mueren. Su mayor parte de su vida. Esta fase es la
nacimiento, embebidas en una nube de gas llamada “secuencia principal”. Nuestro Sol
frío, y su muerte, ya sea como nebulosa es una estrella en la secuencia principal,
planetaria o supernova, son temas como la mayoría de las que vemos en el
apasionantes por sí solos, pero esa es otra cielo nocturno. Y, al mirarlas, uno puede
historia y debe ser contada en otra ocasión. distinguir que las estrellas son de colores.
Esta vez visitaremos el periodo de madurez

La vida cotidiana muchas veces se empeña en confundirnos. Y ésta es una de esas ocasiones.
Todos asociamos el cálido color rojo al fuego, mientras que el frío azul nos recuerda el hielo.
Nada más lejos de la realidad. Cuando hablamos de temperatura el rojo es caliente y el azul…
muy caliente. El color de las estrellas nos dice cuál es la temperatura en su superficie: las
estrellas rojas son las de menor temperatura, unos 3500 grados, mientras que las estrellas
azules alcanzan los 30000 grados. El Sol, siempre tan modesto, tiene ese color amarillo típico
de los 6000 grados.

La masa y el color
Las estrellas en secuencia principal viven en un tira y afloja constante entre dos fuerzas: la
gravedad debida a su masa, que quiere comprimirlas y hacerlas más pequeñas, y la radiación
producida en su interior mediante reacciones nucleares, que empuja a la estrella hacia fuera,
hinchándola como un globo. Pero cuando miramos una estrella en secuencia principal, ni se
expande ni se contrae indefinidamente. Eso sólo puede significar una cosa: la estrella está en
equilibrio y las dos fuerzas son iguales durante la madurez del astro, un equilibrio que sólo se
rompe cuando se acerca a su muerte. Comparemos nuestro Sol con una estrella con más
masa, por ejemplo Rigel, una estrella de 17 veces más masa que el Sol, situada en la
constelación de Orión. Al tener más masa, la gravedad que intenta comprimirla es mayor, por lo
que necesita producir más energía en su interior para compensar la gravedad y no colapsar.
Esta energía acaba llegando a la superficie de la estrella, dándole su color característico: el Sol
es una enana amarilla, mientras Rigel, más masiva y con una producción energética mayor, es
una súper gigante azul. En el extremo contrario están las enanas rojas, menos masivas y con
un color rojizo. Incluso existen las llamadas enanas marrones: estrellas frías (1500 grados) de
tan baja masa (1/20 la masa del Sol) que no necesitan reacciones nucleares en su interior para
contrarrestar la gravedad.

Las estrellas en secuencia principal viven en un tira y afloja constante entre dos fuerzas: la
gravedad debida a su masa, que quiere comprimirlas y hacerlas más pequeñas, y la radiación
producida en su interior mediante reacciones nucleares, que empuja a la estrella hacia fuera,
hinchándola como un globo. Pero cuando miramos una estrella en secuencia principal, ni se
expande ni se
Moraleja: las estrellas, como las personas, son de colores y, aunque por fuera parezcan
diferentes, la física que las mueve es la misma en todas ellas. Igual que en las personas.

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