You are on page 1of 107
LUIS GONZALEZ OBREGON La Vida de México en 1810 ESTE LIBRO NO PUEDE SALI? DE LA BIBLIOTECA LIBRERIA DE Ave DE GC. BOURET PARIS (i | |} MEXICO 23, RUE viscoNTi, AVENInA e1Nco DE MAYO, 45 rs — e222, ——* ae ~/o% ———t Tnventario 1978 PLAZA DE MEXICO EN 1810 (De litogratia antigua), La Vida de México en 1810 CAPITULO PRIMERO cOMO ERA LA CIUDAD ENTONCES T Las calles y los coches. — Carros, caballos y peatones. Mexico en 1810 presentabaun aspecto bastante diferente al de ahora, en las calles, en las plazas, en los edificios y en las tiendas de comereio, aunque hoy conserva todavia muchas cosas que han persistido sin cambiar del todo. Mas de cuatrocientas calles y calle- jones tenia entonces Ia ciudad, que ostentaban en las esquinas, y en placas de harro vidriado con negros caracteres del siglo xvi, los nombres que les habian impuesto; y eso si, la mayor parle eran anchas, espaciosas y tiradas a cordel. Las aguas que procedian de las Ilu- vias caian resbalando hacia el arroyo, donde estaban las atarjeas : los empe- drados presentaban un mareado declive - desde la banqueta hasta el centro de la calle; declive que a veces pareci: padasloma, con grandes diferencias de una a otra calle; y los payimentos de mal aspecto ¢ incémodos 4 toda clase escar- de traunsentes, porque para andar por ellos, se fuera a pic, a caballo,é en coche, habia que subir y bajar, yendo - los caballeros con sumas precauciones 4 fin de no ener eon cabalgaduras y todo, é inclinindose los coches, adiestra 6 siniestra, segtin el lado dela via que recorrieran, ¢Y las banquetas? Con exeepeién de las que rodeaban el atrio de la Catedral, eran las restantes mis 6 menos defee- tuosas.ligeramente inclinadas, muy angostas, de losas diferentes en color y tamaiio, lisas, separadas entre si, con- yexas, y limitadas de trecho'en treeho por unos pilarcilles que ‘fueron la eterna pesadilla de nuestros bisabuelos; pues los tales pilarcillos, decian, « son perjudicialisimos, asi porque estrechan el paso por las banquetas,‘eomo por- todas horas, de noche y de dia, estin las gentes tropezando. con ellos, lastimandose gravemente las piern: iemp: lo que los precisa a andar con mucho cuidado por las_banquetas, para evilar tales accidentes, no bas- tando todavia esto, para libertarse siem- Fh- 11370 8 La pre de darse algiin doloroso golpe! ». Les imalbadedos pilatdillos « 0 traian ni aun la mas ligera conve- niencia, porque lo que se pretextaba de que impedian e] que las ruedas de los coches no treparan las banquetas, carecia de fundamento... »; y ademis, « los cocheros en lugar de dirigir las ruedas por la inmediacién de las ban- quetas, se guardaban bien de aproxi- marse, porque su encuentro retardaba el movimiento, hacia trabajar n las mulas y maltrataba las mismas ruedas ». En cambio, los pilareillos no estaban en las calles en que era uno mismo el nivel de ban- quetas y, empedrades, lo que daba lugar muchas veces 4 que las. ruedas de los carruajes pasaran por los en- losados, arrimindose en no pocas oeasiones hasta las puertas de casas. j Las: atarjeas de las calles fueron otro motivo de justas Iamentaciones! La parte superior estaba sumida « bajo la orilla inferior del empedrado »; las losas muy convexas y muy lisas; entre unas y otras habia grandes aberturas, lo que daba lugar a que se despren- diesen miasmas’ molestos y dafosos, y & que las pobres bestias, y aun las gentes, resbalasen, meticran las patas 6 los pies, segin fuesen bipedos 6 cuadripedos, y a que no pocos indi- viduos 6 animales, anduviesen por resultas de esto, cojos 6 pernique- brados*. Los coches que en 1810 rodaban por las calles pasaban de dos mil qui- a molestos 1. Diario de Mésico, articulo Banguelas, to- mo XIII, pig. 169. >. Para comprobacién de lo arriba dicho, vé Vida de México en 1810. nientos, y & medida que cl lujo iba et aumento, crecia el buen gusto en ellos, pues a las pesadas tallas de los an guos forlones y earrozas, habia suce~ dido la sencillez en los adornos; a las | antiguas molduras, los mejores cha- roles, comparables a los barnices extranjeros; porque es de. advertir, que ya por aquella fecha se fabrica~ / ban coches en México y en la casa de D. Manuel Tolsa', Crecido también era el ntimero de carros que diariamente recorrian las éalles, incomodando con el ruido in- fernal de su trafico, cimbrando los edi- ficios con lo pesado de las ecargas, estropeando el empedrado, y eausando no poca alarma @ los buenos habitantes de aquellos tiempos. Los carros iban — tirados por cuatro mulas, colmados de piedras, sacos de harina, tercios de anicar, barriles de vino 6 de pulque, y los mas « de una porcién do vigas, y encima de ellos el conductor, que con- servando un perfecto equilibrio con las rodillas, un poco encorvado y sepa- rados los pies, con la una mano dirigia los brutos y en la otra Hevaba una_ vara larga con su corderillo, que en el remate tenia atada una pequena piedra, © la que le servia de litigo*... » Estos carros carecian de lanzas ; y abi era de verlos rodar como desbocados en las, bajadas de los puentes! jAh! Los puentes todavia eruzaban muchas vias para dar paso sobre las antiguas acequias 6 canales; estas ace- quias habian sido el legado de la’ ciudad azteca a la ciudad espafola, con aguas sucias y pestilentes, feas 1. Idem, tomo XII; pig. 189. ‘ ; 7 2. Diario de México, del Sibado 17 de Febrero, de 1810, pag. 189. Ja vista y venenosas para la salud de yeeinos. Como hoy los vagones cléctricos, las icletas y los automéviles, sen terror ulo de la vejez, padrine de etude chicos, drgano del publica, ete., ete. “gquiere vuesamerced decirme qué pe- ‘eado han comctido los que como yo en, vegetan y subsisten’ pobres, que los ricos y los que tienen dianas proporeiones los opriman arriba y por abajo?... Muchos son yres sin destino, y sin embargo de se presentan con levita de moda, talones, botas lustrosas y rechi- ites y gordo garrote torneado : hay res empleados con poco sueldo, + hay pobres artesanos-humilde- inte vestidos, pero ealzados, y entro Jos hay también, que por su em- a; y hay pobres pordioseros, noc- , romancistas de las esquinas, Pasan Ia vida con los mendrugos hichas que les ofrecen sus pia- creyentes*... introito lacrimoso dirigido al larista, venia eneaminado a pro- a en nombre de esos pobres, que daban por las calles de México en arrollados bajo un charolado ©, atropellades por un caballo galanes unos, muy trapientos Cémo era la Ciudad entonces. 9. brioso. 6 derribados, pies arriba, por una bestia eargada, vulgo mozo de cordel. Era de verse a los pobres aludidos, en los dins do ficsta, enredados * por ses EL cocHERo tt entre carruajes y caballos, correr a escape de los cocheros, que montados en sendas mulas, les sacaban todo el brio con los kitigos y espuelas, enca~ jando los earraajes por en medig de la gente, « para que los senores y seno- ras », que en ellos iban muy « repan= tigados », se divirtieran con los _brin- cos, carreras y sustos de los pobres, que huyendo del peligro, embarazin- dose el paso unvs con otros, eran vie~ timas de frecuentes atropello: « Soy testigo ocular — deeia aquel buen yecino — de algunas de estas desgracias », y puedo acreditar que entre la chusma cocheresea, enya mayor 10 parte se forma de Is wfima plebe, hay muchos bribonzuclos engreidos, que cu a dis- calle, violentan el paso de las mulas, para hacerlo correr : en este apurado trance me he visto muchas veces, y confieso que lo he sufrido, porque no hay un juez de policia é quien Mevar mi queja; pues aunque mis puiios me proporcionan el impulso necesario para escarmentar al atre tomar ndo ven a un hombre ii co: lancia atravesar una lo, no me permiten las leyes satisfaccin por mi propia mano’. » gY los jinctes? También « ellos se divierten con la funcion, y también con los de ® pic, porque los hacen var las zancas, huyendo de sus mal- es ditas ginetadas, con doble diligencia, porque tratan de escaparse de dos brutes, que son el eaballo y quien lo monta*, » Los cargadores que transitaban por las calles el bendito ao de 1810, inspiraron al buen yecino tremebundas catilinarias. Eran una multitud, dice. Conducian en las espaldas, en los hom- bros y en las manos, pesados tercios, largas y gruesas vigas, y grandes ea- zuelas de espeso y caliente mole. Imaginad al escobero picando con las puntas de los popotes i un distraido traunsente; al sedcro untar el rostro de un meditabundo pocta con la pes lente mereancia; al vendedor de asa- duras sancochadas, manchar el fla- mante levitén de un almibarado peti- metre; la chimolera, ungir con sus albéndigas 6 mondongo hirviendo, la ma plilla airosa 6 la ajustada basquina de una currutaca; al conductor de vigas, Idem, idem, pig. 103. Idem, idem, pig. 103. La Vida de México ern 1810. obiade por el peso, derribar @ an sesudo Oidor de pelucdn, gorguera y garnacha. Pero si el bullicio de coches y ca- rretas, § colear de caballos, si el ir y venir do mereaderes ambulantes que con roneas 6 chillonas voces pre- gonaban «i todas horas del dia, frutas, dulces, nieve y toda clase de golosi y baratijas, incomodaba a Ios veeinos estantes y habitantes de la ciudad de México el ano 1810, la noche con su manto negro y estrellado 6 con la gasa transparante de la luna, no los dejaba tranquilos en apacibilidad silonciosa. Un veeino ocioso ti ocupado que transitara las calles antes del toque de la queda, se veria expuesto & que el buen serend, trepado en alta escalera, al encender los faroles del alumbrado le propinase un lustroso baiio; al en- cuentro desagradable con el carro rioc- turno', formado por horizontal barrica, montada sobre un eje y dos ruedas, que arrastraba paciente mula dirigida por asqueroso conductor; el cual, al el car son de campana habia Hamado 4 los que tenian que vaciar sus pestilentes yasos en aquel horreroso coche; coche que iba escurriendo liquidos y espar- ciendo 4 ciencia y paciencia de la hi- giene, los perfumes que canto el in- mortal Quevedo; # tropezar, por ultimo, aquel yecino ¥ ponerse triste con el Rosario de Animas, cuyos cofrades acompanaban el mondtone tilin, tilin, de su campa illa, con voces planideras con que pedian se rezara un Padre Nuestro y un Ave Maria por el descanso eterno del alma de Don Fulano de Tal; y si el veeino mencionado excursio— 1, Diariv de Méwico, tomo XU, pig. 434. Cémo era la Ciudad entonces. II naba después de que habia sonado la queda, podria ser v ma de un robo, de un asesinato 6 de caer en garras de Ja ronda. Los que dorm ndas_plumas, nen duro suelo 6 en bl 0 padecian menos incomodidades, Las campanitas de los conventos, ya de monjas 6 de frailes, el aullar tristisimo de un perro ealle- jero 6 el maullido de un gato enamo- rado desvelaban al mis fiel devoto de Morfeo. Y sélo en algunas calles desi del centro, calles de suntuosas moradas rtas en que vivian ricos comerciantes, con- des y marqueses, apenas se oian las EL SERENO lentas pisadas del sereno, que iba por la banqueta calzando botas de campana, vestido con calzoneras y capote, chuzo al hombre, sombrero forrado de hule — tinica prenda que le habia quedado de los buenos tiempos del Virrey Re- villa Gigedo; — linterna con lampara de aceite, y seguido de perro fiel, tinico compaiiero en sus noches frias 6 Iluviosas.... II Los nombres de las calles. — Mesones y hospederias. Casas, plazas y barrios. México en i810 estaba dividido en ocho cuarteles mayores y treinta y dos menores. Contaba 304 calles, so ca- Hejones, 12 puentes, 64 plazas, 19 me- sones, 2 posadas, a8 corrales y 2 ba- rrios*. La mayor parte de los nombres de esas calles subsi fan hasta hace pocos habjan ahos, pero otros muchos y desaparecido. Ninguno recue las ‘calles Hamadas de Andal Apahuazean, del Cristal, de Ceballos, del Copado, del Destierro, de Garay, de las Gradas, de la Higuera, de La- franco, del Lavadero de los Canénigos, del Obrajito, de Moreén, de Cueritos; y de los puentes de San Marcos, Santa Cruz y Navajas. Machos callejones han perdido sa nombre antiguo, pues hoy tampoco nadie recuerda los que se Ha- maron de la Bizcochera, de las Camo- teras, de los Cedaceros, de Chichime- cipan, del Cebollon, de Coconepan, de Campanel, de Dofia Andrea, de la Dama, del Egipto, de la Hacienda de Santa Maria, de Juanico, de Loquitos, de la Loceria, de Mata, de Hormigas, del Picadero, de Papitas, de Palina, de 1, México dividido ea Cuarteles Mayores y Menores. Nombres de sus calles. Los de sus Jueves y Alealdes, ete., pag. 47. (Edicion de 18rr, impresa por Manuel Antonio Valdés.) 12 La Vida de México en 1810. la Pinta, de Cuatlan, del Santo Ecce- homo, de Solito, de San Cristobal, de Titiriteros, del Torito y de los Zopilotes. Trabajo tendria el que intentase identificar esos nombres con los fla- mantes que hoy llevan nuestras calles y eallejas; porque algunos han aeabado al par que las pequeiias industrias que tenian sus habitantes; no pocos han sido rebautizados al- capricho 6 con cifras cabalisticas, que no pudieron 6 no quisieron retener nuestros contem- poraneos, y no muchos, han desapa- recido por completo, al derrumbarse manzanas enteras de casas. Tan dificil seria aquello, que sélo buscar la sino- nimia de las calles que Hevaban en 1810 los nombres de 1" y 2° de la Monterilla Vieja, situadas en cuarteles distintos a los que hoy ocupan las calles del mis- mo nombre, demandaria mucho tiempo y engolfarse en los registros de anti- guos planos y papeles. La misma empresa y labor ocuparia al que buscara en el Portal de Merea- deres, el Cajon de D, Francisco Quin- tanilla, donde en 1810 estaban a la venta los billetes de la Real Loteria; la Tienda de Modas, situada en una de las calles de San Francisco, en que un franeés, Pedro Le Roy, expendia las tinturas de Girén para los dolores de cabeza; las boticas de Santa Inés, del Refugio y de la Esquina del Portal de Santo Domingo; las platerias, de las calles del mismo nombre con sus apa- radores deslumbrantes por custodias, copones, vajillas y filigranas, y las librerias de Galvan y de Manuel del Valle, en la calle de Tacuba, y la de Arizpe, en la Monterilla’. 4, Todos estos datos los tomé del Di ‘Mexico, vomos XIL y XII. io de Los nombres de varias plazas tam- bién se han mudado, gCuales fueron la de Colgatongo, del Copado, de los Mercedarios de San Pedro Pascual, de las Vacas, de Tre de Zavala? El aio de 1810 no habia como ahora , de los Viejos y hoteles suntuosos con elevadores, baiios y restaurants, La buena ciudad de entonces, como ya dijimos, contaba sélo 19 mesones y 2 posadas para alojar a los viajeros que venian de la Peninsula por el puerto de Veracruz 6 de la América del Sur por la via de Acapulco. Alli, en csas viejas posadas y mesones, eran huéspedes las cole- giales que cursaban en la Universidad 6 que Iegaban para graduarse de bachilleres 6 doctores; los curas que caminaban legaas enteras persiguiendo una canongia; los canénigos que via- jaban en pos de una Mitra; les comer- ciantes que traian las conductas de las platas, procedentes de los minerales, y los arrieros, que con mucha frecuencia entraban en Méxieo con reenas de mulas cargadas de productos y mer- capeias del interior 6 de tierra caliente. Apenas quedan hoy algunos de los mesones existentes en 1810. Sus nom- bres si los sabemos, y por ser pocos los consignamos aqui, como memoria de cosas viejas. Las dos posadas se lamaron de Atanasio y de Sinforosa, may céntricas ambas, pues estuvieron en los cuarteles Mayor mimero 1 y Menor numero 2. Los mesones osten- taban rétulos més 6 menos legibles 6 historiados, en que podian leerse los nombres de Aldana, de Animas, del Angel, de Cinco Sejiores, del Chino, de la Garrapata, de la H. dura, del Parque del Conde, de Regina, los a= Cémo era la Ciudad entonces. de San Vicente; de San Juan Evan_ gelista, de Santo Tomas, de San Dimas, de San Antonio, de San Cayetano, y Jos de cuatro que la fama ha callado sus nombres, hayan sido éstos de santos 6 de cosas profanas y vulgares. Para hestias, carros y coches de camino, habia corrales 6 pensiones. como se dice ahora. Posaban las pri- meras en las enadras 6 bajo los cober- tizos de tejados que habia en los co- rrales, que eran también hospederias de toda clase de vehiculos rodantes. Tuvo México en 1810 el corral de Andrea Vazquez, el de las Animas, el de Ber- nabé Leon, el de Basurto, el de la Cal, el de los Carros, el de Fermin, el del 3ranillo, el de Mleseas, el de Jurado, el de la Lechera, el de Nuestra Senora del Rosavio, el de Ortiz, el de Onorato — sin hk como ya escrito — el de Peralta, el de la Parcialidad de San Cristobal, el de Quesadas, el de Rivera, el de Santa Barbara, cl de San Pablo y los de Soriano. Los barrios de Ia Ciudad eran pol- yosos, Henos de basuras; pastando en los que habia algdn zacate anémico, vacas eseudlidas, vocinantes hambrien- tos, asnos Iagados;"revoleindose en los pantanos cerdos, ecbados con inmundicias; y saltando entre las trancas de los corrales, 6 por encima de los techos de sus miserables casu- chas fabrieadas de adobes, erguidos gallos 6 maternales gallinas seguidas de la prole de vivisimos polluelos. Los perros famélicos husmeaban en los muladares, poblados de asqueroras moscas; léperos semidesnudos espul- 1, Los datos que com contenidos en el opiseulo Antonio Valdés, pags. 18 i 40, 13 gibanse al rayo del sol, y muchachos harapientos, mugrosos y enmaranados trepaban en los pocos arboles, alli solitarios, 6 jugaban a la guerra ya pedradas. Esos barrios estaban pobla- dos de miseria, de insalubridad y de incuria y no pocas veces eran teatros de escenas horrorosas, en que dos tenorios ensabanados 6 dos ebrios enfurecidos por el pulque, con som- breros por escudos y filosos y agudos puftales por armas, se disputaban la vida 6 rasgaban sus carnes enchar- cando el piso polvoriento de aquellos sitios abandonados, en los que no habia ni un policia ni un farol, que pusiera término 6 alumbrase esas riffas vanales y sangrientas '. Slo el barrio de la albarrada de San Cosme, era alegre y pintoresco, con huertas y jardines plantados desde el siglo xvt por los primeros conquis- tadores y veeinos, y atravesado por el acueducto que conducia el agua de les mavantiales de Santa Fe, con una fuente monumental en la garita de la Tlaxpana y una Caja de agaa en el erucero de las bocacalles de San Andrés, Santa Isabel y Puente de la Mariscala, donde remataba aquella arqueria del acueducto, que junto con el que yenia desde Chapultepee hasta la fuente del Salto del agua, surtian ambos del precioso liquido a los habi- tantes de México en 1810, _—Las calles y las plazas estaban limi~ tadas por los inmensos muros de los conventos de frailes y de monjas; por las cereas con arcos invertidos de los atrios de los templos, en cuyos angu- los muchas veces se levantaban altas 1. Sobre ol desaseo do 1a cindad véase cl Diario, tomo XII, page 49 & hah, y hbo & 435, 14 eruces de piedra, y por las fachadas de los edificios publicos 6 particulares, constraidas las mas de tetzontle; mu- chas conservando todavia el aplanado de arabescos 6 figuras caprichosas de estilos usados en los siglos xvi y xvii otras con nichos de santos y con leyendas religiosas grabadas con tetras en alto relieve, y bastantes, que eran habitacién de hijosdalgo 6 de titulos de Castilla, ostentaban orgullosas los eseudos de su nobleza, esculpidos en EL AGUADOR piedra 6 magnificamente tallados en las hojas de las puertas, herradas éstas con sendos clayos y provistas de alda- bones colgantes, que figuraban mons- truos, garras, 6 rostros fabulosos'. En las yentanas bajas y altas de las casas y edificios, y en los baleones, podian yerse grandes rejas salientes, barandales de fierro legitimode Vizcaya, y cerrados miradores de cristales mis 1, Como puede verse todavia en las puertas de Ja Casa de los Gondes de Santiago, situada en Ja calle de Jesis, y en otras casas que perte- necieron 4 titulos de Castilla. La Vida de México en 1810. sostenidos con y cubiertos de 6 menos grandes, marcos de plomo tejados* Todayia el ano de 1810 la ciudad de México presentaba en casas, palacios, hospitales y conyentos,' modelos de cada uno de los estilos que en el curso de tres centurias habian caracterizado la arquitectura colonial, desde el pla- teresco hasta el de Churriguera que tanto predominé en el siglo xvint; positive lujo y derroche de imaginados y fantasticos adornos. Apenas comen- zaba Tolsa @ hermosear la ciudad con sus elegantes y chisicos edificios. Todavia, también, en aquel aio memorable, en los muros de algunos edificios, y en el centro de las plazas podian verse fuentes ptblicas, aleanta- rillas y chorros de agua, de donde se proyveian las buenas gentes de la ciudad, y donde podia estudiarse minuciosa- mente el legendario aguador con toda su indumentaria cueruna y trastos de barro, heredados de sus progenitores, los primitives aztecas de la antigua Tenochtitlan, ‘ Y todavia, por iiltimo, en las paredes de los templos 6 de los monas- terios, se hallaban imagenes pintadas 6 esculpidas, Hamadas 4 la sazén estampas, y pendientes de pies de gallos, farolillos de cristal que se alumbraban con kimparas lacrimosas de aceite, y ardian todas las noches, encendidas alganas a costa de un devoto, catélico y observante. Las plazas y plazuelas servian para bien diferentes usos. Rara era la que tenia arboles, mas rara la que contaba 1, Diario de México, tomo XMM, pag. $3, algunas del siglo estampas del primer tereio y mediado pasado. 16 La Vida de México en 181o. las Escalerillas y Empedradillo, la célebre Capilla de los Talabarteros, que adornaban én su interior cuatro curiosos lienzos de asuntos histé y tradicionales. Del lado izquierdo del Real Palacio, hacia el Norte, viejas casas habia en | esquina; segnian después los Portales de las Flores, y mediando la callejuela, 4 continuacién estaban las Casas de Cabildo, eerrande ‘el Portal de éstas dos especies de baluartes en sus dos cos extremos. Frente al Real Palacio, pero inte pesto enmedio ol Paridn, los Portales de Mereaderes, con alacenas de juguetes y de libros, donde'se vendian también la Gaceta y el Diario, reimpresiones EL EVANGELISTA de papeles politicos de la Peninsula con las tiltimas noticias de Ia guerra, y caricaturas grotescas é iluminadas, representando 4 Napolein y su Corte, 6 & Pepe Botellas, e\ Rey intruso. En los portales de la Diputacion los eseribanos publicos tenian sus notarias en cada una de las dos extremidades, cerrando la galeria de Ia planta baja, En los de las Flores, sobre el suelo y ocupando los claros de las salidas, se expendian variedad de baratijas que han desaparecido para siempre, como los tipicos mufiecos de trapo, los toritos de cuero, solos 6 en ‘grupos, con su caporal_montado en escuélido roci- nante; picadores, toreros y bichos de carton, movidos todos por medio de una cuerda, y todos cllos y otros mas, mezelados entre otras mil baratijas, espejos, peines, aretes y anillos de piedras falsas, patoles y sarlas de cuentas de vidrio 6 de corales imitados. En el mismo Portal de las Flores y en cireun| de la Plaza, entre ol monumento de Carlos IV y el mercado del Paridn,-bajo los arcos 6 al aire libre, resguardados bajo sombras de petates 6 de vicjos y destenidos para~ soles, estaban en 1810 los evangelistas 6 escribientes del pueblo, que pondo- leaban lo mismo en prosa que cn verso, colorines, eren' las ci pues cuentan snicas que eran poetas, y tipos de otras cataduras muy diferentes a las que tenian Jos que conocimos en cl Portal de Santo Do- mingo. Muchos de aquellos evange- istas, sentibanse en un banco, frente al Real Palacio, cubiertos con lus som- brillas improvisadas, caladus las gafas enlas narices, escribiendo en una tablita sobre las rodillas, teniendo « su lado el canino compaiiero y la eanasta con el papel, la tinta y los demas chismes del oficio, Junto veiase 4 la cliente, de falda blanca y rebozo colorado de bolita, narrandole sus enitas, sus celos, Como era la Ciudad entoncés. EL’ PARIAN ¥ LAS ASAS CONSISTORIALES (De una litogratia antigua mexicana), sus amores mal correspondidos, acom- paiiados los relatos de iras y de lagri- mas, de ademanes elocuentes, que daban el tono para que el popular escritor, trasladase al papel, timbrado © con un corazon atrayesado por una flecha », las confidencias de la mal correspon- dida hembra, que una vez concluida la epistola, pagaba dos cuartillas é ibase camino de las eeles de Corte 6 de la Acordada, para hacer Megar al in- grato sus doloridas quejas, mientras éste purgaba en una bartolina otras fechorias inspiradas por los dioses Caco, Venus y Birjin'. — El centro de la Plaza Mayor estuvo ocupado como ya se dijo por el monu- mento erigido al mis bonachon de los monareas espaiioles y por el Paridn, donde radicaba el comercio de 1. Diario ue México, tomo NUL, pog: 26. los chaguetas, mercaderes que babian depuesto al Virrey Iturrigaray, por haber sido afecto a los eriollos que auhelaban la Independencia en 1808, y que intentaron realizar sin guerras y legalmente. Siel Paridn era un edificio sin arte y constituyé un pegote en la amplia Plaza, en cambio el monumento Carlos IV, con todos sus accesorios, le imprimia majestuoso aspecto y fué el mejor ornate que ha tenido la gran Plaza, Se hallaba frente al Real Palacio, entre la puerta principal y la que era conocida entonees por Puerta de los Virreyes. « Para dar mas grandiosidad al mo- numento, se estimé conyeniente al construirlo, elevar cuatro pies y medio destinado a contener la el terreno Estatua, y circunseribirle con un muro a 18 ataluzado de igual altura, terminado con un filete y una gran faja plana de poco vuelo. El revestimiento del muro de silleria dura, conocida con el nombre de Culhuaean, por ser éste el lugar de donde viene. » La figura que ceitia el muro era elip- tiea, apenas sensible por su excentri- cidad, pues el eje mayor media 136 varas y 114 el menor, presentando por con- siguiente un aspecto casi circular. El pavimento que cubria su area estaba formado de labradas baldosas, distri- buidas en variados y bien entendidos compartimientos, sirviéndose para for- mar las cadenas y sujetar el enlosado de sillares de canteria. El érea extensa del monumento tenia desagiic, pues se clevaba dos pies y medio mis que la cireunferencia, rodeada ésta de una banqueta de tres varas de ancho y con una altura de seis pulgadas, con sus coladeras respectivas para cl agua. Gi- raba 4 raiz del piso de banqueta, como parapeto 6 antepecho, una balaustrada, con postes de cuatro en cuatro varas, sosteniendo alternados uno grande y otro mediano, yistosos jarrones de bella forma. Fuera del muro y al nivel del piso de la Plaza, se veia otra banqueta, defendida con postes 6 guardaruedas, igual 4 las de las aceras de la misma Plaza, y comunicada con éstas por espaciosas calles de mis de treinta varas de ancho, y de sesenta la que condueia al atrio de la Catedral. En las extremidades de los ejes que formaba la elipse del monumento, habia simétricamente situadas cuatro puertas que daban entrada a la plaza de la Estatua, formando sus pies derechos pilastras y contrapilastras de orden La Vida de México en 1810. dorico. Las primeras con basa y capitel, y sin basa las segundas, « porque la parte inferior de ellas, desde los dos tereios de su altura... » se desviaba del plano vertical con suave inclinacién, terminande con una castela inversa, que recogida en forma de voluta, « para apear mejor las pilastras », en las que descansaban vistosos jarrones etruscos a modo de remate. Las hojas de las grandes puertas de hierro, pintadas de negro y de buena labor, de curiosos enlaces y adornos dorados, formando su remate otros adornos, cuyo centro oeupaba un dyalo, con las cifras iniciales del Virrey Mar- qués de Branciforte, con su Corona Marquesal, todo de bronce dorado, y en cada puerta en chapas de bronce, también dorado, se lefa el trisagio de Sanctus Deus, ete. Allado de cada puerta y en Ia parte exterior habia dos garitones a la izqui- erda y a la derecha, y junto de ellas en pics de madera faroles que se encen- dian todas las noches y que estaban sujetos en arbotantes de hierro. Cuatro hermosas fuentes estaban fuera de la eclipse, levantadas sobre un lo de ocho yaras de diametro, ro- deado de diez y seis postes unidos con cadenas, y entre cada fuente 6 pila, se levantaba un pedestal, con un mas- carén en cada frente que arrojaba eon- tinuamente agua sobre vasos etruscos. El pedestal de la Estatua estaba en el centro de la elipse, sobre un emba- samiento de planta octagonal eon un diimetro de trece y media varas, for- mado de dos gradas cuyo peralte media 9 pulgadas cada una y construido de piedra negra de Culhuacan. Encima se levantaba un zécalo de piedra de Chi- Cémo era la Ciudad entonces. 19 luca, de media vara de altura y ador- nado de molduras radas, sobre el cual asentaba el enverjado de hierro que rodeaba al pedestal, La altura de éste era de dos varas y media, con balaustres imitando una pica 6 lanza con su moharra en lo alto, también de figura octagonal, y tenia una pilastrilla en cada Angulo labrado de piedra de canteria, que servia para afianzar el enverjado y soportar un jarrén de her- mosa hechura y forma. Sobre el zécalo habia cuatro gradas circulares de un pie de alto cada una, con su bocelén y filete, y encima de ellas asentaba el pedestal de la Estatua, de forma casi eliptica en la planta. El calo era de Chiluea, color plomo + las molduras de la basa de la cornisa, los adornos de su dado, las pilas estria~ das de Ios angulos, todos de piedra de silleria, cuya blancura y grano seme- jaba al marmol de Carrara, combinado con el color rosado de la piedra de Sincotel, de que eran los campos 6 fondos del dado, que tenia en cada ano de sus cnatro frentes una lipida de cinco tercias de altura, y poco menos de ancho, conteniendo repetida con letras de bronce dorado con oro molido, Ia inseripeion que sigue : A. CARLOS. IV. EL BENEFICO. EL RELIGIOSO. REY. DB. ESPANA. ¥. DE. LAS. INDIAS. ERIGIO. Y. DEDICO. ESTA. ESTATUA. PERENNE. MONUMENTO. D FIDELIDAD, . DE. LA. QUE. ANIMAS 10S. SUS. AMANTES. VASALLOS. MIGUEL. LA. GRUA, MANQUES. DE. BRANCIFORTE. VIRKEY. DE A. Tonos. Coronando medallén circular representando cada ada lapida se veia un 20 una de las cuatro partes del Mundo. La América tenia el lugar preferente; seguia Europa a la derecha, el Asia 4 la izquierda y en la parte posterior le Africa, simbolizando sus matronas ne bella y expresiva actitud, que todas sostenian al Monarca espaiiol. E] pedestal media siete varas y media, adornado en sus lados mayores con trofeos de guerra, y otros de muy fina y oportana eleccion repartidos en los cuatro frentes, todos de bronce. El Rey estaba representado en la hermosisima estatua del habilisimo Tolsa, tal como se la puede ver todavia hoy, aunque situada en otre lugar y sin los accesorios artisticos de todo el monumento. El Rey va a caballo, ves— tido a la heroica, empufiando con la diestra el cetro.en ademan de mandar un ejército, El caballo camina en acti- tud de andar pausadamente, « levan- tando la mano izquierda y el pie de- yecho, con la cabeza inclinada hacia la izquierda, para que haya contraposi~ cion exacta con la del Rey, cuyo traje 6 adorno consiste slo en un grande pafio, sujeto con una banda que le cruza el pecho, y tiene ceftida la frente con una hermosa corona de laurel. »' Iv Las casas de comercio. Los cafés y Napoleén. Fuera de la Plaza Mayor, en las calles mas céntricas y aun en las mas lejanas, en donde los espaciosos muros de los conventos no ocupaban las ace- 2, Gacela de México. La Vida de México en 1810. ras puertas al comercio; pero las tiendas entonces no eran lujosas como ahora, ni tenian los aparadores de grandes cristales que tienen hoy. Las boticas con frascos de vidrio y con tarros de barro, eran bien mo- destas; las tiendas de abarrotes, llama- das en 1810 de pulperia, con sus ta- pancos repletos de pilones de azticar, sus piqueras para la venta de licores y sus grandes balanzas metilicas colo- cadas en el mostrador, presentaban as- pecto muy diferente: los eajones de ropa, feos y obseuros, tenian toscas armazones de madera; los estanquillos de pures y cigarros, carecian de los eseaparates y de los pavimentos de mirmol 6 mosaico que tienen las mo- dernas tabaquerias; las barberias de los grandes espejos y de los cémodos sillones que ahora ostentan. Fibricas de chocolate habia muchas, porque nuestros abuelos se desayu- naban con chocolate, tomaban choco- late 4 la hora de la siesta, bebian chocolate en la merienda, y cenaban chocolate a la hora de acostarse. No tenia México entonces grandes salones de billares, pero sf ¢rucos, con mesas tapizadas de patio verde y cons- truidas de palo blanco; no habia res- taurantes, sino fondas 6 almuercerias en las que servian platillos a In usanza del pais: arroz la valenciana, huevos estrellados, puchero, asados de pollo, chiles rellenos y mole de guajolote; ni contaba joyerias numerosas sazén lo eran sélamente las platerias, donde con su artifice a la puerta, pro- visto de soplete, martillo y yunque, y a la vista de todo el ptiblico, fabricaba preciosas filigranas, ricos cilices, so- : tiendas y accesorias, abrian sus que a Ia Cémo era la Ciudad entonces. berbias custodias y espléndidas vajillas de plata a oro. Y lo mas abundante entonces, pues Jos habia lo mismo en los portales, que en las calles mas inmediatas a la Plaza 6 en los barrios mas apartados, eran los cafés; centros de reunion de escritores, de militares, de clérigos, y en general de gente ociosa, que iba a ellos, para beber el negro liquid, tomar dulces 6 natillas, los mas paci- ficos; jugar ala malilla 6 al tresillo, los menos viciosos; y los politicos, a componer el mundo, leyendo y comen- tando diarios y gacetas, en voz alta, at yeces en tono destemplado, cuando los eriollos imprudentes defendian ideas nuevas, ideas de independencia que ya no se ocultaban; 6 cuando exaltados chaguctas 6 realistas, hacfan panegi- ricos hiperbolicos del Rey Fernando, « el amado, el deseado, el catdlico, el cautivo », porque los buenos espanoles habian forjado un semidids del idolo mis monstruoso, falso y repugnante. Pero lo que en los calés hacia subir las voces hasta el grito, era el disputar sobre Napoleon; porque Napoleon y su hermano José, el Rey intruse, consti- tuian el tema de toda platica y atraian la atencién ptiblica en México./ No habia poeta ramplén, que no les dij parase un soneto injurioso 6 un epi- grama sucio; no habia predicador que en los piilpitos no los presentara como entes diabslicos vomitados por el infierno, y como modelos de impiedad sataniea; no habia periodista 6 gace- tero que no los Hamase « erueles, tiranos, ambiciosos », y no habia edicto 21 inquisitorial, ni pastoral de Obispo 6 Arzobispo, que no fulminase en contra suya tremendos anatemas, como ene- migos del trono, del altar y de todas las potestades de la iglesia. Es raro no encontrar alusiones los odiados Bonapartes, cuando se leen los libros, los folletos, los versos, los discursos eclesiisticos de la época. Es en unos verdadero odio; es en los mis, un odio retérico, fingido, imitativo; un odio nacido a veces, es cierto, del mas sincero patriotismo al considerar invadida la madre patria; del mas puro sentimiento, al considerar ultrajadas las ereencias religiosas; del temor mis fandado al pensar que se iba perdiendo el dominio espaiiol en las Américas, barrenado por los agentes secretos 6 por las proclamas napolednicas que invitaban 4 los colonos para que fucsen libres. + Y esos odios nacidos del miedo y lejos de los odiados personajes, eran infantiles é inocentes, porque no ecau- saban dao a éstos, ni en los cafés pasaban de disputas mis 6 menos aca~ loradas. Esos odios no apagados y si avivados por las autoridades impru- dentes 6 por los peninsulares orgu- llosos, acrecentaron, sin embargo, otro odio mis temible, an odio rea/, que en 1810 iba 4 hacer explosién devas- tadora ; el odio @ los tiranos y ambi- ciosos : que para los criollos, mestizos y demas castas del Reino de la Nueva Espaiia, lo mismo era que aquellos déspotas 6 déciles gohernantes se la~ maran Napoleén 6 José Bonaparte, que Fernando VII 6 Carlos IV. CAPITULO SEGUNDO TIPOS, TRAJES Y COSTUMBRES I La indumentaria de 1810. {De 1810'&. 1910, cu transformacién de la ciudad de México, del México que aleanzaron a ver nues- tros abuelos! j Cudmtas cosas de ese México, del México de hace un siglo, han desapa nta ha sido la reeido para siempre! Los acueduetos de Santa Fe y Chapultepec, de toseos, destilando agua p eos las grietas, y que remataban cn fuentes hermosas y monumentales; Jas fuentes piiblicas embutidas en los muros de los edificios 6 construidas: en los centres de las plazas; las cruces de piedra en los Aingulos de los cementerios de los tem- plos; las esculturas de los nichos, en las esquinas de las casas, representando milagrosas virgenes, castos patriareas, santos barbudos 6 mitrados; los hospi- tales, que fundaba la caridad privada, de largas galeras en donde se veian lechos ocupados por gente pobre y do- lorida; los hospicios de nifos y ninas, que abandonaban sus padres, 6 huér- fanos porque la muerte se los habia arrcbatado; los hospicios, donde se hospedaban misioneros que habian pre- dicado en lejanas provineias, 6 que as, iban de una a otra por negocios de la orden; los mesones y hospederfas de caminantes ocupados en el comercio, de arrieros, de estudiantes 6 de indivi- duos, eélibes y sin familia; los chispo- rroteos de lamparillas, ante las estam- pas de imagenes de piedra; los ruidos dé coches y carretas, al rodar en los paleoliticos empedrados ; las eampanas, alegres en las fiestas, suplicantes en Ins rogativas piablicas, de hambres, pestes 6 por temores de que la flota 6 la nao de China, padiese haber sufri- do alguna tormenta 6 naufragado en turbulentos mares : funebres en los dobles, por muertes de monarcas 6 reinas, de principes 6 infantes, de arzobispos 6 virreyes : pausadas, enan- do invitaban al descanso y lentamente imponian silencio con el toque de la queda... Todo esto, y mas, poco a poco ha derapareeido en el largo transeurso de una centuria; largo para nosotros, pero brevisimo segundo en el infinito periedo de los tiempos... Y si de las cosas inanimadas, pasa- mos a la gente jcudntas transforma- ciones en un siglo! ; qué cambios tan completos en trajes y costumbres! jqné metamorfosis en los tips popula- res! Tipos, trajes y costumbres. Todavia conocimos & muchos viejos, restos vivientes de aquel antaiio, que comenzé & desmoronarse en 1810 con el grito de libertad, lanzado alla en la parroquia de Dolores! Cuando esos buenos viejos, ragosos y venerables como los ahuehuetes canosos de heno, referian cosas de su nineéz 6 juventud, les parecia oir las voces de las monjas, entonando sus nticos bajo las bov de los coros. conventuales; se imagina- ban ver a los frailes de cerqui © cala- da la capucha; a los vetustos alabar- deros de la guardia del Virrey, creada remota fecha de 1568; @ los orgullosas y estirados oidores, de go- lillas y garnachas, y «i los temidos y crneles inquisidores, con sus veneras en los trajes; fi los doctores de la Uni- idad con capelos y borlas, blancos, en la vel verdes, rojas, amarillos y azules, segtin fueran graduados en teolog cho candnico, civil, medi , en dere- na 6 filoso- fia; i los abogados con las togas y & los escribanos cou las capas y tinteros portitiles, de encoryados cuernos ; i los les con las vacilantes linterni- Mas y las altas varas, insignias de su algua mando; a los legos en pos de pacificos pollinos, eargando en las angarillas, portadoras de limosnas, manojos de gallinas 6 de pollos, frutas, sabrosos quesos 6 tortas de pan blanco, caliente ¥ apetitoso... Todavia hace pocos ajios vivian mu- chos que aleanzaron los tipos supervi vientes al aio sceular de 1810. ; Pero, ahora, en dénde esta la china pobla de enaguas bordadas con lentejuelas, ‘o verde 6 blanco en las caderas, y o castor en el resto de la falda? anciadora incitante, os puestos de los ¢ Qué se hizo | que en los fle area 23 cos portales, brindaba en jicaras 6 vasos aguas frescas, dulees LA CHINA aromiticas, de limén, naranja, pina, 6 de ‘chia con hore para caln sedientos traunsentes, sofocades por cl estacion 6 rendidos por el calor de. 24 La Vida de México en 1810. cansancio de andar en las procesiones 6 de visitar los monumentos de la Se- mana Santa? ¢Por qué yano se escucha en las calles, el pregén de las alfajore- ras y de los charamusqueros; el lento y gangoso anuncio de las « cabezas de horno »; el ronco grito de las dos ros- quillas y un mamén, que en la Semana Mayor lanzaba el mereader ambulante, con una larga tabla en la cabeza, re- pleta de obscuros panes 6 de roscas espolvoreadas con aviicar solferina? Yel chillido estridente de la asquerosa sebera, prorrumpido enmedio de la vias publicas 6 en los dinteles de los zaguanes, con gran espanto de los ni- iios? Todos estos tipos que existicron atin después de consumada la Independen- cia; antes del saqueo del Paridn, de la revolucién del cobre 6 de la guerra de los pasteles, eran numerosos en 1810; pero hoy nos parecen fantasticos, extri vagantes, caprichosos, exdticos, porque en este Siglo de bicicletas y automé- viles, de aeroplanos y dirigibles, se les desconoce y se borran para siempre, como todo lo nacional y propio. I Trajes civiles y religiosos, — Uni- formes del ejército realista y del insurgente ;Y qué diversidad de formas y de cortes, de colores y matices, de calzados y sombreros, presentaban todos aque- Iles tipos el afio de 1810! Era aquello un guardaropa de vetustos trajes del pasado con flamantes vestidos del pre- sente. las modas anteriores a la Revo- lacion Francesa, se daban la mano con las altimas modas de principios del siglo. La miseria y la ostentacién de léperos y nobles, y la sencilla~indu- mentaria de indios aborigenes y de petimetres afrancesados, se codeaban en las calles, en las plazas, en los tem- plos. La azteca de falda enredada, de huipillé y de quexquemil, con la eurru- taca de tinico de medio paso, de mantilla y de pelo enmarafiado, con tantos cintajos y adornos, que hizo decir aun poeta : Yo no sé, Clori hermosa, ebmo en tu dolicadeaa sufres sobre esa cabeza tanto mono y tanta cosa. Mas ya lo sé : la mollora cargada con tanto exceso, lejos de serte de peso te a pone mis ligera 1, Podianse ver ain en 1810, los viejos casacones bordades, las chupas de colores crudos rojo 6 amarillo, y las empolvadas pelucas de coleta, en los hombres; y las faldas amponas, los corpinos ajustados de cintura de abeja, y los peinados monumentales, en las damas. Ahora eran de verse, en sefioras y sefioritas, los tiinicos negros de seda, las mantillas de sargui de Malaga, guarnecidas de terciopelos 6 de blondas de Francia, de listones de raso angos- to 6 de blondas inglesas y anchas?. En sefiores y seforitos las camisas de Ir- landa y de estopilla lisa; las levitas negras de patio de primera, con alama- res; las casaeas negras 6 azules, con botones amarillos; los chalecos de cotonia de rayas moradas 6 blancos y lisos ; los pantalones azules, de cotonia 6 de casimir; las medias inglesas de 1. Diario de México, tomo XI, pig. 457. 2. Idem, idem, tomo NIL, pig. 13. Tipos, trajes hilo 6 las francesas de seda, rayadas, hlancas 6 rojilladas *. La plebe, Iéperos, mestizos, mulatos, chinos 6 coyotes, andaba casi desnuda, LE RANCHERO come los panaderos, sdlo cubiertos con una manta cuando salian 4 la calle 6 iban a la misa; sin embargo, aunque por excepcién, los hab/a con camisas y calzones de manta triguefia; con cal- zones cortos de cuero amarillo y medias de algodén; con chaquetas de indiana y calzén hasta las rodillas y de pana; capotén negro y sombrero’de copa de bacin*. Los campesinos del interior, los rancheros de! Bajio, los bonachones 1, Hdem, idem, ol mismo tomo, pig. 15 2, Diario de Mézico, tomo NUL, pigs. 20 y 88. y costumbres. 25 y ricos hacendados, iban caballeros en hermosos cuacos. Estos con mantillas mis 6 menos costosas, con sillas Hama- das vaqueras, sencilla, 6 con ribetes de plata incrustada, 6 de pelo josco, amarillo y negro; eon guarniciones coloradas, bordadas de pita de plata y blanca; las cabezadas del freno y bo- zalillo, guarnecidas también de plata; y las angueras, largas y colgantes de piel curtida con campanillas 6 de pelu- das pieles de chivos, bayas 6 negras. El jinete, de traje abigarrado, chaqueta, y ealzonera de gamuza : cachirul con botonadura de plata, 6 chaparreras de zalea pelosa de chivo; espada al cin- to; eseapulario y medalla, pendientes del cuello, sobre la deseubierta camisa, blanca 6 de color, de manta 6 de cam- bray; botas de campana, con ricas espuelas de metal fino 6 de hierro, pero grandes y Inbradas; la cabeza, abrigada & modo de montera, con pafuelo de aguas, aqui Namado palia~ cates; y el sombrero ancho de copa re- donda y baja, ribeatado con cinta de seda sencilla, 6 de galén de plata ui oro, con toquillas de cordones de seda, hilo, plata oro, segtin la fortuna 6 gusto del dueiio, que como complemento se tereiaba al hombro Ia manga 6 el sa- rape‘. El clero alto y ostentoso, que disfra~ taba de rentas y sueldos pingnes, ves- tia eon lujo y riqueza, pues aparte de los buenos paiios, portaba joyas valio~ sas por el metal y pedreria, no siendo raro que hasta en las hebillas del eal- zado hiciera derroche de perlas y dia- mantes finisimos. En cambio el clero bajo, que vivia en los pueblos, en los 1. Para hacer esta descripeiin he tenido 4 Ja vista grabados antiguos de la époea. 26 villorrios 6 las aldeas, los curas pobres y humildes, que subsist/ de limosnas voluntarias 6 de aranceles mezquinos, vestian, en general, zapa. tos corrientes, calzén corto, chupa y en n solo chaqueta de un género de lana que EL TAMHORILERO (De una acnarela de la Biblioteca Naci de México), venia de Chin capote de pati , Hamado Rompecoche, negro, sombrero redon- do y bastén grande para apoyarse. Este traje fué el’ que usé casi siempre en el pueblo de Dolores el Cura Hi- dalgo*. 1. Alamén, Historia de Me: nota 1. ico, tomo, pag. 254, La Vida de México en 1810. Los trajes especiales de algunos cran como 4 modo de uniformes- Los tenian, el pertiguero de la Catedral, los mace- vos de la Universidad Pontificia y del llustre Ayuntamiento; y los colegiales con sn manto y beca, de colores dis- tintos, segtin fueran del Seminario de Letran, de Santos 6 de, San Ilde fonso. Los clarineros y timbaleros que salian en el famoso paseo del Pendon, el dia 13 de Agosto de cada aho,*iban montados en sendas mulas, con trajes tipicos, y con los cscudos de M: en los timbales ico en los clarines. Los Regidores de Iu Nobilisima Ciu- dad usaban en las ceremonias solemnes casaea y ealz6n azul, collarin, vuelta y chupa blaneay solapa del mismo color, por privilegio y distincién de las ot ‘iudades; bordado todo al canto, y en el pequ boten con » uniforme galon de oro y una coro! y leyenda que decia ; « Imperial Ciudad de México ' ». El ejército de la Nueva distinguia por su vestuario yistoso. Desde el Virrey, que cra el Capitin General, hasta los Mariseales‘de Campo Brigadicres, levaban lujosos unifor- mes de pafios de primera, rieamente bordados eon hilos de oro fino. El Capitan, Subteniente, los tres Cabos y los veinte Alabarderos, que constituian la Guardia del Exemo Sr. Virrey, vestian ea Espaiia se 6 ealzén azul, chupa y vuelta encarnada, botén y ala- mares de plata, y los Oficiales galén en las costuras*. Los Cuerpos Veteranos de Infanteria usaban uniformes compuestos de casa- 1. Calendario Manual y Guia de Foraslerax en Mexico, para cl aio de 1810, por Don Mariano Zanign’y Onti 2, Idem, pag. Tipos, trajes y costumbres. aq celeste; caluroso rapela'. PL CLABINERO (De una acuorela de la Biblioteca Nacional de México). cas y chupas, azules 6 blaneas, y calzén corto de Ios mismos colores, distinguiéndose por los hotones blancos 6 dorados, y por el color de las yueltas, collarin y solapas; por esto el pueblo Hamaba « los verdes », i los soldados del Regimiento de la Nueva Espaiia, que usa- ban vuelta verde sobre casaca blanca; « los colorados », a los del de México, por Mevar vivos de este color; y « los morados », a los del de Pacbla, pues morados eran el vivo, el collarin y ka vuelta de sus easacas blaneas '. Distinto fué el uniforme del Batallén Fijo de Veracras, pues la casaca era corta y azul t Alamin, Mislurie de Mtézico, tomo P, pirg. 78, nota 58 las vueltas y solapa chicas, encarnadas; el botén blanco, el chupin y el pantaldn de lienzo, por el temple de la regidn, y el sombrero redondo, de copa alta, con una ala levantada, y su correspondiente esca- Los uniformes del Real Cuerpo de Artilleria fueron los mismos que usaban los” soldados de la Peninsula, Los Regimientos Veleranos de Dragones de Caballeria, unos Hevaban casacas y otros cha- 1. Guia de Forasteros, ya citada, Dag. 179° UN GRANADERO (De una acuarela de In Biblioteca Nacional de México). 28 quetas; unos chupas y otros chalecos; unos pantalén con medias hotas y otros calzén corto con medias; eapas todos, y sombreros de alas cortas, galones al rededor de la copa, y plu- mas. Los colores predominantes, como en la infanteria, eran azules, encarna- dos y blancos. Las Companias Fijas de blancos é pardos, segiin la raza 6 casta 4 que pertenecfan los soldados, que existian en las costas del Norte y Sur’ de Nueva Espafia, usaban el traje pro- pio del pais, distinguiéndose del paisa- naje por las escarapelas encarnadas fijas en el ala levantada de los sombre- ros redondos, y por las Armas Reales que en un pequefio escudo tenia la manga derecha de los uniformes '. El ejéreito insurgente improvisado por Hidalgo, Allende, Aldama, Abasolo, Jiménez y demés caudillos de 1810, no era propiamente un ejército, pues mezelados iban en él, soldados que habian pertenecido a las tropas unifor- madas de la Nueva Espaiia, y chusmas de caporales, de mayordomos y de peones de las haciendas de campo, que se habian unido voluntariamente 4 los jefes de la independencia nacional. Perola tal chusma— como ya lodijimos en otro libro? — formada de campesi- nos semi-desnudos 6 vestidos de cuero, calzando botas de campana 6 huara- ches, con sombreros anchos de palma 6 de fieltro, entoquillados 6 galoneados ; y armados de toscos chuzos y garrotes, de encorvados machetes y largas picas 6 lanzas, de viejos arcabuces 6 airosas hondas, de flechas voladoras y arcos 1ga- argas, La Insurreeciin de 1810 en el Estado de Guanajuato, Prologo, pags. 1h y 15. La Vida de México en 1810. de tirantes cuerdas; era chasma pin- toresea por la misma desigualdad de los colores chillones de sus trajes, que confundides dejaban percibir, empero, las casa azules de los uniformes de los regimientos pronunciados y los rojos jorongos de las peonadas de las haciendas; los capotes militares y Ins mangas 6 sarapes de San Miguel 6 del Saltillo; los guioyes y banderas, gual- das y rojas, de los cuerpos, y los estan- dartes improvisados, azules y blancos, en los que i modo de escudo 6 ensefia, resaltaba la imagen querida de todos, la Virgen de Guadalupe, venerada por aquellas turbas de criollos, mestizos é indigenas. Cuando el ejército 6 chusma estuvo en Acimbaro, se hizo alli la gran pro- mocién « nombrando al Sr. Hidalgo Generalisimo, a Allende Capilén Gene- ral, a Balleza, Jiménez, Arias y Aldama, Tenientes Generales y 4 Abasolo, Océn y @ los dos Martinez, Mariscaies de Campo, « con cuye motive hube misa de gracias y Te Deum, ropiques y salvas, y después se pasé una revista al ejér- cito », Entonces ya los jefes insur- gentes usaron uniformes especiales. Hidalgo, como Generalisimo, llevaba vestido azul con collarin, vuelta y solapa encarnada, con un bordado de labor muy menuda de plata y oro; tahali negro, también bordado, y todos los eabos dorados, y colgada al pecho una imagen de oro de la Virgen de Guadalupe. El uniforme de Capitin General, que vestia Allende, consistia en cha- queta azul, collarin, vuelta y solapa encarnada, con galén de plata en las costuras, y un cordén en cada hombro, que dando vuelta en circulo se juntaba Tipos, trajes y costumbres. por debajo del brazo, con boten y borla colgande hasta cl medio del muslo, El mismo uniforme tenian los Tenientes Generales, los Mariscales de Campo y los Brigadieres, setialindose los primeres porque sélo Ievaban un cordon 4 la derecha, los ‘segundos a la iquierda, y los iltimos, i mas de los 2g tres galones de Coronel, uno bordado muy angosto. Los demas oficiales insurgentes tenian las mismas divisas que los del Ejército realista'. 1. Relacién que hizo al Virrey Venegas ot Coronel D. Diego Garcia Conde, de todor los aucesos ocurridos cn el cjéreito de Hidalgo desde el dia 7 de Octubre... hasta el 7 de Noviembre (de 18:0). — Alamin, tomo I, Documento Ni- mero 18, pags. 5g ¥ 60. CAPITULO TERCERO CURRUTACAS Y PETIMETRES Pero los tipos caracteristicos, tipicos del afio de 1810, y de sus inmediatos que le precedieron y sucedieron, fueron las madamas que yestian d la dernier, conocidas por los nombres de « petimetras, eurrutacas y_pirraqui- tas », y los seiioritos sus congéneres, Hamados también « manojitos, curru- tacos y petimetres ». iValgame Dios! ;Qué satiras en verso, qué morales discursos en prosa, qué sermones tan edificantes y qué edictos tan empedrados de citas y textos de santos y autores profanos, se publicaron en diarios y gacetas y en diversos impresos, sobre los trajes ycostumbres de aquellas senoronas y de aquellos sefioritos! Las currutacas, ellas mismas confe~ saron ptblicamente sus _pecados, diciendo ingenuamente que no habian nacido ni para esposas ni para madres de familia; que su. principal mérito seria granjearse el aprecio publieo, con la brillantez de su exterior en modas, dijes y demas chucherias que Hevaban, pues su genio y caracter desventurado no les permitia ni coger el punto de una media. Sus ocupaciones favoritas eran las ultimas modas, los afeites y aumentar con nuevas gracias el gran caudal de su peculio, Poco les impor- taba que hubiese censores de sus trapos y habiludes. Preocupibanse sélo en inquirir el valor y mérito de un suspiro, calcular el precio inestimable de una sonrisa, analizar minuciosa- mente los tinicos de medio paso, las cintas para el zorongo, las formas del zapato, las filigranas y bordados del velito, las « motrices vueltas del aba- nico » y todos aquellos pormenores y minucias que las hacian recomendables a los ojos de pirrocos y petimetres. No les dolia que las Hamasen « locas », pues « locas » habian sido sus madres que las ensefaron « a hacer la cortesia, 4 girar sobre los talones, a sonreir al soslayo, a toreer el ociquito, i conto- near el cuerpo y darse toda la proso- popeya » que las hacia tan apreciables y tan gratas en la sociedad de curru- tacos y manojitos'! Si bien es cierto que muchas peti- metras vestian honestamente basquiiias de tafetin, con guarniciones de tercio- pelo y blonda al canto; mantillas de sarga, con gu jon del mismo ter- ciopelo; basquifias de largo fleco guar- 1. CARTA DE UNA SENORITA, Semanario eco} mico de Mévico del Jueves 11 de Enero de 1810, page 12 ¥ signientos, Currutacas y Petimetres. 31 necidas de terciopelo y blond: mantillas de antolas, 6 blancas y airo- sas de anchos flecos, las habia tam- bién que usaban basquifias de red y mantillas transparentes... Aqui estaba lo pecaminoso ', Mis aumentaba lo pecaminoso con lo censurado por moralistas, en prosa y verso, en periddicos y pastorales : y era la obscena costumbre de levar basquifias muy escotadas por la espal- da, con los senos y los brazos desnu- dos. Tal costumbre la condené el Prelado, porque « era incendio de coneupiscencia, » que abrasaria « las mas: »; vestide, «en que la calidad del corte y de la tela estaba poniendo delante de los ojos, aunque fuese encu- bierto, lo que no. permite nombrar el pudor®. » Deben de haber sido demasiado erudas aquellas desnudeces, porque no solo zobispes escrupulosos como el Sr. Lizana, también escritores que nada tenian de mogigatos ni de hipé- critas, elamaban en todos los tonos en contra de aquellas modas de su tiempo, y describen las inconveniencias de los trajes. En unos versos que intitulé el autor La virtud abandonada por el lujo liber- tino, bablando de las currutac decia : Sus trajes escandalosos, desnudos pechos ¥ brazos, de ln obscenidad son lazos, que ponen di los virtuosos En los dias mas festivos se presentan indecentes, incantas ¢ irreverentes, con ademanes lascivos.... t, Coleceiin general de Trages que en la actua~ lidad se asan en Espaiia, liminns 1, , 8. a. Instruccion Pastoral del iro, Sr. D, Fran cisco Xavier Lixana y Baumont Gon los tinieos estrechos, ¥ zapatos de colores, Solicitan compradores de sus deshonestos pechos.... Y en otros versos que llevan el titulo Los Consejos de una madre é su hija LA CURRUTAGA (Dibujo de J. Enciso). doncellita, dice a 4a ésta, hablan= jucll dole del vestido : Este ua traje sea, que la moda hace amable hasta uma fea? el tiinico tracrés, bien embarrado, de tafetin, decors muy delgado, ~ 32 La Vida de México en 1810. 6 ya de muselina, blanea, porque doncellas habia en 6 de otra cualquier cosa, pero fina, : ae e el caso es que el pell : México, indias, mestizas, pardas y sedeje trasiucir : este consejo mi alma, porque te asombre, hard que cualquier hombre en viéndote, al instante deseara por lo menos ser tu amante, y mds si el tuniquillo sube una cuarta arriba del tobillo : si tiene su desgote, de manera que los pechos descubra, que es friolera andar con panueletas propias para la edad de las chaneletas; pues tienes lindos brazos, viejos més chucharraditos Jas meilias, ya se sabe tendrin color de carne, enanto cabi que es una moda honesta y eaqui que da 4 entender quién es la senorita que tales medias us: & mas de que lo qu: y cuando las doncelle: no pueden por el lnjo andar sin ellas con las piernas peladas, han hallado este arbitrio, que pintadas las medias del color que yo las veo, ~ 6 Usa, Bo se excusa : con que todas quisieran andar desnudas porque asi las vieran.... el chal, si es de color, traelo de modo que muestre el pecho, y que descubra el codo, y si fuere de iglesia, 6 negro sea, siibelos 4 la cabeza, que se vea toda la espalda, brazos y peseuezo, pechos y cara, mi alma, pues con eso conoceriin tu intento ¥ que lo traes no mas por cumplimiento, A mas de lo deshonesta, fué ridicula la indumentaria de Jas currutacas, incémoda y martirizadora siempre, como ha sido la de toda mujer que rinde culto 4 la voluble Diosa. Comen- zando por los pies, los zapatos parecian pezufias de borrico : mucha trompa y cuadrada, mucha pala y asiento nin- guno, porque oprimidos los dedos, caminaban las madamas haciéndose violencia, sacudiéndose como ranas temblonas, y con huellas manificstas de callos, clavos y gavilanes: Las medias habian de ser precisamente de color de carne de doncella, quizi de doncella negras, Sobre la ropa interior callan discretamente las crénicas, pero el tinico mal encubria brazos, pechos y espaldas, y estaba tan ajustado y ceniido al cuerpo que seguia todos sus contornos. Remataba la cabeza el pei- nado, verdadera furia de cabellos, enmarafado laberinto de rizos, cintas y flores, con canastillos invertidos que por irrisién Namaban gorros 6 sombre- ros, muy semejantes a los que hoy se usan. El traje no era nacional. Procedia de la patria comin de todas las modas extravagantes y caprichosas, y el Ilus- trisimo Prelado a que hemos aludido, en su erudita y edificante Pastoral, nos informa menudamente de dénde venia y quiénes lo confeccionaban. «La rica diabélica de modas se halla establecida, autorizada y prote- gida en la Ciudad y Corte de Paris hace ya mucho tiempo = dirige, eircula, y vende 4 buen precio sus manufacturas 4 todas las demas cortes, que recibién- dolas con aplauso y con comercio pasivo, las comunican 4 las demas poblaciones con el activo, tan executi- vamente que todo el inmenso espacio del océano no ha podido impedir, que después de haber pasado progre- siva y prontamente de Paris a Madrid, y de Madrid a Sevilla y Cadiz, hayan dexado de Megar también i los Paises remotos de las Américas. « Esos mismos, que, como estais ahora leyendo cada dia en los papeles publicos, no tienen Religion, fe divina ni humana, palabra ni yergtienza : que en defensa de la t desahogo de su impiedad y codicia, pro- | | | Currutacas y Petimetres. roban y caflonean los Templos Sagrados de nuestra Espafia : que con una irri- sidn sacrilega de los misterios y de los ministerios mas santos de nuestra Reli- gién Catolica, se ponen pblicamente las Albas y las Casullas Sacerdotales sobre el vestido militar y petulante que les caracteriza : esos mismos (casi que no nos atrevemos ii decirlo), esos mismos (se estremecen las carnes, desfallece el espiritu, y se conturba toda el alma al pronunciarlo), esos mismos, que en los copones que han robado a Jas Iglesias... ;6 gran Dios, Dios de las yenganzas! levantaos y juz- gad yuestra causa contra esos profana dores incrédulos, que Hevan las for- mas consagradas en el equipage, como el mueble mas despreciable de su tren orgulloso! esos mismos que han i las Esposas de Jesucristo de que han forzado ii echado sus Conyentos : pecar a las casadas : que han hecho gala de Mevar ptiblicamente en las Bayonetas los pechos de las mugeres : esos mismos, 6 los companeres que han dejado en Francia, quiza peores que ellos : esos, sus mugeres y sus hijas, sus parientas y concubinas : esos son los autores, los inventores originales, que para destruir nuestra fe y apode- rarse de nosotros y de quanto tene- mos, han introducido, y propagado en México el estilo, la costumbre per- versa, la moda abominable y venenosa de que Heven tas Sefioras el pecho y brazos descubiertos, y un vestide los hombres que exite y proyoque con su ista d las mugeres : esos son los que creciendo siempre en sobervia y en invenciones malignas & semejanza de los espiritus infernales, estan intro- duciendo con astucia diabolica las 33 medias de color de carne, y enrrejado 6 calado diabo » Pero ni las citas del Santo Rey Profeta, del paciente Job, de San Gregorio Magno, de San Antonino de Florencia, de Santo Tomas de Aquino, de Tertuliano, de San Clemente Alexandrino, de San Agustin, de San Francisco de Sales, de San Je-~ rénimo, de San Pablo, de San Juan Crisostomo, de San Carlos Borromeo, y de otros textos de la Biblia, de los Santos Padres, Pontifices, Arzo- bispos y Obispos, Sinodos y Con- cilios, con tanta erudicién enumera la Pastoral del Arzobispo de México, convencieron a las currataeas, petimetras y pirro- quitas, ni arrinconaron sus trajes deshonestos, no obstante las exeomu- niones que en infinidad de casos {ulmi- naron muchos de los varones yenc- rables y santos mencionados. Porque todo ello les entraba por un oide y les RL PETIMETRE, (Dibujo de J. Enciso), que salia por otro, y haciendo dengues. y cambiando de conyersacion, decianse unas ai las otras : Dices muy bien, que refutar In Moda siempre ha sido majar en hierro frio; hablemes de otra cosa, pues el Mundo fué siempre, os ahora y ha de ser cl mismo 1, Instrucciin Pastoral, citada, pags, 36 i 38, 2. Fernandez de Lisardi, Dialozoa criticos sobre diferentes axuntos, pig. 8. 34 Los currutacos 6 petimetres en 1810 corrian parejas con las supradichas madamas, por su calzado extravagante que 4 veces parecia lanceta y a veces barco yeneciano; las medias detenidas con hebillas, & fin de no descubrir la falta de calzones ; los pantalones, cortos 6 largos, les nacian en los sobacos ; las camisas 6 camisolitas, muy almidonadas y encarrujadas; los chupines, colgados de dijes; y los casacones 6 /fraques, Hegabanles hasta cl tobillo, muy abo- tonados al pecho, pero tan angostos por la parte de atris : = Que hablando sin mentira No era otra cosa que una pobre tira, Que el aire 1a volaba, Yal infeliz trasero destapaba'. « Tales sefioritos mis semejaban monas que monos; de hembra parecian sus cuerpos, y era dificil distinguirlos de las hembras, por el mujeril peinado, del que pendia una balearra en cada lado y zarcillos 6 aretes en cada oreja. Los poetas de aquel entonces los pintan con viveza y exactitud, y seria robarles los pinceles y privarnos de sus versos festives y graciosos, silos cam- biéramos en prosa. He aqui un Soneto : Yo visto, ya vé Vd., perfectamento, amis medias son sutiles y estiradas, las hebillas preciosas y envidindas, los calzones estrechos sumamente; Charretera ln corba cabalmente, mis muestras son de Caérier, muy preciadas, mis sortijas en miles valuadas = sombroro de tres altos prepotente, Sé un poco de francés y de italiano, pienso bien, me produzco # maravilla, soy mareial, y « lasdamas muy atento, g Tengo, Serior, razén de estar contento? {Que me falta? No mas de una cosilla. jtemor de Dios... y algan entendimiento! » Pero el Soneto dibuja el retrato sélo de busto, la letrilla que sigue, lo traza de cuerpo entero : 1, Gomez Marin, El Currutaco por alambique, La Vida de México en 1810. + {Senor petimetre = sea bien venido! ih qué bien peinado! Yqué bravo chico! iGallen los Adonis, perdone Narciso... Un dulce parece. iQué terso, qué limpio qué rizos, qué olores, qué gusto en vestidos, qué puesto en las modas, qué arte, qué brio! Las damas le aclaman por parisien fino. Los estos estudia, sabe los eumplidos, se postra hasta el suclo, saluda expresivo : lisongea, adala, anda muy pulido de minué con pasos, haciendo pinitos. ‘Ninguno le gana, de cuantos se han visto, 4 coger patiuelos, alzar abanicos, saber dar el brazo, dulees esquisitos; Mevando dos eajas de rapé, y palillos = a doblar ‘mantillas, componer un rizo, mondar una pera, trinchar de lo lindo El dibuja, borda, y pora decirlo, en una palabra, es estuche vivo. Habla con remilgos, busca terminillos : hace cuatro versos aunque robe textos... infinitos! y al ver las damas tan raro prodigio, dindole la borla de Doctor eximio, pasa entre ellos plaza de mas erudito, discreto, elocuente, sabio y ontendido, que los Ciccrones, que los Tito Livios, que los diecionarios y los Calepinos! » Fuera de tales habilidades y talentos, las mis veces el vivaracho seforito no tenia otro modus vivendi que hacer trampas, pegar topillos, dar sablazos, La easta de los arrancados era nume- Currutacas y Petimetres. rosa, y otre poeta festive y modesto de 1810, que se oculté bajo el seudé- nimo de El Chulito Flégile Pavea, des- cribe @ los currutacos bajo este aspecto, informandonos que los Ilamaban tam- bién « reeetantes, planchados, 6 ma- nojitos mexicanos », Tiene la palabra, oigimosle : En Mexico viven ciertos hombrecilles; con perdén de ustedes yoy ii describirlos. Ells son muy pobres, no tienen destino ni colocacién; pero son tan vi que pasan Inv de ageno bolsille = ellos se levantan, vabiando de frio, de su como-cana, de haber mal dormido + & ponerse empiezan su como-vestido, que consta de piexas que 4 otros han servidos °y después acuden fun como-lebrilto, que tienen con agin siempre prevenido ; y haciendo mil gestos, por causa del frio, 0 Lavan el rostro, ¥ con un cepillo eruelmente se estregan entrambos earrillos, y queda aquel cutis, que antes tan pajizo por e! hambre estaba, de buen colorido = ‘van al como-ctjej%y que es tan reducido, que no cabe un ojo, para en él ser visto : cuando ven que estin muy cori-raidos, salen a lo calle con aspecto altivo; se entran & un Cale; . y entre los corrillos de conversaciin se introdueen fiso8 + en todo dan volo, como hombres instruides en todas materias. Si hay algén a que oftezca cal’, chocolate hersido, ponche, té, 6 algana 35 cosa de lo mismo, que en In casa venden, luego es admitido el convite, y comen que es bello prodigio. como que es de coc Mas si cl cruel destino niega este ipobres manojitos Se yan al Portal, pason el martirio de ver tanto bueno ‘como alli advertimos elavan en la fruta los ojos hundidos : si ballan quien ofrezca, queso, fruta, vino et cetera... admiten al instante mismo; amas si esto no encuentran ipebres manojitos! No dejon Caf fonda, bailecilio, donde no se metan por ser socorridos... iPobres recetantes, pobres manojitos! » Y el buen diarista, & quien debemos la eonservacion de estas pintorescas y antiguas estampas, que representan tan al vivo a los sefioritos mencionados, puso una nota importante a los ultimos versos de la letrilla; nota en la que asegura que los manojitos, cuando iban 4 los bailes, mejoraban de sombrera 6 capa, cambiando uno ti otro, invite Do- mino;y que de alli salian, como los de Calatrava 6 de Santiago, Caballeros Armados, espada 6 sable ajeno al cinto, que impensadamente se Ilevaban, mientras que el dueiio embobado, bai- laba un ménuet 6 contradanza, entre- tenido con mirar los ojos seductores de una currutaquilla, tal vex del otro cémplice, y sin Gijarse en las afiladas ufias del atrevido y audaz petimetre, digno émulo de la currutaca, y ambos coco y pesadilla de moralistas, prelados y poetas satiricos del aiio memorable que venimos historiando, CAPITULO CUARTO LA SEMANA SANTA EN 18410 z Un Edicto politico-religioso. Los primeros cinco meses del ano de 1810, habia gobernado la Nueva Espana, con el doble empleo de Arzo- bispo y Virrey, el Imo. y Exemo. Sefior D. Franciseo Javier Lizana y Beaumont, prelado austero y candoroso, modesto é ingenuo, pero que por sus mismas virtudes y falta de caricter, sin eono- cimiento de los hombres ni del mundo, cometid errores como gobernante, vaci- lando entre Ia benignidad y la energia, entre la conciliacién y la rigidez. Por otra parte, tocdle una época dificil, y él vino 4 ser un ejemplo mis, de que el Estado y la Iglesia en gene- ral, y especialmente en circunstancias como las que le tocaron durante su breve virreinato, no deben de estar unidos, ni en bien de los intereses gelesiisticos ni de los politicos. De esa union indebida de las dos postestades en un yaron santo y ajeno 4 In ciencia de gobierno, resultaron monstruosas disposiciones, porque & la vez quiso empanar el biculo de Pastor y el baston de Virrey, y coho- nestar las creencias y ¢l culto eatélico con las opiniones y propagandas poli~ ticas; y sus pastorales y edictos som yerdaderos monumentos de la censu- rable 6 impropia conducta, que en 1810 61 inanguré, esgrimiendo las armas de la Iglesia en los asuntos del Estado. Los buenos vecinos de México, que durante la Cuaresma, habian cumplido santamente con todas las practicas ctistianas; que se habian abstenido todos los viernes de comer carne, y habian asistido 4 los edificantes 6 con- movedores sermones que predicaron los mas célebres oradores en los ptil- pitos; sorprendidos deben de haber quedado el Jueves de Dolores, 12 de Abril, con la publicacién de un Epicro de] Imo. y Exemo, Seiior D. Francisco Javier de Lizana y Beaumont, enca~ minado a preparar d su grey para que celebrase la Semana Santa, desper~ tando a la vez que sentimientos pi mente religiosos, pasiones esencial- mente politicas, que con ayunos, con~ fesiones y todo, tenian que enardecer los animos de las mansas ovejas que pastoreaba Su Iustrisima. Cosas profanas y divinas, anuncian ya las lineas primeras del Evrero. « Lo que Ia razon die — dice —y la reli- gion ensena : lo que nuestro piadoso monarea desea, su virrey anhela, y La Semana santa en 1810. yuestro prelado encarga en el actual santo tiempo de cuaresma en que nos hallamos, y semana santa en que vamos a entrar : esto es puntualmente lo que como virrey y arzobispo solicitamos hacer presente por medio de este edicto... » Y entra desde luego Su Hustrisima por la enmara ja senda de la poli- tica, sin temor de que sus inocentes corderos dejen azuzados por él, entre zarzales espinosos, vellones de blanea Iana y de sus venas roja sangre. Aplaude mucho la condueta de Fe- lipe V, quien por encargo de su pre- decesor, con el fin de mantener Ia pureza de la Religién Catolica y el Santo Tribunal de la Inquisicién, que segiin Pio V, era « el mejor ejército de la Monarquia Espanola », ordend que en desagravio de los insultos heehos por los herejes, se celebrase fiesta con sermén y misa en una de las Dominicas de Adviento, como en efecto se habia practicado en la Peninsula y en América, Y sin poder citar un acuerdo seme- jante dictado por Fernando VII, que como ridiculo fantasma gobernaba en esos dias el Reino, lo elogia, sin em- hargo, disculpandole de no haber hecho cosa igual que Felipe V, con la siguiente peroracién evangélica en contra de los franceses, ya en visperas de celebrarse las augustas ceremonias de la Semana Mayor. « {Qué dejaria de hacer y mandar nuestro piadosisimo rey el Sr. D. Fer- nando VII, si libre del cautiverio con que esti oprimido, y colocado en el trono de sus padres, a que le destiné la Providencia, pudiera desahogar el celo que lo consume, y componer en 37 alguna manera las repetidas injurias, y blasfemias con que los enemigos de todo culto, poniendo atrevidos su boca en el cielo, han intentado ridiculizar y mofar en la tierra al Sr. de la Majestad, ¥ PEAUMONT ARZOMISPO DE MEXICO Y VIRREY DE NUEVA ESPANA (De Ia galeria de arzobispos de la Catedral de México), arrojando con esearnio las hostias con- sagradas, en lugares inmundos, em- pledndolas en cerrar cartas, y exce- diendo en impiedad y desprecio a todas las herejins y sectas que han alligido hasta el dia a los hijos verdaderos de la santa Iglesia, y de la monarquia catélica'? » Mas de un observante y buen vecino de la Imperial Ciudad de México, ten- dria que reconciliarse por el berrinche 1 Diario de México, tomo XU, pig. 418. 38 que haria con aquel inoportuno recuerdo de las irreverencias de los galos, y a mas del berrinche, sentiri: bélicos, cuando 4 continuacion el ilustre Prelado, les dice, aludiendo a Napo- leén : « Pero lo que no puede practicar nuestro monarea oprimido, puede prac- ticarlo su virrey, y pueden reducirlo a ejecucién los vasallos amados de Amé- rica : la distancia, y la interposicién de un océano dilatado, que defrauda vues- tres impacientes deseos, pe Escan- MENTAR Y REDUCIR A POLVO AL TIRANO DE LOS TRONOS ¥ LOS ALTARES, aumenta cada momento los de contribuir con vuestros caudales 4 la defensa de la religion y de la patria; yes una prueba sin réplica DEL FUEGO Sacnavo de vuestros corazones por la buena causa. » Después empuiia de nuevo el baculo y recordando, sin duda, sus antiguas pastorales sobre el abuso en los ves- tidos, pero sin olvidar a los franceses, exhorta 4 las fieles con las palabras que_ siguen = « Derramadlos — se refiere a los corazones — en la préxima semana santa ante Ja presencia divina de Jesu- cristo sacramentado cuando visitéis las estaciones y monumentos : adorad al que los franeeses blasfemen : resti- tuidle con un corazén contrito y humi- llado el culto soberano, de que intentan despojarle aquellos protervos : acredite vuestra modestia en el vestido y en el porte, que sélo discipulos del Crucifi- cado y no de las modas, y desvergienza de los filésofos incrédulos de este siglo de depravacién, cuya doctrina detestais, y cuya dominicién aborrecéis, Honrad, hijos mios, nuestra inmaculada reli- gion con vuestra compostura, y mode- racién en el traje y modales : os lo La Vida de México en 1810. rogamos por las entraias de Jesucristo a todos, y muy particularmente a las mu~ jeres, a quienes ya en otra ocasion hemos hecho amonestaciones sobre este punto en una de nuestras pasto- rales!. » I El ladrén sacrilego. Al dia siguiente de la publicacién del Edicto politico-moral de Su Hustri- sima, México se conmovié de nuevo. Era el Viernes de Dolores, y los vecinos qne alegres habian asistido al pinto- resco y matinal paseo de la Viga, y que en la noche se preparaban a con- templar los vistosos altares que a la Virgen se ponian en las casas, donde se les obsequinba con sabrosas aguas frescas, supieron escandalizados que aquel dia, un ladrén sacrilego habia robado el sol de la custedia de la Parroquia de San Pablo, sacando del viril, con sus manos impuras, la sa- grada forma que dejo abandonada. j Considérese el horror que causaria tal robo en visperas de la Semana Santa, y ejecutado en lugar sagrado! Por fortuna, para consuelo de los buenos fieles, el Jueves Santo fué aprehendido el ladrén, previa oferta que habia hecho el Juez de la Acordada de gratificar, con la cantidad de cien pesos a la per- sona que lo entregase. No la recibis, empero, el piadoso varon y comerciante de pulperia, D. Ignacio Maza, quien fué el que denuncié al ladron por ha- berle comprado unos pedazos de plata al precio de cinco reales la onza, haber bo Idem, pigs. 615 418. La Semana santa en 1810. sospechado que serian del robo come- tido en la Parroquia de San Pablo, y haber leido los carteles que se fijaron en los parajes piblices y en los cuales se brindaba con los dichos cien pesos’. El ladrén, a pesar de su edad, con- taba dieciséis afios, resulté pijaro de cuenta. Se Ilamaba Joaquin Berdugo, y antes habia robado en la misma Parroquia, la tapa de un copén con su capillo, la cruz del remate de otro y la daga de calamina de una imagen de los Dolores ; una corona de plata, dos cintillos de poco valor y un zarcillo a una Parisima; de la Parroquia de Santa ‘Ana, un eandelero de plata y un blan- doncillo; de lade Santa Catalina Martir, una bandeja del mismo metal y el res- plandor y daga de una Dolorosa; de la de San José, otro resplandor de plata yuna daga de acero de otra Dolorosa; de la del Salto del Agua, la corona y resplandor de plata de la Virgen de la Piedad; dela de Santa Maria, la corona de Espinas con las tres potencias de plata de un Sefior Crucifieado, y en la de Tacubaya el resplandor de otra Dolorosa, No fueron estos los tinices hurtos de aquel aficionado a robar con preferencia las parroquias y las esculturas de las Dolorosas. En la Colegiata de Guada- lupe robé una imagen con un dvalo de plata y tres ramilletitos del mismo metal; en la Capilla del Pocito, dos imagenes de Jess Nazareno y a la Virgen de los Dolores, una corona, un resplandor y una daga, todo de plata; en San Diego de México, la corona de un Sr. Crucifieado que se hallaba en la escalera del conyento y una imagen 1, Iden, idem, pig. 432. 39 de Maria Santisima colocada en los claustros de su coristado; en San Juan de Dios, el resplandor y rosario de la Dolorosa que se veneraba en la puerta de la enfermeria, y por iltimo, en la iglesia del Tereer Orden del Carmen un candelero de Cobre '. Confesados , confesé, otros robos de caricter profano, y seguida brevemente la causa, aunque merecia pena de muerte, sus benignos jueces le condenaron ii diez aiios de presidio en el Castillo de Acapulco, en atencidn & ser menor de edad, « y ademis sencillo 6 ignorante, con la cireunstancia de haber salido sumamente angustiado el dia del robo — Jueves de Dolores — sin dejar para sus tiernos hermanos mas alimento que un cuarterén de pan y una pastilla de chocolate, y estrechado por su indisereto padre a dar dia mente lo que no aleanzaba en su oficio de platero »; y a que habia sido inci- tado aquel dia, « con encontrar abierta la capilla, y pegada la Have del sagrario donde robé la custodia, acatando el no tocar la sagrada hostia, sacudiendo el viril sobre el capillo que la cubria, y dejdndole colocado sobre el ara para marcharse, quitando en el acto un pedazo a la custodia, con que estimd haber perdido su consagraciin® ». Estas altimas cireunstancias demues- tran que noera tan sencillo el inocente, nilas atenuantes alegadas por los jueces, tan dignas de tenerse en cuenta, pero todo ello pinta el criterio juri gioso de aquellos tiempos... ! como jco-reli- 1. Idem, idem, pags. 738 y 729. a Semanario Beonimico de 3 pag. 216, ‘vio, tomo I, 40 Il La piedad en 4840. La piedad y respeto en los dias santos, no era tanta como se cacarea ahora, pues en aquella Semana Mayor de 1810 no dejé de aparecer un solo dia el Diario de Mé:rico, y los asuntos que publicé fucron bien profanos. Una poesia amorosa, cierto proyecto para aeuiar moneda de cobre, y la lista de los premios de la Real Loteria, corres- pondientes al Sorteo 514, aparecieron el Domingo de Ramos; el Lunes Santo, preyecto de pararayos, continuacién del articalo sobre moneda de cobre y anuncies agricolas y comerciales; el Martes Santo, wn Soneto criticando las tertulias de los cafés, una biliosa carta de un Bilioso viejo que habia censurado los trajes y lujo de las mujeres, ciertas lamentaciones patridticas por un « es- pafiol americano », sobre la guerra de la invasién franeesa en la Peninsula, que terminan llamando a Fernando VII, « virtuoso monarea, idolo de Espaiia é Indias y mas justo y catélico que Teo- dosio », varios avisos, y la noticia de que el dia 8, en la Iglesia de la Tereer Orden de San Agustin, «le habian cor~ tado & una sefora una bolsa », en que levaba « un dedal de oro, un rosario de Jerusalén de siete misterios, con hbotones de oro, y medalla de lo mismo, del Sefior de Santa Teresa; el Miér- coles Santo, una proclama que co- mienza « Valerosos patriotas ameri- canos », una fabulilla en prosa, la eritica del proyecto de la moneda de cobre, precios de los efectos de mayor consumo, y el aviso ofreciende los cien pesos al que entregara al reo saci La Vida de México en 1810. que habia robado el sol de la custodia de San Pablo; cl Jueves y Viernes Santo, si aparecieron dos composi: ciones alusivas a las augustas fiestas un Soneto al Sefior de Contreras y una poesia, intitulada « A Maria Santisima al pie de la Cruz », pero barajadas ‘con una proclama bélica del Capitin gene- ral de la Isla de Cuba en contra de los franceses y de José Bonaparte, y con noticias profanas y mereantiles. Y para mayor edificacién, cl Jueves Santo inserté el Diario un articulillo, que nos viene 4 demostrar qué deyo- cién gastaban currutacas y petimetrés en aquellos santos dias, y es la sabrosa cartita, en que Pancho el Payo, cuenta haber encontrado en una sastreria, & cierto paisano suyo de nombre José, y al que por ecarifio Hamaban Chepito, porfiando con el maestro del taller para que le entregara el vestido que habia de estrenar al siguiente dia. Saludaronse los conterréneos, y el Payp, divigiéndose a Chepito, que venia muy afable y elegante, le endilgé el sermoncillo que se copia : — « ¢Chepe, ti para conmigo tan cortés, y tan subido en ese caballote de la sefioria, que yo no tengo? Mejor seria que ese lujo que estas preparando para el Jueves Santo, se convirtiera en un deseo eficaz de visitar /os monu- mentos.,.. « Pero ti, sélo vas a ver lo que las currutacas estrenaron, y no teacuerdas de meditar, en la estacién primera, como salié mi Sefior Jesucristo del Cenaculo al huerto de Gethsemani, en 1. Ademas del Diario, se publicaban on 1810 los periédicos intitulados Semanario Econimico, Correo Semanario Politico y Mercantil, y Ia Gaceta, que cra el 6rgano oficial del Gobierno, La Semana santa en 1810. donde sud6 sangre y fué desamparado de sus discipulos. En la segunda, como saldria del huerto, ya preso, para casa de Anas, conducido por-aquellos ra- lsiosos lobos por las calles publicas de Jerusalén, con la algaraza de quien eonduce 4 un salteador. En la tercera, la erueldad de aquellos soldados que lo Mevaron de la casa de Anis a la de Caifiis, en donde recibio bofetada, le negé San Pedro, y lo tiraron en un aposentillo, es decir, en una bartolina inmunda, a esperar la resolucion del concilio pleno del siguiente dia. En la cnarta, c6mo hecho un retablo de do- lores, atadas las manos, descalzos los pies, lastimado el rostro, desvelado con la mala noche, lo pasan de la casa de Caifas 4 la de Pilatos. En Ia quinta, como lo evan de la casa de éste a la del torpe y cruel Herodes. En la sexta, edmo de aqui yolvié otra vex a la casa de Pilatos, lleno de mofa y vestide con una yestidura blanca, como 4 mente- cato. En la séptima y altima, como sale de la casa de Pilatos al Monte Calvario, conducidoen confusotropel por aquellos mismos impios, que acababan de pos- ponerlo a Barrabas; azotarlo de orden de Pilatos... tratarlo como rey de burlas, corondndolo de espinas, ponién- dole por cetro una vil catia y por traje una ropa colorada y sucin; conducido por aquellos mismos que al presen- tarselos Pilatos, diciéndoles : « Véis aqui al hombre » : acababan de gritar llenos de furor, y odio : « Quitalo, apirtalo de nuestra vista, calo...! > ¢Y qué impresién, causaria el sermén del Payo, de suyo elocuente por la in- genuidad con que lo dijo? gLloraria contrito y arrepentido el elegante peti- crucifi~ 4l metre? No, sefiores, con desdén olim- pico, contests : — « Eso esta muy pesado, y yo no soy beata, y mejor sera que Vd., lo haga por mit! » Rl Sdbado Santo 6 de Gloria, como ha sido costumbre inmemorial en México, las calles y plazas se vefan henchidas de curiosa gente que iba a ver quemar en efigie, al repugnante y suicida traidor, a Judas Iseariote; pero como en aquella Semana de 1810, can dentes estaban los odios excitados por las pastorales y proclamas de Su Ilus- trisima, por la del Capitén General de la flabavay por ladeun D. F. RF. R., en contra de los franceses y bonapartes, quiz los mufiecos de carton, que col- gados en cuerdas, tronaron y ardieron aquel dia, representaban tipos y perso~ en confirmacion de najes alusivos, ello, se pueden alegar estos yersos, que publico el Diario: LOS JUDITAS DEL NUEVO cUR0 jSeioritas el juderot Este Sibado de Gloria ya no sirves Judas viejo, ya yo tengo otro pellejo de que hacer jadas de moda. {Si saldra, con todo y cola, Gel rey D. Chepe an juditas’? botellitas! jtodo es fuego! Alla va: jSenoritas el judero! Este Sibado do Gloria, del nuevo cao, muchachos, de esos malditos gabachos® hie de hacer judas de moda... {Si saldra con todo y cola, de Soult un par de juditas? {Bravo y encan tres colitas! 1. Diario de Mexico, tomo XML, pigs. 434 y 433. a, Palabra despectiva con que el pueblo bajo designaba a los franceses en la Peninsula Expa~ hola y que fué introducida en México desde entonees. 42 La Vida de geste judas ardord? Ftodo es fuego! Allava: {Seaoritas el judero! Este Sibado de Gloria enriqueces Pantalesn : del tirane Napolesn, he de hacer judas de moda, ZSi saldra con todo y cola? [edspita! {Si todo os patas! jmiren un judas & gatas! GEste judas ardera? {Mas que el fuego! Alla va: iSeitoritas el judero! - {Por vida de los borrachos! jseiior Editor, bonanza! Zqué tal andara Ia danza de los juditas gabachos cuando dicen los muchachos, que sin cortar con la tara, anis juditas una vara, exceden al Judas viejo? Iv La proclama de José Bonaparte. Y para mayor prueba de que hasta en lo scudénimos rebosaba el odio, el autor de los copiados y festivos versos, firmé : El Judero L. H, E. 6 vendedor de Galos-Judas! ¢Pero este odio popular, cra verda- dero y espontineo? En algunos si, ya lo dijimos, en los partidarios del domi- nio colonial, en los espafioles que veian invadida su patria por el mas ambicioso Capitan del Siglo, cuya sombra proyec- tibase al través del Océano, infundiendo terror y espanto... Yespanto y terror embargé 4 las mis- mas autoridades del Virreinato, en aque- Ma memorable Semana Mayor de 1810, porque mientras el pueblo cristiano y devoto conmemoraba en los templos los misterios grandes de la Redencién, México en 1810. « é imploraba al pie de los altares el socorro de las necesidades de la igle en tan amargas circunstancias », habjan Hegado 4 manos del Arzbispo Virrey Lizana, « por Providencia Divina » — dice el Diario — « un cimulo de una Proclama que el infame Josef Bona- parte mandaba 4 esta América por medio de emisarios fatuos, y tan igno- rantes como él ». Cosas tremendas deeia la Proclama supuesto que los Sefiores Inquisidores, que eran a lasazén, el Dr. D, Bernardo de Prado y Ovejero, el Lic. D. Isidoro Sainz de Alfaro y el Dr. D. Manuel de Flores, i pesar de ser dias santos, empufiaron Ia péfola, apenas estuvo en sus manos la herétiea Proclama, que les proporciond inmediatamesite con celo vigilante el Virrey, y lanza- von un Eprcro el Domingo de Pascua - de Resurrecién del aquel afio de 1810. « Sabed : — deeian — que Josef Napoleén ha tenido la temeridad, de tirar desde Madrid su ronea trompeta, para exeitar é la rebelidn mds infame, @ la mas enorme trayeién, y a una horrenda anarquia 4 los fieles pueblos de la América Espaiiola, por medio de una Proclama, parto igualmente detes- table por su impiedad, como por sp ignorancia del idioma castellano... » Pero los Sefiores del Santo Oficio se eneargaron de hacer un fiel traslado. del texto de la Proclama, en estilo eo- rreeto y castizo, dando en un resumen todo lo que contenia, de lo cual resulté que aquellos que no Ia habian lefdo a vido leer, se enteraron de su objeto, porque aparte de haberse fijado el Enicro de la Inquisicién en las puertas de los templos y en los parajes publicos mas concurridos, se le dié lectura en j La Semana santa en 1810. las misas aquel Domingo celebradas y ala hora del Evangelio. Y sus Seftorias los Inquisidores, que no dudarlo redactaron el Eotcto en los 43 empufien la espada contra el famoso Napoleén, como lo executé en Siria y en Israel? Por felices que le hayan sido hasta aqui sus medidas y precauciones, REFUTACION, DE UN ESPANOL AMERICANO A LOS PRINCIPALES ARTICULOS DE LAS PROCLAMAS DE fOSE BONAPARTE. Que de érden del Superior Gobierno se han quemado publicamente por mano de Ver- dugo en esta Capital. °F wok ie CON SUPERIOR PERMISO. —————— ———= 4 México: en la oficina de D. Mariano de Ziifiiga y Ontiveros, afio de 1810. FACSIMILE DE UN mismos dias santos en que les fué en- tregada la Proclama, dicron muestra de sus sentimientos cristianos, deseando el mal del préjimo, porque projimos eran suyos el ambicioso Napoledn y el in- truso José, y no obstante les consagra— ron estas lineas : « Pues qué, ¢ no levantara en tiempo oportuno 4 Iheus y Hazaeles para que ‘iwrneso pe 1810 de que hace tanto mérito en la proclama su hermano Josef, acaso una sacla disparada sin objeto determinado, pero dirigida por la mano divina que nunca yerra golpe, le heriré de muerte, como hirié al impto Achab... De su eumpli- miento y execucién no se escapara Josef tan malyado como su hermano el empe~ rador, pues no perdona medio de euan- 44 La Vida de México en 1810. tos sugicre la impiedad, para Mevar adelante la usurpacién : une y otro parece que han hecho pacto con la muerte, y confederacién con Satands, para que no les falten hombres tan perversos como ellos‘... » Terminaba ef caritativo documento con amenazar, pena de excomunién mayor late sentenciw, y pecuniaria al arbitrio de los Senores Inquisidores, los que en el plazo de seis dias, no Ile- vasen, exhibiesen y presentasen aute ellos, 6 ante los Comisarios del Santo Oficio, lasobredicha Proclama, y eual- quiera otro papel sedicioso, impreso 6 manuscrito; asi como los que los tu- viesen tiocultasen, debian de ser denun- ciados, lo mismo que las personas que propagaran « con proposiciones sedi- ciosas y seductivas, el espiritu de inde- pendencia, sedicion, y sujecion al rey « los con- intruso Josef Napoleén »; fesores que abrigaran, aproharan, ins~ piraran y no mandaran denuneiar semejantes senlimientos », incurririan en las propias penas?. Por su parte la autoridad civil cele- bré un famoso auto de fe con los ejem- plares de aquella Prov/ama, que segiin la misma autoridad estaba rebosando © promesas y amenazas, ignorancia, perfidia, blasfemias y brutalidades »; yal efecto dispuso que fueran quema= dos piblicamente, como se verified el Jueves 26 Abril de 1810, « con todas las solemnidades acostumbradas en caso de suplicio de reo infame ». Colocado el retrato del Rey Fernan- do Vil en un sitial que se levanté en la Plaza de Armas, a su frente levantése una pirdmide de tres cuerpos, sobre 1. Diario de México, tomo XI, pigs. 465 y 400. a. Idem, idem, pigs. AGT y 408. cuya cispide truncada, se hizo una grande hoguera, donde por mano deb verdugo, y a presencia de un Eseribano Real y de cuatro Alguaciles de Corte, « se did fuego a los despreciables ¢ in- decentes folletos 6 proclamas del rey Quixote »!. Toda la plaza estuvo rodeada de in- numerable tropa, tanto de infanteria como de caballetia, y un concurso in- menso, « de mas de cien mil almas de todas clases y estados, — cifra que entre paréntesis es un embuste, pues hubiera sido necesario que en aquel lugar cupicse la mayor parte de la po- bl de México, — Ienaba la vasta extension de la plaza grande, lasazoteas, balcones y torres, para unirse todas 4 proferir cl anatema piblico con que una nacién religiosa y fiel condenaba en su cora- zon al tiranoe usurpador, que ya la sue- fia suya. Mueran los Bonapartes y viva Fernando VII ; estas fueron las voces que resonaron por los ayres, al tiempo de arrojar al fuego las viles proclamas : este fué el yoto general, proferido como en un torrente de abominacién, jén que entonces tenia la ciudad que hizo conmoyer en su trono al demonio de la rebelién y \a discordia, para ocultarse en el abismo?... » El mismo periddico que publicé esta crénica, concluia con las lineas siguien- tes, d modo de exhortacién, las cuales contienen algunas voces que deben de haber sonadeo dulcemente en los oidos de los que no amaban 4 Fernando VII, por las mismas razones que no querian los espaiioles peninsulares 4 Napolen y a su hermano José « Generosos mexicanos : descansad 1. Idem, idem, pags. Gx y 402. 2. Idem, idem, pig. ha La Semana santa en 1810. en vuestra propia conciencia, y en el inolvidable zelo de vuestro Gobierno ilustrado. Los Bonapartes os tratan de ignorantes y brutales; pero no saben que la mayor sabiduria consiste, en saber sostener su religién y su libertad. Mexicanos : vosotros sabéis que una nacién es libre siempre que quiere serlo, baxo de una unién inviolable : lejos de vosotros la discordia : esta es el objeto principal de los viles Bona- partes : huidla como del soplo de la muerte, y vosotros seréis un pueblo de hérves, un pueblo espaiiol'. » En el misno acto de /a quema de la subyersiva Proclama napolednica, el Avzobispo Virrey ordené se promulgase un Bando suyo, en el que a la postre de clogios hiperbolicos que estaba muy lejos de merecer el Hamado monarca Fernando VII, y de ‘las frases de es- tampilla denigrantes para el intruso Rey José, encargaba 4 todos los habi- tantes de la Nueva Espaiiaen general, y icada uno en particular, « que si la ¢: sualidad 6 cia de los enemigos, in- 1 Idem, idem, pig, 40a. 45 troduxese en estos afortunados paises alguno 6 algunos exemplares de la referida Proclama, 6 cualquiera otro papel seductivo 6 ineendiario de igual origen », no slo debian « abominarlo y detestarlo » sino entregarlo inmedia- tamente, bajo el concepto de que se daria una gratificacién pecuniaria a quien 6 quienes deseubrieran y delata- ran, « 4 los espias, seductores 6 intro= ductores de tan viles libelos'... » ;Yasi se pasé la memorable Semana Santa de 1810, entre penitencias y sermones, extenuados los catélicos’ observantes con los ayunos y abstinen- cias, pero nerviosamente excitados y conmovidos por el escandaloso robo del sacrilego ladron de la Parroquia de San Pablo; pero mis, mucho mas, con la Proclama de José Bonaparte, que estremecié 4 todos, autoridades y va- sallos; igualmente @ los que veian en ella el presagio de un peligro proximo, como 4 los que ansiosos esperaban la realizacién de un ideal, que cada dia eontaba mas prosélitos! 1, Idem, idem, pigs. ls y 403. CAPITULO QUINTO EL CULTO, LA VANIDAD Y LA POLITICA I Una sola esperanza. El 7 de Mayo de 1810, celebrése en la Capital del Reino de la Nueva Espaiia, con toda la solemnidad posible, el juramento de obediencia al Supremo Consejo de Espaiia é Indias, que pres- taron las autoridades y habitantes. La ceremonia se verificé en el Salon principal del Real Palacio, previo bando que fué publicado anticipada- mente, é invitaeién que se hizo para que concurriesen & aquel lugar, el Real Acuerdo, la Real Sala del Crimen, la Nobilisima Ciudad, el Santo Oficio de la Inquisicién, los Tribunales, los Cuerpos eclesiisticos y seculares, las Comunidades religiosas, la flor y nata de la Nobleza y de personas distin- guidas, y los Gobernadores de indios de las Parcialidades de los barrios de San Juan y de Santiago Tlatelolco. Juntos todos, a las once de la majiana, prestaron el solemne jura- mento, que se anuneid con una gran salva de artilleria y un repique 4 todo vuelo en los templos do la Capital. « Coneluido el acto del juramento, salié toda la comitiva solemnemente por sus respectivos ordenes, en carrozas magnifieas de gala, y acompaiada de un escuadrén de caballeria se dirigié @ la Santa Iglesia Catedral, donde se canté un grandioso Te Deum, & toda orquesta, enmedio también innumerable, a cuyo efecto se habia iluminado magnificamente cl templo... » Se repitié la salva, y vueltas de esquilas y toques de campanas, y el Diario anuncié pomposamente la cere- monia, diciendo que haria época « en los futuros siglos, sefialando el mayor de los esfuerzos de la virtud y heroismo de los espafoles », que seria « el asombro de la Europa toda y la confu- sion de los enemigos '». Pero para quien no debe de haber sido del todo grata aquella nueva de haberse instalado el Supremo Consejo, fué para Su Tlustrisima el Sr. Arzo- bispo y Exemo, Virrey D. Francisco Javier Lizana y Beaumont, pues junto con los pliegos que anunciaban tal noticia, le yino una Real Orden fechada el 22 de Febrero préximo anterior, firmada por el Marqués de las Hormazas, en la que se le comunicaba que, en atencion a su avanzada edad y achaques, pero sin desconocer su celo, afin y de un concurso 1, Diario de Méxieo, tomo XM, pags. 511 y 513. i ee El culto, la vanidad y la politica. 47 patriotismo, lo relevaba S, M. del cargo de Virrey, encargindole pusiera el mando en manos de la Real Audien- cia, interin se nombraba nuevo gober- nante', Cumplié Su Iustrisima y Excelencia con lo que se le prever y a las once de la mafiana del dia 8 de Mayo de 1810, juntos los Ministros de la Real Audiencia en la pri- mera sala de Palacio, se 1 Salén respe dirigieron tivo, — incorporiindoseles Lizana y Beaumont en Ia antesala, y una vez que estuyicron en el Saldn, pronuncié el Virrey Arzo- bispo breve arenga, 6 hizo entrega del gobierno y de la capitania general, y po- niendo en manos del Re- gente el baston, se retiré enseguida en su carroza ordenandole 4 su cochero lo Nevara a la Alameda, para satisfacer una cente curiosidad, ino- pues desde que habia venido 4 México nunea habia ido a ese paseo’, Pero este cambio repen- tino, en nada modificé la situacién politi y social del Virrei- Nueva Espaiia, y los deseos ardientes de separarse de |s nato de la Metrépoli prevalecicron en la mayoria de los habitantes, por mis u ion que se predicara en los puilpitos, 6 que se aconsejara en los confesionarios, ¢ 1. Idem, idem, pig. a, Diario de México, pig, 516 del tomo XII, y Los Tres sigtos de Mexico, tomo HL’. las proclamas y en los diarios y gace~ tas; y por mas que se intentase avivar cl odio en contra de los Bonapartes, para encarecer el peligro que ame- nazaba al Reino si no existia aquella unién entre colonos y peninsula LA VINGEN DE LOS REMEDIOS (De un dleo que posee el Sr, D. José Maria de:Agreda). Con fecha 10 de Mayo de i810, el Obispo Abad y Queipo, dirigio a la primera Regencia de Espafia una Representacién, en describe que se compendiosamente el estado de fermen- tacion en la Nueva Espafia, que era anuncio de un préximo rompimiento; ¥ se proponian los medios con que fal vez se hubiera podido evitar éste. La Representacién es notable mas por el 48 La Vida de México en 1810. diagnéstico, que por cl tratamiento : hablaremos del primero y omitiremos los remedios. Ya era tarde, y sélo fal- taba Ia voz de un varén audaz y abne- gado, que pusiera fin a la tremenda crisis. « Nuestras posesiones de América y especialmente esta Nueva Espaiia — dice el Obispo de Michoacan — est muy dispuestas @ una insurrecci general, si la sabiduria de V. M. no la previene. « El fuego eléctrico de la reyolucién francesa, hiriendo simultaneamente todas las demas naciones, destruyendo las unas, agitando y conmoviendo las otras, puso en movimiento y reunié en estos paises los primeros elementos de la division y del deseo ardiente de la independencia. La fuerza revolucio- naria de aquella numerosa organizada por un sistema militar el mis perfecto, y concentrada en las manos de un tirano emprendedor y astuto, le proporcionéd los grandes sucesos que sabemos; a los que con- currié Lal vez en la mayor parte la ceguera de todos los demas gobiernos. én nacisn, Ceguera inconcebible, pues que nin- guno de ellos ha abierto todavia los ojos por escarmientos propios ni aje- nos, y que sélo puede ser el producto de un despotismo inveterado y de una corrupcién general. « La magnitud y brillantez de estos sucesos, que tanto deslumbran a los hombres, granjearon al tirano en todas las partes del globo una turba inmensa de iddlatras admiradores, que lo con- templaban el héroe mas famoso de la historia, cl regenerader del mundo, omnipotente é irresistible en sus empresas, como él se preconiza con impudenciainaudita. Por este concepto, nuestros americanos juzgando estin- guido el cardeter del pueblo espanol, perdida para siempre la metrpoli, en el momento que la vieron ocupada : y creyeron también imposible la reconquista y defensa que empren- dieron con tanto heroismo aquellos sus hermanos. Desde entonces comenzaron como era nataral, i ocuparse con mis intencién de la independencia y medios de realizarla, en el caso hipotético y preciso de que no se recobrase Ia metrépoli. « Sin embargo, en México se pre- senté el asunto mas dudoso, porque la conducta ambigua del virrey Yturri- garay hizo creer a los mas ansiosos de la independencia, que era de su opi- nién y laintentaba protejer. Alganos propusieron una junta nacional, y hubo en pro y en contra muchas contesta- ciones de palabra y por escrito. Volé la especie por todas partes, dando nuevos grados de calor a la fermentacién exis- tente. Y la juventud europea del comer- cio de la capital, creyé que Ia Nueva Espafia, hija la mas predilecta, trataba de sustraerse y abandonar Ia madre patria en su mayor conflicto, con la fuerza publica 6 proteecion del virrey creyeron y de aqui resulté su prisién. i « Este suceso extraordinario, que inculpaba de algin modo a todos los Espafioles americanos, pues que con- fundia la opinién del mayor namero con la opinion de algunos pocos, exaltd en gran manera la rivalidad y division entre gachupines y criollos. El virrey interino Garibay y el arzobispo virrey, teniendo los dos las mejores inten- ciones, lejos de reunir los animos y calmar estas pasiones, las han exacer- El culto, la vanidad y la politica. 49 vado mas con sus medidas diver- gentes. « Tal es la disposicién general de nuestras posesiones de América, y la particular de esta Nueva Espafia. En todas partes se desea con ardor la independencia, y se ha consentido en ella. En todas partes se ha jurado sin embargo 4 nuestro idolatrado soberano el sefior D, Fernando VII y a su dinas- tia, con aplauso y gusto por lo menos de los hombres sensatos, porque lo consideran como el centro de unidad en la ejecucién de su proyecto en caso que sucumba la metrépoli, y como causa de un gobierno mas justo y liberal en caso que prevalezea... » Ymis adelante agregaba: « Por otra parte, si en estos paises se perturba el orden pitblico, debe seguirse necesa- riamente una espantosa anarquia, Su poblacion se compone de Espanoles europeos y Espaioles americanos, Componen los dos décimes eseasos de toda la poblaciéa, Son los que mandan y los que tieneu casi Ia propiedad de estos dominios. Pero los Americanos quisiera mandir solos y ser propie- tarios esclusivos; dé donde resulta la envidia, rivalidad y divisién que quedan indieadas, y son efectos naturales de la constitucién que nos rije, ¥ que no se conocen en el norte de América por una raz6n contraria. Los ocho décimos restantes se componen de Indios y castas. Esta gran masa de habitantes no tiene apenas propiedad, ni en gran parte domicilio, se hallan realmente en un estado abyecto y miserable, sin cos- tumbres ni moral. Se aborrecen entre si, y envidian y aborrecen 4 los Espa= fioles por su riqueza y dominio. Pero conyienen con los Espaitoles America- nos en aquella prevencién general contra los Espafioles europeos’.., » Repetimos, ya era tarde, este grito de alarma no pudo oirse y por buenos y eficaces que hubiesen sido los reme- dios que prescribia la clara inteligencia y el saber de Abad y Queipo, ni la Regencia tuvo tiempo ya para aplicar- los, ni las gentes sensatas de la Nueva Espafia tenfan el caracter suficiente para imponerse sobre aquella sitaacién dificilisima. El mismo Obispo, mas tarde, en vez de abstenerse en contra- riar lo que se ejecutaba en favor de la independencia, rindié parias al servi- lismo mas abyecto y a las pasiones mas ruines, condenando la revolucién eon edictos y pastorales que contradi- cen su modo de pensar anterior y su manera de ver entonces las cosas, tan clara y racional. Y la mayor parte de los partidarios del dominio espaiol, apartados de los criollos y exaltados en contra de Napoleon, quiza pensaron en ol peligro inmediato que les esperaba, pero ciegos por las pasiones, enervados bajo un grosero fanatismo, dejaron correr el tiempo indolentemente, entregandose en la Capital & derroches ostetitosos y sin fruto, con objeto de obtener por medio de un milagro lo que humana- mente juzgaron ellos, no les era ya posible conseguir, Ul Vanitas vanitatum. En efecto, para implorar la protec- cién diyina « por las grandes calami- 1. Escritos del Obispo Electo de Michoacan D. Manuel Abad Queipo, apud Obras Sueltas del Dr, Mora, tomo I, pags. 145 & 1g. 4 5o dades y enormes angustias » que sufrian los espafioles en Ia Peninsula, per la cautividad del Sumo Pontifice y por la prisién del Rey Fernando VII, determiné la Real Audiencia hacer rogaciones piblicas yun novenario a la Virgen de los Remedios, pequetia escultura que trajo Hernan Cortés 4 México, y a la que se levanté un tem- plo por haber ayudado 4 los espaftoles en la Conquista, arrojando tierra en los ojos a los indios con el fin de que no vieran durante los combates. Asi es que, en aquellos momentos en que los criollos y gachupines estaban mas divididos que nunca, en que las pasiones politicas de unos y otros deberian haberse sofocado, fué una imprudenciu del Gobierno trasladar la Virgen de los Remedios, que nada grata era ala mayoria de los mexicanos y que desde Inego desperté celos y encendiéd mas les odies, dado el caric- ter religioso y politico que revistieron las ceremonias del culto que se le tributé en aquel afio memorable. Siempre que era traida a México la irgen de lus Remedios, en calami- dades publieas y en afios de extremada sequia, la traslacién era suntuos Concedida Ia licencia por el Virrey 6 por la Audiencia, dos capitulares ecle- siastieos y dos regidores la conducian hasta la Parroquia de la Santa Vera- cruz; previa escritura en forma que otorgaban los canénigos ante Escribano Pablico y a favor del Ayuntamiento, que ejercfa el cargo de patrono del Santuario, comprometiéndose en ella a devolver la imagen inmediatamente que terminara el novenario que se le hacia en México. Por todas las parroquias, y con- La Vida de México en 1810, yentos de religiosos que habia en el camino, le entonaban la letania y la salve y la acompaiiaba una maltitud innumerable de toda clase de personas, en coches, @ caballo y muchisinias 4 pie. Al siguiente dfa de estar en Ja Parro- quia de la Santa Veracruz, se jun- taban todas las parcialidades de indios, presididas de sus alcaldes y goberna- dores; las cofradias, hermandades y terceras érdenes, con sus guionés y estandartes; las comunidades de los belemitas, de los hipélitos, de les juaninos, de los mercedarios, de los carmelitas desealzos, de los francis« canos, de los agustinos, y la de los dominicos; cada comunidad bajo cruz alta, ciriales y preste, que con sis minis- tros, Hevaban ornamentos morados. Con los meneionados se ordenaba la procesién para conducir Ia sagrada cfigie a la Catedral, y seguian a ellos la Archicofradia de la Virgen de los Remedios, compuesta de los mas enco- petados titulos de Castilla, encargados de propaga el culto de la imagen; luego venian los individuos del clero secular revestidos de sobrepellices, precedidos de la cruz alta de la Cate- dral, con los individuos del corp entonando la letania de los santos, y en el centro del Cabildo, en andas, bajo de Palio y en hombros de sacer- dotes iba la Virgen, precediéndola un gran nimero de nifios y nifias, vestidos unos de angeles, otros 4 la espaiola antigua, 6 a la usanza de los inobles indios mexicanos, que esparcian por toda la carrera claveles, rosas, aima-* polas y otras muchas flores. Cerraba la procesién el Arzobispo, 6 en su falta la primera dignidad del | | | El culto, la vanidad y la politica. Coro, asistido de sus ministros, tam- bién vestidos de morado. A la procesién religiosa sucedia el acompafamiento civil : Jos tribunales, la Real y Pontificia Universidad, bajo mazas y con las infulas de sus grados; la Nobilisima Ciudad, a su vez bajo mazas, con toda la nobleza, jeles militares y de oficinas; el Real Tri- bunal de Cuentas, y la Real Audiencia, presidida del Virrey cuando lo habfa, y seguida de una compaiiia de grana- deros de infanteria y de otra de eaba- lleria, Tres salvas se disparaban en la Plaza Mayor durante aquella fiesta : al salir de la Santa Veracruz la Virgen cuando estaba & la mitad del camino, yal llegar a la Catedral, donde termi- nadas las con las preces correspondientes por las necesidades que habia motivado Ia conduceion de Ia imagen, comenzaba al dia siguiente el novenario respectivo'. ‘Tal faé el ceremonial que rigid casi siempre, y tal pompa se observé el 11 de Mayo de 1810 al conducir la Virgen del Santuario a Ia Santa Vera- eraz, yel 12 por la mafana 4 la Santa Catedral, llevando el bastén de mando el Regente del Reino, pues a la sazén no habia Virrey, y formando valla la tropa de infanteria de Nueva Espafia y milicias de México, que se iba reple- gando a medida que pasaba por su frente Ia imagen, para luego marehar tras de ella, yendo @ retaguardia un escuadrén de caballeria con su respec- tiva miisica. Pero no habia coneluido el nove- letanias 1. Dinz Calvillo, Noticias para la historia de Nucstra Sefiora de los Remedios deade cl aiio de 1808 hasta el... de 1812, pigs. 79 80. 51 nario ea la Catedral, cuando el dia 14 se dejé ver sobre México una nube sumamente negra y amenazadora, acompafiada de truenos y relampagos, y desyiandose hacia el Poniente hasta el cerro de Totoltepec, donde se halla ubicado el templo de la Virgen de los Remedios, descargé formidable rayo, derrumbando la mitad de la torre y lastimando también las bévedas. La Real Audiencia determiné con este motivo detener la imagen hasta reparar la ruina del Santuario, y con- cluida la noyena que se la hacia en la Catedral se colocé en el Altar de los Reyes, Estando aqui, el dia 24 de Mayo publicé el Diario un proyecto piadoto, proponiendo que la santa imagen circulase por todas las parro- quias y conventos de religiosos y de monjas, « para que lejos de entibiarse la devocién del pueblo con la novedad de tan diversos cultos. » Tal proyecto fué el origen de per- manecer la imageu en México setenta dias mas que fueron de continuas mani- festaciones religiosas, en las que los sentimientos patridticos de los afectos al dominio espaitol se desbordaron en sitiras, y caricaturas en contra de Bonaparte y de su hermano José; haciendo el culto piblico tanto mas aparatoso cuanto mas ruidosas querian expresarse las ideas politieas, tomando como ensefa una Virgen que recordaba la Conquista de la Nueva Espafia. Un diario minucioso podria escri- birse de todas y cada una de las fiestas celebradas con inusitada pompa a la efigie de los Remedios. En la noche del 31 de Mayo comenzaron las visitas 4 los conventos, tocindole el primer lugar al de monjas de la Encarnacion; reciese mis 52 el g de Junio paso al de la Ensefianza, el 12 al de Jestis Maria, y el 15 al de San Bernardo. « En cada una de estas traslaciones — dice un cronista — se habia aumentado sebremanera la con- currencia del pueblo, y en considera- cién & los muchos desérdenes que de ellas como nocturnas podian resultar, determiné la real Audiencia que se hieiesen de alli por las tardes. » El 18 de Junio, en virtud de tal orden, pas6 la imagen al Convento de Capuchinas; el 21 al de Santa Brigida; el 24 al de Corpus Cristi; el 27 al de Santa Clara; el 30 al de la Concepeisn; el 3 de Julio al de San Lorenzo; el 6 al de Santa Teresa la Nueva y el 9 al de San Jerénimo; pero en estas cinco traslaciones cayé una continua y espesa Muvia, sin que impidiese que la gente en gran numero dejara de acompafiar 4 la imagen, por cuyo motivo, y e} de haberse advertide que muchos devotos abandonaban temprano sus oeupa- ciones, con el fin de asistir 4 las fiestas, la Real Audiencia expidié nuevo decreto para que las traslaciones sucesivas se verificaran en las mafianas 4 las ocho. Continué Ia peregrinacién en la mafiana del 13 de Julio, a la hora sefialada, trasladindose la efigie al Convento de Santa Catalina; el 16 al de Santa Inés; el 19 al de Santa Teresa la Antigua; el 29 al de Balbanera; el 25 al de San José de Gracia; el 28 al de San Juan de la Penitencia, y el 31 al de Regina Geli. El § de Agosto la levaron al Convento de religiosos de Santo Domingo y el 6 al de monjas de Santa Isabel ; visitando ademas, aunque de paso, los colegios de Inditas 6 de adelante La Vida de México en 1810. Guadalupe, de San Ignacio 6 Vizeainas, de la Visitacion y Caridad 6 de Nifias, y de San Miguel de Belén 6 de las Mochas, los dias 6 y 28 de Julio, y 3 y 11 de Agosto. Todas las traslaciones ya mencio= nadas se habian hecho antes del dia 28 de Julio, Ievando la imagen « en el coche de segunda gala de la Parro- quia del Sagrario, tirade de quatro mulas », sirviendo de cocheros y lacayos los de igual clase de la Archi cofradia del Santisimo, que eran sujetos, de la primera nobleza; pero desde aquel dia, se quitaron las mulas al carruaje y fué arrastrado sucesivamente por indios vestidios 4 la usanza de los antiguos aztecas, por muchos sefiores sacerdotes y frailes, por ls caballeros més distinguidos y por los doctores de la Universidad, y al ser conducida de nuevo al Santuario, por los cémicos del” Coliseo, por toda clase de gentes, y en un largo espacio de dos leguas y media, Durante e] tiempo que estuvo la Virgen ‘en Ia Ciudad, se predicaron ochenta y ocho sermones, por las tardes y por las maiianas, al entrar a las iglesias que visitaba y al salir de ellas. Todos los veeinos de las calles por donde pasé la imagen, « que casi fueron todas las de México », ador- naron sus casas con verdadero lujo y riqueza, sacando 4 relucir en los frentes lo mas precioso que tenfan en dia- mantes, oro, plata, cristal y porce- lanas; asi como en sedas, galones, fluceos, estampados, muselinas y encajes; sin importarles nada que demeritase las telas y objetos la pro-~ longada Iluvia que estuyo cayendo aquellos dias. Se levantaron en las El culto, la vanidad y la politiéa. vias piblicas infinidad de altares, en los que lucian también magnificos tapices y colgaduras, y cuando las traslaciones se hacian por las noches, hubo vez en que cl namero de per- sonas que iban en la procesién con luces encendidas eacedi¢é de cuatro-mil, las cuales no abandonaron su puesto cuando Hovia con fuerza. Tal culto rendido a la imagen que recordaba los tiempos de la Conquista, fué mas de ostentacién que de piedad; con un fin més politico que religioso, y asi lo comprendieron algunas per- sonas ilustradas de la época, entre otras, el autor del Sueno mefitico publicado en el Diario de 28 de Junio de 1810. Referia, que como a la media noche, en que estaba « en el mas profundo y sabroso sueiio », se le habia apare- cido su mujer en In eabecera de su cama, dindole escandalosos gritos. « ; Hijo! ;hijo! —le decia— despierta, porque he sofiado que nos tracn @ nuestro-oratorio a la Santisima Virgen de los Remedios, Despierta, y vengan ocho mil pesos, una caja de oro, y otras piezas de mas valor, para regalar, y quedar bien. » Que entonces, solté la risa, « revuelta con un poco de eélera », y respondid a su esposa : « jQuitate de aqui, loca : si yo tuviera tal cantidad, la mandaria para socorro de las necesidades de la religion y de la patria... y yo, en lugar de aquella vanidad, la socorrerfa. La Madre de Dios no puede compla- cerse con la yanidad, y por esto Dios no nos oye, ni nos oird, generacion perversa. Vete, loca! » Inatil es decir que el autor del sueiio tayo el buen juicio de ocultar su 53 nombre, que de no hacerlo, lo queman en publico auto de fe; pero no obstante esto, llovieron sobre él cartas, arti- culos, versos, toda clase de refutaciones en diarios y periddicos de todos tama- ios, y aun en las fachadas de las casas, los sucesivos dias, le pusieron repe- tidos y sangrientos epigramas. D. Lucas Alaman, autoridad nada sospechosa, refiriéndose al adorno extraordinario de las calles, dice acer- tadamente, que si, para muchas per- sonas pueden ser estas fiestas « un acto devoto de culto religioso », para las mas no son otra cosa « que ocasién de lujo y entretenimiento », 4 que se da el nombre « de piedad y dévo- cion! », La compostura de las fachadas de las casas no fué, en efecto, para la mayoria de los vecinos, mis que derroche de yanidad humana. ¢Podian tener devo- cién y piedad, cuando en algunos bal- cones colocaron esculturas de dioses mitologicos, hibridamente mezcladas con efigies de santos catolicos? Muchos censuraron con justicia tan mostruosas confusiones y no faltaron defensores y disculpas, aduciendo argumentos que podrian ser acertados tratindose de los que se escandalizan ante las desnu- deces artisticas de las obras del Paga- nismo, pero no para defender aberra- ciones como las de aquellas festivi- dades en que deidades del Olimpo se codeaban con imagenes cristianas, « He oido criticar — decia Busta- mante — el que en esta clase de adornos se coloquen estatuas desnudas; qui- siéranlas muchos yer vestidas, y a fe mia que haria una bella persona Apolo 1. Historia de México, Lomo 1, pigs. 339 y Shoe 54 embozado en su capa, Pan cubierto con una sotana; pero me parec debe decirseles que estos eriticos, que es necesario distinguir los altares de los baleones adornados : que las esta- tuas se ponen por gusto de las artes y para propagarlo : que si son tan modestos y castos, reflexionen, en que los antiguos colaterales y rctablones abundaban. los Angeles desnudos y muy indecentes : que ain entre los Santos se pinta 4 un San Bartolomé desnudo, 4 San Juan Bautista no muy yestido, al Apostolado, y lo mismo 4 Santa Maria Magdalena, y finalmente que es menester tener una imagina- cién demasiado corrompida, para qu todo lo que pase por clla se contagie con ideas lascivas* on n Generala y Generalisima. Pero si aquellas efigies mitolégicas se colocaron « por el gusto de propagar Jas artes », aunque la oeasién no era oportuna; « por el gusto de hacer politiea », se pusicron é hicieron otras cosas, que bien merecen alguna recor- dacién para que no se olviden. Cuando Ia imagen de los Remedios estuvo en el Convento de San Jeré- nimo, las monjas Ia vistieron de Gene- rala, poniéndole a la Virgen un baston y al Nifio un sable, y no conformes con tan peregrina ocurrencia, el Capellan del Convento, D, Mariano Morales, bajo la direceién del Lic. D. Carlos t. Memoria Principal de la Piedad y Leallad del Pucblo de México, en los solemnes cultos de estra Senora de los Remedios (México, 1810), 25. La Vida de México en 1810. Maria Bustamante, elevé al Exmo. Ayuntamiento, Patrono del Santuario, el siguiente escrito que integro copia- mos, porqueesel mejor documento que se puede presentar sobre qué clase de criterio presidia en el culto y en las creencias religiosas que se profesaban en aquellos buenos tiempos « Exmo. Sefior, —D. Mariano Mo- rales, presbitero de este Arzobispado capellin del Convento de San Jeré- nimo, a V. E. digo : que entre los sentimientos y expresiones dulcisimas nacidas del corazon, y con que cele- braron la peregrinacién dichosa de la imagen de los Remepios en dicho con- vento, fué una de ellas Hamarla Capi- tana Generala de nuestro exército de América, y en concepto de tal fué jurada y vestida con la banda y baston por las religiosas del monasterio, y con tales insignias se dexé ver quando pas6 al conyento de Santa Catalina, « No puede darse a mi juicio epiteto 6 denominacién mas propia “a esta Seiiora : ella conduxo la expedicién de los espaioles «i esta América el afio de 1519. Ella (si creemos a Ia tradieién) se mostré formidable a los indies prote- giendo nuestros exércitos : ella fué co- locada de orden de Fernando Cortés en eltemplo mayor de esta ciudad por mand de Juan Rodriguez de Villafuerte, uno de los trece capitanes del exército : ella fué alos combates en compaiia de este yaliente soldado, metida en una arquilla de hoja de lata, acomodada en la manga de su gabiin, de modo que quando blandia la lanza con la mano derecha, aseguraba este “simulacro maravilloso con la izquierda : final- mente, ella ha desempenado tan bien con cl pueblo de Nueva Espaiia el titulo —_ ie lel El culto, la vanidad y la politica. de protectora de la seguridad de estos nos, como de proveedora de las mieses y cosechas. Tan singulares finezas, no interrumpidas en el curso de 2go afios, ;qué piden de nosotros? exigen de justicia por nuestra parte un distintive de honor, y una nueva sefial que eche para siempre el sello de nuestra gratitud. En tal concepto, yo, como el menor de sus esclayos, ruego a Y. E. 4 quien esta conferido el patro- nato de su santuario, y la vigilancia y fomento de sus cultos, se sirva aplicar todo su influxo y valimiento para que se declare y jure a nuestra S: Los Remeoros, Generalisima de nuestros os por todos los cuerpos civiles y militares; que como tal traiga este simulacro, y su precioso Nifio, la banda, bastén yespada : que se le hagan todas los honores de ordenanza correspondientes 4 semejante denomi- nacién y empleo, y que esta demostra- cién de nuestra gratitud se haga con las solemnidades correspondientes. No dudo que la Capitania general acceda 4 ello, y que asi lo decrete S. M. 4 quien se dé cuenta y apruebe, ni menos dudo que Y. E. practique todas las diligencias y allane todos los obstd- culos (si acaso se presentan algonos para la execucién) de esta idea piado- sisima, —Por tanto—a V. E. suplico acceda d mi solicitad. — Carlos Maria Bustamante. — Br. Mariano Morales '. Mas tarde, ya en plena guerra de independencia, los feryorosos mili- cianos, juzgaron que la efigie de los Remedios no sélo era buena en contra de los franceses, sino que también ser- virja para derrotar a los patriotas, y en 1. Memoria Principal de la Piedad y Leallad del Pueblo de México, ete., pigs. 18 ¥ 19+ 55 Febrero de 1811, se estuvo 4 punto de declarar oficialmente con un grado militar mas 4 la citada Virgen, como consta por el siguiente curiosisimo bando que impreso ya, iba a publicarse con la solemnidad debida, cuando ltima hora « se suspendid la publi- cacién por justas consideraciones del superior Gobierno », segiin rea una nota manuserita que consta al margen. Dice asi : « Don Francisco Xavier Venegas de Saavedra, Rodriguez de Arenzana, Giemes, Mora, Pacheco, Daza y Mal-_ donado, Caballero de Ja Orden de Calatrava, Teniente General de los Reales Exércitos, Virey, Gobernador y Capitin General de esta N. E., Presi- dente de su Real Audiencia, Superin~ tendente General Subdelegado de Real Hacienda, Minas, Azogues y Ramo del ‘Tabaco, Juez Conservador de éste, Presidente de su Real Junta, y Subde- legado general de Correos en el mismo Reyno. « Las RR, MM. Priora, Difinidoras, Viearia y Contadora del Convento de S, Jerénimo de esta Capital, y la Sefiora Dofia Ana Maria de Iraéta, yiuda del Sr. Regente que fué de esta Real Audiencia D. Cosme de Mier, jadas de los sentimientos mis apre- ciables de piedad, lealtad y patrio- tismo, han solicitade que se proclame a Maria Santisima en su Portentosa Imagen de los Remedios, por especial protectora de las armas de este Reyno, baxo el titulo de Generalisima, ofre- ciéndose gencrosamente a erogar parte de los costos que demanda el acto solemue de reconocimiento, y a colectar ani las limosnas con que quieran concurrir las demis Comunidades y los vecinos 56 de esta Capital; y considerando yo que es asi muy justo y debide, por los particulares beneficios que en todos tiempos desde el de la Conquista de este Reyno, nos ha dispensado la Reyna de los Cielos por medio del propio Soberano Simulacro, y con sin- gularidad en las circunstancias actuales, en que encomendado & su patrocinio el suceso de las armas del Rey, han sido visibles las repetidas vietorias que han conseguido éstas de los insurgentes : he accedido con mucho gusto a tan laudable y edificante solicitud, con calidad de que las demostraciones ptiblicas que se han de hacer con este motivo, a discrecién de los Sefores Intendente Corregidor Don Ramén Gutiérrez del Mazo, D. Manuel Gamboa, D, Francisco Maniau, y Conde del Penasco, comisionados por mi para el efecto, se reduzean ’ las que pre- cisamente cedan en culto de la Sa- grada Imagen, como son adorns de Altares en los Conventos y edificios ptiblicos de la carrera por donde se lleve en procesién, colgaduras é ilumi- nacién general en el dia y noche dela proclamacién, omitiéndose todas las de diversién, ostentacion y luxo, por no ser correspondientes en un tiempo de angustias y calamidades como en el actual, en que se debe implorar dignamente el patrocinio de la Santi- sima Virgen para aleanzar la continua- cién de sus misericordias. Y 4 fin de que llegue a noticia de todos, mando que publicada por Bando esta determi- nacién, se cireule a los Tribunales, Prelados, Gefes militares, Magistra- dos y Ministros 4 quienes corres- ponda. Dado en México 4 18 de Febrero de 1811. — Francisco Xavier La Vida de México en 1810, Venegas. — Por mandado de S. E..,» Pero los fervorosos milicianos no desmayaron con que no se cumpliese el bando anterior; celebraron el 30 de: Octubre, en la Catedral y en accion di gracias por la Victoria! del Monte dé las Cruces, una funcién solemne, coa sermén que predicé el P. Dr. D. Juan Bautista Diaz Calvillo, quien entre — otras barbaridades, dijo las siguientes # « Yo no puedo menos que confesar aqui mi rudeza; pues ni tengo voces, ni hallo palabras que den & entender como quisiera los vivos sentimientos de gratitud 4 tan insigne bienhechora que deben animar nuestros corazones, quando hoy 30 de Octubre, dia en que se ha cumplido el primer afio después de la memorable batalla de-las Craces, hemos venido 4 este magnifico templo — 4 protestar 4 Maria, con quantas lenguas pudiésemos hablar, que ella fué nues-. tro escudo, nuestra defensa, nuestra libertadora, nuestra benigna y miseri- cordiosa madre en las circunstancias mis tristes que pudieron acaecernos en todo el aito pasado de 1810. Si, Mania fué la que cegé los ojos de los innu- merables bandidos que ansiando por las opulentas riquezas de México, se arrojaban precipitados sobre las pocas bayonetas que se les opusieron. Manik fué la que extendié su manto sobre el pequefio exército, si acaso pudo merecer este nombre el que defendia su causa, su honor, y su gloria tan vilipendiada de los sacrilegos facciosos. Mania fué la que con el soplo de su boca varié la direccién de las balas, hondas y piedras que de otro modo hubieran acabado necesariamente con 1, Existe en mi poder este curioso Bando, El culto, la vanidad y la politica. by los nuestros. Mania fué la que con una mano prostraba keridos & los enemigos, y con la otra levantaba del polvo de la tierra héroes invencibles que los des- trayesen y acabasen. Mania fué la que ocupé la cambre de los montes a cuya falda se situaron nuestros valientes soldados, para impedir el estrago que en ellos debia causar el vivo fuego que de alli se les hacia, Mania fué, por iiltimo, Za que no desdenindose de tomar personalmente el cargo de un general de exército, inspiraba d los gefes, ayudaba a los subalternos, ani- maba & los que desfallecian, daba acti- vidad & los perezosos, hacia impene- trables las colunas, dirigia los tiros, sostenia los fuegos, y { qué sé yo si hizo parecer é la visla del enemigo como un exército de cien mil hombres el que apenas contaria ochocientos'?... » Los que habian visto entrar en México a las fuerzas derrotadas de D. Torcuato Trujillo, después de la batalla del Monte de las Cruces; no se qué pensarian del Sermén homérico del Reverendo Padre Diaz Calvillo! Pero el fervor miliciano no se detayo aqui; se formé un batallin de seRoras con el nomhre de Patriotas Marianas; « porque si Moyses — dice el mismo Padre —no con la espada sino con fervo- rosas oraciones vencié & los amalecitas orgullosos con su ordinario poder; no tendremos ahora que esperar buen éxito en nuestras batallas, por exce- lentes que sean los generales que las dirigen, y valientes y esforzados los militares que las emprenden, si mien- 1. Sermdn que en el aniversario solemne de gra- cias d Maria Santisima de los Remedios... prodicd elP. De. D, Juan Bautista Diaz Calvillo,... pags. $¢ fa 84. tras ellos pelean con el mayor vigor, nosotros nos descuidamos en clamar al cielo... ». batallén qued6 constituide con mis de dos mil quinientas seRoras, las cuales hacian guardias a la efigie de los Remedios, alternindose de tres en tres en la Catedral y por espacio de tres cuartos de hora, desde las seis de Ja mafiana hasta el medio dia, y desde las tres hasta la cinco de la tarde en que se cerraba el templo. Iv Las dos banderas. Volviendo a tomar Ia punta del hilo de los cultos politico-religiosos tribu- tados a la efigie de los Remedios durante los meses de Mayo & Agosto de 1810, los particulares y los reli- giosos que adornaron las fachadas de las casas 6 los muros de los conyentos, no se limitaron en hacer derroche de lujosos adornos, de mis 6 menos buen gusto, sino que también pusieron en lienzos, con grandes letras para que fuesen fieilmente leidos, 6 con gigan- tescas figuras para que se pudiesen distinguir con toda claridad, versos epigramiticos y caricaturas pol veligiosas, con el fin de desahogar sus sentimientos en contra de los bona- partes y comunicarlos 4 las turbas. Asi, en los balcones de la casa de D. José Maria Villasefior, Oficial pri- mero de la Renta de Loteria; casa situada en la calle del Puente de la Aduana Vieja, en un altar que alli se dispuso con elegancia y buen gusto, 1. Op. cit., Noticias historicat, pigs. 150 y 15 58 se leian varias composiciones poé- tieas, entre otras esta : A BONAPARTE Ipsa conteret caput tuum. OeTAVA Envanécole, birbaro tirano, Tala, desola, arruina fementido Con corazén protervo 6 inhumane A ese Pueblo de Dios, Pueblo cacogido : Pero aguarda traidor, detén Ia mano, Mira que en Nueva Espana prevenido Todo el Poder esta de una Princesa, Que ha de hollar, Bonaparte, tu cabeza. En las calles por donde circulaba la procesién se situaban bandas mili- tares, y cuando pas6 por e/ ochavo que formaba la esquina del Portal de Agustinos y el de Mercaderes, reso- naron « con indecible alegria » lus acordes de Ja misica de la Brigada de Artilleria, que tocé una cancion patri tica, cuya letra comenzaba asi + {Espafioles, la Patria oprimida ‘0s convoca en los eampos de honor! + La casa del Lic. D. Manuel Villa- sefior, calle de Venero, n* 1, fué sun- tuosa por el adorno. Once areos ceupaban los baleones; de los arran- ques pendian canastillas doradas, y en la parte superior, cantaban pajaros encerrados en sus jaulas. Al pie de eada columna se erguian estatuas de estuco y espejos de clarisimas lunas, y entre unas y otras se pusieron versos. Estaban alli pinturas repre- sentando a Fernando VII, y en una columna « de chaquira azul y blanca, que brillaba herida del Sol... una imagen de bulto de Maria... : la peana servia de taza & una fuente... en el friso principal... dos marcos dorados... yen el centro, dos nifios de bellisima escultura, que figuraban dos alego- La Vida de México en 1810 rias demasiado sencillas y ficiles de entender, sabiendo nuestra situacién politica actual; el uno tenia una cruz en la mano con la que heria y hollaba sd una serpiente, y el otro tenia asido un mundo con las manos, en actitud de protegerlo y librarlo de las garras del que acecha d nuestra libertad : los versus explicatives, asi decian : + Arruina, arruina Pacblos y Ciudades, Destraye, acaba Reynos y Naciones, Ensaya insidias, iras y crueldades, Y hasta el abiemo lleva tus pendones; No finalizen, no, las impiedades De tus soberbias vanas intenciones, Prosigue, si.... pero antes te aconsejo Que te veas, Napoledn, en este Espejo. + Ves, Napoleon, hollada tu eabeza Por an mejor David, Pastor divino, Que en la bandera de la Cruz expresa Su gran Poder de un modo peregrina? g.Yes esa sierpe asi? pues si te pesa Ver retratado en ella tu destino, Todavia es tiempo, Nora atribulada Que en ella s6lo figura ta pecado. x Cuando mis engolfado el peasamiento Tus designios fomentas orgulloso, Y Hevando tu nombre por el viento Quieres Hamarte el Todopoderoso : Un supremo Poder que vé tu intento, Por boca de este nino ol mas graci ‘Te esti diciondo : « Loco, deja el brio, No to envanezeas, que este mundo es mio » En la casa de la Condesa de Regla, calle de San Felipe Neri n° 6, el adorno fué riquisimo y suntuoso, pues podian verse alli finisimos tapices de china, magnificos damascos con galo- | nes, flecos y goteras de seda amarilla, espléndidas muselinas, grandes espe- jos, soberbios fanales de cristal, y sobre una peana también de cristal, pero abrillantade, se colocé la efigie de los Remedios, del tamano de su original, « vestida con banda y baston de Generala y el Nito con un sablecito de oro con su vayna de filigrana », y a los lados de ella, cuatro angelitos en ademan de dar masiea a la Virgen. El culto, la vanidad y la politica. Los versos que podian lecrse entre los adornos, eran nueve sonetos, seis octa- vas y un epigrama, terminando uno de los sonetos de este modo : « Leviintate, Prineosa esclarecida : Guerrera, ponte & la enemiga sana; Amiga, ampara 4 tu nacién querida, + Ademéas, desde la azotea de la casa de la Condesa de Regla hasta la de enfrente,« volaba una india rica y per- fectamente yestida, segim su antiguo traxe, y antes y después de la proce- sion arrojaba al pueblo versos, flores, canastitas de dulce y otras friolerillas con que lo tenia divertido ». los sonetos que tiraba esta india vola~ dora, uno de ellos comenzaba asi : Por estas calles hoy, oh pueblo amante, De domascos ornadas muy preciosos, Entre oplausos y vivas armoniosos Va a transitar Ja Emrenatni triunfante. Aplica, pues, tu oido vigilante, Yoye los ccos dulees y melosos, Que resuenan sus labios amorosos Diciendo : No TEMAIS, YO VOY DELANTE! » Pero en donde se eché In casa por la ventana, como el vulgo dice, no por la riqueza y Injo, si por lo monumental del desahogo patristico-politico -reli- gioso fué en el frente de la Casa de ejercicios del Oratorio de San Felipe Neri, que eaia hacia la calle de San José el Real. Ocurridsele al Dr, D. Matias Mon- teagudo, Presbitero, Director de este Oratorio. @ Inquisidor honorario del Santo Oficio, con alusién al pasaje, que ios intitulé San Ignacio de Loyola, « Las dos ban- deras », poner alli en el mencionado frente un gran lienzo de quince varas de largo por veinte de altura, en el que se pinté sobre un zécalo de tres en sus ejer 59 varas de alto, « un bosque con Arboles, rios, barrancos y montes », descu- ciudad de Manresa, y en la cueva principal apa- recia una escultura de San Ignacio en briéndose a lo lejos Ia traje de penitente, arrodillado y fijos los ojos en una Virgen que bajaba en blanca nube, rodeada de serafines, para dictarle los ejercicios, por lo que el Santo tenia un libro en la mano izquierda y en la derecha una pluma. Auno y otro lado de este episodio, se pintaron otros dos. El de la izquierda figuraba al demonio, sobremanera espantoso, arrojando llamas y denso humo, y entregando a Napoledén, que estaba & su presencia en ademan de partir, una bandera roxa con esta ins- cripeién : Cox Tu Pouirica PECULIAR; aladiendo a lo que habia respondido al Ministro Ceballos, quien habiéndole hecho reflexiones justas sobre su con- ducta en Espafia, contesté el Corso que « él tenia su politica peculiar ». El episodio de Ia derecha « mostraba 4 Jestis con rostro benigno y apacible, hermoseando con su presencia un ameno y frondoso valle, de cuyas manos recibia el patriarca 8. Ignacio una bandera blanca que llevaba escrito : Con mt Evaxcetto. » Cinco sonctos, « parto péetico » de Jas Musas del Dr. D. Francisco Alonso Ruiz y Conojares y de D. José Maria Villasefor y Cervantes, y cuatro octayas anénimas, explicaban aquellos episodios que se atrajeron la atencion toda del pablico, a tal grado, que un devoto mandé a cierto artifice que le grabase una lamina, que perpetuase la feliz idea del Dr. Monteagudo; mas « el artifice fué tan poco feliz en la ejecucion del pensamiento, que no se 60 podia dudar cual figura estaba mas fea y horrorosa, si la de San Icxacto 6 la del Diasto'...! Por fin, terminaron los sEsenTa pias pe renecminaciés de la efigic de los Remedios por las calles y con- ventos de México, durante los cuales pocas veces habia visto la Ciudad tan solemnes procesiones, tan lujosos adornos, tanto entusiasmo por asistir a las fiestas celebradas con aquel piblico y continuado culto. La Virgen Conquistadora volvié al Santuario de los Remedios, enmedio de un concurso inmenso, con los honores militares que era costumbre hacerle, arrastrado el coche por toda clase de personas y por los actores del Coliseo. La devocién plegé sus alas, herida su modestia con aquella ostentosa mani- festacién; porque lo repetimos, fué un pretexto piadoso para que hicieran derroche de riquezas y de vanidad, los acaudalados y poderosos; y para que desahogasen los patriotas sinceros sus’ sentimientos politicos en contra del temido Corso. Pero; ay! fueron aquellas las dltimas explosiones de ruidoso entusiasmo hacia la Conquista; pronto los criollos clectrizados por el 1, Diario de México, tomo XII, pig. 3x0. La Vida de México en 1810. mismo patriotismo que veian exaltar por todas partes, y apasionados con el propio odio que los espaiioles sentian en contra de los franceses, opondrian ala Virgen espafiola de los Remedios, traida por los conquistadores, la Virgen india de Guadalupe, que seria paseada y vitoreada no sélo por las calles de una Ciudad como aquella, sino, per todas partes, al luchar los insurgentes en los campos de batalla, en los sitios heroicos que sostendrian y al entrar triunfantes en los pueblos; y lo mismo la aclamarian enyuelta entre el hume de la pélvora y al exhalar’el postrer suspiro, que entre las blancas nubes del incienso y al entonar los himnos victoriosos; porque aquella Virgen era un simbolo de la Patria, y desde las cumbres del Tepeyac y desde el remoto siglo xv1, habia dicho 4 un nedfito de Ia raza vencida : « Yo soy vuestra Piadosa Madre, a ti y @ todas las demas mis queridas gentes, que me Iaman, que me buscan, que en mi confian,.. les oiré su Ianto, sus pala bras, para que duleifique y eure todas sus dolencias, sus trabajos y sus mise- rias'.... » t. Antonio Valeriano, Relaciin ms. que se con serva en-el Archivo do Ia Cologiata, hoy Baits a, de Nuestra Seaora de Guadalupe de México. i ate CAPITULO SEXTO DE COMO ENTRO EL VIRREY VENEGAS EN LA CIUDAD DE MEXICO I Preparativos. Desde que la Real Audiencia Gober- nadora que regia los destinos de la Nueva Espafia en 1810, tuvo ciertas 6 vagas noticias de que a substituirla Hegaba pronto un nuevo Virrey, se puso en movimiento 4 fin de hacer todos y cada uno de los preparativos acostumbrados, pues la entrada y reci- bimiento de los yirreyes hasta entonces habia sido solemne y bastante dispen- diosa para el Real Erario. En aquel afio memorable « la Mag- dalena no estaba para tafetanes », es decir, la Real Hacienda, a causa de las sangrias por situacién de fondos & la Peninsula, con motivo de los sucesos de la invasion napolednica, y de los embozados préstamos impuestos al pueblo, bajo el disimulado nombre de subsericiones 6 socorros; asi es que aquélla y éste, se hallaban pobres y esquilmados. Nada extrafio pareceré, por consi- guiente, que en cl Cabildo que celebré la Ciudad el 23 de Agosto de 1810, se recibiera un oficio de la Real Audiencia Gobernadora, contraido a modifica- ciones en el presupuesto de gastos en _ la entrada de los virreyes, respecto al niimero de personas que deberian con- vidarse tla mesa y refresco servides en la Villa de Guadalupe y en la ciudad de México, el llegar los dichos virreyes, y proponiendo que se fijara en la can tidad de $ 3000. Los seftores cabildantes, vulgo regi- dores, corta les parecié esa cantidad, acostumbrados como estaban al derro- che y pompa, no embargante que taviesen que pedir prestado, y empefar como garantia, los productos de al- gunas de sus rentas 6 arbitrios; asi es que, oido con toda atencién el oficio de la Real Aadiencia Gobernadora, protestaron la obediencia y respetos de formula, y acordaron representar sobre cl contenido, basados en las cédulas que sefialaban, qué gastos habjan de crogarse en tales ceremonias; que re- ducidos éstos como estaban ya por practica antigua, la recimara que se disponia en Guadalupe para alojar al Virrey, & pesar de la abundancia de los géneros, tenia de costo cerea de los $3000 que se presuponian, a lo que habia que sumar el costo de ocho camas regulares para la familia de Su 62 Excelencia, el de tres dias de funcidn, comidas y refrescos abundantes y finos, porque solian asistir por lo menos cien personas distinguidas : item mis, la habilitacién de la despensa del Virrey, con objeto de que luego que terminaran las funciones, se comenzara « a hacer REGIDOR (Dibujo de Claudio Linati). el gasto diario por cuenta de Su Exce- lencia En Cabildo eclebrado seis dias des- pués, recibiase otro oficio de la propia Real Audiencia Gobernadora, en el que i la postre de citas y referencias de todas y 4 cada una de las disposi- ciones ordenadas en eédulas y acuerdos, 1, delas de Cabilde de la Ciudad de México Sesin del 23 de Agosto de 1810. Ms, del Archivo Jel Ayuntamiento de la misma Ciudad. La Vida de México en 1810. lijaba las siguientes regls de observarse en lo sucesiy 1 Que 4 la entrada del Virrey en la Villa de Guadalupe, que habia de veri fiearse de tarde 6 de noche, no se hi= cieran 4 los Tribunales 6 Cuerpos ofi- ciales los cumplimientos acostumbrados hasta alli, sino al dia siguiente, é in- mediatamente se trasladaria el Virrey al Real Palacio de México para prestar el juramento de estilo. 2* Que para Ia noche en que legaran a la Villa de Guadalupe se dispusiera un refreseo y cena al Virrey y 4 su_ familia, pero sin invitar 4 ninguna otra persona. 3* Que el gasto se limitara a un solo dia de refreseo, aquél en que entraran los virreyes a la Capital, y no @ tres dias como antes. 4* Los invitados deberian de redu- cirse a sesenta individuos. 5° La lista de invitados se formaria previamente por el Ayuntamiento y se remitiria a la Real Audiencia Goberna- dora para completarla y aprobarla. 6° Se volvia a fijar, como en el pri- mer oficio, la cantidad de $ 3.000 por monto total de todos los gastos, bajo el concepto que si se excedian de esta eantidad la pagarian los regidores por su cuenta. ‘ Los rumbosos y prédigos cabildantes, no se conformaron con las anteriores reglas que les preseribia la Real Au- dienein Gobernadora; de antafio y por herencia, como los viejos nobles, pre- ferian arruinarse por vanidad y osten- tacién, que aparecer mezquinos y poco dadivosos, pues estaban acostumbrados 4 tales festejos inutiles y costosisimos ; por tanto y de comin acuerdo los regi- dores todos, resolyicron « representar . que habian De cémo entré el Virrey Venegas. de nuevo », y en atencién seguramente A que estaba muy proxima la llegada del Virrey a la Ciudad, tomaron la reso- lucion que sigue = « ...Atendiendo 4 la falta de nume- rario en las areas, el Sr. Cervantes (y Padilla D. Juan) ofrecié suplir siete mil pesos para los gastos precisos, entretanto se sastifacen por la Teso- reria; y habiéndole dado las gr cias se acordé que el Sr. Peza (y D. Ignacio José de la) reeiba dicha suma para los fines indicados'... » El 25 de Agosto habia arribado al puerto de Veracruz el Exemo. Sr. D. Francisco Javier Venegas, electo Virrey, Gobernador y Capitin General de la Nueva Espaiia y Presidente de la Real Audiencia de México; y habiendo remitido a ésta su Real despacho y nombramiento expedido en Cadiz a 6 de Julio por el Supremo Consejo de la Regencia, que gobernaba la Nacién en nombre de Fernando VII, puso los debidos obedecimientos la citada tantas veces Real Audiencia, como Goberna- dora del Reino y como Tribunal de Justicia, remitiendo inmediatamente al Virrey dos rios de los caminos, para que se sirviera elegir uno en su viaje y a la Megada a la Capilal le pusieran en posesion de sus altos em= pleos*. D. Franciseo Javier Venegas habia hecho la travesia por el mar en Ia fra- gata « Atocha », y tardé en venir de Veracruz & México mis de lo que habian tenido de costumbre sus ante- cesores, porque quiso durante el ca- mino instruirse poco a poco del estado en que se hallaba la Colonia, y enta- asas 1, Junta del 29 de Agosto de 1810. Ms, 2. Diario de Mérico, tomo XIU, pig. 253. 63 blar relaciones con todas aquellas per- sonas que juzgé necesarias. Detuvose en Xalapa, y aqui fué agasajado, lo mismo que en Puebla, donde contrajo amistad con el Obispo y el Intendente, acompaiindole el altimo hasta México', Venegas Hegé el 13 de Septiembre de 1810 4 la Villa de Guadalupe, en la que {ué recibido y obsequiado por el Ayuntamiento de aquel lugar, y alli pasé Ia noche con todo su cortejo, acordandose que al dia siguiente haria su entrada solemne en la ciudad capital del Virreinato de la Nueva Espaia, si- guiendo la Calzada’de Guadalupe, y las calles de Santiago Tlatelolea, Tet- zontlate, Santa Catarina, y Santo Do- mingo, hasta el Real Palacic Las tropas de caballeria é infanteria se pusicron sobre las armas para hacer los debidos honores'a Su Exce- lencia, formandose en dos alas desde el Real Palacio hasta la Garita de Nuestra Sefiora de Guadalupe, enya carrera se hallaba muy colgada y ocu- pado todo el transito por inmenso con- curso formado de gentes de uno ti otro sexo. La Real Audiencia partié desde tem- prano rumbo a la Villa, acompafiada de la tropa que le correspondia como Gobernadora del Reino, y luego que estuyo en aquel sitio, entregé el mando al Virrey, con las coremonias de cos- tumbre, y ante el coneurso de los Tri- bunales y Cuerpos que habian ido alla «cumplimentarle. Venegas, inmediatamente de con- cluidos estos cumplimientos pasé al Santuario de la Virgen de Guadalupe, donde fué recibido por los canénigos 1. Alamiin, Historia de Mérieo, tomo I, pigs. 340 ysin 64 de la Insigne y Real Colegiata, que le acompajiaron en el acto de dar gracias 4 la Augusta Patrona de los mexicanos, por el feliz arribo-y toma de gobierno; y cantado 4 toda orquesta un solemne Te Deum, celebrése una misa, ofre- ciéndose las preces eclesidsticas para implorar el acierto en los actos del que iba a regir los destinos de la Nueva Espafia. % Coneluido esto, fué Venegas ala Sala Capitular, y aqui de nuevo se le eum- plimenté con clocuentes arengas por los oidores del Real Acuerdo, por los regidores del Ayuntamiento, y por los doctores de la Real y Pontificia Uni- versidad, y por los diputados 6 repre- sentantes del Real Colegio de Abogados y demis Tribunales y Cuerpos; a cuyas arengas, no poco laudatorias, corres- pondié Su Exeelencia « con energia y laconismo ». Dirigidse acto continuo a la Capital, y aqui faé recibide por el veeindario enmedio de los mas entusiastas rego- cijos, con salvas estrepitosas de la artillerfa, y con ruidosos repiques de campanas, que fueron echadas 4 todo vuelo en todas las torres de las muchas iglesias que entonces habia en la muy noble y leal Ciudad’, Ir La entrada en México. La entrada en la ciudad de México se verified el 14 de Septiembre, y ya desde las nueve de la mafiana estaban tendidas las fuerzas de la guarnicién que habian de hacer los honores al 1, Gaceta de México de 1810, tomo I, pigs. 756 ¥ 77- La Vida de México en 1810. Virrey. Una Compaiiia se estacioné en la calle del Seminario, y todos los euerpos se apostaron en direccién de las calles ya citadas, por donde debia de pasar Venegas. La infanteria estaba compuesta de una columna de Grana- deros, de los batallones de Voluntarios de Fernando Vi y de la mencionada Compania del Batallén de la Nueva Espana, con otras tropas que formaron: 4 uno y otro lado de la carrera, en valla muy cerrada. En la Plaza Mayor situése parte del escuadron de Dra~ gones de Espana, y desde la Garita de Peralvillo hasta Guadalupe, en pelo- tones formaron los regimientos de ca- balleria Mamados Dragones de México, i que era de linea, y el de Provinciales de Puebla, quedando el resto del de Dragones de Espaia para escoltar al Virrey y a su séquito. En la Garila y en batalla estaban ocho cafiones de 4 cuatro, con tres- cientos hombres al mando de un Co- ronel de Artilleria, de los cuales dos disparaban las salvas de ordenanza. En un costado del Real Palacio, y en la calle del Seminario que desemboca Ala plaza del mismo nombre, estuvieron situados dos pedreros encargados tam- bién de hacer las salvas respectivas, ; cuando Jos clarines de la Garita de Peralyillo ayistasen 4 Su Excelencia y anuneiasen con sus toques el momento de la entrada, Cerca estaban también los caballos de respeto del Virrey, con monturas costosas y elegantes. Como es costumbre en estos casos, la ansiedad era grande por presenciar la ceremonia; Jas tropas esperaban silenciosas y rendidas de estar inmé- 4 viles, lo propio que la gente curiosa, que desde muy de mafiana habia inva- De como entré el Virrey Venegas. dido las banquetas de las calles por donde se habia formado la valla, ocu- pando ademas las entradas de las tien- das, de las accesorias y de las casas, y Henando los cubos de los zaguanes que permanecieron abiertos. Los mu- chachos, dgiles y para yer mejor, dada su pequeiia estatura, trepabanse en las rejas de las ventanas, que entonces habia muchas, formando yerdaderos racimos humanos, con sus eabecillas simpaticas, risuefios, y con los ojillos alegres y curiososamente avidos de presenciar la entrada del Virrey. Los balcones y ventanas altas, las azoteas, se veian henchidas por per- sonas de todas las clases sociales; s¢ meeian majestuosas cortinas con bov- dados eseudos nobil jarios de los titulos de Castilla, cuyos duefios eran, ornadas de flecos y de pesadas borlas; 6 movia cl yiento florcadas y modestas sobre- camas, con que la clase media 6 muy pobre habia adornado los barandales y rejas de sus habitaciones exteriores. De repente, se dejé oir all lejos el toque de atencién del primer elarin que hirié los aires con mareial sonido, al cual correspondicron con matemitica exactitud sucesivamente todas las cornetas de los cuerpos que se hallaban tendidos en la carrera, Aqui fué el moverse como oleaje humano la muchedumbre que invadia las calles; el dirigir miradas rambo 4 donde habia de apareeer Su Exee- lo lencia; el estrujarse sin miramientos; el hacer esfuerzos para no rebasar la valla, y el escuchar todos un toque, también de atencién, que en estos casos se dan los curiosos : « Ya viene, ya viene ». En efecto, ya yenia, abriendo la 65 mareha un piquete de Dragones de Espaia, en nimero de 25 caballos, briosos y encabritandose, con un ofi- cial a la cabeza : seguian varias ea- ‘o7as arrastradas por no menos fogosos animales, que manejaban cocheros erguidos, montados en las caballerias de silla y Heyando lujosas libreas, lo mismo que los lacayos. En las carrozas iban los rieos y nobles de In Nueva Espaiia, de linajuda estirpe, unos de reciente creacion por servicios pres- tados a la Corona en calamidades publicas de hambres, pestes 6 guerras, y otros, que eran arboles afosos:cuyas raices arrancaban desde el tiempo de la Conquista, y que tenian ramas fron- dosas por sus ricas didivas al Rey; duefios y poderosos senores de inmen- sos y no cultiv {adores infatigables de minas que habjan producido fabulosas bonanzas. En earrozas venian también el Ayun- tamiento, los Oidores, y los comisio- nados del alto Clevo, de la Universidad y de cada uno de los diyersos tribu- nales que residian en Ia Capital, come el del Santo Oficio, el de Fiel Ejecu- toria, el de In Acordada, el del Con- sulado, el de Mineria, y-el de la Contaduria Mayor de la Real Hacienda. La muchedumbre clayo en estes instantes todas sus miradas y fijé toda su atencién en lo que iba a desfilar ante sus ojos. Lloriqueaban los nifios magullados, aullaban los perros piso- los campos, 6 explo- teados, maldecian las viejas, pellizeaban las doncellas, reian los chuscos, porque todos buscaban buen sitio y acomodo conyenicnte, y porque todos no querian perder en aquel minuto supremo, ni el menor ni el mis insignificante detalle de aquel desfile majestuoso. 66 La Vida de México en 1810. Precedida de dos batidores de la clase de sargentos, que pertenecian al Regimiento de Dragones de Espaha, 1 por vivas, aplausos y 0, la lujosa earroza da por ocho mulas, pasé saluda gritos de del Virrey, « ti apareadas, y de la que una de las delanteras iba montada por un zagalon con peluca empolvada, casaca amarilla, & la Federica : guiando, y empingorotado en elevado ento, iba el cochero yestide como el anterior, con la nica diferencia s y sombrer botas al que las botas se susti- tuian en él por la media blanea y el zapato bajo de hebilla dorada : de- tras, en la zaga, iban de pie dos lacayos, dere- chos como un huso y agarrados de unos tix rantes anchos, que pen- dian del techo del coche: dentro de aquella caja inmensa, pintada de amarillo, con las armas de Espafia a las porte- zuelas, y la que se bam- boleaba sobre Jas sopan- das, coloeadas en el ar- mazén que sostenian las pesadas y fenomenales ruedas, se vela asomar la cabeza del Virrey, que saludaba 4 uno y otro lado... » Los soldados de los cuerpos presentaban las armas; parches y cla- rines redoblaban y toca- ban marcha; « de los EL CAPITAN GENERAL (Dibujo de J. Enciso). balcones llovian flores De cémo entré el Virrey Venegas. y se dejaban escapar palomas, cuyo cuello adornaban varios listones con los colores de la cucarda nacional; el eaiién retumbaba y el eco de las eam- panas de la Catedral y otros templos ensordecia los oidos... » Como cortejo seguian 4 la virrei- nal carroza, Brigadieres, Mariscales y otros jefes del Ejército, y la escolta respectiva; todos montados en her- mosos caballos, luciendo bordados uniformes. y al fin marchaban los cuerpos de la valla, que se iban reple- gando para desfilar frente al Real Palacio, cuando Su Excelencia, una vez entonado en la Catedral el Te Deum y prestado el juramento ante el Real Acuerdo, se asomase al baleon principal para ver la brillante forma~ cién'. En la Villa de Guadalupe, hubo un incidente eurioso y ejemplar para los poetas ramplones y serviles. Un famé- lico vate, pensando que medraria a la sombra de Venegas, recopild de ante- mano noticias sobre las campafias de éste en la Metrépoli, publicadas en las Gacetas de la Peninsula, y con ellas propuso tejer su elogio. « Oyé hablar de las acciones que habia tenido en Uelés y Tarancén, hizo una edicion cuantiosa de su papel — que contenia los versos — y para ganar albricias antes de publicarla en México, remitié gran niimero de ejemplares a su héroe que estaba en Guadalupe. En cl momento en que los recibio Venegas, mandé eficazmente que no corriese 1, Todos los pormenores de la entroda del Virrey Venegas en México, los he entresacado dela Gacete, del Diario, de los libros de Alaman Bustamante y del precioso episodio histérico de D, José Severino de la Sota, intitulade £2 Grito de Dolore 67 aquel impreso. El autor quedé con- fandido, é ignorando la causa, Ia atri- buyé 4 suma moderacién del nuevo jefe. Mantivose en su concepto, hasta que el tiempo, que todo lo afazea y descubre, nos manifesté que en aquella accién habia sido derrotado Vene- gas! Mas afortunado estuyo otro yersero adulén y oportunista, D. Juan Camilo Mendivil, Oficial sapernumerario de la Secretaria de Camara del Virreinato, que llamsndose representante « de » todos los americanos sus compatrio- tas », dié la enhorabuena al Virrey por su feliz Iegada a esta Capital, disparandole estas cuatro : ocTAVAS « Salve insigne Campedn, hijo de Marte : salve mil veces, General prudente + de valor ylealtad firme baluarte, que puso espanto i In francesa, gente, Sélo a ti mismo puedo compararte, porque te ilustra mérito eminente : quede a 1s Fama pregonar tus gloriag ~ como testigo fiel de tas victorias, En hora buena ven 4 gobernarnos nombre del Monarea-mas querido ; en hora buena ven 4 libertarnos de los tiros del Corso fementido : En hora buena'ven & consolarni con las noticias que hayas adquiride de nuestra madre patria, y de Fenxanpo, por quienes Nueva Espafia esti Horando. En este pueblo fiel y religieso, que amante te recibe y reverencia, hallarés, gran Virroy, el muy precioso cardcter de lealtad, « competencia, Los escritos del Genio revoltoso, sobre sombrar aqui la inobediencia, & poder del rerdago se mandaron ¥ por sus propias manos se quemaron ?. Aqui, Seftor, verds, que estan reinando 1a dulee pax y fraternal concordia : aqui el augusto nombre de FERNANDO no deja ver ta cara & In discordia : 1. Los Tres Siglos de México, tomo If, paix. 270. a, Alude i las proclamas de los Bonaparte que se mandaron quemer piblicamente en la Plaza Mayor. 68 La Vida de aqui veris al pobre pregonando eudnta os del rico la misericordia : aqui veris, en fin, de un pueblo honrado tm Vice Regio mando respetado ', IL Los pasquines. {Qué ajeno estaba el vate cortesano y adulador, que dos dias después estallaria alla cn Dolores la tremenda reyolucién, y le desmentiria, 4 la faz de todos sus « compatriotas ameri- eanos », la falsedad de que aqui imperaba « la dulce paz y fraternal concordia », y la evidente mentireja, como todas las de sus embusteras octavas, de que la « cava » de la dis- cordia no se dejaba ver ante el Ila- mado augusto nombre de Fernando! Lo desmentiria la Musa festiva, popular y espontanea, autora de los pasquines que le fijaron al Virrey, porque Venegas no se hizo simpatico ni por su aspecto, ni por sus hechos posteriores. « Los mexicanos penetrativos — dice Bustamante. — eoncibieron luego la peor idea de sa persona, sin nece- sidad de recurrir 4 las doctrinas del Doctor Gall, ni examinar su craneo; su misma catadura indicaba lo que se podia esperar de él, Eva alto, fornido, avinagrado, labios gruesos, mirar sa~ fiudo y amenazante, cabeza enorme é inclinada sobre el hombro izquierdo... sevus ille eultus, como deseribe la historia 4 Domiciano. Presentose con una enorme patilla y furia alborotada : la patilla sdlo la usaban entonces en México los pachones 6 esbirros del 1. Diario de Mexico, tomo XIM, pigs. 801 y B02. México en 1810. tribunal de la Acordada : los matone! y toreros : el andar era de un gentén 6 Cabo furriel atufado, | dispuesto a dar muchos palos; desgracia esta pésima idea que reflexivos habian formade de su pe: se extendid 4 la gente de la plebe'., Los partidarios del antiguo régime eontradecian este aspecto exterior Venegas. Aseguraban que estaba mediania de la edad, que tenia bu modales, que la guerra en Espai habia hecho conocer a los homb que era expedito en el trabajo y desplégaba una actividad en el pacho, de que pocos de sus pr sores habian dado ejemplo. Le log més tarde, su probidad y desint y afirman que si otras hubiesen las cireunstancias de sa gobiern le habria contado sin duda enti mejores virreyes de la Nueva Espa Empero, la eorteza amarga de | venia su exterior revestido, su se’ traje, y Mano y facil trate, imp naron y desagradaron 4 los habit de la Capital, acostumbrados rigidez y & la ostentacién de habian hecho gala los virreyes riores, serios y orgullosos, vestido peinados como en la Corte de Esp « que habia conservado los uso: Francia antes de la Revolucié observando en el palaciv un cerem imitado del de los monareas esp que lo habian continuado sin cién desde los principes de la d austriaca », por lo que se mucho que Venegas se prese « con el pelo cortado, sin polvos 1 Los Tres Siglos de Mézico, pig. tomo TIE. 2. Mamin, Historia de México, tomo 1, p De como entré el Virrey Venegas. 69 potas y pantalén », siendo como era el « alto fancionario reyestido de la suprema dignidad * ». La antipatia, por consiguiente, fué general. Siendo muy vulgar el uso entonces de los pasquines, como en todo tiempo en que el pueblo no gozade libertades para decir lo que siente, se acudié a éstos y 4 los cobardes anéni- mos, para manifestar ideas reprimidas, ‘on a& Venegas, entre otros, y le pusi un pasquin que, segin unos, decia : Gon botas y pantalér hechura de Napoledn; y que, segiin otros, rezaba + De patilla y pantalén, hechura de Napoleén, Distieo que claramente hacia refe- rencia al traje del Virrey y al desdén medroso que en todos despertaba el Capitin del Siglo, por la conducta que en Espafia habia observado. Mas expresivo fué otro pasquin que aparecié en contra del Virrey, publi cado varias veces, pero con adulte ciones posteriores, por cuyo motivo lo yamos 4 reproducir, tomandolo de un textoinédito y contemporineo. Diceasi: « {Ni le cara os de Excelencia ni tu trage de Virrey! jDios ponga tiento en tus manos no destrayas nuestra Grey! » Venegas, 6 alguno de sus poctas cortesanos, contestd + Mi cara no es de Excelencia ni mi trage de Virrey, pero represent al Rey ¥ tengo su Real potencia. + Esta sencilla advertencia 68 hago, por lo que importe, ha de ser mi Norte {euidado con ag traiciones que se han hecho cn esta Corte! « El Jucz representa & Dios quando Govierna en j y no temo Ix m del Potentado Feroz el delito mais atros, Castiga, sin ver respetos : no complace & los sujetos ni se lleva del dinero, pues que su alma es lo primero que todos estos objetos . » Venegas respondio a las felicitaciones que se le hicieron a su entrada en Ta Capital, « con tan pocas palabras y voz tan estentérea, petulante, y como de boveda, cual pudiera un Espartano que economizaba hasta la saliva ». Tal j sionado que haya sido, se expliea per- fectamente teniendo en cuenta el estado de animo del nueyo Virrey. « Traia ya S. E. la pildora de la revolucién en el cuerpo, pues cn el camino recibié algunas cartas, en que se le decia la mala disposicién en que estaba la tierra adentro.... » Los dos comisionados que tenia el Gobiernd espaol en México, D. José Luyando y D. Juan Antonio Yandiola, habian ido hasta el castillo de Perote para informarle de las malas noticias que aqui se tenfan del interior del Reino, pero les dié poca impor- tancia y no previé su trascendencia. En Querétaro ya estaba arrestado el Corregidor, su esposa y los hermanos Gonzalez, cuando se celebraban las fiestas del recibimiento de Venegas, y aun no habian concluido de celebrarse, cuando el 16 de septiembre de 1810, & la madrugada, Hidalgo y los primeros caudillos ian tomado la pronta y audaz resolucién de lanzar el yaleroso y decisive Grito de Dolores, que eon- movié a toda la Nueva Espafa anun- ciando un cambio radical en la Colonia. 1. Manuseeito original en mi poder. io de Bustamante, por apa-~ jo Precisamente el 16 de Septiembre, en la mafiana, comenzaba el tereero dia de ficstas para celebrar en México In entrada del Virrey, La vispera habia ido el Cabildo eclesiastico, eu forma, y precedido del Pertiguera, a cuplimen tar aS. E. en Palacio, acompanado de cuatro capellanes de Coro, a cuya sa- lida de la Catedral y regreso, habian repicado las campanas de las torres} arengindole el Presidente del Cabildo en nombre de los eandnigos, contes- té el Sr. Virrey « en términos sucintos, enérgicos y muy adequados ». ;La pil- dora que traia S. E. en el cuerpo! Ya antes habian hecho lo mismo el Real Acuerdo, el Tribunal de Cuentas, los Oficiales Reales y los regideres de la Ciudad, y asi continuaron por su orden los demas Tribunales y Cuer- pos, Titulos de Castilla, Oficialidad, Nobleza y las Parcialidades.de indios de los barrios de Sam Juan y de San- tiago. Los paseos por las tardes de los dias consagrados a Ins fiestas, fueron com- pletos, asi por la concurrencia lucidi= sima de gente 4 que dieron ocasion las siete musicas militares que en distintos puntos de la Alameda se colocaron, porque México en celebridad de su nuevo gobernante habia querido « hacer ostentacién de sus vistosos y ricos trenes ». La compaiia que represen- taba en el Coliseo se habia también La Vida de México en 1810. esmerado en las tres noches de aquellas solemnes festividades'. Pero Su Exeelencia, cl Virrey D. Francisco Javier Venegas de Saavedra, Rodriguez de Arenzana, Giemes, Mora, Pacheco, Daza y Maldonado, Caballero de la Orden de Calatrava, Teniente General de los Reales Ejér- citos, Yirrey, Gobernador y Capitan General de la Nueva Espaiia y Presi- dente de su Real Audiencia, a pesar de todos sus ilustres cognémenes y de su poder como supremo mandatario en la Colonia, « ya traia la pildora de la revolucién en el cuerpo », y todas aquellas adulaciones serviles de auto- ridades y cortesanos avidos de medrar, las ha de haber apreciado como esté- riles lisonjas; toda aquella ostentacion de Te Deum, paseos pablicos y repre+ sentaciones teatrales, le pdrecerian quizid pompas yanas; por eso contes: taba ahorrando palabras, con yoz es= tentorea, en términos sucintos, endr- gicos y muy adecuados; porque se ha- laba de yeras triste, rodeado de aquella alegria falsa, con que intentaban ocultar los cortesanos el candente anhelo de toda la Colonia, de todos los que no estaban en los puestos piblicos, medrando 6 viviendo del Erario Real : el desearado anhelo de ser libres é in- dependientes! 1, Diario de México, tomo XII, pig. S11. CAPITULO SEPTIMO LAS BELLAS ARTES 1 La Pintura. Si las Bellas Artes no tuvieron el aio de 1810 un florecimiento que mar- que una época en nuestra historia de Ia arquitectura y pintura, del grabado yde la escultura, y de la mas ca pro- lana y religiosa, es preciso convenir, sin embargo, que contaren con muy dignos representantes en aquel aio memorable, tanto en maestros de pri- mer orden, como en discipulos y ali- cionados distinguidos. La Academia de las tres Nobles Artes de San Carlos estaba a la sazin bajo un Viceprotector, que eva el Vi- rrey de la Nueva Espaiia; de un Presi- dente, el Marqués de San Roman; de sigte Coneiliarios, entre los que se contaban varios titulos de Castilla, militares y comerciantes; de un Seere- tario, el Capitan D. Antonio Pifeiro, ‘Tesorero de la Real Casa de Moneda; de cuarenta Académicos de Honor, entre los que figuraban los mis ilustres personajes de la Colonia en las artes, en las ciencias, en la milicia, en la igle- sia, en el gobierno, y se dintinguia entre ellos una ilustre di efiora Marquesa de San Roman, que merecio también ser titulada ectora Hono- raria, en el ramo de pintura, La estal te téeniea de la Academia encomendada 4 D. Rafael Xi- meno y Planes, Director general y ticular de la ensefianza de Ia pin- tura; 4 D. Manuel Tolsa, de la escul- tura; a D. Antonio Velazquez, de la arquitectura; a D. Franciseo Gordillo, del grabado en hueco; a D, Pedro Rodriguez, del grabado en kimina; al Br. D. José Avila y Roxano, de mate- . Eran tenientes de estos diree- tores, D. Franciseo Clapera, en la pintura, lo mismo que D, José Maria Vazquez; y Académicos de mérito, este iltimo sefior y D, José Pernani; de escultura, D. Francisco Lopez, que habia sido Académico de igual clase en la Real de Valencia, y D, Cosme Velazquez, Director de la de Cadiz. Los Académicos de mérito en el mitic; ramo de arquitectura, aprobados para la ejecucién de su arte en la Nueva Espana, eran en 1810, D. Esteban Gonzilez, D. Luis Martin, D. Joaquin Heredia, D. José Gutiérrez, D. Manuel 'Tolsa, D, Luis Toca y Salcedo, D. José Avila y Roxano, D. Ignacio Castera, D. José Velasco y Buitron y D. José del Mazo y Avilés. Los Académicos de mérito en el ramo de grabado en hue- co, D. José Luis Alconede y D. Fran- cisco Gordillo. La Academia, cumpliendo eon lo 72 La Vida de México en 1810. prevenido en sus Estatutos, sostenia en 1810 dieei: s pensionados : cuatro s de raza pura, que per- vos diarios; y los de ellos, in: cibian cincuenta cen pensionados restantes : cuatro lo eran en la escultu y cuatro en la arquitee. SR. D. MANUEL TOLSA, ESCULTOR ¥ ARQUITECTO (De un pastel de ta épes turas dos, en el grabado en hucco y otros dos, en el de limina. Todos los meses se distr’ nen val ios premios sesent 08 los discipulos de la Academia que pre- sentaban las mejores obi y se dibujos, 2 Junta previ Ordi . Del Director seneral de la Acade- 1. Culendario manual y guia de forasteros en Mezico, para el aio de 1810, por Don Mariano de Ziniga y Ontiveros. Con Privilegio, En la Ofcina del Autor, Pigs. 73 a 7a. mia icular del y pa wmo de la pin= tara, D Rafael Ximeno y Planes, que- dan en México monumentos mportan- tes, entre otros la pintura de la capula de la NGatedral metropolitana, estr mente el dia 15 de Agosto « Sobre un cuerpo de nado pre: fio de 1810, eb rquitectura en perspectiva, se representa a la Vir- su advocacién de la Asuncion ompafiada de todas las vir- tudes, personific as del modo més conveniente y adecuado. En la parte superior, se ven figur bélicas personas de s sim= augustisima Tri- nidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espiritu Santo, en actitud de bajar a @ Ia Santa Virgen. Enmedio esta el Eterno Padre con una corona ew Ia mano. A la diestra el Hijo Redentor ensefidndole el trone que tenia prepa= Jo para su Santisima Madre, com- puesto de querubines, de la ‘Testamento, la med das las tr recibir Arca deb ia Luna y la Estre- la, y a la siniestra mano se puede contemp! al Espiritu Santo empa- fando un cetro, como para hacer cfee~ tiva la coronacién de Soberana Reina. A los lados, pero en primer tér mino, y del lado del Evangelio estan los § ires del ‘Testamento An- tiguo, y a la parte de la Epistola, la Familia Sagrada, por su orden, en ademain de alabar y bendecir aquel dulce é « incomprensible prodigio ». Con el mismo fin se representan al frente todas las Matronas del Antiguo Testamento, como simbolos de Maria, tan y sobre estos grupos se descubre la orte Celestial, comandada por los tres aredngeles, San Migucl, San Gabriel y San Rafnel, y cerea de Ia Trinidad augustisima, aparecen multitud, de dn- Las Bellas Artes. 73 geles tocando diversos instrumentos de misica, como para manifestar su rego- cijo y eulto al Criador del Universo". » « Tal es la pintura de la eapula de Ja Catedral, en que represents, Ximeno, 1 de Nuestra Senora. No en el arte género mas dificil hay qu y en que mas pueda eampear Ia habili- dad de un maestro. Sin embargo, se desempeié hien, y su obra es en ma- teria de ornamentacién lo mejor que se rejistra en aquel templo. « Que Ximeno era un artista de mé- rito no tiene duda, Y cabalmente el género en que me parece descollaba es ese... la gran pintura mural*. » No fué Ia aniea que ejecuté, La her. mosa etipula de la capilla del Seftor de Santa Teresa, que por desgracia fué destruida en un eélebre terremoto del siglo pasado, también fué decorada por él. « Enel dombo pinté la historia que corre de la renovacién de la imagen; en el abside el alboroto que hubo en el pueblo del Cardonal cuando se dispuso trasladarla ad México; el resto del tem- plo lo adorné con elegancia. Mas todo aquello acabé cn el terremoto del 7 de Abril de 1845, a los os de haberse estrenado®. » 2 al Los frescos de Ximeno fueron supe- iores i sus pinturas al leo, incorrec- tas por el dibujo, de colorido poco agradable, sin concluir ni afinar los cuadros, buscando pinceladas fuertes, para producir el efecto, como hoy se estila’. Tuyo Ximeno diseipulos regular- 4, Diario de Méwi Pags. 177 ¥ 178. 2, Couto, Dinlogo svbre la historia de la Pintura en México, Pigs. 9 ¥ 9h 3, tdem, éilem. Paix. 93 ¥ 93. 4. El inismo autor y obra. , del 14 de Agosto de 1810. mente aprovechades, que lo habian sido ya de otros profesores de la Aca- demia, antes de que él viniese a la Nueva Espafia. Juan Siienz (ué cola- borador suyo en Ia capula de la Cate- dval, pues pinté el hermoso grupo de San Miguel y los angeles rebeldes, y autor de dos grandes cuadros murales, la Invenciin dela Cruz por Santa Elena, que existen en la iglesia de la Soledad de México. José Maria Vazquez, el se- gundo diseipulo de Ximeno, pinto cua- dros para la iglesia de Loreto y para la capilla del Sagrario. José Antonio Cas— tro, el tercero y ultimo de los isei~ pulos, y quiza el mas original de los tres, concibié y ejecuté « una alegoria alusiva a la alianza que Espaiia contrajo con Inglaterra a principios del siglo en contra de la Francia! ». Fl dia 10 de Marzo de 1810, murid D. Francisco Clapera, teniente dirce- tor de la Academia, « cuya memoria quedara en México inmortalizada por la célebre pintura, que dexd, entre otras de mérito ; el hermoso rctablo de Nuestra Sefiora de la Merced en la parroquia del Sagrario® ». Llamaban también la atencién enton- ces, los talentos artisticos de sefioritas y sefioras mexicanas, como los de la Senorita Marquesa de Villahermosa, destrisima en la pintura; de Dofa Francisca Mendivil y de Dofia Mariana Cervantes, dando la mis alta idea de su habilidad las obras de sus delieadas manos que adornaban las piezas de sus de la Sefiorita Montafia, que se distinguié por el amor a las ciencias, principalmente a la Botanica, y que sobresal’a en el arte de Apeles; y el cas 1. Revilla, Bl Avte en Mexico. Page. 98 ¥ 99+ 2. Diario de México, 25 de Marzo de 1810. 74 de la Sefiora Marquesa de San Rom que como hemos visto, se le concedie- ron honores de Académico Honorario, recibiendo premios de la de-San Car- los, por sus obras que alli existian y que eran de todos admiradas '. 11 La Arquitectura. En arquiteetura sobresalian el afio de 1810 los nombres ilustres de D. An- tonio Gonzilez Velizquez y de D. Ma- nuel Tolsa. Gonzalez Velizquez.murié el 21 de Abril de 1810, dejando muestras de sus grandes dotes en la airosa y belli- sima capula de la Capilla del Senor de Santa Teresa, que desgraciadamente desaparecié en el terremoto de 1845; en los retablos de la Parroquia de San Pablo y de la iglesia de Jesis Maria; en los colaterales menores del templo de Ia Profesa; en lvobra arquitecténica del monumento @ Carlos TV que se levanté en Ia Plaza, y en los conoci- mientos que impartié 4 sus diseipulos de la Academia, que fueron muchos, no ubstante que no hubo uno solo que honrara la memoria de aquel habilisimo y modesto maestro, reuniendo datos para su vida y obras, 6 siquiera que- mando incienso y esparciendo flores sobre su tumba; pero los templos augustos, los edificios magnificos que se clevan erguidos en la ciudad de México, « hablarén en todos tiempos y diran 4 la posteridad.., nosotros somos obra de la sabiduria y noble 1. Idem, idem, 38 de Julio, de Agosto y de a Septiembre do 1810. La Vida de México en 1810. ‘ » de D. Antonio Velazquez, plantadoNdel bello gusto en la arqui- tectura de esta capital... a mi cargo publicar su gloria! ». Tolsa trabajaba @ la sazén en con~ cluir el hermoso edificio del Colegio de Mineria, que no se inauguré sino anos después, pero el 4 de Agosto de i810, se estrené en el entonces Con- vento Imperial de Santo Domingo de México y en Ia iglesia principal, una obra suya, el altar mayor que todavia existe. Un periédico de aquel afio memo- able lo describe en estos términos : « Sobre un pedestal y zécalo de cuatro varas de altura, en cuyos lados hay dos portadas y puertas, que faci- litan la subida al Tabernaculo y total altura del altar, se eleya un cuerpo de arquitectura jénica con sus capiteles, compuestos de ocho columnas, las cuatro del centro aisladas, y las res~ radas al tereio, en cuyos dos intercolumnios que forma, y encima de las indicadas portadas, se ven colo- cados los santos S. Francisco de Asis y S. Luis Beltran, estatuas de dos varas y tereia de altura; y en Ia parte supe- rior de dichos intercolumnios se ven dos bajos relieves con el busto del Sal- vador del Mando yde Maria Santisima. « En el intercolumnio del centro hay un grande arco con su béveda artesonada, que proporciona un espa- cioso lugar, en que est colocado el Taberndculo con seis columnas que sostienen una cupula eliptica, en euyo centro esté colocado un pedestal con grupo de nubes y Serafines, para expo- ner al Divinisimo, que se reserva, es tantes ama 1. Diario de Mexico, 4 de Agosto de 1810. INTERION DE LA IGLESIA DEL, CONVENTO DE S" DOMINGO CON (De una litografia antigua), ALTAR DE TOLSA 76 dexando caer unas cortinas de tercio- pelo carmesi con franjas y galones de ore. Sobre la gran mesa del altar se elevan tres gradas, sobre las quales esta colocado el Sagrario, formado de un pequefio atico triangular, y de dos columnitas aisladas. « Las indicadas ocho columnas tienen ocho varas y tercia de altura, y sobre sucornisa, en cl centro, se forma un frontis circular con su zévalo, que proporciona lugar para recibir un sc- gundo cuerpo de arquitectura corintia, compuesta de seis columnas aisladas de 6 varas de altura, rematando este cuerpo con su cornisa y atico triangu— lar, en cuyo angulo del centro sicnta un escudo con sus festones de laurel, yen que termina Ja parte superior del altar. « En el intercolumnio del centro se ve eolocado un gran resplandor que dimana del triingulo, simbolo de la Santisima Trinidad, y en la parte infe- rior se halla colocado un: grupo de nubes y Serafines, sobre el qual esta colocado el patriarca Santo Domingo, en ademan de elevarse al cielo : sobre el frontis estin colocados dos angeles en ademan de adoracion, uniformando estos, y uniéndose al indicado grupo: « En los angulos del zécalo que ter- mina el primer cuerpo de arquitectura, se ven colocadas, en el lado del Evan- gelio Santa Catalina Martir, y en el de la Epistola Santa Maria Magdalena, todas estatuas de dos varas y media de altura. « En los costados, encima del pri- mer cuerpo de arquitectura, se elevan otros dos, compnestos de jarrones per- fumatorios, pilastras y cornisas, sobre las quales termina un grupo del escudo La Vida de México en 1810, de armas del Santo Tribunal de la Inquisicién sostenide de dos genios, y en el otro lado otro grupo igual con el eseudo de armas de la Orden, en euyos euerpos hay dos bajos relieves de San Pedro en el acto de arrepentimiento, y Santiago con el trage de peregrine. «La altura total del altar es de 27 varas, por 16 de ancho : toda esta obra esta executada, parte de piedra, parte de estuco, parte de escayola, toda imi- tando los mejores mirmoles y jaspes; yel ciimalo de adornos, bases y capite- les dorados, imitando al bronce, dorado a fuego. » El altar, aduna 4 la majestad de su ar~ quitectura la sencillez, porque no hay derroche de adornos decorativos, ni abuso de columnas y cornisas, ni pro= fusion de esculturas. Es severo, ele- gante, y produce en el animo admira- cién para el artista que lo ideé y eje- cuté con tanta limpieza como talento. Fuera de la Capital del Virreinato, en laentonces humilde villa de Celaya, Provincia de Guanajuato, donde sc habia mecido su cuna, yivia en 1810, D. Francisco Eduardo de Tres Guerras, pintor, arquitecto, poeta, musico, escritor genial, patriota ardiente : artistaen toda. Ja significacién grande y noble de la palabra. Bosquejé su genio en el muro de uno de los artisticos templos de aquella Villa, el tremendo episodio del Juicio Final, retratandose él mismo con rara excentricidad entre los réprobos y esco- gidos, abriendo su sepulero y revelan— doen el semblante la angustia y la inde- cisién del ignorar su postrera suerte. Delined su pincel, como contraste al freseo anterior, virgenes hermosas, que invitan 4 tranquila y yerdadera Las Bellas Artes. piedad; pero en donde aquel talento brillé sobremanera, fué en la arqui- tectura, concibiendo y ejecutando el puente atrevido de la Laja, el hermo- sisimo templo del Carmen de Celaya, . y embelleciendo la villa natal, con mu- chos edificios de fachadas elegantes, ligeras cornisas y torneadas columnas. Consagré su inspiracién poética a cantar, el primero, Ins glorias de dilettante por la misi- ca, ésta le proporcions goces inocentes y romanticos, porque tarde con tarde ¥ a pie, dirigiase a la Hacienda cerca- a del Romerillo, apoyado en un bas- ton, con la capa al hombro, seguido de un perro, su fiel é inseparable acompafiante; tocando ana flauta, cuyos sones melanedlicos se perdian en la soledad yespertina de los campos, ape- nas interrumpida por el balar de cabras it ovejas, por los mugidos de las vaeas, nuestros héroes + que pausadamente venian a recogerse en los corrales 6 en los establos, segui- das de pastores tostados por el sol, cansados, pero que venian con el ape~ tito despertado por el humo de la cho- za, y ansiosos de tumbarse en el suelo para dormir tranquilos. ‘Tres Guerras regresaba en pos de ellos, acompafiado del perro fiel que ladraba y saltaba de gusto al ir junta- mente con su amo; y el instrumento misico no se apartaba de la boca, sonando, sonando, bajo la béveda estrellada de la noche. Y aquel miisico melancélico, pintor atrevido de escenas dantescas 6 de madonas duleemente hermosas, arqui- tecto insigne, entusiasta patriota, par- tidario ardiente de la insurrece’ primero en levantar una columna con memorativa a la Independencia; fué én, el 7 también escritor ingenuo y pintoresco, que de haberse consagrado a las letras, hubiera descolludo mucho, como lo revela Ia breve, conceptuosa, sencilla y desenfadada autobiografia que trazd su pluma; cuadro ameno ¢ inimitable FRANCISCO EDUARDO DE TRES-GUERMAS (Dibujo de Santiago Herndnder). de un artista que vive en época de igno- rineia, olvidado en modesta villa del Virreinato, sin que aprecien sus méri- tos los analfabetas vecinos del lugar, que ni lo comprenden ni menos lo clogian, pero que ai lo envidian y lo censuran; lus que, uo pasando de medianias insignes, embarronan lien zos, pintarrajean fachadas y mal eons- truyen casas, iglesias y edificios publ al cos, por el hambre 6 por el lucro. fué el cuadro en que se retraté Guerras, con mano facil y maestra. « Me erié, dice, con Nebrija y los vates, el trompo y los papelotes. 78 Cumpli quince afios y mis estudios; quise ser fraile, y Dios demasiado mise- ricordioso lo frustré por un viage que hice 4 México, y donde a esfuerzos de mi inclinacién abandoné las letras y me entregué al dibujo; estuve como un afio absorto en tan hermosa doctrina; volvi 4 mi patria y traté de easarme... los frailes querian reconyenirme con mi antigua preten en mi lo que en realidad era mogigatez ¥ poco mundo; ,..si, porque muy pia- doso Dios, evité mi inadvertida preten- sion, y me ahorré de unos cargos que, insoportables a mi genio y a mis ineli- naciones, me hubieran prestado el papel mas disipado y delincuente. « ... Sobre ya casado, me destiné a arte de la pintura, 4 la suave a pintura; pero; qué dolor! nada medraba con las producciones mis di Sy graciosas de esta arte encantadora : un estudio que exponia al pablico, de raro pensamiento, magis- terial ejecucién, estilo hechicero, dibu- jo corregido y en todo de un muy re- gular mérito, se miraba con indiferen- cia... mas luego que embarraba un coche de verde y colorado, que brillaba el oro de sus tallas, que campeaban unos mamarrachos 4 modo de monos, que se manipulaba el maque, el bar- niz... lovian admiraciones y elogios... « Enfadado ya, quise juntar la mi- sien a mi ocupacién, me disipaba y me esponia infinito, no convenia con mi educacion; fai grabador en una tem- porada, carpintero y tallista otra, agri- mensor algunas yeces, y siempre vaci lando, di de hocicos en lo de arqui- tecto '... » 1 Museo Mexicano, tomo I, pigs 18 y 19, La Vida de México en 1810. Tres Guerras habia nacido para artista, d pesar de la envidiosa ignoran- cia de sus contemporineos a los que alude con franqueza en la citada auto- biografia, y 4 quienes designa con el mote de « chupa-larga ». Defiende sus obras de esos « follones y malandri- nes », y les prueba la injusticia de sus ataques, I La Escultura. Los mas elogiados escultores en 1810 fueron los poblanos D. Zacarias Cora y D. José Villegas, diseipulos ambos del maestro D. José Villegas Cora, Son considerados los tres como restauva- dores de un arte que habia Megado antes de ellos 4 ser verdaderamente detestable, por las feisimas esculturas con que se habian Ienado los atrios de los templos, los nichos de las esquinas de las calles, los intercolumnios de los retablos en el interior de las iglesias, y los oratorios en las casas particulares. Mas que devocion, inspiraban risa aquellas imigenes que podian riva- lizar con los peores idolos de los anti- guos indios, y mas que representaciones de virgenes inmaculadas, de santos venerables @ de piadosos varones, parecian harpias mitolégicas, mons trues marinos 6 demonios infernales. José Villegas, que afiadié a su ape- ido el de Cora, como homenaje de gratitud a sa maestro, hizo obras de completa talla, manej6 bien los pafios, pero cayé a veces en amaneramiento, moviéndolos y adelgazindolos mucho. Zacarias Cora demostré en las escultu- ras sus conocimientos anatémicos, ha- Las Bellas Artes. ciendo resaltar venas y misculos, pero incurrié en dar a aquellas proporciones indebidas. Sobre los méritos indisputables de los Cora, hay que reconocer que en aquella época quien llevé el cetro como escultor fué D. Manuel Tolsa, que no produjo el namero de obras que de su genio hubieran podido de espe- zarse, porque la lucha por la vida le demandé mas consagracion 4 la arqui- tectura. Tolsa, empero, daba movimiento, donaire y vida a las esculturas y, sobre- todo, era « grandioso en las proporcio- nes, en la concepeién de sus tipos, en las posturas, en los ademanes, en los ropajes ». Alli esta la muestra colosal desu genio, en la ecuestre estatua del Monarea Carlos [V, en la que revelé maestria suma para inspirarse en el mis puro elasicismo, y en la que no sabemos qué loar mas, si las forma hermosisimas, el natural paso con que camina, el garbo y lo animado del bru- to, 6 la actitud del jinete, que a pesar de su pesadez y de la mala impresién que despierta la memoria del repre- sentado, no obstante, se admira en él la augusta actitud de un César pode- roso, de un César que impone, no por el recuerdo de repugnantes danos hechos, sino por ser ercacién del cincel de Tolsa; César que domina al mundo artistico con Ia majestad de mun- la obra. Y seria olvide imperdonable, ya que hemos hablado de los mas nobles repre- sentantes del arte escultérico en México el afio de 1810, si no consagrasemos un recuerdo a tres modestos artistas, muy populares en aquellos tiempos, D. Clemente Terrazas, D. José Fran- 79 cisco Rodriguez, y un discipulo de Tolsa, D. Pedro Patifio Ixtolinque. Poco sabemos del primero. Fué muy conocido entonces en toda la Nueva Espatia, y es seguro que muchisimas esculturas de las mis hermosas que se conservan en los oratorios privados, son obras de sus manos, De éstas, que- da en el Museo Nacional una pequeiia estatua que representa a D, Miguel Hidalgo y Costilla, a quien retraté estando éste en el Monte de las Craces, por haber sido compadre suyo; pero sepultada la estatuita mucho tiempo, _ por temor y evitar para su autor per- secuciones 6 sospechas, sus disefpu- los la restauraron posteriormente desfi- gurindola al grado de vestirlade nuevo con traje distintisimo al que tenia, y por lo tanto, no la juzgamos como obra genuina del popular artista. Mas noticias conservé el Diario, del otro artista José Francisco Rodriguez, joven a la sazén y nacido en México, « cuya habilidad en los retratos en cera, fnventados por él, no tiene seme- jante ». En efecto, todo México era testigo de esta verdad, pues veia gran cantidad de ellos perfectamente acabados, con la particularidad especialisima de que bastibale @ Rodriguez tener delante un momento a la persona que iba @ retratar, para reproducir en el acto su fisonomia exactisima, con tedos los rasgos que la earacterizaban : color de la piel y de los cabellos, el gesto en la expresién, el enojo 6 la tranqui- lidad, la viveza 6 la dulzura en las miradas, y hasta los lunares y bello de las epidermis, reproducian aquellas pequefias imagenes en cera, que podian rivalizar con las mejores fotografias 80 modernas por la semejanza con los originales. Rodriguez fué, ademas, fecundisimo. Retrato a personajes eélebres de su tiempo, a D. José de Iturrigaray y a la virreina Dofia Maria Inés de Jauregui, al Mariscal D. Pedro de Garibay y al Arzobispo D. Francisco Javier Lizana, al Obispo de Oaxaca, D. Fr. Ramén Casaus, y al Mariscal de Castilla; 4 casi todos los caudillos de la inde- péendencia; a Morelos de clérigo y a Morelos prisionero en la Ciudadela; al Corregidor Dominguez y a su esposa Dofia Maria Josefa; a la heroina Leona Vicario y @D. Leonardo y D. Ni Bravo, 4 Rayon, a Victoria y a Itur- bide. « No hubo sujeto, ni sefiora de fino y delicado gusto — dice el Diario — que no tayiese su retrato formado por este incomparable joven, que con su diestra mano tuvo ocasién de retratar al Honorable Mr. Andrés Cochrane Jonsthone cuando estuvo en México, y quien al partir para Londres, fué tanto el aprecio que le merecié Rodrignez, que le propuso reiteradamente en varias ocasiones Ilevarselo consigo 4 Inglaterra. « Entre los muchos retratos que ha formado — decia el mismo Diario con fecha 4 de Junio de 1810 — son dignos de mencionarse los que iltimamente ha heeho del Capitan D: Francisco Muiioz, su esposa y familia, cuya obra se ha celebrado como merece, y para dar una idea mis alta de este diestro joven, es muy del caso manifestar... que su fantasia y retencidn es tanta, que ha retratado a sugetos, muertos muchos meses ha, sin mis antece- dentes que la memoria que hace de La Vida de México en 1810. sus facciones y los ha sacado perfeetos fi juicio de quantos Jos han visto, y por consiguiente conocide 4 los origi- nales ». Estos retratos en cera, los hacia Rodriguez generalmente de perfil, en relieve y ovalados. Por el afio de 1835, cuando ya habia muerto él, los encar= gados de la testamentaria ofrecierom al Museo Nacional una preciosa colec- cién de ochenta retratos que habia dejado, y que representaban a los héroes de la Independencia y a los principales generales de la Repablica, pero la eseasez de fondos del Estable- cimiento hizo que no se compraran é ign6rase qué fin tuvo esa serie impor- tantisima desde el doble punto de vista histarico y artislico'. D. Pedro Patito Ixtolinque, indio noble, descendiente de antiguos caci- ques, fué de la Academia de San Carlos, distinguido disefpulo de Tolsa, y sus obras de escultura, como ha dicho muy bien un juicioso critico, « pueden presentarse como muestra de la vivacidad de los indios y de sus aptitudes artistieas. A los diez aiios de edad ya cra pensio- nado de Ia Academia, y a principios de la pasada centuria, colaboraba con el maestro Tolsa ejecutindo «: la estatua de San Pedro con que remata el Ciprés de la Catedral de Puebla y los angeles del mismo », asi'como « la parte escultérica » de los allares de la Profesa y de Santo Domingo de México. Patifio Ixtolinque salié vencedor en las praebas a que fué sometido delante de los académicos, y obtuvo el titulo de honor, no sin cicrta resis- fundador amino » 1. Vilas comunicaciones origi en el Archivo del Museo. og manuseritas J08E MARIA MORELOS Y PAVON, QU EO NACIONAL DE MEXICO RETRATO EN CERA DE EN EL MUS! se CONSERVA 6 ee Se 82 La Vida de México en 1810. q tencia de los que alegaban, gue siendo indio, no podia otorgarsele tal honra. « Después de recibirse de académico — nos informa un docto bidgrafo — no concurrié ya mis Patifio ila Academia, pues abandoné a poco el arte por las armas, yéndose 4 combatir en pro de la Independencia. Milité bajo las ordenes de Guerrero, de quien fué amigo personal, aleanzindo en la milicia el grado de tenicnte. « Sa simpatia y adhesion a los cau- dillos insurgentes, habiala ya dejado traslucir nuestro escultor en un hecho que denuncia al patriota al par que al artista. Apenas habiase ajusticiado a Morelos, acudié Patifio presuroso a San Cristobal Ecatepec pretextando asuntos de terrenos de los indios de Tlaltcloleo. Mas su verdadero objeto al ir al indicado ‘pueblo, no era otro que tomar sigilosamente la mascarilla de Morelos a fin de conservar la efigie de este personaje. Logré al fin su inten- cién Patifio y de esa propia mascarilla sirviése més tarde para el mausoleo que el Gobierno del Estado de México encargéle en el aio de 30 del pasado siglo ', » Patiiio Ixtolinque no volvié a la Aca- demia sino hasta Octubre de 1821 en que se presents 4 jurar la indepen- dencia; substituyé a Jimeno cuando murié éste, como Subdirector de pin- tura, y por fin fué el cuarto Director de la Academia de San Carlos en 1826, compartiende sus conocimientos diseipulos tan aventajados como el escultor D, Francisco Terrazas y con- sngrindose a otras labores fuera del Establecimiento, como al retablo mayor 1. Monuel Revilla, Obras, tomo T, pi del Sagrario que fué toda obra suya, ¥ que sino se distingue por su origina= lidad absoluta, si lo cs hasta cierto punto, porque inferior en la parte arquitecténica a los modelos de su maestro Tolsa, « es, en cambio, mas pintoresco y presenta muy agradable conjunto! ». Si Patifo Ixtolinque hubiera viajado: para ensanehar sus conocimientos, y si hubiese vivido en época menos azarosa y con mis proteccién, es indu- dable que habria sido un gran artista. Iv El Grabado. El grabado, en hueco y en lamina, que tuvo un verdadero maestro en la Academia de San Carlos, a fines del siglo xvim, D. Jeronimo Antonio Gil, habia degenerado mucho & principios del siglo siguiente, y slo pueden citarse d Gordillo que grabo laminas y medallas, 4 D. Luis Rodriguez Aleo- nedo, que merecié ser nombrado en este arte Académico de Honor y D. Manuel Araoz, buen grabador en Timina. Rodriguez Alconedo merece todas nuestras simpatias y clogios, como patriota y como artista, Nacié en Atlixeo, Puebla, donde paso los pri- meros afios de la nifiez, y fué condu- cido & poco tiempo a México, pues desde tierna edad manifestaba grandes apti- tudes intelectuales. Aqui demostré también disposiciones sobresalicntes para la pintura al pastel, y se capté la simpatia de todos por sus prendas 1. Idem, idem, pigs. 16 i 206 7 eee eee ee ele eee ee eee een eee eee 84 La Vida de México en 1810. personales, afabilidad, cortesia; distin- guiéndole mucho el Virrey D. José de Tturrigaray. Este afecto del Virrey faé causa de que se hiciera sospechoso 4 los ojos de los que entonces sofocaron los primeros movimientos de los criollos para hacer la independencia, aunque no es improbable que Rodriguez Aleonedo hubiese trabajado por ella en 1808 y pertenecido al grupo de los conspira- dores que tanto la anhelaban. Lo cierto es, que se le acusé de estar cincelando la corona que habia de cefirse Iturrigaray al ser proclamado Rey de México, con cl nombre de José 7°. Tal acusacién, fundada 6 calumniosa, did por resul- tado él que fuese remitido a Espafia, bajo partida de registro, « en donde ‘permanecié dos afios preso; pero en el centro. mismo de su prision logré Hamar la‘atencién de los inteligentes : alli trabajaba ‘pinturas, relieves, y con el producto tenia lo bastante para subvenir a sus necesidades y dejar ‘algo en reserva, Io que aproveché en el momento de su libertad, para hacerse de una excelente’ coleceién de pinturas que trajo consigo al regresar a su patria. Durante el tiempo de su cauti- verio fué invitado por unos ingleses con el objeto de que fuese « radicarse ‘i su pais, ofreciéndole un partido ven- tajoso y su vindicacién; pero todo lo rehusé esperando con calmael momento en que terminase su prisin'. » La permanencia de Rodriguez Aleo- nedo en la Penfnsula le fué de muchi- simo provecho para perfeccionar sus aptitudes artisticas, pues a la sazén sobresalia el genial Goya, que influyé 4 no dudarlo en el modesto mexicano, 1. Diccionario de Historia y Geografia, Apén- dice, tomo IIL, pag. 278. porque algunas pinturas de éste, como: su retrato pintado por él mismo y el de una dama espaiiola, que se cons servan en la Academia de Pintura de Puebla, revelan claramente aquell, influencia. De regreso a su patria y al seno de su familia, en los pocos meses que vivié tranquilo Rodriguez Aleonedo,: ocupdse sélo de las artes y en sus esti dios favoritos, pero el grito de Dolore: lanzado desde lejana aldea por el in= mortal Hidalgo, desperto en el artista el sentimiento patridtico, adormecido, mas no extinto, y avivado con las — penas del desticrro y con las prisiones que habia sufrido. Rodriguez Alconedo se conmovid hondamente; y sin pensar en los riesgos 4 que se exponia, sofocando el cariiio por su familia, abandona los” pinceles, deja el cincel y los utensilios del taller de plateria en el que tanto sobresalié, y sin titubeos ni temores, vuela entusiasta para incorporarse al ejéreito de Morelos, Morelos, con su mirada investigadora de grande y genial caudillo, aprecié | desde luego sus méritos y deposité en Gl toda su confianza; y aquel artista que habia sido admirado por propios- y extranjeros, presta con su valor y sus conocimientos servicios inapreciables. 4 la causa de Ia patria. Como solda combate, con valor; como politico, con suma habilidad proeura combinar el mentos heterogéneos separados por la ignorancia 6 por la emulacibn, y como artista abre troqueles para acuiiar moneda y funde eafiones para combat al enemigo. Alas triunfos suceden las derrotas, El ejército y Morelos al llegar Las Bellas Artes. pueblo de Apan, Estado de Oaxaca, no permanecen mucho aqui y prosi- guen su camino. Alconedo y el cura Crespo se quedan solos, con cl objeto de oir misa en aquel lugar, y « estaban en el pueblo dirigiendo fervorosas preces al Dios de Israel por la libertad de los mexica- nos, cuando hirieron sus oidos las terribles pala- bras : ; Los espafioles! ; Los espafioles! pronunciadas con todo el horror que ellas inspiraban; y aprove- chandose de la confusién que en todas partes reinaba logran ponerse cn salvo. Habian andado como media legua cuando Alconedo re- cuerda que la seeretaria debia de caer irremediable- mente en poder de los espa- fioles. Se presentaron en su imaginacién los inmen- sos males que de esta apre- hensién resultarian a la causa de Ia patria, y espo niendo su vida, vuelve las riendas a su caballo, y sin atender a las observaciones de Crespo, parte 4 salvar logra, en a se ereia aquel tesoro efecto, sacarlo; triunfante, pues caminaba con cuanta celeridad le era posible, cuando de improviso escuché detris tiros disparados contra su persona y la voz de jalto abi! voz que, aun- que con repugnancia, se vid en la necesidad de obedecer, pero su asis- tente no obedece, y a todo correr marcha d dar-aviso al cura Crespo, que retrocede con la esperanza de sal (De una eutoi de Pintura de 1a ciudad de Puebla-Méx.). 85 a su compafiero, consiguiendo tan sélo sacrificarse él mismo, pues que fué hecho prisionero también ', » La prision de Crespo y Rodriguez Alconedo se efectué en Zacatlan, siendo conducidos ambos al pueblo de Apan Gus Ropniai grafia que se conserva en la Academia EZ ALCONEDO y puestos a disposicion del Virrey. Este ordené que se les juzgara por un nsejo de Guerra y que fueran pasa- dos inmediatamente por las armas. Crespo fué ejecutado el rg de octubre de 1814, y Rodriguez Aleonedo hasta el 1° de Marzo de 1815, porque el jefe 14 Op. cit., pig. 278, col. 2% 86 realista Jalon, compadecido del iltimo, habia suspendido el fusilamiento en espera del indulto que se habfa soli- citado* Murié martir el noble patriota y distinguido artista, y lo unico que lo recordaba ala posteridad, la Calle de Alconedo en donde tuvo su taller, al cambiar de titulo por la flamante nomenclatura impuesta ii Ia ciudad de México, ha hecho desaparecer aquel nombre ilustre por la ignorancia de Jos que no saben quién fué el distin- guido colaborador del gran Morelos © por la apiitica ingratitud hacia los que bregaron por darnos Patria. v La Musica. La aficién por la musica en el ano memorable de 1810 se yeia manifiesta no sdlo en Jos coros de los templos, en los paseos piiblicos, donde entonces como ahora tocaban las bandas mili- fares, sino también en las casas, pues In moda por tener pianos se habia he- cho general, y rara era la sefiora 6 sefiorita que en su habitacion no se distinguiese en tocar, ya en tertalias que daban frecuentemente 6 en el seno de sus amistades intimas. Populares fueron en la ciudad de México los nombres de las sefioritas Dofta Rafaela Bataller, Dofa Pilar Aristegui, Dojia Mercedes Miravalle, Dofia Mariana Cervantes, Dota Ana Catan y Dofia Francisca Pérez Galvez, por la agilidad y destreza en el Péano- \ 1. Bustamante, Cuadro Mistorico, tomo, pig. 55 y tomo HI, pigs. Go y 253. Alamdn, tomo IV de su Historia de México, pig. 186, La Vida de México en 1810. forte; el de la sefiorita Elhuyar, bi del Director del Colegio de Mineria que Io tocaba a la perfeccién, y el de Madamita Camblor, que contando sélo once aiios de edad, era admirada por su extraordinaria habilidad como pianista. Un contemporineo elogia calurosa- mente la singular expedicion y destreza admirable de estas damas, por Jas” diversas y muy variadas composiciones que tocaban en el teclado, tan natural mente ejecutadas que le parecia ver, « cémo la armonia es un conjunto de voces, que sonando todas a un tiempo diferentemente, resulta de cllas la armonia ». Pudo observar como el instrumento, al conjuro de aquellas manos delicadas, producia melodias de tonos dulees y suaves, que imitando la voz natural, parecia cantar cuando sonaba, de un modo sencillo, seguido y agradable'. El gusto por tocar el piano estaba extendido tanto en 1810, que a prinei- pios de Octubre pensé establecer una fabriea de ellos D. Juan Manuel Mar= mol, procedente de la ciudad de Sevilla, pensionado de Su Majestad el ’ Rey, y que se anuncié como construe: tor de toda clase de claves-pianos, ela~ vesverticales, claves de plumas, pianos- fortes, monocordios; muy reputado en cl oficio por haber merecido sus obras la mayor aceptacién y aprecio de los Soberanos, de toda la nacién espanola_ y la mayor parte de las Américas y reinos extranjeros*. Y ya que de instrumentos y de mix siea nos ocupamos, no seri ocioso con- signar aqui ana noticia euriosa. Por el. 1. Diario de México, tomo XIN, pags 110, 143 yah. ( a, Idem, idtem, piig. 972. Las Bellas Artes. 87 mes de Agosto de 1810, un D. Manuel Gambino Leén, que vivia en el Callejon del Coyote n° 6, pudo observar lo molestas y peligrosas que eran para la salud, las vibraciones que producian los parches de los tambores cuando los tocaban los misicos, pues repercutian en el estémago y en los pulmones, y preocupado por ello, piisose a inven- tar « una maquina para alivio de los dichos, y al mismo tiempo, el que les fuese menos penoso en las marchas dis- tantes del cuartel'. » Pero dejando a las hermosas dilettan- tes y @ los ingeniosos constructores, es tiempo yi’ de hablar de dos maestros que en aquel tiempo se distinguian por la habilidad en tocar y en compo- ner musica, D. Manuel de Aldana y D. Manuel Corral. D. Manuel de Aldana murié el 7 de Febrero de 1810, sepultindose su ca- daver en In capilla de Ia Antigua de la Catedral de México, de donde habia sido ministro del Coro y Maestro de eseoleta del Colegio de Infantes. Al anunciar su muerte, el Diario hizo el debido clogio del célebre profesor, y extrac- taremos aqui varios de los pirrafos consagrados i enaltecerle, como bien que lo mereeié, pues la Musica perdia en Aldana, « uno de sus mis hibiles alumnos », porque mucho se distin- guid en su arte, tanto en las composi- ciones de cardcter sagrado 6 religioso, como en las dramiticas, adunando a su singular habilidad nobles prendas morales, como que supo cumplir siem- pre « con Jas obligaciones de buen esposo, buen padre y buen ciudadano ». Amé y fué amado de sus diseipulos, 1. Idem, idem, pig. 172. a consagrindose de continuo al trabajo de s particulares, alas que le Ilamaban por su rara habilidad, pudiendo asi soste- ner una numerosa fam’ empleo y dar lecciones en casas ia compuesta de mis de veinticinco individuos, olvidar de hacer caridades “4 otros y mantener 4 ana nifa pobre, reclasa en un convento, que habia sido nieta de su maestro y que sostenia como un debido tributo de la gratitud inolvi- dable que le profess. Fué muy devoto, y por consiguiente consagré muchas de sus composiciones - al género religioso, como fueron los himnos y canciones 4 la Virgen de Gua- dalupe y las jaculatorias de Seaor y Dios, y Setora y Madre mia, que se can- taban los dias doces de cada mes en el convento de Santa Brigida. Compu~ so un Himno 4 San Felipe de Jesis glo suyo, y didse la curiosa coincidencia que cn los momentos en que se enco- mendaba 4 su santo compatriota al morir, sc tocaba cl Himno en la casa del Prebendado D. Joaquin Guevara. Compuso también « unos yersos de tercia con érgano obligado: », un « delicado acompafamiento de orques- ta » para las funciones de la virgen de Guadalupe, y « magnifico Te Deum » en accidn de gracias por el restablecimiento de su salud, en la pe- naltima vez que habia estado enfermo, y que no llegé 4 concluir. Sus composi- ciones todas fueron netamente del esti- lo espniiol, distinguiéndose por la dul- zura, sencillez y nataralidad Ins de caracter profano, asi como una G otra pieza de Ins tonadillas que hizo, y por su gran ternura y majestad en la mi~ sica sagrada oso mirtir mexicano y paisano 88 AD. Manuel Corral se le calificaba en 1810 de « insigne compositor de miusiea », pero & pesar « de su singu- lar destreza en este ramo y de su noto- ria docilidad » para agradar y compla- cer i todos, no se eseapd — como no se escapan nunca los yerdaderos artis- tas — de los tiros de Ia emulacion y de la maledicencia; no faltando enton- ces en México personas que asegura- sen que las obras del maestro, eran tomadas en su mayor parte de Hayden, tanto que el Diario design6 tal especie gratuita de « impostura », y para des- vanecerla, emplazaba a los émulos de Corral para que visitasen su casa, 1 Calle de Santo Domingo, nim. 1, donde vivia y alli podria mostrar mu- chisimas composiciones originales de que era autor!, De mtisica para claye, el maestro Corral habia compuesto unas varia ciones con acompafiamiento de violin obligado y yioloncelo, dedicadas a la Sefiora Dofia Manuela Alegria de Mur- phy, que hizo especialmeute para el concierto que el esposo de dicha Seftora, D, Tomas Murphy, le dis al honorable caballero inglés Cochranne, cuando estuvo en esta Capital. Aparte de otras yariaciones con acompafiamiento, para clave, y de 6pe- ras que habia compuesto en Madrid, aqui en México, fué autor de unas muy populares para una cancion muy favorita de los habitantes de la Nueva Espafia, que se intitulaba la Arau- eana, y que comenzaba asi: « En lo frondoso de un verde prado »; de otras para un minuet dedicado a Fernan- do VII; de una « Sonata » intitulada §, Diario de México, tomo XI, pags. 194 190+ La Vida de México en 1810, « El suefio y el amanecer »; de otn anénima; de la célebre abertura de i pera que compuso en Madrid, tital «El Saqueo 6 los franeeses en Espaiia: y de la seganda obertura 6 sinfon para el acto segundo de la misma. E Madrid hizo una « Gran Sonata » ejercicios de profesores, que dedies 4 Almeida Bontempo, S’Teibelt y Dus grabada por D. Fausto Martinez Torre Grabador de Camara de S. M., cuyo poder habia dejado Corral todas las laminas, « las que no pudo recojer_ por la precipitada y sigilosa fuga, que tuvo que hacer de aquella Corte », para venir 4 México, trayendo sélo el borrador del original. ‘ De mitisica de canto a toda orquesta y arreglada después al clave, compu Corral toda la 6pera de « El saqueo, 6 los franceses en Espatia », dividida en dos actos, asi como de otras éperas suyas; y de canciones patridticas, celebrada marcha que llev6 el titulo de «A las armas », «Al triunfo », grabae_ da en Madrid; la intitulada « A la lid, 4 las armas, al triunfo », que hizo en’ Sevilla, que acomods para toda orques- ta y sustituyé para el clave. « Vib en eadenas », que hizoen México, tras= tocada al clave y letra del poeta espa- nol D. Juan Bautista Arriaza; por alti- mo, un « Himno y zoreieo » para eb Coliseo‘. Asi cs que, en sintesis, la musica cultivada en México el aio de 1810 fue~ ron piezas clisicas tocadas en los pine nos por las damas mis distinguidas d la Sociedad de entonces; y los maes~ tros rendian culto & su época, consa- grando sus aptitudes a las composi« 1, Diario de México, tomo NU, pags. 313 4315, r Las Bellas Artes. 89 ciones religiosas de alta escuela, a himnos piadosos entonados los santos, as éperas, y @ las tonadillas 6 zor- zicos, que al son de las guitarras 6 de las castafiuelas, cantaban las eémicas del Coliseo, enmedio de los oles y de los aplausos entusiastas que les tribu- taban los concurrentes 4 las galerias y al mosquete del viejo teatro. CAPITULO OCTAVO LAS SOMBRAS CHINESCAS Y OTROS PASATIEMPOS E Primera Tanda. Como ahora los cinematégrafos son la diversién de moda y preferida, en 1810 nuestros abuelos se desvivian por ir las Sombras Chinescas, 6 sean proyeciones Juminosas, que se hacian por medio de linterna, y sobre el fondo de on telén, de tipos populares y opi- sodios célebres, y aunque tenian mo- vimiento, no los detalles sugestives de Ja invencién moderna, FI salén estaba ocupado con asicn- tos 6 lunetas; y una vez acomodados los concurrentes, se tocaban chirimias allen el foro del teatro; luego se apa- gaban «© por qaién sabe qué mano » las luees, quedando a obscuras la con- eurrencia que era mucha, y la cual empezaba « 4 susurrar » al mismo tiempo que se descorria el telén, deseu- briendo una hermosa portada ilumi- nada por la parte de adentro, eon un letrero en medio cirenlo en el que podia leerse : Las Sombras Chinescas 6 representacién Ze las cosas del dia. Cubierto por una concha, como Ia de los apuntadores en el teatro, se ocul- taba el que en alta yor describia las escenas representadas, y al imponer, « ;{Sileneio!; que ya van a salir sombras! » —+ todos callaban y I acordes de una ca militar anuneiae ban el principio de la diversion. Aparecia entonces — es un ejemplo — una serie de sombras con sus testa: coronadas. — Esa tropa 6 porcién de gente — exclamaba el apuntador — que hace funciones de cuadnipedos 6 esclavos, son los reyes de Baviera, Sajonia, Witemberg, Wesfalia, Holanda, Pr sia, ete., ete., que sacan en triunfo al gran Protector de la Confederacién del Rhin, Ved cémo descubre su imperial catadura el grandisimo Napoledn, y eémo reeibe con la sonrisa, de Maj tad satisfecha, las mil arengas adulato- rias que rendidos sus pies le tributan 80s serviles! 7 Uno de los espectadores daba con el codo & su compaiiero, que tenia al lado, diciéndole en vor baja y al ofdo : — Cémo hay sufrimiento para esto? Y el interrogado le contestaba : — Porque el despotismo, resultado funesto del mucho poder, asi I exige. ; Pasaba cl carro triunfal del déspota admirado, y luego veiase desfilar w ejército numeroso compuesto de Las Sombras chinescas y otros pasatiempos. vasallos de aquellos con sus pendones y banderas de pin- tado mirifiaque, que ostentaban diver- sos y emblem s jeroglificos, todos cereados « de cabezas de carneros degollados chorre- ando sangre », ex- plicando el apunta- dor, que aquel for- humitlados reyes, midable ejéreito era una parte pequefia de la fuerza impe- al del poderoso Napolesn; y mentando los pectadores la triste suerte de aquellos pobres vasallos, tra tados por el Capi- tin del Siglo peor que mansos borr qos, que eran ca ficados a sus desme- didas ambiciones, eausando no pc co- es- lastimas en los con- currentes sensi- bles; y ar alla en su inter no pocas frases de indignacién a los amantes de la li- bead fos rabtuira a io, Desaparecid aquello, « y ocupé su lugar un sober- bio gabinete, ysen- tado en una gran poltrona, estaba el Emperador de los franceses trazando y arreglando la regeneracién de Espafia Godoy puesto a gatas servia de mesa : el papel era (¢ qué horror !) de pellejo de espafioles ; la tinta sangre caliente gt de ellos; y la pluma, un dedo del mis- mo Godoy. | Espaiia dichosa! — gritaba el y date mil para- a alta proteccién consueta ; Gloriate y bienes de estar bajo | | Lua: Junta Central. deriibendo la Euston de Ni eee ny cond todas toa fol CARICATUNA DE NAPOLEON de tan augasto y benéfico tutelar! Borrése el cuadro vista um jar verse a la Emperatri se ofrecié a la donde podia Josefina rodeada « del avispero de sus d mas y corte= laen el « mis sanos », pero sumer} 92 La Vida de M amargo Ianto porque la acababa de repudiar el imperial hastio 6 eapricho voluble de su voluntarioso marido, aunque « en calidad de por ahora ». Surgian luego las sombras de una turba multa » de hombres y mujeres, de todos tamafios y fisonomias, como de potentados y grandes, entre los cuales podian distinguirse claramente « muchos obispos; muchos clérigos, frailes y monjas », que parecian andar de aqui para alli, como moseas desve- ladas y zumbonas al rededor de una bujia encendida, y revelando en sus semblantes doloridos, la acerba pena de que eran devorados. Aquello significaba — segin el Apuntador — « la universal conster- nacién y trastorne » que habia causado Napoleon; y los asistentes al especta culo edificante, comentaban en voz baja aquella época de espanto y de horror, devastada por un sélo hombre, que traia pendiente del hilo de su capricho a un revuelto mundo! Aparecié enseguida cierta turba de gentuza no tan numerosa como In supradicha, y cuantos Ia formaban tenian los yastidas puestos al revés, significando con esto a los expaitoles dernaturalizados, que se habian pasado al bando de fa Francia, traicionando al pais que les vid nacer, « y abando- nando vilmente la triple sagrada causa » que defendia « la catélica y fidelisima Espafia; » con gran indignacién de los curiosos espectadores, que se decian para si: « sino fuera por esa gavilla de picaros ingratos, seria otra la suerte de nuestra madre patria. » Echaron el telén — dice el cronista — por haber acabado la primera parte, de las curiosas, divertidas y ejemplares co en 1810, « Sombras chineseas. » Encendiérons varios candiles con luces, y por breve rato que estuvo suspensa diversion, los concurrentes entre; ronse a sesudas reflexiones sobre que habian visto, y raz6n tenian ello, porque admira cn verdad, com en aquel tiempo, en pleno virreinal y en visperas de asomar los prime albores de la independencia y libert los ya alborotados sibdites del mon: espatiol que se Hamé Fernando ¥ podian leer impresa en el Diario do 9 de Septiembre de 1810 — sicte dias antes del Grito de Dolores — la des- cripeién de un especticulo que sugeria tan sabrosos comentarios y que des- pertaba odios, desprecios 6 iras en contra de tiranos opresores, no obstante — que tuviesen la aureola y el nombre del primero de los Bonapartes. Segunda Tanda. Dispuesto el teatro para continuar la fancién, quedé & obscuras como al representarse la primera parte, y al levantarse la cortina, se descubrié con’ gran regocijo y admiracion de todos. los concurrentes, una hermosa ciudad, en la que todos también percibieron & la hermosa México, que iba 4 mostrar sus bellezas, pero a la vex cosas raras, reproduecién del retrato fiel, material y moral, de la fisonomia que presen- taba en 1810, Aparecieron estatuas representando a los leales servidores del Soberano, a los sabios doctores de la Universidad. de México, haciendo la corte 4 Minerva. en un amplio Claustro, citando entre Las Sombras chinescas y otros pasatiempos. los primeros, el diligente Apuntador, los nombres de un Basoco, de un Acha, de un Heras Soto, de un Agreda, de un Iturbe y de un Terin, que jun- tamente con los titules nobiliarios que respondian 4 los nombres de Mariscal de Castilla, Marqués de San Juan de Rayas, Conde de la Cortina y Marqués Castafiiza, eran el ornamento y la veneracion de la patria, por su libe- ralidad y beneficencia; y entre los segundos a los venerables eclesitis- ticos, Aleali, Gazano, Beristéin, Zam- brano, Sartorio, Gomez, Roman, Torres y otros muchos, que como el Dr. D Luis Montafio, ocupaban un lugar emi- nente en las letras y en las ciencias, — « {Dios los guarde muchosafios! » exclamaba Ia concurrencia « jMéxico! ;México! — afiadia el apunte — jcudntas riquezas posees en tantos sabios que te ilustran; éma- los! respétalos! bitsealos en todas tus dudas, para que te den consejo! » Borraronse las ilustres sombras de aquellos buenos y beneméritos ciuda- danos, y de aquellos cruditos y. elo- cuentes literatos, para reproducirse en el blanco ¢ ilaminado telon una gran plaza, con almacenes, tiendas, cafés, vinaterias, casas de juego, lenos unos y otras, de gente que disputaba 6 compraba, con grande algazara y ruido. — Véanse alli — decia el Apunte — los platicones de tiendas y almacenes; « todos los mas estadistas conjetu- rales » que componen 4 su modo el mundo y la nacién, con quiméricds proyectos; en fondas y cafés, mirad sus marchantes ecotidianos, que sen- tados, de pie, andando, dando de gritos 6 levantando los brazos, enredan en su charla y danza a los mas paci- 93 ficos, a los mas juiciosos y prudentes, que por su humor jovial y festivo acuden alli, para codearse indebida- mente con los ociosos de profesién, avides de inculear vidas ajenas, « y pasar las propias a fuerza de maromas y zancadillas », desfilande en conver= saciones de boea en boca, la mujer casada, la viuda reciente y la honesta doncella, Cuando el palique versa sobre politica del dia, las voces suben de tono, y el que mas grita, y el que mas sandeces dice, es saludado como héroe del patriotismo, creyéndolo a pies jun= tillas el aclamado, aunque sea la fuente ara satisfacer sus necesidades el juego inmoral, 6 la sangria de dos pesetillas que pide a un camarada, asechindolo en el instante en que acaba de ganar un albur. Alli esté un puntero, 6 muchos, sacando la amanesca, y cuando 4 la postve de haber vivido asi cuatro © seis meses, tiene la mala suerte de perder cincuenta 6 cien pesos, vedlo cémo va & delatar al montero ante un juez, para acuzarle de que le ha ganado malamente doble 6 triple eantidad de las que ha perdido. Las vinaterias son otros tantos Aranjueces, donde yan a solozarse esos patriotas, que adobados por las repetidas libaciones, figtranse en campafia, « dando tales tajarrazos 4 los malditos gabachos, « como llaman & los franceses, que no dejarian una sola cabeza de ellos si realmente alli estuyicran ». Durante la corta pausa que hace el Apuntador, el publico comenta. Le son muy conocidos aquellos tunantes, que comen, beben y juegan en fondas, tabernas y billares, y que sin pagar lo que han consumido 6 perdido, sin — « Pagaré euando empacho dicen : 94 tenga »; y huyen « con mucha marcia— lidad y presencia de animo ». Regresan 4 otro dia para ratificar el parentesco con el fondero, ecafetero 6 duefo del billar, y cuando se los niegan, se atu- fan y les amenazan con trancazos y hofetadas. « ; Pobres soberbios y men- teeatos! » — exelaman los especta- dores! ;Polilla de la Replica! ; Agen- tes indiseretos de la discordia! Alta- neros jactanciosos, enemigos de la paz, que de no corregir su conducta, mere- ciais que el Gobierno os hiciera sentir los efectos de su celo! » En esto aparece an regular edificio, en cuya portada hay un letrero : « Real Administracion de Aleabalas. » Era de verse alli infinidad de arrieros, tro- nando las pajuelas de los tapaojos, que empufaban en sus manos, para que las abrumadas por el inmoderado peso de la carga, no cayeran rendidas de fatiga... Aparecieron después sombras que haeian mucho ruido... estaban en una sala de baile, titulos de Castilla, muchos wsias por ser empleados, mili- tares, sefioras, damas 6 mujeres... » Ved — decia el Apunte — « cémo la seflorita Fulana retoza y platica en seereto, con Don Fulano »; sus con los currutacos, y alla muy lejos el marido haciendo reir a ciertas dami- selas..... mis lejos todavia, muchos oficiales merendando, colgados de sus cinturones, « los sables y estoques » de altima moda, que mis pareeian « haros de barril » 6 simples « limpia- dientes ». UI Intermedio y conclusion de la 2° Tanda. Con el mucho hablar, y hablar recio, secibasele el gaznate al consueta y La Vida de México en 1810. aun le sobrevenia fuerte tos, pero una vez que le paraba el acceso, continua la representacién. El salon del baile se transformé e1 una larga y angosta bodega, que en mayor parte estaba casi 4 obscuras y que sélo en. algunos lugares recibi luz. Podian observarse aqui muchas’ personas de uspeetos diferentes, qi unos con plumas de ave encajadas las orejas y otros con papeles en las manos, atropelladamente iban de un lugar 4 otro de la sala, sentindo delante de las mesas aquéllos, y éstos de pie ante las cajas de la imprenta, pasaban con prontitud los originales que recibian. Habia sujetos de todos tamaiios eataduras : chaparros; altos 6 de cuerpo regular; buen color 6 pilido; de rose tros simpiticos 6 repulsivos : habia « patulccos, tuertos, prictes, chatos, narizones, corcobados, flacos, gordos y barrigones, y barrigones reveren= temente divertides por un mento mechudo, grabador de liminas mefi- ticas, que a@ causa de un suefio que habia tenido sobre el derroche y van pompa desplegados en el culto tribus tado aquel affo a la Virgen de los Remedios, pluma en ristre, habianle acometido en verso 6 prosa, faniticos: é hipéeritas malandrines, amantes de exterioridades religiosas. eéQuiénes eran estos sujetos de tan raras y diversas fisonomias? — Todos — dijo el Apuniador — son los escritores del Diario y, se las figuras, son las producciones, prueba esta en las manos, véanse los periddicos y lo que fuere sonara. Borrése la animada escena, y pa complemento, aparecié un gabinete d Las Sombras chinescas y otros pasatiempos. estudio, leno de estantes de libros, y en el centro una mesa también col- mada de ellos; y al Indo de la mesa y sentado en una silla, estaba un indi duo « de interesante y agradable pre~ sencia », que con sus propias manos y sus mismos ojos, uno a uno leia 6 revisaba los mil y un manuseritos que dia a dia le mandaban, separando pocos sobre Ia mesa y arrojando muchos 4 um tompeate, que entonces servia de cesto para arrojar papeles intitiles. Por sus movimientes y_genu flexiones claramente podia percibirse que las mas de las veces, el individuo mencionado, se sonreia 6 reia a man- dibula batiente, haciendo también reir 4 carcajadas a los espectadores de las « ehineseas sombras », mas sin darse cuenta, por Io pronto, del origen y causa de aquella regocijada alegria. Pero cuando en el salén se hizo el silencio, el Apuntador exclamé — Este sujeto es el senor vista, que esta leyendo los papeles que le remiten para que los publique en su periddico; y son tantas las tonteras y despropésitos que encuentra en ellos, que no puede menos que reirse, y hacer lo que el cura y el barbero, cuando estaban purificando la libreria de D. Quijote'. Siguieron ala escena de la redaccién y direceién del Diario otras como remate y fin de la tanda. Primero una extensa calle, y en todas sus accesorias 6 ticndas podianse yer letreros sobre las puertas, que indicaban que aquellas eran sastrerias, peluquerias y zapaterias, con sus maestros, oficiales y aprendices, pro- 1. Diario de Mévico, tomo XII, pigs agi. 95 vistos de tenazas, tijeras y hormas respectivamente, saliendo y entrando afanosos en sus talleres. « Esta gentuza — explicé el Apunte — no ofrece cosa particular : los mas son unos embus- teros, y sélo se emplean en sacar dinero, comer y beber mucho, y decir cositas de puro carifio i las seforas que peinan, visten y calzan'. » 7Y qué animada y qué pintoresca fué la escena final de las « Sombras chi- nescas »! Era una reproduccién exac- tisima del mercado de cosas inservibles, del Hamado Baratillo de la Cruz del Factor, que estuyo en el mismo lugar que ocupé en nuestros dias la Camara de Diputados, y el antes Teatro de Jturbide. Podia el geélogo social estu- diar alliuna é una las capas que como residues iban dejando las generaciones pasadas, constituidas por toda clase de utensilios domés: cos, y en las que én las muestras de la de toda la época colonial; los unos y las otras usados, rotos, ser- vibles todavia 6 inservibles a pesar del ingenio para transformarlos de mer- caderes y marchantes. Cuadros, mue- bles, porcelanas, trastos de vidrio 6 de barre; instrumentos misicos 6 quirar- gicos; chapas y Iaves de todos los tiempos; libros viejos, grasientos 6 truncos; monedas y medallas, falsas 6 lisas, sin leyendas 6 cordones; sillas de montar, guarniciones : todo en pin- toresea confusion; pero sobresaliendo por su inutilidad la ropa... « jeuantos trapos en almoneda! jy cuantos tra- pientos dindoles yueltas, para conocer si la piececita era una camisa 6 unas enaguas blancas! Tantas modificaciones figuraban tam indumenta 44 Hem, idem, 1a misma pigin 96 y aspestos presentaban aquellos girones de lienzos viejos... « Péngase cuidado, grité el Apunta- dor, como digno epilogo a la curiosa y edificante representacién de las « Som- bras chinescas »; pongase cuidado en cuanto aqui pasa, y se vendra en cono- cimiento de la miseria en que viven millares de habitantes de esta Capi- tal, » Asi eran aquellos especticulos que tanto divertian 4 nuestros abuelos, y que mis 6 menos semejantes a los imaginados por el Cronista, que bajo el seudénimo de Tocayo de Clarito publieé en. el Diario, son luminosa representacién de lo que sentia aquella Sociedad en contra de los tiranos de su siglo’ y del estado de pobreza en que vejétaba un puchlo desnudo, gue se vestia con los harapos de los que lo habian desnudado, Iv Paseos y fiestas. Los juegos infantiles. Ademis de las « Sombras cliineseas 6 representaciones de las cosas del dia », nuestros abuelos de 1810, tuvie- ron otros pasatiempos y diversiones. Ir en las tardes en coche, a caballo 6 a pie, al paseo de Bucareli 6 a dar yueltas por Ia Alameda, desde el Domingo siguiente a la Ascensidn hasta el de Carnestolendas; exceptuando los tres dias de Pascua de Espiritu Santo, en que los paseos se hacian en cl Pradito de Belén. V.\ nombrado de la Viga 6 de la Orilla, empezaba como 1. Idem, idem, idem, La Vida de México en 1810. los otros, en los dias de fiesta por f tardes, desde el primer Domingo Cuaresma, hasta eoncluir el citado 4 de la Ascensién. Paseos animados, gres. La gente encopetada en forlones calesas 6 cupés, que ya se usaban entonces. Los jinetes en briosos eabax los, luciendo sillas vaqueras ostento: por los adornos de plata, y sombrero galoneados, chaquetas, pantalone de cuero 6 chaparreras con pieles chivo, muy ostentosas también por I galones, alamares y botonaduras d pura plata; de plata quintada y valio: Ja de ahora que més parece hojalata », segiin comentan las abuelas. Y la gen pobre, principalmente en la Viga, qué dilegre, qué regocijada, comiendo golo= sinas 4 la orilla del canal cenagoso, cubierto por infinitas chalupas tripulas das por pintorescas floreras indigenas de los buenos tiempos de Moctezuma, de trajes tipicos, remando 4 la ver que ofrecian perfumadas rosas de castilla hermosas amapolas; y largas y anche canoas, con techumbres decoradas al gusto popular, en las que al son de arpas, vihuelas, guitarras, tamboriles y flauias, bailaban y cantaban arabe: y palomos, léperos y chinas, charros gatas, de vyestimentas deslumbrant por los colores de las telas, el satin de los rasos de las faldas y chapines, y brillo y cabrilleo de los galones, lente juelas y piedras falsas! A lo humano y a lo divino en 1810 habia diversion y holganza en las pom- posas procesiones del Corpus y de Ik Semana Mayor ; en las letanias; en Is peleas de gallos y en lides de toros; las visperas de las fiestas titulares d muchos templos y conyentos; en las PASEO DE LA VIGA EN Mixtco (De'una litografia antigua), 98 La Vida de México en 1810, tretas, tocadas por las bandas de mi- sica de Ios cuerpos militares, 6 en las ejecuciones publicas, de reos fusilados en la plaza de Mixcalco 6 ahorcados en la picota que se erguia en la Plaza Mayor; situindose los coches previa- mente desde las tres de la mafana, para « tomar buen lugar » y poder divertirse cémodamente los duefios, arrellanados en los asientos de carrozas y quitrines*. Relucian entonces los trajes por su novedad, riqueza y estar ajustados a la iiltima moda; y los que sélo podian exhumar, de bailes olientes « canela 6 aleanfor, su vetusta indumentaria, con- formibanse en fijeretear 6 embobarse con el lujo de potentados 6 nobles; lo cual constituia una diversin, ir al Real Palacio, 6 4 los templos en las festivi- dades religiosas, « los dias en que la Corte se vestia de gala », y en los que debian de ponerse el uniforme los capi- tanes generales, mariscales, brigadieres y oficiales del Real Ejército; dias que fueron en 1810, el 30 de Mayo, « santo del Rey Nuestro Sefior »; el 13 de Agosto, Santos Hipdlite y Casiano, Patronos dela Ciudad; el 14 de Octubre, « afios del Rey Nuestro Seiior »; el 3 de Diciembre, « dias del Exemo. Sr, Vi- rrey », yel12 del mismo mes, aniversa- rio de « la aparicién de Nuestra Sefiora de Guadalupe, Patrona jurada de esta Nueva Espafia? >. Y no faltaba en esos tiempos alguna exhibicién de animales adiestrados, 6 de tipos teratologios. Asi, por ejemplo, 4 principios delities de Enero de 1810, se expuso 4 la vista publica, en la calle 1. Diario de Mézieo, tomo XII, pig. 16 3. Calendario Manwal y 0 para el aito de 1810, ‘enarta escasa, y duplicadas las coyam= de Ja Cerbatana, accesoria letra casa nim. 2, y con permiso de Ia aut ridad, a un real por cabeza, « 4 Maria Rosa, india, doncella, de edad de veinte aflos; cuya construccién en el tamane de su cuerpo es tan digna de nota que solamente Ia vista calificara escasa que estuvo la naturaleza que produjo criatura tan extrafla. Ti una yara de cuerpo; de brazos ut turas de Ias manos : los muslos, pierni y pies, guardan sus tamaiios, segan Ia cortedad del cuerpo. En medio de esta imperfeccién, sabe coser, enhebrar la ahuja y acomodar el lienzo : baila y va civilizando con toda propiedad", » Los nifios tenfan también diversione y paseos, é iban a los titeres, repre~ sentados en el callején del misma nombre, 6 ala Alameda con sus nanas- © pilmamas, para jugar al trompo, al burro, a las canicas, y los leperitos & la rayuela, Dos pasatiempos infantiles estaban muy en boga el aio de 1810, el empinar papalotes y el disparar cafoncitos en las guerras, y los dos, por peligrosos, los prohibié el Virrey Venegas. En Bando de 12 de Octubre de aquel aio, recordaba otro de 21 de Noviembre de 1797, que prevenia los padres de familia, cuidaran « de que sus hijos. criados y allegados no suban a las azoteas a volar papalotes, por las desgracias experimentadas muy. frecuentemente en este pueril entrete nimiento, lo cual se ha prohibido repe- tidas veces® », Por el mes de Diciembre, notici el mismo Virrey, « de que aunque por una parte se contuyieron los excesd 1, Diario de Mésico, tomo XML, pig, 23 2. Idem, tomo XIIl, paige. 24. Las Sombras chinescas y otros pasatiempos. de los muchachos prohibiéndeseles, como se les prohibieron, las travesuras de guerra que inventaron, recogiéndose las Ianzas y otros instrumentos que usa- ban »; pero como por otra habian en- contrado cierta diversion, « acaso de peores resultas, cual es Ia de los caiion- citos de artilleria, que se venden en el portal de Mercaderes, en los cuales hay algunos de longitud hasta de media vara »; resolvia el propio Virrey ad- vertir alos padres de familia, evitaran con toda diligencia el uso de tan per- niciosos juguetes, y prevenia a los expendedores de ellos, que inmedia- tamente fundieran todos los que tuvie- sen; apercibides, de que si en el plazo de tres dias se encontraban « algunos de los referidos cationes, a mis de per- derlos todos », se reservaba Su Exce- lencia« imponerles las penas que con- siderase oportunas, y ordenando se publicara esta disposicién para que nadie alegara ignorancia', Justa como fué la probibicién, el al- timo juego refleja el estado de guerra en que se hallaba el pais. Por otros documentos de la época colonial se sabe que los nifios jugaban, muy entre- tenidos, con capillas y altarcitos, con figurillas de barro que representaban 1. Idem, idem, pig. 700, 99 los tipos que salfan en el Paseo del Pendén; que en los dias de San Juan y de San Pedro y San Pablo, hacian alardes 6 revistas y vestidos de solda- dos, como acostumbraban los espaiioles desde a raiz de la Conquista; pero en octubre de 1810, la guerra imponente, sangrienta y desoladora, perseguia el ideal de independencia, impresionaba y se imponia por todas partes. Se com- batfa con ardor en los campos de bata- lla, se refiia con vehemencia en los hogares, por la diversidad de pareceres entre los miembros de una misma fa- milia; sc luchaba en los escritos con las plumas, y en los pilpitos con la oratoria, en contra de los insurgentes 6 en defensa de los realistas ; la propia Iglesia esgrimia sus armas de edictos, pastorales y excomuniones amenaza- doras, para luchar en defensa de prin- cipios aiiejos ¢ impopulares; y en tal estado de guerrear continuo, los nifios, euyos juguetes y entretenimientos son siempre espejo del tiempo en que viven y de las eostumbres de sus padres, en 1810 jugaban a las guerras, pero estas guerras infantiles ya no eran inocentes, eran guerras en que se disparaban armas que causaban desgracias lamen- tables, y que sin duda encendian la ira entre los hijos de los que bregaban entonces en uno ti otro bando, CAPITULO NOVENO EL FRONTON Y EL TEATRO - I El Juego de Pelota en San Camilo. Los dos especticulos piblicos mis eoncurridos en el afio de 1810, fueron el Juego de Pelota y el Coliseo, que andando el tiempo habfa de Hamarse Teatro principal. Con mucha frecuenia el Diario publi- caba anuncios del tenor que sigue : ‘« Hoy a las cuatro de la tarde se ha de jugar en San Camilo, el juego de pelota siguiente ; Josef Maria, Vicente Casas, Ignacio Diaz y Nazario, contra los dos Antonios, D. Ramon y Jolillo : entran al resto JosefMaria y Antonio ef chico. Saca, Josef Maria del 78 y Jorge del 80, y se retira, Juegan cincuenta pesos. » La aficién al juego de pelota venia de herencia azteca y de inclinacidn his- pinica, Zlachtli, Mamaban los indios al juego y tenian sitios especiales, largos y angostos, estrechos en la parte infe- rior y anchos arriba, y colocadas de trecho en trecho, en lo que hoy se Maman frontones, unas piedras redon- das, horadadas y de preciosa labor artistiea muchas de ellas, por donde pasaban las pelotas, que eran de hule puro, recibiéndolas los indios en sus saltos, botes y rebotes en los hombros, en los cuadriles y en otras partes di cuerpo, pero nunca con las palmas d Jas manos. Las apuestas eran mantas, ricos trajes de pluma, valiosas joyas y tejos preciosos de oro 6 plata. La his toria ha conservado el recuerdo de qu al juego de pelota faeron muy inclina= dos el rey poeta Netzahualeoyotl y el monarea pusikinime y supersticioso, Motecuhzoma Xocoyotzin, Mas tornando al afio de 1810, lo: concurrentes al juego de pelota, que estaba situado en la calle de San Camilo, eran viejos y rancios espaiioles, cajeros: de chaqueta y boina, duenos 6 depen- dientes de los cajones de ropa 6 de las pulperias, y estudiantes eseapados del colegio que iban a salar sus, ocios estando mis diestros en plé y rebote, que en declinar el dominus, dominis regocijados en el ajuste de una partida. giles y pendencieros, botaban y bolea ban; sacaban y celebraban la reiida disputa de wn canto, con francas, est pitosas risas y con mas habilidad, qu al argiir como peripatéticos, en 1 cdtedras de filosofia escolastica, que diseutir sobre el ente de razén, 6 sol si muestro padre Adin tuyo 6 no om bligo. El Frontén y el Teatro. El lugar del juego, que estaba en San Camilo, era una altisima galera, sin techo, de ochenta y seis varas de largo por diez de ancho, limitada al Norte por tersa y elevada pared y al Sur por una serie de gradas de madera en que tomaban asiento los especta- 8 Viva, pues su Gobierno empieza a revivir Ja paz y union que al ciclo le debemos pedir. Viva nuestro FERNANDO; viva, y Legue 4 reynar tranquilo sobre el trono que le hemos de guardar. Vivan sus defensores: viva, viva decid Meézico, que leal no dobla la cerviz. 101 Los jugadores Megaban al frontén, pedian en la puerta el chacual, guante usado aqui para calzar la mano : intro- ducianse en un gabinete donde « cam- biaban la bota cortesana por una alpar- gata incivil »; arrojaban la chaqueta 6 el frac : ponianse un pafiuelo en la ZORCICOS QUE SE CANTARON LA NOCHE DEL DIA % DE DICIEMBRE DE 1810, EN EL COLISEO DE ESTA CORTE, CON MOTIVO DE LOS DIAS DEL EXCELENTISIMO SEROR DON FRANCISCO XAVIER VENEGAS. S IMPRESO DE LA EPOCA RELATIVO AL TEATRO DE MEXICO dores, Los muros oriental y occidental se llamaban frontones, distinguiéndose el primero, con el nombre de sague, y con el de resto, el segundo. Los partidos constaban de cuatro, contra cuatro personas : uno sacaba otro boleaba y dos eran contrarestos. Jugaban alternativamente los indi- yiduos que constitaian cada bando partido, colocindose ya en el saque en el res¢o, segiin las marcas que hacia el rayador, que & la vex tenia encargo de pregonar y de apuntar, y aun mo- chas veces de decidir como juez en las contiendas. cabeza, y lanzibanse alegres é lalid..., Era de verlos agiles, ligeros, listos, escurridizos, sin miedo a los proyec- tiles; fuertes para recibirlos y arro- jarlos.... Ya era un herdico saeador, que con la palma desnuda, después de votar la pelota, salva sesenta ti ochenta varas; ya un habil doleador que en el aire la recibe y la devuelve; ya el atento contraresto que al verla cruzar sin fuerza y rastrera, corre en pos de ella, la sigue y persigue y la retorna.... « {Oh ta, teatro inmortal de los Peritos y de los Echarteas, — exela- Fidel recordando sus yerdes maba 102 mocedades, — que el diestro impulso de sus brazos robustos hacian volar la pelota sobre el frontén, enmedio de los aplausos estrepitosos, dime aliento para referir las hazafias que en tu seno he visto. « Ya adopta el juego, como sudori- fero, un gordo elefantino que coje tal cual pelota, y diz que corre y bambolea sofocindose. « Ya el tierno padre de familia que conduce 4 su prole traviesa, y después del partido juega al pié, de donde salen en derrota los vestidos, y algunas veces contusos los carrillos 6 la frente de los infantes. « Ya imagen de la aristoeracia, como si la pelota fuese un destino pingiie, Ia persiguen con ahinco, la aleanzan con afin, y va a las manos del que menos la espera....' » iY cudntos buenos jos, como el buen anciano de Fidel, recordaban travesuras juveniles, alld en el yetusto teatro de la arcaica calle de San Ca- milo! |Cuintos, realistas 6 chaquetas asi Hamaban a los partidarios del Rey — formaban bandos en contra de insur- gentes 6 criollos, como decian a los amantes de la independencia! ;Cudntas pelotas, lanzadas de propdsito, sobre la roja nariz de un candnigo, impeni- tente tomador de rapé, servil adulador de arzobispos y virreyes, que desqui- taba sus rabias de candidato derrotado auna mitra, haciendo votar frenetico la bola de hule! ;Y cuantos hurras y vitores audaces, cuando un partido de insurgentes celebraba su victoria sobre un bando de realistas! Y al salir, del hoy olvidado colonial palenque de San t. Revista Mexicana, Segunda Epoca, pags. a8 yay La Vida de México en 1810. Camilo... ; qué francas carcaj festivas pullas, qué sdtiras punz disparaban sobre un sesudo y y Oidor, los estudiantes juguetons con el Nebrija el Jacquier brazo, iban alli @ pintar venado! TL ‘Los espectaculos en el Coliseo. En aquel aio memorable de 181 las funciones teatrales en el Col eran para todos los gustos, pues Ii paiia complaeia al publico con dramas Operas, zarzuelas, y juntamente ¢ y misica clisiea, eanciones: patrié y tonadillas populares, alusivas 4 I asuntos de la época. Pero no todo el respetable public parece que correspondia 4 tales afar del empresario, eémicos y cantari pues es el caso, que algunos neck hotarates, 6 ambas cosas, se alli ensefloreado 6 hecho amos Coliseo, y ya por pasién, en coi tencia 6 malicia, silbaban, ceceaban abochornaban a las actrices que se le antojaba, las mis veces « sin el fundamento, pretexto 6 disculpa », A principios de Febrero de 1 sucedi, que apenas habia apar en el escenario una de las canta que se distinguia por su modestia, enteray dulce, sonora y afinada, ¢ comenzaron a armarle tal bronca, faltéle aliento, corté ka tonadilla, y et pez6a llorar copiosa... y amargament Pero el curioso observador y cei de aquellas groserias, nos ha d también consignado el motivo aquellas broneas, pues refiere qu caudad de las tonadillas que se El Frontén y el Teatro. taban en el Coliseo era eseaso, que ya todos las sabian de memoria, que la musica no brillaba por su novedad, ni por su bondad, ni por su ejecucién, y que si las cantarinas merecfan indul~ gencia, no asi el empresario, porque no habia facilidad de pedir 4 Cadiz 6 4 Sevilla, piezas nuevas, vivia entonces en México « un gran compositor, que con conocimiento individual de las habilidades, y dandole letras acomo- dadas 4 las mismas, segiin sus carac- teres, y con asuntos del pais », podria haber agradado al piblico; y que en altimo caso, habia « el de variar | letras », pues « una misma cosa dicha de un modo nuevo, tiene nueva gracia», y @ més existian a la saz6n « tram- posos, petardistas de muchas especies », ociosos que parecian seforones, y peti- metres como en Paris y Londres, que aunque eran los mismos en substancia, yestian aqui con otros trajes, dignos de saladas criticas y de festiva misica '. Los autores 6 compositores no es- taban entonces, como ahora, en un lecho de rosas. Se refiere en el Diario del 14 de Febrero de 1810 que un individuo, por encargo de un amigo, hubo de correr con Ia reimpresién de la épera 6 zorzuela intitulada Las cuatro columnas del trono espanol, pieza alegérica, la mejor sin duda de las que se habian importado, aludia a los acontecimientos politico-patridticos de aquellos dias, « y cra sumamente honorifica a la América espafiola ». Vacilé, el comisionado, si var mil ejemplares de la pieza, pero por ser negocio ajeno, anduyo timido y deter- mind firar sélo seiscientos ejemp! res} 1. Diario de México, tomo XII, pags. 165 y 107. 103 y & pesar de esto, he aqui la cuenta que publicé, para escarmiento de literatos que imprimian obras de mérito, en aquella « grande y riea poblacién », capital de la Nueva Espafia : Costos de imprenta y papel de los 600 cjemplares ss. ee + 24 cjemplares vendidos 20 rs. do-~ cena. - ops. 30 ejemplares vendidos 42 rs. cada 26 dados gratis Ja Real Audiencia, Arzobispado é Inquisicién. 100 remitidos al que mandé hacer le edicivn. 418 existentes. Utilidades liquidas, reales, y efecti- vas cuntra el boleillo, amén de I diligencias, eorreccién y chasco BI ps. A rs. Producto 12 ps. & rs. Di a ahd pun 3 yclet Opar se No obstante esto, las entradas i las fanciones del Coliseo, deben haber producido 4 los empresarios no escasas utilidades, para poder sostener un elenco y erogar gastos como los que constan en la « Lista de los individuos de la compaiia del teatro de esta capital, en la presente temporada de 1810 »; lista que copiamos @ continua- cién = Sweldoe. Setiora Agustina Montenegro . . . $9.000 Sonora Luisa Aguilar... .... 0.768 Seitora Marta Ortunio. ... 2+ 0.630 Senora Marin Dolores Puertocarrero 0.480 Soiora Sebastiana Penalosa (y dé baile)... es ks Oe g |r. Bartolomé Arias | 22... 5 1.080 © |sr. Teodoro Borja . + a AS 2 Sr. Manuel Diaz (y de canto)... 1.200 By) Geesetel Gast ieeas fs 3 restr 0.515, Sr. Francisco Carrel... «44 + 2 | Sr. Mariano Garcia . . - Sr. Moriano Ayala... . Sr. Francisco Saldana... . 5 Sr. Josef Garnica. .. S Sr. Josef Franciaco Bustamante. . Sr, Josef Ruin ss ee es \'Sr: Josef Montanex 2... : Sr. Josef Rincon... Sr. E Sr. Josef Mariano Velasco. . . Apuntes. 1. Adem, idem, pags. 171 y 4 104 La Vida ora Maria Dolores Murguia . . 2.800 ; | Sciiora Inés Garcia... 2 1:800 = )Sedora Andrea Escalona y su hija, 1.000 g | Setora Maria Guadalupe Estella. . 0,400 Sr. Vietorio Rocamora. 1 1.600 1,000 0.600 Senora [sabel Rendén. 0.500, Se Magdolena Lul 0,300 ia Aga 0.350 1.350 4.900 Pintor, D, Antonio Barga: Guardaropa, Sr. Miguel Silon . | | Peluquoro, jeente Giner, . | Archivista, Sr, Gazpar Ortuio. Total de gastos, solo de sueldos, § 32 490, fuera de los mozos, alum- brado, carteles, billetes de entrada, decoraciones, trajes y otros gastos inherentes al teatro, No hemos podido averiguar el precio de los billetes al Coliseo en 1810, ani- camente sabemos que se cobraba paga doble, en las fanciones extraordinarias, como fueron las siguientes. El 30 de Mayo, en justa celebridad de los felices dias del « amado Sobe- rano Fernando VIL (Q. D. G) », la compafia del Teatro ofrecié al respe= table piblico, la representacién de un drama nuevo y patridtico, intitulado : La fineza de Inglaterra y embarque en el Norte de las tropas espafolas al mando del Exmo. Sr. Marqués de ta Romana, Los intermedios se cubrieron ; 1° con un Duo, nuevo también, que Hevaba por titulo Los sentimientos de los leales habitantes de América por su Rey cautivo, que cantaron la Sefiora Ynés Garcia y el Sr. Miguel Maya; y un baile, 2° con la tonadilla wes, 1, Idem, idem, pigs. ha y 44d. de México en 1810. nominada El médico chasqui cantada por los mencionados y por | Sr. Victorio Rosamora'. La segunda funcién extraordi del Coliseo en 1810 verifiedse motivo de un acontecimiento mem rable para los habitantes de la ciu de México, que fué la eleccion primer diputado que mando a I Cortes espaiiolas. La eleccién se verified el 18 Junio, en vista de la lista que se habi remitido con anterioridad, el 28 Mayo, al Ayuntamiento. Los porme~ nores son curiosos. Reunidos en Salén de Cabildo los regidores, el mencionado dia 18, se ordené al Secre- tario que se retirase, y lo hizo previa protesta. Procedidse luego a. la_ vo! cién de los candidatos contenidos en la lista, obteniendo 10 votos, D. Ignacio José de la Peza y Casas ; 9, D. Manuel Velazquez de Leon; 5, el Dr. D. José Beye y Cisneros, y otros 5, el Oidor D. José Arias de Villafatie. Habiendo sacado estos dos ultimos igual nimero. de votos, el Presidente del Ayunta- miento dié su coro decisive por el Dr. Beye y Cisneros; y acto continuo se colocaron en una urna las cédalas con los nombres de Peza, Velizquez de Leén y Beye y Cisneros, y movida la urna, el Alealde Ordinario, que era el que fangia como Presidente, sacé una de las eédulas, la cual contenia ely nombre del Dr. José Beye y Cisneros, quedando asi nombrado este sefior Diputado a Cortes por la Capital del Virreinato. Para cumplir con lo prevenido en los ineisos 15 y 19 del Capitulo II de 4, Idem, idem, pig, boo. El Frontén y el Teatro. : la Insirucetén de elecciones, se acordé solemnizar la del Doctor Beye y Cis- neros con Te Deum en la Catedral, adorno é iluminacion general en la ciudad de México y en las Casas de Cabildo por tres dias; un baile en el Ayuntamiento y funcién extraordinaria en el Teatro; librando § 3000 para gastos de viaje al Doctor electo'. La representacién en el Coliseo se verified el 25 de Junio, con la comedia en dos actos titulada : Los Pages de Federico I, Augusto y Teodoro; wna pequefia zarzuela, nueva, de una escena sola, nominada : El Labrador y la Criada honrada; y dos intermedios : 1 Duo (también nuevo), Los fieles amantes; 2° la marcha cantada y bai- lada : Espafoles, la Patria oprimi- da*, ete, Con motivo de la entrada en México del Virrey Venegas, hubo tres fun- ciones extraordinarias en el Teatro las noches, del 14, 15 y 16 de Septiembre, esmerandose los eémicos durante las representaciones de las piezas : El Barbero de Sevilla, Los Viajes del Emperador Segismundo, y El Si de las nifas; eon intermedios correspon- dientes de duos, zarzuclas y tonadillas*. E13 de Diciembre fué el dia de dias del mismo Virrey, y hubo funcién extraordinaria, en la que se cantaron por la noche en el Coliseo unos Zorei- cos, que como muestra de las tona- dillas de aquellos tiempos y por aludir 4 sucesos del aio de 1810, copiamos aqui: = Hoy se celebra el dia de un Gefe singular, , Actas de Cabildo de la Cindad de México, Mss. en el Archivo municipal. 2. Diario de México, tomo XI, pag. 710. 3. Idem, tomo XIN, pag. 311. 105 que vino @ ser del Reyno el Angel tutelar, Dilatado Océano ernza en viage feliz, la sacra Providencia lo quiso conducir. Apenas toma el mando empiézase 4 mostrar, minadora, encendida, la insurreceion fatal, Su animo imperturbable nada puede oprimir ; aca la fax serena, Y¥ esti pronto é batir. Ni los riesgos le arredran, ni el cancerado mal por nuestro bien act se sabe desvelar, Con presencia tranguila valor logra infandir en los sibditos fiele dispuestos ai la Hid. Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo, al mirar el rayo, tiembla luego su brio militar, Tan sabias providencias consiguen confundir, Ja turba de bandidos que embisten para huir. F1 ilustre campesn, 4 todo sabe dar salida, haciendo En Ja escuela de Marte contra el Franeés furor yel arte del valor. Forma de Voluntarios ' tropa tan varonil, que resuelta se ofrece & vencer 6 morir. Abandonan leales toda comodidad, y en ello el cindadano logra tranquilidad. Dos Principes tocayos? debemos aplaudir, que el Gielo compasivo nos quiso reunir, Alude 4 los soldados del Cuerpo de Yolun- tarios de Fernando VI. 2, EL Azobi Francisco, 4 y el Virrey se Hamaban los dos ‘es que eran homénimon 106s Sus amables virtades, sa zelo y probidad, son exos donde estriva nuestra felicidad. Colomnas del Estado 2quién no ox ha de seguir, si solo vuestra vista nos debe persuadir? Todos por el afecto que saben grangear, 4 dos Excolentisimos ofrecieron omar. UN VYOLUNTARIO DE FERNANDO Vit Mirense los sucesos, sora de cologir que el Todopoderoso ayuda a dirigir, Los enemigos vil sehan logrado aterrar, pues tiene dobles armas quien sabe gobernar. Vino a Ins Craces fiero el inseno motin, formando monumento mas de quatro mil. Asémase el rebelde para querer entra yoal-ver el campamiento se empieza «i retirar, La Vida de México en 1810. Temié nuestros soldados Prontos combat ¥ al General famoso que lo ibe a resistir. ‘Tal lecei6n con ta fuerza le dieron inferior, que dixo : = para’el nccio que embista la mayor. » que parecia su campo montana de metal. Llegan los yalerosos, y 8¢ yen desunir corriendo por la sierra como quarenta mil, Se ucoge d Guanazuato ; alli planta su Real, trincheras formidables, ¥ gente sin igual, Perow,z de qué le sirve tanto aparato al fin... de salir disfrazado con la faga mis vil. iViva el Seftor Trusillo : las tres Villas : y més, todos los de la accién que no se vi6 jamis! iViva el Sefor Calleja ‘por guerrero adalid, un Fisn y un Valparaiso. toda la tropa en. fin! iViva el Senor Virrey. que nos sabré librar del orgullo Francés, dol insurgente audaz! iViva, pnes sa Gobierno ‘empieza a revivir la paz y unién que al Cielo le debemos pedirt iva nuestro FERNANDO = viva, y Hegue & reynar tranquilo sobre cl trono que le hemos de guardar! iVivan sus defensores = viva, viva decid Mézico, que leal no dobla la cerviz!! » 1. Zorsicos que se cantaron la noche del 3 de Diciembre de 1810, en el Coliseo de Corte, con motivo de los ‘dias del Excelentisi ‘Senor Don Francisco Xavier Venegas, Pags, 3 a8. El Frontén Los chaquetas 6 realistas, rabiosos de entusiasmo, correspondian con vivas, aplausos y gritos 4 esos vivas. El Co- liseo resonaba con los aplausos y vivas, pero en algunos palcos, lunetas, mos- quete y alla en la cazuela 6 galeria, los patriotas 6 insurgentes, veianse de aquellos versos ramplones, embusteros y Henos de fanfarronadas, pues la Ila- mada victoria del Monte de las Cruces, habia sido tremenda dervota para el regimiento de Tres Villas. ‘Aunque no queda programa alguno de la funcion, debe haberse celebrado también en el Coliseo con motivo de Ja jura que se hizo por la Suberania de las Cortes Espafiolas, que reunidas é instaladas el 24 de Septiembre de 1810 en la Real Isla de Leon, después se trasladaron & Cadiz. La fidelisima ciudad de México presto el juramento mencionado el 4 de Diciembre, con todo el entusiasmo. y magnificencia correspondientes 4 tan augusto Congreso, que reasumia el poder soberano de los reinos de Espaiia 6 Indias, Congregados en el Salon de respeto del Real Palacio, el Virrey, la Audien- cia, el Ayuntamiento y demds Tribu- nales y Cuerpos, con los Gobernadores de las Parcialidades de Indios de San_ Juan y Santiago, Prelados y Rectores de las Religiones y Colegios, Titulos de Castilla y Nobleza, se procedié al acto de prestar vasallaje y obediencia. El repique general de las campanas anuncié la ceremonia, lo propio que las descargas de las piezas de artilleria que estaban tendidas en la Plaza Mayor para este efecto, « conmovié pueblo de ternura y regocijo », porque presentia y esperaba de aquellas Cortes y el Teatro. 107 una nueva forma en Ja manera de ser gobernado. Dirigiéronse después los expresados Cuerpos, presidides por el Virrey, & la Iglesia Catedral, la cual se hallaba completamente iluminada, y en donde se entond como era de rigor en tales actos un majestuoso Te Deum a toda orquesta, solemnizando tan imponente ceremonia otro repique general de eam- panas, y los disparos de los caiones y de la lucidisima Compania del bata- Uén Granaderos del Comercio, que se habia situado en el atrio de la Catedral para hacer los honores militares al Virrey Venegas. A continuacién se publicé por las calles acostumbradas el Bando respec- tivo, que tuvo mayor celebridad por haber marchado delante las dos Com- patias de Patriotas de infanteria y caballeria, que fueron admiradas por la gallardia y gentileza de los indivi- duos que las formaban y por lo fino y brillante de sus uniformes. Por la tarde hubo paseo en la calzada de Chapultepec, quizd la de la Verd- niea, pues la actual no existia, y las misicas militares y descargas de la tropa que estuyo alli acampada, « acabé de Henar de alegria y de magnificencia un dia tan memorable y glorioso para” toda la nacién* Dia glorioso y memorable, en efecto, porque en aquellas Cortes se discuti- rian nuevos principios, se abolirian penas infamantes, cayendo para siempre yetustas y odiosas instituciones : se invocarian derechos que hasta en- tonces no se habfan gozado, y por pri- mera vez se harian oir las voces elo- 1. Diarto de México, tomo XIL, pigs. 629 y 630. 108 cnentes de los diputados de las colonias americanas, que como los de México, en_atrevidos. y razonados discursos pedirian para sus compatriotas libertad 6 independencia, aunque ya por ese tiempo habia resonado por todo el Nuevo Continente el grito undnime La Vida de México en 1810. que invocaba esos principios, y por un conjuro, criollos, indios y tizos, habianse levantado ergui armados, amenazadores, estret ciendo de espanto y terror & los pa tidarios y sostenedores del anti régimen, INDICE CAPITULO PRIMERO COMo BRA LA CIUDAD ENTONCES. . ©. 1 1 es ees aoe e Rees : CAPITULO SEGUNDO Tiros, TRAJES Y CoSTUMBRES, . . . . s : 2 a2 CAPITULO TERCERO CURRUTACAS Y PETIMETRES. . .-. 0 + 1 ee es ok Ais bees ule ae CAPITULO CUARTO Dib ABAME MAMTA. RI ABT. es. s Le yh eee ag ns le ede eae oy CAPITULO QUI Et cuvro, ua vaniman ¥ ua Pouitica. . 2... ee ee ‘ 46 CAPITULO SEXTO De CONO BNTRO EL VINREY VENEGAS BN LA crUDAD DE MEXICO... . 2. . 64 CAPITULO SEPTIMO Tie RELLAR ARTES: Sag cop Lhe eo x a El eG. stk Oe CAPITULO OCTAYO LAS SOMBNAS CHINESCAS Y OTROS PASATIEMPOS . . ; : 90 CAPITULO NOVENO Ei. FRONTON Y HL TEATRO. © 2. 1 ee ee ee + Rte ew 100 ACABOSE DE ESCRIRIR E IMPRIMIR ESTE LIBRO EN EL MES DE NOVIEMBRE DEL ANO MEMORABLE DE 1910, CENTESIMO ANIVERSARIO. . DE LA INICIACIGN DE LA INDEPENDENCIA DE MEXICO a aozg-t0, — Paris, Imprenta de la Yda de Cu. BOURET. — 13-10. -

You might also like